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UN ANÁLISIS NECESARIO: EPISTEMOLOGÍA DE LA GEOGRAFÍA DE LA PERCEPCIÓN 337
Papeles de Geografía, 51-52 (2010), 337-344
UN ANÁLISIS NECESARIO: EPISTEMOLOGÍA DE LA
GEOGRAFÍA DE LA PERCEPCIÓN
José Luis Vara Muñoz
Comunidad de Madrid
1
RESUMEN
Desde 1960, numerosos estudios han participado de la concepción de espacio percibido y
subjetivo establecida por Kevin Lynch. Pero muchos de ellos han criticado que esta corriente
geográca tiene una epistemología débil, que evolucionó desde la Psicología hacia la Socio-
logía, una década más tarde. Esto ha determinado también las dos técnicas más utilizadas
para poner en contraste el espacio objetivo y subjetivo: el mapa mental y la encuesta. Sin
embargo, su objeto de estudio no puede ser ni la percepción ni la opinión, sino que tiene
que ser puramente geográco: el espacio percibido o subjetivo.
Palabras clave: Geografía de la percepción, epistemología, planicación urbana.
GEOGRAPHY OF PERCEPTION: AN EPISTELOGICAL REVISION
ABSTRACT
Since 1960, many studies have been made on Kevin Lynch’s conception of the urban
subjective space. Many of them have criticized the «Geography of the Perception» be-
cause its epistemology is considered quite weak. There has been a paradigm shift from
Psychology in the sixties to Sociology a decade later. This has resulted in the two most
commonly used techniques to compare the objective and subjective spatial perceptions:
mental maps and polls. However, this article contends that the object of study can be
neither the perception itself nor the opinion, but it must be only geographical, that is
the subjective space.
Key words: Geography of perception, epistemology, urban planning.
Fecha de recepción: 15 de diciembre de 2009. Fecha de aceptación: 26 de mayo de 2010.
1 Consejería de Educación e Investigación, c/ Gran Vía 3, 28013 Madrid. jvaramunoz@educa.madrid.org
ISSN: 0213-1781Papeles de Geografía
2010, 51-52; pp. 337-344
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Desde que Kevin Lynch publicó en 1960 The Image of the City, la Geografía de la
percepción se ha ido desarrollando y ha ido superando sus pretensiones reduccionistas que
pretendían revolucionar la disciplina geográca, ofreciéndonos hoy grandes aportaciones
sobre el valor subjetivo del espacio. La dialéctica entre el espacio objetivo (el de los
planicadores, el de los geógrafos...) y el espacio subjetivo (el de los usuarios) es la base
conceptual en la que se fundamenta. Su aplicabilidad a la planicación urbana (ESTÉBA-
NEZ ÁLVAREZ, 1979) exige un análisis epistemológico sobre el ya largo recorrido de
Geografía de la percepción, puesto que éste fue siempre su punto más débil. Un análisis
que aún no se ha realizado en profundidad, provocando que una metodología madura
esté corriendo el riesgo de estancarse. En concreto, el interés por el «espacio subjetivo»
como contraposición del espacio objetivo es claramente insuciente, pues parte de una
epistemología reactiva y anticuantitativa. Éste es el objetivo de este artículo: analizar
el paradigma cientíco con el que ha trabajado hasta ahora Geografía de la percepción,
proponiendo su revisión.
1. ¿EL ESPACIO EXISTE O SE PERCIBE?: CONCEPTO Y BASES TEÓRICAS
Durante siglos el espacio «se descubría», se cartograaba y se estudiaba. Era una
realidad objetiva y nadie se planteaba su carácter subjetivo... hasta la segunda mitad del
siglo XX. Concretamente, hacia 1960 el concepto de proceso subjetivo ya estaba formando
parte del saber geográco y los estudios sobre el comportamiento buscaban una visión más
humanística, superando las orientaciones economicista y neopositivista. Fue un fenómeno
reactivo hacia la revolución que estaba suponiendo la Geografía cuantitativa (EASTWOOD,
1992); sin embargo en todas estas corrientes subsistía la misma preocupación conceptual
y teorética, la llamada entonces Nueva Geografía.
