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Parental influence in children's food preferences. The ESFUERSO study in two primary schools with different socioeconomic gradients

Authors:

Abstract

Programs aimed at obesity prevention among elementary school age children have failed. In the present study, we analyzed the association between parental and child food preferences and determined whether this is influenced by the parents' gender and socio-economic status. We invited 300 children from a state elementary school (SES) and368 from a private middle class school (PMCS) to participate. A questionnaire was given to each parent to complete together with another questionnaire asking questions about their child. The questionnaire included items on consumption of specific foods. Canonical correlation coefficients (CC) were calculated to assess the association between children's food preferences and their parents' food preferences. Mothers from the PMCS group had lower Body Mass Index (BMIs) than mothers from the SES (24 +/- 4 vs. 26 +/- 4, p < 0.001). Fathers and children from the PMCS group were taller and weighed more than those from the SES but their BMI's were similar. CC indicate that mothers influence their children's food preferences by 30%, and this association is stronger in the SES group. Preference for simple carbohydrates was observed among children without parental supervision. Regular soft drinks were preferred by children in both schools, but diet sodas were more common among PMCS. All families avoided giving their children diet soft drinks. Socio-economic status and gender diferentially influence children's meal preferences. Obsesity prevention programs should take into account parental food preferences as an important factor that determines obesity during childhood. We expect that our results will contribute to the design of more appropriate prevention programs.
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Gac Méd Méx Vol. 143 No. 6, 2007
López-Alvarenga y cols.
(www.anmm.org.mx)
Influencia de los padres sobre las preferencias
alimentarias en niños de dos escuelas primarias
con diferente estrato económico. Estudio ESFUERSO
Juan Carlos López-Alvarenga,
a
* Verónica Vázquez-Velázquez,
b
Victoria Eugenia Bolado-García,
d
Jorge González-Barranco,
e
Jacqueline Castañeda-López,
f
Lorena Robles,
c
Consuelo Velásquez-Alva,
g
Rebeca Aguirre-Hernández
h
y Anthony Comuzzie
a
a
Departamento de Genética, Southwest Foundation for Biomedical Research, San Antonio, Texas, EUA
b
Clínica de Obesidad,
c
Departamento de Endocrinología, Instituto Nacional de Ciencias Médicas
y Nutrición Salvador Zubirán, México D.F., México
d
Clínica de Obesidad, Hospital General Regional 1 “Gabriel Mancera”, Instituto Mexicano del Seguro Social, México D.F., México
e
Facultad de Medicina, Universidad Anáhuac, México D.F., México
f
Unidad Metabólica y Cardiovascular S.C., Cuernavaca, Mor., México
g
Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, México D.F., México
h
Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., México
*Correspondencia y solicitud de sobretiros: Juan Carlos López-Alvarenga. Department of Genetics, Southwest Foundation for Biomedical
Research, 7620 NW Loop 410, San Antonio, Texas 78227, USA. Correo electrónico: jalvaren@sfbrgenetics.org
ARTÍCULO ORIGINAL
Recibido en su versión modificada: 11 de septiembre de 2007
Aceptado: 14 de septiembre de 2007
RESUMEN
Objetivo: La mayoría de programas de prevención de obesidad en
escuelas primarias fracasan. En este estudio investigamos la in-
fluencia de las preferencias alimentarias de los padres en las de sus
hijos, de acuerdo con el sexo de los padres y el estrato económico
de la familia. Consideramos que esta información será una herra-
mienta útil para elaborar programas de prevención.
Material y métodos: Participaron 300 niños de una escuela prima-
ria del Estado (EPE) y 368 de una escuela privada (EPP). Cada
pareja de padre y madre contestó dos cuestionarios: uno acerca de
ellos mismos y otro sobre sus hijos. El cuestionario incluyó pregun-
tas sobre el consumo de alimentos específicos, analizados por
correlación canónica (CC).
Resultados: Las escuelas estudiadas no mostraron diferencias en el
índice de masa corporal de los padres y sus hijos, sólo en las madres
(EPP 24 ± 4 vs. EPE 26 ± 4, p < 0.001). La CC indicó que las madres
influyen 30% en las preferencias de sus hijos; esta asociación fue
mayor en EPE. La preferencia por alimentos ricos en hidratos de
carbono simples se observó sólo en los niños, sin mayor influencia
de los padres. Los refrescos regulares mostraron alta preferencia
en ambas escuelas; el refresco de dieta es preferido por EPP, pero
ambas escuelas prefieren no dar refresco de dieta a los niños.
Conclusiones: Existen diferencias de estrato económico y sexo de
los padres, que influyen en las preferencias alimentarias de los
niños. Los programas de prevención de obesidad deberán conside-
rar las preferencias alimentarias de los padres para aumentar el
impacto en los niños.
Palabras clave:
Estudios de correlación, escuelas primarias, registro de
alimentación, preferencias alimentarias, promoción de la salud
SUMMARY
Objective: Programs aimed at obesity prevention among elementary
school age children have failed. In the present study, we analyzed
the association between parental and child food preferences and
determined whether this is influenced by the parents’ gender and
socio-economic status.
Material and methods: We invited 300 children from a state
elementary school (SES) and 368 from a private middle class school
(PMCS) to participate. A questionnaire was given to each parent to
complete together with another questionnaire asking questions
about their child. The questionnaire included items on consumption
of specific foods. Canonical correlation coefficients (CC) were
calculated to assess the association between children’s food
preferences and their parents’ food preferences.
Results: Mothers from the PMCS group had lower Body Mass Index
(BMIs) than mothers from the SES (24 ± 4 vs. 26 ± 4, p < 0.001).
Fathers and children from the PMCS group were taller and weighed
more than those from the SES but their BMI’s were similar. CC
indicate that mothers influence their children’s food preferences by
30%, and this association is stronger in the SES group. Preference
for simple carbohydrates was observed among children without
parental supervision. Regular soft drinks were preferred by children
in both schools, but diet sodas were more common among PMCS.
All families avoided giving their children diet soft drinks.
Conclusions: Socio-economic status and gender differentially influence
children’s meal preferences. Obsesity prevention programs should
take into account parental food preferences as an important factor that
determines obesity during childhood. We expect that our results will
contribute to the design of more appropriate prevention programs.
