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Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación de la batalla de Ánibal en el Tajo (220 a.C.)

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Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación ....
Introducción
La ubicación de la batalla del Tajo (220 a.C.) es un tema ampliamente debatido y no
resuelto. En el presente trabajo se aportan datos acerca de la posible localización de
dicha batalla que libró Aníbal contra los carpetanos y sus aliados en el año 220 a.C. No
entraremos aquí en el detalle del contexto histórico de la campaña de Aníbal en la
Meseta por ser este tema tratado de forma monográfica en otro capítulo de este libro por
el doctor Sergio Remedios. Nos centramos en proponer una ubicación para esta batalla
basándonos en el análisis detallado de los datos que aportan las fuentes escritas, la
arqueología y la evolución geomorfológica del río Tajo, con una óptica interdisciplinar.
La distribución geográfica de los carpetanos, la retirada de Aníbal tras el saqueo de
Helmática hacia sus cuarteles de invierno en Qart Hadasht (Cartagena), el propio tra-
zado de la vía que unía Complutum con Carthago Nova que se cruza con el río Tajo en
la ciudad carpetana de Caraca y las evidencias geomorfológicas del entorno de esta ciu-
dad, nos hace postular esta ubicación como un posible escenario de la batalla del Tajo
(220 a.C.).
Descripción de la batalla en las fuentes históricas
La mencionada confrontación fue descrita por Polibio de Megalópolis y Tito Livio,
a su vez probablemente dependientes, en última instancia, de una misma fuente (Hine
Datos históricos, arqueológicos y
geológicos para la ubicación de la batalla
de Aníbal en el Tajo (220 a.C)
1 Museo Nacional de Arte Romano-Equipo Arqueológico Caraca.
2 Equipo Arqueológico Caraca.
3 Instituto Geológico y Minero de España.
4 Instituto Geológico y Minero de España.
5 Instituto Geológico y Minero de España.
6 Instituto Geológico y Minero de España.
Emilio Gamo Pazos1
Javier Fernández Ortea2
Miguel Ángel Rodríguez-Pascua3
Andrés Díez-Herrero4
María Ángeles Perucha Atienza5
José Francisco Mediato Arribas6
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1979: 899). Así, se considera que Polibio habría consultado directamente a Sileno de
Caleacte (que acompañaba al líder cartaginés) y Tito Livio habría leído a Sileno a través
de Celio Antipater (Sánchez Moreno 2000: 126). Domínguez (2013: 307) ha indicado
cómo el detalle con el que Livio y Polibio describieron la batalla deriva de la atención
que ésta recibiera por los historiadores que acompañaron al líder cartaginés en la expe-
dición, posiblemente con el objeto de encontrar paralelos con las victorias de Alejandro
Magno en Gránico, Hidaspes o Iso, donde la presencia de ríos jugó un papel relevante
en la estrategia militar.
Livio (Ab urbe condita, 21, 5) describió del siguiente modo las primeras campañas
de Aníbal:
Pero desde el día en que fue proclamado general como si le hubiese sido asignada
Italia por decreto como provincia y se le hubiese encargado la guerra contra Roma, per-
suadido de que no había momento que perder no fuese a ocurrir que también a él como
a su padre Amílcar y después a Asdrúbal lo sorprendiese alguna eventualidad mientras
andaba en vacilaciones, decidió hacer la guerra a los saguntinos. Como al atacarlos
iba a provocar con toda seguridad una reacción armada por parte de los romanos, llevó
primero a su ejército al territorio de los olcades -pueblo éste situado en el territorio de
los cartagineses más que bajo su dominio, al otro lado del Ebro- para que pudiese dar
la impresión, no de que había atacado a los saguntinos, sino de que se había visto arras-
trado a esta guerra por la concatenación de los hechos, una vez dominados y anexio-
nados los pueblos circundantes. Asalta y saquea la rica ciudad de Cartala, capital de
dicho pueblo; sacudidas por esta amenaza, las ciudades más pequeñas se someten a su
dominio imponiéndoseles un tributo. El ejército victorioso y cargado de botín es con-
ducido a Cartagena a los cuarteles de invierno.
Allí, repartiendo con generosidad el botín y abonando debidamente las pagas mili-
tares atrasadas se aseguró por completo las voluntades de conciudadanos y aliados y a
principios de la primavera puso en marcha la guerra contra los vacceos. Sus ciudades
de Hermándica y Arbocala fueron tomadas por la fuerza. Arbocala se defendió largo
tiempo gracias al valor y al número de sus habitantes. Los fugitivos de Hermándica des-
pués de unirse a los exiliados de los olcades, pueblo dominado el verano anterior, ins-
tigan a los carpetanos, y atacando a Aníbal a su regreso del territorio vacceo no lejos
del río Tajo, desbarataron la marcha de su ejército cargado con el botín. Aníbal obvió
el combate y después de acampar a la orilla del río, una vez que reinó la calma y el
silencio en el lado enemigo vadeó el río, levanto una empalizada de forma que los ene-
migos tuviesen sitio por donde cruzar y decidió atacarlos cuando estuvieran cruzando.
Dio orden a la caballería de que atacasen a la columna entorpecida cuando la viesen
metida en el agua; los elefantes, pues había cuarenta, los colocó en la orilla. Entre car-
petanos y tropas auxiliares de olcades y vacceos sumaban cien mil, ejército invencible
si la lucha se desarrollara en campo abierto. Por ello, intrépidos por naturaleza y con-
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fiando además en el número, y creyendo que el enemigo había retrocedido por miedo,
convencidos de que lo que retrasaba la victoria era el hecho de estar el río de por
medio, lanzando el grito de guerra se precipitan al río de cualquier manera, sin mando
alguno, por donde a cada uno le pillaba más cerca. También desde la otra orilla se
lanza al río un enorme contingente de jinetes, y en pleno cauce se produce un choque
absolutamente desigual, puesto que mientras el soldado de a pie, falto de estabilidad y
poco confiado en el vado, podía ser abatido por un jinete incluso desarmado que lan-
zase su caballo al azar, el soldado de a caballo, con libertad de movimientos para sí y
para sus armas, operaba de cerca y de lejos con un caballo estable incluso en medio
de los remolinos. En buena parte perecieron en el río; algunos, arrastrados en direc-
ción al enemigo por la corriente llena de rápidos, fueron aplastados por los elefantes.
Los últimos, que encontraron más segura la vuelta a la orilla, después de andar de
acá para allá se reagruparon, y Aníbal, antes de que se recobrasen sus ánimos de tan
tremendo susto, metiéndose en el río en formación al cuadro los obligó a huir de la ori-
lla, y después de arrasar el territorio en cosa de pocos días recibió también la sumisión
de los carpetanos. Desde ese momento quedaba en poder de los cartagineses todo el
territorio del otro lado del Ebro, exceptuados los saguntinos” (traducción Villar 1993).
Por su parte Polibio (Historias, 3, 13, 5): “Aníbal se hizo cargo del mando y al ins-
tante hizo una salida para someter a la tribu de los olcades: Llegó a Altea, su ciudad
más fuerte, y acampó junto a ella. Luego la atacó de manera enérgica y formidable y la
tomó en poco tiempo; ello hizo que las demás ciudades, espantadas, se entregaran a los
cartagineses. En ellas Aníbal recaudó dinero; tras hacerse con una fuerte suma se pre-
sentó en Cartagena para pasar allí el invierno. Trató con libertad a los súbditos, anti-
cipó parte de su soldada a sus compañeros de armas y les prometió aumentarlas, con lo
que infundió grandes esperanzas en sus tropas, y al propio tiempo se hizo muy popular.
Al verano siguiente salió de nuevo, esta vez contra los vacceos, lanzó un ataque súbi-
to contra Helmántica y la conquistó; tras pasar muchas fatigas en el asedio de
Arbucala, debido a sus dimensiones, al número de habitantes y también a su bravura,
la tomó por la fuerza. Ya se retiraba, cuando se vio expuesto súbitamente a los más gra-
ves peligros: le salieron al encuentro los carpetanos, que quizás sea el pueblo más pode-
roso de los de aquellos lugares; les acompañaban sus vecinos, que se les unieron exci-
tados principalmente por los olcades que habían logrado huir; les atacaban también,
enardecidos, los helmantinos que se habían salvado. Si los cartagineses se hubieran
visto en la precisión de entablar con ellos una batalla campal, sin duda alguna se habrí-
an visto derrotados. Pero Aníbal, que se iba retirando con habilidad y prudencia, tomó
como defensa el río llamado Tajo, y trabó el combate en el momento en el que el ene-
migo lo vadeaba, utilizando como auxiliar el mismo río y sus elefantes, ya que disponí-
an de cuarenta de ellos. Todo le resultó de manera imprevista y contra todo cálculo.