Resulta muy difícil jar un momento para hablar de una irrupción irreversible de
lo subjetivo en Geografía. García Ballesteros y Bosque Sendra (1989) lo jaron en el
artículo de Lowenthal «Geography, experience and imagination: towards a geographical
epistemology» (1961). Como vemos, percepción y comportamiento vinieron unidos desde
el principio debido al origen de ambos en las aportaciones de la Psicología. Ésta le dio su
primera base epistemológica; pero los aspectos teoréticos no fueron la principal preocupa-
ción sino la de hacer directamente análisis espaciales. Por eso, todavía en 1989 y con tres
décadas de investigaciones, estos autores destacaban la escasez de estudios conceptuales
y metodológicos, especialmente en España.
1.1. Entonces... ¿cómo denir Geografía de la percepción?
Debido a su origen en la Psicología, esta corriente aceptó su contenido conceptual,
puesto que existe una base psicofísica que permite la capacidad perceptiva y establece
una relación entre Psicología y análisis geográco (RODRÍGUEZ LESTEGÁS, 2000).
Por lo tanto el objeto de estudio es el espacio percibido o subjetivo. Este espacio se suele
poner en contraste con el espacio objetivo de forma explícita, obteniendo conclusiones
comparativas. La objetividad del espacio suele identicarse con el espacio geográco, el
de la cartografía y el de los técnicos que trabajan sobre él.
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Además, el término «percepción» es muy amplio. Para la Geografía interesa un
campo más restringido, el de la percepción social. La percepción social depende, más
que de los estímulos y de la recepción del individuo, de las experiencias grupales,
de las actitudes, valores, necesidades, circunstancias sociales o expectativas (EAST-
WOOD, o.c). Por esta dimensión social se produjo una evolución en el enfoque: la
vinculación que tuvo esta corriente en sus inicios con la Psicología, se complementó
y matizó en los años setenta con la influencia de la Sociología. Esta evolución se
debió principalmente al transvase que se produjo desde un ámbito anglosajón al
ámbito francófono, de clara tradición vinculada a una geografía regional vidaliana
de corte humanístico.
Entre las conclusiones más aceptadas, dentro de un consenso generalizado entre los
investigadores, está la idea de que las imágenes mentales no son un duplicado de la
realidad extramental (C. de CASTRO, 1997). Sin embargo, esto ha sido entendido ha-
bitualmente armando la existencia de dos espacios diferentes: el vivido y conocido por
desplazamientos frente al espacio visual de los mapas grácos. Esta doble dimensión es
la que ha dado sentido conceptual a la Geografía de la percepción. Es decir, hasta ahora
la base teórica de Geografía de la percepción se ha fundamentado en la existencia de dos
espacios distinguibles: el espacio objetivo como realidad extramental y el espacio subjetivo
o vivido. Los estudios de percepción se han basado en una metodología capaz de poner
en contraste esta doble dimensión espacial, utilizando una serie de técnicas, de las que
trataremos más adelante. Unas se inspiraban más en las técnicas proyectivas psicológicas,
como los mapas mentales; otras utilizaban técnicas sociológicas, como las encuestas. De
esta forma quedaron establecidos los principios teórico-metodológicos de Geografía de la
percepción en los años ochenta. Esa falsa división entre dos espacios es la que se busca
superar en este artículo.
Ante la escasez de obras de carácter teórico y metodológico, no es de extrañar que
hayan disminuido también los estudios aplicados. Una de las razones fue la ruptura de la
simbiosis que se fue fraguando en los años ochenta entre los estudios de percepción y el
diseño urbano, tan fructífera para ambos (GOODEY; y GOLD, 1987), sustituyendo a los
geógrafos por sociólogos, que están más cualicados para hacer encuestas. Estamos ante
un enfoque geográco que quedó consolidado y ahora se encuentra más bien estancado.
Esto se debe principalmente a un décit central para su epistemología: la denición de
«espacio subjetivo» (VARA MUÑOZ, 2008).
