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Cap. 1.Servicios ecosistémicos: ¿Un enfoque promisorio para la conservación o un paso más hacía la mercantilización de la naturaleza?

Authors:

Abstract

Desde su surgimiento a principios de los ochenta, el enfoque de servicios ecosistémicos (SE) ha logrado posicionarse entre académicos, conservacionistas, agencias de desarrollo, diseñadores de políticas y gobiernos, dada su versatilidad como marco teórico, herramienta analítica, instrumento para la gestión de ecosistemas, discurso político e incluso mensaje pedagógico —propósito original con el que se propuso el concepto—. Pero lejos de ser homogéneo, el enfoque de servicios ecosistémicos tiene un carácter multifacético e interdisciplinar, lo que se refleja en las diversas definiciones, tipologías y conceptos asociados con el mismo. La revisión crítica de esas definiciones y tipologías es uno de los objetivos de este trabajo. El otro objetivo se relaciona con el análisis de las principales potencialidades del enfoque de SE para promover la conservación de la naturaleza, pero también se hace una discusión sobre las críticas más fuertes que se han vertido sobre el mismo.
SERvICIOS ECOSISTÉMICOS:
¿UN ENFOqUE PROMISORIO PARA LA CONSERvACIÓN O UNA
PASO MáS hACIA LA MERCANTILIZACIÓN DE LA NATURALEZA?
Johnny Rojas Padilla1
Mario Alejandro Pérez-Rincón2
resumen
Desde su surgimiento a principios de los ochenta, el enfoque de servicios
ecosistémicos (SE) ha logrado posicionarse entre académicos, conservacio-
nistas, agencias de desarrollo, diseñadores de políticas y gobiernos, dada su
versatilidad como marco teórico, herramienta analítica, instrumento para
la gestión de ecosistemas, discurso político e incluso mensaje pedagógico
—propósito original con el que se propuso el concepto—. Pero lejos de ser
homogéneo, el enfoque de servicios ecosistémicos tiene un carácter mul-
tifacético e interdisciplinar, lo que se reeja en las diversas deniciones,
tipologías y conceptos asociados con el mismo. La revisión crítica de esas
deniciones y tipologías es uno de los objetivos de este trabajo. El otro ob-
jetivo se relaciona con el análisis de las principales potencialidades del en-
foque de SE para promover la conservación de la naturaleza, pero también
se hace una discusión sobre las críticas más fuertes que se han vertido sobre
1 Estudiante doctoral, MSc. Instituto CINARA, Universidad del Valle. Cali, Colombia. (johnny.
harold.rojas@correounivalle.edu.co)
2 PhD, MSc. Profesor Universidad del Valle. Instituto CINARA. Cali, Colombia. (mario.perez@
correounivalle.edu.co)
CaPítulo 1
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
el mismo, en relación con: i) su concepción antropocéntrica y utilitarista;
ii) las limitaciones de su análisis lineal de la naturaleza a partir del uso del
concepto de capital natural y de modelos stock-ujo; iii) las limitaciones y
riesgos asociados con la valoración monetaria de los SE que puede derivar
en la mercantilización de la naturaleza; y, iv) las críticas a la gobernanza de
los SE a través del mercado. Para nalizar, se presenta un balance del estado
del arte de los estudios e investigaciones sobre los SE a nivel mundial, de
América Latina y de Colombia. Nuestro análisis sugiere que a pesar de las
potencialidades del enfoque para contribuir a resolver la tensión entre desa-
rrollo económico y conservación natural a través de su mensaje pedagógico
y su marco metodológico interdisciplinario, el sesgo economicista que ha
tomado, trunca ese potencial, al contribuir a la mercantilización de la natu-
raleza y la gobernanza de los servicios ecosistémicos a través del mercado.
Palabras clave: Servicios ecosistémicos, valoración económica, mer-
cantilización de la naturaleza.
IntroduCCIón
La historia del ser humano en el planeta no pudo haberse desarrollado
sin un soporte de los ecosistemas. Mientras los primeros pobladores de la
tierra se vieron enfrentados para poder sobrevivir a fuerzas naturales que
los dominaban y sobrepasaban en su capacidad de respuesta y adaptación,
el ser humano actual se jacta de haber invertido la correlación de fuerzas, a
partir de su aparente supremacía sobre el mundo natural, representada en la
capacidad para poner a los ecosistemas a su entera disposición y servicio.
La crisis ambiental fraguada desde los inicios de la revolución industrial
pero que se ha venido manifestando con toda su fuerza desde la década de
los setenta del siglo XX, parece haber despertado al ser humano de su cción
de completo dominio sobre la naturaleza. La mayor frecuencia de eventos
climáticos extremos —como las sequías e inundaciones—, el deterioro de
la capa de ozono, la aparición súbita de enfermedades cada vez más extra-
ñas y que mutan a formas complejas de tratar, la desaparición repentina de
especies, el cambio de paisajes y ecosistemas aparentemente saludables a
estados de deterioro casi irreversibles y la conformación de agentes conta-
minantes indescifrables, son algunas manifestaciones de una crisis ambien-
tal que no podemos explicar y menos resolver, aún haciendo uso de todo
el conocimiento cientíco actualmente disponible. Así, el aumento de la
incertidumbre sobre nuestra capacidad real para dominar a la naturaleza, va
de la mano de un escepticismo cada vez mayor sobre las posibilidades de
resolver la crisis ambiental a partir únicamente del conocimiento cientíco.
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soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
Existe en cambio, abundante evidencia y nadie parece discutir que la
crisis ambiental tiene efectos directos y diversos sobre el ser humano: en
su salud, en sus actividades económicas, en sus formas de disfrute y re-
creación, en su apreciación misma de la naturaleza y en sus formas de in-
vestigarla y conocerla. Parece lógico suponer que estas evidencias debían
derivar en un reconocimiento explícito, tal como lo proponen Fisher et al.
(2009), en cuanto a que la supervivencia y bienestar del ser humano de-
penden completamente de la naturaleza. Sin embargo, entender la forma
en la cual la naturaleza y sus ecosistemas determinan la vida humana (y
viceversa), demandaba de la emergencia de teorías y enfoques orientados a
tal propósito. Es en este contexto, y aunque como se verá más adelante con
un propósito más pedagógico que cientíco, donde surge el enfoque de los
servicios ecosistémicos.
Este primer capítulo del libro realiza una revisión crítica del enfoque de
servicios ecosistémicos, tan en boga actualmente en las políticas ambien-
tales a lo largo y ancho del planeta, hasta el punto que fue una de las cartas
principales que llevó el PNUMA, como parte de su propuesta de Economía
Verde, al encuentro RIO + 20 realizado en 2012. Como marco introductorio
y contextual de este libro, este capítulo empieza con una presentación de
los orígenes del concepto de servicios ecosistémicos (SE), para continuar
con una discusión de las diferentes deniciones y clasicaciones del térmi-
no propuestas por la academia; luego, el análisis se centra en aspectos más
pragmáticos presentando las potencialidades del uso de este enfoque para la
política pública ambiental; posteriormente se abordan las críticas al enfoque
de SE. Finalmente, se presenta el estado del arte actual de los estudios e
investigaciones sobre SE. El capítulo naliza con las conclusiones.
orIgen del ConCePto
Previo al surgimiento del concepto servicios ecosistémicos, diversos in-
vestigadores desarrollaron trabajos que sirvieron de base para su desarrollo.
Por ejemplo, algunos autores apuntan a que el trabajo seminal es el libro de
Marsh titulado El hombre y la Naturaleza (1864), que señalaba que los re-
cursos naturales de Estados Unidos eran nitos e identicaba los elementos
propios del proceso de disposición de residuos por la naturaleza (Braat &
De Groot, 2012). Hacia mediados del siglo XX se hace uso del término fun-
ción del ecosistema, en referencia a la serie de procesos que operan dentro
de un ecosistema pero sin considerar si ellos eran útiles o no para los seres
humanos (Braat & De Groot, 2012, citando a Odum, 1956). A nales de
los sesenta y principios de los setenta autores como King (1966), Heliwell
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
(1969), Hueting (1970) y Odum y Odum (1972) analizaron la forma en la
cual algunas “funciones de la naturaleza” realizaban un trabajo, proveían
un espacio y proporcionan benecios a los seres humanos y sus sistemas
sociales (Gómez-Baggethum et al., 2010).
Pero un aporte decisivo en la construcción del concepto de servicios eco-
sistémicos lo realizó Westman en 1997 (Fisher et al., 2009; Gómez-Bag-
gethum et al., 2010), al proponer que se podía enumerar el valor social de
los benecios proporcionados por los ecosistemas, para contribuir a que la
sociedad tomara decisiones de gestión y de política más informadas. A estos
benecios Westman los denominó servicios de la naturaleza (Fisher et al.,
2009). Se puede armar entonces que la historia moderna del concepto de
servicios ecosistémicos empieza con el trabajo del autor mencionado.
Sin embargo, existen evidencias aportadas por Gómez-Baggethum et al.
(2010), en cuanto a que algunos de los pensadores más celebres de la teoría
económica clásica —desarrollada en el siglo XVIIIhicieron referencia a
los servicios proporcionados por los agentes o fuerzas naturales. Así, en al-
gunos de los escritos de Adam Smith, David Ricardo y J. B. Say se encuen-
tran armaciones explícitas en tal sentido. Adam Smith, por ejemplo, utilizó
el término producción natural para referirse a la madera generada por los
bosques, los pastos de los pastizales y los productos del suelo. Mientras tan-
to, David Ricardo consideraba que agentes naturales como el aire, el agua y
el calor estaban a nuestro servicio por el uso que les dábamos (o la utilidad
que nos proporcionaban), aunque al desempeñar su trabajo de forma gratuita
no contribuyeran a la generación de valor de cambio. Pero quizá la referen-
cia más clara proviene de Say, quien armó claramente que “el viento que
mueve nuestros molinos y también el calor del sol, trabajan para nosotros,
pero felizmente nadie puede decir aún el viento y el sol son míos, y se debe
pagar por el servicio que ellos prestan” (Gómez-Baggethum et al., 2010).
