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Efectos del Ejercicio Físico en pacientes con Trastornos de la Conducta Alimentaria

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Los trastornos de la conducta alimentaria presentan diferentes relaciones con el ejercicio físico. La anorexia, bulimia y trastorno por atracón se asocian con riesgos que repercuten en la salud física y con una morbilidad psicosocial considerables, así como con un mayor riesgo de mortalidad. Se ha realizado una revisión sistemática para determinar el efecto del ejercicio sobre el estado físico y psíquico en la población que padece este tipo de psicopatologías Para ello, en primer lugar, se establecieron las diferencias entre ejercicio problemático y saludable. En la actualidad, existen discrepancias sobre la prescripción de actividad física en el tratamiento de este tipo de pacientes, ya que el ejercicio compulsivo está presente, sobre todo, en dos de estos trastornos: anorexia y bulimia.
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ISSN: 1130-5142 (Print) –2339-7950 (Online)
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Escuela de Doctorado Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir. España
Directora Deportiva de PERFORMA SALUD
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0317-9731
Cómo referenciar este artículo/How to reference this article:
Tabares Olmedilla, S. (2020). Efectos del Ejercicio Físico en pacientes con Trastornos de la Conducta
Alimentaria. Revista de Psicoterapia, 31(115), 97-113. https://doi.org/10.33898/rdp.v31i115.358
Fecha de recepción: 18 de diciembre de 2019. Fecha de aceptación: 29 de enero de 2020.
Correspondencia sobre este artículo:
E-mail: sara.tabares@mail.ucv.es
Dirección postal: PERFORMA 3. Gran Vía Marqués del Turia, 63-4. 46005 Valencia. España
© 2020 Revista de Psicoterapia

Los trastornos de la conducta alimentaria presentan
diferentes relaciones con el ejercicio físico. La anorexia,
bulimia y trastorno por atracón se asocian con riesgos
que repercuten en la salud física y con una morbilidad
psicosocial considerables, así como con un mayor riesgo
de mortalidad. Se ha realizado una revisión sistemática
para determinar el efecto del ejercicio sobre el estado
físico y psíquico en la población que padece este tipo
de psicopatologías Para ello, en primer lugar, se esta-
blecieron las diferencias entre ejercicio problemático y
saludable. En la actualidad, existen discrepancias sobre
la prescripción de actividad física en el tratamiento de
este tipo de pacientes, ya que el ejercicio compulsivo
está presente, sobre todo, en dos de estos trastornos:
anorexia y bulimia.
Palabras clave: Anorexia, Bulimia, Trastorno
por Atracón, Trastornos de la Conducta Alimentaria,
Ejercicio, Actividad Física.

Eating disorders have dierent relationships with
physical exercise. Anorexia, bulimia, and binge eating
disorder are associated with considerable physical
health and psychosocial morbidity, as well as an
increased risk of mortality. A systematic review has
been conducted to determine the eect of exercise on
physical and mental tness in the population suering
from this type of psychopathology. For this, rst, the
dierences between problematic and healthy exercise
were established. At present, there are discrepancies
regarding the prescription of physical activity in the
treatment of this type of patients, since compulsive
exercise is present, above all, in two of these disorders:
anorexia and bulimia.
Keywords: Anorexia, Bulimia, Binge Eating Di-
sorder, Eating Disorders, Exercise, Physical Activity.
Efecto del Ejercicio Físico en TCA
98