Key words:
Correlation study, primary school, dietary records, food
preferences, health promotion
Artemisa
medigraphic
en línea
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Influencia de los padres sobre las preferencias alimentarias de sus hijos
Introducción
l mayor desafío de la actual epidemia de obesidad es la
casi incapacidad de prevención por el estilo de vida
sedentario y la susceptibilidad genética al aumento de peso
en presencia de la ingestión de alimentos con alta densidad
energética. En los próximos años se espera una elevación en
los índices de mortalidad cardiovascular y diabetes tipo 2
debido a que los factores clásicos de riesgo cardiovascular
(hiperlipidemia e hipertensión) se encuentran presentes en
los niños con sobrepeso;
1-9
además, la obesidad infantil es un
factor de riesgo para la obesidad en la vida adulta.
10
Existe poca literatura experimental relacionada con la
prevención y tratamiento de la obesidad infantil.
11
La respues-
ta que los responsables de salud han proporcionado para
este problema ha sido aumentar las legislaciones que propi-
cien un estilo de vida saludable a través de programas
específicos en los lugares de trabajo, en escuelas y comuni-
dades;
12-14
sin embargo, el impacto ha sido pobre, tal vez
debido a la dificultad para influir sobre la gran diversidad
cultural de la sociedad actual. Un obstáculo en la implemen-
tación de un programa de prevención es determinar si será
apto para grupos de todo estrato económico y si considera a
la familia y sus creencias como base del programa. Infortuna-
damente, los programas de prevención no se fundamentan
en el conocimiento reproducible de los factores sociales-
familiares que se asocian a la obesidad en niños. Esta falta de
información puede ser contraproducente, “ya que programas
dirigidos a niños pueden llegar a producir secuelas y sin el
debido cuidado, pueden resultar en trastornos de alimenta-
ción. Se requiere de investigación y pensamiento cuidadoso
para identificar las estrategias más adecuadas en el trata-
miento de la obesidad en niños”.
15
Contrario a lo que se cree, existe controversia en la
hipótesis que la actual epidemia de obesidad se debe exclu-
sivamente a un aumento en la ingestión de calorías.
16
Un
estudio dirigido en el Reino Unido no encontró relación entre
la prevalencia de obesidad clínica en los últimos 60 años y la
ingestión de energía total o el consumo de grasa; sin embar-
go, la disminución en la actividad física mostró asociación con
el aumento de obesidad.
17
En cambio, otras investigaciones
de índole ecológica han encontrado que el aumento en la
cantidad de ingestión de energía a lo largo del tiempo ha
desempeñado un papel importante en el desarrollo de la
obesidad.
18
La preferencia en la ingestión de nutrimentos específicos es
un fenotipo que muestra alta heredabilidad (h
2
). Análisis reali-
zados en gemelos demuestran preferencias por hidratos de
carbono (h
2
= 0.64), grasa (h
2
= 0.47) y proteína (h
-2
= 0.58).
19
Además, estudios del sentido del gusto han revelado que la
sensibilidad al sabor amargo es una característica heredita-
ria, y quienes pueden percibir el sabor de la feniltiocarbamida
o el 6-n-propiltiouracil son propensos a rechazar compuestos
amargos presentes en la col, el brócoli, la cerveza y el café.
20
Se considera que el aprendizaje social tiene efectos
potentes en niños y adolescentes; estos grupos aprenden de
las personas adultas que respetan. La predilección por ali-
mentos ricos en energía se establece más fácilmente en la
presencia de un adulto importante para el niño o adolescente.
Observar a uno de los padres que coma y disfrute de alimen-
tos con alta densidad energética parece animar a un niño a
preferir este tipo de alimentos.
21
El Estudio Familiar Urbano de Enfermedades y Factores
Asociados a Obesidad (ESFUERSO) tiene como principal
objetivo ser la herramienta fundamental para elaborar pro-
gramas de prevención. En esta primera publicación estratifi-
camos a las familias de acuerdo con la inscripción de sus hijos
en escuela del Estado o privada (variable subrogada del
estrato económico). Usamos métodos de análisis multivaria-
dos para conglomerados de alimentos que explicaran la
influencia de los padres sobre las preferencias alimentarias
de los niños. Es importante resaltar que los conglomerados
de alimentos no se basaron en sus propiedades biológicas
sino en índices de preferencia obtenidos de la frecuencia y
cantidad de consumo. Consideramos este enfoque importan-
te para ayudar en la elaboración de programas de prevención
que puedan mejorar los hábitos saludables en las familias.
El objetivo aquí fue investigar la magnitud de la correla-
ción entre las preferencias alimentarias de padres e hijos, así
como determinar qué alimentos tienen mayor índice de pre-
dilección (de acuerdo con la definición dada), de acuerdo con
el estrato económico y el papel de los miembros dentro de la
familia.
Material y métodos
Diseño del estudio
Estructuramos un estudio observacional de dos escuelas
primarias, considerando su tipo como variable subrogada del
estrato socioeconómico: una escuela primaria del Estado
(EPE) y una escuela primaria privada de estrato económico
medio-alto (EPP), localizadas en la ciudad de México. Breve-
mente describimos algunas características que resaltan las
diferencias económicas entre estas escuelas: los padres de
escuelas primarias del Estado ubicadas al Sur de la ciudad de
México pueden pagar hasta 300 pesos al año como cuota de
ayuda a la escuela, además, reciben los libros de texto
gratuitos de la Secretaría de Educación Pública. En cuanto a
las escuelas primarias privadas, el pago puede oscilar entre
2000 y 5000 pesos mensuales, el horario escolar se extiende
casi 2½ horas más que las escuelas del Estado y se imparten
materias extra. Las diferencias en estrato económico son
importantes de acuerdo con el tipo de escuela a la que asisten
los niños de una familia.
Todos los alumnos entre tercer y sexto grado de primaria
fueron invitados a participar. Cada niño recibió una carta de
consentimiento informado y cuestionarios que entregó a sus
padres; ambos documentos fueron aprobados previamente
por el Comité de Ética del Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y por el Comité de
Maestros de las instituciones académicas. Con anterioridad,
el cuestionario fue validado por consenso y mediante prueba-
reprueba en dos grupos pilotos del grupo de alumnos un año
previo al estudio.
E
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López-Alvarenga y cols.
El peso se registró como el promedio de dos mediciones
obtenidas en una báscula portátil (Health-o-Meter®) con una
capacidad máxima de 150 kg (precisión de 500 g). Los
sujetos fueron pesados descalzos, usando ropa ligera, de pie
y en posición vertical con los brazos a los costados.
