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Jeffrey Sachs (2014). La era del desarrollo sostenible

Authors:
en lA sendA del desArrollo
sostenIble: un debAte Inconcluso
La era del desarrollo sostenible es la más reciente
obra publicada por el reconocido economista
Jeffrey Sachs. Este libro resalta la importancia
que los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ods)1 tienen para mejorar el bienestar de los
individuos, en especial de aquellos que aún
hoy siguen viviendo en extrema pobreza.
Para el ex-Secretario General de la onu,
Ban Ki-Moon, quien escribe el preámbulo del
libro de Sachs, los ods representan “el gran reto
de nuestra época” (p. 13). Si bien el término
“desarrollo sostenible2 no es nuevo, su for-
mulación y la manera de abordarlo de forma
transversal, a escala global e involucrando a
distintos actores, sí lo es.
Con el objeto de hacerle entender al lec-
tor la urgencia de alcanzar esta tan ambiciosa
agenda, Sachs hace un recorrido histórico del
desarrollo económico desde la Revolución In-
dustrial hasta nuestros días, analizando de esta
forma el origen de las desigualdades. Dicho
análisis pretende ayudar a entender por qué
estas se han perpetuado y acrecentado en las
últimas décadas.
Sachs propone alternativas para que los
Estados puedan cumplir con este compromiso
planetario a través de lo que llama una buena
gobernanza, sostenida bajo los principios de
responsabilidad, transparencia y participación
Jeffrey Sachs (2014).
La era del desarrollo sostenible.
Bogotá: Planeta.
Paula Ruiz*
* Doctoranda en Estudios Políticos. Docente-Investigadora, Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Interna-
cionales, Universidad Externado de Colombia. [paula.ruiz@uexternado.edu.co].
1 Los ods fueron aprobados por la Asamblea General de Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015, constan de
17 objetivos y 169 indicadores que deberán ser alcanzados para 2030, razón por la cual también se les conoce como
Agenda 2030. Mayor información disponible en: http://www.un.org/sustainabledevelopment/sustainable-develop-
ment-goals/
Para citar esta reseña:
Ruiz, P. (2017). Jeffrey Sachs (2014). La era del desarrollo sostenible. Bogotá: Planeta, oasis, 26, 159-164.
doi: https://doi.org/10.18601/16577558.n26.11
2 Para efectos de su análisis J. Sachs incorporó la definición de desarrollo sostenible adoptada por la Comisión Brundt-
land en 1987, que señala que el “Desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer
la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias” (Brundtland, citado por Sachs, p. 21).
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(p. 584) que precisa del liderazgo de la Orga-
nización de Naciones Unidas (onu).
De manera optimista, Sachs señala la im-
portancia de construir, o al menos debatir, so-
bre nuevas formas de gobernanza global3, cuyos
procesos de negociación permitan encontrar
soluciones colectivas a los problemas que se
presentan en distintos ámbitos, como los de
la educación, la salud, el medio ambiente, la
justicia, el desarrollo económico y tecnológico,
etc. (Mayntz, 2002). Su propuesta se encamina
a responder a la pregunta: ¿cómo lograr pro-
mover el crecimiento económico socialmente
inclusivo y ambientalmente sostenible?
De ahí que gran parte de su análisis y
propuestas giren alrededor de debates propios
de la cooperación internacional al desarrollo
(cid) tales como: la eficacia de la ayuda oficial
al desarrollo (aod); la lucha contra la pobreza
y la desigualdad (en todas sus formas), y hoy
en día, sobre cómo alcanzar de manera colec-
tiva los ods en los próximos quince años. Al
hacer referencia a lo colectivo, el autor enfatiza
que una buena gobernanza “no se limita a los
gobiernos” (p. 20).
Parte de la respuesta a la pregunta plan-
teada por Sachs tiene estrecha relación con la
ya mencionada idea de incorporar una buena
gobernanza, un instrumento que “desempeñará
un papel crucial en el eventual éxito o fracaso
de los ods” (p. 584), entendiéndola como:
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Con lo anterior, el autor reconoce el rol y la
implicación que actores distintos a los Estados
deberán tener dentro del proceso de imple-
mentación y ejecución de los ods.
lAs dIstIntAs cArAs del debAte
La era del desarrollo sostenible responde a una
creciente preocupación tanto académica co-
mo política por comprender los orígenes de la
desigualdad, en primera instancia económica,
para luego incorporar otros elementos como
el social, ambiental, cultural, de género, entre
otros, y cómo combatirla.