Los trastornos de la alimentación (TCA) son patologías psiquiátricas que
contribuyen a grandes perjuicios en la salud: psicológica, social y física (Stice,
2002). En la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales (5.ª Ed.; DSM- V; American Psychiatric Association [APA], 2013), se
dene la anorexia en base a tres criterios: (1) la restricción excesiva de la ingesta
conforme a los requerimientos nutricionales; (2) el temor a ganar peso y (3) la
alteración de la percepción de la imagen corporal, exageración de la importancia
en la autoevaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal.
Por su parte, la bulimia, según el DSM-V (2013), se caracteriza por episo-
dios recurrentes de atracones, comportamientos compensatorios inapropiados
y recurrentes para evitar un aumento de peso y la autoevaluación inuenciada
indebidamente por el peso y la composición corporal. Las principales diferencias
que encontramos entre el trastorno por atracones y la bulimia es que en la bulimia
se suceden comportamientos compensatorios inapropiados para evitar el aumento
de peso y, en el trastorno por atracones, además, la autoevaluación del paciente
no se ve prácticamente inuida por la imagen y el peso corporal (no es un criterio
imprescindible para su diagnóstico). Se estima que el trastorno por atracón es
mucho más prevalente que la anorexia o la bulimia, pero es menos diagnosticado.
El trastorno por atracón tiene una frecuencia casi dos veces mayor que la anorexia
y bulimia nerviosas (Hudson, Hiripi, Pope y Kessler, 2007). En personas obesas
el trastorno por atracón podría alcanzar hasta el 30 % (Baile-Ayensa y González-
Calderón, 2016).
En la población general, los trastornos alimentarios tienen una prevalencia
de 0.6% para la anorexia nerviosa, 1% para la bulimia nerviosa y 3% para el tras-
torno por atracón (Hudson et al., 2007).Se calcula que la mortalidad de la bulimia
puede llegar a 2.2 por 1000 personas por año (Arcelus, Mitchell y Wales, 2011); en
cuanto a la anorexia es considerada como uno de los trastornos psiquiátricos más
serios y con más riesgo de muerte, alcanzando un 6.5% de la población general
(Vásquez, Urrejola y Vogel, 2017). Por su parte, los pacientes que padecen trastor-
no por atracón tienen más probabilidades de sufrir otras comorbilidades como la
depresión, cuya incidencia, en este tipo de población es de aproximadamente 40%
(Reichborn-Kjennerud, Bulik, Sullivan, Tambs y Harris, 2004), comparado con 5%
en la población general (Kessler, McGonagle, Swartz Blazer y Nelson, 1993). En
este sentido, se ha demostrado que la mayoría de los pacientes con trastorno por
atracón han tenido al menos un trastorno psiquiátrico adicional relacionado con el
estado de ánimo (49%), la ansiedad (41%) o el abuso de sustancias (22%) durante
su vida (Grilo, White, Barnes y Masheb, 2013).
Se trata de patologías complejas, cuya dicultad reside sobre todo en la mor-
bimortalidad asociada, que se estima entre el 6 y el 15% (Varela-Casal, Maldonado
y Ferre, 2011). Aunque el riesgo orgánico asociado es habitualmente provocado
por el estado de inanición o desequilibrios electrolíticos como consecuencia de las
 99
conductas purgativas, en general la calidad de vida relacionada con la salud sufre
un deterioro importante en todos los trastornos alimentarios (Ágh et al., 2016). De
ello se deriva la necesidad de un enfoque interdisciplinar en el tratamiento, con la
intervención, interacción y coordinación entre diferentes profesionales, lo cual es
clave para la ecacia de las intervenciones (Jáuregui-Lobera, 2009). Otras carac-
terísticas como la elevada comorbilidad con cuadros afectivos y trastornos de la
personalidad, el impacto psicosocial sobre pacientes y sus familiares, el elevado
riesgo de recaídas y la tendencia a la cronicidad hacen necesaria una revisión de
las estrategias de intervención a n de optimizar los resultados de las mismas
(Grupo de Trabajo sobre Trastornos Alimentarios del Servicio de Salud de Castilla
la Mancha, 2017).
Aunque el ejercicio es una herramienta ecaz para muchas afecciones psicoló-
gicas (por ejemplo, la ansiedad o la depresión), a menudo se ha dejado a un lado su
posible inclusión en el tratamiento de estos trastornos (Cook, Wonderlich, Mitchell,
Thompson, Sherman y McCallum, 2016). Es cierto que su incorporación puede
considerarse controvertida, debido a que dentro de las características conductuales
más habituales que se producen en dichos trastornos se encuentra la práctica de
ejercicio físico excesivo o compulsivo (Noetel, Miskovic-Wheatley, Crosby, Hay,
Madden y Touyz, 2016). Se sabe que la actividad física tiene efectos positivos en
la salud psicológica y física, pero se ha estudiado poco sobre la asociación entre la
actividad física no compensatoria (es decir, saludable o no compulsiva) y el ejer-
cicio problemático (compulsivo/ compensatorio) en los diferentes trastornos de la
conducta alimentaria: trastorno por atracón, anorexia y bulimia.
Como arman Goodwin, Haycraft y Meyer (2016), el ejercicio problemático/
compulsivo o no saludable podría ser peligroso, sobre todo cuando se realiza en
exceso y se convierte en el protagonista de la vida de una persona. El elemento
“compulsivo” del ejercicio es muy común y no necesariamente está relacionado con
la frecuencia e intensidad del ejercicio, sino que se caracteriza por su ejecución de
acuerdo con un horario rígido. Se trata de una actividad que tiene prioridad sobre
otras actividades cotidianas (Martínez Sánches y Munguia-Izquierdo, 2017). En
el caso concreto de la anorexia, los altos niveles de actividad física ocurren en
el 31%-80% de los pacientes (Hebebrand et al., 2003). La anorexia, la bulimia
y el trastorno por atracón conllevan una serie de complicaciones médicas que se
deberían tener en cuenta a la hora de prescribir ejercicio físico (ver Tabla 1). En
el caso de la anorexia, provienen de un bajo peso y de la desnutrición en la que se
encuentran las pacientes; en la bulimia, del tipo de purga utilizado y en el trastorno
por atracón se derivan, sobre todo, de la obesidad y el sobrepeso (Gabler, Olguín
y Rodríguez, 2017).
Efecto del Ejercicio Físico en TCA

Tabla 1. Complicaciones médicas de los Trastornos alimentarios (adaptado de Gabler et
al., 2017).
Anorexia Bulimia Trastorno por atracón
- Tensión baja
- Arritmias
- Anemia
- Estreñimiento
- Hinchazón de vientre
- Pérdida de peso alarmante
- Lanugo deshidratación
- Sequedad de la piel
- Pérdida de cabello
- Amenorrea
- Problemas renales
- Callosidades en el dorso
de la mano dominante del
paciente
- Molestias en la faringe
- Problemas intestinales deri-
vados del uso de laxantes
-Deshidrataciónydécitde
potasio
- Obesidad
- Diabetes tipo 2
- Dislipidemia
- Hipertensión
- Síndrome metabólico
Sin embargo, cada vez hay más investigaciones que sugieren que el ejerci-
cio físico supervisado por profesionales, y que se encuentre dentro de un equipo
multidisciplinar en el que haya médicos, enfermeras, sioterapeutas, psiquiatras,
psicólogos, endocrinos y nutricionistas podría ser seguro y benecioso en los indi-
viduos que padecen trastornos de la alimentación (Cook et al., 2016). En el caso del
trastorno por atracón, una revisión muestra que, aunque todavía es limitada, existe
evidencia de que los ejercicios aeróbicos y de yoga podrían reducir la cantidad de
atracones y el índice de masa corporal (IMC) de los pacientes (Vancampfort et al.,
2014). Revisiones posteriores como la de Blanchet et al., (2018) sugieren que la
actividad física aborda los mecanismos subyacentes del trastorno por atracón y, por
lo tanto, aumentaría la eciencia del tratamiento. Estos mecanismos subyacentes
estarían relacionados con la disfunción del sistema de recompensa, los antojos, la
desregulación emocional, la impulsividad, la restricción dietética y la forma y el
peso corporal (Ibidem). Este trabajo mostró que existen pruebas limitadas respecto
al efecto positivo de la actividad física en el tratamiento de los individuos con tras-
tornos de la alimentación sobre muchos aspectos de su patología y comorbilidades
asociadas. Esto podría ser debido a las alteraciones neuroquímicas que causan
cambios en el sistema de recompensa y a la reducción del efecto negativo, del
efecto anorexígeno y su sincronización antes de la ingesta calórica.
Por otra parte, investigaciones anteriores han demostrado que el ejercicio podría
disminuir las actitudes y comportamientos compensatorios (Calogero y Pedrotty,
2004), reducir el impulso de la delgadez y los síntomas bulímicos, disminuir la
insatisfacción corporal (Thien, Thomas, Markin y Birmingham, 2000), facilitar el
aumento de peso en la anorexia (Calogero y Pedrotty, 2004), aumentar la fuerza
(Fernandez-del-Valle et al., 2014), revertir las anomalías cardíacas en la anorexia
severa (Krantz, Gaudiani, Johnson y Mehler, 2011) y mejorar la calidad de vida
(Cook, Hausenblas, Crosby, Cao y Wonderlich, 2015).
No obstante, tal y como se muestra en la presente revisión, no existen unas
 
pautas generalesque orienten a los diferentes profesionales sobre cómo utilizar
el ejercicio de manera efectiva como parte del tratamiento en los trastornos de la
conducta alimentaria.