Pues los bárbaros intentaron forzar el paso por muchos lugares y cruzar el río, pero la
mayoría de ellos murió al salir del agua, ante los elefantes que corrían la orilla y siem-
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pre se anticipaban a los hombres que iban saliendo. Muchos también sucumbieron den-
tro del río mismo a manos de los jinetes cartagineses, porque los caballos dominaban
mejor la corriente, y los jinetes combatían contra los hombres de a pie desde una situa-
ción más elevada. Al final cruzó el río el mismo Aníbal con su escolta, atacó a los bár-
baros y puso en fuga a más de cien mil hombres. Una vez derrotados, nadie de allá del
Ebro se atrevió fácilmente a afrontarle, a excepción de Sagunto” (traducción Balasch
1981).
Plutarco (De mulierum virtute, 248) y Polieno (VII, 48) a su vez transmiten detalles
del asedio de Aníbal a Helmántica. Otra alusión a esta campaña es del siglo II d. C., de
Luciano de Samosata (Diálogos de los Muertos, 12) que pone en boca de Aníbal una
sucinta referencia a esta campaña militar: “…Yo mismo, con muy pocos hombres me
lancé sobre Iberia, allí fui lugarteniente de mi hermano primero, y más tarde se me otor-
gó el mando supremo, pues demostré ser el mejor. Entonces sometí a los celtíberos y
dominé a los galos occidentales…”. También a esta campaña se refiere de forma sucin-
ta Cornelio Nepote (Aníbal, III, 2): “…en los dos años que siguieron a su nombramien-
to sometió a todos los pueblos hispanos por la fuerza de las armas” (traducción
Samaranch 1969). Justino (Epítome, 44, 5, 6) por su parte indicó que Aníbal sometió
toda Hispania.
La retirada de Aníbal de Helmántica a Qart Hadasht: el origen de la batalla
Del relato de las fuentes escritas se colige una serie de elementos que pueden ayudar
a la ubicación geográfica de este choque bélico. En primer lugar, Aníbal comienza y ter-
mina su campaña en Qart Hadasht, donde tenía sus cuarteles de invierno, a los cuales
se retiraba después de combatir contra los vacceos; se entiende que llegaría al vado del
Tajo a finales del verano, o más bien, a comienzos del otoño. Efectivamente, Polibio
(Historias, 3, 14) indica que salió de Qart Hadasht en verano, mientras que Livio (Ab
urbe condita, 21, 5) señaló que partió a comienzos de la primavera.
Esta cuestión es central para la ubicación de la batalla, pues como coinciden la mayo-
ría de los investigadores (Schulten 1935: 24; Domínguez 2013), Aníbal cruzó el territo-
rio de los vettones y atravesó el Sistema Central llegando en dirección sureste hasta el
río Tajo donde se produjo el choque armado. Con el paso de las tropas de Aníbal se han
relacionado las pinturas rupestres de la Edad de Hierro de Peña Mingubela (Ojos Albos,
Ávila), en las cuales se representan individuos en actitud de combate que portan escu-
dos circulares, espadas rectas y posibles falcatas (González-Tablas 1980; Ruíz Zapatero
y Sanchís 2013: 345). En el conjunto de grabados rupestres de Domingo García
(Segovia) se ha identificado una figura de un elefante integrada en una escena de lucha,
que podría ponerse en relación con la campaña de Aníbal en la Meseta (Corchón et alii
1988: 17; Pecci y Ripoll 2011: 120). Además, se ha señalado la posibilidad de que
Aníbal hubiera tenido un enfrentamiento directo con los castros vettones de Las Cogotas
(Cardeñosa, Ávila) y de La Mesa de Miranda (Chamartín de la Sierra, Ávila) (González-
Tablas 2009: 77). Ciertamente Aníbal pudo cruzar por el Alto del León, que es el más
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cercano, o el de la Fuenfría; o bien, el puerto de Somosierra, paso estratégico entre las
dos mesetas que ha sido escenario de enfrentamientos armados entre Napoleón y los
españoles (1808) y durante la Guerra Civil española en 1936 (Pastor y Adán 2001: 15).
Otra vía posible podría ser el puerto de Guadarrama (Mangas 2014: 409), aunque
Blázquez (2001) apostó por la Sierra de Gredos, lo que contribuiría a un eventual entre-
namiento para la campaña de los Alpes.
Y aquí encontramos un primer argumento de peso para la ubicación geográfica de la
batalla, puesto que consideramos que lógicamente el camino de vuelta de Aníbal hacia
Qart Hadasht sería por el itinerario que posteriormente recorrería la vía Complutum-
Carthago Nova descrita en el Anónimo de Rávena (313,10). Esta teoría se ve confirma-
da por la arqueología puesto que este camino existía desde época prerromana (Almagro-
Gorbea 1977: 101; Palomero 1987: 216; Soria y Díes 1998: 428; Moneo 2003: 22; Soria
2000: 138; Abad y Sanz Gamo 2016: 753-754; Prieto 2000: 329-330; Blánquez 1990:
49; García Cardiel 2014: 620) como confirma la distribución de cerámica griega desde
el Levante hasta el interior peninsular, cuya distribución como es conocido se realizaba
fundamentalmente por las vías de comercio púnicas (Gozalbes 2008: 40). Prueba de esto
es la aparición de cerámica griega en yacimientos no lejanos de Driebes como un kylix,
con aros de reserva en el exterior localizado en el poblado carpetano denominado
Arroyo de la Huerta-Arroyo del Pozo o Cerro Dominga en Guadalajara (Patiño 1988:
305; González Zamora 1999: 36), un borde de una copita ática de barniz negro del siglo
IV a.C. con un grafito púnico, procedente del poblado carpetano de La Guirnalda de
Quer (Azcárraga et alii 2009; Gamo 2014a: nº 40), un fragmento de cerámica ática del
oppidum de El Castejón de Armuña de Tajuña (González Zamora 1999: 36) o un lote de
cerámicas griegas de talleres del siglo V a.C. como Saint Valentín, Fat boy o áticas de
barniz negro localizadas en 1992 en una necrópolis actualmente bajo las aguas del pan-
tano de Buendía (Osuna 1997: 171-184; Lorrio 2001; Lorrio 2012: 280, n. 148). Esta vía
de comunicación tomaría importancia especialmente a partir del siglo IV a.C. (Blánquez
2000: 175). Era, por tanto, un camino seguro, frecuentado y conocido para los cartagi-
neses que permitía, en principio, una retirada cómoda con el botín obtenido en tierras de
los vacceos.
Pues bien, la vía Complutum-Carthago Nova cruzaba el Tajo junto al oppidum car-
petano de Caraca. Efectivamente, el Anónimo de Rávena localizó Caraca en la vía que
tratamos entre Complutum y Segobriga, estando el Cerro de la Virgen de la Muela prác-
ticamente equidistante de Complutum y Segobriga en línea recta. El acceso desde el sur
a Caraca es una rampa en la ladera este del Cerro de la Virgen de la Muela que es, sin
duda, un tramo de la vía Complutum-Carthago Nova (Gamo 2018: 273). El recorrido de
la vía romana entre Caraca y Segobriga que fue descrito por Abascal (1982) y Palomero
(1987: 104) está bien documentado arqueológicamente por los miliarios de Uclés, de
época de Maximino (Fita 1906; Lostal 1992: nº 109; Bernárdez y Guisado 2016; CIL
XVII/1: 292), y tres miliarios encontrados en Huelves: uno de época de época de
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Trajano (CIL XVII/1: 293; Lostal 1992: nº 73) y dos encontrados en la Ermita de la
Virgen de la Cuesta (Abascal y Cebrián 2007b; CIL XVII/1: 294-295) de época de
Tiberio. Además, Sandra Azcárraga y Arturo Ruiz describen en otro capítulo de este
libro que desde la primitiva Complutum del Cerro de San Juan del Viso salía la vía hacia
Carthago Nova y en la ladera del yacimiento han estudiado fragmentos de la misma
tallados en la roca, que describen claramente una línea en dirección sureste, hacia
Driebes y Segobriga.
La distribución del territorio carpetano
Otro elemento importante para la ubicación del combate es que éste se desarrolló en
tierras carpetanas (Hine 1979: 895). Hemos defendido en otros trabajos (Cerdeño y
Gamo 2014) cómo el área donde se ubica Caraca estaba claramente dentro del ámbito
carpetano, situándose aguas arriba del Tajo el límite nororiental entre Carpetania y
Celtiberia. De hecho, Alvar (2017: 24) ha indicado como esta referencia explícita de
Polibio a los carpetanos es la más antigua de la que tenemos noticia. El de Megalópolis
indicó en este punto como los carpetanos eran el “ethnos” (“pueblo” o “nación”) más
poderoso de aquellos lugares (Silgo 2010: 69). Ruíz Zapatero y Álvarez-Sanchís (2013:
351) han defendido que la decisión del punto elegido para atacar a Aníbal fue de los car-
petanos, buenos conocedores del entorno y lo cual les otorgaba una importante capaci-
dad de atracción y liderazgo dentro de la coalición con los vacceos huidos de
Helmántica y los olcades. Por su parte, Pérez Rubio (2014: 170) ha planteado la posibi-
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Emilio Gamo Pazos, et alii
Figura 1. Cerro de la Virgen de la Muela visto desde el Noroeste, se observa el trazado de la vía
Carthago Nova-Complutum y al fondo el río Tajo (fotografía Emilio Gamo).
