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El ucumar (Tremarctos ornatus): mito y realidad de su presencia en Argentina

Authors:
  • Fundación Patiño
  • FUNDACION PROYUNGAS
Mastozoología Neotropical, 19(2):359-366, Mendoza, 2012
©SAREM, 2012
ISSN 0327-9383
Versión on-line ISSN 1666-0536
http://www.sarem.org.ar
Recibido 8 setiembre 2011. Aceptado 27 octubre 2011. Editor asociado: UFJ Pardiñas
EL UCUMAR (Tremarctos ornatus), MITO Y REALIDAD
DE SU PRESENCIA EN LA ARGENTINA
Damián I. Rumiz1, Alejandro D. Brown2, Pablo G. Perovic3,
Silvia C. Chalukian4, G.A. Erica Cuyckens5, Pablo Jayat6,
Fernando Falke7 y Daniel Ramadori8
1 Wildlife Conservation Society, C.C. 6272, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia [correspondencia:
<confauna@scbbs.net>. 2 Fundación ProYungas, Yerba Buena, Tucumán. 3 Administración de Parques
Nacionales, Delegación Regional NOA, Salta, Argentina. 4 Proyecto de Investigación y Conservación
del Tapir NOA, Salta, Argentina. 5 Cátedra de Ecología de Comunidades, Facultad de Ciencias Agrarias,
Universidad Nacional de Jujuy, Jujuy, Argentina. 6 Instituto de Ecología Regional - Laboratorio de
Investigaciones Ecológicas de las Yungas (IER-LIEY), Facultad de Ciencias Naturales e Instituto
Miguel Lillo, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina. 7 Los Toldos, s/calle, Salta,
Argentina. 8 Administración de Parques Nacionales, Buenos Aires, Argentina.
RESUMEN: Entre los numerosos inventarios faunísticos realizados en el noroeste argen-
tino, sólo un autor principal arma haber documentado la presencia actual de Tremarctos
ornatus. Nosotros examinamos los 34 reportes publicados de esta especie contra más de
800 puntos de relevamientos anes en Salta y Jujuy que registraron la presencia de jaguar,
tapir, monos y ataques de carnívoros al ganado, pero no de oso. Por nuestros estudios allí
y en Bolivia, creemos muy improbable la existencia de una población de osos en Argentina
y recomendamos mayor cautela en el uso de información anecdótica y rastros indirectos
antes de proclamar un hallazgo de tal importancia.
ABSTRACT: The Andean bear (Tremarctos ornatus): Myth and truth of its presence
in Argentina. Among the many faunal inventories conducted in Northwestern Argentina,
only one senior author claims to have found reliable evidence on the current presence of
Tremarctos ornatus. We assessed the 34 published records of this species against more
than 800 points of similar surveys which recorded the occurrence of jaguar, tapir, monkeys
and carnivore attacks on cattle in Salta and Jujuy, but turned negative for the Andean bear.
Based on our studies there and in Bolivia, we think it is most unlikely that a bear popula-
tion exists in Argentina, and recommend more caution in the use of anecdotic reports and
animal sign before proclaiming such a signicant nding.
Palabras clave. Evidencia anecdótica. Indicios. Noroeste argentino. Oso andino. Yungas.
Key words. Andean bear. Anecdotal evidence. Northwestern Argentina. Signs. Yungas.
Las Yungas del noroeste argentino (NOA)
albergan una de las mastofaunas más diversas
y mejor caracterizadas de nuestro país (p.e.,
Olrog, 1979; Mares et al., 1981, 1996; Ojeda
y Mares, 1989; Heinonen y Bosso, 1994, Jayat
et al., 1999, 2009; Díaz et al., 2000; Gil y
Heinonen, 2003; Díaz y Barquez, 2007; Jayat
y Ortiz, 2010). A pesar de estos estudios, la
lista de taxones aun de presencia dudosa o
probable es numerosa, y la conrmación de
nuevas especies es frecuente (Jayat et al.,
2009). La más notable de estas, sin duda, es
el reporte del ucumar, oso de anteojos u oso
andino (Tremarctos ornatus) en Salta y Jujuy
Mastozoología Neotropical, 19(2):359-366, Mendoza, 2012
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DI Rumiz et al.360
según las publicaciones de Del Moral y Bracho
(2005, 2009), Del Moral (2008 a, b) y Del
Moral y Lameda (2011). Trabajos anteriores
y contemporáneos a estos han considerado
como probable la presencia de esta especie
en Argentina (p.e., Mares et al., 1989; Ojeda
y Mares, 1989; Díaz et al., 2000; Jayat et
al., 2009), principalmente por la cercanía de
registros en áreas vecinas de Bolivia (p.e., a
5-10 km de la frontera en Vargas y Azurduy,
2006), pero la falta de evidencia sólida ha
impedido su inclusión en listas formales de la
mastofauna nacional (e. g. Barquez et al., 2006;
Díaz y Barquez, 2007; Chebez, 2009). Solo los
citados trabajos de Del Moral indican haber
encontrado evidencia actual de la presencia del
oso en el NOA, con la que ineren una amplia
distribución de la especie en las provincias
de Salta y Jujuy. Dada la trascendencia que
tienen estas armaciones para la mastozoología
argentina y la conservación en general, en
esta nota examinamos la
localización y naturaleza
de las evidencias pre-
sentadas por Del Moral
y la comparamos con
nuestra experiencia de
campo en el NOA y en
Bolivia.
