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Resenha a José Luis Durán, Sergio Torres, Guillermo Blanco. Diccionario práctico de sinónimos, antónimos e parónimos. Santiago: Zig-zag (2012)

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Los diccionarios de sinónimos son de larga tradición en la lexicografía hispánica,
así como en tantas otras tradiciones. En el caso especíco que nos preocupa en esta
oportunidad, el Diccionario de sinónimos, antónimos y parónimos (DSAP (2012) deja
de maniesto que su objetivo es auxiliar en la resolución de tareas lingüísticas en
el proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua materna, según consta en una
breve nota de prólogo (p.7).
En lo que se reere a su condición de instrumento auxiliar en la enseñanza de la
lengua, en el DSAP (2012) se arma que la denición macroestr uctural cuantitativa
(esto es, con qué criterios numéricos se seleccionó las unidades léxicas componen
el universo léxico lematizado) está basada en una doble vertiente diamésica. Por
un lado, un registro escrito proveniente de “textos de estudio vigentes tanto
de [sc. educación] básica como de media” y, por el otro, se consideró también el
“empleo oral” de la lengua. Desde el punto de vista de su representatividad, se
arma también que la selección se hizo siguiendo el criterio de frecuencia. Estas
coordenadas básicas constituyen un padrón por el cual el DSAP (2012) será
evaluado. Estas mismas coordenadas ayudarán también a evaluar su eciencia
como instrumento de auxilio en la enseñanza de la lengua materna.
Felix Valentín Bugueño
Universidade Federal do Rio Grande do Sul
Brazil
felixv@uol.com.br
José Luis Durán, Sergio Torres, Guillermo Blanco
(2012). Diccionario práctico de sinónimos, antónimos y
parónimos. Santiago: ZIg-Zag, 348 p.
Reseña
http://revistas.userena.cl/index.php/logos/index
Issn Impreso: 0716- 7520
Issn Electrónico: 0719-3262
Este trabajo se encuentra bajo la licencia Creative Commons Attribution 3.0.
Citación: Bugueño, F. (2016). José Luis Durán, Sergio Torres, Guillermo Blanco (2012). Diccionario
práctico de sinónimos, antónimos y parónimos. Santiago: Zig-Zag, 348 páginas. Logos: Revista de
Lingüística, Filosofía y Literatura 26 (2), 286-290.
Dirección Postal: Rua Sao Manoel 1430, casa 2, bairro Santana, 90620-110 Porto Alegre (RS), Brasil
DOI: dx.doi.org/10.15443/RL26022
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Los diccionarios de sinónimos son de larga tradición en la lexicografía hispánica, así como
en tantas otras tradiciones. En el caso especíco que nos preocupa en esta oportunidad, el
Diccionario de sinónimos, antónimos y parónimos (DSAP, 2012) deja de maniesto que su objetivo
es auxiliar en la resolución de tareas lingüísticas en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la
lengua materna, según consta en una breve nota de prólogo (p.7).
En lo que se reere a su condición de instrumento auxiliar en la enseñanza de la lengua, en el
DSAP (2012) se arma que la denición macroestructural cuantitativa (esto es, con qué criterios
numéricos se seleccionó las unidades léxicas componen el universo léxico lematizado) está
basada en una doble vertiente diamésica. Por un lado, un registro escrito proveniente de “textos
de estudio vigentes tanto de [sc. educación] básica como de media” y, por el otro, se consideró
también el “empleo oral” de la lengua. Desde el punto de vista de su representatividad, se arma
también que la selección se hizo siguiendo el criterio de frecuencia. Estas coordenadas básicas
constituyen un padrón por el cual el DSAP (2012) será evaluado. Estas mismas coordenadas
ayudarán también a evaluar su eciencia como instrumento de auxilio en la enseñanza de la
lengua materna.
En la misma nota introductoria, que no debe confundirse con un Front Matter, se menciona
también que existen ordenaciones macroestructurales secundarias, todas con la nalidad de
“[sc. ayudar a] preparar la Prueba de Selección Universitaria”, y entre las cuales se destaca un
vocabulario fundamental para la prueba y un pequeño glosario de términos ling üístico-literarios.