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lidad de que esta coalición se diera en el marco de una Epimachía, es decir, una alianza
de ayuda mutua en el caso de ser agredida una de las partes.
La ubicación de la batalla en un vado del Tajo en la Carpetania acota las posibilida-
des de localización de la misma. Así, hay que destacar cómo los límites entre vettones
y carpetanos han sido estudiados con detenimiento mediante la combinación de los
datos que aportan la epigrafía y las fuentes clásicas con la arqueología. Para esta cues-
tión se ha estudiado la difusión de los elementos característicos de la cultura material
vettona entre los que se incluyen la cerámica a peine, los recipientes de bronce y los
verracos (González Conde 1986; Álvarez-Sanchís 1999, 2007 y 2010; Ruiz Zapatero y
Álvarez Sanchís 2002; Ruiz Zapatero 2009: 19; Sánchez-Moreno 2007 y 2009). Así, en
base a la distribución de los verracos, se ha propuesto que la frontera entre vettones y
carpetanos estaría en torno a Talavera de la Reina (Ruiz Zapatero y Álvarez-Sanchís
2002: 261). Posteriormente, otros investigadores han señalado que la difusión de las
mencionadas esculturas zoomorfas alcanza incluso las cercanías de Toletum (Charro
2008; De Torres 2013). No obstante, las fuentes confirman que la mencionada ciudad
perteneció a los carpetanos (Ptolomeo, Geografía, II, 6, 57).
Por otra parte hay que considerar que si el grueso de los cien mil hombres (cifra pro-
bablemente exagerada como ha señalado Domínguez 2013: 304) que hicieron frente a
Aníbal según Livio y Polibio era carpetanos y vacceos huidos de Helmántica (se entien-
de que conocedores de la ruta que estaba realizando de vuelta Aníbal, probablemente
porque fuera la misma ruta que había seguido a la ida), el segundo grupo en importan-
cia eran los olcades, lo cual haría más operativo hacer frente a Aníbal en el área de la
Carpetania más cercana a su lugar de origen, que posiblemente sería la provincia de
Cuenca en torno al curso del río Júcar (Gozalbes 2000: 107; Gozalbes 2007). Es intere-
sante, como ha indicado Hine (1979: 900), que los olcades según Livio y Polibio insti-
garon a los carpetanos al combate contra Aníbal, por lo tanto, estos últimos no eran hos-
tiles al cartaginés anteriormente. Todo ello refrenda el uso de esta vía en el camino de
ida, pensando que no era un camino peligroso.
Se ha destacado que durante el comienzo de la conquista romana existieron nuevas
alianzas para defender los vados del Tajo. En el 193 a.C. los vetones, vacceos y celtíbe-
ros hicieron frente a M. Fulvio Nobilior junto a Toletum y en el 192 a.C. fue derrotada
una coalición de vettones y carpetanos así como apresado su régulo Hilerno (Sánchez-
Moreno 2008: 389; Pérez Rubio et alii 2013: 678; Pérez Rubio 2014: 163). Sin embar-
go, el que veintisiete años más tarde de la batalla del Tajo se dieran combates en las cer-
canías de Toletum no es argumento para asegurar que fuera este el escenario del com-
bate que tratamos. Así, resulta interesante destacar que Livio utilizó sistemáticamente
Toletum como referente geográfico en la descripción de las operaciones militares desa-
rrolladas en la Carpetania. Por lo tanto, resultaría extraño que si la batalla del 220 a.C.
hubiera sido junto a Toletum, esta población no aparezca mencionada por el historiador
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patavino. Véase como en la campaña de M. Fulvio Nobilior de 193 a.C., Livio (Ab urbe
condita, 35, 7) indicó que hubo una batalla campal “cerca de la ciudad de Toletum”, en
el 192 a.C. se refiere a la conquista de la ciudad por M. Fulvio Nobilior tras un enfren-
tamiento y posterior asedio (Livio, Ab urbe condita, 35, 22). Pero, es más, tras la con-
quista de Toletum, esta población sigue siendo un referente territorial para Livio, de
forma que en los años 186-185 a.C., durante las campañas de L. Quinctio Crispido y C.
Calpurnio Pisón, este historiador (Livio, Ab urbe condita, 39, 30-31) indica que se pro-
dujo un combate “no lejos de las ciudades de Dipón y Toletum”.
Antecedentes de propuestas de localización de la batalla del Tajo
Cabe ahora detenernos en las distintas propuestas de localización de la batalla del
Tajo por diferentes autores. La primera de las propuestas acerca de la ubicación de este
choque la realizó Álvarez de Quindós (1804: 21) que propuso ubicarla en el campo de
Valdeguerra en la margen derecha del río Tajo y al norte de Aranjuez, en Colmenar de
Oreja. Esta opinión fue compartida por Urbina (2000: 23) puesto que en la orilla opues-
ta del Tajo existen asentamientos amurallados de la Edad de Hierro denominados
Valdelascasas y Sotomayor. La propuesta de Quindós se basa en la toponimia y en
hallazgos arqueológicos antiguos que, como se verá claramente, no se corresponden con
este período histórico.
En cuanto a los hallazgos descritos por Álvarez de Quindós (1804: 20) hay que desta-
car que del sitio de Valdeguerra procede una espada: “Consérvase la memoria de esta
acción en los nombres de dos valles del término de Colmenar, que vierten al río Tajo pasa-
da la Casa de las vacas y sobre el Cortijo, y se llaman Valdeguerra y Valdeguerrilla. En
el propio río Tajo se halló una espada con vayna de piedra, que el tiempo y el agua habí-
an petrificado de forma que parece cosa natural. La presentaron a Don Sancho Busto de
Villegas estando en Ocaña, y siendo Gobernador del Azobispado de Toledo: se la llevó a
su ciudad, y por ser tan curiosa y extraña la regaló después al Señor Don Felipe II. Este
soberano, haciendo mucho aprecio de ella, la mandó guardar en la armería de Madrid,
donde se ve el día de hoy. Así lo refiere el Conde de mora en su Historia de Toledo, tomo
I, página 138”. Efectivamente esta espada se conserva en la Real Armería, pero está data-
da en el siglo XVI (Crooke 1898: 262, nº G. 217).
Álvarez de Quindós (1804: 21) describió el hallazgo de una ocultación de monedas
romanas de época imperial, que por su cronología evidentemente no guarda relación con
la batalla del 220 a.C.: “En la vega de Colmenar se halló el año 1772 un tesoro de dos-
cientas monedas de plata, las quales se traxéron al Sitio [de Aranjuez], y se reconocie-
ron ser de Emperadores Romanos por el Doctor Don Josef Alsinet: se pagó el hallaz-
go por esta Tesorería, y se remitieron al Rey”.
Por su parte, Schulten (1935: 24) propuso que en el viaje de ida a Helmántica, Aníbal
rodeó a los carpetanos y por tanto no se los encontraría hasta la vuelta. El camino de
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vuelta sería a través de Guadarrama y la batalla sería probablemente según este investi-
gador cerca de Toledo. Ahora bien, la propuesta de Schulten acerca del recorrido de
Aníbal en su viaje de ida hacia Helmántica7creemos que es totalmente gratuita, pues las
fuentes escritas no mencionan nada al respecto y el trayecto de ida pudo ser similar en
su recorrido al de la vuelta como ya defendieron Hine (1979: 899), Almagro Gorbea
(1969: 160) y Gozalbes (2000: 102), aunque en este artículo nos centraremos en el cami-
no de vuelta. Domínguez (2013: 300-301) señaló que la marcha entre Qart Hadasht y
Helmántica no pudo durar menos de un mes, y considerando la diferencia en la distan-
cia kilométrica entre la ruta que propuso Schulten y otra ruta que él evaluó como posi-
ble (cruzando el Tajo por las cercanías de Toledo y atravesando la Península Ibérica
desde Qart Hadasht a Helmántica en sentido sureste-noroeste), indicó que ambas rutas
resultan factibles. El citado investigador (Domínguez 2013: 300-301) indicó además que
la ruta elegida para la vuelta debió ser el camino más corto y directo hacia Cartagena,
cuestión con la que coincidimos. Por nuestra parte queremos destacar cómo el periplo
propuesto por Schulten para el viaje de ida, iniciado en Qart Hadasht, continuando por
Sierra Morena, Sierra de Gredos, Mérida hasta Helmántica, supone un recorrido a pie
de alrededor de 908 kilómetros por unos 652 de la ruta propuesta de Qart Hadasht hacia
el interior siguiendo, en parte, el recorrido de lo que posteriormente será la vía
Complutum-Carthago Nova y por tanto pasando por Caraca y la Carpetania. Nótese
como hemos medido las distancias hasta Helmántica y no hasta Arbocala, por las diver-
gencias acerca de la ubicación de esta última. La ubicación de Arbucala no está en abso-
luto clara, se considera que pudiera ser la misma que Arbocela citada en el Itinerario de
Antonino (434,7; Bendala 2013: 60, n. 16; Domínguez 2013: 304), se ha identificado
con Toro (Wattenberg 1959: 31; Tovar 1989: 323), posteriormente con El Alba en
Villalazán, Zamora (Martín y Delibes 1980: 126-128) o el cercano Cerro del Viso de
Bamba (Sánchez Moreno 2000: 116-117). Retomando la comparativa, la diferencia de
más 250 kilómetros supondría un retraso notable si tenemos en consideración lo pesado
del convoy púnico, armado con elefantes que retrasarían la marcha (Sánchez Sanz 2011:
56). Vegecio estableció el paso militar de un ejército romano en 29,6 kilómetros por 5
horas, demostrando la arqueología experimental una cifra similar de 25 kilómetros dia-
rios de marcha, considerando también la acampada y fortificación de la posición en ese
tiempo (Valdés 2017: 304). Además hay que tener presente que el ejército romano, más
homogéneo tácticamente que el cartaginés, podría ser más veloz en la marcha. A ello
habría que sumar la carga que suponen los paquidermos para el transporte. Si seguimos
a Polibio (Historias, 3, 13, 5), tampoco el general cartaginés escapa hacia Qart Hadasht
forzando el paso, más bien todo lo contrario para evitar hostigamientos “Aníbal, que se
iba retirando con habilidad y prudencia, tomó como defensa el río llamado Tajo”. Por
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Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación ....