Los reportes de la
presencia del oso en
el NOA (34 registros
georreferenciados) se
extienden entre los 22º
21’- 24º 15’S y 64º 09’-
65º 12’ O (Fig. 1), área
donde también se han
realizado muchos otros
estudios de campo, pero
que no han encontrado
tal evidencia. De estos, examinamos 403 puntos
de relevamientos de signos, observaciones y
reportes locales de Panthera onca, Tapirus
terrestris, Cebus cay (=C. apella) y otros
mamíferos (Brown y Zunino, 1994; Perovic y
Herrán, 1998; Perovic, 2002 a, b; Braslavsky
et al., 2006; Taber et al. 2008; Chalukian et
al., 2009, Di Bitetti et al., 2011; Cuyckens y
Falke, datos no publicados), áreas de ganadería
trashumante basadas en 166 entrevistas (Falke
y Lodeiro Ocampo, 2008) y áreas de muestreo
con trampas cámara representadas por más
de 270 estaciones (Di Bitetti et al., 2011;
Cuyckens y Perovic, datos no publicados;
Chalukian y de Bustos, datos no publicados).
En el mapa (Fig. 1) también se muestra la
ubicación de parte de estos puntos y sitios
de estudio.
Los primeros 23 registros de oso publicados
por Del Moral y Bracho (2005, 2009) inclu-
yen avistamientos reportados por gente local
Fig. 1. Ubicación geográca
en la porción más austral
de Bolivia y en el noroeste
de Argentina de registros
positivos (según trabajos
de Del Moral) y negativos
(según el presente trabajo)
para Tremarctos ornatus.
¿Tremarctos ornatus EN LA ARGENTINA? 361
(1998-2006) y huellas, rasguños en árboles
y bromeliáceas comidas fotograadas por el
primer autor (2001-2006). Además, se muestra
el calco en yeso de una huella provista por otra
persona en 1993. Once registros adicionales
colectados en 2008 (Del Moral, 2008a, b; Del
Moral y Lameda, 2011) agregan un sendero,
huellas, rasguños en árboles, bromeliáceas
comidas y nidos o ‘encames’ sobre los árboles.
Las fotos de rasguños y plantas no son claras
ni concluyentes, pudiendo representar signos
de otros mamíferos de la zona. Se hace men-
ción de heces y pelos colectados pero no se
incluye ningún diagnóstico morfológico del
pelo o análisis genético de pelo y heces que
los identique. La ubicación de puntos en los
mapas y el número de signos acumulados no es
consistente entre estas publicaciones y presen-
taciones de congresos, lo que impide vericar
el sitio y grado de certidumbre asignados por
los autores a algunas evidencias. Por ejemplo,
tres sitios con signos de diferentes años tienen
las mismas coordenadas (#7, 19 y 21, Tabla
1 en Del Moral y Bracho, 2009) y los once
signos del muestreo de 2008 presentan discre-
pancias de ubicación y tipo de evidencia en
sus dos reportes (Del Moral, 2008b; Del Moral
y Lameda, 2011). Por otro lado, las fotos de
una huella trasera sobre una playa en Orán
y de un calco plantar en yeso de Ledesma
(Figs. 3 y 4 en Del Moral y Bracho, 2009) son
muy sugestivas y no podrían ser producto de
una confusión con huellas de otro mamífero
silvestre. Sin embargo, por inconsistencias
morfológicas y/o descuido durante su registro
las hallamos poco convincentes. La foto de
la huella en la playa fue recortada de una
con mayor campo de visión enviada por Del
Moral a DIR en agosto 2004, y no muestra
otras pisadas que debería haber alrededor y
que fueron descriptas con sus medidas en el
texto. Además, la disposición de los dedos de
esta huella no concuerda con la morfología
del pie de Tremarctos. En el caso del calco en
yeso sorprende la falta de un dedo, que debería
haber estado al lado de la barra de escala ya
que se ve que dicha parte estaba dentro del
marco rectangular del vaciado, pero que no
dejó impresión. En ambos casos, la forma
ancha y redonda del talón es muy diferente
de la terminación en ángulo que tiene el pie
de esta especie.