Forma también parte introductoria del DSAP (2012) un índice de abreviaturas extenso (páginas
9 - 12). En función del público al que el diccionario parece querer atender, llama la atención
la extensión del mismo, si se consideran imputaciones tales como “Amér. Central”, “Amér.
Meridional”, And[alucía]”, “Ant[illas]”, “Arg[entina]”, “C.Rica”, Méj [sic! México], Sto. Domingo,
Eur[opa] C[entral]”, etc. En primer lugar, cabe señalar que la variación diatópica no suele ser
objeto de tópico de contenido en la educación nacional. En segundo lugar, y aún prescindiendo
de un objetivo didáctico-pedagógico imputado al diccionario, el propio criterio de marcación
conlleva necesariamente a su cuestionamiento, pues falta la marca para el español de Chile.
Podría suponerse que la denición macroestructural cualitativa asume que la variedad léxica
de Chile corresponde al miembro no marcado frente a todas las demás variedades léxicas, las
marcadas como “Arg.”, “C. Rica”, etc. No hay, sin embargo, ninguna información que permita
dilucidar la cuestión. En este mismo ámbito, cabe preguntarse también sobre la marca “Eur[opa]
C[entral]”. La inclusión de esta marca es desconcertante, ya que no hay cómo imaginarse que
en esa región pueda haber núcleos de lengua española. Se podría conjeturar que esa precisión
geográca sería un recurso para marcar los préstamos al español de lenguas habladas en ese
espacio geográco, pero ni el inglés ni el alemán aparecen en la lista, de modo que no hay cómo
comprender la razón de esta marcación diatópica. La revisión de la lista de abreviaturas induce a
cuestionarse también sobre la armación hecha respecto al empleo del criterio de frecuencia. No
existe a priori, evidentemente, una correlación inversa entre diatopía y frecuencia. Sin embargo,
si el objetivo del DSAP (2012) es ofrecer un conjunto de datos léxicos de alta representatividad
en el español, cabe preguntarse en qué medida unidades marcadas diatópicamente como
“colombianismos”, “andalucismos”, “paraguayismos”, etc. formarían parte del grupo de
unidades léxicas de alta representatividad del español.
Una última observación más referente a las abreviaturas. Ofrece duda a la interpretación la
abreviatura “intr.tr.”, cuya explicitación es la siguiente: ”verbo intransitivo que se usa también
como transitivo” (página 10). Realmente faltan elementos de juicio para comprender el alcance
de una información así.
En lo tocante a la selección lemática cuantitativa, una revisión de intervalos lemáticos de las
letras A, M y S permite cuestionarse nuevamente el propósito que DSAP (2012) arma perseguir.
Junto con abacorar, (imputado como americanismo) aparecen lemas tales como abad, abadesa,
abarraganarse, ablandahigos, abofarse, abrasadamente, abreboca, abrotoñar, aciago, acicalar,
acoquinar, acuciar, acholar, macana, magín, majo, maharajá, maledicencia, malquistar, mancilla,
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Artículo de Investigación
manirroto, mascullar, mayoral, mecanografía, mestofélico, meliuo, membrudo, memo, menester,
mentecato, mentís, mico, migraña, misántropo, mixticación, mocho, mohín, morriña, sandunga,
saya, serrallo, son y sunco. Al cotejarse esta lista con el Corpus de Referencia del Español Actual –
CREA (disponible en http://corpus.rae.es/creanet.html), se constata que hay casos de unidades
léxicas sin ninguna documentación (abarraganarse, ablandahigos, abofarse, acholar, sunco);
en otros casos, las documentaciones son escasas o pocas (como abreboca, acoquinar, acuciar,
malquistar), o no hay cómo no marcarlas como palabras en desuso (mecanografía), de modo que
cuesta creer en el criterio de la frecuencia al que se alude en la página 7.