De la lectura de los postulados de los economistas clásicos quedan claros
por lo menos dos aspectos. Por un lado, que estos pensadores hicieron una
aguda observación sobre el importante rol que desempeñaba la naturaleza
en función del uso que de ella hacia el ser humano, con lo cual se estaba es-
tableciendo de manera implícita que el bienestar humano tenía algún grado
de dependencia de los agentes naturales. Por otra parte, es evidente que al
no ser los agentes naturales objeto de intercambio —debido tanto a su abun-
dancia como a su carácter de recursos gratuitos— no se convertían en una
fuente de generación de valor de cambio, tema que era uno de los objetos de
investigación principal de la teoría clásica, lo que seguramente incidió en
que no se explorara más profundamente sobre estos aspectos. Un elemento
importante es que en el momento en que los teóricos clásicos desarrollaron
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soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
sus postulados, la ecología no existía, por lo cual no se contaba con los
elementos teóricos y el conocimiento sobre los ecosistemas, que permitiera
avanzar en planteamientos más elaborados respecto a los servicios de la
naturaleza.
Volviendo a la historia más reciente del enfoque de servicios ecosisté-
micos (SE), existe un consenso más o menos general en cuanto a que este
término se utilizó por primera vez a inicios de los ochenta por parte de Er-
lich y Erlich (Gómez-Baggethum et al., 2010; Peterson et al., 2010). Estos
autores, provenientes de la biología, proponían que las funciones naturales
de los ecosistemas podían ser vistas como “servicios” que estos le prestaban
a las personas, buscando establecer que la conservación de la biodiversidad
era necesaria para mantener los SE y no poner en riesgo la vida de los seres
humanos. En el fondo, se quería hacer un uso pedagógico del término SE.
Tal como lo señala Peterson (2010), “el concepto de servicios ecosistémicos
se usó para enseñar a la gente que los ecosistemas nos prestan servicios,
demostrando entonces el valor de las funciones ecosistémicas para la hu-
manidad”.
Los conservacionistas estuvieron a la vanguardia en el uso del concepto
de servicios ecosistémicos teniendo como propósito generar conciencia so-
cial de la importancia de los ecosistemas. Sin embargo, los mismos conser-
vacionistas vieron la oportunidad de utilizar la valoración económica como
otra forma para mostrar la importancia de estos servicios. De acuerdo con
Peterson (2010), “muchos de los esfuerzos giraron en torno a reformular
las preocupaciones ecológicas en términos económicos con la esperanza de
persuadir a la población objetivo de que las prácticas de conservación eran
económicamente valiosas”.
El resultado que se derivó de la introducción del análisis económico en
el enfoque de servicios ecosistémicos fue que la intención pedagógica fue
rápidamente superada durante los noventa por la prioridad que se le dio a la
valoración monetaria de los SE, impulsada fundamentalmente por la teoría
neoclásica a través de la economía ambiental (Gómez-Baggethum & Ruiz-
Pérez, 2011). Uno de los ejemplos más representativos de la valoración mo-
netaria de la naturaleza se produjo cuando Costanza et al. (1997), valoraron
17 servicios ecosistémicos asociados a 16 biomas de todo el planeta, la que
arrojó una estimación según la cual la contribución de tales servicios tenía
un valor crematístico de entre US$ 16 y 54 trillones anuales, con un prome-
dio de US$ 33 trillones. Aunque los mismos autores consideraron que la in-
certidumbre asociada al ejercicio hacía de este valor solo una aproximación,
este se convirtió en un hito histórico en el tema de servicios ecosistémicos
al dar carta blanca a nuevos estudios de valoración monetaria.
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
El uso del concepto de servicios ecosistémicos se ha expandido rápi-
damente, especialmente durante la última década donde ha crecido lo que
podría llamarse la ciencia de los servicios ecosistémicos (Balvanera et al.,
2012). Una demostración de los anterior, lo constituye el crecimiento expo-
nencial de los artículos dedicados a tratar el tema (Fisher et al., 2009). Otra
evidencia, es el esfuerzo realizado por cerca de 1.300 cientícos para llevar
a cabo la Evaluación de Ecosistemas del Milenio (EEM), ejercicio que hizo
un claro llamado a generar mayor y mejor conocimiento sobre los servicios
proporcionados por los ecosistemas. Recientemente, hemos sido testigos
del lanzamiento de la revista cientíca Servicios Ecosistémicos, publicación
liderada por varios de los autores cuya producción académica sobre el tema
es prolíca.
El enfoque de servicios ecosistémicos no solamente se ha convertido en
un instrumento de análisis para los académicos sino también en una pode-
rosa herramienta discursiva para los hacedores de políticas y los conser-
vacionistas (Muradian & Rival, 2012). Incluso, autores como Tallis et al.
(2008) sugieren que agendas tan distintas como las de conservacionistas y
agencias de desarrollo se han mezclado bajo la sombrilla del enfoque de
SE. Según Tallis et al. (2008) los conservacionistas que buscan el apoyo
público a la preservación de la biodiversidad incorporando el desarrollo
económico y las agencias de desarrollo que pretenden asegurar el cuidado
de la naturaleza bajo el ‘mantra’ del desarrollo sostenible”. Finalmente,
se ha pretendido que el enfoque de servicios ecosistémicos vaya más allá
de su propósito pedagógico inicial y que sirva para inducir un cambio de
paradigma en la gestión de los ecosistemas (Muradian & Rival, 2012), pro-
puesta que ha derivado frecuentemente en el establecimiento de esquemas
de pagos por servicios ambientales.
La importancia y el boom actual del tema de servicios ecosistémicos en
la agenda académica, política, económica y ambiental a escala mundial,
requieren de un análisis crítico de las principales oportunidades y limitantes
que ofrece este enfoque, como una forma de contribuir al debate sobre las
posibles consecuencias que se pueden derivar de su adopción.
¿Q son los servICIos eCosIstémICos y Cómo se ClasIfICan?
A simple vista, el concepto de servicios ecosistémicos parece ser bastan-
te homogéneo, sensación que es difícil de debatir, al menos cuando se revi-
san las deniciones más representativas proporcionadas hasta el momento
(Tabla 1.1). Una de las posibles explicaciones para tal situación es que las
deniciones comparten dos elementos comunes: i) conectan el bienestar
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Tabla 1.1 Diversas deniciones y tipologías de los SE
Autores y año Denición y clasicación de los SE
Daily (1997)
Denición: Condiciones y procesos a través de los cuales los ecosis-
temas y las especies que los conforman, sostienen y le dan sentido a
la vida humana
Clasicación (lista de algunos servicios propuestos por el autor):
Puricación del aire y el agua - Mitigación de sequías e inundaciones
- Generación y preservación de suelo y renovación de su fertilidad -
Descontaminación y descomposición de residuos - Polinización de
cultivos y vegetación natural - Dispersión de semillas -
Ciclo y movimiento de nutrientes - Control de gran parte de pestes
potenciales en agricultura
De Groot et al.
(2002)
Denición: la contribución directa e indirecta de los ecosistemas al
bienestar humano
Clasicación:
Función regulación: mantenimiento procesos esenciales ecológicos
y de soporte de vida (protección rayos UV y tormentas, prevención
inundaciones, drenaje e irrigación natural, polinización, control de
pestes y enfermedades, calidad del aire, productividad suelo)
Función hábitat: Provisión del hábitat (espacio de vida apropiado)
para las plantas y especies animales (caza, pesca, frutas, manteni-
miento especies comercialmente cultivadas)
Función de producción: provisión de recursos naturales (combus-
tibles y energía, acuacultura y agricultura de subsistencia, forraje y
pastos, drogas y productos farmacéuticos, recursos para moda, joyas,
mascotas, artesanías, cultivos resistentes)
Función de información: proporcionar oportunidades para el desa-
rrollo cognitivo ( disfrute del paisaje, ecoturismo, deportes al aire li-
bre, uso de la naturaleza en libros, películas, pinturas, folclor, símbo-
los nacionales, uso de la naturaleza para investigación cientíca, con
propósitos religiosos e históricos, excursiones educativas)
Evaluación
Ecosistemas
Milenio-EEM
(2005)
Denición: Benecios que la gente obtiene de los ecosistemas
Clasicación:
Servicios de base: servicios necesarios para la producción de los de-
más servicios (formación del suelo, ciclo nutrientes, producción ma-
terias primas)
Servicios de suministro: productos que se obtienen de los ecosiste-
mas, entre ellos alimentos, agua pura, leña, bras,, bioquímicos, re-
cursos genéticos
Servicios de regulación: benecios que se obtienen de la regulación
de los procesos de los ecosistemas (regulación del clima, del agua, de
las enfermedades, puricación agua)
Servicios culturales: benecios intangibles que se obtienen de los
ecosistemas (espirituales, ecoturismo-recreación, estéticos, inspira-
ción, educacionales, sentido identidad, herencia cultural)
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
humano a la dinámica, realidad o estado de los ecosistemas y ii) resaltan la
importancia de los ecosistemas para la sociedad. Pero además de expresar
que los ecosistemas son socialmente valiosos, el concepto de SE ha mostra-
do que ese valor social se maniesta de formas diversas que no son fáciles
de intuir (Boyd & Banzhaf, 2007, citando a Daily, 1997). Esta última idea
es importante, pues signica que el concepto de SE ha ampliado el espectro
de relaciones que se dan entre ser humano y ecosistemas y en últimas, ha
hecho visible una gran cantidad de SE de los que no éramos consientes has-
ta hace poco. Previo al surgimiento del enfoque, lo que se podía denominar
SE estaba limitado a la provisión de materias primas para el uso económico
y a la capacidad de recepción, asimilación y depuración de vertimientos por
parte de la naturaleza, servicios sintetizados en lo que se conoce como la
función abastecedora y receptora de la biósfera. A partir del enfoque se ha
reconocido una vasta cantidad de SE, entre ellos algunos provenientes de
procesos ecológicos intrincados como la formación del suelo, el ciclo de
nutrientes, la protección contra los rayos UV y otros de tipo cultural como
el uso de ecosistemas para la investigación, el ecoturismo, el darle sentido
a la vida, etc.
Una investigación más profunda de las deniciones de los SE revela
que estas tienen múltiples signicados, que incluso entran en competen-
cia (Boyd & Banzhaf, 2007). Economistas y ecólogos no han podido pro-
porcionar una denición y método de medición estandarizado para los SE
(Ibíd.), quizá porque no son los únicos que participan en la construcción del
conocimiento en este tema. Así, en la medida en que más disciplinas hacen
Fisher et al.