La estatura se registró como el promedio de dos medicio-
nes obtenidas mediante un estadímetro de pared (DIA, Dise-
ños Abreu
®
) con un rango máximo de 2 m.
Participantes
Se invitó a 668 familias, 406 (60.8%) contestaron los cuestio-
narios de ambos padres y del niño y 146 (21.9%) regresaron
cuestionarios de sólo uno de los padres y del niño; en
conjunto se tuvo una respuesta de 82.7%. No participaron
107 familias y nueve fueron excluidas por datos incompletos.
La mayoría de estas familias no elegibles (n = 111) fue de la
EPP. No encontramos diferencias en la talla, sexo o peso
entre los niños de padres que participaron o no en el estudio
(datos no mostrados).
Cuestionarios
Elaboramos un cuestionario para que cada uno de los padres
lo contestara por separado y otro cuestionario acerca de su
hijo, que debían llenar conjuntamente. Estos cuestionarios
incluyeron preguntas acerca de características psicológicas
generales y preferencias alimentarias. Los cuestionarios
fueron sometidos previamente a validez de consenso por un
equipo formado por dos pacientes obesos, tres médicos,
siete nutriólogos y dos psicólogos.
La estandarización de los cuestionarios completos fue
realizada a través de dos grupos piloto de alumnos y sus
familias, mientras que la reproducibilidad de las preferencias
alimentarias fue valorada por un grupo independiente de
adultos que eran empleados de oficina. En el primer estudio
piloto fueron invitados 40 niños seleccionados aleatoriamen-
te de la EPE, a quienes se les entregó la forma de consenti-
miento junto con los tres cuestionarios (64 preguntas de
hábitos más 31 acerca de alimentos) para que los llevaran a
casa y entregaran a sus padres. Una vez recolectados los
cuestionarios, y una semana después durante una junta
escolar mensual rutinaria en la escuela, se invitó a los padres
de las familias piloto a ser entrevistados y registrar una
medición directa de peso y talla. La invitación a los padres fue
verbal y se les dio claramente la opción de rechazar la
entrevista y las mediciones si así lo deseaban. Ocho sema-
nas después seleccionamos otra muestra aleatoria (
n
= 40,
18 de la EPE y 22 de la EPP) donde repetimos el procedimien-
to pero utilizando un cuestionario modificado con base en los
resultados de la primera prueba piloto. Este cuestionario
incluyó 43 preguntas de hábitos dirigidas a los padres, 34
preguntas acerca de los hábitos de sus hijos y 31 relaciona-
das con la frecuencia y cantidad de los alimentos.
El segundo estudio piloto mostró que los padres de
ambas escuelas sobreestimaron ligeramente su propia talla
(EPE 164.2 ± 10
vs.
162.5 ± 10 cm y EPP 164 ± 10
vs.
163 ±
10 cm, según la estatura informada y la estatura medida,
respectivamente), mientras que subestimaron su peso (EPE
73 ± 15
vs.
74 ± 15 kg y EPP 72.1 ± 15
vs.
73.3 ± 15 según
el peso informado y el peso medido, respectivamente). Sin
embargo, el coeficiente de correlación intraclase fue de 0.95
(
p
< 0.001) entre el índice de masa corporal informado y el
calculado, tanto para las madres como para los padres por
separado. Por lo tanto, decidimos mantener los datos crudos
sin ajustes.
Las preferencias alimentarias fueron calculadas como un
índice semicuantitativo utilizando una escala para la frecuen-
cia de alimentos (FA, rango 0-3) y otra para la cantidad usual
de ingestión (CI, rango 1-3). El índice de preferencias fue
calculado multiplicando esas dos cantidades: FA x CI (rango
0-9). El índice resultará cercano a 9 si un alimento específico
es consumido frecuentemente y en grandes cantidades du-
rante una semana, mientras que será cercano a 0 si un
alimento se consume raramente o en cantidades pequeñas.
En la prueba-reprueba con 30 adultos de estrato socioeconó-
mico parecido al de las escuelas muestreadas, se obtuvieron
kappas ponderadas mayores de 0.60.
Análisis estadístico
Los índices de preferencias alimentarias se expresan como
promedios y desviaciones estándar, a menos que se especi-
fique de otra manera. La comparación de variables continuas
entre las escuelas se realizó con
t
de
Student para muestras
independientes. Se calcularon y graficaron curvas de An-
drew, para identificar alimentos atípicos y la existencia de
posibles conglomerados de alimentos. Además, para cada
tipo de escuela se calcularon por separado los intervalos a
95% de confianza para el índice promedio de las preferencias
alimentarias de los padres, madres e hijos (Figura 1).
Las 31 preguntas sobre alimentos se sometieron a un
análisis de conglomerados utilizando el método de k-prome-
dios. El número de grupos (9) fue determinado basándonos en
nuestra experiencia de trabajo con pacientes, sin embargo, las
agrupaciones fueron naturales con fundamento en las preferen-
cias, sin considerar las características biológicas del alimento.
El análisis de correlación canónica (CC) se aplicó para
evaluar la asociación entre múltiples variables independien-
tes y su efecto sobre múltiples variables dependientes. Las
variables dependientes fueron los índices de preferencias
alimentarias de los niños, mientras que las independientes
fueron las preferencias alimentarias de sus padres. Emplea-
mos la primera raíz canónica para evaluar el grado de
asociación entre las preferencias de los padres y los hijos.
22
Se analizó la estructura canónica a través de coeficientes de
correlación de Pearson entre las variables canónicas y las
variables originales, para determinar el grado de efecto de
cada una de las variables obtenidas de los padres (padre: r
p
o madre: r
m
) o de los hijos (r
h
) e incluidos los modelos. La
estructura canónica se muestra en detalle en el apéndice.
Ética
El Comité Institucional de Investigación Biomédica en Huma-
nos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición
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Influencia de los padres sobre las preferencias alimentarias de sus hijos
Salvador Zubirán, revisó y aprobó este estudio. La forma de
consentimiento informado indicó, en forma explícita, que si
alguien rehusaba participar en el estudio no afectaría las
evaluaciones académicas de sus hijos.
Resultados
Las familias de la EPE mostraron menor talla y peso que las
familias de la EPP; al considerar el índice de masa corporal,
en las madres de la EPE fue mayor que en las de la EPP
(Cuadro I). Los pesos al nacimiento no presentaron diferen-
cias entre los niños de la EPE y la EPP.