Se realizó una revisión sistemática de la literatura relevante en las tres pato-
logías: Anorexia, bulimia y trastorno por atracón. Para su inclusión, los artículos
recuperados de Medline (PubMed), EBSCO (Sportdiscus) y Google Scholar
tuvieron que ser publicados en inglés entre 2014 y 2019. La búsqueda se realizó
el 2 de septiembre de 2019. Se recuperaron algunos estudios adicionales de entre
los citados en las listas de referencias de los estudios incluidos. Se excluyeron las
investigaciones realizadas en ratas y en atletas profesionales.

El ejercicio físico es benecioso para la mejora de estados de ansiedad, de-
presión, estado de ánimo negativo e imagen corporal (Kerrigan, Lydecker y Grilo,
2019). Los resultados (ver tabla 2) parecen indicar que, al mejorar la condición
física a través del ejercicio regular y saludable, los pacientes con trastornos de la
alimentación pueden experimentar una mejor autoestima, imagen corporal y estado
de ánimo, así como una reducción de los episodios de atracones (ver tablas 3, 4 y
5). Además, el ejercicio, tal y como muestran los presentes resultados obtenidos,
promueve la autorregulación de la actividad física.
Tabla 2. Clasicación de estudios según patologías.
Anorexia Bulimia Trastorno por atracón
- Rizketal.(2018)
- Youngetal.(2018)
- Nagataetal.(2018)
- Stiles-shields, Bamford,
Locky y Le Grange
(2014)
- Sauchelli et al. (2015)
- Kerrigan et al. (2019)
- Bakland et al. (2019)
- Nagata, Carlson, Kao,
Golden y Murray (2017)
- Cook et al. (2015)
- Kerrigan et al. (2019)
- Lydecker, Shea y Grilo
(2018)
- Barber, Ivezaj, y Barnes
(2018)
- Ruaultetal.(2016)
- Vancampfort et al. (2014)
Efecto del Ejercicio Físico en TCA

Tabla 3. Clasicación de estudios trastorno por atracón.
Estudio Sujetos Frecuencia Método Objetivo Resultados
Kerrigan et
al. (2019)
N= 138 3 meses Cuestionarios de ejercicios EDE-
Q y Godin Leisure-Time.
Diferencias actividad física com-
pensatoria y no compensatoria.
La participación en actividad física no
compensatoria se asoció con una menor
frecuencia de episodios de atracones.
La participación en actividad física
compensatoria se relacionó con mayores
episodios de atracones.
Carr,
Lydecker,
White y Grilo
(2019)
N = 2384 Entre 2015 y
2017
Encuesta on line: actividad física,
psicopatología alimentaria y
salud.
Examinar la actividad física entre
tres subgrupos de adultos: peso
saludable sin atracones, sobre-
peso / obesidad sin atracones y
trastorno por atracón.
El grupo de trastorno por atracón tuvo la
mayor proporción de individuos insucien-
temente activos (63.8%).
Lydecker et
al. (2018)
N = 2026 28 días Encuesta on line: psicopatología
del trastorno alimentario, depre-
sión y actividad física.
Estudiar la relación entre ejercicio
y comportamientos compensa-
torios.
Los participantes que usan el ejercicio
como un elemento comprensatorio tienen
niveles de purga similares a los que los
que usan vómitos / laxantes, aunque
tienen niveles más bajos de depresión.
Barber et al.
(2018)
N = 97 7 días Cuestionario Godin Leisure-Time
y el Cuestionario Paffenbarger.
Cuestionario. Godin Leisure-
Time Exercise Questionnaire
(GLTEQ) evalúa la frecuencia de
la actividad física general, leve,
moderada y extenuante.
Examinar los patrones de
ejercicio y su autoecacia en indi-
viduos con sobrepeso / obesidad,
con y sin trastorno por atracón.
El 44.3% de todos los sujetos no
participaban en actividades deportivas /
recreativas semanales.
Ruffault et
al. (2016)
N = 120. Individuos de
18 a 65 años, diagnos-
ticados con un trastorno
por atracón asignados
aleatoriamente a uno de
los tres grupos siguien-
tes: práctica de atención
plena, meditación simu-
lada o tratamiento como
control habitual
1 año Programa computarizado basado
en mindfulness. Los cuestiona-
rios autoinformados miden la
alimentación impulsiva, la mo-
tivación para hacer ejercicio, el
nivel de actividad física, el estado
de ánimo y las habilidades de
atención plena se completan al
inicio, 1, 6 y 12 meses.
Evaluar la efectividad de una
intervención basada en la
atención plena para la reducción
de la alimentación impulsiva y
la mejora de la motivación para
hacer ejercicio entre las personas
que padecen obesidad.
La atención plena actuó como mode-
rador del ejercicio compulsivo y podría
conducir a la reducción de la alimentación
impulsiva.
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Estudio Sujetos Frecuencia Método Objetivo Resultados
Vancampfort
et al. (2014)
N = 34 (31 mujeres) pa-
cientes ambulatorios con
trastorno por atracón
6 meses Programa de entrenamiento
grupal. Asociación entre los cambios en
el número de atracones, y la par-
ticipación en la actividad física.
Mejora de la fuerza, autoestima y la
calidad de vida. Reducción signicativa en
el número de atracones.
Tabla 4. Clasicación de estudios bulimia.
Estudio Sujetos Frecuencia Método Objetivo Resultados
Kerrigan et
al. (2019)
N = 138 3 meses Cuestionarios de ejercicios EDE-Q y
Godin Leisure-Time.
Diferencias actividad física com-
pensatoria y no compensatoria.
La participación en actividad física no
compensatoria se asoció con una menor
frecuencia de episodios de purgas.
Bakland et
al. (2019)
N = 15 (n
= 6 con
bulimia)
4 meses Combinación de ejercicio físico guiado
y terapia dietética (PED-t). 3 sesiones
semanales de 40 a 60 min. Dos sesiones
fueron ejercicios de fuerza, una de las
cuales fue supervisada. La tercera sesión
consistió en la ejecución de intervalos
piramidales no supervisados.
Opinión de los efectos de un
programa de entrenamiento junto
con terapia dietética.
Mejor percepción corporal y el autocon-
cepto.
Nagata et
al. (2017)
N = 1083 1 mes Cuestionarios. Correr, calistenia, caminar,
fútbol y natación fueron los ejercicios más
comunes; una mayoría informó participa-
ción en deportes de equipo.
Caracterizar las conductas de
ejercicio entre los adolescentes
con anorexia o bulimia nerviosa.
Determinar las asociaciones en-
tre el ejercicio y el riesgo médico
Un 89,7% pacientes hicieron ejercicio
(media 7.0 h por semana sobre la media
5.4 días por semana) antes del estudio.
Una mayor frecuencia y la participación
en deportes de equipo se asociaron, en
algunos casos, con bradicardia
Cook et al.
(2015)
N = 774 Entre 1975 y 2004,
los participantes
completaron un total
de 2.479 encuestas de
autoinforme
Cuestionarios de autoinforme. Se utiliza-
ron análisis de modelo lineal generalizado
para examinar las asociaciones entre el
diagnóstico, la frecuencia del ejercicio y
su interacción en la supresión de peso.
Papel del ejercicio físico en el
restablecimiento de un peso
saludable.
El ejercicio, si es excesivo, sirva para
promover el mantenimiento del trastorno
alimentario.
Efecto del Ejercicio Físico en TCA