Los reportes del extremo norte de Salta (alre-
dedores del Parque Nacional Baritú), provienen
de áreas con las mejores perspectivas para la
presencia del oso en Argentina dado el buen
estado del hábitat y la cercanía a registros
conrmados en Bolivia. Sin embargo, durante
inventarios de vegetación y fauna (Brown y
Grau, 1988; Ramadori, 1995; Ramadori y
Brown, 1997; Marconi et al., 1999), de ma-
míferos en general (Gil y Heinonen, 2003), de
felinos (Perovic, 2002 a, b; Braslavsky et al.,
2006; Cuyckens y Falke, datos no publicados),
primates (Brown y Zunino, 1990, 1994) y tapir
(Taber et al. 2008; Chalukian et al., 2009),
nunca se recogieron signos o reportes de esta
especie. Algunos de los sitios con signos de
ucumar coinciden con áreas visitadas por Del
Moral cuando era asistente de campo de PGP
en el proyecto de jaguar, y donde los inves-
tigadores no encontraron signos atribuibles al
oso. Estos registros incluyen a la localidad de
Los Toldos, donde autores de esta nota han
desarrollado relaciones de conanza por más de
dos décadas con ganaderos y agricultores que
conocen los grandes mamíferos de la región.
Biólogos y guardaparques que han atravesado
el Parque Baritú en repetidas oportunidades
durante los últimos 30 años nunca encontraron
estos rastros (G. Gil y F. Dobrotinich; com.
pers. a SCC), como tampoco durante los 20
días de práctica de la 13a promoción de guar-
daparques en 1981 en la que especícamente
buscaban signos del ucumar y otros mamíferos
grandes (S. Bikauskas; com. pers. a PGP).
Adicionalmente, estudios de los patrones de
movimiento de la ganadería en el norte de
Salta (Falke y Lodeiro Ocampo, 2008) y de
conictos con carnívoros (Perovic y Herrán,
1998; Perovic, 2002a, b) identicaron depre-
dación por puma y jaguar pero nunca por oso.
El P.N. Calilegua y sus alrededores también
soportan un frecuente tránsito de pastores
y agricultores entre los bosques montanos
y los pastizales de neblina que constituyen
un hábitat potencialmente adecuado para
el oso. Sin embargo, ni guardaparques (G.
Nicolossi, com. per. a SCC), ni biólogos (p.e.,
Ramadori, 1995; Perovic, 1993; Jayat et al.,
Mastozoología Neotropical, 19(2):359-366, Mendoza, 2012
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DI Rumiz et al.362
2009; Jayat y Ortiz, 2010), han podido recoger
observaciones confiables de pobladores o
registrar signos de la especie. Igualmente, las
zonas de aprovechamiento forestal en las ncas
Alto Verde, Río Seco, Candelaria, El Carmen,
Pintascayo, San Andrés y Santiago tienen una
larga historia de uso pero ningún reporte del
oso (Ignacio Sosa y Soledad de Bustos, com.
pers. a SCC; Brown et al., 2007; Jayat et al.,
2009). Tampoco los estudios con trampas
cámaras realizados en diferentes localidades de
Yungas han registrado la especie, aunque sí una
gama muy completa de mamíferos conocidos
para la región (Di Bitetti et al., 2011; Cuyckens
y Perovic, datos no publicados; Soledad de
Bustos y S. Chalukian, datos no publicados).
El reporte del avistamiento por un guía
local en la serranía de Maíz Gordo (Del Moral
y Bracho, 2005), en un escenario de bosque
pedemontano con deforestación y agricultura
mecanizada, parece aún más inverosímil. Las
serranías cercanas con bosques más húmedos
y menos intervenidos, como la Reserva Las
Lancitas en Jujuy, no cuentan con ningún
reporte o indicio de este oso (Malizia et al.,
2010), y el P.N. El Rey en Salta tampoco.
