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Aby Warburg’s Legacy, The Atlas and The Visual Essay: Montage, Editing, Emotion and Gesture

Authors:

Abstract and Figures

Taking as a reference Warburg’s iconology of the interval, this paper attempts to explore the logic of montage, editing and juxtaposition as one of the pillars of contemporary audiovisual creation and research. Warburg’s legacy, more active today than ever, gives priority to transmission, historicity and artistic empathy, and the development of a history of art that is less concerned with periods and authors than with ‘what happens to the observer’ based on the vital, emotional response to the repertoires and afterlife of gestures, the pathos formulae that have been passed down through history, escaping classification into trends. The great project Mnemosyne is an atlas of images conceived as a moving archive. His attention to time shocks and the dialectics of image is a big reference for the use of poetic and critical editing in the work of filmmakers, artists, photographers and writers. But above all, editing and juxtaposition a central tool in contemporary artistic research is its condition of laboratory.
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Formas del Atlas y el Ensayo Visual a Partir de Aby Warburg: el
Montaje, la Emoción y el Gesto
Ivan Pintor Iranzo1
1) Universitat Pompeu Fabra. España
Date of publication: June 3th, 2017
Edition period: February 2017- June 2017
To cite this article: Pintor Iranzo, I. (2017). Formas del Atlas y el Ensayo
Visual a Partir de Aby Warburg: el Montaje, la Emoción y el Gesto. Barcelona,
Research, Art, Creation, 5(2), 156-188. doi: 10.17583/brac.2017.2684
To link this article: http://dx.doi.org/10.17583/brac.2017.2684
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BRAC - Barcelona Research Art Creation Vol. 5 No. 2 June 2017
pp. 156-188
2017 Hipatia Press
ISSN: 2015-8992
DOI: 10.4471/ brac.2017.2684
Aby Warburgs Legacy, The
Atlas and The Visual Essay:
Montage, Editing, Emotion and
Gesture
Ivan Pintor Iranzo
Universitat Pompeu Fabra
(Received: 6 April 2017; Accepted: 6 April 2017; Published: 3 June 2017)
Abstract
Taking as a reference Warburg’s iconology of the interval, this paper attempts to
explore the logic of montage, editing and juxtaposition as one of the pillars of
contemporary audiovisual creation and research. Warburg’s legacy, more active
today than ever, gives priority to transmission, historicity and artistic empathy, and
the development of a history of art that is less concerned with periods and authors
than with ‘what happens to the observer’ based on the vital, emotional response to
the repertoires and afterlife of gestures, the pathos formulae that have been passed
down through history, escaping classification into trends. The great project
Mnemosyne is an atlas of images conceived as a moving archive. His attention to
time shocks and the dialectics of image is a big reference for the use of poetic and
critical editing in the work of filmmakers, artists, photographers and writers. But
above all, editing and juxtaposition a central tool in contemporary artistic research is
its condition of laboratory.
Keywords: Aby Warburg, montage, mnemosyne, gesture, visual essay
BRAC - Barcelona Research Art Creation Vol. 5 No. 2 June 2017
pp. 156-188
2017 Hipatia Press
ISSN: 2015-8992
DOI: 10.4471/ brac.2017.2684
Formas del Atlas y el Ensayo
Visual a Partir de Aby
Warburg: el Montaje, la
Emoción y el Gesto
Ivan Pintor Iranzo
Universitat Pompeu Fabra
(Recibido: 6 abril 2017; Aceptado: 6 abril 2017; Publicado: 3 junio 2017)
Resumen
A través del legado de la llamada iconología del intervalo de Aby Warburg, el texto
trata de indagar la lógica del montaje y la yuxtaposición como uno de los ejes de la
investigación y la creación audiovisual contemporánea. La herencia de Warburg,
más activa ahora que nunca, se cifra en la valoración prioritaria de la transmisión, la
empatía artística, y el interés por lo que sucede en el espectador. La respuesta
energética hacia los repertorios y supervivencias gestuales y las fórmulas de pathos,
es lo que se transmite a lo largo de la historia al margen de tendencias. Su gran
proyecto Mnemosyne, es un atlas de imágenes concebido como archivo en
movimiento. Su atención hacia las sacudidas temporales, es lo que hace de
Mnemosyne el espejo en el que se mira la labor de cineastas, artistas, fotógrafos y
escritores. Pero sobre todo es la condición de laboratorio lo que hace del montaje, la
yuxtaposición, una herramienta central en la investigación artística contemporánea.
Palabras clave: Aby Warburg, montaje, mnemosyne, gesto, ensayo visual
158 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
n torno a los años veinte y treinta del siglo XX, en plena
consolidación del sistema narrativo del clasicismo cinematográfico
estadounidense, diversos pensadores concibieron la imagen como
núcleo de su reflexión acerca de la historia a través de sistemas de
conocimiento basados en el montaje y la yuxtaposición visual, a través de
una incorporación fantasmal del movimiento y la inscripción temporal.
Tanto el proyecto Mnemosyne (1924-1929), un atlas de imágenes
Bilderatlas que constituye el motor de las investigaciones del historiador
del arte Aby Warburg, como los Passagen-werk (1927-1940), de Walter
Benjamin, o los Documents (1929-1930), de Bataille, coinciden en su
planteamiento con las indagaciones del cineasta Sergei Einsenstein, del
dramaturgo Bertold Brecht y de los formalistas rusos. Sus diferentes
trabajos centran su atención en el ensamblaje de fragmentos y en el choque
significante entre imágenes, en lo que sucede en el espectador cuando una
imagen se articula con otra, cuando sus temporalidades se abren y
contaminan entre si. Las imágenes comparecen así bajo la premisa de su
“vida en movimiento” bewegtes leben. Que las imágenes tienen una
vida propia y que su vida, como los propios agujeros en el saber, está hecha
de constantes migraciones, es uno de los nexos comunes que Warburg
comparte con Benjamin, Eisenstein o Bataille en la gestación de un modelo
de comprensión histórico y cultural fundado sobre la idea de corte, sacudida
y discontinuidad, en el que tanto la empatía artística einfühlung como
la emoción constituyen el vector fundamental.
Los diferentes avatares del pensamiento visual contemporáneo están
marcados por lógicas asociativas, que, en su fórmula más primitiva, se
materializan en los frisos de imágenes automatizados que genera cualquier
motor de búsqueda de Internet. Sin embargo, es en las prácticas deliberadas,
urgentes, de artistas plásticos y sobre todo de cineastasde Gerhard
Richter a Jean-Luc Godard, de Bill Viola a Harun Farocki así como en el
campo del ensayo audiovisual, donde con frecuencia emerge el legado de
un conocimiento a través del montaje fundamentado en la comprensión de
la imagen como síntoma un concepto a la vez semiótico, filosófico y
corporal, como difracción en la historia y como fractura. Al mismo
tiempo que cada articulación entre imágenes genera nuevos significados,
comprensiones y recepciones, como afirmaban Eisenstein o el pionero del
E
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cine soviético Lev Kuleshov, suscita también la actualidad, el destello y el
peligro del corte. Éste constituye un intervalo de pensamiento
Denkraum y, de manera simultánea, una atalaya, una hendidura desde la
que pensar esas imágenes. El corte constituye, por consiguiente, un lugar de
resistencia, un enclave intempestivo en el sentido nietzscheano, esto es,
instaurador de una grieta que permite contemplar y dialectizar la
heterogeneidad de tiempos coincidentes en el montaje.
A través del legado de la llamada iconología del intervalo
Zwischenraum de Aby Warburg e hilvanando una reducida constelación
de ejemplos, el presente texto da cuenta de una investigación más amplia
acerca de la lógica del montaje como cifra de la exploración del vínculo
entre tiempo, movimiento, emoción e historicidad en la teoría y la creación
visual contemporánea y como punto central del encuentro entre el archivo,
la experimentación plástica, el cine y el museo. El movimiento, la
espectralidad histórica de la imagen, no es sólo el objeto, sino también el
método en las investigaciones de Warburg (Didi-Huberman, 1998) que, ya
en 1893, en su primer ensayo, El nacimiento de Venus y La Primavera de
Botticelli (Warburg, 1893), formula una hipótesis liminar que es también a
la que se adhiere este texto: la supervivencia de las expresiones gestuales
antiguas como huella, documento e inscripción histórica sobre el que obrar
una reconstrucción antropológica. Es en el montaje, en el remontaje de
tiempos diversos donde emergen ciertas imágenes-resistencia cuya
memoria se desata en torno al gesto. Se trata, en las líneas siguientes de
exponer las condiciones de posibilidad de un saber-montaje a partir del
atlas (véase Figura 1), bajo las cuales pueda examinarse la noción de
supervivencia, la fórmula de pathos y la política gestual como espacio de
ruptura o de resistencia en la articulación de imágenes.
