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Servicio y deservicio a Felipe IV. Los Príncipes de Carignano, entre Francia y la Monarquía Hispánica (1634-1644)

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Abstract

El propósito de este trabajo consiste en analizar la interesante figura de los príncipes de Carignano, Tomás de Saboya y María de Borbón. Naturales y vasallos de Saboya y Francia respectivamente, el matrimonio estableció un tratado de protección con la monarquía de Felipe IV que la princesa se encargó de gestionar. No obstante, durante los años en los que María de Borbón residió en Madrid, mantuvo una tensa relación con el conde duque de Olivares, al mismo tiempo que Tomás inició conversaciones con la Francia enemiga. La abundante documentación derivada de este suceso nos ha permitido reflexionar sobre el poder de los príncipes italianos en un contexto adverso para la Monarquía, permitiéndoles forzar los límites tradicionales establecidos a la hora de fijar posibles recompensas por el servicio prestado al rey católico. La Corona se resintió por el daño que la defección del príncipe significó para las armas españolas, pues el abandono del servicio a Felipe IV fue seguido del abrazo a la cau sa del rey cristianísimo Luis XIII. Y todo ello en un momento muy delicado para la Monarquía española, que ya daba muestras de la futura pérdida de hegemonía europea.
Hispania, 2017, vol. LXXVII, nº. 255, enero-abril, págs. 91-115
ISSN: 0018-2141, e-ISSN: 1988-8368, doi: 10.3989/hispania.2017.004
Copyright: © 2017 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de
una licencia de uso y distribución Creative Commons Attribution (CC-by) España 3.0.
Servicio y deservicio a Felipe IV. Los Príncipes de Carignano, entre
Francia y la Monarquía Hispánica (1634-1644)*
Alejandra Franganillo Álvarez1
Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma
a.franganillo@eehar.csic.es
RESUMEN: El propósito de este trabajo consiste en analizar la interesante figura de
los príncipes de Carignano, Tomás de Saboya y María de Borbón. Natu-
rales y vasallos de Saboya y Francia respectivamente, el matrimonio es-
tableció un tratado de protección con la monarquía de Felipe IV que la
princesa se encargó de gestionar. No obstante, durante los años en los
que María de Borbón residió en Madrid, mantuvo una tensa relación con
el conde duque de Olivares, al mismo tiempo que Tomás inició conversa-
ciones con la Francia enemiga. La abundante documentación derivada de
este suceso nos ha permitido reflexionar sobre el poder de los príncipes
italianos en un contexto adverso para la Monarquía, permitiéndoles forzar
los límites tradicionales establecidos a la hora de fijar posibles recompen-
sas por el servicio prestado al rey católico. La Corona se resintió por el
daño que la defección del príncipe significó para las armas españolas,
pues el abandono del servicio a Felipe IV fue seguido del abrazo a la cau-
————
* Este estudio se ha realizado en el marco del proyecto I+D «Asimilaciones e integra-
ciones de las nuevas noblezas en la Monarquía Hispánica: poder y representación (1621-
1715)», HAR2012-39016-C04-01, financiado por el Ministerio de Economía, Industria y
Competitividad y dirigido por Carmen Sanz Ayán. Una primera versión fue presentada en el
seminario «Tiempo de Debate», celebrado en el Dpto. de Historia Moderna de la UCM. Agra-
dezco los comentarios y preguntas de los asistentes, especialmente los realizados por Antonio
Terrasa Lozano. Asimismo, me siento en deuda con las sugerencias de Rafael Valladares, José
Miguel Escribano, Antonio López Anguita y Javier Álvarez García, pues han contribuido a
mejorar este trabajo. Las fuentes empleadas en este artículo han sido localizadas en los si-
guientes archivos y bibliotecas: Archivo General de Simancas (AGS); Archivo Histórico Na-
cional (AHN); Archive du Ministère des Affaires Étrangères de France (AMAE); Archivio di
Stato di Firenze (ASF); Archivio di Stato di Torino (ASTo); Biblioteca Nacional de España
(BNE); Bibliothèque Nationale de France (BNF).
1 ORCID iD: http://orcid.org/0000-0002-5185-4394.
ALEJANDRA FRANGANILLO ÁLVAREZ
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sa del rey cristianísimo Luis XIII. Y todo ello en un momento muy delicado
para la Monarquía española, que ya daba muestras de la futura pérdida de
hegemonía europea.
PALABRAS CLAVE: Príncipes de Carignano; Felipe IV; Monarquía
Hispánica; Negociación; Servicio al rey; Aristocra-
cia italiana.
Service and Unservice to Philip IV. The Princes of Carignano, between France and
the Spanish Monarchy (1634-1644)
ABSTRACT: The main goal of this paper is to examine the fascinating figure of the
Princes of Carignano, Thomas of Savoy and Maria of Bourbon. The cou-
ple, who were natives and vassals of Savoy and France, signed a protec-
tion treaty with the Spanish Monarchy. This treaty was managed by the
princess during the time she was living at the Spanish Court. Nevert-
heless, during the years that the princess stayed in Madrid, she maintai-
ned a tense relationship with the Count-duke of Olivares, while Thomas
was negotiating with France. The extraordinary amount of sources ema-
nating by this event has allowed us to ponder about the power of the Ita-
lian Princes in a difficult time for the Spanish Monarchy. As a conse-
quence, the Princes were able to magnify the rewards that they achieved
by serving the King. Even more serious was the impact that the Crown
suffered when the prince left the Spanish army and embraced the French
alliance. This episode threatened the Spanish hegemony of Europe, and
shows the possibilities that France offered to this Italian Princes, espe-
cially after 1635.
KEY WORDS: Princes of Carignano; Philip IV of Spain; Spanish
Monarchy; King's service; Italian aristocracy.
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO/CITATION: Franganillo Álvarez, Alejandra,
«Servicio y deservicio a Felipe IV. Los Príncipes de Carignano, entre Francia y la Mo-
narquía Hispánica (1634-1644)», Hispania, 77/255 (Madrid, 2017): 91-115. doi:
10.3989/hispania.2017.004.
Confieso a Vuestra Magestad que totalmente salgo de mí en habiendo de tratar
de los negocios desta señora, porque no es posible que aya nacido otra condición
igual a la suya ni en Francia ni en ninguna otra parte, y no ay más que decir que
después que llegó a España no haziéndose al punto todo quanto ella quiere no se
oye otra cosa que amenazas i desafueros tan sin tino que confieso a Vuestra Ma-
gestad que es menester mucha ayuda de Dios para poderlo tolerar2.
————
2 Carta del conde duque de Olivares al rey, 19 de octubre de 1637, AGS, Estado Fran-
cia, leg. K-1418, nº 113. La historiografía ha perpetuado la mala opinión que los coetáneos de
la princesa tenían de ella: «I contemporanei e gli storici concordano nel sostenere che la ma-
dre di Emanuele Filiberto aveva un temperamento impetuoso e irascibile, amava le feste, i
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Con estas palabras impregnadas de profunda desesperación —exagerada, a
tenor del carácter dramático del que gustaba hacer gala al conde duque de Oli-
vares—, el todavía poderoso valido se refería a la princesa de Carignano, quien
dejaría en Madrid un amargo recuerdo. En las siguientes páginas desarrollare-
mos las peculiaridades de la inestable relación que Tomás de Saboya y María
de Borbón, príncipes de Carignano, mantuvieron con el cuarto Felipe.
Tommaso Francesco de Saboya (1596-1656)3 fue el último hijo varón que
tuvieron los duques de Saboya, Carlos Manuel I y Catalina Micaela de Aus-
tria. Por sus venas corría doblemente sangre regia, pues a través de su madre
era nieto de Felipe II, y descendiente de Francisco I de Francia por vía pater-
na. Desde muy joven, Tomás destacó por su brillante actuación en el campo
militar, siguiendo la estela de su padre4. En enero de 1625 Carlos Manuel I
concertó el matrimonio de su vástago menor con María de Borbón Soissons,
hija del conde de Soissons Carlos de Borbón —primo del rey Enrique IV—; y
de la condesa Ana de Montafia y de Clermont5. A partir de este momento, la
nueva pareja recibió el título de príncipes de Carignano, naciendo así una ra-
ma independiente de la Casa de Saboya.
Tras permanecer en París como rehén —consecuencia de la firma de la paz
de Cherasco en la que Francia resultó vencedora— Tomás regresó a Turín6.
Allí comenzó a ver con preocupación la excesiva influencia francesa, de la
cual trató de alertar a su hermano el duque Víctor Amadeo I —que había su-
————
balli e la vita mondana, era orgogliosa delle sue origini francesi, della sua parentela con Luigi
XIV e non si adattava alla essenzialità delle Corti sabaude […]». Cfra. PICCO, 2010: 3.
3 Véase la biografía centrada en su labor militar que le dedicó QUAZZA, 1941 y
SCLOPIS, 1832. Sobre su enfrentamiento con Cristina de Francia: CLARETTA, 1869: 342 y
ss. La visión de este autor es favorable a la duquesa, juzgando negativamente la actuación de
Tomás y de Mauricio. RAVIOLA, 1 (Madrid, 2014): 250. Destacamos el estudio reciente que
le ha dedicado SPAGNOLETTI, 2015.
4 Para profundizar en la fascinante figura del duque Carlos Manuel I, nos remitimos a
MERLIN, 1991. MASOERO, MAMINO e ROSSO, 1999. Una síntesis de la dinastía piamon-
tesa hasta al guerra civil la ofrece MERLOTTI, 2006.
5 Entre los enemigos del cardenal Richelieu con los que la Corona mantuvo contacto se
hallaba el conde de Soissons, a quien Felipe IV se comprometió a proteger: Capítulos concer-
tados entre la Reyna cristianísima Madre y el sereníssimo cardenal Infante de España para
procurar el bien común de las coronas en virtud del poder que para ello tiene de su Magestad
Católica, 22 de mayo de 1637. AMAE, Correspondance Politique, Espagne, vol. 18, fol. 486.