En lo tocante a la denición macroestructural cualitativa, esto es, qué tipos de unidades se
lematizan, cabe destacar que el DSAP (2012) opta por una solución homonímica, esto es,
reúne bajo lemas diferentes formas fonológico- y/o ortográcamente idénticas, pero de origen
etimológico diferente. Ejemplos de ello son balde m “Cubo (…), balde (de) loc.adv. (…), balde (en)
loc.adv (…); bronca f. (…), bronco, ca adj (…). Sin embargo, se detectó casos en que se actuó de
manera inversa, esto es se adoptó una solución polisémica, reuniéndose bajo un mismo lema
colisiones homonímicas que presentan bases etimológicas diferentes, como ltro, golfo, llama,
mi, mango y vela. Sobre este particular cabe hacer dos observaciones. En primer lugar, hay que
reconocer que prácticamente ningún diccionario es completamente coherente al momento
de adoptar una solución de lematización (con la rara excepción del Diccionario de la Lengua
Española de la RAE (en sus diversas ediciones)). En segundo lugar, la inconsistencia en esta
materia le resta mérito al DSAP (2012), sin embargo, porque uno de sus objetivos es destacar las
paronimias. Por esa razón, habría sido útil para el usuario si se hubiera adoptado rigurosamente
una solución homonímica. Un segundo aspecto que merece ser destacado es cierta abertura para
la variación ortográca, como la doble lematización, como, por ejemplo, chófer o chofer m (…),
mariguana o marihuana f (…), misil o sil m (…), nómada o nómade, pasamano o pasamanos, yapa
o llapa. Sobre estos casos de variantes cabe señalar que cuando la lematización es doble (unida
por una conjunción o adverbio) es práctica lexicográca que la forma de más prestigio (forma
type) anteceda a la forma de menos prestigio (forma token). Al analizar los casos transcritos ad
supra y siguiendo la doctrina de la Real Academia Española se constata que la forma preferencial
es chofer y no chófer; lo mismo acontece con marihuana, que es preferencial a mariguana. En
relación a misil, la forma *mísil no pudo ser documentada. En lo tocante a pasamano y pasamanos,
así como a yapa o llapa se puede armar que las formas pasamanos y llapa son variantes de
pasamano y yapa sólo en algunas acepciones.
Sin lugar a dudas que la microestructura es el ámbito que concita mayor atención en un
diccionario de sinónimos. En relación a este componente canónico, el DSAP (2012) presenta
un Programa Constante de Informaciones (pci) extremadamente simple. Recordamos que el pci
es el conjunto de todos los segmentos informativos denidos para la microestructura de una
obra lexicográca. El siguiente artículo léxico permite una clara ilustración de esta armación:
correr intr. Huir, escapar: corre que ahí vienen. 2. Deslizarse, resbalar: corrí la mesa. 3. Transcurrir,
pasar: correr los años 4. ref. Avergonzarse: se corrió con tanta gente. 5.intr.tr. Circular, propalarse,
difundirse: corrió un feo rumor”. En lo que se reere al comentario de forma, y considerando
que los diccionarios de sinónimos poseen un claro énfasis en relación al signicado, este
es extremadamente sucinto: hay, en primer lugar, un segmento informativo referente a la
ortografía incorporado al signo lema (ver las observaciones referentes a la lematización doble
ad supra). A este segmento le sigue otro referente al comportamiento sintáctico del verbo, que
ofrece la distinción entre “tr.” (transitivo), “intr.” (intransitivo) y “ref.” (reexivo). Además, para
algunas acepciones se ofrecen ejemplos ad hoc. El último segmento informativo del comentario
de forma es la indicación de paronimia.
En lo tocante al comentario semántico, el segmento informativo central es la indicación de
sinónimos, evidentemente. Un aspecto central en esta clase de obras es que las series sinonímicas
ofrecidas correspondan a la modalidad de sinonimia discriminativa. Lamentablemente, este no
es el caso, ya que el DSAP (2012) es un exponente más de la opción (indeseable) de la sinonimia
acumulativa. Hay que reconocer, sin embargo, que en la tradición lexicográca sinonímica
hispánica, no son abundantes todavía los diccionarios que optan por dotar a cada opción
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sinonímica de un distinguidor que le permita al usuario establecer en qué condiciones el lema,
represesentamen de un Leseart, puede ser substituido por una designación análoga en el plano
del contenido. Sirvan de ejemplo los siguientes artículos léxicos: S.v. haragán, se ofrece la opción
sinonímica “gandul”, que diafásico-diastráticamente no se puede substituir por el signo-lema
sin que se le informe al usuario sobre sus particularidades estilísticas (el mismo fenómeno se
observa s.v. jugarreta y pocilga); s.v. hermoso, se ofrece la opción “guapo”, que sólo es aplicable a
seres humanos, no así hermoso (“una muchacha hermosa” / ”una muchacha guapa”; “un paisaje
hermoso” / *”un paisaje guapo”); s.v. instantáneo, acontece un fenómeno idéntico al ejemplo
anterior: la opción sinonímica “fugaz” no es completamente permutable por instantáneo (“una
respuesta instantánea” / *“una respuesta fugaz”); s.v. pornográco, por otro lado, no hay cómo
establecer una relación de convergencia semántica con la opción sinonímica “deshonesto”. Es
necesario reconocer, no obstante, que fueron detectados casos en que algunas de las opciones
sinonímicas aparecen dotadas con alguna clase de distinguidor. Así, por ejemplo, s.v. intérprete,
junto al sinónimo “comentarista” (que no es completamente intercambiable por el signo-lema),
se ofrece la opción “exégeta”, dotada del distinguidor “(de las Sagradas Escritura)”; s.v. ñandú, a
la opción substituidora “avestruz” sigue “(de América)”, así como a la opción “suri”, para la que
se emplea como mecanismo distinguidor las imputaciones diatópicas “Arg[entina]” y “Bol[ivia]”.