Las Ciencias de la Cultura
Como ha señalado Robert Klein (1970) y como recoge el filósofo Giorgio
Agamben (2005) en su artículo “Aby Warburg y la ciencia sin nombre”, la
disciplina inaugurada por Warburg existe pero no tiene nombre1. La esencia
de su método y su enseñanza se fundamenta en un rechazo hacia método
estilístico-formal imperante en la historia del arte a finales del s.XIX y en la
160 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
Figura 1. Panel 39 Mnemosyne: Botticelli. Estilo ideal. Baldini 1º y 2º. Amor
antiguo. Palas como banderín de torneo. Imágenes de Venus. Apolo y Dafne =
transformación. Cuerno de Aquelous. Gentileza de La Rivista di Engramma tema
de investigación Mnemosyne Atlas en http://www.engramma.it/eOS2/atlante/
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adhesión a un marco de estudios más amplio, orientado hacia una visión
antropológica. Suele afirmarse que, con los estudios de Warburg, la
historia del arte desplaza su interés desde la periodización de los estilos y
el análisis de los aspectos formales hacia una indagación iconográfica que
emerge de la aproximación minuciosa a las fuentes literarias y a la
tradición cultural (véase Figura 2). Sin embargo, estimar la trascendencia
de la labor de Warburg en función de su análisis de la codificación del
contenido figurativo constituiría una interpretación parcial de su legado,
limitada a su magisterio sobre Erwin Panofsky, que en el término
iconología por oposición a la dimensión más programática, positiva y
neo-kantiana de la iconografía, halló una denominación satisfactoria
para esa ciencia sin nombre a la que Warburg intentó bautizar con
numerosas expresiones en el curso de sus investigaciones: historia de la
cultura, psicología de la expresión humana, historia de la psique.
En la intuición de Jacob Burckhardt, que desde la década de 1860
sostenía que las obras de arte deben ser estudiadas menos a través de
categorías estabilizadas de la estética filosófica que como parte de una
psicología atenta a lo figural, Warburg encuentra amparo para su voluntad
de gestar una ciencia de la cultura bajo la que contemplar la vida particular
de cada imagen, su necesaria colisión con otras y, sobre todo, su apertura al
tiempo, a la reviviscencia de tiempos anteriores y a su sintonía con la
experiencia temporal presente. Del mismo modo que para Burckhardt, el
saber artístico no es para Warburg tanto una cuestión de estética como el
“estudio de aquello que le ocurre en el observador” (Forster, 2005, p. 18).
En manos de Warburg, la iconografía no es nunca un fin por sí mismo, sino
que la identificación de sujetos, formas y recurrencias apunta hacia la
configuración de un interrogante de mayor calado, una “diagnosis del ser
humano occidental” basada tanto en la atención hacia la memoria de las
imágenes como hacia su capacidad para desplazar la mirada de la figura al
fondo o de la imagen al entre-imagen.
A través del valor de una imaginación concebida, como en Goethe,
Baudelaire o Benjamin como órgano de conocimiento relacional bien
diferenciado de la fantasía2, Warburg pone en movimiento la tensión entre
162 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
Figura 2. Panel 48 Mnemosyne: Fortuna. Símbolo discutido del hombre que se
libera (Kaufmann). Gentileza de La Rivista di Engramma tema de investigación
Mnemosyne Atlas en http://www.engramma.it/eOS2/atlante/
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 163
la concreción de las pulsiones, la representación energética corporal de las
figuras monstra y las constelaciones de ideas históricas,
antropológicas o mitológicas astra. En el trabajo con el montaje de
Warburg, de igual modo que en las constelaciones de Benjamin, la imagen,
cuya naturaleza se supone arquetípica y vinculada a lo inconsciente, revela
una naturaleza histórica y dialéctica. Asimismo, la necesidad de paliar la
disociación que la cultura occidental impone entre poesía y filosofía, entre
palabra poética y palabra pensante, a la que Warburg alude como
“esquizofrenia de la cultura occidental”, constituye la raíz de un
pensamiento fundamentado en la conciliación de opuestos: no hay afecto
sin arquetipo, del mismo modo que no existe un pensar que no aspire a
engendrar emoción ni una creación artística que no contenga conciencia de
sus procedimientos y del mundo. “La crítica —señala Agamben (2005b, p.
13) al referirse a esta esquizofrenia ni representa ni conoce, sino que
conoce la representación”, algo que hubiese podido rubricar Walter
Benjamin.
Son dos nociones desarrolladas por Benjamin en el campo de la crítica,
la legibilidad Lesbarkeit y las condiciones fenomenológicas e
inmanentes de la visibilidad anschaulichkeit las que se alían en una
forma de conocimiento dinámica, el atlas, que constituye el centro de la
senda iconológica abierta por Warburg. Como manera de recorrer la
historia visual de la humanidad y de conocer los diferenciales de tiempo
conforme a los que comparecen las imágenes en el mundo contemporáneo,
el atlas se ofrece como un archivo abierto, donde la yuxtaposición no sólo
revela choques temporales entre las imágenes, sino que también los gesta.
Las imágenes se encienden unas a otras. Tensan y distorsionan el espacio y
el tiempo intermedio. Se invocan y se repelen, y a veces también se revocan
en un movimiento que enfebrecía al propio Warburg, que las recomponía
constantemente. Transforman de manera constante la legibilidad histórica
en torno a un eje central en el que se anudan el atlas, el archivo, la
temporalidad y la expresión emotiva como corte histórico: el gesto.
Aseguraba Karl Lamprecht (Gombrich, 1995) ya en 1905
No hay poema que no vaya acompañado de gesticulaciones, de una
postura del cuerpo apropiada y un tratamiento musical del lenguaje;
no hay acto solemne que no asuma una forma musical poética ni hay
164 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
creación de las artes visuales en que no reverberen los motivos del
lenguaje la música y la expresión corporal... (p. 45)
Atenta al carácter mediador del gesto entre fuerzas corporales y sociales, la
psicología social de Lamprecht incide, desde el estudio de la pintura, sobre
el desbloqueo de la relación entre afecto y representación y sobre la
concepción del pathos, de la expresión de la pasión como un lugar de
apertura, en sintonía con las investigaciones casi coetáneas de Freud en el
ámbito del psicoanálisis y Bergson en filosofía. La certeza de que los gestos
hablan de la vida histórica del ser humano tanto como del rumor
ensordecedor de los muertos es el punto de partida de la iconología, porque
al haber hecho del Renacimiento italiano su laboratorio y pantalla
proyectiva, los estudios de Warburg se vuelven de manera obsesiva hacia la
supervivencia de la peculiar cesura impuesta por el arte clásico.
En efecto, a diferencia de las fórmulas empleadas en los frisos egipcios y
las que, más tarde, caracterizan el arte paleocristiano y la plástica narrativa
medieval, junto a la pintura ilusionista griega, cundió una tradición
narrativa que decoraba paredes y ánforas, y que buscó mecanismos para
compensar la ausencia de movimiento. A diferencia del arte egipcio, no los
encontró en la expresión simbólico-figurativa ni en los trazos sintéticos,
sino en la creación de imágenes desequilibradas: cuerpos que adoptan
posturas inestables, músculos rígidos como un arco tensado, y ropajes y
accesorios que empiezan a ondear en el viento a fin de indicar
transitoriedad dynamisierende Zusatzformen, con la voluntad de
convocar la siguiente imagen y el hilo de un relato bien conocido. Sólo en
función de ese equilibrio dinámico, de ese movimiento fantasma surgido de
la empatía se entiende que la noción de huella mnémica, dinamograma
dynamogramm, impregne todo el método de Warburg en su mirada hacia
la Antigüedad, como un eco de la teoría de los engramas de Selon Semon y
las huellas formales formgepräge de Antón Springer (Gombrich,
1995).
