ArticlePDF Available

Identidad de género: Modelos explicativos

Authors:

Abstract

This article is a self identity theory review developed in a framework from socials models. It describes cognitive models, cognitive-social models and social models. The Tajfel´s Social Identity Theory (Tajfel, 1981 y Tajfel y Turner, 1986) and the Deaux y Martin´s new model that integrates Psychological and Sociological traditions are the main arguments along the paper. El presente artículo lleva a cabo una revisión teórica de modelos que han tratado de explicar el self de género como un fenómeno social. Se recorren teorías de marcado acento cognitivo y se tratan los modelos sociocognitivos para llegar a los modelos sociales. La explicación aportada por la Teoría de la Identidad Social (Tajfel, 1981 y Tajfel y Turner, 1986) y la reciente propuesta integradora entre la Psicología y la Sociología de Deaux y Martin (2003) constituyen el hilo conductor de la revisión.
IDENTIDAD DE
GÉNERO: MODELOS
EXPLICATIVOS
Patricia García-Leiva
Departamento de Psicología Área de Psicología Social
Universidad de Huelva
e-mail: patriciagl1973@yahoo.es
Resumen El presente artículo lleva a cabo una revi-
sión teórica de modelos que han tratado de explicar el
self de género como un fenómeno social. Se recorren
teorías de marcado acento cognitivo y se tratan los
modelos sociocognitivos para llegar a los modelos
sociales. La explicación aportada por la Teoría de la
Identidad Social (Tajfel, 1981 y Tajfel y Turner, 1986)
y la reciente propuesta integradora entre la Psicología y
la Sociología de Deaux y Martin (2003) constituyen el
hilo conductor de la revisión.

REVISIÓN
Abstract This article is a self identity theory review
developed in a framework from socials models. It des-
cribes cognitive models, cognitive-social models and
social models. The Tajfel´s Social Identity Theory
(Tajfel, 1981 y Tajfel y Turner, 1986) and the Deaux y
Martin´s new model that integrates Psychological and
Sociological traditions are the main arguments along
the paper.
, : -
GENDER IDENTITY:
MODELS
Palabras clave Identidad, género, teorías de la
identidad, Modelos sociales.
Key words Identity, gender, Identity Theories,
Socials models.
INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente el estudio del self de género se ha
entendido como el análisis de su contenido, de sus fases
de adquisición y de los procesos intrapsíquicos respon-
sables de la identificación. Pero la Psicología Social se ha
interesado en evaluar cómo el entorno influye en el desa-
rrollo del self. Por ello ha querido saber qué papel juegan
las dinámicas grupales, las estructuras sociales y cómo
interaccionan con los elementos cognitivos y motiva-
cionales. Este va a ser el objetivo de este artículo: exa-
minar el proceso de construcción del self de género de
una persona en relación con los roles y estereotipos
dominantes en una estructura social.
Con esta finalidad se va a realizar una revisión cuali-
tativa y crítica de teorías que han tratado de dar res-
puesta a tan complejo fenómeno. Se comienza con los
modelos cognitivos, se tratan los sociocognitivos y se
finaliza con los sociales. De todos ellos se presta especial
interés a las denominadas teorías de la identidad social
por ser perspectivas integradoras que escapan a los pri-
meros análisis reduccionistas. En ellas se recogen los fac-
tores intrasujeto y su interacción con los elementos
situacionales, los procesos de aprendizaje y las presiones
sociales y estructurales. Gracias a este análisis global
pueden explicar la construcción, modificación y mante-
nimiento de la identidad de género.
De las tres teorías de la identidad social la planteada
por Tajfel y Turner (SIT, 1981) y la propuesta de Deaux
y Martin (2003) van a ser las protagonistas: la primera
por su amplio bagaje teórico y empírico, la segunda por
su innovación e integración interdisciplinar. Ambas
explican la identidad de género como un fenómeno
social dinámico y multicausal, pero mientas la SIT peca
de psicologicista, la segunda carece de apoyo empírico,
limitaciones que en ambos casos son subsanables. Espe-
cialmente en la propuesta de Deaux y Martin, pues estas
autoras unen la teoría sociológica de la identidad (IT de
Stryker, 1980; Stryker y Serpe, 1982) a la SIT para evi-
tar su déficit de análisis social.
Con esta revisión se quiere contribuir a resaltar la
importancia de la unión interdisciplinar apoyando así la
iniciativa de Deaux y Martin (2003), una iniciativa que
es necesaria en objetos de estudios tan complejos como
son los seres humanos.
Pero antes de comenzar el recorrido teórico es nece-
sario acercarse a la concepción de género y su relación
con su acompañante biológico, el sexo.
REVISIÓN

PATRICIA GARCÍA-LEIVA / IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS
DEL SEXO AL GÉNERO
La concepción del género como lo social, lo cultural
y el sexo como la división biológica hombre-mujer es la
propuesta dominante en la actualidad. Este plantea-
miento defiende la existencia de una continua interac-
ción entre lo biológico y lo cultural, entre el dimorfismo
sexual, hombre-mujer, y el producto sociocultural de
cada uno de ellos: masculinidad-feminidad. La propues-
ta se amplía posteriormente a cuatro categorías con la
inclusión de andróginos e indiferenciados (Spence,
Helmreich y Stapp, 1974).
En definitiva se construye lo que cada estructura
social cree y requiere para cada morfismo sexual. "El
género se puede entender como una creación simbólica
que pone en cuestión el dictum esencialista de la biolo-
gía es destino, trascendiendo dicho reduccionismo, al
interpretar las relaciones entre varones y mujeres como
construcciones culturales, que derivan de imponer sig-
nificados sociales, culturales y psicológicos al dimorfis-
mo sexual aparente" (Bonilla, 1998, p. 149). Posee, por
tanto, un desarrollo dinámico en el que la persona es
parte activa en la continua retroalimentación entre la
biología y el medio sin que se puedan separar.
Tres son las corrientes teóricas que han tratado de
explicar el origen del género: la sociobiológica, el cons-
tructivismo social y la psicodinámica. Las tres conside-
ran que las diferencias de género son estables en el tiem-
po pero difieren en el origen de estas diferencias.
La primera, la sociobiología, plantea un origen bioló-
gico y trata de explicar el comportamiento de género en
base a las distintas estrategias adoptadas por varones y
mujeres, a lo largo de la evolución, para garantizar el
éxito reproductivo de la especie.
La segunda busca los orígenes de las diferencias de
género en el ámbito socio-cultural. De acuerdo con este
planteamiento el género es una construcción del len-
guaje, la historia y la cultura concreta (Hare-Mustin y
Marecek, 1994) en un tiempo y en un lugar específico.
Por tanto, dentro de un mismo contexto cultural pue-
den coexistir distintas construcciones de género (Barbe-
rá, 1998).
Y la tercera propone que la génesis del género reside
en el proceso de identificación primaria. Mientras el
niño tiene su objeto de deseo en la madre y se identifica
con el padre, la niña tiene su objeto de deseo en el padre
y se identifica con la madre.
De las tres líneas teóricas las dos primeras son las que
gozan de mejor salud en la actualidad. El constructivis-
mo social es uno de los modelos más referenciados por
los/as teóricos/as feministas, aunque la sociobiología
resurge con fuerza en los últimos años.
LA IDENTIDAD DE GÉNERO: CONCEPTO Y MODELOS
TEÓRICOS
Cuando nacemos somos clasificados en dos grandes
grupos: niños y niñas. Cuando crecemos, al mismo
tiempo que desarrollamos la conciencia de ser un indi-
viduo distinto de los demás, el denominado self existen-
cial, adquirimos el self sexual, la autocategorización
como hombre o como mujer, y junto con éste el self de
género. La división biológica que traemos conlleva dife-
rencias reproductivas pero no diferencias actitudinales,
normativas, conductuales o de roles. Todo ello es pro-
ducto de la asignación social. La identidad de género es
la autoclasificación como hombre o mujer sobre la base
de lo que culturalmente se entiende por hombre o mujer
(López, 1988a). Es el conjunto de sentimientos y pen-
samientos que tiene una persona en cuanto miembro de
una categoría de género (Carver, Yunger y Perry, 2003).
El proceso de construcción del self de género aconte-
ce a nivel intraindiviual pero se desarrolla en interacción
con el aprendizaje de roles, estereotipos y conductas
(Barberá, 1998). Esto no implica la asunción de los roles
y actitudes de género, puesto que cada persona desarro-
lla su propio sentido de masculinidad y feminidad
(Spence, 1993; Koestner y Aube, 1995).
Sobre cómo se produce dicha construcción e interac-
ción hay múltiples explicaciones. Tradicionalmente se
han adoptado dos líneas argumentales: 1) aquella que se
centra en los procesos internos al sujeto y 2) la que estu-
dia la interacción entre los procesos psicológicos básicos
y los factores sociales y situacionales. Dentro del primer
grupo se encuentran las teorías cognitivas. Los modelos
de interacción sociocognitiva y los denominados mode-
los sociales, siguiendo a Barberá (1998), se expondrán
dentro del segundo grupo.
1 Teorías Cognitivas
Aquí estarían representadas dos líneas de trabajo: la
basada en las Teorías Genético-Evolutivas (Piaget, 1966
y Kohlberg, 1981) y las basadas en el concepto de esque-
ma (Bem, 1981; Markus y Oyserman, 1989). Para
ambas el elemento central en la construcción de la iden-
tidad de género es la autocategorización (López, 1988a).
Igualmente comparten el énfasis en la estabilidad del
constructo género y el papel protagonista de la persona
en el proceso identitario.
1.1 L. Kohlberg y J. Piaget
Desde la psicología cognitiva se ha defendido la exis-
tencia de tres etapas en el desarrollo de la propia asigna-
REVISIÓN
IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS / PATRICIA GARCÍA-LEIVA