El conde había participado, junto al príncipe de Condé y la duquesa de Chevreuse, en la cons-
piración de Chalais (1626), DUBOST, 2011: 693-696.
6 La Paz de Cherasco (1631) puso fin a la Segunda Guerra del Monferrato, iniciada en
1627 tras la muerte de Vicente II de Mantua. La Monarquía Hispánica intervino militarmente
para impedir la sucesión del duque de Nevers, lo que desembocó en el fracaso del asedio de
Casale en marzo de 1629. Sobre el duque de Nevers véase PARROT, 1997. Para profundizar
en el desarrollo de la guerra y sus consecuencias en el ducado de Saboya, destacamos el traba-
jo de OSBORNE, 2002: 144-172.
ALEJANDRA FRANGANILLO ÁLVAREZ
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cedido a padre en julio de 1630—, sugiriéndole un acercamiento a la Monar-
quía Hispánica7. Desoyendo sus consejos, en 1634 el duque de Saboya le
propuso que fuese su representante plenipotenciario en la corte francesa. Sin
embargo, Tomás rechazó la propuesta y huyó a Flandes para ofrecer sus ser-
vicios a Felipe IV8. Una vez allí, el de Carignano fue designado capitán de las
tropas españolas en Flandes bajo las órdenes del entonces gobernador, el car-
denal-infante don Fernando9. Los hombres que configuraban el órgano gu-
bernativo residente en Madrid eran conscientes del enorme valor de Tomás,
dada su amplia y probada experiencia al mando del ejército saboyano10.
Cuando el príncipe entró al servicio de la Monarquía Hispánica en 1634, la
princesa de Carignano se trasladó a Milán, hasta que en enero de 1636 solici-
tó ayuda a Felipe IV para viajar a la corte11. El 26 de julio María de Borbón y
sus cinco hijos desembarcaban en Barcelona, y a mediados de septiembre
iniciaron su jornada a Madrid12. La francesa escribió al rey y a la reina Isabel
de Borbón reiterándoles que nunca olvidaría los favores que le habían brinda-
do a su marido, a ella y a sus hijos, a los que correspondería con «toda suerte
de muy humilde servicio y obediencia»13. Su llegada fue celebrada el 16 de
————
7 A comienzos de 1630 existían en la corte de Turín dos grupos: uno pro-francés, enca-
bezado por Cristina de Francia y Víctor Amadeo; y el filoespañol, integrado por Margarita,
Tomás y Mauricio de Saboya. GINARTE GONZÁLEZ, 49/172 (Madrid, 1989): 735.
8 En esta decisión también influyó el nacimiento en junio de 1634 del segundo hijo varón
de los duques de Saboya -el futuro Carlo Emanuele II- lo que alejaba aún más a Tomás de la
sucesión al ducado. ORESKO, 1997: 286-287. OSBORNE, 2002: 238. El 23 de febrero el car-
denal-infante comunicó a Felipe IV la intención de Tomás y su esposa de entrar a su servicio.
Carta del Cardenal-infante al rey, 23 de febrero de 1634, AGS, Estado Italia, leg. 3341, nº 84.
9 Las cuestiones relativas al nombramiento del cardenal-infante han sido tratadas en
ESTEBAN ESTRÍNGANA, 2015, vol. 3.
10 Así lo reconoció el cardenal-infante: «es hombre de bien en lo personal, valiente y sol-
dado, porque aviéndose criado en las guerras del Piemonte aprendió la disciplina militar de su
padre, que en esta parte estimaba mucho su consejo y resolución […] De las cosas de Francia
tiene mucha inteligencia y plática, y si se hubiese de romper la guerra con aquella corona
siempre sería de mucho servicio porque no debe de correr bien con el cardenal de Richelieu y
deseará la mutación del gobierno como los demás malcontentos». Carta del Cardenal-infante
al rey, 23 de febrero de 1634, AGS, Estado Italia, leg. 3341, nº 84. El 5 de junio de 1634 Oli-
vares manifestó al príncipe de Carignano su alegría porque hubiese decidido servir a Felipe
IV. ASTo, Lettere Principi Diversi, Savoia-Carignano, mazzo 39.
11 En el verano de 1635 Felipe IV escribe a su prima María de Borbón asegurándole el
amor que sentía hacia ella y hacia su marido. Copia de carta de Feliep IV a la princesa de
Carignano, Madrid, 18 de julio de 1635 (traducida al francés), ASTo, Lettere Principi Fores-
tieri, Spagna, mazzo 98.
12 Los hijos de los príncipes de Carignano que viajaron con María de Borbón fueron:
Luisa Cristina (1627-1689); Emanuele Filiberto (1628-1709); Giuseppe Emanuele (1631-
1656) y Eugenio Maurizio (1635-1673). Durante su estancia en la península nacería su último
hijo Ferdinando, que murió el mismo día (16 de julio de 1637). PICCO, 2010: 4.
13 Carta de la princesa de Cariñán al rey, 1634 (traducción), AGS, Estado, leg. 3647, nº 31.
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noviembre de 1636 con espléndidos festejos, coincidentes con la coronación
como rey de Romanos de Fernando, monarca de Hungría y consorte de María
de Austria, hermana pequeña de Felipe IV14. Eran todavía momentos felices,
si bien no tardarían en aparecer los primeros conflictos.
BAJO LA PROTECCIÓN DE FELIPE IV: LAS NEGOCIACIONES ENTRE EL PRÍN-
CIPE Y LA CORONA A TRAVÉS DE LA INTERMEDIACIÓN DE SU MUJER
Una vez asentada en la Corte, la princesa de Carignano debía negociar con
la Corona en nombre de su marido la firma de un tratado que estableciese los
términos del servicio que prestaría a Felipe IV. Al mismo tiempo, el cardenal
Mauricio —hasta entonces al servicio de Luis XIII— solicitó la protección
del Emperador15. Pese a que la princesa tenía pensado permanecer unas se-
manas en la Corte y luego partir junto a su esposo, las conversaciones se alar-
garon primero meses, después años. En diciembre de 1636 el rey manifestaba
que no estaba dispuesto a aceptar las excesivas condiciones exigidas por To-
más, entre las que se incluían una asignación pecuniaria fija; la abadía de San
Claudio en Borgoña para su hijo Mauricio; el oficio de secretario de la lengua
para su secretario personal, y la más importante de todas: el apoyo de su can-
didatura como titular del Piamonte16.
La Junta encargada de tratar estos asuntos recomendaba dilatar lo máximo
posible la firma, obligando a la princesa a permanecer en Madrid hasta que
finalizase el conflicto con Francia. Como compensación, el cardenal Borja
proponía ofrecerle a Tomás el virreinato de Valencia, siempre y cuando la
pareja permaneciese separada; en su defecto, recomendaba que dejasen a sus
dos vástagos mayores en la Corte17. La Corona no reconoció el poder que
————
14 Véase CARO DE MALLÉN, 1637, BNE, VE/63/5. MÉNDEZ SILVA, 1637, BNE,
R/13182. SÁNCHEZ DE ESPEJO, 1637, BNE, R/11693/44. Esta última obra está dedicada a
Olivares.
15 Las múltiples fidelidades del cardenal Mauricio han sido analizadas en RAVIOLA, 1
(Madrid, 2014): 244-259.
16 Consulta de la Junta Estado, 19 de diciembre de 1636, AGS, Estado Francia, K-1418,
nº 45. Véanse las demandas completas en Papel de las cosas que presenta su señora la prin-
cesa de Cariñán para entrar en la protección de su Magestad, 21 de noviembre de 1636,
Ibidem, nº 3. El príncipe, en nombre de su esposa, prometía tomar las armas a favor del rey
Felipe IV; no establecer ligas con otros reinos; arriesgar la vida si fuese necesario por el rey;
avisar de todo lo que pudiese ayudar o dañar al rey. Asimismo, promete fidelidad en nombre
de ambos y de sus hijos nacidos y por nacer; y que cuando uno de estos cumpliese doce años,
lo enviaría al servicio del príncipe Baltasar Carlos.
17 Consulta de la Junta Estado, 17 de diciembre de 1636, AGS, Estado Francia, K-1418.
Anteriormente, el Consejo de Estado había propuesto que el hijo mayor viajase a Portugal
para que se emplease en el servicio del rey junto a su tía la virreina Margarita de Saboya.
Consulta del Consejo de Estado, 30 de enero de 1636, AGS, Estado Francia, K- 1418, nº 4.
ALEJANDRA FRANGANILLO ÁLVAREZ
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poseía la francesa, por lo que el príncipe tuvo que elaborar uno nuevo en ene-
ro de 163718. Por fin, dos años después Tomás ratificaba este tratado, inci-
diendo en que deseaba emplearse al servicio del rey
Por modo de simple protección y no de sugeción de vasallaje i consiguiente-
mente que la obligación de traer las armas i observar la fidelidad i las otras cosas
prometidas se entiende no como de vasallo o hombre sugeto sino como de emplea-
do en el servicio de S.M. i de su real corona, i con condición que dichas armas no
se muevan directamente contra la persona i estado de la Alteza de Saboya por no
contravenir al juramento prestado como su vasallo i como caballero de la orden de
la Anunciata19.
No obstante, con la llegada del conflicto civil a Saboya en 1638 y las rebe-
liones internas a las que deberá enfrentarse la Monarquía Hispánica en la déca-
da de 1640, las peticiones del príncipe se vieron alteradas, así como la relación
que él, y especialmente su esposa, mantendrán con el monarca y su valido.