7 Según Schulten (1935: 24): “De Cartagena fue Aníbal a Salamanca marchando primero al N. de la
Sierra Morena y después por la que más tarde había de ser carretera Mérida-Turmuli-Salamanca;
llegó hasta allí pasando por la Sierra de Gredos. De esta forma rodeó a los carpetanos con los que no
tropezó hasta la vuelta”.
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estas razones tomaremos como medida de desplazamiento estándar una media de 20
kilómetros diarios. En este sentido, el cómputo para la propuesta de Schulten sería de
45,4 días por 32,6 del paso por la vía que proponemos, es decir, un 39,26 % más larga.
No sólo la ruta del investigador germano es más larga, sino también más dificultosa a
nivel topográfico de la que proponemos, exceptuando el paso de Guadarrama. Si se
comparan los dos perfiles topográficos podrá comprobarse la dificultad de un tramo
frente a la mayor accesibilidad del otro. Existiendo la necesidad de hacer una campaña
rápida y fructífera para regresar a los cuarteles de invierno en Qart Hadasht (Hoyos
2003: 91), creemos que no tenía sentido prolongar la marcha sin un pretexto de peso, el
cual no es señalado en ningún momento en las fuentes.
Igualmente gratuita es la afirmación de Schulten de la ubicación de la batalla que tra-
tamos en Toledo; aunque está sobre un vado del Tajo ubicado en la Carpetania, lo escar-
pado del entorno haría más complejo el desarrollo del choque tal y como lo describen
Polibio y Livio. Es más, de haber sido el combate en el oppidum carpetano de Toletum,
se habría desarrollado muy cerca (o incluso dentro) de la población. Además de la cues-
tión de la cercanía al oppidum carpetano de Toletum, hay que destacar como las dimen-
siones de este núcleo poblacional eran mucho mayores que las de Caraca, alcanzando
las 25 ha según Ruiz Taboada y Azcárraga (2016: 251-252) o incluso 40 ha según
Almagro Gorbea (1994: 34; Almagro-Gorbea y Dávila 1995: 221). Así, se ha descrito el
Toletum carpetano como uno de los oppida más extensos y poderosos del interior penin-
sular (Almagro-Gorbea et alii 2011: 243). Efectivamente, esta cuestión ha sido destaca-
da por otros investigadores que indican como la batalla no se dio directamente ligada a
un núcleo poblacional por no aparecer éste citado en las fuentes (Plácido et alii 1992:
266; Sánchez Moreno 2001: 130-131, n. 7). Esta cuestión de la cercanía al núcleo pobla-
cional no opera en el caso de Caraca pues en primer lugar la lejanía entre el oppidum
carpetano y los vados era mayor de lo que es en la actualidad como han mostrado los
estudios geomorfológicos en referencia al paleocauce del Tajo (véase Rodríguez Pascua
et alii 2019). Por otra parte, el hecho de que Caraca (un oppidum que en época carpe-
tana en ningún caso superaría las 8 ha) se ubicara en las cercanías del combate no sería
un aspecto central en la narración de la batalla, que gracias a la estrategia seguida por
Aníbal, se desarrolló en el propio vado del río Tajo y no (hasta donde sabemos) en el
oppidum.
En cualquier caso, esta afirmación de Schulten ha tenido una notable influencia en la
historiografía posterior, aunque como es evidente Toledo no estaba en la vía
Complutum-Carthago Nova que, como se ha indicado, era un camino en funcionamien-
to desde siglos antes del combate al que nos referimos.
Sánchez-Moreno (2001: 136-137) ha destacado cómo son vados destacados del
curso medio del Tajo (cerca de los cuales se han documentado materiales arqueológicos
de la Edad de Hierro) que debieron cumplir un relevante papel en las comunicaciones
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Emilio Gamo Pazos, et alii
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en relación también con la trashumancia: Toledo, Azután, Talavera de la Reina,
Aranjuez, Las Herencias y Puente del Arzobispo. Estos vados habían jugado un papel
importante en las redes comerciales del periodo orientalizante entre los siglos VIII-VI
a.C. especialmente en los casos de Talavera de la Reina, Puente Pinos y Talavera la Vieja
(Pereira 2008). Aunque no es menos cierto que la ubicación de los vados de Azután,
Talavera de la Reina, Talavera la Vieja, Puente Pinos, Puente del Azobispo y Las
Herencias en el territorio vettón los descarta como ubicación de la batalla del Tajo.
Sánchez Moreno (2019: 37) ha sostenido que la batalla se desarrolló en un punto
no precisado de la divisoria Madrid-Toledo. Defiende el citado investigador que
habría realizado un camino de vuelta diagonal en sentido noroeste-sureste hacia Qart
Hadasht (Sánchez Moreno 2000: 122).
Otra propuesta de localización ha sido en Fuentidueña de Tajo en el vado de la
Alharilla (Cornejo 2015: 182). Este fue un lugar de paso destacado en la Edad Media
de la que quedan restos de un castillo, así entre los siglos XII y XIII entre Toledo y
Zorita sólo existía este puente (Lomax 1965;Sanchez Sanchez 2008: 15). En Alharilla
se ha documentado un poblado fortificado de época carpetana (Urbina 2012: 53 y 56,
fig. 17).
Asimismo, se ha propuesto que la confrontación que tratamos se pudo dar en la
zona de Titulcia (Gozalbes 2000: 105), sin embargo, esta población está junto a la con-
fluencia de los ríos Tajuña y Jarama, pero en ningún caso sobre un vado del río Tajo.
El condicionamiento geológico del escenario de la batalla
Una de las claves en la estrategia de Aníbal, como Polibio y Tito Livio describen,
es el uso estratégico por parte de éste de los vados en el río Tajo para forzar el paso
de los carpetanos y compensar su inferioridad numérica. Con la misma intención, para
forzar el uso de los vados por parte de los carpetanos, Aníbal construyó una empali-
zada junto al cauce del río, como describe Tito Livio. Estas dos cuestiones claves en
el desarrollo de la batalla y posterior victoria de Aníbal, podrían tener su reflejo en la
geología. La propia dinámica fluvial puede hacer aparecer y desaparecer vados en
poco tiempo, incluso en días tras un periodo de crecidas, por ejemplo. Por este moti-
vo es importante poder asegurar que los vados del Tajo que hay junto a Caraca esta-
ban activos también en esta época histórica.
Igual que la configuración geológica, aparentemente estática a escala humana (lito-
logías y estructura y disposición de los cuerpos de roca), puede condicionar la ubica-
ción de los asentamientos humanos y su desarrollo socioeconómico, los procesos geo-
lógicos activos (geodinámica) pueden dirigir, o al menos tener un papel coadyuvante
en la localización y desarrollo de acontecimientos históricos repentinos (como aban-
dono de asentamientos, tomas de poblaciones, o batallas y combates).
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Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación ....
4.- datos historicos_congreso caraca 06/11/2019 14:06 Página 81
En el caso de batallas que tienen lugar en las proximidades de importantes corrien-
tes fluviales, que sirven de barrera geográfica al desarrollo del combate, la localización
de zonas de paso o vadeo es crucial. Es el caso de la famosa batalla del Tajo del 220 a.C.,
en la que las fuentes escritas citan el importante papel del río, su vadeo y cruce por parte
de los combatientes.