Los promedios y errores estándares de los índices de
preferencia alimentaria se muestran en la figura 1. Es claro
que los alimentos más consumidos por las familias fueron
leche, frutas, verduras, pollo y refrescos regulares.
Las familias de la EPE consumen más tortilla y pan; en
cambio, las de la EPP consumen más leche baja en grasa,
refresco de dieta, pescado y queso amarillo. Aunque las
familias de la EPP consumen más refresco de dieta, ambos
grupos restringen este tipo de bebida en los niños. La pizza
y el pollo son más consumidos por los niños de la EPP.
Hubo concordancias en ambos grupos de escuelas de
acuerdo con el papel de los miembros: la leche entera, los
dulces, el yogurt, pasteles, papas fritas y cereal azucarado
son claramente preferidos por los niños, aunque los padres
no los consuman o prefieran menos. Los padres también
mostraron preferencia por mayor consumo de hidratos de
carbono en forma de tortillas, pan o frijoles, comparados con
las madres y los hijos.
Finalmente, algunos alimentos ricos en grasa saturada
como las fritangas, papas fritas, pasteles, tacos, tortas no
muestran diferencias entre los grupos de familias. Las fritan-
gas (carnitas, antojitos) representan un grupo de alimentos
mexicanos ricos en grasa, generalmente consumidos los
fines de semana en cantidad importante y sin diferencias de
acuerdo con el estrato económico.
El análisis de CC para cada uno de los nueve conglome-
rados de alimentos fluctuó entre 0.25 y 0.76. Estos coeficien-
tes sugieren que los padres de la EPE tienen mayor influencia
en las preferencias alimentarias de los niños que los padres
de la EPP (Cuadro II).
El análisis de la estructura canónica debe efectuarse con
base en la correlación de la primera raíz CC mostrada en el
cuadro II. La estructura canónica (apéndice) mostró que las
Figura 1. Índice de preferencias alimentarias ± error estándar. P = papá, M = mamá, H = hijo. Los
círculos negros representan a los miembros de la familia de la EPE y los círculos blancos a los
miembros de la EPP.
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bebidas de dieta fueron aceptadas por los niños si sus madres
también las ingerían (refrescos de dieta: r
m
= 0.97, r
p
= 0.6,
r
h
= 0.86), así como las frutas (r
m
= 0.77, r
p
= 0.47, r
h
= 0.82),
verduras (r
m
= 0.92, r
p
= 0.58, r
h
= 0.94), pescado (r
m
= 0.76,
r
p
= 0.63, r
h
= 0.78); todas mostraron mayor asociación con las
preferencias de las madres.
Los papás tuvieron mayor influencia en lo que respecta a
carne (r
m
= 0.44, r
p
= 0.50, r
h
= 0.64) y en forma modesta sobre
algunos antojitos mexicanos como las tortas (r
m
= 0.01, r
p
= 0.10,
r
h
= 0.13). Ambos padres influyeron en los niños en el consu-
mo de refresco regular (r
m
= 0.84, r
p
= 0.81, r
h
= 0.98). Los niños
prefirieron cereales azucarados (r
m
= 0.30, r
p
= 0.35, r
h
= 0.44),
dulces (r
m
= 0.39, r
p
= 0.30, r
h
= 0.57), pizza (r
m
= 0.24, r
p
= 0.16,
r
h
= 0.37) con menor influencia de los padres.
Discusión
Las preferencias alimentarias de los padres estuvieron mode-
radamente asociadas (R
c
= 0.25 a 0.76) con las de los niños. El
estrato social y el sexo mostraron diferencias en la asociación:
los padres de los niños de la EPE ejercieron mayor influencia
sobre los hábitos de alimentación de sus hijos que los padres
de los niños de la EPP. El presente estudio no analiza el
mecanismo de cómo se trasmite la información de padres a
hijos, ni la intervención de otros familiares que viven en la
misma casa de habitación que los padres.
La encuesta utilizada considera un índice de preferencia
basado en los alimentos consumidos por la persona (frecuen-
cia y cantidad), obteniéndose una escala semicuantitativa.
Las encuestas tradicionales como los recordatorios de 24
horas o registro de alimentos durante tres o siete días, tienen
poca sensibilidad para identificar cambios y son más compli-
cados de aplicar.
23
Otros investigadores también han demos-
trado que existen diferencias entre los hábitos de alimenta-
ción de acuerdo con el estrato social. La Encuesta Urbana de
Alimentación y Nutrición en la Zona Metropolitana de la
Ciudad de México (ENURBAL),
24
encontró diferencias entre
cuatro estratos socioeconómicos; hay que hacer notar que
todos estos estratos tenían sobrealimentación de acuerdo
con las recomendaciones dietéticas aceptadas. En el presen-
te estudio, los tipos de escuelas son variables subrogadas del
estrato socioeconómico y muestran diferencias en las prefe-
rencias de alimentos: las familias de EPP mostraron alto
índice de preferencia por queso amarillo, pescado, pollo,
leche baja en grasa y refresco de dieta, mientras que las
familias de la EPE tienen alto índice de preferencia por
yogurt, tortillas, pan y frijoles.
La coincidencia de preferencias alimentarias entre los
miembros de la familia fue mayor que lo esperado por azar,
confirmando lo señalado en otros estudios;
25
esto sugiere que
Cuadro I. Descripción general por miembro de la familia y de
acuerdo a la escuela
Núm. de sujetos* Valor
EPE/EPP EPE EPP de p
Padres
Edad (años) 224/202 38.4±6.9 44.1±6.9 < 0.0001
Peso (kg) 222/197 76.6±12.7 80.9±12 < 0.0001
Estatura (m) 225/199 1.69±0.07 1.7±0.07< 0.0001
IMC 221/197 26.9±3.6 26.6±3.3 0.462
Madres
Edad (años) 286/250 35.5±5.5 40.1±5.7 < 0.0001
Peso (kg) 286/247 64.2±11 62.2±11.6 0.037
Estatura (m) 285/248 1.56±0.07 1.60±0.06< 0.0001
IMC 282/246 26.4±4.3 24.2±4.2 < 0.0001
Niños
Edad (años) 292/252 10.1±1.2 10.4±1.3 0.002
Peso al nacer (kg) 292/252 3.1±0.6 3.1±0.5 0.325
Peso (kg) 292/252 38.2±11.3 40.3±10.3 0.022
Estatura (m) 298/259 1.40±0.09 1.44±0.09< 0.0001
IMC 289/239 19.2±4.1 19.1±3.2 0.824
Los promedios aritméticos de cada escuela se compararon utilizando una
t de Student para muestras independientes.