La guerra civil en Saboya (1638-1642)
La muerte el 1 de octubre de 1637 de Víctor Amadeo I trajo como conse-
cuencia la regencia de la hermana de Luis XIII, Cristina de Borbón, dada la
minoría de edad de su primogénito Francesco Giacinto. El gobierno de Ma-
dama Reale —título adoptado por Cristina— ha sido negativamente juzgado
por la historiografía tradicional, acusando a la duquesa de haber delegado sus
obligaciones políticas en manos de sus amantes y de Francia20. En octubre de
1638 el repentino fallecimiento de Francesco Giacinto convirtió en heredero a
su hermano Carlos Manuel —de cuatro años y con una salud delicada—, lo
que condujo a un incremento de la inestabilidad en todo el territorio saboya-
no. Los príncipes Tomás y Mauricio de Saboya se apoyaron en los rumores
según los cuales Víctor Amadeo había sido envenenado por los franceses
—contando con el beneplácito de la duquesa consorte— para justificar una
mayor participación en el gobierno del Piamonte. La falta de entendimiento
entre los príncipes Tomás y Mauricio y su cuñada Cristina de Francia desem-
bocó en una guerra civil que enfrentó a los partidarios de la regente por un
————
18 Copia de la protección del señor Príncipe Thomás y la señora Princesa de Cariñán.
AGS, Estado, leg. 3661, nº 70. El poder original está en AGS, Estado Francia, K-1418, nº 75.
19 Carta del Príncipe Thomás, 7 de diciembre de 1639, AGS, Estado Italia, leg. 3661, nº 72.
20 La etapa correspondiente a la regencia de Cristina ha sido analizada en diversas obras
dedicadas a la historia de la Casa de Saboya, entre ellas CLARETTA, 1869. De los estudios
más recientes destacamos los de BÉLY, 2002. ORESKO, 2008. ROSSO, 2008. FERRETTI
1/262 (París, 2014a); 2014b.
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lado, y los de Tomás y Mauricio por otro, bandos que gozarían del apoyo res-
pectivo de Francia y la Monarquía Hispánica21.
Inmediatamente después de conocer la muerte de Víctor Amadeo, Tomás
envió una carta a su mujer informándole de la necesidad de acudir a Milán
para auxiliar el Piamonte, pues la regencia de Cristina y el posicionamiento
que su hermano Mauricio adoptaría le tenían muy preocupado. En los planes
del príncipe de Carignano su esposa ocupaba un lugar privilegiado: ella debía
ejercer como intermediaria ante Felipe IV y Olivares para que le permitiesen
abandonar Flandes, si bien el rey católico se resistía a dejarle partir a Milán22.
El propósito de Tomás y del cardenal Mauricio era apoderarse del mayor nú-
mero posible de plazas fuertes y forzar la firma de un tratado de paz que me-
jorase sus respectivas posiciones en el Piamonte, para lo que solicitaron al rey
católico y al emperador el envío de tropas. Felipe IV tomó partido por los
príncipes Tomás y Mauricio, y desde el inicio de la guerra civil el embajador
saboyano abandonó Madrid como manifestación de la ruptura de relaciones.
Tras el fallecimiento del duque de Saboya, Cristina escribió a Felipe IV y a su
hermana Isabel de Borbón disculpándose por no haberse podido comunicar
con ellos libremente, y solicitando su amparo. No obstante, el monarca des-
confiaba de las verdaderas intenciones de su cuñada: «estas cartas se tienen
por demasiado de buenas». Aun así, la Corona no cerró las puertas a un acer-
camiento a la regente, asegurándole que intercedería ante Tomás y Mauricio
en su favor, siempre y cuando expulsara a los franceses, condición que no
cumpliría23.
En marzo de 1639 el príncipe de Carignano entró en el Piamonte a la ca-
beza de un ejército, y gracias al apoyo español inició el asedio a Turín, to-
mando la ciudadela el 27 de julio de 1639. Después de un breve alto al fuego
entre el 14 de agosto y el 14 de octubre de ese año, la intervención de las tro-
pas francesas permitió al bando de Madame Reale iniciar una serie de victo-
rias y recuperar las plazas perdidas, obligando a Tomás a abandonar el asedio
y retirarse a Ivrea24. La Corona española, inmersa desde 1635 en una guerra
contra su principal potencia enemiga, no se hallaba en posición de desviar
provisiones. Esto, junto a la mala relación que el príncipe de Carignano man-
————
21 Para profundizar en la actuación del príncipe Tomás durante el conflicto civil, véase
PATRUCCO, 1898. QUAZZA, 1960. OSBORNE, 2002: 258-271.
22 Lettere a la princesse de Carignan, 2 de noviembre de 1637, ASTo, Lettere Principi
Diverse, Savoia-Carignano, Mazzo 52.
23 Copia de Carta de la duquesa de Saboya para la reina, Turín, 1 de noviembre de 1637.
AGS, Estado Italia, leg. 3661, nº 204. Carta del rey al conde de la Roca 14 de enero de 1638,
Ibidem, nº 143. El marqués de Leganés escribió al rey el 27 de marzo de 1638 sobre la llegada de
un emisario de la duquesa, quien aseguró que «no puede romper con franceses porque será per-
der Saboya y meter en peligro el Piamonte». AGS, Estado Italia, leg. 3346, nº 173.
24 PATRUCCO, 1898: 37-57.
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tuvo con el marqués de Leganés, constituyó la coartada perfecta para justifi-
car su desafección al monarca hispánico poco tiempo después25. A partir de
1640 parecía evidente que el bando de la duquesa regente acabaría obteniendo
la victoria, lo que explica que Tomás y Mauricio iniciasen conversaciones
secretas con Francia26. Dos años antes, el cardenal-infante había escrito a Fe-
lipe IV para advertirle de que un sirviente de Tomás estaba intentando que
abandonase el servicio a la Monarquía. El sirviente le había asegurado que
Richelieu y Olivares habían pactado repartirse Saboya y el Piamonte, algo
que —supuestamente— la princesa le corroboró en sus cartas27. Al mismo
tiempo, Cristina trató de ganarse a María de Borbón a su causa, proponiéndo-
le en junio de 1638 unirse a la liga formada por ella y por Luis XIII para ase-
gurar la legitimidad de su hijo como duque de Saboya28. Una vez finalizada la
contienda, el 14 de junio de 1642 Cristina, Mauricio y Tomás sellaron su re-
conciliación. Mauricio abandonó el cardenalato para contraer matrimonio con
la hija mayor de Cristina, María Ludovica, y asumió la lugartenencia de Niza;
Tomás recibió el mismo título en Ivrea y Biella. Ambos hermanos entraron en
el Consejo de regencia, pasando además al servicio de Francia. De hecho, el
príncipe de Carignano obtuvo el mando supremo del ejército franco-saboyano
en la guerra contra la Monarquía Hispánica.
El principio del fin. Los intentos de huída de la princesa
Si durante los primeros meses de su estancia en Madrid las actitudes de la
princesa se incluyeron dentro de la cortesía esperada, con el paso del tiempo
María de Borbón manifestaría en repetidas ocasiones su intención de reconci-
liarse con Francia, y arrastrar con ella a su marido29.
————
25 El 10 de julio de 1639 Tomás informaba a Felipe IV y a Olivares que para conseguir
expulsar a los franceses de Italia y no perder las plazas ocupadas necesitaba 1.000 infantes y
otros tantos caballos. ASTo, Lettere Principi Diversi, Savoia-Carignano, mazzo 53.
26 En el Archivo de Turín se conserva un borrador de carta de Tomás dirigido al marqués
de Leganés y fechado el 8 de abril de 1640 en el que reconoce que «todavía se mantienen los
tratados con Madama por las conveniencias que se han dicho diferentes vezes, pero no sé cómo
entiende que yo quedé mal satisfecho de requerimiento que me hizo de suspenderlos hasta tener
respuesta de S.M. y si bien yo no ignoro mi obligación […] he ido informándole de quanto se
ofrece y conviene». ASTo, Lettere Principi Diversi, Savoia-Carignano, mazzo 53.
27 OSBORNE, 2002: 263.
28 Lettre de Chrestienne de France à madama la princesse de Carignan, 15 de juin 1638,
BNF, Manuscrits Français, 3842, fol. 54.
29 A lo largo de 1639 el príncipe Tomás había escrito al rey y a Olivares pidiendo que de-
jasen partir a su mujer. No obstante, los consejeros de Estado estaban preocupados por los
rumores según los cuales el de Carignano y su hermano Mauricio estaban en tratos con la
duquesa de Saboya. Consultas del Consejo de Estado, 17 de julio de 1639; Cartas del prínci-
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En abril de 1640 María de Borbón se dirigió a Olivares anunciándole su
inminente salida, tras llevar años amenazando con hacerlo30. Ahora, la posi-
ción de la Monarquía había empeorado, pues a la sublevación catalana en
junio de 1640 se sumó el levantamiento portugués el primero de diciembre. A
esas alturas, la guerra civil de Saboya estaba prácticamente ganada por el
bando de Cristina —gracias a la determinante ayuda francesa—, y los herma-
nos Tomás y Mauricio negociaban con Luis XIII.
En el verano de 1641 Felipe IV había prometido a la princesa que en octu-
bre podría emprender su marcha; hasta entonces, le ofreció alojarse en el
cuarto de palacio que había pertenecido al Cardenal-Infante31. Como llegada
la fecha la situación no cambió, María de Borbón decidió motu proprio em-
prender su marcha. El rey ordenó al marqués de Castañeda que la detuviese,
tratando de convencerla del aprieto en el que podía poner a su marido32.
Mientras tanto, y tras recibir avisos de las conversaciones que Tomás y Mau-
ricio mantenían con los franceses, Felipe IV envió al conde de Siruela a ne-
gociar la firma de un acuerdo: «se procurará daros a vos [el cardenal Mauri-
cio] y al Príncipe Thomas mi primo toda la satisfación que se pudiere», para
lo cual ya había ordenado a los virreyes de Nápoles y Sicilia que les pagasen
las pensiones que les debía33. Unos meses más tarde llegó la respuesta del
príncipe Tomás. El de Saboya lamentaba el intento de fuga de su mujer, si
bien aclaraba que según la versión que ella misma le había proporcionado, su
intención no había sido la de marcharse sin antes despedirse de los monarcas.