La situación de las zonas vadeables o vados en un río, que son secciones transversa-
les al cauce con baja profundidad (h < 1,5 m) y una velocidad de la corriente que per-
mite el tránsito de personas y animales de carga (v < 1,0 m/s; ó, h·v < 0,5 m2/s), aunque
aparentemente pueda parecer aleatoria o caprichosa a la vista de un profano, está condi-
cionada por la evolución geodinámica de ese tramo del río. Estos condicionantes de la
situación y evolución de los vados pueden ser tanto de origen geológico interno (tectó-
nica, vulcanismo, diapirismo) como externo (dinámica fluvial, procesos kársticos de
disolución, movimientos gravitacionales en vertientes); y combinaciones o interaccio-
nes entre ambos tipos de procesos geodinámicos (p.e., tectónica que condiciona la diná-
mica fluvial; o karstificación modificando la dinámica fluvial).
La dinámica fluvial en ríos meandriformes (como por ejemplo gran parte del tramo
medio del río Tajo en las provincias de Guadalajara, Madrid y Toledo), está caracteriza-
da por la alta variabilidad en el tiempo de la posición del cauce y sus elementos (bancos
de orilla, barras, islas, pozas y vados; figura 2).
82
Emilio Gamo Pazos, et alii
Figura 2. Elementos geomorfológicos característicos del cauce y la llanura de inundación de un cauce
meandriforme (Pedraza y Díez Herrero 1996): (1), canal funcional con su thalweg (línea discontinua);
(2), barras de meandro (point bars) con sus crestas (scrolls) y surcos; (3), canal abandonado; (4),
dique natural o levée; (5), cono o abanico de desbordamiento (crevasse splay); (6), encharcamientos
residuales de inundación y desbordamiento (marjales y turberas).
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El cauce del río Tajo en su tramo medio meandriforme ha sufrido profundos cambios
en su disposición en planta en los últimos siglos, por la migración del tren de meandros
debido a fenómenos de traslación aguas abajo, rotación y amplificación de las curvas de
meandro; a lo que cabe sumar fenómenos repentinos de avulsión (cambio brusco de la
posición del cauce en planta), cortas de meandro por el cuello o estrangulamiento (neck
cut off) y acortamientos por los surcos de la barra de meandro (chute cut off) (figura 3).
83
Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación ....
Además, la posición del cauce y la llanura aluvial en la vertical también varían con
el tiempo, debido a fenómenos de encajamiento y profundización en etapas erosivas, y
a fenómenos de aluvionamiento y recrecimiento en etapas de depósito; así se forman los
sistemas de terrazas fluviales, tan característicos del Tajo Medio (Pérez-González 1994;
Pinilla et alii 1995a y 1995b; Uribelarrea 2008; Silva et alii 2017a). Por todo ello, la
posición del cauce del río Tajo hace dos milenios, cuando tuvo lugar la batalla del Tajo
del año 220 a.C., en este tramo fluvial era diferente a la posición y disposición actual en
planta y en la vertical. Para reconstruir la posición topográfica del Tajo Medio hace dos
milenios sería necesario un profundo estudio geomorfológico de los elementos y face-
tas del relieve y depósitos superficiales recientes del cauce y sus márgenes, con nume-
rosas dataciones absolutas de elementos que contengan (material orgánico, depósitos
arenosos expuestos, restos arqueológicos…), que permitan reconstruir la secuencia tem-
poral de movimientos del cauce en planta y en la vertical. Estudio que sólo se ha reali-
zado para el tramo del río Tajo entre las localidades de Aranjuez y Toledo (Uribelarrea
2008) y en algunos de sus afluentes (Silva et alii 2017a); pero no aguas arriba hasta la
localidad de Trillo (Guadalajara), ni aguas abajo hasta Puente del Arzobispo (Toledo)
donde mantiene este patrón aluvial meandriforme.
Más en detalle, aun siendo capaces de reconstruir la posición y trazado del tren de
meandros del Tajo Medio hace dos milenios, para conocer la situación de posibles vados
en cada curva de meandro sería necesario determinar la posición de los elementos geo-
morfológicos de la misma, principalmente la disposición de la barra semilunar de mean-
dro (point-bar), cuyas crestas de barras sumergidas suelen formar los vados en ríos
meandriformes (figura 4). Concretamente, los vados se suelen situar, debido a la dispo-
Figura 3. Tipos de movimientos de una curva de un meandro fluvial (izquierda) y tipos de cambios del
canal por estrangulamiento y acortamiento (derecha) (Pedraza y Díez Herrero 1996).
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sición de la barra de meandro, no justo en el punto de máxima curvatura de la curva de
meandro (charnela), sino ligeramente aguas abajo, a una distancia variable en función
de la rotación del meandro y su tipología de carga sólida asociada (gravas, arenas,
limos).
84
Emilio Gamo Pazos, et alii
A la vista de los condicionantes anteriormente expuestos, pareciera deducirse que
resulta imposible conocer con exactitud la posición de los vados históricos del tramo
medio del valle del Tajo. Nada más lejos de la realidad, porque si bien es complejo con-
cretar la ubicación de cada vado, existen tramos y sectores del valle donde es más fac-
tible que se formen vados en el tren de meandros, y que éstos permanezcan en el tiem-
po, para adquirir el carácter de ‘vados históricos’. Esta permanencia temporal de vados
se debe a que los parámetros morfométricos de un cauce guardan unas relaciones pro-
porcionales; de forma que la profundidad de un río depende de su anchura y de su pen-
diente longitudinal; e igualmente entre estos parámetros y los caudales líquido y sólido
(carga de sedimentos) que transporta. De forma que, si en algún tramo del valle se modi-
fican la anchura del cauce o su pendiente longitudinal como consecuencia de factores
como la litología del lecho (más o menos resistente o soluble), la tectónica activa (fallas
Figura 4. Flujo del agua en una curva de meandro y elementos geomorfológicos de
detalle, incluyendo la barra semilunar de meandro, con sus crestas y surcos (Pedraza y
Díez Herrero 1996).
4.- datos historicos_congreso caraca 06/11/2019 14:06 Página 84
y deformaciones plásticas) o la configuración morfológica del valle (ensanchamientos y
estrechamientos), también se modificará la profundidad, dando lugar a tramos donde
predominan vados someros o pozas profundas; o que si en un sector varía bruscamente
el caudal líquido o la carga sólida (por sedimentación o aportación de un afluente), se
pueden formar preferentemente vados o pozas. Estas modificaciones de los parámetros
morfométricos o en los caudales líquido y sólido, en el valle del río Tajo Medio ocurren
por causas geológicas en varios sectores, de aguas arriba a aguas abajo (figura 5):
Tramo entre Almoguera y Villamanrique de Tajo, donde la combinación de lito-
logías yesíferas solubles en el sustrato (Pinilla et alii 1995b), junto con un sistema de
fallas con actividad tectónica cuaternaria (Giner-Robles 1997) subparalelas a la
dirección del valle, condicionan la existencia de saltos en el perfil longitudinal del
Tajo, en aquellos puntos de intersección entre las deformaciones cuaternarias y el
cauce del río. Precisamente en estos lugares se han establecido vados o puentes his-
tóricamente; o bien se han aprovechado para ubicar azudes con molinos y mini-cen-
trales hidroeléctricas en los estrechamientos del valle en los niveles conglomeráticos
cementados de las terrazas cuaternarias deformadas (Giner-Robles 1997).
Confluencia del Tajo con el río Jarama, en el que las aportaciones de carga sóli-
da de este último (gravas y arenas), posibilita el depósito de barras de meandro e
islas, que aprovecharon desde la prehistoria hasta la Historia Contemporánea en el
entorno de Aranjuez (puentes, jardines, huertas, etc.), y donde abundaban los vados
(Uribelarrea et alii 2004; Uribelarrea 2008).
Entorno de la actual ciudad de Toledo, donde el encajamiento del valle del Tajo
en los materiales metamórficos e ígneos de la Meseta Cristalina, forma una gargan-
ta fluvial describiendo un amplio meandro (‘torno’ del Tajo en Toledo), en cuya
embocadura aguas arriba (sector de la Huerta del Rey-Granadal) y salida aguas abajo
(sector de la Vega Baja), han existido tradicionalmente vados y zonas transitables,
que fueron aprovechadas históricamente (Puerta Almofala o del Vado, puente de
Alcántara, puente de Azarquiel, puente de San Martín, puente de la Cava, etc.;
Uribelarrea et alii 2004; Uribelarrea 2008).
Confluencia del Tajo con el río Alberche, donde las aportaciones de carga sólida
de este último (fundamentalmente arenas arcósicas) forman infinidad de barras, islas
y tramos anchos y poco profundos (Díez-Herrero 2001-2003), donde se ubicaban
vados históricos y los puentes y aceñas de Talavera de la Reina.
Entorno del Puente del Arzobispo (Toledo), donde la entrada del valle del Tajo
en la garganta que forma en la penillanura cacereña ha fomentado el depósito de
materiales y la formación de barras e islas, en las que se ubicó históricamente el
puente que da nombre a la localidad.