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Mnemosyne, el Atlas de Imágenes de Aby Warburg
Como la imagen dialéctica de Benjamin, el dinamograma recoge un sentido
de discontinuidad y potencia. De tal modo, las dos nociones básicas que
Warburg adhirió al estudio de la imagen, la idea de la supervivencia
Nachleben de huellas mnémicas anteriores y la transmisión de la fórmula
gestual de pathos Pathosformeln, cristalizan como motores
fundamentales del atlas Mnemosyne. En la praxis, Mnemosyne consiste en
una colección de grandes plafones sobre los cuales Warburg distribuía
imágenes de diferentes épocas (véase Figura 3) que le permitían evidenciar
relaciones sobre las que, con frecuencia, le costaba desplegar su escritura
compleja, imbuida de la escritura de Thomas Carlyle en Sartor Resartus
(1833). Sin embargo, en un nivel más profundo, el atlas es un instrumento
para suscitar una colisión significante entre imágenes capaz de poner de
relieve impurezas, supervivencias y connivencias secretas, una máquina de
remontaje para dinamizar el pensamiento en las zonas limítrofes, en las
fracturas históricas. Leyéndose las unas en las otras, las reproducciones de
lienzos, fotografías y dibujos que se arraciman en los casi ochenta paneles
conservados de Mnemosyne persiguen, a través del intervalo entre unas y
otras, tensar la distancia con el observador, invocar lo que le mira en cada
una de las imágenes, situarlo ante el mayor de los interrogantes posibles, el
tiempo.
Cada una de las imágenes de los frescos de Piero della Francesca a la
foto del concordato entre el papa y Mussolini, de las vísceras
hepatoscópicas babilónicas de arcilla al cartel de una jugadora de golf
comparece en Mnemosyne como el resultado de numerosas sacudidas
temporales. Cristalizadas a partir de la sedimentación de una temporalidad
que no se integra en la secuencia histórica, esas imágenes se presentan
desde su condición gestual, como raptos energéticos y, asimismo, como un
fenómeno antropológico total, una cesura cultural que se proyecta en todas
direcciones, tanto temporales como sociales y psíquicas, de acuerdo a la
lógica de lo que Warburg denominó la vida (leben) de las imágenes, su
éxodo permanente Wanderungen. “L’atlas est une forme visuelle de
savoir, une forme savante de voir”, arguye George Didi-Huberman (2011,
p. 12), para subrayar que Mnemosyne introduce la impureza y la hibridación
166 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
Figura 3. Panel 45 Mnemosyne: Superlativo de lenguaje gestual.
Exaltación de la conciencia de sí. Héroes singulares saliendo de la grisalla
tipológica. rdida del ‘cómo de la metáfora. Gentileza de La Rivista di
Engramma tema de investigación Mnemosyne Atlas en http://www.engram
ma.it/eOS2/atlante/
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de un pensamiento sensible con unas imágenes que dinamizan
conceptos, una “connaturalidad, la coalescencia natural de la palabra y
de la imagen” (Die natürliche Zusammengehörigkeit von Wort und
Bild) (Didi-Huberman, 2011, p. 16), afín a la lesbarkeit benjaminiana.
Así como Didi-Huberman, parafraseando un pasaje de Ernst Bloch en
Herencia de esta época (Erbschaft dieser Zeit, 1935), sugiere que la forma
del atlas constituye un capital de imágenes y pensamientos rescatado de
entre las ruinas de la “coherencia colapsada” de la modernidad (Didi-
Huberman, 2011, p. 17), es en las ideas de Benjamin sobre los abecedarios
para la infancia y las formas escénicas donde el dispositivo que sustenta
Mnemosyne encuentra su más sutil comprensión, en tanto invoca “la lectura
antes de todo lenguaje” (das Lesen vor alle Sprache) que cristaliza en el
gesto y la danza, así como el anhelo de leer aquello que jamás ha sido
escrito (was nie geschriben wurde, lesen) (Benjamin, 1933, pp. 361, 363) o,
lo que sería equivalente, acercarse a lo impensado o a la historia de lo no
acontecido. Precisamente por eso, porque inventa zonas intersticiales y
pliegues de exploración, intervalos heurísticos, Mnemosyne constituye la
mejor atalaya desde la que contemplar la posibilidad de un pensamiento
visual contemporáneo, un referente metodológico a partir del cual articular
un discurso que revele en las imágenes sus ecos y relaciones intestinas.
Es ostensible, como afirma Didi-Huberman (2011), el ascendente que
ejerce Warburg sobre el uso del remontaje en el Handatlas dadaísta, el
Álbum de Hannah Höch, los Arbeitscollagen de Karl Blossfeld, la Boîte-en-
valise de Duchamp, el Atlas de Marcel Broodhaers y de Gerhard Richter,
los Inventaires de Christian Boltanski, los montajes fotográficos de Sol
LeWitt o el Álbum de Hans-Peter Feldmann. Sin embargo, es en Histoire(s)
du Cinéma (1998), de Jean-Luc Godard, en los ensayos cinematográficos de
Chris Marker, en el trabajo pionero de Pasolini en La Rabbia (1963) o en
los remontajes de material de archivo de Yervant Gianikian y Angela Ricci-
Lucchi donde la escondida senda que comienza con Warburg encuentra su
prolongación más fecunda. Guiado por la sagaz intuición antropológica de
que el principal problema de una sociedad caliente como la occidental, tan
obsesionada por la historia como para convertirla en motor de su desarrollo,
es el de la transmisión, Warburg quiso definir Mnemosyne como un espacio
168 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
de polarización visual abocado a la relectura del pasado, a la comprensión
profunda de lo acontecido.
En el capítulo 2A de Histoire(s) du Cinéma, que funcionan como un
Bilderatlas del siglo XX, Godard, después de una secuencia-prólogo
centrada en la visión con imágenes de Polifemo, de las películas Boudu
sauvé des eaux (1932) y la Règle du jeu (1939), de Renoir, o Odinnadtsatyy
(1928), de Vertov y antes de su conversación con el crítico Serge Daney,
introduce una cita de Oscar Wilde al mismo tiempo que dos fotografías
suyas: “Hacer una descripción de aquello que no ha tenido lugar es la tarea
del historiador”3. Es el montaje, como señala el propio Daney, lo que
permite modular el campo de tensión histórico entre la urgencia del
presente y una concepción de la historia como salvación, como redención.
“Pour paraphraser encore Benjamin le dice el crítico Yousef Ishaghpour
a Godard en una entrevista votre film n’est pas du genre d’histoire qui
s’occupe du bois et des cendres, c’est la mémoire présente de la flamme. Il
y a une histoire qui passe le long du cimetière, selon Péguy, et une autre
forme d'histoire qui veut être «une résurrection du passé», une rédemption
du passé” (Godard & Ishaghpour, 2000, p. 20).
La polifonía de fuentes en Histoire(s), que encuentra a menudo en la
superposición, en el encadenado, el recurso que permite trasladar a la
pantalla cinematográfica la panopsis del atlas, comparte con Mnemosyne
tanto la idea de una historia mesiánica encarnada en la tesis principal del
montaje como la potencia del carácter indicial de las imágenes. Como la
mariposa, que conserva las huellas de los sucesivos estadios de su
metamorfosis, de larva a ninfa y de ninfa a imago, las imágenes también
acarrean vestigios de sus pseudomorfosis y transformaciones figurativas,
que afloran al ser yuxtapuestas con otras imágenes, organizadas en
secuencia, montadas y articuladas. Si para Benjamin una hipotética ciencia
de la cultura exige aproximarse al inconsciente óptico —“soñar”, decía,
“forma parte de la historia” (1927) desde la discontinuidad de la imagen
dialéctica, tanto Godard como Warburg entienden que ese proyecto sólo se
hace posible a través de la iluminación de ese inconsciente del tiempo que
es la supervivencia.
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 169
Un Archivo de Supervivencias en Movimiento
En su dimensión más concreta, la supervivencia es sinónimo de huella. Las
fotógrafas Jane y Louis Wilson, que han buscado la impronta de la
radiación en su serie fotográfica titulada Atomgrad (Nature Abhors a
Vacuum, 2010), en torno a los paisajes abandonados de la ciudad de
Pripyat, construida para los trabajadores de Chernobyl, regresan en su
película The Toxic Camera (2012) a las consecuencias del accidente nuclear
a través de la cámara de Aleksandr Shevjenko, que murió como
consecuencia de la radiactividad poco después de documentar la reacción
en cadena en Chronique of severe days (1986). Las solarizaciones, virados
y luminarias que aparecieron en el celuloide de Shevjenko a causa de la
radiación no sólo son la huella de lo que la cámara captó más allá del ojo
humano sino también la huella mnémica, el dinamograma perseguido por
las hermanas Wilson, que han regresado a Pripyat y a Chernóbil en
ulteriores collages. La circulación, la migración de esas huellas mnémicas
desvela un arco de sentido aún mayor en aquellos casos en los que invoca la
dialéctica entre dos cortes históricos, como en el célebre ejemplo de la parte
final del capítulo 1A, Toutes les histoires, de Histoire(s) du Cinéma en la
que Godard monta el rostro horrorizado de Giulietta Massina en La Strada
(1954), de Federico Fellini, sobre el gesto inerte del pequeño Edmund antes
de suicidarse al final de Germania Anno Zero (1947), de Rossellini.