En cuanto al juramento, recordaba no haber recibido todo lo prometido la
primera vez que entró bajo la protección de Felipe IV, y que los 20.000 escu-
————
pe Tomás a Olivares, 13 de septiembre y 13 de octubre de 1639. AGS, Estado Italia, leg.
3647, nº 176; 188; 189; 193.
30 Copia (en español) de la carta de la princesa de Carignano a Olivares, 21 de abril de
1640, AGS, Estado Italia, leg. 3648, nº 19. Tres años antes, en 1637, Olivares escribió a la prin-
cesa inmediatamente después de enterarse —a través de la reina— de su intención de abandonar
Madrid. En esa ocasión le deseaba feliz viaje, si bien le advertía que se lo comunicarían a su
marido. Es obvio que la Corona no iba a permitir la salida de María de Borbón, pero por enton-
ces trataban de mantener buenas relaciones con ella. Carta del conde duque de Olivares a la
princesa de Carignano, 19 de mayo de 1637, ASTo, Lettere Principi Diversi- Savoia Carigna-
no, Mazzo 56.
31 Carta de Felipe IV a la princesa de Carignano, 4 de agosto de 1641, AGS, Estado Ita-
lia, leg. 3853, nº 239 (se conserva una copia en ASTo, Lettere Principi Forestieri, Spagna,
mazzo 98).
32 Carta de Felipe IV al marqués de Castañeda, 3 de octubre de 1641, AGS, Estado Ita-
lia, leg. 3691, nº 93.
33 Cartas de Felipe IV al cardenal Mauricio, 1 y 15 de octubre 1641, ASTo, Lettere Princi-
pi Forestieri, Spagna, mazzo 98. La fórmula que el conde de Siruela propuso a Tomás implicaba
que éste jurase ejercer el cargo de capitán general del ejército, que informase de todo lo que
perjudicase los intereses de la Monarquía Hispánica, además de alejarse de «todo lo que no fuere
del servicio de su Magestad». AGS, Estado Italia, leg. 3454, nº 120; leg. 3649, nº 3.
ALEJANDRA FRANGANILLO ÁLVAREZ
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dos que ahora le ofrecía no resultaban suficientes34. Tres días después el con-
de de Siruela anunciaba que, según le había asegurado el embajador florenti-
no en Francia, la intención de la princesa había sido salir de Madrid y llegar a
Cataluña para pedir allí la protección de Luis XIII. De esta manera, Tomás
tendría una excusa para no tomar las armas contra aquella Corona35. Por su
parte, el conde de la Rivera —comisario general de la caballería del Estado de
Milán— consideraba que no estaba todo perdido, pues aunque Tomás estaba
en conversaciones con los franceses, éstos no podían ofrecerle la sucesión en
el Piamonte, que era lo realmente ambicionaba.
Para conseguir que el de Carignano rompiese definitivamente con Francia
la permanencia de su mujer en Madrid resultaba clave, decisión en la que to-
dos los ministros del rey coincidían36. No obstante, en septiembre de 1642
Tomás envió un gentilhombre a Madrid para comunicar su adhesión al bando
configurado por Cristina y Luis XIII, convirtiéndose así en enemigo de la
Monarquía37. Por si no fuese suficiente, había ocupado plazas en Milán con el
ejército francés, por lo que el Consejo de Estado dilucidaba qué hacer con la
princesa y sus hijos, recordando sin embargo que el monarca debía dar prue-
bas de su grandeza y clemencia38. Pese al cambio de bando de Tomás, los
consejeros recomendaban proceder con precaución, pues se sospechaba que el
príncipe no estaba muy conforme con la actitud de los franceses, existiendo la
posibilidad de que regresara al servicio de la Monarquía.
La desesperación de la princesa, unida a su negativa a permanecer más
tiempo en Madrid, le llevó a repetir su intento de fuga en la primavera de
1643, meses después de la destitución del conde duque, con el que había teni-
do numerosos enfrentamientos39. Tras muchas deliberaciones, el Consejo de
Estado decidió que fuese trasladada a Carabanchel junto con sus hijos, custo-
diados por un destacamento de soldados. Con la muerte de Luis XIII, la Co-
rona española intensificó las conversaciones con Tomás para que regresara al
servicio de Felipe IV; ya en febrero se había barajado la posibilidad de dejar
salir a la princesa a cambio de la liberación de Tortona, plaza ubicada en el
————
34 Copia de carta de Tomás de Carignano al conde de Siruela, diciembre de 1641, AGS,
Estado Italia, leg. 3645, nº 7.
35 Carta del conde de Siruela, diciembre de 1641, AGS, Estado Italia, leg. 3645, nº 8.
36 Consulta del Consejo de Estado, 22 de mayo de 1642, AGS, Estado Italia, leg. 3847, nº 93.
37 Consulta del Consejo de Estado, 27 de septiembre de 1642, AGS, Estado Italia, leg.
3662, nº 20.
38 Se barajó la posibilidad de trasladarlos a la casa de Guadalajara del duque del Infanta-
do y despedir a todos sus criados dejando sólo a las mujeres. Consulta del Consejo de Estado,
30 de octubre de 1642, AGS, Estado Italia, leg. 3662, nº 30.
39 Relazione dell'uscita di Spagna della signora principessa di Carignano, ASF, Misce-
llanea Medicea, 178, cc. 324-337.
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Piamonte40. Sin embargo, el de Carignano defendió ante el enviado del rey
Gerónimo Vélez de Medrano el tratado que había firmado con Madama Reale,
algo a lo que —según él— se había visto obligado por culpa del marqués de
Leganés y el conde de Siruela41. Lo que Tomás eludía contar era que en 1641
falleció su cuñado el conde de Soissons, y Richelieu le prometió que la prin-
cesa heredaría el título y las propiedades a cambio de que mudasen su fideli-
dad, una tentadora oferta que no podría rechazar.
La de Carignano recibió la esperada licencia para partir de Madrid en mar-
zo de 1644, si bien su marcha se retrasó unos meses más debido a un inciden-
te protagonizado por su primer caballerizo, quien había herido de gravedad en
una pelea a otro hombre. Lejos de lamentarse por este suceso, la princesa exi-
gía se castigase al Alcalde Enrique de Salinas por haber enviado a su servidor
a una cárcel pública —pues era un caballero—, solicitando su liberación. En
sus recriminaciones, la francesa alegaba que su caballerizo no era vasallo de
Felipe IV, sino criado de su marido —un príncipe libre—, por lo que el rey no
estaba autorizado a ejercer justicia sobre él42. Resulta curioso que después de
tantos años recomendando que la princesa permaneciese en la Corte, casi to-
dos los consejeros que trataron este nuevo incidente se sintieron aliviados
ante su inmediata marcha43. No opinaba lo mismo Olivares, quien desde su
exilio en Toro consideraba desacertada esta decisión, pues estaba seguro de
que Tomás no lo agradecería. Quizás, de haber seguido en el gobierno, el
conde duque habría frustrado la ansiada puesta en libertad de la princesa, o al
menos la habría retrasado44.
————
40 Los miembros del Consejo de Estado incidían en que no se aludiese explícitamente al
intercambio como requisito, pues parecería que el rey había retenido a la princesa con la in-
tención de negociar con su vida. Por ello, proponían que se le concediese la libertad sin rela-
cionarla con el trueque negociando en secreto, pues la recuperación de dicha plaza resultaba
crucial ya que permitiría socorrer Milán. Consulta del Consejo de Estado, 18 de febrero de
1643, AGS, Estado Italia, leg. 3662, nº 45.
41 Carta de Gerónimo Vélez de Medrano, 5 de marzo de 1643, Ibidem, nº 50.
42 Como gobernadora en ausencia de Felipe IV, Isabel de Borbón mandó constituir una
Junta que dictaminó prisión en casa para el caballerizo y reconoció la torpeza del Alcalde,
quien fue arrestado unos días. Felipe IV ratificó dicha decisión el 11 de junio. Consulta de la
Junta, 3 de junio de 1644, AGS, Estado, leg. 3649, nº 86; Carta de la princesa de Carignano
a la reina, Ibidem, nº 98.
43 Así lo resumió el marqués de Castañeda: «lo que conviene que V.M. se desembaraçe
de la Princesa que manifiestamente busca las occasiones para publicarse ofendida y agraviada
sin otro fin ni pretensión de otro útil que de occasionar multiplicar materia entre los enemigos
de V. Magestad para sus discursos». Consulta de la Junta, 6 de junio de 1644, AGS, Estado
Italia, leg. 3649, nº 99.
44 «Mal deben de andar las cosas de Italia pues se ha concedido licencia a la de Cariñán,
pero no tengo al marido por hombre de gentilezas y así temo lo agradecerá poco […]». Carta
de Olivares a Antonio Carnero, 9 de marzo de 1644, AHN, Estado, libro 869, fol. 111. Agra-
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EL DEBER DEL SERVICIO VERSUS LA FELONÍA DEL PRÍNCIPE DE CARIGNANO
El acuerdo de protección que la Monarquía y el príncipe negociaron bus-
caba establecer una relación de fidelidad45 beneficiosa para ambas partes,
pues a cambio de sus servicios, Tomás pretendía obtener una serie de privile-
gios; entre ellos, que el monarca le financiase un ejército particular. A co-
mienzos de 1640 Felipe IV encargó al marqués de Caracena que vigilase de
cerca al de Saboya, lo que indica que ya se sospechaba de su vinculación con
Francia46.
Anteriormente y de manera sucinta hemos aludido a los problemas surgi-
dos a la hora de ratificar el tratado por ambas partes. Aunque la princesa pisó
Madrid en noviembre de 1636, tres años después aún se esperaba que Tomás
firmase la escritura de protección. Si al principio fue la Corona la que puso
objeciones porque la francesa empezó a exigir beneficios que no habían sido
previamente acordados, sería después el turno de su cónyuge, quien no estaba
conforme con determinados puntos. En concreto, el príncipe se negó a aceptar
aquellos que exigían se comportase como un vasallo y súbdito de Felipe IV,
algo que ni era ni tenía intención de ser:
El Príncipe respondió que […] havía hallado que la forma de la protección era
contra su libertad y su reputación a lo qual él no podía consentir, que absolutamen-
te le haçía aquella capitulación hombre ligio, Vasallo y súbdito de Su Magestad de
la manera que lo eran los del Piamonte respecto del Duque, y que le querían obli-
gar a faltar a la casa de Saboya y al Imperio […]47.