En el P.N. El Rey se han realizado estudios
de vegetación, ecología de monos, crácidos y
bromeliáceas epítas (Chalukian, 1985; Brown,
1986; Brown et al., 1986; Chalukian, 1997),
distribución y uso de hábitat por ungulados
y ganado cimarrón (Chalukian et al., 2004;
Chalukian, 2008; Giménez et al., 2010), du-
rante los cuales por los métodos empleados y
el área recorrida se habrían detectado signos
de oso, si los hubiera.
En Bolivia, la distribución y ecología del
oso andino han sido estudiadas en base a
entrevistas, registro de indicios, análisis de
heces, y más recientemente con radio teleme-
tría, trampas cámara y modelos geográcos
de aptitud de hábitat (Velez-Liendo y Paisley,
2010). Las entrevistas son un método válido
para estimar la presencia de especies cono-
cidas e inconfundibles para la gente local y
para recoger percepciones sobre el daño que
causan a las actividades productivas. En las
yungas bolivianas habitadas por el oso, los
campesinos pueden describirlo correctamente,
relatar avistamientos, ataques a cultivos o al
ganado (Eulert, 1995; Paisley, 2001; Ríos et
al., 2006), y mostrar evidencias de rastros
o individuos cazados tan al sur como Tarija
(Brown y Rumiz, 1989; Vargas y Azurduy,
2006). En el NOA, en cambio, la realidad
zoológica se mezcla con el mito y el ucumar
representa un ser sobrenatural, cuyo aspecto
no siempre concuerda con el del oso, y que
protagoniza historias, generalmente oídas de
terceros, sobre gritos escuchados en el bosque,
piedras empujadas pendiente abajo, y perso-
nas secuestradas y atacadas sexualmente por
este ser (Lameda y Del Moral, 2008; Brown,
2010). La gente local disfruta haciendo esos
relatos y responde de manera positiva, y a
veces exagerada, al visitante ávido por conocer
más de esta historia. La información puede
tergiversarse aún más cuando el interés de
encontrar al ucumar está explícito y el pago
a un guía local es el incentivo para que los
signos o reportes de avistajes ocurran de una
forma u otra. En entrevistas más objetivas sobre
presencia de fauna en el NOA, los reportes de
monos, tapir, jaguar, puma y otras especies
han sido útiles y corroborables en el campo,
pero en nuestra experiencia el ucumar nunca
fue mencionado como un animal silvestre que
la gente reconociera.
Si bien la Reserva de Biosfera de las Yungas
constituye un importante núcleo de conser-
vación de biodiversidad, es un área que ha
sido utilizada intensamente durante siglos por
culturas campesinas instaladas en el ecotono
bosques-pastizales montanos (Grau y Brown,
2000; Brown et al., 2001) y donde probable-
mente sólo las leyendas de la presencia del
oso subsisten en la actualidad. Los modelos de
distribución del oso en Bolivia muestran que
sus poblaciones desaparecen de lugares con
intenso uso humano y en el caso de mantenerse
en áreas marginales originan conictos con la
agricultura o ganadería que son evidentes para
la gente local (Velez-Liendo, 2010). Recientes
visitas a sitios del sur de Tarija en las cercanías
del límite con Argentina (Velez-Liendo, 2011;
GAEC y FF, pers. obs., 2011) no han podido
encontrar evidencias del oso donde antes se
las había reportado (Vargas y Azurduy, 2006).
El oso es un animal grande que usa repetida-
mente las mismas sendas, destroza bromelias y
¿Tremarctos ornatus EN LA ARGENTINA? 363
otras plantas cuando se alimenta y deja marcas
de rasguños en árboles que pueden durar por
años. Donde hay osos, estos signos son nota-
bles y permiten hacer inferencias sobre el uso
del hábitat y la dieta en combinación con el
análisis de heces (p.e. Peyton, 1986, Rumiz et
al., 1999; Ríos et al., 2006; Goldstein et al.,
2008). Sin embargo, otras especies pueden de-
jar signos similares (p.e., sendas de ungulados,
huella plantar de oso hormiguero, marcas de
garras de jaguar y puma, restos de bromelias
comidas por monos o ramas partidas por tapir)
y la asignación de tal signo al oso debe ser
respaldada con experiencia previa, evidencias
adicionales (heces, pelos, observaciones di-
rectas, etc.) y criterios de precaución según el
contexto del caso. Por ejemplo, el hallazgo de
algunos rasguños parecidos a los del oso en
serranías del Darién no fue evidencia suciente
para declarar la presencia de la especie en
Panamá (Goldstein et al., 2008).