Tabla 5. Clasicación de estudios anorexia.
Estudio Sujetos Frecuencia Método Objetivo Resultados
Rizk et al.
(2018)
N = 191 mujeres
hospitalizadas.
Abril de 2009 y
Julio de 2012
Cuestionarios y impedancia bioeléc-
trica. Investigar los vínculos entre la
duración e intensidad del ejercicio
y el estado nutricional en términos
de composición corporal.
IMC más bajo se relacionó con una menor
intensidad de ejercicio, un tipo restrictivo de
anorexia y la presencia de amenorrea.
Young et al.
(2018)
N = 78 1 mes Ensayo controlado aleatorio. Al
inicio (antes del tratamiento), los
participantes completaron cuestio-
narios que evaluaban el ejercicio
compulsivo, la psicopatología de los
trastornos alimentarios, la calidad
de vida, la angustia psicológica y la
motivación para el cambio.
Investigar las relaciones entre el
ejercicio compulsivo, la calidad
de vida, la angustia psicológica
(ansiedad, síntomas depresivos y
los rasgos obsesivo-compulsivos) y
la motivación.
El ejercicio compulsivo está asociado con
una peor calidad de vida y con una mayor
sensación de angustia. Los pacientes que
hacen ejercicio compulsivo experimentaron
peores síntomas del trastorno.
Nagata et al.
(2018)
N = 188 ado-
lescentes con
anorexia (178
mujeres y 10
hombres)
30 días DXA y cuestionarios. Identicar el efecto de la duración
del ejercicio con resistencias y la
participación en deportes de equi-
po sobre la densidad mineral ósea
(DMO) y la composición corporal.
La duración del ejercicio con resistencias
y la participación en deportes de equipo
puede tener un efecto protector de la DMO
en la cadera, así como en la composición
mineral ósea total. Mientras que la parti-
cipación en deportes de equipo se asoció
con un mayor décit de masa grasa en
adolescentes con anorexia nerviosa.
Stiles-
Shields et al.
(2015)
N = 121 (ano-
rexia)
Abril 2001 y
junio de 2005
Evaluación física y cuestionarios. El
EDE (Eating Disorder Examination)
se administró al inicio, a mitad del
tratamiento, al nal del tratamiento y
a los 6 y 12 meses después.
Averiguar la relación entre anorexia
y ejercicio compulsivo. ¿Ha hecho
ejercicio para controlar su peso,
alterar su forma o cantidad de
grasa o quemar calorías? ¿Te has
sentido impulsado u obligado a
hacer ejercicio?
La actividad física compulsiva está presente
en adolescentes que padecen bulimia o
anorexia. Además, la presencia de actividad
física compulsiva está signicativamente
relacionada con peores resultados de los
síntomas en la anorexia.
Sauchelli et
al. (2015)
88 pacientes
con anorexia en
hospital de día,
y 116 en con-
troles de peso
saludable. Todas
mujeres.
Semanal Se realizó una evaluación de
referencia utilizando un aceleróme-
tro (Actiwatch AW7) para medir la
actividad física, el Inventario de Tras-
tornos Alimenticios-2 y la subescala
de depresión de la Lista de Síntomas
Revisada.
Examinar los efectos del ejercicio
en el tratamiento de la anorexia.
Existe una notable variación en el perl
de actividad física de los pacientes con
anorexia, caracterizado por patrones bajos
o muy altos.
La actividad física es un tema de gran rele-
vancia en la anorexia que debe tenerse en
cuenta durante el proceso de tratamiento.
 


El estudio de Kerrigan et al. (2019) es uno de los más recientes en el que
se investigó la actividad física como “patrón compensatorio” en pacientes con
trastorno por atracón. El estudio concluye que la participación en actividad física
saludable se correlacionó con un número menor de atracones. Algo que también
analizaron Lydecker et al. (2018) a través de encuestas on line efectuadas a lo
largo de 28 días observando que los sujetos que usaban ejercicio compensatorio
tenían niveles similares de psicopatología asociada al trastorno alimentario a los
que usaban vómitos / laxantes, aunque registraron niveles más bajos de depresión.
De esta manera, los pacientes con trastorno por atracón pueden concebir el
ejercicio fundamentalmente hacia dos vertientes: la inactividad (suelen tener niveles
altos de sedentarismo) o usar el ejercicio obedeciendo a un patrón compensatorio,
con la intención de “purgar”, del mismo modo que recurren a los laxantes o los
vómitos (gura 1).
Figura 1. Concepción del ejercicio en pacientes con trastorno por atracón.
Por su parte, Carr et al. (2019) hicieron un seguimiento durante 4 meses de la
cantidad de actividad física que realizaban los pacientes con trastorno por atracón.
Dividieron a los participantes en tres subgrupos de adultos: peso saludable sin
atracones, sobrepeso/obesidad sin atracones y trastorno por atracón. El grupo de
trastorno por atracón tuvo la mayor proporción de individuos sedentarios (63.8%).
Algo que viene a avalar los resultados obtenidos en el estudio de Barber et al. (2018)
en el que el 44.3% de todos los sujetos no participaban en actividades deportivas/
recreativas semanales.
Ruault et al. (2016) intentaron evaluar la efectividad de una intervención
basada en la atención plena (mindfulness) para la reducción de la alimentación
impulsiva y la mejora de la motivación para hacer ejercicio entre las personas que
Efecto del Ejercicio Físico en TCA