(2009)
Denición: los componentes de los ecosistemas utilizados (activa y
pasivamente) para producir bienestar humano
Clasicación
Servicios intermedios: polinización, productividad primaria, regula-
ción del agua y formación del suelo
Servicios nales: provisión de agua fresca, protección ante tormentas
y ujo de agua constante
Benecios: abastecimiento agua potable y uso del agua doméstico
(de la provisión de agua fresca), protección propiedades y disminu-
ción vulnerabilidad de formas de sustento (de la protección ante tor-
mentas) y recreación, agua para riego, agua para generación hidro-
eléctrica (de la provisión de un ujo de agua constante)
Boyd & Banzhaf
(2007)
Denición: Los servicios ecosistémicos son componentes de la natu-
raleza directamente consumidos, disfrutados o utilizados para produ-
cir bienestar humano
Fuente: Autores con base en los autores citados en la Tabla.
Tabla 1.1 (Cont.)
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soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
uso del término SE y en que este se ha incorporado en el discurso político y
corporativo, el concepto se vuelve multiforme y difícil de comprender, por
lo que genera debates sobre su denición y clasicación (Lamarque et al.,
2011).
Un análisis de las deniciones presentadas en la Tabla 1.1 es útil para
ilustrar algunas de las diferencias existentes entre ellas. Daily por ejemplo,
pone en el centro de su denición a los aspectos de tipo ecológico, al con-
siderar que los SE son las condiciones y procesos realizados por los ecosis-
temas así como las funciones de soporte de vida que desempeñan (Fisher et
al., 2009). En tal sentido, los SE son fenómenos eminentemente ecológicos
que determinan el bienestar humano. Una de las críticas que se le hace a la
propuesta de Daily está relacionada con su incapacidad para distinguir SE
de procesos y funciones naturales, cosa que se reeja en su lista de SE que
mezcla todo ello, tal como sucede con la puricación del agua (Boyd &
Bnazhaf, 2007). La puricación del agua es un proceso natural que está en
función del tipo de cobertura del suelo, cobertura que contribuye a producir
agua potable. Es decir, que el SE sería el agua potable obtenida a partir del
proceso de puricación de agua, en el que participa la cobertura del suelo.
La denición proporcionada por la Evaluación de los Ecosistemas del
Milenio (EEM) es muy escueta, sencilla y fácil de entender, aspecto positivo
para comunicar un mensaje claro y efectivo sobre la relación ecosistemas-
bienestar humano. Se podría agregar que la clasicación de SE de la EEM
es incluyente al incorporar no solamente procesos ecológicos puros sino
también signicados culturales, la realización espiritual, la recreación, etc.
(Fisher et al., 2009); esta denición es entonces muy útil desde el punto de
vista pedagógico, al mostrar las diversas vías de interdependencia que tene-
mos con los ecosistemas. Adicionalmente, Tallis et al. (2008) señalan que la
denición de la EEM es destacable por su defensa de un enfoque cientíco
novedoso, por su intento de: i) comprender como múltiples SE son produci-
dos por la naturaleza; ii) cuanticar la tasa y el valor de la provisión de estos
SE; y, iii) modelar la relación SE, bienestar humano y sistema económico.
Existen, sin embargo, dos críticas fuertes a la propuesta de la EEM. La
primera está relacionada con que la EEM dene que los SE son benecios
(que la gente obtiene de los ecosistemas), con lo cual ambos términos se
convierten en sinónimos. De acuerdo con algunos autores como Fisher et
al. (2009) y Boyd y Banzhaf (2007), se requiere hacer la distinción en-
tre servicios y benecios, para establecer la claridad teórica que permita la
construcción de tipologías en las que se identiquen los “verdaderos” SE
proporcionados por la naturaleza. Un ejemplo ilustrativo es la recreación,
actividad comúnmente clasicada como un SE. En realidad, la recreación
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
puede considerarse como un benecio que para materializarse depende de
la combinación de inputs generados por la actividad humana y por los eco-
sistemas (los SE). En el ejemplo de la recreación, los inputs “humanos”
incluirían el capital construido por la sociedad como carreteras, caminos,
sitios de estadía; y el conocimiento o capital humano, en la forma de quie-
nes han participado en la concepción e implementación de la infraestructura
física requerida para la recreación; mientras que los inputs naturales consi-
derarían componentes ecológicos como los bosques, el paisaje y los hume-
dales presentes en el sitio destinado a la recreación. Estos bosques, paisajes
y humedales serían los SE necesarios para ofrecer la recreación, actividad
que se convierte en un benecio para quienes disfruten de ella.
La segunda crítica apunta a la clasicación de la EEM, especícamente
por la introducción de la categoría servicios de base o soporte, la cual com-
prende procesos como la formación del suelo y el ciclo de los nutrientes,
que se consideran fundamentales para la generación o provisión de otros
SE. La categoría de servicios de base es cuestionada porque mezcla SE que
son medios (para producir otros SE) y nes (pues en mismos se consi-
deran servicios) (Lamarque et al., 2011). Esta mezcla puede resultar en un
problema de doble contabilidad a la hora de valorar económicamente los
SE, situación que se ilustra con el siguiente ejemplo. Supóngase que para
tomar la decisión de convertir un humedal en zona de desarrollo habitacio-
nal, se propone la valoración económica de sus SE como herramienta de
ayuda. Posiblemente, se valorarían SE como el ciclo de nutrientes (servicio
de base), la regulación hídrica (servicio de regulación), la provisión de agua
consumible (servicio de suministro) e incluso la recreación. El problema de
doble contabilidad surge porque el ciclo de nutrientes y la regulación hídri-
ca contribuyen a la provisión de agua consumible, SE que al ser valorado
implícitamente contendría las valoraciones de los SE ciclo de nutrientes y
regulación hídrica, valorados también de manera individual.
En el fondo, la crítica a la categoría de servicios de base de la EEM,
está planteando si la estructura, los procesos y las funciones que realizan
los ecosistemas son SE o no. Es claro que si el propósito es la valoración
económica, considerar a la estructura, procesos y funciones como SE puede
conducir al problema de doble contabilidad. Pero si se trata de considerar
todos los elementos que participan en la generación de los SE, es necesario
tener en cuenta que un nivel mínimo de estructura, procesos y funciones es
absolutamente necesario para su producción. Así, tal como lo sugiere Tur-
ner (1999, citado por Fisher et al., 2009), “esta infraestructura [procesos y
funciones] tiene valor en el sentido que su existencia previa y mantenimien-
to es necesaria para la provisión de servicios, y es por lo tanto un servicio
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soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
en sí mismo”. Una razón adicional la aportan Fisher et al. (2009), al armar
que las estructuras, procesos y funciones se pueden incluir como SE en la
medida en que sean utilizados por el ser humano —activa o pasivamente—
y le generen bienestar. La posibilidad de incluir a la estructura, los procesos
y las funciones como SE, no signica que estos términos sean sinónimos.
Hasta aquí no se ha analizado la confusión que el uso de múltiples térmi-
nos referidos a los conceptos de estructura, procesos, funciones y servicios
ecosistémicos, puede generar en relación con las clasicaciones propuestas
para los SE. Una revisión desarrollada por Fisher et al. (2009) muestra la
variedad de conceptos que se han utilizado para referirse a la constitución
física de los ecosistemas (que los autores agrupan bajo el término orga-
nización), el funcionamiento o procesos de los ecosistemas (concentrados
bajo el término operación) y las relaciones ecosistemas-bienestar humano
(agrupados bajo el término resultado) (Tabla 1.2).
Tabla 1.2. Variedad de términos utilizados para referirse a tres aspectos
centrales de los ecosistemas y sus servicios
Organización Operación Resultado
Stock
Estructura
Infraestructura
Patrón
Capital
Fondo (Georgescu-Roegen,
1996)
Flujos
Función-funcionamiento
Servicios
Procesos
Servicios
Bienes
Benecios
Ingresos
Fuente: Tomado de Fisher et al. (2009)
Para aclarar los conceptos básicos del enfoque de SE se pueden utilizar
las deniciones propuestas por algunos autores. Lamarque et al. (2011) se
reeren a la estructura y procesos como los componentes biofísicos (por
ejemplo las especies y su abundancia) y los procesos (interacción entre las
especies y los componentes del ecosistema) que le dan capacidad al eco-
sistema para proporcionar uno o múltiples SE. En sentido similar al ante-
rior, van Oudenhouven et al. (2012) han utilizado el término propiedades
de los ecosistemas para referirse al conjunto de condiciones ecológicas, la
estructura y los procesos que determinan si un SE puede ser provisto. La
estructura y los procesos —o las propiedades— del ecosistema le permiten
desarrollar una serie de funciones ecosistémicas, que se denen como el
potencial del ecosistema para proporcionar un SE; el servicio ecosistémico
contribuye a la generación de bienestar humano mientras que el benecio
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
es la ganancia sociocultural o económica en el bienestar humano, asociada
con el SE (Ibíd.). La Figura 1.1 muestra de forma gráca los conceptos
presentados.
Figura 1.1. Relación ecosistemas, SE y bienestar humano
Fuente: Tomado de De Groot (2010)
Incluso para enriquecer el debate se puede retomar la discusión de Geor-
gescu-Roegen (1996) sobre el proceso económico y sus planteamientos so-
bre los conceptos de fondo, stocks, ujos y servicios. En esta discusión, el
autor señala la necesidad de abordar las clasicaciones no desde un enfo-
que positivista sino desde un enfoque dialéctico, donde los ujos depen-
den de los fondos, mostrando que la sustentabilidad solo se mantiene si se
conservan estos últimos (pp. 289-297). Extendiendo esta interpretación al
lenguaje reciente de los SE, mientras los ujos pueden corresponder a los
servicios, los fondos son los ecosistemas y su capacidad de generar ujos de
servicios. Sin embargo, el autor señala que es necesario ser cuidadoso y no
confundir servicios con ujos pues mientras los primeros “no pueden acu-
mularse como los dólares en una cuenta de ahorro o como los sellos en una
colección, estos solo pueden usarse o desperdiciarse” (p. 292), los segundos
tienen la posibilidad de ser acumulados en forma de stocks como por ejem-
plo el agua en una represa o el carbón en una mina. Pero además, tampoco
se puede confundir fondos con stocks, pues los primeros corresponden a la
capacidad de la naturaleza de proveer servicios y ujos, y los segundos son
ujos acumulados o almacenados que en general no proveen servicios.