Para sustentar la presencia de especies antes
consideradas ausentes o extintas en un área,
McKelvey et al. (2008) sugirieron como están-
dar contar con fotos o videos que muestren los
caracteres diagnósticos del animal, evidencias
de ADN o especímenes colectados, ya que la
información anecdótica no corroborada puede
generar conclusiones erróneas y malas deci-
siones de conservación. Los reportes de Del
Moral llevaron a mencionar una población de
unos 400 osos en Argentina en la evaluación
de IUCN de 2008, aunque esto luego fue
eliminado en su siguiente versión. En base
a la información examinada, los autores de
esta nota sostenemos que no existe evidencia
suciente para armar que T. ornatus está
presente en Argentina. Los relatos no corro-
borados de informantes locales, los signos
indirectos escasos e inciertos y la falta de
análisis conclusivos de heces, pelos y huellas
no permiten sustentar tal armación. Por otro
lado, la dispersión de los supuestos registros
sugeriría la existencia de una población de
osos ampliamente distribuida en Salta y Jujuy,
pero que ningún investigador, guardaparque o
cazador ha detectado antes. Ante la cobertura
de estudios de fauna y vegetación realizados
por décadas en el NOA resulta altamente im-
probable que los escasos relevamientos de Del
Moral hayan sido los únicos que encontraron
signos del oso.
Las Yungas contienen ecosistemas de gran
valor para la diversidad biológica y cultural del
país, y que son los únicos que podrían albergar
al oso de anteojos. Es por lo tanto de interés
para biólogos y conservacionistas conrmar la
presencia de esta notable especie, ya que esto
incrementaría el valor de las áreas naturales que
la alberguen, la responsabilidad para protegerlas y
la posibilidad de obtener más apoyo para estudios
y acciones de conservación. Sin embargo, la falta
de rigor para juzgar determinadas evidencias
como concluyentes y su uso imprudente, así sea
para promover la conservación, puede poner en
riesgo la credibilidad de cualquier otro estudio
basado en entrevistas o en signos de animales.
Resaltamos por lo tanto la importancia de res-
petar los principios éticos y de objetividad en la
colecta de datos, y la necesidad de documentar
la evidencia probatoria con técnicas adecuadas
y vericables por otros investigadores (p.e., foto-
grafía y video original, ‘tracks’ de gps, análisis
de ADN de pelos y heces).
También recomendamos mayor rigurosidad
en la revisión de manuscritos y presentacio-
nes para congresos cuando la conclusión de
estos trabajos sea de tal trascendencia para
las políticas de conservación a nivel nacional
e internacional. Nos preocupa que la difusión
de estos reportes y la repetición de estas citas
por autores incautos conduzcan por inercia a la
aceptación de una armación equívoca como
un hecho real, y confundan las prioridades de
nanciamiento para los limitados fondos de
conservación disponibles.
Agradecimientos. A todos los que aportaron datos de
relevamientos (especialmente Fernando Dobrotinich, Gui-
llermo Nicolossi, Soledad de Bustos y Flavio Moschione),
a Leónidas Lizarraga que colaboró en su sistematización, y
a Silvia Pacheco y Karina Buzza que elaboraron el mapa.
Isaac Goldstein, Ximena Velez y dos revisores anónimos
contribuyeron con importantes comentarios al manuscrito.
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... Los registros de entrevistas presentados (Tabla 1) sugieren potenciales zonas de distribución de la especie, sin embargo estos requieren mayor evidencia probatoria para sustentar las afirmaciones de los pobladores locales, evitando así entrar en un debate sobre la confiabilidad de los datos como sugiere Rumiz, et al. (2012). Sin embargo, la población local (campesinos e indígenas) reconoce correctamente a la especie y lo describen tanto en apariencia como en comportamiento sin necesidad de apoyo de imágenes o fotografías. ...