Después de encadenar el gesto del actor y director Eric von Stroheim
arrojando un bebé por la ventana en Heart of Humanity (1918), una película
sobre la Primera Guerra Mundial dirigida por Allen Holubar, con el
semblante aterrado de Massina, y de sobreimprimir el enunciado fatídico
END LOSUNG (solución final), Godard recupera el fotograma de la actriz
italiana a través de un palimpsesto de citas: Die Nibelungen (1924), de Fritz
Lang, la entrada del ejército en el poblado indio en Centauros del desierto
(The Searchers, 1956), de John Ford, un pasaje de Wittgenstein4 y músicas
de Honegger y Beethoven conducen a la imagen del suicidio de Edmund al
final de Germania Anno Zero. Tras haber envenenado a su padre y
vagabundeado por las ruinas de un Berlín devastado por la Segunda Guerra
Mundial, Edmund, cuya interioridad está vedada al espectador, se inmola.
170 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
Se lanza al vacío desde lo alto del edificio. Ese sacrificio sin sentido, que
profana a la vez la idea misma de la redención sacrificial y el tabú
representacional de mostrar la muerte de un niño, con el agravante del
suicidio, no sólo habla de la negatividad abstracta, de esa “noche del
mundo” hegeliana que señala el punto límite de Europa después de la IIª
Guerra Mundial, sino que, como ha señalado Deleuze (1985) constituye la
fractura, el punto límite de articulación entre lo que él denomina la imagen-
tiempo y la imagen-movimiento, los regímenes de la imagen en los que el
filósofo francés divide la construcción del siglo XX desde sus imágenes
cinematográficas.
Si Godard lo monta, ralentizado, con la imagen de Massina es porque en
ella, a pesar del horror, de la lágrima, todavía es posible la salvación, la
redención y el seguir adelante a través de la ficción. La fuerza centrípeta del
intervalo entre la imagen-límite del rostro de Edmund y el estupor forzado a
seguir adelante de Massina constituye el abismo de la IIª Guerra Mundial
sobre el que Histoire(s) se tensa, y ostenta su reverso en el poema Le
Voyage, de Baudelaire, leído por Julie Delpy en el capítulo 2A, Seul le
cinéma, un canto a la capacidad del cine para imaginar. “Durante casi
cincuenta años el pueblo de las salas oscuras quema lo imaginario para
recalentar lo real”, dice en otro lugar del capítulo 1A. Histoire(s) encuentra
su capacidad de perpetuo remontaje en esa lógica complementaria de los
contraplanos, en la circularidad que, por ejemplo, retoma a Edmund en el
capítulo 3A, La Monnaie de l’absolu como parte de la aproximación de
Godard a la guerra de los Balcanes, que se desarrolló durante la producción
del capítulo, presentado en 19955. Lo que interesa a Godard son esos
intervalos que permiten, como Benjamin supo expresar en la VI de las Tesis
de filosofía de la historia: “Articular históricamente el pasado no significa
conocerlo ‘tal como verdaderamente fue’. Significa apoderarse de un
recuerdo tal como éste relumbra en un instante de peligro. De lo que se trata
para el materialismo histórico es de atrapar una imagen del pasado tal como
ésta se le enfoca de repente al sujeto histórico en el instante del peligro”
(Benjamin, 2001). “¡Au Secours!” (Socorro), el grito que Godard inscribe
al final del capítulo 1A y antes de las imágenes comentadas sobre un
fotograma de Max Linder, el maestro del slapstick cuya carrera quedó
truncada por la Guerra Mundial, es también el grito del pueblo europeo.
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 171
Sobre la imagen y el texto, Godard superpone una voz que describe la
muerte por gas Zyklon B, un gas empleado en Buchenwald, Auschwitz y
otros campos de concentración. De igual modo que Mnemosyne, Histoire(s)
du Cinéma muestra, como ha señalado Giorgio Agamben (1995) al hablar
de Godard, que el ser humano del siglo XX tenía “una gran necesidad de
montaje”. En tanto que forma pensante, el montaje, de acuerdo con
Agamben (1995), basa sus condiciones de posibilidad en dos recursos, la
detención y la repetición. Amparándose en los cuatro grandes pensadores
de la repetición en el siglo XX, Kierkegaard, Nietzsche, Heidegger y
Deleuze, el pensador italiano colige que repetición no es nunca el regreso
de lo idéntico, sino el retorno de la posibilidad de lo que ha sido. Si el
recuerdo es el retorno de lo que ha sido, en tanto que posible, la repetición
es el recuerdo de lo que no ha sido, cosa que constituye asimismo una
óptima definición de cine. Es, sin embargo, en la detención, en el corte,
como muestra el ejemplo de Germania Anno Zero en Histoire(s), donde
comparece la dimensión revolucionaria de la interrupción a la que
Benjamin y Brecht, que compartieron el proyecto de editar una revista
llamada Krisis und Kritik, se refirieron a menudo.
Una película como La Rabbia (1963), que fue dirigida por segmentos
por Pasolini y Guareschi, muestra el nudo indisoluble entre discurso poético
y político en lo que por primera vez no se denomina ni ficción ni
documental sino ensayo saggio poetico, escribe Pasolini. Montado a
partir de un material ajeno, de actualidades y de archivo, La Rabbia
constituye un fiel reflejo de ese recuerdo de lo que no ha sido junto con la
violencia, lingüística y gestual, del corte, de la incisión sobre la realidad.
No es casual, como Didi-Huberman ha subrayado, que La Rabbia sea
coetánea de Le fascisme ordinaire (1965), de Mikhail Romm, del primer
ciné-tract de Godard (1968) e incluso de los Disasters (1963), de Warhol, y
que poco después se sucedan los cine-ensayos de Chris Marker, Artzavad
Pelechian, Farocki o Gianikian y Ricci-Lucchi (Didi-Huberman, 2013), más
tarde los de Thomas Heise, Hito Steyerl y otros. En casi todos los casos la
idea de reapropiación es crucial. Detención y repetición sólo pueden
emplearse porque existe un archivo, que aparece así como motor dialéctico
de yuxtaposición de supervivencias, de igual modo que para Warburg la
fuente de Mnemosyne fue su colección de fotografías de obras y su
172 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
biblioteca, ordenada por leyes subjetivas de afinidad. Emplear o no el
archivo y ponerlo en movimiento de un modo u otro para dialectizar la
historia es el gran debate, la aporía para un pensamiento de la imagen, que
atraviesa la reflexión sobre el ensayo visual, sobre el atlas, como atestigua
el conjunto de la obra visual y escrita de un autor como Farocki.
Desde el célebre inicio de Fuego inextinguible (Nicht Löschbares Feuer,
1969), con el cineasta leyendo un testimonio presentado en el Tribunal de
Crímenes de Guerra de Vietnam en Estocolmo y quemándose con un
cigarrillo ante la cámara para evidenciar, aunque sea en un nivel
exponencialmente mínimo, los efectos del napalm hasta textos como
Mostrar a las víctimas” (2009), una de las grandes preocupaciones de
Farocki es la utilización de materiales de archivo, hasta qué punto
constituyen iluminaciones u oscurecimientos de esa imagen en el instante
de un peligro a la que se refería Benjamin o bien de la definición de
Mnemosyne que Warburg recogía en una nota de 1929: “una psicología del
movimiento pendular entre la posición de causa como imagen y como
signo” (Gombrich, 1995). Quizá uno de los efectos de la herencia de la
movilización del archivo de Warburg sobre cineastas como Farocki o
Godard es que buscan menos los motivos iconográficos habituales que los
intervalos entre ellos. “Pathos de la destrucción”, “Sentimiento contenido
del triunfo” o “Justicia de Trajano = inversión energética del atropello a un
caballo” son algunos de los epígrafes que acompañan a las planchas que
integran Mnemosyne, de un modo análogo a lo que sucede con los juegos de
palabras de ciertos encabezamientos de los ensayos de Godard, en los que
es la materialidad del gesto lo que guía la reflexión.