ción grupal. De acuerdo con Kohlberg (1966), y
siguiendo los estadios de Piaget (1966), son: el etiqueta-
je, la estabilidad y la constancia de género. La primera
etapa consiste en la categorización de uno mismo y de
los demás en dos grupos diferentes, hombres y mujeres.
Posteriormente el niño comprende que esa categoría a la
que pertenece se mantiene a pesar de los cambios super-
ficiales, como ropas o adornos. Por último se asimila la
constancia de género a pesar de la variabilidad situacio-
nal. Kohlberg considera que estos estadios acontecen a
los dos años el primero, entre los dos y los cinco el
segundo y a partir de cinco el tercero, aunque dicha cro-
nología parece ser variable (Slaby y Frey, 1975).
Entre las críticas al modelo se encuentra su acento en
la primera infancia obviando el desarrollo y cambios de
la identidad de género a lo largo del ciclo vital. Un ejem-
plo de estos cambios es la tendencia a la androginia en la
edad adulta (Lòpez, 1988b).
Otra de las críticas que se le ha realizado alude a la
secuencia. Kohlberg considera que la adquisición de la
identidad de género es previa a la manifestación de com-
portamientos tipificados y de estereotipos de género. Sin
embargo, son diversas las investigaciones que recogen
comportamientos tipificados y manifestaciones estereo-
típicas previas al self de género (Golombok y Fivush,
1994).
Por último, plantea una causalidad lineal directa de
los estadios genéticos evolutivos: factor partícipe, pero
no responsable único en la adquisición de la identidad
de género, como exponen otras teorías.
1.2 S. Bem y H. Markus
El esquema, concepto desarrollado por la corriente
del procesamiento de la información, sería la estructura
que orienta y organiza las percepciones de las personas
(Huston, 1983). Una vez que alguien se autocategoriza
como hombre o como mujer, procesa e interpreta la
información en base a su pertenencia grupal, siendo el
contexto el que determina qué es lo adecuado para cada
género (Martin y Halverson, 1983).
El esquema supone una estructura que indica roles,
estereotipos, conductas, rasgos de personalidad, etcétera
(Bem, 1981). Se convierte en el andamio sobre el que se
construyen nuestras cogniciones, nuestras evaluaciones
y nuestros comportamientos. Desde el momento en que
la persona se autoclasifica como miembro de un grupo
su interpretación del mundo y de sí mismo va a seguir
las directrices del mismo. Puesto que el esquema se apli-
ca de forma automática (Biernat, Manis y Nelson,
1991) es difícil modificarlo, pero a pesar de ello presen-
ta una alta variabilidad interindividual (Markus y cols.
1982; Silka y Maslach, 1987).
Las diferencias entre Bem y Markus provienen de
cómo influye el género en el concepto de la persona.
Para Markus el autoconcepto de género es el elemento
que organiza nuestras vivencias (Markus y cols, 1982);
sin embargo, para Bem (1981) el autoconcepto está
supeditado al esquema de género. Además mientras
Markus habla de autoconcepto masculino, femenino,
ambos o ninguno, Bem discrimina entre personas
esquemáticas o no esquemáticas. De acuerdo con esta
autora la persona esquematiza interpreta la realidad
siguiendo fielmente los constructos de masculinidad y
feminidad. Sin embargo, la no esquemática o andrógi-
na, aunque conoce los roles y estereotipos dominantes,
actúa e interpreta su entorno con independencia de
ellos.
Esta propuesta ha tenido un gran impacto, entre
otros factores, por el extenso uso del cuestionario elabo-
rado por Bem para la medición de la identidad de géne-
ro, el BSRI (1974). Pero también presenta limitaciones.
De ellas se puede destacar su incapacidad para explicar
qué hace que las personas se identifiquen con mayor o
menor intensidad o qué papel juegan las estructuras
sociales y las dinámicas grupales en la identidad de géne-
ro. Son limitaciones que habría que unir a las diversas
críticas que ha recibido el concepto de esquema. Los
modelos que siguen tratan de subsanar estas deficien-
cias.
2 Perspectiva social
Tal y como se ha comentado al inicio de esta revisión
teórica, este apartado incluye los Modelos de Interac-
ción Sociocognitiva y los Modelos Sociales (Barberá,
1998). Ambos se exponen juntos pues explican el pro-
ceso de construcción de género desde la interacción del
contexto y los procesos intrasujeto.
2.1 Modelos de interacción sociocognitiva
Esta línea de trabajo se basa en la hipótesis de la pro-
fecía autocumplida (Merton, 1948). Se toma como refe-
rencia puesto que en ella están presentes todos los pro-
cesos que explican el comportamiento humano: cogni-
tivos, motivacionales, comportamentales, estructura
social y la situación específica (Barberá, 1998). Cuando
dos personas interactúan los elementos intrasujetos de
ambos y los sociales entran en interacción. Esta interac-
ción da lugar a una construcción diferente en función
del rol que tiene cada una de las personas: el que perci-
REVISIÓN