padecen obesidad. Su investigación mostró que el mindfulness moderó la tendencia
de los pacientes a realizar ejercicio compulsivo. Además, Vancampfort et al. (2014)
analizaron los efectos de un programa de entrenamiento grupal en pacientes por
trastorno por atracón durante seis meses y demostraron que el ejercicio disminuyó
los episodios de atracones, mejoró la fuerza, la autoestima y la funcionalidad.

Kerrigan et al. (2019) también estudiaron la diferencia entre ejercicio físico
compensatorio y no compensatorio en pacientes con bulimia. Los investigadores
concluyeron que la participación en actividad física no compensatoria se asoció con
una menor frecuencia de episodios de purgas. El mismo año, Bakland et al. (2019)
publicaron una investigación en la que analizaron el impacto de la combinación
de ejercicio físico y terapia dietética durante 4 meses. Los pacientes realizaban 3
sesiones semanales de 40 a 60 minutos. Dos de las sesiones se centraron en el tra-
bajo de la fuerza, siendo solo una de ellas supervisada. La tercera sesión consistió
en la ejecución de intervalos piramidales. Estos intervalos fueron no supervisados.
El resultado más destacado fue una mejora del autoconcepto y de la percepción de
la imagen corporal.
Por su parte, Nagata et al. (2017) intentaron determinar las asociaciones entre
el ejercicio y el riesgo médico mediante cuestionarios realizados a los pacientes.
Los autores concluyeron que un 89.7% hicieron ejercicio (media 7.0 h por semana
sobre la media de 5.4 días por semana) antes del estudio. Las actividades físicas
más frecuentes que realizaban fueron correr (49.9%), calistenia (40.7%), caminar
(23.4%), fútbol (20.9%) y natación (18.2%). La mayor frecuencia de actividad
física se asoció, en algunos casos, con bradicardia. La bradicardia en el contexto
deportivo (en atletas) puede asociarse a la adaptación siológica producida por un
músculo cardíaco bien acondicionado (Guasch y Mont, 2017).
Sin embargo, la mayoría de los estudios no han examinado las asociaciones
entre la bradicardia y el ejercicio en el contexto de la anorexia o la bulimia y la mal-
nutrición. Los presentes hallazgos parecen indicar que el ejercicio en estos pacientes
puede estar asociado con la bradicardia, por ello los adolescentes con anorexia o
bulimia que lo practican, especialmente si la actividad se va a incrementar, deben
tener un control médico regular de su frecuencia cardíaca. Los autores proponen que
las investigaciones futuras deben evaluar si la bradicardia o los cambios asociados
al ejercicio coneren en un riesgo signicativamente mayor de arritmias o muerte
súbita en adolescentes con estas patologías. También señalan que es importante
asegurarse que se hayan reestablecido las pautas nutricionales correctas y se tengan
en cuenta, ya que el ejercicio implica un gasto energético.
Cook et al. (2015) analizaron el papel del ejercicio físico en el restablecimiento
de un peso saludable mediante cuestionarios de autoinforme. Los investigadores
asociaron la frecuencia del ejercicio y el diagnóstico. El ejercicio, si es excesivo,
sirve para promover el mantenimiento del trastorno alimentario.
 

Rizk et al. (2018) investigaron el impacto de la actividad física en el IMC de
los pacientes a través de cuestionarios y de medición de la composición corporal
mediante impedancia bioeléctrica. A través de ella llegaron a la conclusión de que
un IMC más bajo se relacionó con una menor intensidad de ejercicio, un tipo res-
trictivo de anorexia y la presencia de amenorrea. El ejercicio a mayor intensidad
se relaciona con un mejor estado nutricional y una menor resistencia al hambre.
En este sentido, los autores sugieren que el impacto de las sesiones de actividad
física terapéutica, adaptada en términos de intensidad de ejercicio y estado clínico
del paciente, debe evaluarse durante el proceso de rehabilitación nutricional. La
investigación señala que los pacientes con un IMC más alto tenían más fuerza y
energía para ejercitarse a intensidades más altas, algo en lo que está de acuerdo con
los resultados de Nagata et al. (2018). Debido a que los pacientes más agotados son
generalmente los que tienen los valores más bajos de IMC, no fue sorprendente
encontrar que estos pacientes también realizaban ejercicio a intensidades más bajas.
Esto es probablemente consecuencia de su desnutrición y de la disminución de su
capacidad energética y física. Por otro lado, parece que, según esta investigación,
el ejercicio podría evitar que el IMC de un paciente disminuya aún más durante la
fase aguda del trastorno. Los individuos que hacen ejercicio a altas intensidades
podrían “permitirse” comer más y, en consecuencia, tener un IMC más alto.
Por su parte, Young et al. (2018) analizaron la vinculación entre el ejercicio
compulsivo, la calidad de vida, la angustia psicológica (ansiedad, síntomas de-
presivos y los rasgos obsesivo-compulsivos) y la motivación. El estudio destaca
que existen pacientes con una menor motivación para el cambio, por tanto, sería
fundamental que los terapeutas y los médicos evalúen con precisión la motivación
de los pacientes para el cambio hacia el ejercicio saludable de los pacientes. Las
investigaciones futuras deberían incidir en el abordaje del ejercicio en el tratamiento
sobre todo para aquellos que demuestran una menor motivación al cambio. Los
autores señalan que abordar el papel que desempeña el ejercicio compulsivo es
fundamental para reducir la anorexia y puede ser importante para mejorar la parti-
cipación de las personas en el tratamiento. Este trabajo mostraría que el ejercicio
compulsivo estaría relacionado con una peor calidad de vida y con mayor angustia,
en algunos pacientes.
Nagata et al. (2018) identicaron el efecto de la duración del ejercicio con
resistencias y la participación en deportes de equipo sobre la densidad mineral ósea
(DMO) y la composición corporal. Los investigadores admiten que la duración del
ejercicio con resistencias y la participación en deportes de equipo puede tener un
efecto protector de la DMO en la cadera, así como en la composición mineral ósea
total. Mientras que la participación en deportes de equipo se asoció con un mayor
décit de masa grasa en adolescentes con anorexia nerviosa.
Así, se diferencian dos tipos de ejercicio: problemático y saludable (gura 2).
Los altos niveles de actividad física ocurren en el 31%-80% de los pacientes con
Efecto del Ejercicio Físico en TCA