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Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación ....
4.- datos historicos_congreso caraca 06/11/2019 14:06 Página 85
Todos estos tramos y otras localizaciones más con variaciones morfológicas o sedi-
mentarias puntuales (Malpica de Tajo, confluencia Tajo-Guadarrama), son susceptibles
de haber tenido una elevada concentración de vados desde hace milenios, a pesar de su
variabilidad en detalle debido a la dinámica fluvial. Pero, entre ellos, el primero es el
que concentra el mayor número de vados con carácter permanente, como lo demuestra
la actual configuración.
En resumen, entre todos los tramos del cauce del Tajo Medio, el sector entre
Almoguera y Villamanrique de Tajo es el que parece tener más alta probabilidad de
haber mantenido un número considerable de secciones vadeables a lo largo de la histo-
ria; ya que en él confluyen, además de las características fluviales de un río meandri-
forme, otros condicionantes tectónicos y geomorfológicos (karstificación), que interfie-
ren con la dinámica fluvial.
También resulta crucial en este tipo de acontecimientos históricos el régimen de cau-
dales del río, no sólo en cuanto al caudal punta (en situación de crecida, ordinario o
estiaje), sino su evolución temporal (hidrograma), que puede conllevar que a lo largo de
la batalla el caudal pueda aumentar, mantenerse o disminuir; y, con ello, condicionar en
el desarrollo del combate una variación de la posición de los vados y pozas. Conscientes
de ello, algunos afamados estrategas han aprovechado la curva de ascenso o de descen-
so del hidrograma de una crecida fluvial, para los movimientos de tropas en la batalla;
como podría haber sido el caso de la batalla del Tajo del año 220 a.C. Por ello, sería de
interés conocer con exactitud la época del año de la batalla (finales del verano o comien-
zos del otoño) para saber cuál fue el régimen hidrológico fluvial durante la contienda
(crecida, estiaje o régimen ordinario), teniendo en consideración las variaciones esta-
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Emilio Gamo Pazos, et alii
Figura 5. Mapa geológico del sector central de la cuenca del río Tajo. Señalados los
tramos más susceptibles para la formación de vados permanentes (ver explicación en el
texto). Extracto del Mapa geológico de España y Portugal a escala 1:1.000.000
(Rodríguez y Oliveira 2015).
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cionales del régimen hídrico del Tajo que se produjeron durante el denominado Periodo
Cálido Ibero-Romano (Silva et alii 2017b).
Todos estos aspectos complejos de la geodinámica externa y su relación con proce-
sos endógenos, hacen que la geología sea una fuente de información válida y útil, como
complemento a las fuentes históricas y arqueológicas, para la ubicación de la batalla del
Tajo del año 220 a.C.; o, al menos, para descartar algunas posibles ubicaciones, y refor-
zar las hipótesis de otras más probables.
El análisis geomorfológico detallado realizado en el meandro que dibuja el río Tajo
a los pies del cerro de Caraca revela la existencia de una estructura cuadrangular posi-
blemente de origen antrópico, ya que trunca los cuerpos sedimentarios que forman este
point bar. Como proponen Rodríguez-Pascua et alii (2019), esta estructura podría
corresponder con una posible empalizada, y existe un surco sobre el terreno que podría
tratarse del foso frontal de la misma. Si se tratase de una empalizada forzaría el paso de
los carpetanos hacia la margen izquierda del río por dos de los vados actuales y que tam-
bién serían activos durante la batalla, lo que le da sentido estratégico.
No menos interesante es la referencia de Livio (Ab urbe condita, 21, 5) cuando refie-
re que: “Aníbal obvio el combate y después de acampar a la orilla del rio, una vez que
reinó la calma y el silencio en el lado enemigo vadeó el río, levantó una empalizada de
forma que los enemigos tuviesen sitio por donde cruzar y decidió atacarlos cuando estu-
vieran cruzando”. Es difícil que se conserve un castrum de una sola jornada como el que
aquí tratamos (Fernández-Tejeda 2016: 115), pero la existencia de un campamento ser-
toriano (Plutarco, Sertorio, 17, 1-13) enfrente de Caraca (Bernárdez y Guisado 2019),
hace pensar que quizá esté emplazado sobre la posición anterior púnica, aprovechando
su privilegiada ubicación en el terreno. La cercanía con otros restos arqueológicos vin-
culados a las guerras civiles entre César y Pompeyo en la finca del Cocedor en Barajas
de Melo (Cuenca), estudiados por Bernárdez y Guisado (2019), ponen de manifiesto, al
menos, el excepcional valor estratégico del área en torno a Caraca y los vados del Tajo.
Se ha propuesto en este sentido que estos “campos de batalla recurrentes” sobre acci-
dentes geográficos muy determinados (como puede ser un vado) hicieran las veces de
“espacios de memoria”, cuestión documentada en otras áreas de la Península Ibérica
durante la Protohistoria (Marco 2013; Sánchez Moreno et alii 2015: 72).
En futuras campañas queremos realizar la prospección sistemática del entorno para
poder localizar evidencias del paso del ejército cartaginés en el territorio circundante.
Pese a ello debemos ser conscientes de la dificultad de encontrar estructuras detectables
por lo endeble de dichas edificaciones y la escasez del material cerámico en campa-
mentos (Noguera 2008).
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Datos históricos, arqueológicos y geológicos para la ubicación ....
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Adaptación de las descripciones de la batalla al escenario del Tajo en el territo-
rio de Caraca
Después de haber argumentado que la ubicación de los vados del Tajo en la zona de
Caraca es un escenario plausible para el desarrollo de la batalla del Tajo, faltaría hacer
el ejercicio de ajustar las descripciones históricas de la misma al relieve del entorno de
Caraca. En este apartado argumentamos la compatibilidad del escenario de Caraca con
dichas descripciones históricas e interpretaciones posteriores. Comparando el escenario
de Caraca con el escenario propuesto por Schulten (1935) cerca de Toledo, en Caraca
la superficie del escenario puede superar ampliamente las 650 ha, mientras que, si nos
atenemos al posible escenario de Toledo en las proximidades de la Puerta del Vado, este
se restringiría a las 130 ha. Este hecho pone de manifiesto que la ubicación de Caraca
es perfectamente compatible con un enfrentamiento de estas características, frente a
otros escenarios propuestos con anterioridad.
Como ya se ha descrito en apartados anteriores, Aníbal volvía hacia sus cuarteles de
invierno (Qart Hadasht) cargado con un pesado botín tras haber saqueado Helmántica
y Arbucala, acosado por un importante ejército indígena que les superaba ampliamente
en número. Como bien es sabido, Aníbal supo utilizar con astucia el terreno en gran
parte de sus batallas, incluida la del Tajo. La clave principal de la victoria de Aníbal en
el Tajo fue el uso de los vados del río para concentrar el ataque de las tropas indígenas
en estos puntos y así poder tener ventaja sobre estas, cosa que no habría sido posible si
la batalla se hubiese librado en campo abierto. Además, forzó el paso de estos vados por
parte de los carpetanos construyendo una empalizada, como describe Tito Livio:
“…levantó una empalizada de forma que los enemigos tuviesen sitio por donde cruzar
y decidió atacarlos cuando estuvieran cruzando.”. Los vados existentes en el entorno de
Caraca estaban ya en época histórica y en el meandro del Tajo que hay enfrente de
Caraca se puede observar una estructura cuadrangular, que podría asemejarse a una
posible empalizada con foso que quedaría flanqueada por sendos vados (figura 6). Estas
dos claves de la batalla, los vados y la empalizada, fueron los condicionantes más impor-
tantes de la batalla y ambos podrían estar presentes en el entorno de Caraca.
En la zona de Caraca, sobre la Falla del Tajo, podemos encontrar al menos 4 vados
relacionados con la actividad neotectónica de esta falla (Rodríguez-Pascua et alii 2019)
(figura 6A), en tan solo 4 km. La estructura cuadrangular que hay en el meandro frente
a Caraca, que podría tratarse de una empalizada con foso, queda flanqueada por dos
vados, lo que la haría compatible con las descripciones históricas que afirman que
Aníbal la construye para forzar el paso de los carpetanos. De este modo una posible dis-
tribución lógica de los dos ejércitos puede verse en la figura 6, donde una vez cruzado
el río por parte de Aníbal y haber construido la empalizada distribuye a sus tropas y fuer-
za a los carpetanos a dirigirse a estos vados. Frente a los vados pudo situar a su infante-
ría, elefantes y parte de la caballería, mientras que dentro de la empalizada tuvo que
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situar tropas para disuadir a los carpetanos de utilizar esta vía. Las tropas que pudo situar
dentro de la empalizada pudieron ser parte de sus elefantes, que de este modo, podría
mover fácilmente hacia ambos vados protegidos del enemigo (figura 6B). Un elemento
geográfico que pudo tener un papel importante en la batalla es el cerro de El Jardín (626
m), situado al SE de la empalizada y frente a ésta. Desde este punto se puede observar
todo el escenario de la batalla, el propio oppidum de Caraca (15 m por debajo de esta
cota) y además puede usarse para ocultar tropas a los ojos del enemigo, como su propia
escolta a caballo y parte de la caballería ligera.