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En la presente nota se reportan cinco registros documentados entre los años 2014 y 2020 de la presencia del oso andino (Tremarctos ornatus) en el Subandino Sur de Bolivia dentro los límites de las Unidades de Conservación del Oso Andino (UCO) Carrasco-Amboró-Tariquía propuestos para Bolivia. Los registros están respaldados con fotografías presentadas en esta nota y videos cortos depositados en el catálogo virtual de BioData (https://biodata.bio/). Adicionalmente se documentaron diferentes registros de la presencia del oso andino a través de entrevistas a pobladores locales y análisis de registros de observaciones de trabajadores de Shell Bolivia durante estudios de prospección hidrocarburífera realizado en los departamentos de Tarija y Chuquisaca entre el año 2013 y 2018. También registramos relatos orales de la cultura guaraní referidos a los patrones de percepción, actitud y cosmovisión de dicha comunidad en relación con el oso andino. Nuestros registros contribuyen a fortalecer la información sobre la distribución de la especie en el sur de Bolivia.
... The species is currently present in five main areas: (1) Sierra de Perijá and Cordillera de Mérida in Venezuela; (2) the Occidental, Central, and Oriental Andean mountain ranges of Colombia; (3) the eastern and western slopes of the Ecuadorian Andes; (4) the three Peruvian Andean mountain ranges; and (5) on the eastern slope of the Tropical Andes in Bolivia (Velez-Liendo & García-Rangel 2017). The presence of Andean bears in Argentina is still under debate (Rumiz et al. 2012;Cosse et al. 2014). Although the occurrence of the species in Panama was previously mentioned by Hershkovitz (1957), Goldstein et al. (2008) did not find recent evidence to support this claim. ...
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Bears have fascinated people since ancient times. The relationship between bears and humans dates back thousands of years, during which time we have also competed with bears for shelter and food. In modern times, bears have come under pressure through encroachment on their habitats, climate change, and illegal trade in their body parts, including the Asian bear bile market. The IUCN lists six bears as vulnerable or endangered, and even the least concern species, such as the brown bear, are at risk of extirpation in certain countries. The poaching and international trade of these most threatened populations are prohibited, but still ongoing. Covering all bears species worldwide, this beautifully illustrated volume brings together the contributions of 200 international bear experts on the ecology, conservation status, and management of the Ursidae family. It reveals the fascinating long history of interactions between humans and bears and the threats affecting these charismatic species.
... The species is currently present in five main areas: (1) Sierra de Perijá and Cordillera de Mérida in Venezuela; (2) the Occidental, Central, and Oriental Andean mountain ranges of Colombia; (3) the eastern and western slopes of the Ecuadorian Andes; (4) the three Peruvian Andean mountain ranges; and (5) on the eastern slope of the Tropical Andes in Bolivia (Velez-Liendo & García-Rangel 2017). The presence of Andean bears in Argentina is still under debate (Rumiz et al. 2012;Cosse et al. 2014). Although the occurrence of the species in Panama was previously mentioned by Hershkovitz (1957), Goldstein et al. (2008) did not find recent evidence to support this claim. ...
... Tremarctos: la presencia de T. ornatus en el noroeste de Argentina ha sido largamente discutida, con opiniones contrastantes basadas en la validez o no de ciertos registros indirectos (e.g., Del Moral & Bracho 2009;Del Moral et al. 2011;Rumiz et al. 2012). Cosse et al. (2014) la indican a partir de pequeños fragmentos degradados de ADN, obtenidos de muestras de pelo y heces, atribuidos a esta especie. ...
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We present a revised checklist of the mammals of Argentina, incorporating recent taxonomical changes and new records of mammals for the country produced since the publication of a previous list in 2006. We recordered 409 native species, corresponding to 181 genera, 46 families and 12 orders, plus 23 introduced taxa with wild populations.
... Tremarctos: la presencia de T. ornatus en el noroeste de Argentina ha sido largamente discutida, con opiniones contrastantes basadas en la validez o no de ciertos registros indirectos (e.g., Del Moral & Bracho 2009;Del Moral et al. 2011;Rumiz et al. 2012). Cosse et al. (2014) la indican a partir de pequeños fragmentos degradados de ADN, obtenidos de muestras de pelo y heces, atribuidos a esta especie. ...