Lo cierto es que, en realidad, muchas de las objeciones del príncipe no se
hallaban en la protección ofrecida por el monarca, la cual mantenía los mismos
términos que las establecidas con las Repúblicas de Génova o Lucca. No obstan-
te, Tomás defendía que era incompatible prestar fidelidad a Felipe IV siendo
vasallo del duque de Saboya, a lo que desde Madrid se respondía que únicamen-
te se le demandaba la fidelidad típica del protegido al protector48. Ahí radica la
————
dezco la enorme generosidad de Vanessa de Cruz y Javier de Castro por haberme facilitado
esta referencia.
45 Sobre el significado y evolución de este concepto en la Monarquía Hispánica, véase
VALLADARES RAMÍREZ, 2015.
46 Instrucción al Marqués de Caracena, 26 de febrero de 1640, AGS, Estado Italia, leg.
3661, nº 77; Instrucción al conde de Siruela, nº 78.
47 AGS, Estado Italia, leg. 3661, nº 99.
48 Tomás consideraba que la cláusula que le impedía configurar ligas con otros príncipes
implicaba vasallaje, y no estaba dispuesto a tomar las armas en contra de Saboya, algo que sin
embargo no aparecía en la escritura. Esto nos hace pensar que él mismo lo inventó para retrasar
la firma. A la Corona no le agradó que el príncipe despreciase la posibilidad de convertirse en
vasallo. De hecho, recordaba que el rey tenía por feudatarios y vasallos al Gran Duque de
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importancia porque el príncipe firmase el tratado, pues quedarían establecidos
los servicios concretos que debía prestar a Felipe IV y las contraprestaciones que
recibiría por ellos49. Si bien es cierto que finalmente Tomás aceptó las condicio-
nes de dicho tratado, parece que no era la instrucción original que la Corona
había enviado, quedando ésta en manos de la princesa, de quien sospecharon
pudo haberle mandado a su marido una versión modificada.
Las reticencias de Tomás —que hacían al conde duque desconfiar de sus
verdaderas intenciones— manifiestan su necesidad porque no se olvidase su
estatus como príncipe libre. En base a este argumento, su mujer protestará
cuando Felipe IV se refiera a él como «príncipe rebelde», al considerar que
«siendo un Príncipe libre no puede nunca tener este nombre»50. Ni el príncipe
ni su mujer se consideraban vasallos ni súbditos de Felipe IV, ergo estaban
exentos de obedecerle51. Tal y como María de Borbón alegó en una carta a
Olivares el 21 de abril de 1640, al no ser súbdita no tenía por qué pedir licen-
cia a Felipe IV para acudir junto a su marido, pues únicamente Dios podía
separarles52. Aun de acuerdo con este hecho, Olivares condenaba que la de
Carignano no se hubiese mostrado nunca «agradecida ni satisfecha» ante los
numerosos privilegios que ella y su familia había recibido del rey. En una
misiva que Felipe IV envía a María de Borbón en julio de 1640, el monarca
hacía referencia a la cuestión de la gratitud: «si bien espero de lo que me de-
véis y a la Reyna no obraréis una expresa desconveniencia de vuestro marido
y ingratitud con nosotros»53. De la misma manera que era justo que el prínci-
pe recibiese las mercedes prometidas si había servido satisfactoriamente al
rey, era también de justicia que mostrase agradecimiento54.
————
Toscana, al duque de Parma y al de Módena. Relación de lo que ha pasado con la Serenísima
Princesa de Cariñán, 14 de febrero de 1640, AGS, Estado Italia, leg. 3661, nº 115.
49 Los nobles franceses que brindaron sus servicios a Felipe II firmaron un juramento que
les presentaba como súbditos leales sin entrar en contradicción con su naturaleza francesa.
RUIZ IBÁÑEZ, 2012: 180.
50 Carta de la Princesa de Carignano a Felipe IV, 30 de octubre de 1642, AGS, Estado
Italia, leg. 3662, nº 37. Olivares manifiesta su desconfianza en una extensa relación que remite
al Consejo de Estado: AGS, Estado Italia, leg. 3661, nº 112.
51 Del análisis del concepto de obediencia se ha ocupado VALLADARES RAMÍREZ,
2012. Según la definición que ofrece Covarrubias, vasallo «es el que vive en tierra de algún
señor, al qual reconoce y respeta, como a tal; y assí se dixo de vas.dis, en quanto promete ser
fiel». COVARRUBIAS OROZCO, 1611: 65r. Sobre el concepto del vasallaje y sus distintos
tipos, véase la reflexión de ARANDA PÉREZ, 2012: 57-69.
52 «Yo no estaba obligada pues que yo no tengo la honrra de ser súbdita y nadie me pue-
da atribuyr a mal de que yo vaya con Monsieur mi marido siendo Dios solo el que me puede
separar dél […]». Copia de la carta de la princesa de Carignano a Olivares, 21 de abril de
1640, AGS, Estado Italia, leg. 3648, nº 19.
53 Carta de Felipe IV a la princesa de Carignano, 22 de junio de 1640, Ibidem, nº 43.
54 «Obligación, la correspodencia que uno deve tener al beneficio recibido de otro». Cfra.
CLAVERO, 1991: 91. Sobre el concepto de merced en relación con el servicio y la obligación
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El valido la acusó asimismo de «desacato» hacia la reina por los incidentes
protagonizados con la duquesa de Chevreuse55 durante unas fiestas celebradas
en febrero de 163856. El conflicto se desencadenó cuando ambas presenciaron
un juego de sortija: para evitar juntarlas, se colocó a la duquesa en una venta-
na junto al príncipe heredero Baltasar Carlos, y a María de Borbón en otra
con la reina Isabel. Parece que la de Carignano se mostró muy molesta con
los agasajos que los monarcas le brindaron a la duquesa y con el tratamiento
que se le había otorgado en los actos públicos, hasta tal punto que se fue sin
despedirse de la reina, amenazando con no regresar a palacio57. A pesar de los
encarecidos intentos del rey por agradar a la princesa dándole un mejor asien-
to en la corrida de toros siguiente, no consiguió desagraviarla; al contrario:
multiplicó sus intenciones de marchar junto a su marido58.
Como recientemente ha señalado Valladares, mientras los conceptos de fi-
delidad y lealtad, sin ser sinónimos, resultan similares, ambos guardan una
mayor distancia con respecto al de obediencia59. Acabamos de apuntar que la
obediencia no era un requisito que los príncipes de Carignano debiesen cum-
plir, al no ser súbditos ni vasallos de Felipe IV. Sin embargo, en la cláusula
de protección sí se esperaba que Tomás —y en adición su esposa e hijos—
mostrase fidelidad al monarca, algo que infringió al negociar con Francia y
————
que deriva de ello, nos remitimos al capítulo completo «Contraria Donario: la liberalidad
feudal». Consúltese asimismo el estudio de GIL PUJOL, 5 (San Sebastián, 2009): 83-106.
55 Marie-Aimée de Rohan- Montbazon (1600-1679) contrajo matrimonio en primeras nup-
cias con el duque de Luynes, favorito de Luis XIII. Dama de Ana de Austria, se convirtió en una
de sus confidentes hasta que en 1622 fue expulsada de palacio. Regresó a la Corte como duquesa
de Chevreuse tras su segundo matrimonio en abril de 1622 con Claude de Lorraine, príncipe de
Joinville. DA VINHA, 2009: 160-169. La azarosa vida de la duquesa de Chevreuse ha dado
lugar a varias biografías: COUSIN, 1856. BATIFFOL, 1913. POISSON, 1999.
56 Marie de Rohan estuvo en Madrid para tratar en nombre de los monarcas ingleses una
posible alianza contra los holandeses y el matrimonio entre Baltasar Carlos y la princesa in-
glesa María. Le roy d’Espagne au Cardenal-Infante, 13 febrier 1638, AMAE, CP, Espagne,
vol. 19, fols. 7r-8v.
57 Según el marqués de Castañeda, la princesa dijo «que en Francia se tenía tan grande
respeto a los Príncipes de la Sangre que los reyes no los humillavan tanto como lo hazían los
de España y de aquí salió con furia y con lágrimas a dezirme el agravio mayor que havía reci-
vido de V. Magestad y que havía de ser más sensible a su marido, porque hera el Príncipe más
estimado en el mundo […] sin ser milagro podían ser Reyes su marido y su A. y cierto que a
mi entender aludió esto al derecho que los Príncipes de la Sangre tienen a la cassa de Francia
y que hera muy posible suceder en la cassa de Suison». Consulta del marqués de Castañeda al
rey, 7 de junio de 1644, AGS, Estado Italia, leg. 3649.
58 Consulta del Consejo de Estado, AGS, Estado Francia, K-1418, nº 68 a). Los desplan-
tes ante el rey no eran exclusivos de la nobleza francesa: con la llegada al trono de Felipe V
parte de la Grandeza española también expresó su descontento. TERRASA LOZANO, 14
(Salamanca, 2013): 163-197.
59 COVARRUBIAS OROZCO, 1611: fol. 400r.
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con la duquesa de Saboya. Ello explica que la actitud del príncipe fuese con-
siderada como felonía: «vocablo antiguo castellano que vale tanto como des-
lealtad, trayción, alevosía, a fallendo, y assí valdrá tanto como engaño califi-
cado». La inobediencia de la princesa de Carignano, manifestada en sus
numerosos intentos de fuga, constituyó una prueba de que el pacto formulado
entre el matrimonio y Felipe IV no se encontraba en sus mejores momentos60.