1.2. Lo más importante: su utilidad para la planicación urbana
Aunque estemos hablando de epistemología, no conviene perder el objetivo último:
potenciar la utilidad de Geografía de la percepción. La aplicación más directa y genérica
es el conocimiento de los esquemas cognitivos y evaluativos del lugar geográco, ya que
el atributo locativo de un espacio es almacenado en nuestra mente usando los contextos
como guía cognitiva (C. de CASTRO, o.c.). El conocimiento de esos contextos es una
clave que permite los mecanismos de orientación, la didáctica de la localización y facilita
la capacidad de lectura del espacio. Dos son las categorías de hechos que ofrecen más
posibilidades temáticas de trabajo: por un lado el estudio del fenómeno del desplazamiento
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y, por otro, las imágenes mentales y los estereotipos geográcos, que inuyen mucho en
las preferencias residenciales o comerciales.
Otras aplicaciones ya muy experimentadas podrían ser: la delimitación subjetiva de
los barrios, la adjetivización del espacio y consecuentemente su conversión en objeto de
disputa y emoción, los sentimientos de identidad de los vecinos, la imagen pública urbana
de los mismos, el conocimiento de los problemas cotidianos, la percepción de las distancias,
las valoraciones, la participación ciudadana, las aportaciones a los expertos y técnicos del
urbanismo y la construcción socio-espacial que soporta la actuación urbanística (BOIRA;
y SOUTO, 1998). Podemos hablar de estrecha relación entre Geografía de la percepción
y ordenación del territorio (PLAZA; y SOMOZA, 2006), perfectamente observable en las
políticas de vivienda (VARA; y VINUESA, 2007).
2. MÉTODOS Y TÉCNICAS UTILIZADAS (Y UTILIZABLES)
Son numerosas las técnicas utilizadas en los estudios de percepción con el objeto de
poner en contraste espacio objetivo y subjetivo. Casi todas tienen en su origen un compo-
nente psicológico y se basan siempre en experiencias observables: a) observación directa,
incluyendo dentro de este grupo también el diario de observaciones; b) recogida de datos
con respuesta consciente (cuestionario, encuesta y entrevista); c) técnicas proyectivas
basadas en principios psicológicos buscando la manifestación del inconsciente, que actúa
continuamente sobre la percepción y el comportamiento. Además, en algunas ocasiones,
han aparecido estudios basados en fuentes literarias y textuales, ya que contienen pro-
yecciones de la visión subjetiva del espacio. Aunque su explotación no ha pasado de un
nivel incipiente.
Los mapas mentales han sido la primera y gran aportación metodológica de Geografía
de la percepción, al ser una proyección psicológica de la comprensión del espacio. Buscan
identicar los elementos que forman las diferentes visiones subjetivas urbanas, cómo se
organizan estos elementos y cómo extraer conclusiones. La clasicación de elementos que
realizó Lynch (sendas, bordes, barrios, nodos e hitos) marcó una inuencia decisiva. La
mayoría de los estudios con mapas mentales utilizan este esquema, como el de Almería
de Fernández Gutiérrez y Asenjo Pelegrina (1998), que destaca por su calidad y por de-
mostrar la madurez de los estudios de percepción. Después de Lynch ha habido muchas
reelaboraciones, pero su campo de aplicación no ha perdido actualidad, especialmente al
trabajarse como herramienta para analizar las relaciones entre ideología y representación
(GOONEWARDENA, 2005). Efectivamente este último trabajo, con base teórica en
Althusser, Gramsci, Lefebre, Hegel, Feuerbach... abre perspectivas nuevas en la aplicación
de esta técnica.
Otra herramienta muy utilizada es la encuesta, aportada por la Sociología. Algunos
autores que habían dedicado muchos años al trabajo con mapas mentales, fueron intro-
duciendo esta técnica, en parte por las críticas recibidas por los mapas mentales debido
a su dicultad de aplicación y su insuciencia como técnica única. La encuesta ofrece
como ventajas con respecto a los mapas mentales, poder ser presentada a personas que
no tienen adquirida la capacidad de elaboración de un mapa y una mayor facilidad para la
explotación de los datos. El gran inconveniente que presentan es la impronta de la propia
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subjetividad del geógrafo a la hora de elaborar el cuestionario (GARCÍA BALLESTEROS;
y BOSQUE SENDRA, o.c.), por lo que conviene dejar plasmados los criterios y objetivos
de su confección. Hay que añadir que el uso de encuestas y su análisis no han tenido el
grado de modelización que los mapas mentales.