*El tamaño de la muestra se muestra para cada una de las escuelas.
EPE = Escuela Primaria del Estado; EPP = Escuela Primaria Privada;
IMC = Índice de masa corporal.
Cuadro II. Coeficiente cuadrado de la primera raíz canónica
(R
c
) de acuerdo a la escuela estudiada. Todos los coeficien-
tes mostraron un valor de p menor de 0.001
EPE EPP Ambas
Conglomerado 1:
Yogurt, queso Oaxaca
y queso amarillo 0.58 0.56 0.57
Conglomerado 2:
Leche baja en grasa, yogurt bajo en
grasa y soda de dieta 0.50 0.43 0.45
Conglomerado 3:
Tortillas, pan y frijoles 0.60 0.55 0.64
Conglomerado 4:
Huevos, cerdo, mantequilla, papas
fritas, tacos, sopes, tortas y pizza 0.70 0.60 0.60
Conglomerado 4a:
Pescado 0.59 0.55 0.62
Conglomerado 5:
Salchichas, carne vacuna, pollos y
avena 0.61 0.52 0.51
Conglomerado 6:
Fritangas, pan de dulce, pasteles y
cereal azucarado 0.76 0.59 0.66
Conglomerado 7:
Frutas y vegetales 0.65 0.47 0.55
Conglomerado 8:
Dulces y refrescos 0.63 0.55 0.55
Conglomerado 9:
Leche entera 0.27 0.27 0.25
EPE = Escuela Primaria del Estado; EPP = Escuela Primaria Privada
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Influencia de los padres sobre las preferencias alimentarias de sus hijos
los programas de nutrición deben dirigirse a la familia entera
y no a uno de los miembros. Otros análisis también han
mostrado que las preferencias alimentarias de los niños se
parecen a las de otros miembros de la familia, esto es más
notorio en los hermanos de edades similares.
26
Sin embargo,
cuando alguno de los padres está en tratamiento dietético, no
afecta las preferencias alimentarias de los otros miembros de
la familia.
27
Rozin y colaboradores
28
encontraron que el mejor
amigo de un niño no tiene mayor influencia sobre las prefe-
rencias alimentarias o los programas de televisión, que otro
niño del mismo sexo y del mismo grupo de clases selecciona-
do aleatoriamente.
Los estudios futuros que deseen evaluar estrategias de
prevención para la obesidad deben considerar metas especí-
ficas para cada uno de papeles familiares que desempeñan los
miembros. Nuestros resultados refuerzan que los programas
de prevención deben animar a las madres a influir directamen-
te en sus hijos en el consumo de alimentos saludables, a través
de que ellas mismas también los consuman.
19,29
Los estudios de intervención enfocados a reducir el
número de factores de riesgo para obesidad en niños han
sido decepcionantes: la educación basada en intervención
cuenta con los maestros, los padres y los niños para mejorar
el conocimiento, sin embargo, el comportamiento de los niños
permanece sin cambios.
30,31
Por otro lado, algunas investiga-
ciones basadas en tratamientos a corto plazo en escuelas,
han mostrado consistentemente un efecto positivo y modesto
en la pérdida de peso.
32
Finalmente, la relación entre las bebidas endulzadas con
azúcar y la obesidad infantil muestra una asociación positiva
moderada.
33
Los resultados son controversiales en este pun-
to, incluso, los programas de intervención para evitar el
consumo de bebidas gaseosas sólo producen una muy
modesta reducción en el número de niños con sobrepeso y
obesidad.
34
La simple estrategia que nosotros podemos con-
siderar es enfocarse en grupos de alimentos individuales y
trabajar en forma diferente con los miembros de la familia,
dependiendo de sus preferencias alimentarias.
Nuestra investigación demuestra que la influencia de las
preferencias alimentarias de los padres sobre las preferen-
cias de sus hijos es de magnitud moderada, pero aún sufi-
ciente para cambiar las preferencias de los niños. Los resul-
tados sugieren que los programas familiares específicos para
prevenir la obesidad deben involucrar a la familia al conside-
rar las preferencias alimentarias de los padres. La falta de
consideración de este aspecto explicaría, al menos en parte,
el pobre impacto sobre la obesidad que han mostrado los
programas que sólo se enfocan en la escuela.
Agradecimientos
Los autores agradecen a las siguientes personas por su colabora-
ción en la creación del instrumento y en la recolección de los datos
de este estudio: a los Lics. en Nutr. Claudia González Jáuregui, María
Teresa Macías Galaviz, Enrique De Gyves Escobar, Iliana Manjarrez
Martínez, Mónica Arriaga Acosta y Alejandra Gálvez Heras, así como
a la Lic. en Psic. Denise Arcila Martínez.