Obras como El gran escape: salud, riqueza
y los orígenes de la desigualdad (2015) de Angus
Deaton; El capital del siglo xxi (2014) de Tho-
mas Piketty; o Por qué fracasan los países (2012)
de Daron Acemoglu y James Robinson, son
solo algunas muestras de investigaciones y aná-
lisis académicos recientes que buscan explicar
alrededor de distintas hipótesis las causas de las
desigualdades del siglo xxi. Aunque sus análisis
resultan ser algo disímiles, concuerdan en afir-
mar que las causas son múltiples y, por tanto,
sus soluciones deben enmarcarse en el contexto
3 Interesante dentro del análisis que aborda Sachs incluir la definición de la socióloga alemana Renate Mayntz: “La
gobernanza global es dictada no solo por intereses nacionales directos, sino también por un nuevo sentido de com-
promiso colectivo y de responsabilidad colectiva en torno a los acontecimientos globales” (2002, p. 4).
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y en las realidades de cada país. Lo que explica
que cada acción política y económica que los
Estados emprendan para disminuir las brechas
al interior de sus sociedades sean diferenciadas
y como respuesta a unos “diagnósticos” únicos.
Y aunque Sachs concuerda con esta visión,
centra más su análisis alrededor del componen-
te institucional, dado que es al interior de las
instituciones internacionales desde donde se
deben continuar promoviendo acciones diri-
gidas a impulsar un “crecimiento económico
socialmente inclusivo y ambientalmente sos-
tenible” (p. 20).
Esta obra tiene un marcado sesgo insti-
tucional que pone en evidencia la experiencia
de Sachs dentro del sistema de las Naciones
Unidas. Como asesor especial de los exsecre-
tarios generales de la onu, Koffi Annan y Ban
Ki-moon, participó activamente en la formu-
lación de los lineamientos de las agendas para
el desarrollo (odm4 y ods), lo que explica el
interés del autor por defender la postura de que
la agenda 2030 sea liderada por las Naciones
Unidas como centro en el que pueden llegar
a converger distintos actores, y como máximo
foro de debate y deliberación.
Reconocer la importancia de las institu-
ciones internacionales, en este caso la onu,
para alcanzar los ods, es sustentado por el alto
grado de interdependencia que existe entre los
Estados (Sterling-Folker, 2010). Este análisis
de Sachs puede enmarcarse desde una mirada
neoliberal en la cual la cooperación internacio-
nal, a través de las instituciones internaciona-
les, se establece como el mecanismo adecuado
para combatir las amenazas conjuntas a las
que se enfrentan los diversos actores, las cuales
sustentan la necesidad de alcanzar cada uno
de los ods.
Frente a lo anterior, se evidencia la im-
portancia que Sachs le da a la onu, y si bien
esta juega un rol fundamental, la visión de
Acemoglu y Robinson (2012) podría ser la que
más se asemeje a la realidad sobre el funciona-
miento de este organismo; la intervención de
las instituciones internacionales no ha resultado
ser eficaz, entre muchas otras razones, porque
la gran mayoría de países de ingresos medios
(que representan 4.900 millones de personas)5
no cuentan con instituciones inclusivas capaces
de transformar sus sistemas económicos, de
incorporar sistemas tecnológicos que promue-
van el progreso y amenacen el statu quo de las
élites políticas o de los grupos económicos que
manejan tanto la economía como la política
en los llamados países de renta media, como
es el caso de la mayoría de países de la región
latinoamericana.
Este libro da espacio a otro tipo de re-
flexiones como, por ejemplo, el hecho de plan-
tearse que la idea alrededor de alcanzar los ods
no es otra que pretender que los individuos
tengan la plena libertad de escoger su sistema
de desarrollo, favoreciendo la implementación
4 Sigla con la que se conoce la Agenda del Milenio, que estableció los ocho objetivos de desarrollo del milenio que
habían sido aprobados en septiembre del 2000.
5 Según Sachs, son 103 países los que se encuentran dentro de la clasificación de países de renta media; esta clasi-
ficación se hace de acuerdo con la medición del crecimiento económico de los países medido en términos del pib per
cápita, lo cual ha sido objeto de profundos debates alrededor de la eficacia de la cid.
Paula Ruiz
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de sistemas políticos y económicos de los países
desarrollados, o simplemente que a través de
los ods se busque fortalecer la idea de merca-
dos globales, en los que sin restarle poder ni
riquezas a las grandes empresas, estas se com-
prometan a generar progreso de tal forma que
sean ambientalmente sostenibles.