Las numerosas consultas de estado dedicadas a este suceso dan muestra de la
importancia que para la Monarquía representaba Tomás de Carignano. Dado
que María de Borbón era el «instrumento» mediante el cual la Corona preten-
día asegurar la fidelidad del príncipe, analizaremos a continuación las acusa-
ciones vertidas sobre la francesa con el objeto de invalidar su rol como inter-
mediaria.
El ingrato comportamiento de «la más rara mujer que ha nacido en
Franciaˮ
La actitud de la princesa provocó enormes quebraderos de cabeza a los
miembros del Consejo de Estado, quienes, conscientes de la influencia que
ejercía sobre su marido, dedicaron múltiples esfuerzos en aras de evitar un
conflicto61. Especialmente compleja resultó la negociación para el valido,
encargado de comunicar a la francesa los continuos aplazamientos de su via-
je. Ya a finales de diciembre de 1636 Olivares escribía al rey que:
no se puede fiar de ninguna manera porque ella es loca como Juan de Cárdenas,
y es francesa más que el cardenal Richelieu y nos aborrece más que él, y esto lo ha
dicho al Rey delante de mí una gran persona, y todas sus criadas enteramente lo di-
zen a vozes a las damas y dueñas de honor […] y sabemos que en secreto escribe
lo contrario a su marido62.
Es esta la primera vez que hemos documentado la referencia a María de
Borbón como «loca», si bien no será la última. Consideramos de enorme inte-
rés profundizar en este calificativo empleado como manera de invalidar sus
argumentos, explicar su comportamiento, así como de justificar el trato que el
valido aconsejó brindarle. En junio de 1637, el cardenal-Infante se excusó
————
60 VALLADARES RAMÍREZ, 2015: 25-28.
61 La propia princesa reconoció el poder de convicción que tenía sobre su esposo: «si
hubiera deseado que dexase el servicio de su Magestad yo hubiera dexado suceder lo que Dios
hubiera sido servido […]». Copia (en español) de la carta de la princesa de Carignano a
Olivares, 21 de abril de 1640, AGS, Estado Italia, leg. 3648, nº 19.
62 Consulta del Consejo de Estado, 29 de noviembre de 1636, AGS, Estado Francia, K-
1418.
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ante Olivares en nombre de Tomás, quien lamentaba «las extravagancias de
su mujer, y dize que es una loca, que no haga caso de lo que dice». Al mismo
tiempo, el gobernador de Flandes eximía al príncipe de toda culpa63, opinión
compartida en Madrid, donde siempre se le consideró una víctima de la «da-
ñossa» princesa64.
Bethany Aram ha estudiado los usos políticos derivados de la vinculación
de locura y feminidad para Juana I de Castilla, que justificaron su reclusión
en el castillo de Tordesillas65. Si en ese caso la única que salió perjudicada
fue la propia reina, despojada del poder por su padre, su marido y posterior-
mente su hijo, en el estudio que nos ocupa parece que el uso de la locura se
realizó por ambas partes. La consideración de María de Borbón como loca
hacía referencia a su comportamiento presuntuoso y altivo, algo que la Coro-
na aprovechó para invalidarla como representante del príncipe Tomás en las
negociaciones. La princesa había dado muestras de algunas de las definicio-
nes que Covarrubias ofrece en su famoso Tesoro de la lengua, si interpreta-
mos que en los accesos de cólera la francesa perdía momentáneamente el jui-
cio, al no atender a las explicaciones de los enviados del rey cuando le
comunicaban un nuevo retraso de su viaje66. Las consultas del Consejo de
Estado atribuyeron su extravagancia a su condición femenina y a su naturale-
za francesa, lo que justificaba —en opinión de Olivares— su incapacidad
para tratar sobre negocios67. El valido reconocía haber entablado conversa-
ciones con ella en repetidas ocasiones, no pudiendo llegar a un acuerdo debi-
do a su falta de razón y a su cambiante carácter, pues pasaba de las lágrimas a
la rabia, los gritos y las amenazas en cuestión de segundos:
————
63 Carta del príncipe Thomas al conde duque, 17 de febrero de 1637, Ibidem, nº 78.
64 Este fue el parecer al que llegaron los miembros presentes del Consejo de Estado -el
marqués de Santa Cruz, el marqués de Villafranca, el conde de Castrillo, el cardenal Borja,
Villahermosa y el conde de Oñate- en una consulta realizada el 2 de junio 1638. AHN, Estado,
leg. 8607, nº 3.
65 ARAM, 2004: 73-90; 2001. En la época se consideraba que las mujeres eran más pro-
clives —debido a su inferioridad con respecto al género masculino— a sucumbir a las tenta-
ciones del diablo. Así, por ejemplo, se sospechaba de aquellas que decían presenciar visiones
o sueños, como le sucedió a Lucrecia de León. KAGAN, 1991: 137-141. Sobre el concepto de
locura, nos remitimos al clásico trabajo de FOUCAULT, 1997 (primera edición 1964).
66 «[…] O puedese haver dicho de locus à luce per contrarium semsum por havérsele
ofuscado y entenebrecido el entendimiento». COVARRUBIAS OROZCO, 1611: fol. 527.
67 «Los inconvenientes que tiene el fiárselos bien se ven siendo una muger francesa por
naturaleza y por condición mucho más de suma vanidad y extravagancia». Consultas del Con-
sejo de Estado, 23 de septiembre de 1640, AGS, Estado Italia, leg. 3648, nº 45 y 46. En una
Relación de lo que ha pasado con la Serenísima Princesa de Cariñán fechada el 14 de febrero
de 1640, se hacía referencia a la indiscreción de la francesa «verdaderamente las mugeres
aunque sean Princesas, naturalmente son poco reservadas en sus acciones y palabras por natu-
raleza, cossa diffícil de vencer». AGS, Estado Italia, leg. 3661, nº 115.
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[…] sólo se sirviese Vuestra Magestad de escusarme de que no tratase ningún
negocio con esta Princesa, cuya condición es tan terrible que confieso a Vuestra
Magestad como cristiano que tengo a milagro de Nuestro Señor evidente no me
haver perdido con ella, porque en primer lugar razón ni verdad no tiene lugar con
ella ni la entiende ni la haze fuerza, en segundo nada que se assienta con ella tiene
firmeza de oras, su vanidad y presumpción es tal que la he oído muchas vezes que
es la primera Princesa del mundo y a esta medida es la sobervia y arrozamiento y
la desestimación de lo que mas deverá venerar68.
María de Borbón creía que su condición femenina era uno de los prejuicios
que llevaron a Olivares a evitar considerarla intermediaria de su esposo69. Por
esta razón, se quejó en su correspondencia del menosprecio sufrido al ser sus-
tituida por el conde de Boeto —agente de Tomás y Mauricio en Madrid70—;
un motivo más que —según ella— hacía comprensible y necesaria su salida
de la Corte71. Sea como fuere, a la Monarquía le interesaba propagar un dis-
curso que invalidase las acusaciones públicas que la de Carignano había di-
seminado fuera de las fronteras españolas, asegurando que ya había escrito
varios manifiestos narrando las humillaciones recibidas72.
A juzgar por las misivas en las que Tomás daba cuenta de estar al tanto del
comportamiento de su esposa, consideramos muy posible que ambos jugasen
con este calificativo, evitando así un posible castigo por parte del rey73. Tal y
como Magdalena Sánchez ha señalado para el caso de las mujeres Habsburgo,
era habitual que éstas aludiesen a una supuesta enfermedad —que solía ser
melancolía— en aras de justificar acciones que se salían de lo socialmente
establecido74. La princesa de Carignano incidirá asimismo en su mala condi-
————
68 Papel del conde duque sobre la plática que tuvo con la princesa, 13 de abril de 1640,
AGS, Estado, leg. 3648, nº 5.
69 AGS, Estado Italia, leg. 3661, nº 175, s.f.
70 Lettere di Tommaso alla principessa di Carignano, 15 agosto 1639. ASTo, Lettere
Principi Diversi, Savoia-Carignano, mazzo 53. Tomás le confiesa a su mujer que el duque de
Longueville le había asegurado que la corona francesa cumpliría todas sus promesas si aban-
donaban el servicio a Felipe IV.
71 Carta de la princesa de Carignano al conde duque, 3 de marzo de 1640, AGS, Estado
Italia, leg. 3661, nº 67.
72 La princesa tenía intención de dar a conocer «la sin razón y violencia que padece en pago
de lo que ha servido su marido y de haver perdido al señor conde de Suason su hermano en servicio
desta Corona». Parecer de la Junta, 23 de marzo de 1642, AGS, Estado Italia, leg. 3847, nº 76.
73 El Consejo de Estado trataba ya a mediados del mes de diciembre de 1637 una consul-
ta relativa a que se le comunicase a Tomás que por vía de su mujer las negociaciones no eran
viables. Carta de Andrés de Rozas a Pedro de Arze, 15 de diciembre de 1637, AGS, Estado
Italia, leg. 3661, nº 1.
74 SÁNCHEZ, 1998: 158-159. El capítulo siete, «Melancholy and Infirmity», está dedi-
cado al uso político que la emperatriz María, su hija sor Margarita de Cruz y la reina Margari-
ta de Austria hicieron de sus enfermedades para que Felipe III las visitase más a menudo.
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ción física para que Felipe IV le permitiese regresar con su marido75. Lo que
quizá no esperaba es que el monarca empleara el mismo recurso para justifi-
car el retraso de su partida, aludiendo a la obligación que tenía de confirmar
la seguridad de su viaje para prevenir su salud y la de sus hijos76. De hecho,
cuando durante el gobierno de la reina Isabel de Borbón (1642-1644) una
Junta trató sobre la conveniencia de trasladar a la princesa a palacio o a otro
lugar, Olivares recomendó aprovechar el temor que la francesa tenía a morir
para conseguir que acatase la disposición regia77.