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APÉNDICE
Estructura canónica
En los siguientes cuadros se observa el coeficiente de correlación de Pearson entre las variables canónicas y las variables
originales. La variable canónica
u
corresponde a los padres y madres. La variable canónica
v
es de los niños
Padres Madres Hijos
Conglomerado 1 U1 V1 U1 V1 U1 V1
Yogurt 0.229 0.130 0.424 0.240 0.220 0.389
Queso Oaxaca 0.639 0.363 0.651 0.369 0.463 0.817
Queso amarillo 0.715 0.406 0.747 0.423 0.488 0.860
Corr (u
1
,v
1
) = 0.57
Padres Madres Hijos
Conglomerado 2 U2 V2 U2 V2 U2 V2
Leche descremada 0.401 0.173 0.421 0.181 0.339 0.789
Yogurt descremado 0.269 0.182 0.405 0.131 0.188 0.275
Bebida de dieta 0.597 0.257 0.969 0.417 0.371 0.862
Corr (u
2
,v
2
) = 0.45
Padres Madres Hijos
Conglomerado 3 U1 V1 U1 V1 U1 V1
Tortilla 0.555 0.354 0.801 0.511 0.453 0.710
Bolillo 0.758 0.484 0.743 0.474 0.595 0.933
Frijoles 0.276 0.204 0.416 0.311 0.153 0.261
Corr (u
3
,v
3
) = 0.64
Padres Madres Hijos
Conglomerado 4 U4 V4 U4 V4 U4 V4
Huevo -0.105 -0.074 -0.205 -0.146 -0.022 -0.031
Cerdo -0.245 -0.174 -0.503 -0.357 -0.277 -0.389
Pescado 0.634 0.451 0.763 0.542 0.556 0.783
Mantequilla 0.042 0.036 -0.039 -0.069 -0.008 -0.022
Papas fritas -0.102 -0.072 -0.126 -0.089 -0.118 -0.166
Tacos -0.038 0.030 -0.066 -0.063 0.059 0.071
Sopes -0.053 -0.004 -0.066 -0.072 -0.042 -0.051
Tortas 0.101 0.059 -0.010 -0.031 0.112 0.131
Pizza 0.169 0.120 0.245 0.174 0.268 0.377
Corr (u
4
,v
4
) = 0.72
Padres Madres Hijos
Conglomerado 5 U5 V5 U5 V5 U5 V5
Embutidos 0.201 0.123 0.135 0.095 0.149 0.321
Carnes 0.496 0.251 0.438 0.221 0.324 0.639
Pollo 0.583 0.295 0.589 0.298 0.354 0.699
Avena 0.491 0.248 0.622 0.315 0.377 0.745
Corr (u
5
,v
5
) = 0.51
Padres Madres Hijos
Conglomerado 6 U6 V6 U6 V6 U6 V6
Carne frita 0.792 0.524 0.773 0.511 0.615 0.929
Pan de dulce 0.411 0.272 0.266 0.176 0.309 0.467
Pasteles 0.257 0.204 0.206 0.138 0.181 0.294
Cereal azucarado 0.357 0.236 0.301 0.199 0.293 0.442
Corr (u
6
,v
6
) = 0.66
Padres Madres Hijos
Conglomerado 7 U7 V7 U7 V7 U7 V7
Fruta 0.474 0.262 0.775 0.427 0.454 0.822
Verdura 0.581 0.321 0.921 0.508 0.516 0.936
Corr (u
7
,v
7
) = 0.55
Padres Madres Hijos
Conglomerado 8 U8 V8 U8 V8 U8 V8
Dulces 0.304 0.168 0.399 0.220 0.315 0.571
Refrescos 0.819 0.453 0.845 0.467 0.594 0.984
Corr (u
8
,v
8
) = 0.55
... Fifth, although the FFQ was validated for women living in Mexico City (54), it has not yet been validated in children or adolescents. However, a study in 300 schoolchildren in Mexico City found similar dietary preferences between the children and their mothers (55), thus providing support for the use of the FFQ in the present study population. Sixth, although we cannot rule out the possibility of false-positive findings, we do not foresee this to be an issue given that we only examined associations of 2 dietary patterns with a set of correlated outcomes. ...
Article
Background: Studies in Western nations have shown associations of certain dietary patterns with obesity and metabolic risk in youth. Little is known about these relations in newly industrialized countries where obesity prevalence is surpassing those of developed countries. Objective: We sought to characterize dietary patterns in a cross-sectional study in 224 adolescents aged 8–14 y in Mexico and to investigate associations of the dietary patterns with adiposity and metabolic risk. Methods: We used principal components analysis to derive dietary patterns from food-frequency questionnaire data. By using linear regression models that accounted for mother's marital status, education, and smoking habits and child's age and physical activity, we examined associations of the dietary patterns with adiposity [body mass index z score, waist circumference, the sum and ratio of the subscapular and triceps skinfold thicknesses, blood pressure, serum fasting glucose and a C-peptide–based measure of insulin resistance (CP-IR), lipid profile, and a metabolic syndrome risk z score (MetS z score)]. Results: We identified a “prudent” dietary pattern characterized by high intakes of vegetables, fruit, fish, chicken, and legumes and a “transitioning” dietary pattern, which comprises processed meats, Mexican foods, and sweetened beverages. Each unit increase in the prudent pattern factor score corresponded with 0.33 ng/mL (95% CI: 0.09, 0.57 ng/mL) lower C-peptide, 0.08 units (95% CI: 0.02, 0.13 units) lower CP-IR, and a 0.14 unit (0.00, 0.27 unit) lower MetS z score in boys. In girls, the transitioning pattern corresponded with higher subscapular + triceps skinfold thickness (per 1-unit increase in the factor score: 2.46 mm; 95% CI: 0.10, 4.81 mm). These results did not change after accounting for pubertal status. Conclusions: A prudent dietary pattern was protective against metabolic risk in adolescent boys, whereas a transitioning dietary pattern corresponded with higher adiposity among adolescent girls. Given that adolescence is a key developmental period for long-term health, efforts to elucidate dietary determinants of metabolic risk during this life stage may have long-term benefits.
... According to a recent review, the consumption of refined grains and added fats has been associated with lower SES, whereas lean meats, fish, whole grains, low-fat dairy products, and fresh vegetables and fruit are more likely to be consumed by groups of higher SES (Darmon and Drewnowski, 2008). In addition, a recent study from Spain has shown that SES and gender differentially influence children's meal preferences (Lopez-Alvarenga et al., 2007). Low income is associated with poor nutrition throughout the lifecycle, from lower rates of breast-feeding, to lower intakes of antioxidant nutrients, lower intakes of fruits and vegetables and higher intakes of saturated and trans fatty acids (Nelson, 2000; Branner et al., 2008). ...
Article
Full-text available
Purpose – The purpose of this paper is to describe and briefly discuss the prevalence of childhood obesity in selected countries of the WHO European Region in relation to socioeconomic status (SES) and ethnic origin. Emphasis was given on the most recent research papers available. Design/methodology/approach – A search was performed on relevant papers on “Prevalence of Obesity and Overweight in relation to socio‐economic status and ethnicity” using MEDLINE and the ISI Web of Science. The search was limited to the age range 0‐20 years to the countries of the WHO European Region. Findings – A growing number of studies suggest that children in lower‐income families in developed countries are particularly vulnerable to becoming obese. Plausible explanations for the differences in obesity prevalence in migrant children and children with lower SES include poor diet, limited opportunity for physical activity and differences in the perception of ideal body weight together with possible food security issues. It is important to stress that the rising cost of a healthy diet is of great concern. Originality/value – Understanding the prevalence of obesity in children and the social and cultural parameters related to the phenomenon can facilitate the formation of effective public health intervention policies in counteracting childhood obesity.