Políticas del Gesto
Si, como muestra Mnemosyne, la pintura antigua hizo de los gestos el lugar
donde habitan los dioses huidos, el esplendor de un lenguaje sagrado y
ajeno al del ser humano, con la fotografía y el cine los gestos se incrustaron
en el tiempo. Algo se tambaleó de manera drástica en la historia de lo
visible, porque el tiempo se hizo gesto, anclaje de la memoria, calco de una
singularidad irrepetible y, por consiguiente, lugar de detención y también
forma de resistencia. La población silenciosa de los retratos pictóricos se
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 173
enriqueció con las voces de nuevos convidados al festín: rostros, gestos y
miradas capaces de abrir un nuevo campo mimético en torno a lo que
Aristóteles denominara la expresión de la esencia, el to ti ên einai (τὸ τί ἦν
εἶναι)6, “lo que era ser”. Allí donde están, allí desde donde miran algo tiene
lugar, pero no se trata sólo de un saber-en-la-muerte, sino sobre todo de un
saber del corte histórico7. Que no aparezcan prácticamente fotografías hasta
las tres últimas planchas de Mnemosyne, las relacionadas sobre todo con la
Iglesia y el poder y la misa8 (véase Figura 4), es un indicador del cambio
que comportó el “embalsamamiento” (Bazin, 1944) de los cuerpos y los
rostros fotografiados o filmados con respecto a la pintura: porque son
humanos, los gestos, las miradas y las caricias fotografiadas, filmadas,
pertenecen al tiempo y no a la eternidad, y cualquier remontaje no sólo
invoca que el rostro fotografiado es siempre el lugar de una exigencia sino
que comporta la presencia imperiosa del testigo.
En tanto que toda la labor de Warburg surge de querer saber cómo
imaginaban la antigüedad clásica Botticelli y sus contemporáneos, cómo
sus imágenes pensaban otras imágenes anteriores, entonces ¿qué lugar
ocupa la imagen-movimiento del cine dentro del legado su proyecto
iconológico? ¿Cómo interfiere la concreción del gesto, su capacidad para
conformar incluso un lugar de detención, una forma de resistencia, con el
control del anacronismo sobre el que se alza la concepción de las imágenes
y del archivo como forma viva y órgano de memoria social? ¿De qué modo
la continuidad entre el proyecto de Warburg y los de Godard, Farocki y
otros autores destacados de ensayos visuales comparten a la vez una
apertura hacia territorios nuevos, inconcebibles para Warburg? Quizá, junto
a la exploración foucaultiana de las condiciones de visibilidad en obras de
Farocki como Bilder der Welt und Inschrift des Krieges (1989), la “cámara
analítica” de Gianikian y Ricci-Lucchi comparte con el “montaje-distancia”
de Artzavad Pelechian y con el “montaje de atracciones” de Eisenstein la
dimensión filosófica de la panopsis y la yuxtaposición, pero además, se
ampara en un dispositivo técnico específico: una moviola artesanal con un
primer paso de celuloide en el que se controla el material de archivo y que
posibilita la visualización, y un segundo raíl que permite re-filmar el
celuloide frame a frame como en la animación, manipulando la velocidades,
recortando, reencuadrando y tintando como una impresora óptica.
174 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
Figura 4. Panel 79 Mnemosyne: Misa. Comer a Dios. Bolsena, Botticelli.
Paganismo en la Iglesia. Milagro de la hostia sangrante. Transustanciación.
Criminales italianos recibiendo la extremaunción. Gentileza de La Rivista di
Engramma tema de investigación Mnemosyne Atlas en http://www.engramma.it/e
OS2/atlante/
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 175
Con esa herramienta9, Gianikian y Ricci-Lucchi han desplegado su
arqueología del saber visual del archivo a partir, sobre todo de Dal Polo
all’Equatore (1986), donde reinterpretan el universo colonial a partir de los
archivos del operador de cámara de la aristocracia durante la Iª Guerra
Mundial, Luca Comerio, sobre cuya labor han regresado, por ejemplo, en
Transparenze (1998), Visions du désert (2000) o Pays Barbare (2013). Si
bien su investigación en los años setenta partía de un archivo propio de
objetos y juguetes, benjaminiano en su amor por los vestigios de lo casual y
lo marginado, es en el archivo cinematográfico donde la pulsión elegíaca, la
pregunta acerca del destino de los cuerpos y los afectos del pasado, es
encomendada al espectador como vindicación de la parte del fuego de la
experiencia histórica consumida en el altar del historicismo más ligado a la
periodificación. Prigionieri della guerra (1995), Su tutte le vette è pace
(1999)10 o la escalofriante Oh! Uomo (2004), acerca de las secuelas de la
guerra sobre los cuerpos de los soldados en su retorno a casa en la zona del
Trentino italiano antiguamente parte del imperio Austrohúngaro,
integran en su más radical formulación la idea del gesto y la huella, al
abordar la construcción figurativa e histórica del cine médico una línea
de trabajo que los dos cineastas habían abierto con Cesare Lombroso.
Sull’odore del garofano (1976).
La atención minuciosa hacia el documento el preguntarse, por
ejemplo, en cuántos frames muere un soldado, el reencuadrar su rostro para
dignificarlo11, el cuidado hacia la erosión del nitrato, que también servía
para construir bombas, y la revisión de la dimensión analítica de archivos
como el de la Salpetrière dirigido por Charcot La Nouvelle iconographie
de la Salpetrière (1888-1918), sobre pacientes con enfermedades
neurológicas e histeria12 revela también el despliegue de fenómenos
biopolíticos así como una tipificación de los cuerpos que reclama los
intervalos de todo el proyecto de los cineastas para poner al descubierto la
dimensión poética y política de los pathosformel que acompañan y
transmiten las visiones de la guerra en el siglo XX. Hay que recordar que la
noción de fórmula de pathos, que Warburg elabora al enfrentarse a algunas
de los lienzos de Botticelli o a los frescos del Palazzo Schifanoia de Ferrara,
designa la encrucijada entre la expresión fisiognómica y la palabra, el
repertorio de figuras capaces de dar cuenta de la apariencia de un cuerpo en
relación a sus propias modificaciones o afecciones transitorias del gesto, de
176 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
acuerdo con la duración. Es pues, el tiempo, que emerge en sus capas y
sedimentos como objeto complejo en las películas de Gianikian y Ricci-
Lucchi, el poso fundamental del gesto, el montaje y las modulaciones de la
construcción de la emoción y la relectura política en el ensayo visual.
En su libro Ninfe (2007), Agamben parte precisamente de la pregunta
“¿Cómo se carga una imagen de tiempo?” para instruir una travesía por la
ciencia de la cultura que hace emerger la teoría del fantasma como sustrato
del saber-en-movimiento de Warburg. El trabajo del videoartista Bill Viola,
en el que recala Agamben, por lejano que pueda parecer de la labor de
Gianikian y Angela Ricci-Lucchi, constituye un nexo común entre el
montaje en Mnemosyne y los usos cinematográficos de la herencia
warburgiana. Agamben, en sintonía con Hans Belting (2004), observa que
en obras como The Greeting (1994), una de las piezas más célebres de
Viola, un motivo iconográfico como el de la Visitación se transforma al
recibir el hálito del tiempo, de la duración. Frente al lienzo de Pontormo en
el que se inspira, la pieza de Viola manifiesta a cada instante, un pleno
anticipar el estado sucesivo y un implicarse de los estadios anteriores, con
lo que el motivo visual se carga de tiempo decisivo, de kairós, y actualiza
los intervalos de otras potenciales gestualidades.
Para aproximarse esos intervalos entre motivos iconográficos, Agamben
se acoge a una noción que Warburg (1895, 1912) pudo encontrarse al
estudiar los vestuarios para los Intermezzi de 1589 o bien al analizar los
citados frescos del Palazzo Schifanoia: el fantasmata, la prescripción que
da título a uno de los capítulos escritos por el maestro de danza Domenico
da Piacenza, il Domenichino, en su libro De arte saltandi et choreas
ducendi, De la arte di ballare et danzare (s.XV) y que trasluce ante todo
una preocupación por la dimensión temporal de la imagen, por la
centralidad del gesto.