María de Borbón no fue la única que se escudó en sus problemas de salud
para reclamar el regreso prometido a tierras italianas. Margarita de Saboya, la
que fuera virreina de Portugal y hermana de Tomás recurrió al mismo argu-
mento en idéntica cronología78. Margarita escribió durante años al monarca
solicitando que le permitiese volver a Mantua para estar con su hija, tal y co-
mo Felipe IV le había prometido al ofrecerle el virreinato de Portugal79. Des-
pués del levantamiento portugués en 1640, Margarita partió hacia Madrid con
el propósito de visitar al rey. Para su sorpresa, fue detenida en Mérida siete me-
ses, tras los cuales Felipe IV ordenó que se instalase en Ocaña, donde permane-
ció un largo período hasta que a comienzos de 1643 fue alojada en las Descal-
zas Reales80. Durante su estancia castellana tomó en numerosas ocasiones la
pluma para recordarle a su primo su deseo de regresar a Italia, así como el ser-
vicio que siempre le había prestado81, apelando a su avanzada edad y a su mala
————
75 «[…] suplicándole disponga que yo vea prontamente los efetos dellos porque mi salud no
me deja esperar larga vida y por no poder estar más tiempo de la manera que estoy». Carta de
Felipe IV a la princesa de Carignano, 7 de agosto de 1641, AGS, Estado Italia, leg. 3847, nº 102.
76 Consulta de Estado, 23 de julio de 1641, AGS, Estado Italia, leg. 3648, nº 110; Carta
de la princesa de Carignano a Felipe IV, 20 de mayo de 1642, AGS, Estado, Italia, leg. 3853,
nº 239.
77 «...y llegando el tiempo de los calores ella misma ynstará para mudar de residencia, y
abrazará quizá lo que aora rehusa, porque aseguran los que la conocen bien que tiene mucho
miedo a la muerte y que si enfermase por poco que sea ella no persistirá donde se halla». Pa-
recer del conde duque de Olivares, 26 de abril de 1642, AGS, Estado Italia, leg. 3847, nº 80.
78 La figura de Margarita ha suscitado recientemente el interés de diversos investigado-
res, tras muchos años en el olvido después de la biografía que le dedicara QUAZZA, 1930,
impregnada de un fuerte sentimiento antiespañol. Véanse los estudios de SCHAUB, 2001 y
RAVIOLA, 2012; 2013.
79 «No es en lo que menos muestro al mundo lo que estimo vuestra persona, con enco-
mendaros uno de los goviernos de España de personas reales […] para que mientras las cosas
están turbadas en Italia, tengáis ocupación fuera de ella por estos dos años por no apartaros
más tiempo de vuestra hija, en el que parece que se compondrán las cosas, para que podáis
vivir en su compañía con el gusto que deseo». AGS, Estado Portugal, leg. 4045, nº 1.
80 Consulta del Consejo de Estado, 15 de enero de 1643, Ibidem, nº 24. Margarita se alo-
jó en el convento de la Encarnación hasta que en julio le habilitaron un cuarto en las Descal-
zas. PELLICER DE OSSAU Y TOVAR, 1644: fols. 147v-148r, BNE, Mss. 7693.
81 «Yo vine a España obedecer a V.M. que se sirvió de mostrar que le sería de gusto el
verme para ampararme y procurarme todo consuelo y satisfación en mis interesses, i jamás
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salud. Margarita fallecería en Burgos en 1655, sin haber logrado su deseo de
retornar a la península italiana, algo que sí conseguiría María de Borbón82.
CONCLUSIONES
Tal y como unos años después haría el gran príncipe de Condé Luis de
Borbón83, Tomás de Saboya —y por extensión, su familia— abrazó el servi-
cio a Felipe IV mediante un tratado de protección, pues su condición de ex-
tranjero exigía establecer los términos a partir de los cuales estarían vincula-
dos con la Monarquía Hispánica. Esta relación de servicio se basaba en la
reciprocidad y en la fidelidad que ambas partes debían mostrar, de la que se
esperaban una serie de acciones84. Por supuesto, este intercambio debía ser
beneficioso para ambas partes, y en consecuencia, debía consensuarse me-
diante la negociación, tal y como había sucedido. El de Carignano ofreció su
servicio al monarca católico por discrepar del gobierno de su hermano Víctor
Amadeo y posteriormente del de su cuñada —cuya legitimidad como regente
cuestionaba—, lo cual no fue sin embargo seguido de una desnaturalización85.
María de Borbón nació siendo súbdita de Luis XIII, pero al contraer matri-
monio pasó a serlo de Saboya —al igual que su marido—, convirtiéndose
además en titular de un principado en el Piamonte. A esto debemos añadir el
parentesco que doblemente les unía a los soberanos: él era primo hermano de
Felipe IV; ella prima segunda de Isabel de Borbón, lo que comportaba un
ingrediente de fidelidad familiar a tener en cuenta.
Pese a la libertad de ambas partes a la hora de establecer este acuerdo, no de-
bemos olvidar que no se trataba de una relación entre iguales. De hecho, el con-
flicto comienza en el momento en el que la parte más débil —esto es, la repre-
sentada por el príncipe de Carignano— pretende rescindir el pacto. En realidad,
el de Saboya fue el primero en incumplir una de las cláusulas firmadas, a saber:
la que le impedía establecer ligas o confederaciones con los enemigos de la Mo-
narquía, pues había estado negociando con Francia y con la duquesa de Saboya.
Por su parte, Tomás se escudó en que previamente el rey no le había otorgado lo
————
pensé de haberme de apartar de los ojos de V.M. sino para servirle o volver a Italia». Carta de
Margarita de Saboya a Felipe IV, 10 de julio de 1642, AGS, Estado España, leg. 2666.
82 «Mis años, mi poca salud y mis achaques son tales que no pueden sufrir aires tan re-
cios y continuos como los de Ocaña, lo que requieren es descanso y consuelo […] suplico con
toda humildad, y veneración me haga merced y favor en quanto no permite de volber a Italia
de no apartarme dellos». AGS, Estado Portugal, leg. 4045, nº 23.
83 Nos remitimos al estudio de BËGUIN, 1999.
84 Sobre el significado del servicio en la Monarquía Hispánica, véase a la reflexión que
ofrece ESTEBAN ESTRÍNGANA, 2012: 11-15.
85 RUIZ IBÁÑEZ, 2012: 168.
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prometido, lo que le facultaba a dar el servicio por finalizado. La Corona no
podía permitir el paso del príncipe a las filas enemigas, por lo que intentó que
regresase a la protección del Rey Católico en una operación en la cual la perma-
nencia de la princesa en Madrid resultaba clave. Pero, ¿podía Felipe IV retener a
María de Borbón en contra de su voluntad? Esta cuestión se había planteado en
diversas ocasiones en las sesiones del Consejo de Estado. En opinión de Oliva-
res, si bien consideraba «no ser justo ni en conciencia ni en razón humana el
detener a su Alteza», debido a la «condición de esta señora y el malo y perverso
affecto que se reconoce en ella», era partidario de que se retrasase la respuesta,
sin llegar a negarle nunca el reunirse con su marido86.
No será hasta después de 1642, una vez que Tomás había firmado la paz con
la duquesa regente y pasó al servicio de Francia, cuando se consideró por pri-
mera vez a la princesa y a sus hijos «prisioneros por la felonía del Príncipe»87.
Como ya hemos señalado, Tomás aparece a lo largo del proceso exento de toda
culpa, la cual recayó irremisiblemente en María de Borbón, artífice de la mani-
pulación del juicio de su esposo. Creemos que la voluntad por exculpar al
príncipe respondía a la necesidad que la Monarquía tenía de un militar experi-
mentado, más que a un prejuicio sobre la naturaleza francesa y la condición fe-
menina de la princesa. Sin entrar a dilucidar si María de Borbón manipuló a su
marido en base a su simpatía hacía la corona francesa, nos interesa señalar que
la comunicación epistolar intercambiada entre la pareja prueba que Tomás tenía
conocimiento de las acciones protagonizadas por su esposa. Ello nos lleva a
pensar que el comportamiento de la princesa constituyó un intento por provocar
la ruptura con Felipe IV, hipótesis que cobra fuerza si atendemos a las exage-
radas y constantes demandas de la francesa. Es lógico deducir que Felipe IV
no las aceptaría como así sucedió, lo que habilitaría a la pareja a rescindir su
servicio —cuyo uso podía ser múltiple, flexible y circunstancial88—, y cuya
duración estaba condicionada por el interés de ambas partes89. A finales de la
década de 1630, los príncipes de Carignano consideraron más favorable a sus
propios intereses aquello que les ofrecía Francia, lo que derivó en un deservicio
a la Monarquía y su consecuente ruptura90, tal y como Felipe IV reconoció:
Señora Prima, habiendo entendido que sobre haveros hecho dezir mi voluntad
en quanto a vuestra jornada por el conde duque por escrito diferentes vezes tenéis
————
86 AGS, Estado Italia, leg. 3661, nº 112, fols. 3r y 3v.
87 Consulta del Consejo de Estado, 22 de octubre de 1642, AGS, Estado, leg. 3847, nº 285.
88 Las circunstancias según las cuales la nobleza podía cambiar el servicio a un príncipe
extranjero aparecen detalladas en RUIZ IBÁÑEZ, 2012: 165-171.
89 THOMPSON, 2012: 283.
90 «La razón de estado aceptó y fomentó que los vasallos fueran fieles al príncipe «por
interés, no por amor o amistad», sin importar siquiera la familia». Cfra. VALLADARES
RAMÍREZ, 2015: 28.
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resolución de intentarla, he resuelto deciros de mi propia mano que esto será de-
servicio del Príncipe Thomas mi primo, con lo qual no quedaréis con duda de que
me hallo obligado a poner todo embarazo para que no se execute nada que genere
desconveniencia y contra la protección en que tengo a mi Primo y a vos y a los
Príncipes vuestros hijos por la que firmé y por la que también ha firmado el Prínci-
pe que está en mi poder91.