Por otro lado, la confusión por el uso de diversos términos ha estado aso-
ciada también al concepto de SE. Lamarque et al. (2011), han identicado
por lo menos tres términos que a veces se utilizan indistintamente: servicios
ecosistémicos, servicios ecológicos y servicios ambientales (e incluso se
han acuñado términos como el de servicios del paisaje). En relación con
el término servicios ecológicos, es necesario precisar que este se reere a
41
soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
servicios proporcionados por una especie particular o un grupo de especies;
es decir, que la provisión de los servicios no alcanza el nivel completo del
ecosistema. Por su parte, el vocablo servicios ambientales se ha utilizado
en dos sentidos. Uno de esos sentidos está fuertemente asociado a los pa-
gos o compensaciones que se hacen por la conservación o el cuidado de un
servicio ecosistémico dentro de un esquema de PSA (Pagos por Servicios
Ambientales). El segundo sentido que se le ha dado al término servicios
ambientales, es para referirse a servicios producidos por el ser humano para
reemplazar SE, tal como sucede con las compañías dedicadas a vender ser-
vicios como la disposición o tratamiento de aguas residuales.
PotenCIalIdades del uso del enfoQue
de servICIos eCosIstémICos
Aunque el enfoque de servicios ecosistémicos ha recibido duras críticas
que se analizarán más adelante, es innegable que también contiene men-
sajes positivos, desarrollos académicos interesantes y potencialidades que
deben reconocerse.
En general, la principal contribución del enfoque de SE es hacer eviden-
te la dependencia que los seres humanos tienen del funcionamiento de los
ecosistemas, poniendo en duda la visión teórica que separa de manera arti-
cial al ser humano de la naturaleza —visión que, por demás, ha generado
la creencia errónea de que hemos sido capaces de separarnos materialmente
del mundo natural, a partir de la construcción de un sistema social infali-
ble—. Pero el enfoque de SE también ha jugado un papel importante en
mostrar que la dependencia que tenemos de los ecosistemas toma diversas
formas. Muchas de esas formas las hemos podido reconocer a partir de la
investigación cientíca que desde el mismo enfoque se ha promovido y que
ha resultado en el descubrimiento o en el entendimiento —aún incomple-
to— de estructuras, procesos y funciones ecológicas intrincadas y comple-
jas que resultan en SE como la captura de carbono, la protección ante rayos
UV, la regulación hídrica y de la temperatura, etc. Pero incluso, el enfoque
nos ha permitido “abrir los ojos” en el sentido de reconocer aspectos que
quizá por ser tan evidentes habíamos dejado de percibir, como que la na-
turaleza ha sido fuente de inspiración permanente para nuestra capacidad
creativa, nuestro disfrute espiritual y nuestra realización personal.
El enfoque de SE pudo haberse aprovechado para promover la soste-
nibilidad fuerte, reforzando la idea que el sistema natural contiene a los
sistemas social y económico y Por lo tanto es el que determina la dinámica
de ambos. Desafortunadamente, el enfoque parece haberse promovido más
42
Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
desde la visión de sostenibilidad débil al mostrar que la conservación de los
ecosistemas y sus servicios es necesaria para garantizar los distintos usos
que de ellos requiera hacer el ser humano; pero fundamentalmente por no
haber retado el modelo de desarrollo actual.
El enfoque de SE ha contribuido a que se supere, al menos en parte,
la dualidad entre conservación y desarrollo. Previo al surgimiento de este
enfoque y quizá de manera entendible por la agudeza de los problemas am-
bientales, la estrategia de conservación de los ecosistemas se fundamentaba
en desalojar al ser humano de las áreas naturales sensibles, sin considerar
como esto podía afectar los modos de vida de comunidades que siempre
habitaron estas áreas. Por el contrario, el enfoque de SE señala que los eco-
sistemas se pueden y deben gestionar de forma sostenible, lo que signica
asignarle prioridad a la conservación de aquellos SE que garanticen la sa-
lud del ecosistema pero también de los que se puedan usar con propósitos
productivos y socioculturales; considerando incluso que las comunidades
locales que habitan en los ecosistemas son actores decisivos en su cuidado
y preservación. Pareciera entonces que se pasó del extremo del no uso a un
punto intermedio de uso con conservación.
Aunque el enfoque de SE es reciente, su construcción ha demandado la
participación de múltiples disciplinas, pues la necesidad de tender un puen-
te entre los procesos ecológicos y el bienestar humano con sus componentes
socioculturales y económicos, ha permitido mudar, adaptar y reunir impor-
tantes conceptos y métodos de la ecología, la economía, la sociología y otras
disciplinas, hacia este campo de estudio. Así, el conocimiento producido
bajo el enfoque de SE tiene pretensiones interdisciplinarias, pues difícil-
mente desde una sola perspectiva podría construirse una buena aproxima-
ción a un objeto de trabajo tan complejo. Aunque dicho esto, también hay
que reconocer que el predominio que se le ha otorgado a la valoración de los
ecosistemas, puede terminar en que sea la ciencia económica la que oriente
la investigación sobre SE, entregándole un rol secundario a la ecología y
sobre todo a las ciencias que buscan entender el lado antropológico, social y
cultural del enfoque de SE. De cualquier manera, es incontestable el hecho
de que el enfoque de SE avanza rápidamente en su conguración tanto teó-
rica como en su papel de instrumento de gestión y formulación de políticas.
CrítICas al enfoQue de servICIos eCosIstémICos
El uso extendido del enfoque de SE y su consolidación como modelo
teórico y de aplicación de políticas, no signica que esté exento de críticas.
Varias de esas críticas se analizan a continuación.
43
soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
Concepción antropocéntrica y utilitarista del enfoque de SE
Haber conectado el bienestar humano a la dinámica de los ecosistemas
es un logro importante como se mostró anteriormente. Sin embargo, la co-
rriente principal de investigadores del enfoque de SE ha planteado dicha
conexión en un solo sentido: el de la conservación de los ecosistemas y sus
servicios con el único propósito de garantizar el bienestar humano. Esto,
tiene dos consecuencias importantes. Por un lado, que se desconocen o en el
mejor de los casos se relegan a un segundo plano los derechos de existencia
de otras especies vivas cuando entran en competencia con las prioridades
jadas para garantizar el bienestar humano, lo cual hace al enfoque de SE
profundamente antropocéntrico. Por otro lado, el mensaje que se deriva de
esta apuesta es que los ecosistemas son para nuestro uso, con lo cual su utili-
dad está supeditada a la valoración —generalmente económica— que haga-
mos de ellos. Esta última idea ha abierto un enorme espacio al aparataje de
la economía tradicional para valorar, priorizar y asignar los SE, con lo cual
el enfoque que nació con un propósito meramente educativo y pedagógico
puede terminar afectado por un sesgo economicista, como lo demuestra el
excesivo peso de la política ambiental en el mundo hacia el pago por los
servicios de los ecosistemas.
El concepto de capital natural y el uso de modelos stock-flujo subyacentes
en el enfoque de SE: una forma de negación de la complejidad de la
naturaleza
La metáfora de la naturaleza como un stock de capital jo que es capaz
de sustentar un ujo limitado de SE, se propuso para difundir la ilusión
del crecimiento económico sin restricciones conjuntamente con la esencia
de la sostenibilidad ambiental (Norgaard, 2010). Sin embargo, la metáfora
terminó convirtiéndose en el fundamento conceptual del enfoque de SE, al
relacionar los sistemas ecológico y económico mediante un modelo stock-
ujo. Así, el stock de capital natural representado en la estructura de los
ecosistemas y sus procesos, genera un ujo de SE, determinantes del bien-
estar humano y Por lo tanto de la actividad económica. El uso del concepto
de capital natural y el modelo stock-ujo, son dos de los pilares del enfoque
que han recibido las críticas más fuertes dirigidas a su centro de gravedad.
Denir a la naturaleza como un stock de capital jo es bastante inconve-
niente e impreciso. A partir de su inventiva, el ser humano ha logrado ser el
arquitecto que crea, construye y moldea distintas formas de capital manu-
facturado. Además, el capital manufacturado es reproducible en la medida
en que el ser humano genera una dinámica que le permite alcanzar tal con-
dición, por ejemplo a partir del ahorro y la reinversión de recursos econó-
44
Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
micos destinados a renovar el stock de maquinaria o infraestructura de una
economía o empresa. Sin embargo, ni toda la capacidad inventiva del ser
humano le ha permitido crear “naturaleza” ni los desarrollos más recientes
de la tecnología le han posibilitado reproducir completamente a los ecosis-
temas, aunque le haya facilitado una apropiación cada vez más avasallante
de los mismos e incluso la imitación de algunos procesos naturales. Al no
cumplir las condiciones de ser creado y reproducido por el ser humano,
como sucede con las otras formas de capital, es casi imposible sostener la
metáfora de los ecosistemas como un stock de capital natural.
Algunos investigadores han señalado al conocimiento ecológico como
el principal limitante para desentrañar la dinámica del modelo stock-ujo
que sustenta el enfoque de SE. Así, aunque ecólogos y otros profesionales
de las ciencias naturales han realizado enormes esfuerzos para establecer
la relación entre funcionamiento de los ecosistemas y los SE (Muradian &
Rival, 2012); aún su identicación y cuanticación está restringida por el
escaso entendimiento ecológico sobre la forma en la que se producen esos
servicios (Bennet et al., 2009, citando a Kremen & Ostfeld 2005). Es más,
la comprensión de las interdependencias que se dan entre el funcionamiento
de los ecosistemas y la estructura y diversidad de comunidades bióticas es
aún una pregunta por resolver para la ecología (De Groot et al., 2010). Esto
como resultado de la poca investigación desarrollada sobre la ecología de
los SE (Cowling et al., 2000). De allí que a partir de la EEM se haya hecho
un llamado a los ecólogos para desarrollar teoría y evidencias empíricas
sobre como los stocks naturales proveen un ujo de SE (Carpenter et al.,
2006; Armsworth et al., 2007, citados por Norgaard, 2010).