Pero ¿Qué es con exactitud el fantasmata? Junto a la precisión o la
agilidad, el fantasmata se resuelve en la teoría sobre la danza del
Domenichino como una “presteza corporal movida por el intelecto”, un
rapto entre dos movimientos, una imagen-afección, un pathos de la
sensación que Agamben identifica con esa estancia vacía que es el intervalo
y con otra gran constante que corona la hermenéutica de Warburg: la ninfa.
Casi al mismo tiempo que anotaba en su diario el título provisional de
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 177
Mnemosyne, “una historia de fantasmas para adultos”, Warburg, siguiendo
la mitología basada en la psicología asociacionista de Tito Vignoli (1877,
1879) polarizaba la psique occidental en dos arquetipos, el dios fluvial
melancólico, por una parte y, por otra, la ninfa. En una continuidad que
Didi-Huberman ha subrayado en La imagen mariposa (2007), la aparición
(phasma), el fantasma y la fantasía manifiestan una etimología común que
se reitera en la mariposa nocturna (falena). En la evidencia secreta de la
mariposa, que es todo alas, como las fanciulle de Botticelli y Ghirlandaio en
el panel 46 de Mnemosyne son todo drapeado (véase Figura 5), se reitera un
sistema nocturno y luminoso de la figuración del alma (psyché) común a la
ninfa.
El Rostro como Espacio de Resistencia
Por ser un espíritu elemental, la ninfa posee sólo un cuerpo sutil y sólo en el
encuentro con un sujeto vivaz, con un ser humano, adquiere alma completa,
deja de ser crisálida para convertirse en imago. El afán de toda forma
cinematográfica es asociar el gesto a un sujeto vivaz, dar vida a esa ninfa
que es el núcleo del sueño warburgiano. Del mismo modo que Godard, en
Film Socialisme (2010) emplea el saber-montaje para recorrer los intervalos
sobre los que se fragua el naufragio contemporáneo de Europa, la
desaparición de los gesto asociados al socialismo y la colonización de las
formas capitalistas a partir del itinerario de lo que, en otra época, fuera el
Grand Tour, el viaje de formación de los ilustrados europeos, una artista
como Susan Meiselas revisita sus propias fotografías. Archives of Abuse y
Kurdistan (1991-2008) son series fotográficas que trabajan exclusivamente
con material de archivo, pero Pictures from a Revolution (1991) constituye
un caso singular, pues Meiselas regresa a la Nicaragua que había
fotografiado durante la revuelta sandinista para observar el fuera de campo
de su labor como reportera. En el seno de la voluntad escatológica de toda
fotografía por capturar el gesto pregnante, parece decirnos Meiselas, existe
el riesgo de perder el contexto, así que su viaje es un trayecto de
178 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
Figura 5. Panel 46 Mnemosyne: Ninfa. Eïlbringitte en el círculo de Tornabuoni.
Domesticación. Gentileza de La Rivista di Engramma tema de investigación
Mnemosyne Atlas en http://www.engramma.it/eOS2/atlante/
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 179
recontextualización de los gestos para hacerlos históricos más allá del
cuadro, del límite de la fotografía realizada.
En cierto modo, hay un ejercicio iconológico del mismo calado que el de
la cámara analítica de Gianikian y Ricci-Lucchi o el atlas de Warburg. En
busca de aquellas impurezas de la imagen que se le escaparon en el éxtasis
de la captura del instante, el interés de Meiselas se centra en los rostros.
Busca a los protagonistas de sus imágenes para darles voz convertirlos en
formas de resistencia contra el olvido y contra la fagocitación de sus
propias imágenes. Lo que sucede allí desde donde miran los personajes de
Meiselas es el ensamblaje entre pasado, presente y porvenir, una tensión
que apunta al contraplano de un instante pasado, en constante
recristalización. En sus Consideraciones sobre la historia universal (1868,
1870-1871), Burckhardt anota, “Es posible que en Tucídides, por ejemplo,
haya algún hecho de primer orden que alguien advierta sólo dentro de cien
años” (Canetti, 1987), y lo mismo puede decirse de cualquier forma visual.
Que cada uno existe desde su horizonte visual y que las imágenes, como la
memoria, están en perpetua reescritura es el punto de partida de la búsqueda
de ese poco de sombra que anida en la imagen que falta, la imagen primera
de todo archivo. Todo pensamiento sobre la imagen no es sólo una
arqueología sino también una perturbación desde la posteridad. Si el
historiador, como señala Benjamin, es el heraldo que invita a los muertos al
banquete, el observador es el encargado de desplegar la auscultación de los
rostros y los gestos.
“No estoy entre los que vieron el Potemkin cuando se estrenó; era
demasiado joven. Pero recuerdo con claridad el plano de la carne, con los
gusanos (…) Y justo cuando el oficial da la orden de disparar, un gran
marinero alto y bigotudo, grita una palabra que se despliega en letras
enormes por toda la pantalla: Hermanos”. Con esta declaración en su propia
voz, Chris Marker inicia el primer episodio de Le Fond de l’air est rouge
(1977), Las manos frágiles, y hace desembocar los diferentes planos de El
acorazado Potemkin (Potiomkin, 1925), de Eisenstein, en una sola imagen,
la de una serie de manos enarbolando el signo de victoria por encima de las
cabezas. Sobre ese gesto colectivo de camaradería, Marker despliega un
rastreo gadameriano de la imagen épica no vista sino restituida a través del
montaje. El gesto aparece como potencia de lucha, en un anticipo del
180 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
balance posterior de Godard sobre el pathos socialista. A partir del trabajo
de Marker sobre el gesto y el archivo, una de las primeras conclusiones que
podemos obtener es que cualquier forma de resistencia exige convertirse, en
la actualidad, en una forma de resistencia a través de la imagen. Como ha
señalado Baudrillard (1991) el valor de una imagen en el mundo
contemporáneo no se mide por su capacidad mimética, sino por su potencial
para provocar cortes y restituciones dialécticas en otras imágenes, o lo que
es lo mismo, para invocar fantasmas.
Una de las lecciones que se extiende desde la pintura a la imagen-
movimiento es, en este sentido, la de Caravaggio, que se adelantó al una de
las potencialidades fundamentales de la imagen cinematográfica y el saber-
montaje, la del subrayado de la tensión entre rostro, máscara y pathos como
bastión de resistencia frente a los discursos históricos efectuados desde el
poder, como dialéctica del corte. Si bien otros pintores, como Ribera o
Velázquez, han compartido con él el interés por el claroscuro, el
oscurecimiento de los fondos, el uso de la cámara oscura, lo que singulariza
a Caravaggio es la pantomima. En obras como el Entierro de Jesucristo
(Deposizione, 1602-1604), todo está construido por y para el gesto convulso
de lamentación de uno de los personajes, que colisiona con la incorporación
del espectador a través de las miradas. Y si algo provocó la necesidad de
volver a pintar San Mateo y el Ángel (San Matteo e l’angelo, 1602) fue la
necesidad de paliar el exceso de sensualidad del encuentro entre las manos
del santo y la criatura celestial. Es en esta obra donde, por otra parte,
comienza la larga penitencia de retoques y dobles versiones de Caravaggio,
que tienen en La vocación de San Mateo (Vocazone di San Matteo, 1599-
1600) su núcleo central.
Acaso Caravaggio intuyó algo que la invención de la fotografía y el cine
ratificaron en su choque con el movimiento. Con el primer daguerrotipo de
la historia que, en medio de la multitud invisible del Bvd. Du Temple,
inmortaliza a un solo hombre lustrándose las botas (1838), abocado a la
melancólica soledad que aguarda al individuo una vez cumplida su tarea de
ser otro, de entregar su huella, su εἴδον, dejó de existir la abstracción de la
muerte para dar paso a los difuntos concretos, únicos y numerosos que
forman la memoria de la fotografía, del cine y del siglo. Esta desaparición
de la muerte, que Godard parece advertir en Histoire(s), se alimenta, en
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 181
Caravaggio, del uso de cada tela como un contraplano de la historia.
Pareciera que fuese consciente de la vida póstuma de sus imágenes como
mónadas en constante movimiento a través del archivo, del atlas de las
imágenes-movimiento. Por eso, en La vocación de San Mateo responde al
encargo eclesiástico poniéndole al Santo el rostro y los hábitos de Enrique
IV de Francia, Enrique de Navarra, obligado a abjurar del protestantismo y
a hacerse pasar por católico para asumir el trono en un acto de realismo
político en el curso del cual se le atribuye la célebre frase “París bien vale
una misa”. La conversión del santo aparece así como lectura crítica de la
historia reciente, de la Matanza de los Hugonotes en 1572 a manos de la
Liga Católica.