anorexia (Hebebrand et al., 2003), muchos pacientes usan el ejercicio de forma
compulsiva. Trasformar estos valores pasa por el restablecimiento del ejercicio
físico saludable como una herramienta de calidad de vida para el paciente
Figura 2. Concepción del ejercicio en anorexia.
Stiles-Shields et al. (2015) trataron de averiguar la relación entre anorexia
y ejercicio compulsivo a través de cuestionarios. La actividad física compulsiva
prevalece en adolescentes con anorexia. Además, la presencia de actividad física
compulsiva al inicio del tratamiento está signicativamente relacionada con una
peor evolución de este cuadro alimentario. Sauchelli et al. (2015) examinaron los
efectos del ejercicio en el tratamiento de la anorexia. Se utilizó un acelerómetro
(Actiwatch AW7) para medir la actividad física. Se lleva en la muñeca no domi-
nante durante 6 días (4 días laborables y 1 n de semana), desde las 00:00 h del
día 1 hasta las 00:00 h del día 7. Los autores observaron que los pacientes con una
mayor duración del trastorno, y por lo tanto en condiciones físicas y de salud más
decientes, son los que presentaron menos actividad física moderada a vigorosa.
Existe una notable variación en el perl de actividad física de los pacientes
con anorexia, caracterizado por patrones bajos o muy altos. Tanto los niveles más
bajos de actividad física moderada a vigorosa como la mayor gravedad del tras-
torno alimentario tuvieron un efecto directo en un mal resultado del tratamiento.
Los síntomas de depresión en los pacientes se asociaron con niveles de actividad
física moderada a vigorosa más bajos, así como con una edad más avanzada, una
menor duración del trastorno y una mayor psicopatología del trastorno alimentario.
Los autores admiten que la actividad física es un tema muy relevante en la anorexia
que debe tenerse en cuenta durante el proceso de tratamiento.
Por tanto, un programa de ejercicio físico supervisado para pacientes con
trastornos de la conducta alimentaria podría incluir en un primer estadio ejercicios
de baja intensidad (como por ejemplo caminar, estiramientos, movilización de las
diferentes articulaciones, aprender a realizar la ejecución de ejercicios de fuerza),
con bajo volumen y frecuencia. El volumen (la cantidad de entrenamiento) podría
aumentarse progresivamente y de forma supervisada sólo cuando las personas
comprenden las sensaciones corporales, las motivaciones psicológicas (alejadas
del ejercicio problemático) y la importancia del ejercicio como una herramienta
de vida saludable.
Otros de los aspectos para tener en cuenta en la práctica deportiva con pacientes
con TCA son los siguientes (adaptado de Tabares y Alvarado, 2019):
 
1- Comunicación con el paciente y los terapeutas. Ante casos en los que
el educador deportivo detecte síntomas de un TCA debería derivar a un
terapeuta. Si el paciente, llega derivado por un psicólogo o psiquiatra se
recomienda a los entrenadores mantener comunicación con ellos.
2- Ser conscientes de las alteraciones en la imagen corporal que tienen al-
gunos pacientes con TCA. Centrar el entrenamiento en cómo se realiza,
evitar cuanticar.
3- Individualizar e introducir las modicaciones de las cargas2 de manera
progresiva. Cada paciente necesita un tipo de entrenamiento.
4- Educar en salud. El ejercicio no es una herramienta para cambiar nuestro
cuerpo, es una herramienta de salud y calidad de vida. Evitar conductas
compensatorias y/ o compulsivas.
5- Requerimientos nutricionales. Deben estar cubiertos para soportar un gasto
energético.

Gran parte de los estudios analizados se han realizado a través de cuestiona-
rios. Por otra parte, las investigaciones no detallan, en algunos casos, qué tipo de
estímulos (fuerza, aeróbicos) o variables del entrenamiento (volumen e intensidad),
se aplica a los pacientes.

El ejercicio físico puede constituir una ecaz herramienta terapéutica. Los
pacientes con anorexia, bulimia y trastorno por atracón son una población única y,
por tanto, se necesita una prescripción especíca para los mismos con el objetivo
de aumentar los efectos positivos que puede tener el ejercicio.
En el caso del trastorno por atracón, existen tres variables, a la vista de los
estudios analizados que se repiten con bastante frecuencia: la concepción del ejer-
cicio como vehículo hacia la compensación, la compulsión o el rechazo al mismo.
En este sentido, la adopción de estrategias motivacionales podría ser esencial para
aumentar la aceptación y la adherencia de la actividad física en personas con tras-
torno por atracón. Sería importante determinar en qué momento del tratamiento es
más recomendable introducir la prescripción de ejercicio, qué tipo de ejercicio, a
qué intensidades y con qué frecuencia serían las más efectivas para ayudar a este
tipo de pacientes a aumentar sus niveles de actividad física o a incorporar la misma
de una manera saludable en su día a día. Por lo tanto, se necesita más investigación
para averiguar la ecacia y la aceptabilidad de las intervenciones de actividad física
en el tratamiento con este tipo de pacientes.
El principal objetivo de un programa de actividad física supervisada debería
ser convertir el patrón de ejercicio problemático (compulsivo, obsesivo), presente
en los pacientes con anorexia y bulimia en ejercicio físico saludable, necesario para
una buena calidad de vida y debería ser apoyada por un equipo interdisciplinar de
Efecto del Ejercicio Físico en TCA