PATRICIA GARCÍA-LEIVA / IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS
be, el que actúa o ambos. El género sería por tanto una
construcción-acción.
Aunque es un proceso que se retroalimenta perma-
nentemente parece empezar con los estereotipos. Éstos,
que han sido adquirimos a lo largo del proceso de socia-
lización, condicionan la forma en la que se procesa la
información. Por tanto influyen en la interacción y la
construcción de la realidad. Sus diversos mecanismos de
mantenimiento, como el sesgo confirmatorio (Snyder,
1981; Stangor y Ford, 1992), los perpetúan y dificultan
su modificación.
En segundo lugar los esquemas estereotípicos condi-
cionan las actitudes y acciones reforzando las creencias
de partida. El "efecto Rosenthal" (Rosenthal y Jacobson,
1968) muestra cómo los individuos no se limitan a pres-
tar atención sesgada a la información para reforzar sus
creencias, sino que además son capaces de generar las
condiciones necesarias para obtener la confirmación de
las mismas (Darley y Fazio, 1980; Snyder, 1981).
En tercer lugar los comportamientos cierran el ciclo
de autocumplimiento. Los procesos de atribución cau-
sales propician el reforzamiento de los estereotipos ya
que aquellas conductas que no cumplen lo esperado se
interpretan como excepciones. De igual forma el error
fundamental de atribución facilita que las construccio-
nes de lo masculino y lo femenino se interpreten como
propias del grupo de hombres y mujeres, respectiva-
mente, frente a explicaciones más relacionados con fac-
tores externos (Barberá, 1998).
A partir de aquí se postula la norma de la sociedad
que no sólo describe lo usual sino que también prescri-
be lo que hay que hacer (Geis, 1993).
Los creadores de esta propuesta plantean que para
modificar este proceso cíclico es necesario un cambio de
roles y una fuerte acción re-educativa (Haslett, Geis y
Carter, 1992).
La profecía autocumplida, aunque no aborda el pro-
ceso de autocategorización e identificación, explica el
círculo de retroalimentación entre estereotipos y con-
ducta en la interacción personal; y describe los mecanis-
mos presentes en las interacciones entre individuos con
unos roles estructurales determinados. Dicha interac-
ción, como se verá en la perspectiva integradora de
Deaux y Martín (2003), es un elemento en la construc-
ción de la identidad de género.
2.2 Modelos sociales
Se van a etiquetar como tales a las Teorías del Apren-
dizaje Social y las Teorías de la Identidad Social de
Género.
a) Las Teorías del Aprendizaje Social (Bandura,
1977; Lott, 1994; Lott y Maluso, 1993; Mischel,
1973). De acuerdo con estas propuestas los procesos a
través de los cuales se adquiere el género son los mismos
que por los que se adquiere cualquier otra conducta: los
de aprendizaje. Estas teorías han analizado el aprendiza-
je de conductas a partir de los modelos de referencia y
del refuerzo recibido. Tres han sido los agentes socializa-
dores principalmente estudiados: los cuentos, la televi-
sión y las figuras progenitoras.
Los relatos ilustrados dirigidos a los más pequeños
muestran datos nada tranquilizadores. Los análisis de
contenido de los cuentos clásicos indican que los chicos
son mostrados como "activos, dinámicos y con mayor
valor que las chicas". Ellas son "pasivas, limpias, orde-
nadas, tranquilas, emotivas, soñadoras, amables y dóci-
les" (Turin, 1995, p. 7).
Los hombres son "responsables, creativos, heroicos,
leales y capaces de la amistad y el desinterés". Las muje-
res (salvo la madre que cuida y atiende o la princesa que
se deja salvar y se casa con el príncipe) son "malévolas,
frívolas, explotadoras, derrochadoras y sobre todo estú-
pidas" (Turin, 1995, p. 8).
Sin duda, la frase de una niña de siete años recogida
por D´Hont y Vandewiele (1986) muestra el impacto
que estos modelos pueden tener sobre los estereotipos,
roles e identidades de los más pequeños: "Yo no puedo
ser médico, solamente enfermera. Lo pone en mi libro".
Respecto a la televisión, la posibilidad de medir su
influencia sobre una comunidad no televisiva vino de la
mano de Williams, en 1986. Para ello evaluaron los roles
de género antes de la implantación de este medio y lo
compararon con una medida obtenida tras los dos pri-
meros años de emisión. En ambos sexos se pudo obser-
var la acentuación de los roles tipificados de género.
Otros tipos de diseños para evaluar el impacto de la
televisión son los que correlacionan los informes de los
progenitores sobre el tiempo de visionado televisivo de
sus hijos y medidas de prejuicios de género. Pero esta
técnica ha arrojado datos contradictorios (véase por
ejemplo Zuckerman, Singer y Singer, 1980; Morgan,
1982).
En cuanto a las figuras progenitoras se ha hallado
correlación entre la feminidad y la masculinidad de los
padres con el estereotipo de los hijos (Repetti, 1984).
Pero no todo los datos son esclarecedores (véase Mac-
coby y Jacklin, 1974, 1987).
Una posible explicación a estos resultados poco con-
cluyentes puede ser que, tal y como plantea Doyle
(1985), los modelos que los más pequeños utilizan
como referencia no son sólo los de su grupo sexual. Pare-
ce que aquellos con los que tienen una fuerte vincula-
REVISIÓN
IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS / PATRICIA GARCÍA-LEIVA

ción afectiva y aquellos que son símbolo de poder y
dominio también son figuras a imitar. En general, los
datos tienden a reflejar que tanto chicos como chicas
imiten más a los modelos masculinos (Slaby y Frey,
1975), una imitación que tal y como se explicará en la
SIT (Tajfel, 1981 y Tajfel y Turner, 1986) puede ser
debida a la búsqueda de una identidad social positiva, ya
que éstos son los más valorados.
Las teorías del aprendizaje social tratan de explicar
cómo, a través de un proceso educativo diferencial, se
adquieren patrones conductuales de género. Pero no
abordan los mecanismos intrapsíquicos responsables de
la adquisición de las conductas ni como éstas influyen
en el desarrollo del self.
b) Teorías de la Identidad Social de Género.
Siguiendo la clasificación realizada por E. Barberá
(1998) en este epígrafe se incluyen: la Teoría del Rol
(Eagly, 1987), la Teoría de la Identidad Social y de la
Autocategorización (Tajfel, 1981 y Tajfel y Turner,
1986) y la propuesta integradora de Deaux y Martin
(2003). Todas ellas parten de la identificación grupal
como eje de la identidad personal y por tanto de géne-
ro.
b.1) Teoría del Rol Social de Género (Eagly, 1987).
Una comunidad necesita estar organizada para garanti-
zar los recursos económicos y los medios de subsistencia.
Con esta finalidad se dividen las tareas y actividades res-
ponsables de la producción, división que necesita de
normas que la garantice. Para ello se elabora un comple-
jo sistema de reglas que asigna responsabilidades y roles
a los miembros de la comunidad. Una vez realizada esta
segmentación laboral se va a convertir en uno de los
pilares básicos de la estructura social, a la vez que estable
y regula las diversas relaciones intergrupales. Estas Rela-
ciones también generan desigualdades sociales pues
prescriben las diferencias, tanto en el ámbito público
como en el privado.
Cada uno de los miembros de la comunidad va a
adoptar un rol en esta estructura. De acuerdo con Mead
(1934), mediante el rol los más jóvenes aprenden a asu-
mir sus funciones y a entrar en la dinámica social en
consonancia con los otros miembros. Las normas que
rigen este proceso de interacción generan expectativas,
pero ninguna sociedad posee un consenso total sobre las
mismas. Por consiguiente, parece que los roles sociales
son creados gracias a la interacción dinámica entre los
ejecutores y el resto de la comunidad.
Los papeles sociales (Geis, 1993), junto con sus
expectativas, forman parte de los valores culturales e
influyen en el comportamiento de las personas. Por ello,
a mayor solidez de la estructura social y mayor acepta-
ción de dichas expectativas, más consistencia adquiere la
ideología que mantiene el sistema. Se perpetúan así los
roles y en consecuencia las desigualdades que éstos con-
lleven. La separación por roles, que adquiere carácter de
norma, presenta un claro efecto sobre la identidad de
género, ya que los roles definen la mayoría de las activi-
dades de las personas, así como los mecanismos para
participar en la sociedad (Escartí, Musitu y Gracia,
1988).
Los roles asignados en función del trabajo son el pri-
mer eslabón en la cadena de causalidad: de ellos se deri-
va la estereotipia y ambos determinan el autoconcepto
de género. Cada puesto laboral lleva asociada una serie
de demandas necesarias para su desempeño. Si un traba-
jo es habitualmente desarrollado por hombres se consi-
dera que el ser hombre implica esa serie de característi-
cas: creencias que se plasman en diferencias reales a tra-
vés de dinámicas de asignación y expectativas. Mediante
la asignación se regulan las habilidades y motivaciones
de hombres y mujeres orientándolas en la dirección de
los estereotipos. Por otro lado, las expectativas generan
el esquema de autocumplimiento reforzándolos.
Si se estudian las imágenes de género se puede obser-
var cómo la tradicional concepción de mujer (más ama-
ble, cariñosa y comprensiva que el hombre) no se man-
tiene si se describe a una mujer trabajadora en lugar de
a una ama de casa (Eagly y Steffen, 1984). Igualmente la
ocupación de un puesto de alta responsabilidad en el
mundo laboral les hace ser descritas tan independientes
como sus compañeros varones, mientras que cuando
poseen un trabajo de subordinadas se las considera más
sumisas (Eagly y Wood, 1982). Mediante el mismo pro-
ceso a los hombres que desempeñan las tareas del hogar
se les suponen tan sensibles como a las mujeres en las
relaciones interpersonales (Eagly y Steffen, 1984), cre-
encia que no se sostiene si es otra la ocupación.
En similar dirección señalan las investigaciones diri-
gidas a examinar las características que demanda un rol.
Mientras a las ocupaciones de bajo estatus se les asignan
los rasgos comunales: participantes, tendentes al contac-
to, a la apertura, a la unión y la cooperación (Bakan,
1966), a las posiciones más elevadas se les asocian los
agentes (Bakan, 1966): iniciativa, control, tendencia a la
actividad externa, autoprotección y autoexpansión
(Conway, Pizzamiglio y Mount, 1996).
Esta teoría recoge muy bien la relación entre rol e
identidad, pero su énfasis en el contenido específico de
los roles laborales y los rasgos diferenciales de personali-
dad, agentes y comunales, ha suscitado propuestas alter-
nativas (veáse Henley, 1977; Berger y Zelditch, 1985;
Ridgeway, 1991; Deaux y Major, 1987). Además no
REVISIÓN