Vamos a mencionar también algunos ejemplos de las escasas investigaciones realizadas
con análisis de textos desde Geografía de la percepción, centrándonos en España: García
Ballesteros sobre Madrid (1980); Ortega Cantero sobre los relatos de viajes decimonóni-
cos (1999); Feo Parrondo analizando el consumo asturiano (2000); Ponce Medina para
la provincia de Almería (2000); López Ontiveros y Naranjo Ramírez sobre J. Carandell
y Andalucía (2001); Climent, García Pascual y Ruiz Budría sobre Aragón (2001); López
Trigal («Ciudad y Literatura», 2003); por último, citar un intento interesante (Wiles;
Rosemberg; y Kearns, 2005), que parte de la losofía del lenguaje anglosajona, más que
de la dualidad de espacios objetivo-subjetivo. Es una excepción, porque todos los demás
suelen usar el texto como simple fuente de datos.
Dos conclusiones se pueden extraer: los textos nos ponen en contacto con visiones
subjetivas del espacio; deben ser analizados con técnicas propias, pero adaptadas al objeto
y método de Geografía de la percepción. Y deben ser analizados porque son mucho más
que meras fuentes de datos explícitos. Ahora lo veremos.
3. SON NECESARIAS NUEVAS PERSPECTIVAS
Del análisis realizado sobre estas cinco décadas de investigaciones de percepción
(concepto y técnicas) se deduce que la simple contraposición entre espacios subjetivo
y objetivo es insuciente y trae la infrautilización de una corriente geográca de gran
utilidad, especialmente para la planicación urbana. Lo mismo ocurrió con otros enfoques
geográcos (COX; y LOW, 2003). Resulta sorprendente que todavía en una conferencia
de los años noventa Constancio de Castro necesitara explicar este enfoque a especialistas,
partiendo de ejemplos sencillos. Es necesario sentar bases epistemológicas puramente
geográcas, después de la ya larga experiencia de investigación, dejando de lado el ca-
rácter reactivo y anticuantitativo que tuvo en sus orígenes. Es necesario también caer en
la cuenta que añadir un estudio psicológico o sociológico a una investigación geográca
no es Geografía de la percepción, como tantas veces ha ocurrido. Superado el debate
entre la Geografía como disciplina teórico-académica y disciplina aplicada (CALDERÓN,
2000) la Geografía no se debe despegar del espacio para ser competitiva. Es el estudio
humanístico del espacio y tiene carácter onmicomprensivo (C. de CASTRO, o.c.), es
decir, multidisciplinar.
¿Pero es que hay un espacio «objetivo» a estudiar? ¿Es que el espacio euclídeo puede
ser considerado como tal? Incluso en trabajos espléndidos como el ya citado sobre el es-
pacio subjetivo de Almería permanece la contraposición simple objetivo-subjetivo. Todo
espacio es subjetivo, incluso el euclídeo y el cartográco porque siempre hay un sujeto
individual o colectivo que lo percibe y lo representa (LACOSTE, 2003); todo espacio
tiene un valor político (COLAVIDAS, 2000). Por eso el espacio, que siempre es único y
subjetivo, puede ser estudiado tanto desde la Geografía del comportamiento como desde
la Geografía social y política (GÓMEZ PIÑEIRO, 2002).
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No hay dos espacios. Si va quedando claro el objeto de estudio de Geografía de la
percepción, conviene aclarar también el método. De entrada, la mayoría de los estudios,
incluso los mejores que aquí hemos citado, confunden método y técnicas, principalmente
porque predomina la búsqueda de resultados inmediatos (ORTEGA VALCÁRCEL, 2000).