Las excepcionales circunstancias por las que atravesó la Monarquía entre
finales de la década de 1630 y comienzos de la siguiente influyeron de mane-
ra determinante en la relación que la Corona desarrolló con los príncipes ita-
lianos en general, y con los de Carignano en particular. En este sentido, es
interesante resaltar la desconfianza que el gobierno de Felipe IV mostró hacia
el comportamiento de antiguos servidores de los que se sospechaba que podían
actuar en contra de la estabilidad de la Corona, como fue el caso de María de
Borbón o de su cuñada Margarita de Saboya.
Como resultado, la Monarquía Hispánica fue flexible a la hora de negociar
con estos antiguos servidores que habían faltado a su deber, a los que decidió
perdonar intentando reintegrarlos a su servicio. La proliferación en los últi-
mos años de congresos y volúmenes interesados en el análisis del concepto
del servicio y la fidelidad al monarca nos ha permitido analizar cómo los
príncipes de Carignano forzaron los límites que fijaban —en la teoría— la
relación de servicio con el rey. Aprovechándose de la compleja situación en
la que se hallaba la monarquía de Felipe IV, estos militares experimentados
mantuvieron una actitud abierta frente a las dos coronas más importantes del
momento —la francesa y la española—, como fue también el caso del duque
de Parma Odoardo Farnese92. Asimismo, el caso de estudio elegido pone de
manifiesto el daño que las sublevaciones de los súbditos rebeldes portugueses
y catalanes habían causado en Madrid. Dichos acontecimientos generaron
temor y desconfianza hacia aquellos que hasta entonces se habían mostrado
fieles a la Corona, como fueron los hermanos Tomás, Mauricio y Margarita
de Saboya, quienes habían heredado de su madre una inclinación favorable a
la Monarquía Hispánica93. Durante un breve pero intenso período, el príncipe
de Carignano ocupó el lugar que su hermano mayor Emanuele Filiberto había
dejado vacante tras su muerte en 1624 como importante militar al servicio de
la Monarquía Española, demostrando así la impronta pro-española de su ma-
————
91 Carta de Felipe IV a la princesa de Carignano, 22 de junio de 1640, AGS, Estado Ita-
lia, leg. 3648, nº 43.
92 HANLON, 2014.
93 Pese a la política de Carlos Manuel I, la mayor parte de sus hijos mostraron —si no
siempre, al menos durante un período de su vida— una inclinación hacia sus raíces españolas,
como fue el caso de Manuel Filiberto de Saboya o Maria Apollonia. RAVIOLA, 1 (Madrid,
2014): 257-258.
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dre y la mayoría de sus hermanos94. Partiendo de las tradicionales fórmulas
políticas plasmadas en los discursos teóricos que hablaban de servicio, lealtad
y fidelidad, el matrimonio bien avenido que conformaron los príncipes de
Carignano arriesgó y consiguió sacar provecho en la práctica de la delicada
situación en la que se encontraba la Monarquía Hispánica en las décadas cen-
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Recibido: 16/10/2015
Aceptado: 29/04/2016
... 176 There she died, never seeing her beloved Italy again. 177 Archduke Charles had put Portugal on the map again as a royal posting. However, Philip IV was quite unlucky with his candidates: both his uncle Charles and his brother Don Carlos died before they reached Lisbon. ...
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This volume investigates the family affairs of the Savoy-Carignano dynasty, with a special focus on women: they are, in fact, prominent between the seventeenth and the eighteenth centuries, a crucial phase for the family and its territorial governance. The position of the Savoy-Carignano family was extremely delicate and forced them to deal both with Turin and Paris-Versailles, keeping a constant eye on the opportunities offered by the court of Vienna. The strategic balance between different courts, skilfully guided by Marie de Bourbon, Princess of Carignano, is at the heart of this book. Two case studies will be taken into account, in which female figures played a decisive role, mobilising networks of relations and refining negotiation strategies. On the one hand, the controversial wedding of Prince Louis-Thomas, count of Soissons; on the other, the marriage of Prince Emanuel Philibert. The diplomatic incidents triggered by these family affairs forced Mary of Bourbon, the true matriarch of the family, to counterbalance the effects, for the survival of the entire dynastic clan. The letters by the Savoy-Carignano princesses, in the most acute phases of the conflict, outline a sort of resilient epistolary, encouraging us to reflect on the weight of female figures for the consolidation of a patrimony of symbols and privileges, which represented an essential step for a dynasty claiming full territorial sovereignty.
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Todos los cronistas consultados (A. Sánchez de Espejo, A. Caro de Mallén, R. Méndez Silva, A. de León Pinelo o el jesuita S. González) coinciden al afirmar que las fiestas de Carnaval del año 1637 —celebradas entre el 15 y el 24 de febrero— fueron las más espectaculares de todas las conocidas. A las victorias de los ejércitos españoles en Europa se sumó la vista a España de doña María de Borbón y la coronación como Rey de Romanos de Fernando III, primo hermano de Felipe IV. Entre los festejos preparados para la ocasión, el público cortesano asistió a la representación de comedias de Calderón, Vélez de Guevara o Rojas Zorrilla, a bailes y entremeses de Benavente, y a otras formas teatrales, como mojigangas, folias o danzas. En este artículo se señalan los diferentes espectáculos teatrales que se representaron con motivo de tan destacados acontecimientos históricos, tratando de ofrecer nuevas vías para posteriores estudios.
Chapter
La collana è la ‘costola’ monografica della rivista Quaderni Veneti. Nuova serie digitale ( QV ) : accoglie, con scansione periodica irregolare, gli atti dei convegni organizzati dal Centro Interuniversitario di Studi veneti (CISVe), edizioni e monografie relative alla tradizione testuale e culturale del Triveneto, con particolare (ma non esclusiva) attenzione alla Modernità / Contemporaneità, e agli autori documentati nell’Archivio «Carte del Contemporaneo» presso il CISVe.
Book
La collana è la ‘costola’ monografica della rivista Quaderni Veneti. Nuova serie digitale ( QV ) : accoglie, con scansione periodica irregolare, gli atti dei convegni organizzati dal Centro Interuniversitario di Studi veneti (CISVe), edizioni e monografie relative alla tradizione testuale e culturale del Triveneto, con particolare (ma non esclusiva) attenzione alla Modernità / Contemporaneità, e agli autori documentati nell’Archivio «Carte del Contemporaneo» presso il CISVe.
Article
The following text is taken from the publisher's website. "This book is the first major study in English of the duchy of Savoy during the period of the Thirty Year' War. Rather than examining Savoy purely in terms of its military or geo-strategic role, Dynasty and Diplomacy in the Court of Savoy comprises three interwoven strands: the dynastic ambitions of the ruling House of Savoy, the family interests of an elite clan in ducal service, and the unique role played by one member of that clan, Abate Alessandro Scaglia (1592 1641), who emerged as one of Europe's most widely-known diplomats. Scaglia, the focus of the book, affords insights not only into Savoyard court politics and diplomacy, but more generally into a diplomatic culture of seventeenth-century Europe. With his image fixed by a remarkable series of Van Dyck portraits, Scaglia is emblematic of an international network of princes, diplomats, courtiers, and artists, at the point of contact between dynasticism, high politics and the arts."
Gender and Authority in Early Habsburg Spain» Women, Texts and Authority in the Early Modern Spanish World
  • Bethany Aram
Aram, Bethany, «Representing Madness: Text, Gender and Authority in Early Habsburg Spain», in Vicente, Marta, and Corteguera, Luis (eds.), Women, Texts and Authority in the Early Modern Spanish World, Aldershot, Ashgate Publishing, 2004; 73-90.
Servir a quién, en qué y cómo: vasallos en la política hispánica modernaˮ, en Esteban Estríngana, Alicia, Servir al rey en la Monarquía de los Austrias. Medios, fines y logros del servicio al soberano en los siglos XVI y XVII
  • Aranda Pérez
  • J Francisco
Aranda Pérez, Francisco J., «Servir a quién, en qué y cómo: vasallos en la política hispánica modernaˮ, en Esteban Estríngana, Alicia, Servir al rey en la Monarquía de los Austrias. Medios, fines y logros del servicio al soberano en los siglos XVI y XVII, Madrid, Sílex, 2012; 49-84.
Contexto de las reales fiestas que se hizieron en el palacio del buen retiro a la coronación de Rey de Romanos y entrada en Madrid de la señora princesa de Cariñan
  • Ana Caro De Mallén
Caro de Mallén, Ana, Contexto de las reales fiestas que se hizieron en el palacio del buen retiro a la coronación de Rey de Romanos y entrada en Madrid de la señora princesa de Cariñan, Madrid, en la Imprenta del Reyno año 1637.
Duchessa di Savoia, 16371663. Con annotazioni e documenti inediti
  • G Claretta
  • Storia Della Regenza Di Cristina Di Francia
Claretta, G., Storia della Regenza di Cristina di Francia, Duchessa di Savoia, 16371663. Con annotazioni e documenti inediti. Turín, 1869.
Antropología católica de la economía moderna
  • Clavero
  • Antidora Bartolomé
Clavero, Bartolomé, Antidora. Antropología católica de la economía moderna, Milano, Giuffreè Editore, 1991.
«El servicio: paradigma de relación política en los siglos XVI y XVII», en Esteban Estríngana
  • Esteban Estríngana
Esteban Estríngana, Alicia, «El servicio: paradigma de relación política en los siglos XVI y XVII», en Esteban Estríngana, Alicia, Servir al rey en la Monarquía de ———— 94 OSBORNE, 2002: 240.
House of Savoy in search for a royal crown in the seventeenth century
  • Robert Oresko
  • The
Oresko, Robert, «The House of Savoy in search for a royal crown in the seventeenth century», in Oresko, Robert; Gibbs, G.C. and Scott, H. M., (eds.) Royal and Republican sovereignity in Early Modern Europe, Cambridge, Cambridge University Press, 1997; 287-294.