Frente a esta segunda idea, una alternativa
planteada tanto por Sachs como por Acemoglu
y Robinson (2012), es que los gobiernos in-
viertan en el desarrollo de tecnologías, ello
obligaría a todos los países a gestionar mayores
recursos en ciencia y tecnología. Estas inver-
siones, tal como lo plantea Schumpeter, citado
por Acemoglu y Robinson (2012, p. 107), de-
ben propender por una “destrucción creativa”,
la cual conlleve a la innovación en la que se
sustituya lo viejo por lo nuevo (107). Es decir,
que se fortalezcan las instituciones económicas
inclusivas para promover el progreso a través
de la tecnología y de la educación (Acemoglu
y Robinson, 2012, p. 99).
Hasta este punto se han planteado dos
debates: el primero de ellos gira alrededor de la
importancia de las instituciones internaciona-
les para hacerle frente a los ods y poder alcan-
zarlos; el segundo, frente al verdadero interés
tras los ods sobre cómo lograr el bienestar de
los individuos. En tercer lugar, podría sugerirse
otro debate que gire entorno a la eficacia de la
cid como instrumento para apoyar a las países
pobres, en especial a través de su modalidad
más común que es la aod. Un debate que ha
sido abordado por más de treinta años y al
cual resultaría interesante aproximarse desde
distintas miradas, unas que aboguen por el fin
de la intervención a través de la cid y otras que
simplemente pretendan continuar justificando
la existencia y necesidad de la ayuda.
Angus Deaton, por ejemplo, parte de
preguntarse cómo ayudar a los países que se
han quedado atrás, es decir a los que no han
alcanzado mayores niveles de desarrollo econó-
mico y social. Para este autor, la ayuda es sim-
plemente una ilusión, “lejos de ser una receta
para eliminar la pobreza, la ilusión de la ayuda
es en realidad un obstáculo para mejorar la vida
de los pobres” (2015, p. 300) y la respuesta a
su pregunta inicial está en continuar incenti-
vando el crecimiento económico, pues es esté
“el mejor remedio contra la pobreza” (p. 303).
Una visión realista que asegura que la
verdadera responsabilidad de los países desa-
rrollados frente al problema de pobreza y des-
igualdad es dejar de intervenir y permitir que
cada Estado se apropie de sus propios procesos
de desarrollo sin seguir dando más ayuda (Dea-
ton, 2015, p. 346). Contrario a lo que afirma
Sachs, pues para este el problema actual de la
ayuda que se brinda es que no resulta suficiente
para la cantidad de desafíos a los que se deben
enfrentar los países más pobres a fin de alcanzar
mejores estándares económicos y garantizar un
mejor nivel de vida a su población.
Frente a este último debate, cabe mencio-
nar que la preocupación sobre su eficacia ha
llevado a la realización de diversos encuentros
que han buscado establecer desde directrices
más claras, hasta modalidades alternativas
que complementen los esfuerzos de los países
donantes. Una visión que busca que los países
en desarrollo se apropien de su progreso y es-
tablezcan políticas adecuadas que favorezcan
la inclusión. Porque tal vez parte de la solución
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esté en comprender que “la ayuda exterior no
es un medio muy efectivo de abordar el fracaso
de los países del mundo hoy en día. Todo lo
contrario. Los países necesitan instituciones
políticas y económicas inclusivas para romper
el ciclo de la pobreza” (Acemoglu y Robinson,
2012, p. 529).
reflexIones A mAnerA
de conclusIones
Tal como lo plantea Sachs, los Objetivos de
Desarrollo del Milenio que habían sido apro-
bados en el año 2000, y que culminaron en el
2015, alcanzaron algunos logros en especial en
el campo de la salud. No obstante, en algunos
países del sur de Asia y de África tropical no se
lograron significativos avances en otros ámbi-
tos (p. 145). Hoy en día, en el planeta habitan
cerca de 7.200 millones de personas que com-
parten un espacio, que según lo plantea Sachs,
empieza a llegar a sus límites, unos límites que
pueden ser reversibles en la medida que tanto
actores públicos como privados tomen mayo-
res acciones, lo que comúnmente se denomina
voluntad política.
Por otro lado, también es indispensable
contar con mayores mecanismos de segui-
miento y control, así como de recolección de
datos para conocer el verdadero estado de los
problemas y de sus avances. Mientras tanto,
las reflexiones académicas continuarán girando
alrededor de cómo combatir de forma colectiva
las desigualdades y, por ende, la pobreza.