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INTRODUCCIÓN La taxonomía es una disciplina dinámica, donde nuevas aproximaciones generan con frecuencia ajustes en las hipótesis sobre las relaciones evolutivas entre distintos taxones (e.g., Padial et al. 2010). Para que las clasificaciones taxo-nómicas reflejen este dinamismo, deben ser actualizadas con cierta regularidad. En este contexto, contar con un listado de referencia no solo facilita el intercambio de información y la comunicación entre distintos actores, sino que a su vez sirve de base para la realización de otro tipo de estudios (e.g., análisis de riqueza, endemismo, etc.). Para la Argentina existen listados previos de sus mamíferos (e.g., Galliari et al. 1996; Ojeda et al. 2002), de los cuales el más reciente tiene diez años (Barquez et al. 2006). Durante ese lapso, se han incorporado nuevas especies al país (e.g., Akodon boliviensis, Andalgalomys pearsoni) y se han producido cambios significativos en la taxonomía de al-5 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina. RESUMEN. Se presenta una lista revisada de los mamíferos de Argentina, incorporando los cambios taxonómi-cos recientes y los nuevos registros para el país producidos desde la publicación de un listado previo en 2006. Se registraron 409 especies nativas, correspondientes a 181 géneros, 46 familias y 12 órdenes, más 23 especies introducidas con poblaciones silvestres. ABSTRACT. Revised checklist of mammals from Argentina. We present a revised checklist of the mammals of Argentina, incorporating recent taxonomical changes and new records of mammals for the country produced since the publication of a previous list in 2006. We recordered 409 native species, corresponding to 181 genera, 46 families and 12 orders, plus 23 introduced taxa with wild populations. Palabras clave: América del Sur. Lista de especies. Mammalia. Taxonomía.
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En Colombia la fragmentación de ecosistemas naturales, las actividades agrícolas y ganaderas han generado perdida en el hábitat natural del oso andino (Tremarctos ornatus), por lo cual, sus registros no son frecuentes. Aquí reportamos un nuevo registro del oso para el municipio de Salamina, Norte del departamento de Caldas. El reporte fue obtenido por una cámara trampa, en un sector de relictos de bosque de galería en el orobioma Andino de la Cordillera Central.
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Tremarctos ornatus (F.G. Cuvier, 1825) is a tremarctine bear commonly known as the Andean bear. It is a medium-sized bear with black to dark red-brown pelage with dense, long, coarse fur; creamy white marks occur on the chin, neck, and chest, and often white to creamy marks occur on the face, around the muzzle, and eyes. It is distributed in the tropical Andes of Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, and northern Argentina in South America. T. ornatus is catalogued as “Vulnerable” (VU) by the International Union for Conservation of Nature and Natural Resources and is included in CITES Appendix I. Main threats include habitat loss and fragmentation, illegal killing, human–bear conflicts, and most likely climate change.
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Tremarctos ornatus (F.G. Cuvier, 1825) is a tremarctine bear commonly known as the Andean bear. It is a medium-sized bear with black to dark red-brown pelage with dense, long, coarse fur; creamy white marks occur on the chin, neck, and chest, and often white to creamy marks occur on the face, around the muzzle, and eyes. It is distributed in the tropical Andes of Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, and northern Argentina in South America. T. ornatus is catalogued as "Vulnerable" (VU) by the International Union for Conservation of Nature and Natural Resources and is included in CITES Appendix I. Main threats include habitat loss and fragmentation, illegal killing, human-bear conflicts, and most likely climate change.
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The only ursid native to South America, the spectacled bear (Tremarctos ornatus) still occurs in parts of the Urubamba Valley and its tributaries where human impact has been low. Small size (90–150 kg), distinctive facial markings, and a strong tree-climbing habit set this species, called ucumari in Quechua, apart from bears elsewhere in the world. Never abundant, the bear’s chief habitat has been in the upper montane zone from Western Venezuela to Southern Bolivia. Although its present geographic spread approximates the past, its distribution has contracted into non-contiguous “island” zones. Human associations with the spectacled bear give it a minor role in folk medicine and peasant nourishment, but a striking place in Andean folklore. Certain anthropic resemblances between man and beast reinforced a belief that male bears sexually paired with women. Far from being an indigenous notion, evidence indicates that Spaniards transferred this to the Andes from a similar folklore involving the European bear species. Shy and elusive, the ucumari is better known from inferential evidence of it, such as claw marks, than from encounters with the animal itself. To reverse its declining numbers, hunting and habitat must be addressed. When spectacled bears eat crops (especially maize) or attack livestock, peasants target them. Recently, agents have begun buying bear parts that are valued in Asian medicine. The future of this bear, a wild animal of the Andes, also depends upon maintaining the pristine character of the upper montane forest where human impact has been low, but is now increasing.