Debido al escaso conocimiento ecológico, no existen datos sobre las es-
tructuras y procesos que generan diversos SE ni sobre sus ujos (Carpenter
et al., 2009), situación que se presenta especialmente en el caso de los SE de
regulación (Guariguata & Balvanera, 2009). Para Eigenbrod et al. (2010a),
la inexistencia de datos sobre los SE en gran parte del mundo, es el mayor
obstáculo para progresar en su evaluación. Incluso cuando la información
existente tiene problemas, como su fragmentación, su no comparabilidad
entre un lugar y otro y el poseer una naturaleza altamente técnica (Reyers,
2010).
A partir de una revisión crítica del enfoque de SE, Norgaard (2010) sos-
tiene una opinión contraria en relación con la debilidad del conocimiento
ecológico. Según este autor, el problema reside directamente en que el mo-
delo stock-ujo es limitado, al utilizar solo una de las múltiples formas en
que los ecólogos conciben a los ecosistemas. Norgaard (2010) arma que
“los ecólogos entienden la complejidad de la naturaleza usando distintos
45
soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
marcos analíticos, cada uno de los cuales ayuda a comprender diferentes
aspectos de los sistemas naturales”. Los ecólogos piensan en términos de
dinámicas de población, cadenas trócas, comportamiento interactivo, ci-
clos biogeoquímicos, organización espacial a nivel de paisaje y procesos
co-evolutivos, entre otros; muchas de estas formas de pensar no encuadran
en el modelo de stock-ujo (Ibíd.). Por lo tanto, el modelo stock-ujo no
hace otra cosa que “volvernos ciegos” ante la complejidad de los sistemas
naturales, lo que contribuye a debilitar la riqueza del enfoque de SE.
La supuesta incapacidad de la ecología para predecir los ujos de ser-
vicios que generan los ecosistemas, ha llevado a que se considere a esta
ciencia como débil, incluso por parte de ecólogos que promueven el uso del
enfoque de SE. Al respecto, Norgaard (2010) arma que “la ecología es en
realidad muy rica y me temo que gran parte de la ecología que conocemos
no apoya la perspectiva de los servicios ecosistémicos” y luego continúa
sugiriendo que “más que desechar las múltiples formas de razonamiento de
la ecología y enfatizar los modelos stock-ujo, nosotros debemos utilizar
la riqueza de sus formas de conocimiento para ayudarnos a ver la pobreza
de pensar en términos de ujos y stocks”. La riqueza de la ecología y de
su conocimiento nos puede llevar a cuestionar la senda actual, en lugar de
promover, tal como lo hace el enfoque de SE, que al sintonizarnos con ella
nos traería benecios (Ibíd.).
valoración monetaria de los SE y mercantilización de la naturaleza
Los ecosistemas y los servicios que ellos ofrecen, contienen tres tipos de
valor: ecológico, socio-cultural y económico (EEM, 2003). El valor ecoló-
gico está asociado con el estado del ecosistema o su integridad biofísica,
mientras que el segundo es fruto de la identidad cultural que surge de la
relación sociedad-ecosistemas y que por lo tanto determina la importancia
sociocultural que el ser humano le asigna a los mismos (De Groot, 2010).
Por su parte, el valor económico está determinado por el uso que se hace de
los ecosistemas y sus servicios, pero también por el valor que se les conere
por su existencia, preservación y posibilidad de legar a otras generaciones,
etc.; es decir, por los valores de no uso.
La valoración económica ha tomado la delantera en la construcción de
conocimiento sobre los SE. Según Christie et al. (2012), gran parte de las
investigaciones orientadas a valorar la biodiversidad y los SE, se concen-
tran en estimar sus benecios económicos, asignándoles un valor mone-
tario. Cabe preguntarse: ¿Cómo se dio este predominio de la valoración
monetaria de los SE? Varios autores señalan que este tipo de valoración
hace parte de la lógica del ambientalismo de mercado, que se expande y
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
predomina a la par de la ideología neoliberal desde los ochenta (Gómez-
Baggethun & Ruiz-Pérez, 2011, citando a Bakker, 2005 y Smith, 1995). El
ambientalismo de mercado encuentra en el mismo marco epistemológico
de la economía —particularmente la economía ambiental— las recetas y
soluciones para la conservación de los ecosistemas y la asignación de sus
SE, a partir de un menú que incluye la creación de derechos de propiedad,
la generación de mercados y el establecimiento de esquemas de pagos por
servicios ambientales. Algunos teóricos de la economía consideran la va-
loración monetaria como un avance en dirección a la preservación de los
ecosistemas (Costanza et al., 1997; Daily et al., 2009).
La valoración monetaria de los SE ha sufrido críticas agudas. Una de
ellas es que la valoración monetaria es incompleta al no capturar distin-
tos tipos de valores y benecios proporcionados por los ecosistemas. Por
ejemplo, parte de esos benecios no considerados incluyen valores sociales
que están relacionados con el bienestar mental, espiritual, religioso y la ex-
periencia cultural obtenida al entrar en contacto con los ecosistemas. Una
segunda línea de crítica se relaciona con la postura de varios economistas
que piensan que a los ecosistemas no debería asignárseles un valor mone-
tario (Vatn & Bromley, 1994; Norgaard, 2010; Vatn, 2010), dado que la
introducción del dinero como un factor motivador de la conservación de la
naturaleza, puede conducir a la destrucción de valores sociales y culturales
que justican tal conservación desde el altruismo o la solidaridad. Pero la
monetización de los SE tampoco es deseable dada la imposibilidad de re-
ducir la valoración de los recursos naturales a un solo lenguaje, el dinero,
ya que existen distintos y a veces contradictorios lenguajes para asignarle
valor a los ecosistemas, entre ellos consideraciones de tipo estético, ecoló-
gico, espiritual y cultural (Martínez-Alier, 2002). Este problema conduce
a dicultades para medir (conmensurabilidad débil) y comparar los distin-
tos tipos de valor (comparabilidad débil) asociados con los ecosistemas. Se
aduce también que la economía se preocupa por los precios pero no por el
valor o importancia de las cosas (Heal, 2000). Así incluso el alto precio que
el mercado le asigna a algunos bienes y servicios no reeja de ningún modo
su valor social o losóco (Ibíd.).
La crítica más fuerte a la valoración monetaria de los SE es que ella con-
duce a la mercantilización de los SE, lo que signica que tanto desde el pun-
to de vista conceptual como operativo los bienes y servicios ecosistémicos
son considerados objetos hechos para el comercio (o mercado). Un artículo
reciente de Gómez-Baggethun y Ruíz-Pérez (2011), plantea cuatro aspectos
por los cuales la mercantilización de los SE es un tema de discusión álgido:
i) por razones éticas, pues algunas cosas no están hechas para ser “vendi-
47
soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
das” o comercializadas, como es el caso de la naturaleza y sus SE;
ii) porque la monetización homogeniza procesos complejos que están
detrás de la provisión de los SE, transformando valores simbólicos en valo-
res mediables y objetivos;
iii) dado que no se le puede dar trato de mercancías a cosas —los SE—
que no han sido producidas por el ser humano; y,
iv) porque los SE tradicionalmente han sido de libre acceso o propiedad
comunal, por lo que su monetización puede terminar restringiendo el acceso
solo para quienes tengan capacidad de comprarlos.
Es importante comprender entonces si la monetización de los SE necesa-
riamente tiene como resultado su mercantilización. Para poder establecer tal
análisis, Gómez-Baggethun y Ruiz-Pérez (2011) señalan que la mercantili-
zación de los SE tiene lugar si se cumplen cuatro condiciones: a) adoptar un
discurso de corte económico en el que las funciones de los ecosistemas se
consideren servicios ecosistémicos; b) asignarle un valor de cambio o pre-
cio a los SE a partir de la valoración monetaria; c) posibilitar la apropiación
de los SE, a partir del reconocimiento de derechos de propiedad sobre SE
especícos o las tierras donde se producen; y d) facilitar la comercialización
de los SE a partir del establecimiento de las estructuras institucionales para
vender y comprar los SE.
En principio y desde el punto de vista teórico, la monetización de los SE
no necesariamente implica su mercantilización. En primer lugar, porque la
adopción de un lenguaje económico al referirse a las funciones naturales
como servicios no conlleva obligatoriamente a la valoración. Es pertinente
aclarar que conceptualmente un bien o servicio es un objeto o acto que tiene
la capacidad de satisfacer una necesidad o deseo humano. Por lo tanto, los
bienes y servicios de los ecosistemas, al ser denidos en tal forma, pueden
simplemente expresar su utilidad —o valor de uso— para el ser humano, sin
que aparezca una valoración económica de por medio (Ibíd.). En segundo
lugar, porque incluso la valoración económica o monetización de los SE,
no deriva automáticamente en su mercantilización. Para que tal mercan-
tilización tenga lugar, los servicios ecosistémicos aparte de ser valorados
monetariamente, deben poder intercambiarse, a partir de una estructura ins-
titucional como el mercado que permita que sean vendidos y comprados. La
valoración económica es una condición necesaria pero no suciente para la
mercantilización de la naturaleza, al menos teóricamente.
Es necesario observar sin embargo, que en la práctica la gestión y la polí-
tica ambiental están enmarcadas dentro de un sistema económico de merca-
do. En el mismo, las decisiones ambientales están fuertemente determinadas
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
por el uso de métodos costo-benecio, en los que la valoración monetaria de
los ecosistemas juega un rol central. La valoración económica es el primer
paso de un proceso en el que el n es convertir tales valores en ujos de di-
nero, a partir de diversas formas. Tal como lo concluyen Gómez-Baggethun
y Ruiz-Pérez (2011), “la valoración monetaria de los SE no equivale a su
mercantilización, pero pavimenta el camino (de forma discursiva y a veces
técnica), para que tal mercantilización tenga lugar”.
Gobernanza de los SE a través del mercado
La gobernanza de la naturaleza se implementa a partir de diversos me-
canismos y modelos, entre los que se combinan las herramientas guber-
namentales de comando y control, las formas de organización o arreglos
comunitarios y los instrumentos del mercado (Muradian & Rival, 2012);
sin embargo, es evidente que la institución del mercado ha venido ganando
un espacio considerable en la agenda de gobernanza ambiental mundial,
especialmente a partir de la implementación de los programas de Pago por
Servicios Ambientales (PSA).