La escuela de Frankfurt fue muy crítica con la reducción instrumentalista que el concepto
de ciencia del neopositivismo había traído; por eso hay que armar que las técnicas son
herramientas variables que deben estar enmarcadas dentro de la coherencia de un método
claramente denido. Geografía de la percepción debe tener su propio método, igual que
su propio objeto de estudio. Sólo en un segundo momento vendrá la utilización de unas
u otras técnicas, según necesidades. Pero el método ha de ser único y claro: el espacio,
puesto que es siempre subjetivo, se estudia a través de percepciones. Las técnicas no son
métodos, sino las herramientas que nos permiten acceder, medir y evaluar las percepciones
espaciales. Puesto que el espacio es una categoría sin sustancia, es decir, su sustancia es
la relatividad (BAILLY, 1981) los soportes en los que queda plasmada esa relatividad son
tan importantes como el estudio del espacio mismo. Estos planteamientos de Bailly son
los que le permitieron poner en contacto la Geografía de la percepción con el análisis de
textos, gracias a la losofía del lenguaje, especialmente Fenomenología y Existencialis-
mo. Ahora sí se puede responder realmente por qué irrumpió lo subjetivo en Geografía a
mediados del siglo XX.
El Existencialismo puso su interés en el lenguaje, textual o gráco, porque era una
plataforma para el «desvelamiento» de la realidad. Descubrió que en el lenguaje se daba la
conuencia entre el mundo, lo que llamamos realidad, y la vivencia. Estos planteamientos
son muy útiles en Geografía ya que el mapa cognitivo o la encuesta son técnicas que bus-
can esa conuencia entre mundo físico y vivencia, mientras que el texto es una expresión
espontánea de esa misma conuencia. La Fenomenología, por su parte, fue una reacción
anticuantitativa en la que se inspiraron los primeros tiempos de la corriente geográca de
percepción. Esto tuvo una fuerte repercusión en la manera de entender el mapa y el texto,
ya que, para las corrientes cuantitativas, ambos quedaban matematizados o modelizados
con el n de expresar y descomponer la realidad. Al contrario, para la Fenomenología y la
Geografía de la percepción, se convertían en expresión natural y espontánea de la realidad,
que siempre era subjetiva puesto que el espacio es tal, solamente si existe para un sujeto
individual o colectivo.
Todo esto nos lleva a pensar que analizar textos no es tan sencillo como simplemente
extraer datos de la prensa escrita o de los documentos de planeamiento. La mayoría de
los contenidos no son explícitos, sino implícitos y ocultos, ya que los textos son los pro-
ductos lingüísticos de la acción (NÚÑEZ LADEVÉZE, 1991). Extraer unos y otros es
perfectamente posible desde Geografía de la percepción. Esta técnica se ha aplicado con
ecacia en temas tan diversos como la percepción de la burbuja inmobiliaria o la de los
problemas medioambientales (VARA; y VINUESA, o.c.).
4. CONCLUSIONES
El objeto de estudio de Geografía de la percepción es el espacio, que siempre es una
realidad subjetiva. Su método consiste en estudiarlo a través de sus percepciones: las de
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los usuarios, los cartógrafos, los geógrafos y los planicadores. El fenómeno urbano es
complejo y, como consecuencia, la planicación urbana también lo es. Detrás de la ciudad
hay un mundo complicado de actividad humana y se cruzan un gran número de factores
sociales. Podemos ir mucho más allá: tras la planicación territorial hay todo un sistema
de valores y de intenciones. Para sacarlo a la luz hay que tener herramientas ecaces que
permitan analizar prensa y textos de planeamiento, comprobando su gestión, extrayendo
sus contenidos implícitos y ocultos, no sólo los explícitos. Los resultados tienen que estar
contrastados con otras técnicas como los mapas mentales o las encuestas a los diferentes
agentes urbanos. Ésta es la aportación de Geografía de la percepción. El conjunto de con-
clusiones combinadas nos ofrecerá un panorama muy amplio de las diversas perspectivas y
percepciones del espacio, es decir, nos estará acercando al espacio mismo, sin dicotomías
entre lo objetivo y lo subjetivo.
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