PATRICIA GARCÍA-LEIVA / IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS
explica las diferencias interindividuales de identidad
entre personas que comparten roles y condiciona los
cambios de identidad a los cambios de rol.
b.2) La Teoría de la Identidad Social y Teoría de la
Autocategorización (Tajfel, 1981 y Tajfel y Turner,
1986).
Henri Tajfel explica cómo se construye la identidad
social de las personas desde los mecanismos cognitivos y
motivacionales presentes en las interacciones grupales.
De acuerdo con este autor la identidad se define como
"aquellos aspectos de la propia imagen del individuo
que se derivan de las categorías sociales a las que percibe
pertenecer" (Tajfel y Turner, 1986, p. 16), de tal forma
que al definirnos como mujer u hombre estamos ape-
lando a nuestra identidad social de género. La construc-
ción de la misma supone un proceso de auto-estereoti-
paje por el que las actitudes, normas y conductas comu-
nes al grupo de pertenencia pasan a formar parte de la
identidad personal.
El primer proceso del que parte es la categorización.
Las categorías sociales, además de facilitar el procesa-
miento de la información, llevan asociadas una valora-
ción positiva o negativa. Es dicha valoración la respon-
sable del nacimiento de la identidad social del sujeto.
Tajfel, mediante el paradigma de grupo mínimo, halla
que la mera y simple conciencia de pertenecer a un
grupo conduce al favoritismo intragrupal y la discrimi-
nación intergrupal (Brown, 1985; Richardson y Cialdi-
ni, 1981; Tajfel, 1978, 1981, 1982; Turner, 1978,
1987;). La base de esta discriminación automática es la
búsqueda de una identidad social positiva. El endogru-
po sólo tiene valor si se percibe como superior al exo-
grupo, mediante la discriminación se facilita la diferen-
ciación categórica y así se consigue la anhelada identidad
social positiva.
Este doble efecto, favoritismo - discriminación, se
vale del proceso de comparación social para la consecu-
ción y el mantenimiento de la identidad positiva (Tur-
ner y Oakes, 1986). Dicho proceso no requiere de un
conflicto (Tajfel, 1982), sino que parece poseer un
carácter espontáneo (véase Haeger, 1993).
Es la valencia de las categorías y la motivación por
una identidad socialmente valorada lo que va a condi-
cionar cuán identificados nos sentimos con nuestro
grupo. Si en el proceso de comparación social nuestro
grupo posee un bajo estatus pondremos en práctica
estrategias para salvaguardar la identidad grupal y la
autoestima. Estas estrategias van a depender de tres fac-
tores. El primero es la permeabilidad versus impermea-
bilidad entre los límites de los grupos. El sexo es una
característica no permeable, lo que hace rígido e inflexi-
ble el paso entre las fronteras grupales. El segundo fac-
tor es la estabilidad versus inestabilidad en las diferencias
de estatus, que alude a la posibilidad de cambio. Por
último, tenemos la legitimidad versus ilegitimidad, basa-
do en la percepción de injusticia y arbitrariedad de la
situación social (Tajfel y Turner, 1986). De acuerdo con
este planteamiento las mujeres, grupo impermeable,
inestable e ilegítimo, deben optar por la creatividad
social, la redefinición de las características y/o la compe-
tición social. Han sido estrategias adoptadas por el
movimiento feminista desde sus orígenes.
La teoría de H. Tajfel trata de explicar los cambios
sociales derivados de los conflictos entre el individuo y
la estructura social. Para ello recurre a los procesos psi-
cológicos universales.
La Teoría de la Identidad Social (SIT) también ha
sido la cuna de otras propuestas como ocurre con la Teo-
ría de la Autocategorización (SCT)(Turner, 1985; Tur-
ner y otros, 1987). En ella se considera al autoconcepto
un componente del sistema psicológico etiquetado
como Yo. El Yo no lo forma un único autoconcepto,
sino que hay distintos para las diversas situaciones, de tal
forma que se activan unos u otros en función del con-
texto y momento concreto. Por tanto ante estímulos
similares el sujeto se autocategoriza, es decir categoriza
su Yo, como miembro o no del grupo. Dichas categorí-
as poseen una estructura jerárquica con al menos tres
niveles relevantes para el autoconcepto social, niveles
que se relacionan entre sí. El más externo, que abarca a
los siguientes, es el nivel supraordenado donde están las
categorizaciones ligadas a la identidad humana frente a
otras especies, en el segundo nivel se encuentran las cate-
gorías vinculadas a la diferenciación endogrupo - exo-
grupo y en el eslabón más subordinado residen las cate-
gorizaciones personales del Yo, las que recogen las dife-
rencias interindividuales con los demás miembros del
grupo. La categorización está condicionada por el pro-
ceso de comparación, al mismo tiempo que éste depen-
de de aquélla. Luego, el contexto de referencia va a
determinar la formación de las categorías. De acuerdo
con Turner (1987) la autopercepción es parte de un con-
tinuo que varía desde la identidad personal hasta la iden-
tidad grupal.
Ambas teorías han recibido diversas críticas (para una
mayor revisión véase Brown, 1995, 2000 y Turner,
1999), de las cuales se va a tratar una: su psicologicismo.
La SIT, a pesar de considerar el contexto, pues tiene en
cuenta la presencia de otros grupos, no explica bien ni
presta suficiente atención al entorno social (Hogg y
cols., 1995). No distingue entre las categorías sociales y
el contexto inmediato de interacción social, mezclando
todas las posibles interacciones sociales (Thoits y Virs-
REVISIÓN
IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS / PATRICIA GARCÍA-LEIVA