Caravaggio no sólo se atrevió a acusar de esta manera a su propio
comitente sino que, en primera instancia, se abstuvo de pintar a San Pedro,
encarnación de la Iglesia de Roma, y sólo cedió a pintarlo en escorzo. La
necesidad de hacer enmiendas se repitió en la tela El martirio de San Mateo
(Martirio di San Matteo, 1600-1601), donde viste de nuevo a los personajes
de franceses y concede otra vez a Mateo el rostro de Enrique IV, con una
túnica regia. A la izquierda del lienzo, además, allí donde las radiografías
revelan una matanza indiscriminada, se ve obligado a solapar el martirio
bajo un rostro, el suyo propio, en dos fases, la infancia con la misma
indumentaria con la que aparecía en La vocación de San Mateoy el
momento de la ejecución de la tela. Su rostro, pues, queda convertido en la
asunción de una máscara, la del lugar de una denuncia histórica, y reaparece
por eso en un lienzo capital, en los últimos momentos de la vida del pintor.
Como la irrupción del cine y, en particular del gran continente trágico
gestado alrededor de la épica de Eisenstein o de la obra de Rossellini tras la
Segunda Guerra Mundial y de Pasolini, que buscó autenticidad en los
rostros del sur de Italia, sólo en torno a un rostro, como el del Edmund de
Germania anno zero (1947), las fuerzas que gestan el espacio del
pensamiento pueden declinar la imposibilidad de hablar del horror de la
historia, la dificultad de esconderse detrás de las ideas allí donde las
verdades pesan como los cuerpos muertos del pasado.
182 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
Estética de la Resistencia: la Vida Póstuma de los Gestos Políticos
Del mismo modo que no hay detención ni resistencia sin gesto concreto,
tampoco la hay sin montaje. Ya en 1897, uno de los trabajos académicos de
Warburg se recreaba en la ekfrasis, esto es en la descripción
pormenorizada, de la lucha entre lapitas y centauros del Partenón, como ha
subrayado Gombrich (1995, p. 48)13. Por la atención concitada sobre los
ademanes de resistencia, el texto de Warburg podría interpretarse como una
suerte de prolegómeno a la operación que el escritor alemán Peter Weiss
realizó en la apertura de su obra cumbre, la novela Estética de la resistencia
(Die Ästhetik des Widerstands, 1975-1981). De igual modo que Warburg,
Weiss concede una gran cantidad de páginas a la descripción de esa misma
lucha escenificada en el friso del Partenón, en la que el escritor identifica
fórmulas afines a los esquemas de la representación bélica en Occidente, así
como lógicas que atraviesan la lucha de clases. De igual modo que Warburg
y Godard, además, Weiss aspira a una historia gestual del arte entendida
como reacción y respuesta hacia lo real y como búsqueda de un
pathosformel único, en sintonía con algunos de los lineamientos del
materialismo dialéctico de Benjamin: el contraplano del obrero ante la
historia, el rescate de una hipotética constelación de pathos asociadas a la
lucha obrera y centradas en la aisthésis, en la aspiración o reacción frente a
la obra.
A nuestro alrededor se alzaban los cuerpos surgiendo de la piedra en
grupos compactos, entrelazados unos con otros o desgajándose en
fragmentos, con un torso, un brazo apoyado, una cadera quebrada, un
fragmento rugoso insinuando su forma original, siempre los ademanes
de la lucha. (Weiss, 1999, p. 21)
Con la larguísima descripción de la gigantomaquia del friso del altar de
Pérgamo, La estética de la resistencia abre, pues, un recorrido por la vida
leben de las imágenes europeas desde la Guerra Civil española y a
través de los grandes conflictos y transformaciones de la lucha del
proletariado por sus derechos. Atento a la recepción y a la idea homérica de
que el poema no se hace sino en la lectura, Weiss, como pintor y cineasta
que era, concede una importancia capital a ciertas imágenes en las que
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 5(2) 183
encarna el valor del gesto como resistencia política. Junto a Klee,
Rembrant, El Bosco y otros pintores, desfilan por La estética de la
resistencia algunas obras que no sólo comparecen como testigos activos de
los acontecimientos sino también como nudos en el gran despliegue
yuxtapositivo de la obra: el Guernica (1937), de Pablo Picasso, La
laminadora (Eisenwalzwerk, 1872-1875), de Adolph Menzel, La huelga
(The Strike, 1886), de Robert Koehler, La libertad guiando al pueblo
(Liberté guidant le peuple, 1830) y, sobre todo, La balsa del Medusa (Le
Radeau de la Méduse, 1818-1819), de Théodore Géricault. Ataque directo a
las autoridades de la Restauración borbónica y a las clases privilegiadas que
habían huido en chalupas y habían abandonado a su suerte a los pasajeros
menos pudientes tras el naufragio del dos de julio de 1816, La balsa del
Medusa es además un estudio de rostros y cuerpos concretos, de las
declaraciones de los supervivientes, un corte en el gran friso de las
imágenes que acompaña a La estética de la Resistencia y que acunaba la
manera de trabajar de Weiss, siempre pendiente de movilizar un enorme
archivo.
Es en la descripción del lienzo hecha por Weiss donde, a modo de
conclusión, comparece, quizá, el modelo clave del ensayo poético y
político, amparado en el trabajo sobre el rostro, el gesto, la detención y la
mutabilidad de la imagen, amparado, en definitiva en la potencia del
Bilderatlas tal como Warburg lo concibió:
Llenos de desprecio, dando la espalda a los adaptados, formaban los
que iban a la deriva, los náufragos en la balsa representaban a una
generación abandonada que en su juventud todavía había conocido la
toma de la Bastilla. Se apoyaban y se sujetaban entre sí, todos los
conflictos que les había llevado a embarcarse ya habían pasado, se
había olvidado la lucha, el hambre, la sed, la muerte en alta mar, entre
ellos había aparecido una unidad, apoyándose unos en otros, juntos se
hundirían o juntos se salvarían, y el hecho de que el que agitaba el
trapo, el más fuerte de ellos, fuera un africano, quizá embarcó en el
Medusa para ser vendido como esclavo, hacía pensar en la liberación
de todos los oprimidos. (Weiss, 1999, p. 391).
184 Ivan Pintor Atlas y Ensayo Visual a partir de Aby Warburg
NOTAS
1 Véase, asimismo: Didi-Huberman (2009).
2 Si bien Aristóteles se refiere a la imaginación en De Anima (III, 3, 427b) como la categoría
que integra a la aisthesis y la dianoia, la tradición latina empezó a degradar esta noción, al
traducir el griego φαντασία utilizando de modo indiferente los términos phantasia e
imaginatio. Poco a poco, la imaginación quedó asociada a lo irreal y lo incierto y fue
concebida como "maestra de error y falsedad", como señala Gilbert Durand (1960). Los
artículos reunidos en el volumen colectivo Phantasia-Imaginatio (Fattori, M. & M. Bianchi,
1988), definen el alcance y los muchos matices de este término.
3 “Faire une description précise de ce qui n’a jamais eu lieu est le véritable travail de
l’historien”, cita que reinventa la frase original de Wilde: El dar una descripción exacta de
lo que nunca ocurrió no es simplemente la misión del historiador, sino el inalienable
privilegio de todo hombre de talento y cultura.” (1968, p. 24).
4 ¿Tienes dos manos? pregunta el ciego. Pero no me aseguro de ello mirándomelas. ¿Por qué
confiar en mis ojos si dudo de tal cosa? Sí, ¿por qué habría de poner a prueba mis ojos
mirando si lo que veo son dos manos? (Wittgenstein, 2000, p. 18).
5 Godard recupera un discurso de Victor Hugo (1876), sobre el que articula músicas e
imágenes muy diversas, desde los Desastres de la guerra (1810-1815), de Goya, hasta la
imagen de Edmund caminando por la calle.
6 Aristóteles, Metafísica, 1029b.
7 Es determinante el texto de Giorgio Agamben “Note su gesto”, en: Agamben (1996, pp. 45-
53), donde arguye que el verdadero elemento del cine son los gestos, y no la imagen.
Asimismo, esta cuestión aparece desarrollada en Pintor (2013, pp. 107-128), “Elogio del
secreto. El gesto de silencio”.