Article
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En México, las acciones para prevenir los altos niveles de sobrepeso y obesidad se han ido enfocando en edades tempranas y en el ambiente alimentario, pero aún bajo supuestos centrados en los individuos. En este texto se busca identificar el enfoque de las políticas en materia de obesidad particularmente hacia la infancia, así como señalar algunas de sus limitaciones. Se presentan las iniciativas gubernamentales en los últimos dos sexenios y se explora la evidencia que muestra la relevancia de la mediación de los hogares para comprender el exceso de peso desde la niñez. Al tratar a la población como agregado de individuos, la acción gubernamental no toma en cuenta los procesos de interacción que permiten u obstaculizan la influencia del ambiente, como los que se dan en el seno de la familia. Esto a pesar de que la evidencia, nacional e internacional, apunta a la pertinencia de analizar las preferencias y las prácticas, tanto en las condiciones en las que se definen, como en los contextos en las que operan.
Chapter
The Eating Habits Questionnaire (EHQ) was used in the IDEFICS and I.Family studies to investigate dietary behaviour, family food environments and the frequency of consumption of food items likely to be associated with overweight and general health in children, teenagers and adults. This chapter describes the rationale for developing the EHQ, as well as its methodological basis and structure. The children’s version (Children’s Eating Habits Questionnaire, CEHQ) is completed by a proxy reporter (usually a parent), on behalf of a child aged 2–11 years. The teenager’s version (Teenagers’ Eating Habits Questionnaire, TEHQ) is a self-reporting instrument for persons between 12 and 18 years. The adult version (Adult’s Eating Habits Questionnaire, AEHQ) is a self-reporting instrument for respondents of 19 years and over. Most of the questions and the overall structure are closely similar in the three versions. The novelty of the EHQ is that it is a brief instrument assessing simultaneously a few dimensions of eating habits of children, teenagers and adults from the perspective of obesity-related food patterns. The EHQ has been tested and validated in eight culturally diverse European populations that participated in the IDEFICS and I.Family studies. It is expected to be useful in future studies concerned with obesity in children and their families.
Article
Objective: This research identified the eating behavior of obese school to learn your preferences in the selection of food. Methods: This observational qualitative study school, based on face to face interviews for data collection and observation guide in order to inquire about their preferences in the selection of food at recess, exit and input to the primary. Results: School respondents have economic availability to purchase a snack at school or outside of school cooperative establishments near the time of departure, the offer is limited to foods with empty calories of high energy density, influenced by the low nutritional guidance of parents and teachers, as well as the mass media, especially television that encourages inactivity and obesity result. We found that several of them are already experiencing different emotions related to their way of eating, have no self-perceived body image friendly and consequently the risk of eating behavior disorders. Discussion: The results of this study corroborate the findings of the National Health and Nutrition Survey 2012 conducted in Mexico, with a significant presence of overweight and obesity in school-age children, influenced by the offer of some nutrients through school cooperatives not doing their job to nurture and educate on food as established by the NOM 043 guidance for Food and little knowledge about both parents and teachers, coupled with a sedentary lifestyle is promoted by lack of the subject of Physical Education, plus spend considerable time watching TV where unhealthy food promotion is made. All this affects the development in parallel with other disturbances of eating behavior, accompanied or caused by feelings of anxiety, frustration, anger and a negative self-perception of body image, situations that put the school in a vulnerable state and chances of developing various types of alterations biological, psychological and social. Conclusion: Although there are adequate regulations for proper nutrition school, still rising overweight and obesity with its accompanying side effects that result in some dissatisfaction with their body image as well as the development of eating behavior altered.
Article
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To evaluate the preference of healthy and unhealthy foods among pre-school children attending daycare and its association with that of their parents, body mass index and socio-demographic variables. We asked children and parents to depict their food preferences through 54 pictures of different food items. The association between the preferences and socio-demographic variables was done using the Phi correlation, chi-squared, Fisher's correlation, as well as univariate and multivariable logistic regression. Two-hundred and sixty-five parent-child pairs participated in the study. Ice cream, potato chips and lollypops were the foods most preferred by children. On the other hand, quince jelly, coffee and avocado were the least preferred. Overweight and obese children had a higher preference for quince jelly, preserved fruits, and vegetable soup. With univariate logistic regression, children of low-income homes (OR= 2.56, p=0.007) and attending public daycare centers (OR= 6.2, p=0.0001) preferred less healthy fruits. When the father's education was added in a multivariable model including family income, only children whose fathers had <=9 years of education showed a higher preference for less healthy food. When parent's education, family income, and parent's preference for healthy foods were included to the model only children attending public daycares were more likely to prefer healthy foods. The foods most preferred by children have a high caloric density. The children's body mass index, their parent's monthly income, the father's education and the type of daycare they attended were associated with the preference of healthy or unhealthy foods.
Article
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Parents are believed to have a strong influence on children's eating behaviours. However, previous findings on child-parent resemblance in dietary intakes are mixed. We systematically reviewed and meta-analysed the association (correlations) based on published studies. We searched related studies published since 1980 and found 24 studies meeting inclusion criteria for review and 15 for meta-regression analysis. We compared the associations between parent-child pairs, nutrients, over time and by dietary assessment method. Most studies were based on small samples. Overall, they suggest a moderate or weak association, but findings varied remarkably. Our meta-analysis showed that average Fisher's transformed correlations were 0.20 (95% CI 0.13 to 0.28) for fat (% energy); for energy, 0.21 (0.18 to 0.24). The correlations varied by parent-child pairs, dietary assessment and countries. Food frequency questionnaires or mixed approaches yielded lower correlation than 24-h recalls or food records. Child self-reported intakes showed weaker correlation and better methodology quality showed stronger correlation in fat intake (% energy), which also became weaker over time. Overall, the resemblance is weak, and it varied considerably across studies, nutrients, foods and parent-child pairs.
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Objective: To assess if a school based intervention was effective in reducing risk factors for obesity. Design: Group randomised controlled trial. Setting: 10 primary schools in Leeds. Participants: 634 children aged 7-11 years. Intervention: Teacher training, modification of school meals, and the development of school action plans targeting the curriculum, physical education, tuck shops, and playground activities. Main outcome measures: Body mass index, diet, physical activity, and psychological state. Results: Vegetable consumption by 24 hour recall was higher in children in the intervention group than the control group (weighted mean difference 0.3 portions/day, 95% confidence interval 0.2 to 0.4), representing a difference equivalent to 50% of baseline consumption. Fruit consumption was lower in obese children in the intervention group (-1.0, -1.8 to -0.2) than those in the control group. The three day diary showed higher consumption of high sugar foods (0.8, 0.1 to 1.6)) among overweight children in the intervention group than the control group. Sedentary behaviour was higher in overweight children in the intervention group (0.3, 0.0 to 0.7). Global self worth was higher in obese children in the intervention group (0.3, 0.3 to 0.6). There was no difference in body mass index, other psychological measures, or dieting behaviour between the groups. Focus groups indicated higher levels of self reported behaviour change, understanding, and knowledge among children who had received the intervention. Conclusion: Although it was successful in producing changes at school level, the programme had little effect on children's behaviour other than a modest increase in consumption of vegetables.