hup, 1997). También se le ha criticado que, al ser una
teoría que trata de explicar los conflictos grupales, sim-
plifica la feminidad y trivializa la relación entre hombres
y mujeres (Skevington y Baker, 1989).
Por su parte la SCT considera el contexto inmediato,
pero las características de éste dependen de la percepción
del sujeto (Deaux y Martín, 2003) desplazando nueva-
mente el papel agente a los factores psicológicos frente a
los sociales.
La Teoría de la Identidad Social es, sin lugar a dudas,
una de las más elaboradas y completas de todas las
expuestas. Su análisis grupal a partir de aspectos cogni-
tivos y motivacionales le ha proporcionado unos princi-
pios amplios y flexibles. En palabras de Brown (2000), a
pesar de las limitaciones que se le han observado, esta
teoría representa un desafío para las nuevas investigacio-
nes, puesto que posee los pilares adecuados sobre los que
poder construir una explicación adecuada de tan com-
plejo proceso.
b.3) Propuesta integradora de Deaux y Martin
(2003). Ambas autoras hacen una revisión de dos de las
disciplinas centradas en el estudio de la identidad: la
sociología y la psicología. De cada una de ellas eligen la
teoría más relevante en la explicación de la construcción
de la identidad: la Teoría de la Identidad de Stryker
(1980), en sociología, y la Teoría de la Identidad Social
(Tajfel, 1981 y Tajfel y Turner, 1986), en Psicología. A
partir de ambas plantean una solución integradora que
finalice con el eterno debate sociedad versus individuo.
Puesto que la SIT se ha abordado en el apartado anterior
se va a esbozar brevemente la IT (Teoría de la Identidad)
para así comprender mejor esta propuesta.
La Teoría de la Identidad (Stryker, 1980). Para la IT
el proceso de identificación tiene lugar en la interacción
entre los roles complementarios de una estructura espe-
cífica (Stryker, 1980; Stryker y Serpe, 1982). De acuer-
do con esta teoría la identidad es aquel conjunto de sig-
nificados compartidos por un sistema. Dichos significa-
dos se interiorizan a través de los roles (Deaux y Martín,
2003). El origen de la identidad está en la estructura
social y su función es mantener el orden establecido
(Thoits y Virshup, 1997). Puesto que la estructura
potencia las interacciones dentro de los límites definidos
por ella e inhibe las demás, propicia el status quo de los
roles (Stryker, 1997).
Sus autores distinguen tres niveles dentro de la
estructura social. El nivel más general (large-scale) hace
alusión a las variables sociodemográficas: edad, sexo,
etnia y estatus económico. El nivel intermedio serían
aquellas estructuras sociales organizadas como el cole-
gio, el barrio, o el trabajo, en las que se adopta un rol
concreto, rol que va a depender de la large scale. Es decir,
si se toma la categoría sexo, mujeres y hombres van a
adoptar roles distintos dentro del mismo ámbito laboral.
Por último, el nivel próximo sería aquel contexto inme-
diato donde se producen las interacciones personales
más cercanas. Son los roles adoptados en este nivel los
que se interiorizan configurando la identidad. Dichos
roles están determinados por las categorías sociodemo-
gráficas a las que se pertenece (Stryker, Serpe y Hunt,
2000). Según la IT el determinismo de variables físicas
y sociales actúa por igual en todos los miembros del
grupo.
Esta es una de las limitaciones que presenta la teoría
sociológica. Tal y como muestran los estudios de la SIT,
hay diferencias en la identificación de las personas con
su grupo, pues quienes pertenecen a grupos de alto esta-
tus se identifican más con el mismo que los de bajo esta-
tus. Tampoco explica los procesos intraindividuales pre-
sentes en la identificación (Deaux y Martín, 2003) y cae
casi en el inmovilismo de la identidad, ya que sus posi-
bles cambios están sujetos a las modificaciones del rol
(Hogg y cols. 1995).
Una propuesta integradora (Deaux y Martín, 2003).
Esta propuesta quiere unir el análisis estructural de la IT,
concretamente va a considerar el nivel más amplio de la
estructura social (large scale) y el contexto inmediato de
interacción, pero teniendo en cuenta los procesos cogni-
tivos explicados por la SIT y la SCT en cada uno de
estos niveles.
El primer elemento a explicar es la large scale o cate-
gorías. Al igual que lo define Stryke son aquellas catego-
rías sociodemográficas que estructuran los grandes seg-
mentos sociales. La identificación personal con estas
categorías proporciona una red de interacción entre
individuos que poseen los mismos significados. Además
también facilita un contexto de comparación social
donde, como indica la SIT, variables como el estatus
pueden condicionar y motivar cambios en la identidad
grupal.
El segundo elemento, la interacción interpersonal,
alude a las interacciones que se producen cada día con
las personas con las que compartimos una identidad
categorial. En ellas se adoptan roles interdependientes
que reproducen y refuerzan la identidad socialmente
definida. Nuevamente en estas redes están presentes los
mecanismos cognitivos explicados por la SIT. La identi-
ficación está condicionada por la búsqueda de una iden-
tidad social positiva, por ello si el grupo es de bajo esta-
tus la persona pondrá en marcha diversos mecanismos
para salvaguardar su autoestima e identidad grupal. Las
mujeres, tal y como se expuso en la SIT, al ser el grupo
REVISIÓN