En las figuras 6C y D se ejemplifica el posible inicio de la batalla, donde los carpe-
tanos deciden atacar cruzando estos vados y Aníbal los repele en la orilla contraria, uti-
lizando la ventaja que da sobre la infantería que cruza el cauce fluvial, ir a caballo y
sobre elefantes. Tito Livio dice de los carpetanos que “…algunos, arrastrados en direc-
ción al enemigo por la corriente llena de rápidos, fueron aplastados por los elefantes”,
lo cual puede darse en zonas de meandro, donde la trayectoria helicoidal del agua en el
cauce puede hacer pasar un objeto flotante de una orilla a otra. Este particular podría
haberse dado aguas abajo de los dos vados más al norte, haciendo que la infantería que
se viese arrastrada por el agua en estos puntos fuese dirigida por la corriente a la orilla
contraria en la parte norte de la empalizada, donde les estarían esperando elefantes y
caballería (figura 6E).
Con las tropas carpetanas ya desorganizadas y diezmadas en el cauce del Tajo Aníbal
decide pasar a la ofensiva, como describe Polibio: “Al final cruzó el río el mismo Aníbal
con su escolta, atacó a los bárbaros y puso en fuga a más de cien mil hombres.”. Este
movimiento podría haberse dado poniendo en movimiento la caballería que habría reser-
vado tras el cerro del Jardín, donde pudo ocultar su propia escolta. Para atacar y poner
en fuga a los carpetanos Aníbal pudo usar el vado del embalse de Almoguera, lo cual,
mediante un rápido movimiento, situaría a su caballería a retaguardia del ya desorgani-
zado ejército carpetano generando la desbandada (figura 6F). Lo mismo podría haber
ocurrido en el vado de la parte sur de la empalizada (central eléctrica del Maquilón) por
donde también podría haber atacado al ejército carpetano en una maniobra en pinza.
Efectivamente, se ha señalado como la eficacia de la caballería y los elefantes de Aníbal
resultaron fundamentales para que el general cartaginés tuviera éxito en su estrategia
(Bendala 2013: 60-61; Quesada 2013: 268-269; Bendala 2015: 50).
Con esta posible descripción de los hechos en el entorno de Caraca, se pone de
manifiesto la compatibilidad de este escenario para el posible desarrollo de la batalla en
el río Tajo junto a esta ciudad carpetana. Esto no confirma que la batalla tuviese lugar
en este punto, pero sí apoya la hipótesis planteada en este trabajo.
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Emilio Gamo Pazos, et alii
Figura 6. Recreación esquemática de cómo pudo desarrollarse la batalla del Tajo de
Aníbal (base topográfica del I.G.N. a escala 1:25.000).
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Conclusiones
Resumiendo todo lo expuesto, existe una serie de criterios que apoyarían nuestra
hipótesis de que la batalla de Aníbal del Tajo pudo ocurrir en las proximidades de
Caraca:
1) Premura y marcha dificultada por el botín de guerra: Aníbal vuelve hacia Qart
Hadasht cargado con el botín de guerra de sus incursiones hasta Helmántica, lo que le
generaría un retraso en la marcha. Esta premura y el ir cargados con botín de guerra que
entorpecería sus movimientos hace pensar que eligiese el camino más rápido a Qart
Hadasht, el que posteriormente será la vía Complutum-Carthago Nova, lo que implica-
ría pasar por Caraca para cruzar el Tajo en este punto. Se trata de un camino transitado
desde época prerromana y bien documentado a nivel arqueológico. Caraca está situada
en la confluencia del camino a Qart Hadasht con el río Tajo, donde existen varios vados.
2) Vados temporalmente estables en este tramo del Tajo: los vados del río Tajo en el
entorno de Caraca son vados estables condicionados por el sustrato geológico. Este sus-
trato de rocas competentes estaría formado por potentes paquetes de conglomerados
fuertemente consolidados de edad pleistocena. Estos conglomerados aparecen deforma-
dos por fallas que generan saltos en el sustrato y condicionan el desarrollo de vados.
3) Modificación antrópica del meandro del Tajo frente a Caraca: existe una estruc-
tura cuadrangular en el meandro en frente de Caraca. Esta estructura trunca los cuerpos
sedimentarios asociados al depósito del point bar del meandro. Esto indica que es una
estructura que podría ser antrópica, incluso aprovechando un posible salto de falla que
tendría esta misma orientación. Existe una depresión de cerca de un metro a modo de
canal tanto en el borde N como en el W de dicha estructura cuadrangular. Este canal o
depresión, podría estar asociado a un foso excavado antes de la batalla, como así lo des-
criben las crónicas históricas, para el emplazamiento de una empalizada diseñada para
forzar el paso de los carpetanos por dos de los vados.
4) Terreno propicio para la división del ejército carpetano superior en número: en las
descripciones históricas se habla de que Aníbal fuerza a los carpetanos a pasar por varios
vados. Esto facilitaría la división del ejército carpetano, lo cual equilibraría la inferiori-
dad numérica cartaginesa. En este tramo del Tajo, frente a Caraca, existen al menos cua-
tro o cinco vados estables que pudieron ser utilizados para este fin.
5) Escenario de operaciones propicio para el desarrollo de una batalla apoyándose en
la topografía del terreno: el Cerro del Jardín pudo ser utilizado por Aníbal como punto
de observación para la dirección de la batalla y para la ocultación de su caballería de
élite a los ojos de los carpetanos, para después ser utilizada de forma rápida en diferen-
tes puntos del cauce e incluso cruzar el Tajo al final de la batalla para acosar al ejército
carpetano en retirada.
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6) La iniciativa del ataque para sorprender a Aníbal fue tomada por los carpetanos y
en su propio territorio. Es lógico pensar que estuvieran esperando al general cartaginés
por el mismo camino que había tomado en su camino de ida a Helmántica. Apoya esta
tesis la presencia de los vecinos olcades, ubicados en el área conquense.
7) En el valle medio del Tajo se han encontrado fragmentos de la denominada cerá-
mica de barniz rojo púnico en los yacimientos de La Gavia y Plaza de Moros (Morín y
Urbina 2012: 216). Pero la influencia púnica resulta evidente en el tesoro de Driebes
(San Valero 1945; Gamo 2018: 57), en primer lugar respecto al peso de los fragmentos
de diferentes objetos de plata cortados intencionalmente, que como señala García-
Bellido (1999: 379) tendrían respectivamente un valor monetario dispuesto en referen-
cia al siclo de 9 g y la mina de 445 g (peso este último de las tortas de plata de mayor
tamaño), aunque la mencionada investigadora señaló las dificultades para determinar el
sistema metrológico empleado puesto que el siclo monetal tiene un valor de 7’65 g y hay
otros valores teóricos del siclo fenicio (8’5, 9’5 y 10’ 5 g), así como las minas (425, 475
y 525), mientras que el peso real es de 9 y 455 g respectivamente en Cancho Roano.
También es clara la influencia mediterránea en la decoración de un fragmento de
vasija de plata con palmetas estilizadas (San Valero 1945: 31). Asimismo son relevantes
dos anillos con chatón de esta ocultación, decorados con un caballo y estrella sobre la
grupa, motivo iconográfico tomado de los siclos de Asdrúbal, aunque con influencias
del estilo curvilíneo de la Tène final (Almagro et alii 1999: 161). En la ocultación de
Valeria está documentado un anillo con esta iconografía y los siclos de Asdrúbal de las
que tomarían el modelo (Almagro Basch y Almagro-Gorbea 1964: 1. 1,2 y 3; Raddatz
1969: 1. 81,8). En la ocultación de Driebes asimismo se encontró un medio shekel his-
pano cartaginés (San Valero 1946; Raddatz 1969: 222; Villaronga 1973: Clase XI-I-II-
B; Villaronga 1993; Otero 2002), datado entre los años 218 a 206 a.C., y por tanto, pos-
terior a la batalla del Tajo.
Es interesante, a nivel de constatar los contactos de Caraca con el ámbito medite-
rráneo desde fecha temprana, la presencia en el Cerro de la Virgen de la Muela de un
borde de campaniense A antigua (220-190/180 a.C.), sin barniz al interior y con un diá-
metro de 10 cm que hace pensar en una forma cerrada tipo guttus o lecitos (Gamo y
Azcárraga 2012: 139).
Por otra parte, en el tesoro argénteo de Armuña de Tajuña (Ripollès et alii 2009),
enclave no lejano de Driebes, había 4 monedas hispano-cartaginesas fragmentadas, un
trishekel y tres shekel.