Tal vez la mirada de Acemoglu y Robin-
son, que explica que los países fracasan por la
presencia de instituciones extractivas que im-
piden el crecimiento económico, sea la que
mejor permitiría entender por qué el camino
del desarrollo sostenible se ve lejano y borroso
para miles de pueblos inmersos en círculos de
pobreza. En pocas palabras, “el desarrollo y la
prosperidad económicos están asociados con
instituciones económicas y políticas inclusivas,
mientras que las instituciones extractivas nor-
malmente conducen al estancamiento y la po-
breza7 (Acemoglu y Robinson, 2012, p. 115).
Tras leer La era del desarrollo sostenible, el
lector queda con la sensación de que Sachs bus-
ca justificar la existencia de unos objetivos que
él mismo ayudó a diseñar. El éxito de los ods,
en últimas, dependerá de una suma de factores
tales como la voluntad política de todos los
países, la disposición de las grandes empresas
en asumir su rol como responsables de algunas
de las externalidades negativas producidas por
su expansión, y, finalmente, que la onu sea
capaz de ejercer un verdadero liderazgo, para
lo cual deberá continuar fortaleciendo todo el
sistema de las Naciones Unidas creando mejo-
res mecanismos de integración y negociación
con actores de la sociedad civil.
7 Instituciones inclusivas son aquellas que fomentan la actividad económica, la productividad, garantizan la pro-
tección de los derechos de propiedad privada, servicios públicos de calidad, infraestructuras modernas y regulación.
Países con mercados inclusivos e instituciones pluralistas. Por el contrario, las instituciones extractivas serían aquellas
que concentran el poder en unas élites políticas o económicas que benefician a unos pocos ciudadanos por encima del
común, que extraen las riquezas de sus tierras para sus propios intereses y, por tanto, tienen altos índices de corrupción
(Acemoglu, Robinson, 2012).
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Tal como se mencionó, Sachs plantea
algunas propuestas sobre cómo deberán abor-
darse los ods para su eficaz cumplimiento,
lo cual deja amplios espacios para el debate.
Preguntas como ¿hasta qué punto los ods son
realmente un contrato social que involucra a
distintos actores en una verdadera gobernanza
global?, ¿es realmente su objetivo el de velar
por la libertad de los individuos?, una libertad
entendida como la capacidad de los individuos
de forjar su destino y de tomar las decisiones
que mejoren su vida en un entorno de institu-
ciones inclusivas.
¿Cuál deberá ser, entonces, el rol de los
Estados?, ¿hasta qué punto la interferencia de
estos en el mercado, la vida y las decisiones
de los individuos no implica otra cosa que
coartar su libertad? O por el contrario, ¿es el
crecimiento económico y el libre albedrío de
los individuos lo que está llevando al planeta
a límites que condujeron a la necesidad de
construir una agenda global que priorice lo
ambiental y límite la libertad del individuo
para proteger los bienes globales?
Este, de seguro, continuará siendo un de-
bate inconcluso en el cual “las desigualdades
de poder limitan la capacidad para la solución
de problemas de gobernanza global” (Mayntz,
2002, p. 5).
referencIAs
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países.
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... El carácter global de esta problemática medioambiental sugiere que para el logro de los objetivos se requiere de la acción de numerosos actores internacionales, nacionales y sub-nacionales en un contexto de interdependencia. Algunos análisis entienden que para eso es necesario desarrollar una buena gobernanza (Ruiz, 2017) que apunte a que los gobiernos tengan las capacidades financieras y administrativas necesarias (Bresser Pereira y Cunill Grau, 1998). Por su parte, la Teoría Política Verde (Green Theory) sugiere que es necesario pensar esos problemas globalmente y actuar de forma local, para lograr respuestas efectivas. ...
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continuará siendo un debate inconcluso en el cual "las desigualdades de poder limitan la capacidad para la solución de problemas de gobernanza global
  • De Este
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Este, de seguro, continuará siendo un debate inconcluso en el cual "las desigualdades de poder limitan la capacidad para la solución de problemas de gobernanza global" (Mayntz, 2002, p. 5).
Por qué fracasan los países
  • D Acemoglu
  • J Robinson
Acemoglu, D. y Robinson, J. (2012). Por qué fracasan los países. Bogotá: Deusto.
El capital en el siglo xxi. México: Fondo de Cultura Económica
  • T Piketty
Piketty, T. (2014). El capital en el siglo xxi. México: Fondo de Cultura Económica.