8 Panel 77, cuyo epígrafe es “Delacroix. Medea y matanza de niños. Marca Barbados Quo
ego tandem, Francia Semeuse, Aretusa. Niké y Tobiuzzolo en la publicidad. Monumento a
Hindenburg como apoteosis inversa. Goethe ’24 patas’”; Panel 78, cuyo epígrafe es “Iglesia
y Estado. El poder religioso renuncia al poder secular”; y Panel 79, cuyo epígrafe es: “Misa.
Comer a Dios. Bolsena, Botticelli. Paganismo en la Iglesia. Milagro de la hostia sangrante.
Transustanciación. Criminales italianos recibiendo la extremaunción”.
9 Que, como señala Paula Aranzazu Ruiz en “Los cuadernos rusos de Yervant Gianikian y
Angela Ricci-Lucchi”, en Otros cines europa, puede ser desarrollada, en el cuaderno de
notas de su último trabajo, a través de mecanismos mecanismos de edición en vídeo. Otros
Cines Europa http://europa.otroscines.com/los-cuadernos-rusos-yervant-gianikian-angela-
ricci-lucchi/ (29/10/2016).
10 Título que alude al primer verso, Über allen Gipfeln ist Ruh', del poema Wanders
Nachtlied (Canción nocturna del caminante, 1776-1780), de Goethe, asimismo musicado
por Schubert.
11 “Stop Forgetting. The Films of Yervant Gianikian and Angela Ricci-Lucchi” Entrevista de
Barbara Casavecchia durante la retrospectiva en el Centre Pompidou, 2016.
https://vimeo.com/155666963 (29/05/2017).
12 Es fundamental el trabajo de Didi-Huberman (2012), Invention de l’histérie. Charcot et
l’iconographie photographique de la Salpêtrière.
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Dr. Ivan Pintor Iranzo: Profesor de la Facultad de Comunicación de
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Estética de los Medios Audiovisuales.
Contact Address: Facultat de Comunicació, Universitat Pompeu
Fabra. Carrer Roc Boronat 138, Desp.53.820. Barcelona, 08018
E-mail address: ivan.pintor@upf.edu
Article
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En este artículo abordamos parte de la tendencia cinematográfica hacia la complejidad narrativa que los estudios fílmicos han denominado mind-game films (Elsaesser, 2009) o puzzle films (Buckland, 2009). Ubicados por la academia como parte del cine postclásico (Thanouli, 2009), su narrativa enrevesada se asienta frecuentemente sobre la no linealidad temporal del relato y los narradores poco fiables. Partimos del marco teórico sobre el objeto de estudio para centrarnos en la enunciación de mind-game films protagonizados por personajes amnésicos, acotando nuestra muestra a aquellos que giran en torno al olvido de un trauma íntimo. Desde el análisis fílmico de raíz semiótica, llevamos a cabo una revisión de la relación entre la focalización narrativa (Gaudreault y Jost, 1995) de filmes representativos de la tendencia, como Memento, ¡Olvídate de mí!, Shutter Island u Origen, y el saber que oculta la amnesia de sus protagonistas. Proponemos que con la recuperación del saber que los protagonistas persiguen emerge un sentir trágico, tanto por la disposición narrativa del relato, que permite rastrear la pervivencia de conceptos aristotélicos como la anagnórisis y la hamartia, como por el contenido del recuerdo, en el que se hallan ecos de mitos clásicos como los de Edipo y Orfeo.
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The authors of this work believe that the fact that political iconography can influence reality and intervene in actual events -sometimes by using reinvented motifs and visual narratives from previous iconographic sources, after Warburg’s Pathosformel fashion–, is of utmost importance in political campaigns. In modern electoral campaigns, the use of visual themes that represent different emotions constitutes a clear link with the use of pathos in current political communication. From the perspective of political communication, this work analyses the use of iconography in modern electoral campaigns. In doing so, we trace a link between Warburg’s concept of the pathos formula and the use of different motifs of pathos developed in modern electoral campaigns. Electoral communication uses images linked to emotions such as enthusiasm, hope, fear and identity, which in this paper are studied from a database of posters and electoral spots from recent Spanish campaigns. The study also makes reference to visual motifs of pathos aimed at activating these emotions in the voters in different comparative campaigns and in electoral propaganda.
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Based on its relationship to comic books, this article proposes an iconographic study of the public figure of Federico Fellini in terms of the Hermes archetype. With the aim of explaining how Fellini’s image has been interpreted from different visual perspectives, I consider two basic questions: what relationship does Fellini have to the images of himself and of Italian culture? And why have images in Fellini’s films and his own public image been the object of constant reinterpretations in film, advertising and on social networks? Focusing on the rereading of Fellini’s image in the comics of Milo Manara, this article explores a phenomenon that distinguishes Fellini’s filmmaking: his role as a circulator of images of classical and popular culture out of the past and into the future. The figure of Hermes, the god of mediation, constitutes the archetype through which we can understand this central role of Fellini.
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1 Es notorio que ha existido, según se dice, un autómata construido de tal manera que resultaba capaz de replicar a cada jugada de un ajedrecista con otra jugada contraria que le aseguraba ganar la partida. Un muñeco trajeado a la turca, en la boca una pipa de narguile, se sentaba a tablero apoyado sobre una mesa espaciosa. Un sistema de espejos despertaba la ilusión de que esta mesa era transparente por todos sus lados. En realidad se sentaba dentro un enano jorobado que era un maestro en el juego del ajedrez y que guiaba mediante hilos la mano del muñeco. Podemos imaginarnos un equivalente de este aparato en la filosofía. Siempre tendrá que ganar el muñeco que llamamos «materialismo histórico». Podrá habérselas sin más ni más con cualquiera, si toma a su servicio a la teología que, como es sabido, es hoy pequeña y fea y no debe dejarse ver en modo alguno. 2 «Entre las peculiaridades más dignas de mención del temple humano», dice Lotz, «cuenta, a más de tanto egoísmo particular, la general falta de envidia del presente respecto a su futuro». Esta reflexión nos lleva a pensar que la imagen de felicidad que albergamos se halla enteramente teñida por el tiempo en el que de una vez por todas nos ha relegado el decurso de nuestra existencia. La felicidad que podría despertar nuestra envidia existe sólo en el aire que hemos respirado, entre los hombres con los que hubiésemos podido hablar, entre las mujeres que hubiesen podido entregársenos. Con otras palabras, en la representación de felicidad vibra inalienablemente la de redención. Y lo mismo ocurre con la representación de pasado, del cual hace la historia asunto suyo. El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual queda remitido a la redención. Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos. No se debe despachar esta exigencia a la ligera. Algo sabe de ello el materialismo histórico. 3 El cronista que narra los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños, da cuenta de una verdad: que nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse por perdido para la historia. Por cierto, que sólo a la humanidad redimida le cabe por completo en suerte su pasado. Lo cual quiere decir: sólo para la humanidad redimida se ha hecho su pasado citable en cada uno de sus momentos. Cada uno de los instantes vividos se convierte en una citation à l'ordre du jour, pero precisamente del día final.
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Traducción de: Aby Warburg : am intelectual biography Incluye bibliografía e índice
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Oscar Wilde (1854-1900), escritor irlandés nacido en Dublín. Alternó su residencia entre Londres y París, además frecuentó Italia, Grecia y el norte de Africa. Su obra es inseparable de su vida, integrada por un esteticismo y la conciliación entre la rebelión y el elogio a la sociedad victoriana. Fue condenado por homosexualidad a dos años de trabajos forzados en 1895, cumplida su pena, se refugió en Francia dónde murió en la miseria. Entre sus creaciones podemos citar: en poesía Poemas (1881) y Balada de la cárcel de Reading; las fábulas El príncipe feliz (1888), que reeditó corregida como Una casa de granadas (1891); el relato humorista El crimen de lord Arthur Savile (1891); la novela El retrato de Dorian Gray (1891); en teatro Un marido ideal (1895); La importancia de llamarse Ernesto (1895) y Salomé (1891); y sus ensayos Intenciones (1891); La decadencia de la mentira (1889) y El alma del hombre bajo el socialismo (1891), que contienen su doctrina estética.
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Traducción de: La parola e il fantasma nella cultura occidentale Conjunto de ensayos del filósofo italiano Giogio Agamben, nacido en Roma en 1942, quien examina cuatro episodios de la cultura europea: la teoría del fantasma en la poesía amorosa del siglo XIII; el concepto de melancolía desde los padres de la Iglesia hasta Freud; la obra de arte frente al dominio de la mercancía y la forma emblemática desde el siglo XVI hasta el nacimiento de la semiología.