PATRICIA GARCÍA-LEIVA / IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS
de menor estatus tratan de redefinir sus características y
competir socialmente.
Luego la identidad social es dinámica y se encuentra
en un continuo proceso de negociación. Las interaccio-
nes grupales pueden reforzar o propiciar la identidad de
un individuo dentro de su propio grupo. Frente a la esta-
bilidad del nivel large scale, en la interacción interperso-
nal hay una continua reinterpretación de los significados
de una identidad en un contexto concreto.
De acuerdo con este modelo el self es agente y pro-
ducto a la vez. Los hombres y mujeres de acuerdo con la
estructura social establecida son asignados a distintos
grupos en base a su diferente apariencia sexual. Cada
grupo lleva asociado una serie de pautas de sociales,
comportamentales y psicológicas que aprenden. Por lo
que se diría que el sí mismo es una adscripción colecti-
va. Pero las personas en sus interacciones guían su pro-
ceso de identificación por lo que es también una cons-
trucción subjetiva.
Este modelo es sin duda una interesante propuesta
que supera las tendencias reduccionistas de la mayoría
de las teorías pero como recogen sus autoras aún necesi-
ta apoyo empírico (Deaux y Martín, 2003).
CONCLUSIÓN
De acuerdo con el objetivo del presente artículo se
han revisado las limitaciones y aportaciones de diversas
teorías sobre la construcción del self de género. Inicial-
mente se han abordado los modelos cognitivos cuya
principal aportación ha sido destacar el papel de la cate-
gorización. Sin duda, si no diferenciamos entre distintos
grupos sociales, no tendremos la necesidad de identifi-
carnos con unos u otros.
La profecía autocumplida explica otro de los elemen-
tos del puzzle: los estereotipos. Describe cómo actúan en
las interacciones personales y en la construcción de la
realidad: cómo se refuerzan las creencias dominantes de
un grupo social y cómo provocan situaciones que las
mantienen.
Desde el aprendizaje social se analizan los modelos de
referencia, así como la adquisición y manifestación de
conductas tipificadas.
La teoría del rol informa de cómo los roles, dentro de
una determinada estructura social productiva, condicio-
nan las relaciones intergrupales, así como el vínculo
entre éstos y los estereotipos.
Todos estos elementos: la categorización, los estereo-
tipos, los roles, los modelos y el aprendizaje de conduc-
tas son partícipes en la construcción del self, pero por si
solos no pueden explicarla. De ahí que estos modelos
explicativos sean parciales o reduccionistas.
Van a ser dos teorías psicosociales, la SIT y la pro-
puesta de Deaux y Martin (2003), las que traten de dar
una respuesta multicausal al fenómeno del self de géne-
ro. Para ello van a organizar y agrupar estas aportaciones
además de nuevos elementos.
La gran contribución de Tajfel y Turner es incluir el
elemento motivacional dentro de una perspectiva inter-
grupal. Además le otorgan un papel central a la catego-
rización y a los estereotipos. Pero la SIT no trata en pro-
fundidad el contexto ni los roles estructurales que pro-
porciona una comunidad.
Esta limitación es la que trata de solventar la pro-
puesta de Deaux y Martin. Su fusión de los procesos psi-
cológicos descritos por la SIT con los elementos estruc-
turales y contextuales analizados por la ST dan una
visión integral a cómo se organizan e interrelacionan los
procesos responsables de la construcción, modificación
y mantenimiento del self de género.
Estas autoras consiguen analizar los mecanismos pre-
sentes en el self como fenómeno psicosocial, poniendo el
acento en ambas disciplinas. Tal y como ellas afirman,
quedan cuestiones por perfilar en el modelo: la motiva-
ción y las funciones de la identidad social en los diversos
niveles contextuales o la concepción de las redes sociales
frente a las dinámicas intra-intergrupales (Deux y Mar-
tin, 2003). Por ello, las investigaciones futuras deben ir
orientadas a clarificar y matizar estos elementos teóricos
y a aportar un cuerpo empírico a este modelo integra-
dor.
REFERENCIAS
Bakan, D. (1966). The duality of human existence.
Chicago: Rand McNally.
Bandura, A. (1977). Social learning theory. Englewood
Cliffs, New Jersey: Prentice-Hall
Barberá E. (1998). Psicología del género. Barcelona: Ariel
Psicología.
Bem, S. (1974). The measurement of psychological
androgyny. Journal of Consulting and Clinical Psycho-
logy, 42, 155- 162.
-,(1981). The BSRI and gender schema theory: a reply
to Spence and Helmreich. Psychological Review, 88,
369 - 371.
Berger, J. y Zelditch, M. Jr. (1985). Status, rewards and
influence: How expectations organize behavior. San
Francisco: Jossey -Bass.
Biernat, M., Manis, M. y Nelson, T. (1991). Stereotypes
and standards of judgment. Journal of Personality and
REVISIÓN
IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS / PATRICIA GARCÍA-LEIVA

Social Psychology, 60, 485-499.
Bonilla, A. (1998). Los roles de género. En J. Fernández
(coord.), Género y sociedad. Madrid: Pirámide.
Brown, R. (1995). Prejuicio, su psicología social. Madrid:
Alianza Editorial.
-,(2000). Social Identity: past achievements, current
problems and future challenges. European Journal of
Social Psychology, 30, 745-778.
Carver, P.R., Yunger, J.L. y Perry, D. G. (2003). Gender
identity and adjustment in middle childhood. Sex
Roles, Vol 49, Nº 3/4
Conway, M., Pizzamiglio, M. T. y Mount, L. (1996).
Status, communality and agency: implications for
stereotypes of gender and other groups. Journal of
Personality and Social Psychology, 71, 25 - 38.
D´Hont, W. y Vandewiele, M. (1986). Les écoliers nigé-
riens de 7 a 12 ans et le test de l´arbre. Cahiers de
Sociologie Economique et Culturelle, Dec, Nº 6,
41 - 80.
Darley, J. M. y Fazio, R. H. (1980). Expectancy confir-
mation processes arising in the social interaction
sequence. American Psychologist, 35, 867 - 881.
Deaux, K. y Major, B. (1987). Putting gender into con-
text: an interactive model of gender - related beha-
vior. Psychological Review, 94, 369 - 389.
-, y Martin, D. (2003). Interpersonal networks and
social categories: Specifying levels of context in iden-
tity processes. Social Psychology Quarterly, Vol, 66,
Nº2, 101-117.
Doyle, A. (1985). Sex and gender: the human experience.
Dubuque Iowa: Wm., C. Brown.
Eagly, A. H. (1987). Sex differences in social behavior: a
social interpretation. Hillsdale, NJ: LEA.
-,y Steffen, V. J. (1984). Gender stereotypes stem from
the distribution of women and men into social roles.
Journal of Personality And Social Psychology, 46,
735-754.
-,y Wood, W. (1982). Inferred sex differences in status
as a determinant of gender stereotypes about social
influence. Journal Of Personality And Social Psycho-
logy, 43, 915-928.
Escartí, A. Musitu, G. y Gracia, M. D. (1988). Estereo-
tipos de género y roles sexuales. En J. Fernández
(coord.), Nuevas perspectivas en el desarrollo del sexo y
el género. Madrid: Pirámide.
Geis, F. L. (1993). Self - fulfilling prophecies: a social
psychological view of gender. En A. E. Beall y R. J.
Sternberg (Eds.), The psychological of gender. Nueva
York: Guilford Press.
Golombok, S. y Fivush, R. (1994). Gender development.
Cambridge: Cambridge University Press.
Haeger, G. (1993). Social and temporal comparisons in
an european context. Sin publicar. Msc. Thesis: Uni-
versity of Kent.
Hare-Mustin, R.T. y Marecek, J. (1994). Los sexos y el
significado de la diferencia: postmodernidad y psico-
logía. En R. T. Hare-Mustin y J. Marecek (Eds.) Mar-
car la diferencia. Psicología y construcción de los sexos.
Barcelona: Herder.
Haslett, B., Geis, F.L. y Carter, M. (1992). The organi-
zational woman: Power and paradox. Nueva York:
Ablex.
Henley, N. M. (1977). Body politics: power, sex and non-
verbal communication. Englewood Cliffs, Nj: Prenti-
ce - Hall.
Hogg, M.A., Terry, D.J. y White, K.M. (1995). A tale
of two theories: Critical comparison of Identity The-
ory and Social Identity Theory. Social Psychology
Quarterly, Vol 58, 255-269.
Huston, A.C. (1983). Sex Typing. En P. H. Mussen
(Eds.) Handbook of child psychology. Socialization, per-
sonality and social development, vol IV. Nueva York:
Wiley.
Koestner, R y Aube, J. (1995). A multifactorial appro-
ach to the study of gender characteristics. Journal of
Personality, 63, 3, 681-701.
Kohlberg, L. (1966). A cognitive developmental analy-
sis of children´s sex role concepts and attitudes. En E.
E. Maccoby (Eds.), The development of sex differences.
Stanford: Stanford University Press.
López, F. (1988a). Adquisición y desarrollo de la identi-
dad sexual y de género En J. Fernández (coor). Nue-
vas perspectivas en el desarrollo del sexo y del género.
Madrid: Pirámide.
-,(1988b). Identidad sexual y de género en la vida adul-
ta y vejez. En J. Fernández (coor). Nuevas perspectivas
en el desarrollo del sexo y del género. Madrid: Pirámide.
Lott, B. (1994). Naturalezas duales o conducta aprendi-
da: el desafío de la psicología feminista. En R. T.
Hare-Mustim y J. Marecek (Eds.) Marcar la diferen-
cia. Psicología y construcción de los sexos. Barcelona:
Herder.
-,y Maluso, D. (1993). The social learning of gender. En
A. E. Beall y R. J. Sternberg (Eds.) The psychology of
gender. Nueva York: Guilford Press.
Maccoby, E. E. y Jacklin, C. N. (1974). The psychology
of sex differences. Stanford: Stanford University Press.
-,(1987). Gender segregation in chilhood. Advances in
child development and behaviour, 20, 239 - 287.
Markus, H., Crane, M., Berstein, S. y Siladi, M. (1982).
Self-schemas and gender. Journal of Personality and
Social Psychology, 42, 38-50.
Martin, H. y Halverson, C. F. (1983). Gender cons-
tancy: A methodological and theoretical analysis. Sex
REVISIÓN