El enfoque de SE tiene como objetivos de política (i) ayudar a reducir la
tensión entre desarrollo económico y conservación natural y (ii) contribuir a
que los usuarios de la base natural tomen decisiones y realicen prácticas que
consideren los intereses de los beneciarios de los SE (Ibíd.). Seguramente,
el mercado aparece como una institución promisoria para el logro de estos
propósitos, pues existe la ilusión que las fuerzas de la oferta y la demanda
mediadas por un precio pueden determinar los tipos y las cantidades ópti-
mas de SE a ser consumidas y conservadas, dejando que los actores sociales
—ahora vistos como agentes económicos— se expresen en este supuesto
“campo de juego” neutral. Desafortunadamente la fe en el mercado es pre-
cisamente una mera ilusión.
Muradian y Rival (2012) hacen una revisión muy completa de los desa-
fíos que enfrentan los instrumentos de mercado para gobernar los servicios
ecosistemicos. Más que desafíos, aquí consideramos que lo que se plantean
estos autores son problemas protuberantes, que se convierten en razones de
fondo para mostrar la incompatibilidad de los instrumentos de mercado para
gobernar los SE. Tomando como base a Muradian y Rival (2012), a conti-
nuación se presenta una síntesis de los problemas del mercado en relación
con los SE.
La implementación de los mecanismos de mercado requiere la adopción
de supuestos simples y directos acerca de la relación entre usos del suelo,
funciones ecológicas y SE. El enfoque de SE ha facilitado la apuesta por
el mercado, dado que ha reducido la complejidad de los ecosistemas y los
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soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
procesos que ellos realizan; esto, a partir de la compartimentalización de
los SE mediante tipologías simples que clasican estos servicios de acuerdo
con los benecios que generan (culturales, en la regulación de procesos na-
turales y en el aprovisionamiento de recursos naturales). Al reducir la com-
plejidad, se quieren asemejar los ecosistemas con el proceso productivo en
el que es fácil identicar cuáles son los equipos, maquinaria y operaciones
que terminan en la producción de una mercancía; cosa casi imposible de
proponer para la mayoría de SE, pues la “fabrica natural” utiliza procesos
multidimensionales, multi-escala y no lineales para proveer los SE.
El mercado es incapaz de regular la provisión de los SE, pues la comple-
jidad ecológica de los ecosistemas tiene varias consecuencias para esta for-
ma de gobernanza: i) los beneciarios o compradores no tienen la capacidad
de evaluar los atributos claves de los SE (como si es posible hacerlo en un
mercado de bienes y servicios cualquiera); ii) existe un alto nivel de incer-
tidumbre, pues no se conocen los efectos de distintos tipos de intervención
(como cambios en el uso del suelo para aumentar la producción agrícola o
por el contrario para incrementar las áreas en conservación), sobre la provi-
sión de los SE; iii) la asimetría de la información disponible —pero también
la poca disponibilidad de información sobre la ecología de los SE— genera
un alto riesgo en la toma de decisiones sobre el manejo de los ecosistemas;
y iv) existe un desfase temporal entre dinámica natural y la del mercado que
hace incompatible la toma de decisiones a partir de este mecanismo, pues
los cambios en el estado de los ecosistemas y sus funciones puede eviden-
ciarse en el largo plazo, mientras la dinámica de los mercados es de muy
corto plazo.
Algunas otras consideraciones sobre el papel del mercado en la gober-
nanza de los SE, señalan que:
El mercado generalmente opera para tranzar SE individuales: la con-
centración en un SE particular puede atentar contra los procesos y
funciones que permiten la provisión de otros SE e incluso afectar la
estructura ecológica básica que permite proveer el mismo SE mer-
cantilizado; el resultado puede ser la disminución de la resiliencia
del ecosistema;
El mercado es eciente cuando se dispone de información completa:
situación que en el caso de los SE es la excepción, dado el alto costo
que signica obtener información para establecer la relación entre el
uso del SE, las funciones ecológicas y la provisión del servicio;
La internalización de todas las externalidades positivas generadas
por el uso de los ecosistemas es casi imposible: dado que el sistema
económico mundial es viable prácticamente por el uso gratuito que
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Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
hace de gran parte de los SE no tranzados en un mercado; la com-
pensación monetaria de estas externalidades sería tan costosa que
generaría un colapso en el sistema económico mundial;
El mercado funciona mejor para la provisión de bienes o servicios
privados: ya que los SE pertenecen a la categoría de los denominados
recursos comunes o bienes públicos; así, es difícil excluir a potencia-
les beneciarios del consumo de los SE facilitándose el uso gratuito
de los mismos; lo que desincentiva el establecimiento de mecanis-
mos de cooperación o regulación, como el mercado.
Con lo expuesto, parece necesario hacer una reexión profunda sobre
porque debemos insistir en el mercado como el mecanismo de gobernanza
de los SE, cuando existen dudas fundadas sobre su efectividad para lograr
no solamente que se haga un uso racional de los mismos, sino y principal-
mente por su incapacidad para lograr la conservación de los ecosistemas y
sus funciones naturales.
Una crítica adicional vertida por Norgaard (2011), en relación con la go-
bernanza de los SE, plantea que este enfoque se ha implementado concep-
tualmente y en el caso de la valoración y el establecimiento de programas
PSA, a nivel de proyecto. Aunque esto parezca no tener consecuencias gra-
ves, adoptar el enfoque por proyectos, signica que se aceptan o se toman
como “dadas” las estructuras de gobernanza de los SE existentes, tanto a
nivel mundial como nacional. Así, el enfoque renuncia a cuestionar esas
estructuras y por el contrario, opera dentro de las mismas. De tal forma, el
enfoque de SE está limitado a contribuir a la solución de los problemas am-
bientales locales más que a los globales, cuando varios de esos problemas
tienen su expresión más fuerte a nivel mundial y pueden tener su origen en
el modelo de desarrollo impuesto.
estado del arte del estudIo de los servICIos eCosIstémICos
A nivel mundial
Una revisión reciente de estudios sobre SE realizada por Seppelt et al.
(2010), permite establecer el estado del arte del tema a nivel global. Según
el estudio, en los últimos 20 años, se han producido 460 trabajos sobre el
tema, de los cuales se analizó una muestra de 156 trabajos. Más de la mitad
de los estudios sobre SE se han desarrollado en EE.UU. y China. Además,
menos del 40% de los estudios cuanticaron los SE a partir de información
primaria (mediciones directas en campo), por lo cual emplearon variables
proxy, especícamente cobertura del suelo. Adicionalmente, muy pocos
51
soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
estudios hicieron uso de modelos de simulación para cuanticar los SE,
recurriendo entonces al uso de tipologías o tablas de referencia donde los
mismos se registran solo teóricamente. La mitad de los estudios incluyeron
menos de cinco SE en su valoración y no analizaron la retroalimentación
que se produce entre ellos. La valoración de los SE relacionados con la pro-
visión de alimentos tuvo un predominio muy fuerte.
La mayoría de los estudios no identicaron los intercambios (trade-offs)
entre SE, de modo que se pudiera entender cómo incide el aumento de la
provisión de un SE sobre la oferta de otro (s). Finalmente, solo un 40% de
los estudios sobre SE involucró de alguna forma a los actores interesados en
la valoración de estos ecosistemas. La conclusión crítica, según Seppelt et
al. (2010), es que “menos de una tercera parte de los estudios proporcionan
una base sólida para las conclusiones obtenidas” por ellos.
Con base en los resultados mencionados, los autores proponen cuatro
direcciones que debe tomar la investigación sobre SE. La primera es el for-
talecimiento del análisis biofísico sobre el que se fundamenta la caracteriza-
ción de los SE, lo que demanda medir y modelar con información primaria,
las funciones ecológicas que son la base para la producción de tales servi-
cios. La segunda dirección es valorar los trade-offs espaciales y temporales
que se producen cuando los SE responden a cambios de diverso tipo.
La caracterización de efectos que se producen en un ecosistema y sus
servicios cuando se toman decisiones en un lugar, que luego terminan afec-
tando otro lugar (costos trasladados), es la tercera dirección que deberían
tomar los estudios de este tema. Finalmente, involucrar a los actores claves
en la identicación de los SE y en la valoración de distintas opciones para
el manejo de los ecosistemas. Este aspecto permite establecer las interrela-
ciones que se dan entre los SE y el bienestar humano.
Estudio de los servicios ecosistémicos en América Latina y Colombia
Un artículo muy reciente de Balvanera et al. (2012), analiza el estado
del arte de la investigación sobre SE realizada en América Latina (AL). La
investigación se centró en cinco aspectos asociados con el estudio de los SE
en la región: a) oferta, provisión3 y valoración de los SE; b) trade-offs entre
SE e investigación interdisciplinaria; c) diseño de investigaciones, políticas
3 Los autores diferencian entre oferta y provisión de los SE. La oferta se reere a la contribución
benéca potencial de las funciones ecológicas o los elementos biofísicos de los ecosistemas,
a los humanos, independiente de si los humanos usan o valoran esas funciones o elementos.
Mientras tanto, la provisión de los SE representa el contacto del potencial de oferta del servicio
con las poblaciones humanas, tomando en cuenta la distribución espacial de personas e infraes-
tructura.
52
Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
y formas de gestión de SE; y d) los retos futuros en este campo del conoci-
miento. A continuación se presenta un resumen de los principales resultados
encontrados por Balvanera et al. (2012).
El término SE fue utilizado por primera vez en AL en 1997 (Fearnside,
1997), coincidiendo con la expedición del trabajo de Costanza et al. (1997).
La cantidad de estudios sobre SE en AL ha crecido ampliamente pasando
de cerca de 20 estudios en 1999 a casi 160 en 2011. Las diferencias en el
estudio de los SE entre los países de AL son notorias y su implementación
inicial se relacionó con aspectos particulares de cada contexto: en Argenti-
na, país pionero en el estudio de SE, por la conversión de bosques y pastos
naturales fértiles en suelo agrícola; en Brasil por la deforestación causada
para extender la frontera agrícola en el Amazonas; en Bolivia por la explo-
tación de productos no maderables por parte de comunidades indígenas.