expertos.
El trabajo en equipo y la comunicación entre los diferentes profesionales re-
sultaría clave para la recuperación de los TCA (gura 3). En ese equipo se podrían
incluir los profesionales de la actividad física y el deporte (Graduados en Ciencias
de la Actividad Física), que se encargarían de restablecer el patrón de ejercicio
físico saludable en los pacientes.
Figura 3. Tratamiento interdisciplinar de los trastornos de la alimentación.
El contenido del programa de ejercicio podría centrarse en la reeducación a
los pacientes, la introducción de los métodos adecuados para realizar ejercicio, un
análisis de las motivaciones que llevan a realizar ejercicio y la información sobre
los benecios para la salud y los posibles perjuicios del ejercicio compulsivo
(problemático). El entrenamiento de fuerza puede ser un aliado contra la pérdida
de masa ósea y muscular. Tras la realización de esta revisión, se echa en falta un
consenso sobre qué tipo de ejercicio es el más benecioso para este tipo de pacientes
y su intensidad, volumen y frecuencia a la hora de aplicar los diferentes estímulos.

1 Series de running donde la intensidad -normalmente estimada en base a un porcentaje de VO2
max (consumo máximo de oxígeno)- equivalente a una velocidad concreta, donde esta crece
progresivamente hasta alcanzar niveles cercanos al 100% de VO2 max para luego decrecer pro-
gresivamente.
2 Volumen, intensidad, densidad y frecuencia de entrenamiento deben ser aumentados de forma
progresiva atendiendo a las respuestas adaptativas de los sujetos y a sus sensaciones manifestadas
en las sesiones.
 