Article
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Objectives: To implement a school based health promotion programme aimed at reducing risk factors for obesity and to evaluate the implementation process and its effect on the school. Design: Data from 10 schools participating in a group randomised controlled crossover trial were pooled and analysed. Setting: 10 primary schools in Leeds. Participants: 634 children (350 boys and 284 girls) aged 7-11 years. Main outcome measures: Response rates to questionnaires, teachers' evaluation of training and input, success of school action plans, content of school meals, and children's knowledge of healthy living and self reported behaviour. Results: All 10 schools participated throughout the study. 76 (89%) of the action points determined by schools in their school action plans were achieved, along with positive changes in school meals. A high level of support for nutrition education and promotion of physical activity was expressed by both teachers and parents. 410 (64%) parents responded to the questionnaire concerning changes they would like to see implemented in school. 19 out of 20 teachers attended the training, and all reported satisfaction with the training, resources, and support. Intervention children showed a higher score for knowledge, attitudes, and self reported behaviour for healthy eating and physical activity. Conclusion: This programme was successfully implemented and produced changes at school level that tackled risk factors for obesity.
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To assess the relationship between obesity and body fat distribution with cardiovascular risk factors in children, various measures of obesity and waist-to-hip circumference ratio (WHR) were related to serum lipids, lipoproteins, apolipoproteins, glucose, insulin, uric acid, systolic (SBP) and diastolic blood pressure (DBP). In boys univariate analysis revealed an association of triglycerides, high-density lipoprotein cholesterol (HDL-C), low-density lipoprotein cholesterol (LDL-C), apolipoprotein B (ApoB), the ratio ApoAI/ApoB, cholesterol/HDL-C, glucose and insulin to WHR. SBP and DBP and serum uric acid correlated with all measures of obesity [body mass index (BMI), percent overweight, percent body fat, skinfolds], but not with WHR. In girls lipid parameters (triglycerides, LDL-C, HDL-C, HDL2, ApoAI, ApoB) and atherogenic ratios correlated with measures of obesity and WHR. Glucose, insulin, SBP and DBP showed the highest correlation with WHR (r = 0.598, p less than 0.001 and r = 0.713, p less than 0.001). Multivariate analysis in girls revealed a first step dependency of ApoAI, the ratio cholesterol/ApoAI, insulin, SBP and DBP on WHR, triglycerides, HDL-C, LDL-C and the ratio ApoAI/ApoB, a first step dependency on percent body fat mass. In boys triglycerides, ApoB and the ratio ApoAI/ApoB were related to WHR for insulin, SBP and DBP, but a positive association with the WHR was found, explaining 33, 21.8, and 22.6% of the variance. This study demonstrates that cardiovascular risk factors in obese children are related to obesity and body fat distribution. Obese children with predominantly abdominal fat mass show a risk profile that is less favorable than gluteal-femoral fat distribution. Evaluation of body fat distribution in obese children, therefore, may help to identify persons most susceptible to cardiovascular risk in adulthood.
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Preferences for a wide variety of foods were examined in families: 77 students, plus their siblings, mothers and fathers, for a total of 241 subjects. The food preferences of family members were more similar than would be expected by chance. However, this occurred entirely in the comparisons between spouses and between female family members. The results also indicated sex and age differences in family members' food preferences. For example, females tended to prefer low-calorie foods more when they were older, while males tended to prefer alcoholic beverages more when they were older. Both males and females showed a greater preference for coffee when they were older. Some of the variance in food preferences can be explained by an individual's family members' food preferences, as well as by the individual's sex and age.
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Fifty-five Canadian women completed questionnaires about the food likes and dislikes of members of their families. Each family consisted of a mother, a father, a "target" child (24-83 months old) and the child's nearest-age sibling. The likes and dislikes of the target children were cross-tabulated with those of their mothers, fathers, and siblings, and phi-statistics were computed for the child-mother, child-father and child-sibling pairs as measures of similarity in food preferences. The results revealed that the target children resembled all three members of their families in their food preferences and that this resemblance was especially pronounced in the case of siblings.
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The prevalence of clinical obesity in Britain has doubled in the past decade. The Health of the Nation initiative has set ambitious targets for reversing the trend in recognition of the serious health burden which will accrue, but efforts to develop prevention and treatment strategies are handicapped by uncertainty as to the aetiology of the problem. It is generally assumed that ready access to highly palatable foods induces excess consumption and that obesity is caused by simple gluttony. There is evidence that a high fat diet does override normal satiety mechanisms. However, average recorded energy intake in Britain has declined substantially as obesity rates have escalated. The implication is that levels of physical activity, and hence energy needs, have declined even faster. Evidence suggests that modern inactive lifestyles are at least as important as diet in the aetiology of obesity and possibly represent the dominant factor.
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Body size and daily and meal nutrient intakes have been shown to be affected by heredity. The present study investigated the independence of the heritability of overall daily intake from body size, meal intake from overall daily intakes, and meal macronutrient intake from meal size. Previously collected 7-day food intake diary data obtained from 109 identical and 86 fraternal adult twin pairs, who lived separately, were reanalyzed. A series of linear structural models were fit, using maximum likelihood estimation, to the identical and fraternal twin covariance matrices for the body size, overall intake, and meal intake. Gender and age were used as additional covariates. The results suggest that 96% of the variance in height and 85% of the variance in weight are due to heredity. They also indicate that from 25% to 50% of the variance in daily food intake and from 22% to 48% of the variance in average meal size is due to genetic influences independent of the body size, gender, and age of the individual. Furthermore, they indicate that from 18% to 42% of the variance in average meal size is due to genetic influences independent of the overall daily intake, gender, and age of the individual. On the other hand, the influence of heredity on the macronutrient composition of the meals was found to result, for the most part, secondarily from the genetic influence on overall meal size. These results strongly suggest that there are separate genetic influences on body size, overall intake, and meal intake that have interacting influences on one another.(ABSTRACT TRUNCATED AT 250 WORDS)