El estudio de la oferta potencial de los SE es un campo bien desarrollado
en AL, concentrándose principalmente en SE como la madera, productos
no maderables, provisión de agua y secuestro de carbono. Incluso, existen
cuanticaciones y mapas a escala nacional de algunos SE en países como
Argentina, Colombia y México. En contraste, la investigación sobre la pro-
visión actual de SE a la sociedad, ha recibido muchas menos atención. Los
gobiernos de México y Colombia han intentando incorporar indicadores de
SE y capital natural en sus mediciones del PIB.
Otro aspecto muy desarrollado es la evaluación del valor social asignado
a los SE, especialmente por el uso de una variedad de enfoques conceptua-
les y métodos de valoración económica. Los estudios de valoración mone-
taria se han orientado hacia la estimación de los benecios generados por la
madera, productos no maderables, el agua, el secuestro de carbono y el eco-
turismo. Incluso, se han establecido las preferencias sociales y percepciones
sobre los SE, como ha sucedido con sistemas silvopastoriles en Colombia.
En este país aparece el libro reciente de Vilardy y González (2011), que
hace una identicación preliminar y una valoración de los SE que brinda la
Ciénaga Grande del Magdalena, un ecosistema de importancia estratégica
para la costa Caribe colombiana. Para la identicación se utilizaron los ma-
pas de uso y cobertura del suelo, además de las clasicaciones teóricas que
existen sobre los servicios ecosistémicos (se utilizó como tipología modelo
la propuesta de De Groot et al., 2002). Para la valoración se realizaron 131
entrevistas semi-estructuradas con actores vinculados al ecosistema, tanto
a nivel local (6 municipios), como por parte de actores de nivel nacional.
El análisis de los trade-offs que se presentan entre distintos SE ha sido
escaso en AL, aunque en Argentina se ha evidenciado que el aumento de la
producción agrícola genera decrecimientos en los SE de regulación, mien-
53
soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
tras en Brasil se ha tratado de establecer el intercambio que se produce entre
biocombustibles y biodiversidad. Por su parte, la investigación interdisci-
plinaria de los SE es bastante común en AL, con ejemplos en Argentina,
Chile, México, Puerto Rico y Panamá.
Igualmente, es común en AL el establecimiento de esquemas de pagos
por servicios ambientales, incluso más que a nivel mundial. Costa Rica fue
el primer país en establecer un esquema de este tipo y un caso llamativo
es el de Colombia donde no existen un sistema de PSA nacional, pero
muchos de nivel local y regional que incluyen básicamente servicios hidro-
lógicos y biodiversidad. Los PSA por la preservación de servicios hídricos
son los más comunes en AL. En la Tabla 1.3 se presentan los retos hacia el
futuro en la investigación sobre SE en AL.
Tabla 1.3. Retos para el estudio sobre servicios ecosistémicos
en América Latina
Tipos de retos Recomendaciones o limitaciones y vacíos
Entendimiento SE
Estudios para conectar procesos ecológicos, oferta potencial y
provisión actual SE
Herramientas para evaluar trade-offs entre escalas espaciales a
las que se ofrece y provee el (los) SE
Evaluación SE en
escenarios futuros
Estimar cambios en oferta, provisión y valoración de los SE
ante cambios futuros en el clima y los usos del suelo
ES y conservación de
la biodiversidad
Analizar el intercambio entre el mantenimiento de la biodiver-
sidad y las necesidades de seguridad alimentaria y de seguridad
hídrica
ES y bienestar hu-
mano
Generar conocimiento sobre la contribución de los ecosistemas
al bienestar humano subjetivo y no subjetivo
Implementación PSA Protocolos de monitoreo y selección para desarrollar PSA costo
efectivos
Integración actores,
sectores y disciplinas
Mayor investigación sobre los factores económicos, sociales,
políticos, culturales, cognitivos que refuerzan la toma de deci-
siones sobre gestión de los ecosistemas
Fuente: Balvanera et al. (2012)
Una revisión más detallada para Colombia muestra que se analizaron 96
investigaciones sobre SE, entre los que se evidenció una preponderancia
de estudios relacionados con la oferta de SE y las políticas orientadas a
proponer su implementación, mientras algunos estudios se enfocaron en la
valoración de los SE. En cuanto a los SE hídricos, se encontraron un total de
11 estudios, de los cuales la mayoría se dirigieron a cuanticar la oferta de
SE (4), seguido por los que hicieron una valoración monetaria (3) y los que
54
Pérez, M. A., rojAs PAdillA, j., & GAlvis, r. (CoMP.)
se orientaron a los PSA (3). Solamente se encontró un estudio relacionado
con los páramos colombianos, el cual buscó establecer la pérdida del suelo
y los nutrientes por la escorrentía en dos agroecosistemas.
ConClusIones
El enfoque de los servicios ecosistémicos es un campo del conocimiento
relativamente reciente en cuanto a su historia moderna, pero bastante in-
uyente en cuanto a su uso extendido y aceptación como mecanismo que
puede contribuir a resolver la tensión entre desarrollo económico y conser-
vación natural, introduciendo un cambio de comportamiento entre los acto-
res sociales que hacen uso directo, gestionan y construyen conocimientos
sobre los ecosistemas. Así, el enfoque a la vez que sirve como herramienta
analítica e incluso marco metodológico para estudiar la degradación de los
ecosistemas, se convierte en un discurso potente que se ha plasmado en
propuestas de política y esquemas de gestión, que ven como posible el desa-
rrollo y la actividad económica conjuntamente con la conservación natural
de los ecosistemas y sus servicios. El surgimiento del concepto de servicios
ecosistémicos tenía como única pretensión despertar el interés de los seres
humanos por la preservación de la naturaleza, al demostrar que nuestra exis-
tencia y bienestar estaba inexorablemente ligado a los múltiples procesos
que en nuestro favor y sin contraprestación realizan los ecosistemas. La pro-
fundidad de esta reexión ofreció una oportunidad única para que diferentes
ciencias, especialmente la economía y posteriormente la ecología, decidie-
ran acoger el enfoque, fortalecer su estructura teórica y utilizar su mensaje,
lo que ha derivado en resultados quizá mas negativos que positivos. Entre
los resultados positivos, está el haber demostrado que los ecosistemas son
valiosos socialmente pues dependemos de ellos de formas que hasta el ad-
venimiento del enfoque no habíamos intuido. Además, el enfoque ha de-
mostrado que la conservación de los ecosistemas no necesariamente implica
ahondar la separación del ser humano con la naturaleza, desplazando a estos
de zonas en las que posiblemente han habitado por milenios; en contrapo-
sición, el enfoque puede reforzar la idea que debemos sentirnos integrados
a la naturaleza y entender que su dinámica determina la nuestra. El enfoque
ha permitido y estimulado el dialogo entre diversas disciplinas en su afán de
alimentar el conocimiento sobre los servicios ecosistémicos. Sin embargo,
la predominancia de la ciencia económica y particularmente de la economía
ambiental en el desarrollo del enfoque de servicios ecosistémicos ha jugado
en contra de sus potencialidades. En primer lugar porque introdujo en el en-
foque un lenguaje economicista, que empezó a recongurar su mensaje ini-
55
soCiedAd y serviCios eCosistéMiCos - MineríA, MeGAProyeCtos y eduCACión AMbientAl
cial sobre la importancia de mantener las estructuras, funciones y servicios
de los ecosistemas, para promover la preponderancia del bienestar humano
con énfasis en la actividad económica. En segundo lugar, porque impulsó la
valoración de los SE, como una forma de demostrar su importancia social,
pero apelando a un solo lenguaje —el dinero— dejando de lado múltiples
expresiones, de tipo cultural, estético, social y psicológico, fundamentales
para construir una valoración signicativa, diversa y plural sobre los eco-
sistemas. El lenguaje economicista y la valoración económica le han pavi-
mentado el camino a la mercantilización de la naturaleza, pues el mercado
ha venido tomando fuerza como sistema de gobernanza de los servicios
ecosistémicos. A nivel losóco existen diversas razones para rechazar la
mercantilización de la naturaleza, siendo quizás la más poderosa la de que
no podemos tratar como mercancía algo que no hemos creado y que hay co-
sas que la ética no nos permite vender. Pero desde el punto de vista práctico,
existen evidencias en cuanto a que el mercado no es un mecanismo efectivo
para regular el uso y preservar los SE, dado que: a) estos tienen la caracte-
rística de recursos comunes y bienes públicos de uso gratuito; b) el mercado
requiere conocer la relación entre uso de los SE, las funciones y estructuras
de los ecosistemas y el nivel de provisión de los servicios, información que
al no estar disponible puede generar decisiones sobre manejo de los ecosis-
temas con alto nivel de riesgo; c) el mercado requiere la toma de decisiones
de corto plazo, cuando la dinámica y complejidad de los ecosistemas hace
que el cambio de sus estructuras pueda presentarse en el largo plazo; d)
el mercado toma decisiones a partir de información sencilla y fácilmente
digerible, aspecto que controvierte completamente la característica de los
ecosistemas, los cuales muestran una dinámica multidimensional, no lineal
y multi-escalar. Insistir en el mercado como forma de gobernanza de los
SE, parece ser una consecuencia de la adopción férrea y ciega de las ideas
y recetas de política emanadas en el sistema económico predominante en la
actualidad, el cual ha dejado huellas palpables de su responsabilidad en la
degradación de nuestros ecosistemas y del deterioro de las especies que los
habitan, entre ellos el mismo ser humano.
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... De esta manera, las percepciones son esenciales para entender las contribuciones individuales y el comportamiento de cada persona hacia los SE, lo que permite hacer comparaciones directas entre categorías e identificar un posible dilema entre ellos (Rojas et al., 2013). En este sentido, los SE no son igualmente valorados por todos los usuarios y es posible observar patrones potenciales de multifuncionalidad para diferentes grupos. ...