PATRICIA GARCÍA-LEIVA / IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS
Roles, 9, 775-790.
Mead, G. H. (1934). Mind, self and society. Chicago:
University of Chicago Press.
Merton, R.K. (1948). The self-fulfilling prophecy.
Antioch Review, 8, 193-210.
Mischel, W. (1973). Toward a cognitive social learning
reconceptualization of personality. Psychological
Bulletin, 80 (4), 252-253.
Morgan, M. (1982). Television and adolescents´ sex -
role stereotypes: a longitudinal study. Journal of Per-
sonality and Social Psychology, 64, 198 - 210.
Piaget, J. (1966). The moral judgement of the child.
Nueva York: Free Press.
Repetti, R. L. (1984). Determinants of children´s sex -
stereotyping: parental sex - role traits and television
viewing. Personality and Social Psychology Bulletin, 10,
457 - 468.
Richardson, K. D. y Cialdini, R. B. (1981). Two indi-
rect of image management: basking and blasting,
Journal of Personality and Social Psychology Vol 39 (3),
406 - 415.
Ridgeway, C. L. (1991). Gender, interaction and inequa-
lity. Nueva York: Springer.
Rosenthal, R. y Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the
Classroom: teacher expectations and student intellectual
development. Nueva York: Holt, Rinehart y Winston.
Silka, L.J. y Maslach, C. (1987). Gender roles and the
categorization of gender relevant behavior. Sex Roles,
22, 133-150.
Skevington, S. y Baker, D. (1989). Introduction. En S.
Skevington y D. Baker (Eds.) The social identity of
women. London: Sage.
Slaby, R. G. y Frey, K. S. (1975). Development of gen-
der constancy and selective attention to same sex
models. Child Development, 46, 849 - 856.
Snyder, M. (1981). On the self - perpetuating nature of
social stereotypes. En D. L. Hamilton (Eds.), Cogni-
tive Processes in Stereotyping and Intergroup Behaviour.
Nueva York: Lawrence Erlbaum.
Spence, J.T. (1993). Gender-related traits and gender
ideology: evidence for a multifactorial theory. Journal
of Personality and Social Psychology, 64 (4), 624-635.
-, Helmreich, R.L. y Stapp, J. (1974). The personal
attributes questionnaire: a measure of sex role stere-
otypes and masculinity-feminity. ISAS Catalog of
Selected Documents in Psychology, 4, 43.
Stryker, S. (1980). Symbolic Interactionism: a social struc-
tural version. Menlo Park, CA: Cummings.
-,(1997). In the beginning there is society: Lessons from
a Sociological Social Psychology. En C. McGarty y A.
Haslam (Eds.) The message of Social Psychology. Lon-
don: Blackwell
REVISIÓN
IDENTIDAD DE GÉNERO: MODELOS EXPLICATIVOS / PATRICIA GARCÍA-LEIVA