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Article
Full-text available
A new group based treatment for patients with bulimia nervosa (BN) and binge eating disorder (BED), combining guided Physical Exercise and Dietary therapy (PED-t), has shown the capacity to alleviate BN and BED symptoms. The PED-t is run by therapists with a professional background in sport sciences and nutrition, which in many clinical settings is an uncommon group of professionals. The symptom reduction effects using the PED-t need validation from patients who have been given this kind of treatment, as negative experiences may impinge further clinical implementation. To explore such experiences, semistructural interviews were conducted with 15 participants. The interviews were transcribed and analyzed using a systematic text condensation approach. Overall, patients experienced the format and content of the PED-t as beneficial and as providing tools to manage BN- and BED symptoms. The patients’ experiences of therapist credibility was enhanced by their appreciation of the therapists’ professional background. Finally, some treatment modifications were suggested. Overall, the PED-t may thus be offered to patients with BN and BED, by a new set of professionals, and in uncommon settings. This possibility calls for future effectiveness studies integrating both parametric and experiential data.
Article
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This meta-analytic review of prospective and experimental studies reveals that several accepted risk factors for eating pathology have not received empirical support (e.g., sexual abuse) or have received contradictory support (e.g., dieting). There was consistent support for less-accepted risk factors(e.g., thin-ideal internalization) as well as emerging evidence for variables that potentiate and mitigate the effects of risk factors(e.g., social support) and factors that predict eating pathology maintenance(e.g., negative affect). In addition, certain multivariate etiologic and maintenance models received preliminary support. However, the predictive power of individual risk and maintenance factors was limited, suggesting it will be important to search for additional risk and maintenance factors, develop more comprehensive multivariate models, and address methodological limitations that attenuate effects.
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Objective To identify the effect of duration of weight-bearing exercise and team sports participation on bone mineral density (BMD) and body composition among adolescents with anorexia nervosa (AN). Method We retrospectively reviewed electronic medical records of all patients 9–20 years old with a DSM-5 diagnosis of AN evaluated by the Stanford Eating Disorders Program (1997–2011) who underwent dual-energy X-ray absorptiometry. ResultsA total of 188 adolescents with AN were included (178 females and 10 males). Using multivariate linear regression, duration of weight-bearing exercise (B = 0.15, p = 0.005) and participation in team sports (B = 0.53, p = 0.001) were associated with higher BMD at the hip and team sports (B = 0.39, p = 0.006) were associated with higher whole body BMC, controlling for covariates. Participation in team sports (B = − 1.06, p = 0.007) was associated with greater deficits in FMI Z-score. LBMI Z-score was positively associated with duration of weight-bearing exercise (B = 0.10, p = 0.018) and may explain the relationship between exercise and bone outcomes. Conclusion Duration of weight-bearing exercise and team sports participation may be protective of BMD at the hip and whole body BMC, while participation in team sports was associated with greater FMI deficits among adolescents with AN. Level of evidenceLevel V, descriptive retrospective study.
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Purpose of review: Our systematic review aims to assess the overall evidence available in the literature regarding the role of physical activity (PA) in individuals with binge eating disorder (BED) and better understand the potential underlying mechanisms of action. Recent findings: Currently, the most effective and well-established psychological treatment for BED is cognitive behavioral therapy (CBT) with a remission rate around 80%. CBT is sometimes combined with pharmacotherapy targeting comorbidities associated with BED, such as obesity and depression. Another avenue of treatment that has been less studied is PA. It has been suggested that PA addresses the underlying mechanisms of BED and, thus, increases treatment efficiency. This systematic review provides additional knowledge concerning the benefits of PA in the treatment of individuals with BED including reduction of binge eating (BE) episodes and improvement in other associated comorbidities. Potential mechanisms of action of PA include neurochemical alterations affecting the reward system, reduction of negative affect, and its anorexigenic effects.
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Background For people with anorexia nervosa (AN), compulsive exercise is characterized by extreme concerns about the perceived negative consequences of stopping/reducing exercise, dysregulation of affect, and inflexible exercise routines. It is associated with increased eating disorder psychopathology and poor clinical outcome. However, its relationships with two important clinical issues, quality of life (QoL) and motivation to change, are currently unknown. This study aimed to assess the cross-sectional relationships between compulsive exercise, QoL, psychological distress (anxiety and depressive symptoms, and obsessive-compulsive traits) and motivation to change in patients with AN. Method A total of 78 adults with AN participated in this study, which was nested within a randomized controlled trial of psychological treatments for AN. At baseline (pre-treatment), participants completed questionnaires assessing compulsive exercise, eating disorder (ED) psychopathology, QoL, psychological distress and motivation to change. Results Baseline correlational analyses demonstrated a moderate positive relationship between compulsive exercise and ED psychopathology, and a weak positive relationship between compulsive exercise and psychological distress. There was a moderate negative relationship between compulsive exercise and eating disorder QoL. Conclusions These results indicate compulsive exercise is moderately associated with poorer QoL and weakly associated with higher distress. Targeting compulsive exercise in the treatment of anorexia nervosa may help reduce the burden of illness and improve patients’ engagement in treatment. Trial registration ACTRN12610000585022. Taking a LEAP forward in the treatment of anorexia nervosa: a randomized controlled trial. NHMRC grant: 634922.
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Objective Differential participation in physical activity (PA) may partially explain the health discrepancies between individuals with or without binge‐eating disorder (BED). Yet, little is known about the PA habits of individuals with overweight/obesity and how those patterns may differ based on BED status. PA patterns and exercise self‐efficacy were examined in individuals with overweight/obesity, with and without BED. Design Ninety‐seven participants with overweight/obesity self‐reported their PA via the Godin Leisure‐Time Questionnaire and the Paffenbarger PA Questionnaire. Exercise self‐efficacy was assessed with the Marcus 5‐item Exercise Self‐Efficacy scale. Based on the Eating Disorder Examination, 27.8% (n = 27) of the participants met BED criteria. Participants were primarily female (n = 75, 77.3%), on average 47.5 years old (standard deviation = 10.4), and predominantly White/Not Hispanic (n = 67, 69.1%) or African–American/Not Hispanic (n = 18, 18.6%). Results Hierarchical regressions, accounting for significant differences in body mass index between those with and without BED, showed that the Marcus 5‐item Exercise Self‐Efficacy Scale (but not BED status) was significantly related to PA. BED status also was unrelated to likelihood of reaching Centres for Disease Control PA guidelines, and 44.3% of all participants reported no participation in weekly sports/recreation activities. Conclusions Both groups participated in relatively little purposeful and moderate/strenuous PA. Exercise self‐efficacy may be important to assess and address among treatment seeking individuals with and without BED who struggle with excess weight.
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RESUMEN Los trastornos de la conducta alimentaria presentan una amplia variedad de complicaciones médicas que deben ser consideradas a la hora de la evaluación y que en caso de no ser detectadas precozmente pueden conducir a la muerte del paciente. En el caso de la anorexia nerviosas las complicaciones dependen del bajo peso y la desnutrición; en la bulimia, en cambio, del tipo de purga utilizado; y en el caso del trastorno por atracones se asocian a la obesidad principalmente. El propósito del presente artículo es revisar las principales complicaciones médicas de estas entidades clínicas.
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Objective: While physical activity (PA) is known to have positive effects on psychological and physical health, little is understood about the association between non-compensatory PA (i.e., not compulsive or intended to control weight or shape) and psychopathology among individuals with eating-disorder features. The present study explored associations between non-compensatory PA and psychopathology among adults categorized with bulimia nervosa (BN) and binge-eating disorder (BED). We further explored the association between compensatory PA and psychopathology among those who engaged in that form of "purging." Method: Participants were recruited through Mechanical Turk, an on-line recruitment platform. Individuals categorized with core features of BED (N=138) and BN (N=138) completed measures of eating-disorder psychopathology (Eating Disorder Examination - Questionnaire [EDE-Q] and Questionnaire on Eating and Weight Patterns - 5), depression (Patient Health Questionnaire - 2), and PA (both non-compensatory and compensatory, measured using the EDE-Q and Godin Leisure-Time Exercise Questionnaire). Results: Engagement in non-compensatory PA was associated with lower frequency of binge-eating episodes, lower overvaluation of shape/weight and lower dissatisfaction with shape/weight (ps < .05). Engagement in compensatory PA was related to greater frequency of binge-eating episodes and greater restraint (ps < .05). Discussion: Non-compensatory PA was associated with lower eating-disorder psychopathology. This suggests that PA is an important, though understudied, health behavior among persons with features of BED and BN. Future research should examine the potential role of non-compensatory PA in interventions for individuals with core features of these eating disorders. This article is protected by copyright. All rights reserved.
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Objective To examine physical activity and correlates among three subgroups of adults: healthy weight without binge eating (HW), overweight/obesity without binge eating (OW/OB), and core features of binge‐eating disorder (BED). Method Participants (N = 2,384) completed an online survey with established measures of physical activity, eating psychopathology, and health. Most participants were White (82.6%) women (66.7%). Participants were categorized into three study groups: HW (n = 948; 39.9%), OW/OB (n = 1,308; 55.1%), and BED (n = 120; 5.1%). Results The BED group had the highest proportion of self‐reported insufficiently active individuals (63.8%), followed by OW/OB (41.7%), and HW (29.2%). Associations between self‐reported physical activity, eating pathology, and health were generally small in HW and OW/OB groups, whereas associations were moderate in the BED group. Self‐reported weekly bouts of physical activity were more strongly, positively related to self‐reported physical health for OW/OB than HW, and this effect was even more pronounced for BED compared with HW or OW/OB. Discussion This is the first study, to our knowledge, to demonstrate a stronger association between self‐reported physical activity and physical health for individuals with BED compared with OW/OB alone. The high rate of physical inactivity and the strong association between physical activity and health among participants with BED suggest physical activity as an important treatment target for individuals with BED.
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Objective Our aim is to investigate the links between duration and intensity of exercise and the nutritional status in terms of body composition in acute anorexia nervosa (AN) patients. Method One hundred ninety‐one hospitalized women suffering from AN were included. Exercise duration and intensity were assessed using a semistructured questionnaire. Body composition was measured using bioelectrical impedance. Linear multiple regression analyses were carried out using body mass index, fat‐free mass index, and fat mass index as dependent variables and including systematically exercise duration, exercise intensity, and other confounding variables described in the literature that were significantly associated with each dependent variable in univariate analysis. Results A lower BMI was linked to lower exercise intensity, AN restrictive type, and presence of amenorrhea. A lower FFMI was linked to lower exercise intensity, older age, AN restrictive type, and premenarchal AN. Duration of exercise was not linked to the nutritional status. Conclusions Exercising at higher intensity in AN is associated with a better nutritional status, thus, a better resistance to starvation. The impact of therapeutic physical activity sessions, adapted in terms of exercise intensity and patient's clinical status, should be evaluated during nutrition rehabilitation.