A modo de resumen, en la tabla 1 se hace una comparativa de las diversas propues-
tas de ubicación de la batalla de Aníbal en el Tajo en el 220 a.C. de los diferentes auto-
res, frente a las evidencias o criterios que apoyan cada una de ellas, siendo nuestra pro-
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puesta de que la batalla se desarrollara en el entorno de Caraca, la que posee más indi-
cios a favor frente a las demás. Así, en relación con los datos de interés geográfico que
indican Livio y Polibio, la propuesta que tratamos está en la Carpetania, es una zona con
vados coherente con la descripción de las fuentes y además está en el camino prerro-
mano que conducía a Qart Hadasht.
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Tabla 1- Resumen de las propuestas de ubicación de la batalla del Tajo (220 a.C.).
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Emilio Gamo Pazos, et alii
Figura 7-Río Tajo visto desde el Cerro de la Virgen de la Muela (fotografía Emilio Gamo).
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Emilio Gamo Pazos, et alii
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Book
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The year 264 BC. Carthage and Rome began hostilities on the island of Sicily, a conflict they did not know at the time how long it would last or the consequences it would have for both civilisations. From that moment on, both Carthaginians and Romans were engaged in three wars that spanned more than a century and led to the end of Carthaginian imperialism and the beginning of the expansion of the Roman Republic beyond its natural boundaries (146 BC). This succession of conflicts was pivotal in the history of both Carthage and Rome, without the development of which it would be impossible to understand how Rome became the leading power that succeeded in making the Mediterranean its territory to the detriment of its opponent. The Punic Wars aims to analyse the problematic of its sources and background, and the development of the three main conflicts, their battles, and the political and social problems that befell both Carthage and Rome. Through its pages, the reader will find a documented and entertaining account where, in a simple way, he will be able to observe how these wars developed, what happened in the periods between them to lead to the next clash, the diplomatic relations between the two contenders, their armies or the political and social changes that took place.
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El objeto de este trabajo es presentar la posible ubicación del vado y del azud de Alarilla (Fuentidueña de Tajo, Madrid). Estas infraestructuras, de alto valor estratégico y territorial durante la Edad Media, se encuentran desaparecidas en las riberas del Tajo. Para ello, se han utilizado tanto fuentes históricas, como metodologías del ámbito de la geografía, la geomorfología de campo y laboratorio, y la geoarqueología. Esta multidisciplinariedad ha ayudado a obtener los respectivos emplazamientos con cierta precisión. La localización del vado y el azud nos ayuda a entender la vertebración de un territorio que ya ha sido profundamente transformado por el ser humano y el clima desde el siglo XI al XIV. Una vez localizados, procedimos a valorar su evolución hasta su desaparición.
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El objeto de este trabajo es presentar la posible ubicación del vado y del azud de Alarilla (Fuentidueña de Tajo, Madrid). Estas infraestructuras, de alto valor estratégico y territorial durante la Edad Media, se encuentran desaparecidas en las riberas del Tajo. Para ello, se han utilizado tanto fuentes históricas, como metodologías del ámbito de la geografía, la geomorfología de campo y laboratorio, y la geoarqueología. Esta multidisciplinariedad ha ayudado a obtener los respectivos emplazamientos con cierta precisión. La localización del vado y el azud nos ayuda a entender la vertebración de un territorio que ya ha sido profundamente transformado por el ser humano y el clima desde el siglo XI al XIV. Una vez localizados, procedimos a valorar su evolución hasta su desaparición.
Thesis
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La elaboración de este trabajo atiende a un objetivo: evaluar la posible existencia de una identidad étnica en la Carpetania partir de los conflictos d los ss. III-II a.C. Para ello, se hará una revisión de las diferentes posturas respecto a la cuestión de la etnicidad en la Carpetania relacionándolas con otros trabajos de la historiografía reciente y estudios realizados para otros ámbitos de la Península Ibérica o la Europa Céltica. A continuación, atenderemos a la aparente ausencia de armas en la Carpetania, uno de los puntos clave de la cuestión étnica al suponer un elemento diferenciador con los pueblos de su alrededor. Finalmente, se analizarán las fuentes literarias que describen los conflictos que tuvieron lugar en la Carpetania, desde la llegada de los cartagineses hasta el conflicto sertoriano. Tras ello, se expone una propuesta como modelo interpretativo de la etnicidad en este territorio.
Article
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The use of elephants for military purposes was, for centuries, one of the most important military arms of the armies in the Antiquity. Although, these could get to suppose so many advantages as drawbacks and, for this reason, they were since then denominated by the classic authors as “the common enemy”.
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Abstract This work presents a synthesis on the stratigraphy and geochronology of the Quaternary Period after the chronological updating ratified by the International Commission on Stratigraphy (ICS-IUGS) and the International Union for Quaternary Research (INQUA). We show the more recent (updated) stratigraphic, chronologic and paleoclimatic data regarding to the Iberian Peninsula, as well as the classical approaches and bibliography for these subjects. We offer a general view on the Prehistory in the framework of the more characteristic climatic episodes or events in the environs of the Iberian Peninsula during the upper Pleistocene, Holocene and Anthropocene. This synthesis wants to be a summarized guide of the Quaternary chronology for all those people working in the Quaternary Period without a proper scientific knowledge on the topic. Keywords: Quaternary, Pleistocene, Holocene, Anthropocene, Prehistory. Resumen Este trabajo presenta una síntesis de la estratigrafía y geocronología del Periodo Cuaternario tras la actualización cronoestratigráfica aprobada por la Comisión Internacional de Estratigrafía (ICS-IUGS) y la Unión Internacional para el Estudio del Cuaternario (INQUA). Se aportan los datos más recientes sobre estratigrafía, cronología y paleoclimatología de este periodo en la Península Ibérica, así como los esquemas o fuentes bibliográficas más clásicas. Se da una visión general de la Prehistoria enmarcándola dentro de los episodios o eventos climáticos más característicos del Pleistoceno final, Holoceno y Antropoceno. Esta síntesis pretende ser una guía resumida de la cronología cuaternaria para todos aquellos investigadores que, trabajando en el Periodo Cuaternario, no poseen una formación científica adecuada al respecto. Palabras clave: Cuaternario, Pleistoceno, Holoceno, Antropoceno, Prehistoria.
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En la localidad de Domingo Garc?a, Segovia, se presentaba hace m?s de cuatro d?cadas un conjunto de grabados rupestres al aire libre, los cuales abarcan diferentes ciclos crono-culturales: un claro periodo paleol?tico y un gran n?mero de representaciones postpaleol?ticas sin afiliaci?n y dataci?n clara, que han sido objeto de estudio con el objetivo de conocer su posible ubicaci?n cronol?gica, y por ende, su posible autor?a.
Article
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Archaeological research of the Roman-Republican military camps identified along the lower course of the Ebro river brings a new perspective of study of the beginnings of the Roman conquest in the Iberian Peninsula.La investigación arqueológica de los campamentos de campaña romano-republicanos localizados en el curso inferior del río Ebro permite una nueva perspectiva de estudio sobre los inicios de la conquista romana en la península ibérica.
Article
This work analyses the chronology of fluvial terrace sequences of the two most important fluvial basins from central Spain draining to the Atlantic Ocean (Upper Tagus and Duero drainage basins). Both basins evolved under similar Mediterranean climatic conditions throughout the Pleistocene and present comparable number of fluvial terraces (16–17) after excluding the higher terrace levels of the Tagus (T1–T5) entrenched in the Raña surface. These higher “rañizo terraces” was formed in response to fan-head trenching in this high alluvial piedmont (+220 m) and therefore not properly controlled by Quaternary fluvial downcutting. The study accomplishes the implementation of multiple regression analyses for terrace height-age relationships. To transform relative terrace heights above the present river thalwegs (i.e. +100 m) in numerical ages a “height-age transference function” has been developed on the basis of preliminary statistical geochronological approaches proposed for Central Spain. The resultant height-age transference function gather 73 published geochronological data for terrace sequences, featuring a 3rd Order Polynomial Function (R2 0.90). This function describes the overall trend of valley downcutting for the last c. 2.3 Ma in Central Spain and is used to assign numerical ages to terrace levels at different relative elevation.
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En este artículo se presentan varias propuestas de carácter arquitectónico y escultórico relativas al edificio turriforme de Pozo Moro (Chinchilla de Montearagón, Albacete). Para ello se hace una revisión, desde una nueva perspectiva, de ambos aspectos. El resultado es una propuesta de recorrido lineal en torno a la sepultura, directamente relacionado con una secuencia de lectura de su programa iconográfico y de los restantes elementos escultóricos presentes en la construcción.In this article are introduced several architectonic and sculptoric proposal related to the Turriform building from Pozo Moro (Chinchilla de Montearagón, Albacete, Spain). For this it is necessary to make a review, from a new outlook, of both aspects. The result is a proposal of course around the interment, directly related to a reading sequence of its iconographic program and the sculptoric elements of the building.
La lucha contra la quimera. La memoria del combate contra el mal en el Sureste ibérico
  • J García Cardiel
GARCÍA CARDIEL, J., 2014: "La lucha contra la quimera. La memoria del combate contra el mal en el Sureste ibérico", SMSR, 80: 615-642.