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We described and illustrated the skull and jaw of the andean bear Tremarctos ornatus, comparatively analyzing among individuals of different ages and sexes, and adults of other species of Ursidae. In ontogenetic level, we found the following morphological changes associated with senescence: obliteration of the sutures, crests development, widening of the zygomatic arches and frontalized orbits, muzzle and occipital region elongation, and tooth wear. We also found that as the length between the front edge of the premolar 4 and the rear edge of molar 2 in the skull is the most stable. This allowed to calculate proportions showing that the width of the skull at the level of the zygomatic arches and postorbital processes, and the length of the braincase, no overlap between adults male and female, which would use them to differentiate sexes. According feeding habits, mostly herbivores, were recognized following craniomandibular characteristics: short skull, straight and well developed zygomatic arches, large areas for the insertion of the temporalis and masseter muscles in the mandibles with condyle located above the teeth level, tooth wear, and large and frontalization trend of the orbits.
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Los tapires son considerados especies clave porque desempeñan un papel importante en la dispersión de semillas y porque modelan la estructura y composición del hábitat. Por lo tanto, son esenciales para la conservación de ecosistemas enteros. También los denominamos especies paisaje, pues utilizan áreas extensas y heterogéneas y tienen impacto significativo en la estructura y función de los ambientes. Por ello, la extinción local o la disminución de sus poblaciones pueden ocasionar la disrupción de algunos procesos ecológicos, comprometiendo la integridad a largo plazo y la biodiversidad de los ecosistemas. En Argentina, límite austral de la distribución de Tapirus terrestris, la especie se ha adaptado a condiciones relativamente más estresantes que las existentes en otras áreas. Los tapires de esta región son importantes precisamente por estas adaptaciones extremas, también porque su hábitat está siendo destruido aceleradamente y porque aún sabemos poco sobre ellos. Urge entonces promover su investigación e implementar acciones de conservación que aseguren la supervivencia de la especie a largo plazo en nuestro país. Desde 2004, el Grupo de Especialistas de Tapires (TSG) de la UICN promueve la ejecución de Planes de Acción en todos los países de su distribución, proceso que se inicia en Argentina al año siguiente. El presente documento permitió realizar una revisión de la distribución del tapir en nuestro país, considerar las actividades relacionadas a la especie que se desarrollan hasta el momento, identificar las amenazas a las que se enfrenta, priorizar áreas para la conservación y finalmente, definir las estrategias principales para su preservación a largo plazo. Deseamos que los lineamientos definidos en este Plan de Acción sean aplicados en las políticas que hacen al manejo y conservación de la especie, para lograr no sólo su supervivencia in situ a largo plazo, sino también la de muchas otras especies de los ecosistemas donde habita el tapir.
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RESUMEN: En este trabajo se agregan 151 nuevas localidades de distribución para 20 especies de carnívoros del Noroeste Argentino, cinco cánidos, nueve félidos, cuatro mustélidos y dos prociónidos. Se agregan tres especies a la fauna conocida de la provincia de Santiago del Estero y dos a la de Jujuy. ABSTRACT: Contribution to the knowledge of the distribution of the carnivores of northwestern Argentina. Northwestern Argentina includes the provinces of Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, and Santiago del Estero and is a unique area where biotic and abiotic factors have a significant influence on faunal patterns. Most species of carnivores that occur in Argentina are found in this region, with the exception of Speothos venaticus, Oncifelis guigna, Lontra provocax, L. felina, and Conepatus humboldtii. Distributional records were obtained from specimens deposited in systematic collections in Argentina and the United States, as well as from field surveys and personal communication from field workers at collecting localities. One hundred and fifty one new localities for carnivores in northwestern Argentina are presented, and include information on five canids, nine felids, four mustelids and two procyonids. Three species are added to the mammal fauna of the province of Santiago del Estero and two species are added to the mammal fauna of Jujuy Province. Palabras clave: carnívoros, distribución, Noroeste, Argentina.
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The Upper Bermejo River Basin (UBRB) is the most biodiverse region in Argentina. A rugged territory and a long history of human settlement, combined with social and political isolation, have resulted in large areas with well-preserved forests, a large number of wild plant and animal species, and indigenous crops. Several factors, including agriculture expansion, intense logging activities, and oil and gas prospecting, are posing a threat to biodiversity. Current national parks and reserves are not enough to secure the survival of functional populations, especially of the large mammals. Conservation of biodiversity in the UBRB requires a broader approach: e.g. protection of the most sensitive areas outside present reserves; maintaining the remaining forest matrix under sustainable management regimes, involving the local communities in the process; and encouraging uses synergetic with conservation. Recent purchases by private enterprises of new protected areas, the willingness of local administrations to establish a new legal conservation framework, and local communities considering sustainable management of their lands, represent encouraging opportunities for the region.