Lamentablemente, los casos anteriormente mencionados constituyen la excepción a la regla
observada en el DSAP (2012).
Como es de práctica en muchos diccionarios de esta clase (aunque no en todos), el DSAP (2012)
reserva un segmento informativo para la antonimia. En forma análoga a lo observado en el
ámbito de las opciones sinonímicas, hay casos en que se nota un claro acierto en la opción
antonímica ofrecida (se tomó la letra C como referencia), tal como s.v. calma, camarada, candidiez,
capacidad, cautivo, ceder, celo, chancho, ciencia, cierto, complejo, consumar, convicción, cordialidad,
cúspide, etc. En otros casos, como s.v. caballerosidad, cadencia, carecer, caricia, caudal, complicar,
contiguo, contingencia, etc. no hay cómo comprender qué criterio habrá guiado la elección de los
antónimos propuestos. Es pertinente, sin embargo, considerar por lo menos dos factores que
determinan el acierto (o no) en el momento de presentar opciones antonímicas. En primer lugar,
se sabe hoy que la antonimia no corresponde léxico-semánticamente a una relación privativa
y, por ende, binaria, sino que, empleando un símil geométrico, las relaciones antonímicas
se pueden representar mejor como relaciones poliédricas, ya que pueden ser graduales, de
incompatibilidad, de relación complementaria o de relación conversa. En segundo lugar, y
aunque se pudiera establecer con alguna precisión a qué tipo de relación dentro de un poliedro
un par léxico pudiera corresponder, la explicitación de esta relación necesita urgentemente
también de distinguidores semánticos (al igual que la sinonimia) para que el usuario pueda
comprender bajo qué condiciones una unidad léxica está en una relación de oposición semántica
en relación a otra. No obstante, la propia complejidad del tema recomienda mesura a la hora de
emitir un juicio sobre la calidad de las informaciones ofrecidas por el DSAP (2012) en relación
a este tema. Considerando que el destinatario preferencial del diccionario es el público escolar,
una presencia más discreta de esta clase de informaciones habría sido tal vez la opción más
adecuada.
Parte del espectro de informaciones que el diccionario ofrece está reservada a los parónimos.
Algunos ejemplos son: s.v. callo “(…) Par. homóf.: callo: del verbo intr. callar”; s.v. carpa “(…)
Par. homón. Carpa: pez”; s.v. hasta “(…) Par. homóf. Asta”; s.v. mi “(…) Par. hómon. Mi: nota
musical”. Si bien es cierto que estas colisiones homonímicas acontecen en un mismo estado
de lengua, es pertinente reexionar en qué medida estos fenómenos afectan, de facto, un acto
de comunicación, sea en la perspectiva de recepción, sea en la perspectiva de producción. No
estamos negando su condición de hecho de norma, sino que simplemente cuestionándonos su
real utilidad para el usuario escolar, que parece ser el destinatario prioritario del diccionario,
como se ha mencionado ya.