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RESUMEN La asignación de servicios ecosistémicos ha resultado un reto para el mercado, dado su comportamiento como bienes públicos. El área natural protegida "Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco" alberga una superficie chinampera que provee de sustento y servicios ecosistémicos a los habitantes de la Ciudad de México. Esta investigación tuvo por objetivo identificar y priorizar los servicios ecosistémicos en función de la jerarquización de cuatro grupos de usuarios para determinar posibles patrones o diferencias. Se aplicó una encuesta con 17 servicios ecosistémicos a 380 usuarios donde se les pidió seleccionar tres en orden de prioridad. Por promedios ponderados se estimó el nivel de importancia asignado a cada servicio, y se emplearon pruebas no paramétricas de Kruskal-Wallis y Games-Howell para determinar las diferencias entre grupos. Los servicios producción de alimentos, almacenamiento y retención de agua, así como los servicios culturales fueron seleccionados como los más importantes. Los dos primeros son los que obtuvieron un valor ponderado más alto. La diferencia de medias demostró que existen diferencias entre los grupos y el análisis pos-hoc reveló que el grupo de los productores es el que presenta mayores contrastes con respecto al resto de grupos, principalmente en cuanto a servicios de aprovisionamiento, ello denota el valor que la población regional otorga a la agricultura. De esta manera, las autoridades deben de tomar en cuenta la participación de los productores chinamperos en el diseño de políticas públicas y manejo de recursos naturales locales. PALABRAS CLAVE: área natural protegida, manejo de recursos naturales, servicio hidrológico, sistema periurbano, valoración económico-ambiental. ABSTRACT The allocation of ecosystem services has been a challenge for the market, given their behavior as public goods. The Protected Natural Area "Ejidos de Xochimilco and San Gregorio Atlapulco" houses an area of chinampas that provides sustenance and ecosystem services to the inhabitants of Mexico City. The objective of this research was to identify and prioritize Ecosystem Services based on the hierarchy of four groups of users to determine possible patterns or differences. A survey with 17 ecosystem services was applied to 380 users where they were asked to select three in order of priority. The level of importance assigned to each service was estimated using weighted averages, and non-parametric Kruskal-Wallis and Games-Howell tests were used to determine the differences between groups. Food production, storage and retention of water and cultural services were selected as the most important, the first two being the ones that obtained a higher weighted value. The difference in means showed that there are differences between the groups, and the post-hoc analysis reveals that the group of producers is the one that presents the greatest contrasts with respect to the rest of the groups, mainly in terms of provisioning services, denoting the value that the regional population gives to agriculture. For this reason, the authorities must consider the participation of chinampas' producers in the design of public policies and management of local natural resources.
... De esta manera, las percepciones son esenciales para entender las contribuciones individuales y el comportamiento de cada persona hacia los SE, lo que permite hacer comparaciones directas entre categorías e identificar un posible dilema entre ellos (Rojas et al., 2013). En este sentido, los SE no son igualmente valorados por todos los usuarios y es posible observar patrones potenciales de multifuncionalidad para diferentes grupos. ...
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La asignación de servicios ecosistémicos ha resultado un reto para el mercado, dado su comportamiento como bienes públicos. El área natural protegida “Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco” alberga una superficie chinampera que provee de sustento y servicios ecosistémicos a los habitantes de la Ciudad de México. Esta investigación tuvo por objetivo identificar y priorizar los servicios ecosistémicos en función de la jerarquización de cuatro grupos de usuarios para determinar posibles patrones o diferencias. Se aplicó una encuesta con 17 servicios ecosistémicos a 380 usuarios donde se les pidió seleccionar tres en orden de prioridad. Por promedios ponderados se estimó el nivel de importancia asignado a cada servicio, y se emplearon pruebas no paramétricas de Kruskal-Wallis y Games-Howell para determinar las diferencias entre grupos. Los servicios producción de alimentos, almacenamiento y retención de agua, así como los servicios culturales fueron seleccionados como los más importantes. Los dos primeros son los que obtuvieron un valor ponderado más alto. La diferencia de medias demostró que existen diferencias entre los grupos y el análisis pos-hoc reveló que el grupo de los productores es el que presenta mayores contrastes con respecto al resto de grupos, principalmente en cuanto a servicios de aprovisionamiento, ello denota el valor que la población regional otorga a la agricultura. De esta manera, las autoridades deben de tomar en cuenta la participación de los productores chinamperos en el diseño de políticas públicas y manejo de recursos naturales locales.
... Sin embargo, en mucha de la normativa referida a la protección del ambiente, la concepción integral de los ecosistemas referida en esta institucionalidad, presenta serias falencias, otorgando mayor contribución a la mercantilización de la naturaleza, concibiendo los bosques y en consecuencia, las cuencas hídricas, como capital natural y no tanto por sus propios valores, independientemente del grado de utilidad que estos presten a la humanidad (Rojas y Pérez, 2013). ...
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Del total del agua del planeta, sólo 0,4% está disponible como agua potencialmente útil como suministro de agua potable. Estas cifras determinan el carácter escaso y preciado del agua; lo cual se agrava al tomar en cuenta el sustancial incremento de los procesos de contaminación de las principales fuentes disponibles dada la acción antrópica, principalmente los últimos cien años. En este sentido, el propósito subyacente gira en torno a una contextualización integral de los factores promotores del proceso de degradación de los ecosistemas donde se asientan las cuencas hídricas y dentro de los cuales, es la reforestación, una de las herramientas dirigidas a superar los daños causados al entorno. A fin de alcanzar el propósito trazado, el esquema metódico aplicado se centró en un estudio de tipo documental; básicamente enfocado en recopilar información a partir de diversas bases de datos reconocidas. Los principales hallazgos del estudio resaltan la marcada separación de los ecosistemas naturales y los ecosistemas sociales, bajo un enfoque de carácter normativo a través del cual se fortalece una visión sectorial y se refuerzan, por tanto, los pilares culturales de donde procede. Se rompe así, la mirada de continuidad entre ecosistema (cuenca hídrica) y sociedad. Finalmente, el actual modelo económico, caracterizado por la lógica del capital y centrado en la rápida obtención de beneficios, aunado a un acelerado crecimiento de la población a nivel mundial, ha impulsado importantes desequilibrios desde diferentes ámbitos del acontecer diario de la humanidad.
... La teoría que fundamenta esta investigación se basa en "servicios ecosistémicos" que se define como "beneficios que las personas disfrutan de los ecosistemas, para obtener satisfacción en sus necesidades básicas" [26]. Los cuales resultan ser vulnerados por las actividades antropogénicas como la minería aurífera. ...
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Tendiendo puentes para una sustentabilidad integral presenta distintas críticas al modelo productivo adoptado a partir del enfoque economicista; pero también es un libro esperanzador, pues destaca la capacidad que tienen los ecosistemas para recuperarse de los efectos nocivos de la actividad humana. Ante todo los autores se proponen tender puentes a partir de contribuciones teóricas y aplicadas, producto de la reflexión colectiva y del encuentro académico, para trabajar un horizonte común a favor de la sustentabilidad. Un ámbito de su trabajo es la investigación, que aborda de manera teórica y/o sectorial las problemáticas ambientales derivadas de los sistemas de producción de mayor escala; otro, es la acción ciudadana y participativa analizada con la finalidad de tender puentes entre ciudadanía, gobierno y quienes generan nuevo conocimiento o los que recuperan y respetan sus saberes ancestrales. En síntesis, este libro conlleva la voluntad de investigadores de las ciencias biológicas y de la salud, así como de las ciencias sociales y las humanidades, de tender puentes para resolver algunos de los principales problemas ambientales que aquejan a nuestra sociedad; su esfuerzo ayuda a desarrollar una visión conjunta en materia de sustentabilidad crítica y es una convocatoria abierta a pensar nuestra relación con la Naturaleza
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The present article analyzes three meanings about “environment” and shows the ephistemic tensions implied by two of them. The goal is to propose the adoption of one of those meanings into the environmental sciences and with this, decrease the epistemic tensions of their polysemy. In order to do so, the article differentiates among "environment" and categories such as habitat, nature and ecosystem. In which, through an epistemological argumentation, it generates a proposal for the environmental science where environment is redefined in a systemic sense. Such redefinition proposes the questioning of dualist ideas that generate tensions that can only be resolved basing on paradigms which exceed the mechanistic disyunctivism proper of the dualistic epistemology that have the social sciences and the natural sciences.
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En el presente artículo se analizan tres significados de ambiente y se plantean las tensiones que implican dos de ellas con el fin de proponer la adopción de uno de los significados para su uso en las ciencias ambientales. Se distingue ambiente de categorías como hábitat, naturaleza, ecosistema y a través de una argumentación epistemológica, se genera una propuesta para las ciencias ambientales en la que ambiente es redefinido en un sentido sistémico. También se propone el cuestionamiento de ideas dualistas que generan tensiones que sólo pueden ser resueltas con base en paradigmas que superen el disyuntivismo mecanicista.
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An increasing amount of information is being collected on the ecological and socio-economic value of goods and services provided by natural and semi-natural ecosystems. However, much of this information appears scattered throughout a disciplinary academic literature, unpublished government agency reports, and across the World Wide Web. In addition, data on ecosystem goods and services often appears at incompatible scales of analysis and is classified differently by different authors. In order to make comparative ecological economic analysis possible, a standardized framework for the comprehensive assessment of ecosystem functions, goods and services is needed. In response to this challenge, this paper presents a conceptual framework and typology for describing, classifying and valuing ecosystem functions, goods and services in a clear and consistent manner. In the following analysis, a classification is given for the fullest possible range of 23 ecosystem functions that provide a much larger number of goods and services. In the second part of the paper, a checklist and matrix is provided, linking these ecosystem functions to the main ecological, socio–cultural and economic valuation methods.
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The Ecosystem Services Journal starts in 2012 with a formidable basis in the reports and books from the Millennium Ecosystem Assessment and TEEB projects. Following a half-century history of growing awareness and associated scientific based policy development a bridging concept with natural and social science notions was developed and coined “ecosystem services”. The agenda for the journal Ecosystem Services, presented in this introductory paper to the Journal Ecosystem Services is aimed at scientists and policy analysts who consider contributing to better knowledge and better use of that knowledge about ecosystem services. This should include knowledge of the ecological systems that provide the services, the economic systems that benefit from them, and the institutions that need to develop effective codes for a sustainable use. The agenda is derived from the experience of the authors in science and policy analysis and extended with some of the recommendations from the TEEB book for national and international policy making emphasising the science—policy—practice linkage, which is the philosophy of the Journal.