El DSAP (2012) cuenta con una macroestructura secundaria que contiene un “vocabulario
fundamental para la Prueba de Selección Universitaria (PSU)”. La palabra fundamental puede ser
entendida con dos signicaciones. Fundamental puede signicar “básico”, o fundamental puede
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signicar “representativo del vocabulario por el cual se pregunta o se usa en la PSU”. En ambos
casos, la frecuencia es el facto discriminador: esto es, la frecuencia representativa en relación
al conjunto léxico total del español, o la frecuencia representativa en relación al conjunto léxico
que acostumbra gurar en la Prueba de Selección Universitaria. Para el análisis se escogieron las
letras A, B, C y D procurando primeramente aquellas palabras que no parecieran estadísticamente
representativas. Se realizó un cotejo doble con el Corpus de Referencia del Español Actual /
CREA (disponible en: http://corpus.rae.es/ creanet. html), para saber el número de ocurrencias
para todas las palabras escogidas. La lista es la siguiente: acérrimo (139), acicate (267), adefesio
(107), albor (29), albur (126), arriscar (0), avezado (137), azuzar (50), bajel (28), baldón (60),
bído (13), birlar (0), budo (50), carcaj (22), carrillón (11), caterva (80), cáustico (114), cimitarra
(30), cinético (78), cogollo (119), componenda (116), constreñir (34), contubernio (136), convulso
(131), crespón (51), deambular (280), descuajar (3), desvaído (94), detritus (115), diezmar (26),
dolo (139) y dosel (158). En un segundo momento se procuraron palabras frecuentes en el
español, tales como activo (3970), bajo (50692) y defender (6009). Como puede constatarse
fácilmente, la diferencia es apreciable. Esto prueba que parece no haber un criterio ni siquiera
mínimo para la elaboración de la lista, de modo que el calicativo fundamental con el que se la
rotula no se respalda con la evidencia encontrada. Incluso, si se entendiera por fundamental
un registro léxico que fuera recurrente en el instrumento de evaluación de competencia en
el lenguaje (PSU), todavía así no habría cómo explicar unidades tales como arriscar, birlar o
descuajar, para las cuales o no se encontró evidencia, o la existente no alcanza a una decena.
Además, si la PSU persigue evaluar la competencia en el uso de la lengua que in individuo tiene,
cabe preguntarse qué poder discriminador tendrían palabras tales como carcaj o cimitarra.
A este tipo de unidades, que obedecen “a cosas de la realidad que ya no está presentes”, un
lexicógrafo brasileño las ha llamado, muy certeramente, de arquelogía lingüística, ya que remiten
a realidades “ya enterradas”, para completar el símil.
Dada la extensión limitada de toda reseña, se prescinde de evaluar los apéndices n°2, un
vocabulario básico de biología y física, y n°3, referente a conectores, guras literarias, poemas
de disposición gráca y tipos de poemas líricos.
Al momento de realizar una síntesis general del DSAP (2012), la propia experiencia en el área
de la lexicografía torna necesario aclarar que el tono crítico de esta reseña no tiene otro objetivo
que instar a los autores del diccionario a mejorarlo. Toda obra lexicográca es un instrumento
heurístico y es fundamental revisarlo y repensarlo. Sólo de esta forma se puede asegurar que
cumpla su objetivo último, que no es otro que ayudar a un uso eciente de la lengua, sea por
razones de enseñanza-aprendizaje, sea por razones laborales o sea por estrictas razones de
optimizar la interacción verbal del día día.
En general, el DSAP (2012) padece de los problemas de muchas obras similares. No se advierte
que en su concepción y diseño se haya tomado en cuenta los avances tanto de la lexicología
como de la lexicografía. Por un lado, ya es consenso que tanto la sinonimia como la antonimia
constituyen fenómenos léxico-semánticos que, en la mayoría de los casos, no se pueden explicitar
en términos de relaciones privativas o equipolentes. En el caso especíco de la sinonimia (y de la
antonimia también, por cierto), su elucidación no se restringe sólo a la dimensión intensional,
sino que es fundamental considerar este fenómeno en el marco de un modelo diasistémico
del lenguaje. En el ámbito de la lexicografía, la consecuencia de lo anteriormente expuesto
se debería traducir en el uso masivo de distinguidores semánticos que guíen al usuario en el
momento de tener que escoger una opción sinonímica o antonímica. El DSAP (2012) ejecuta
esta operación sólo esporádicamente. Para una futura edición, se trata pues, de tornar esta
práctica una constante.
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