-, y Serpe, R. T. (1982). Commitment, identity salience
and role behavior: Theory and research example. En
W. Ickes y E. S. Knowles (Eds.) Personality, roles and
social behaviour. New York: Springer.
-, Serpe, R. T. y Hunt, M.O. (2000).Social structure
and commitment: A study of blacks, latinos and whi-
tes. Unpublished manuscript.
Tajfel, H. (1978). Differentiation between Social Groups:
Studies in the social psychology of intergroup relations.
Londres: Academic Press.
-,(1981). Social identity and intergroup relations. Lon-
don: Cambrige Univ.Press.
-,(1982). Social psychology of intergroup relations.
Annual Review of Psychology, 33, 1-30.
-,y Turner, J. C. (1986). The social identity theory of
intergroup behaviour, pp.7-24; en Worchel, S. y W.
G. Austin (Eds.), Psychology of Intergroup Relations.
Chicago: Nelson.
Thoits, P. A y Virshup, L.K.(1997). Me`s and we´s:
Forms and functions of Social Identities. En R. D.
Ashmore y L. Jussim (Eds.) Self and Identity: funda-
mental issues. New York: Oxford University Press.
Turin, A. (1995). Los cuentos siguen contando: algunos
reflexiones sobre los estereotipos. Madrid: Horas y
Horas.
Turner, J. C (1978). Social comparison, similarity and
ingroup favouritism. En H. Tajfel (ed.), Differentia-
tion between Social Groups: Studies in the social psycho-
logy of intergroup relations. Londres: Academic Press.
-, (1985). Some Categorization and the Self-Concept: A
social Cognitive Theory of Group Behavior. E. J.
Lawler (ed.), Advances in Group Processes, Vol. 2,
(pp. 77-122). Greenwich, CONN: Jai Press.
-,(1987). Rediscovering the social group: a self - categori-
zation theory. Oxford: Basil Blackwell.
-,(1999). Some current issues in research on social iden-
tity and self categorization theories. En Social Iden-
tity, Ellemers, N., Spears, R., Doosje, B. (Eds.),
Blackwell: Oxford, 6-34.
-, Hogg, M. A., Oakes, P.J., Reicher, S.D., Wetherell,
M. S. (1987). Rediscovering the social group: a self-cate-
gorization theory. Blackwell: Oxford.
-, y Oakes, P. J. (1986). The significance of the social
identity concept for social psychology with reference
to individualism, interactionism and social influence.
British Journal of Social Psychology, Vol 25 (3),
237 - 252.
Zuckerman, D.M., Singer, D. G. y Singer, J. L. (1980).
Children´s television viewing, racial and sex - role
attitudes. Journal of Applied Social Psychology, 10,
281 - 294.
... La identidad de género se relaciona con los roles de género que apropian los sujetos (Alcántara, 2013;García, 2005). Por tanto, el desarrollo de la identidad de género es una vivencia interna a partir del auto reconocimiento del género de cada individuo (García, 2005), es un constructo individual desde la manera como cada uno de los sujetos se siente miembro de la sociedad. ...
... La identidad de género se relaciona con los roles de género que apropian los sujetos (Alcántara, 2013;García, 2005). Por tanto, el desarrollo de la identidad de género es una vivencia interna a partir del auto reconocimiento del género de cada individuo (García, 2005), es un constructo individual desde la manera como cada uno de los sujetos se siente miembro de la sociedad. Desde las dimensiones de su identidad de género, los individuos participan del colectivo social y aportan a las diversas formas de convivencia. ...
Book
Full-text available
Este trabajo analiza los movimientos sociales y los ciclos de protesta, resaltando las condiciones que generan su surgimiento a partir de situaciones que fomentan la acción colectiva. Se investiga cómo operan en ciclos de protesta mediante diversas formas de acción colectiva, tanto social como legalmente, desempeñando un papel fundamental como agentes de cambio en la estructura social. Se explora la interacción entre la diversidad sexual, la democracia y los derechos, centrándose en la movilización social y legal. Se anali-zan los repertorios de acción colectiva y la regulación de los derechos de la diversidad sexual en América Latina, con énfasis en países como Argentina, México y Colombia, donde se aborda la aceptación del matrimonio igualitario, la diversidad familiar y la adopción homo-parental como pilares para el reconocimiento de los derechos. No obstante, el avance de los derechos ha desencadenado estrategias de influencia de contramovimientos religiosos evangélicos en la políti-ca latinoamericana, especialmente en la promoción de una agenda ultraconservadora contraria a las transformaciones sociales impulsa-das por las disidencias sexuales.
... Se ha estudiado y demostrado que el sexo se refiere a la dimensión biológica del ser humano, mientras que el género es una creación simbólica, cultural, dinámica y multicausal (García-Leiva, 2005;Guerrero y Muñoz, 2018;Ravetllat, 2018). El género constituye una categoría que se interioriza incluso antes del nacimiento, incorporándose de forma inconsciente, emocional y sensitiva, y configurándose durante los primeros años de vida por medio de diferentes agentes socializadores (Payá, 2000). ...
... En diferentes espacios sociales a las personas se les exige que el género sea "coherente" a su sexo biológico, como una "norma", pues el género al ser una asignación cultural está asociado por el aprendizaje de roles y conductas que adquieren un carácter de norma social (García-Leiva, 2005). ...
Thesis
Full-text available
Diversas investigaciones a nivel social denotan la discriminación y la misoginia que opera en la práctica físico -deportiva; como una expresión del movimiento humano que se desarrolla a nivel social, pero que se encuentra dicotomizada en razón al género binario, estableciendo un régimen de diferencia sexual. A partir de esta problemática, se formula como objetivo analizar el grado de sexismo en la práctica físico-deportiva en el estudiantado universitario de la carrera de pedagogía en educación física de universidades públicas y privadas chilenas, del área central del país. Y, asimismo, comprender en qué aspectos este mismo estudiantado visualiza o reconoce el sexismo a nivel educacional en las clases de educación física y cómo puede contribuir a erradicarlo desde su visión de futura educadora/educador. La investigación se aborda a partir de una metodología mixta (diseño mixto concurrente). Para la fase cuantitativa se elabora un cuestionario tipo escala de Likert de medición del grado de sexismo en la práctica físico-deportiva, considerando las dimensiones del sexismo presentadas en el marco teórico de la investigación. Se realizan procesos de validez de las escalas y tres pilotajes con el propósito de alcanzar la fiabilidad del instrumento. Por medio de pruebas estadísticas las dimensiones y escalas se segmentan en los contextos de Práctica Físico-Deportiva Recreativa (PFDR) y Práctica Físico-Deportiva Profesional (PFDP, representando las escalas niveles de confiabilidad satisfactorios. Para la fase cualitativa se elabora un guion de entrevista con el propósito de obtener información variada de manera inductiva. De los resultados obtenidos se sostiene la creencia sexista de que la mujer debe utilizar la actividad física para fomentar estereotipos de belleza; asimismo, la estructura androcéntrica de establecer modalidades masculinas y femeninas de competición, legitimando la segregación por razones de género. En general, el estudiantado que presenta más creencias sexistas se identifica con el género masculino, realiza deportes colectivos de contacto y desearía desarrollarse profesionalmente en áreas de predominio masculino. Por otro lado, el estudiantado presenta ambigüedades al aceptar un mismo tipo de sexismo en un contexto social, incluso normalizarlo, pero rechazarlo absolutamente en otro contexto social; no obstante, es capaz de reconocer el sexismo a nivel educacional en las clases de educación física con la utilización de deportes tradicionales hegemónicos en las clases, la creencia de inferioridad e incapacidad física de las mujeres, las divisiones sexo- genéricas en los espacios escolares y en la clase de educación física, los procesos de exclusión y autoexclusión a causa de la menstruación y la utilización de lenguaje sexista androcéntrico. En cuanto a los aspectos de mejora, el estudiantado cree en la necesidad de implementar programas de educación en materia de género en la formación del profesorado. Igualmente, generar procesos de desmasculinización a masculinidades resistentes, considerando el androcentrismo del espacio, desarrollar programas de educación sexual integral (ESI) y generar una educación del buen convivir.
... Dentro de las limitaciones de esta teoría se podría destacar la incapacidad para explicar qué hace que las personas se identifiquen con mayor o menor intensidad con su género o qué papel juegan las estructuras sociales y las dinámicas grupales en la de género (García-Leiva, 2005). ...
... La principal crítica formulada a esta teoría es que explica cómo se adquieren patrones de conducta a través de un proceso educativo diferencial, sin abordar los mecanismos intrapsíquicos responsables de la adquisición de las conductas, ni cómo estas influyen en el desarrollo del self (García-Leiva, 2005). ...
Chapter
Full-text available
En la actualidad, en el ámbito experto, existe un consenso en reconocer que la “discapacidad” es una “cuestión social”. Los principios de esta afirmación son brindados por los Disability Studies, que fundan el modelo social de la “discapacidad” en el mundo anglosajón en los años 70. En América Latina tanto la afirmación respecto al carácter social de la “discapacidad” como la alusión al “modelo social” han permeado las esferas médicas, normativas, políticas y de la sociedad civil. Sin embargo, la extensión de este uso no siempre ha sido consistente. Este artículo, partiendo de una revisión del estado de la cuestión, pormenoriza en qué consiste la mirada sociológica propuesta desde el modelo social para comprender la “discapacidad” y los confronta con los usos que ha habilitado. Asimismo, reseña revisiones y aportes recientes de este modelo, relevantes para los estudios críticos en la “discapacidad” en América Latina y poco atendidos. A través de este análisis, se rescata el papel significativo que la aplicación de este peculiar punto de vista puede tener en la promoción de los derechos humanos de las personas con “discapacidad” a nivel regional.
... Social psychology has provided relevant theoretical models to explain the reason why women and men tend to behave differently in some domains (García Leiva, 2005). Social learning theories (Bandura, 1977;Lott, 1994), for example, consider that several agents of socialization such as family, media, schools, or peers serve as models of reference from which children start constructing their gender identity through vicarious experiences. ...
Article
Full-text available
Numerous studies have shown that psychological resilience is a key capability for students to succeed in an academic setting, but few of them have analyzed this connection from the perspective of gender. With the hypothesis that resilience and academic performance correlations are displayed differently across genders, we used the RESI-M questionnaire and academic grades to analyze this assumption. The results showed that there are gender differences in terms of the relationship between psychological resilience and academic performance. While we found that for women some factors of psychological resilience did correlate with their grades, no relationship between any of the factors and academic performance was found in men. As gender theory has claimed, men and women show differences in their behavior due to gender socialization and through the influence of gender stereotypes. Concerning these differences, our results demonstrate that while women make use of their resilience capacity in the form of planning skills and social support to perform better in higher education, men do not. Using our theoretical framework, these results are consistent with how women are socialized to make more effort in the academic setting. Men, on the other hand, tend to be less involved, since trying academically would make them “less of a man”. These results have some important implications for gender equality.
... Se ha estudiado y demostrado que el sexo se refiere a la dimensión biológica del ser humano, mientras que el género, es una creación simbólica, cultural, dinámica y multicausal (García-Leiva, 2005;Guerrero y Muñoz, 2018;Ravetllat, 2018). Este constituye una categoría que se interioriza incluso antes del nacimiento, incorporándose básicamente de forma inconsciente, emocional y sensitiva, y configurándose durante los primeros años de vida, por medio de diferentes agentes socializadores (Payá, 2000). ...
Book
Full-text available
Esta obra emerge para contribuir a la Educación Física en Chile, la cual, en los últimos años, ha estado sumida en discusiones epistémicas sobre sus saberes y perspectivas fundamentales. En este contexto, seis especialistas en el área se han reunido para generar este libro que profundiza en las nociones del cuerpo en la formación docente, los fundamentos filosóficos en torno al concepto de educación física, la educación ética en los distintos niveles formativos de la educación física, la enseñanza del deporte desde una concepción comprensiva, los estereotipos patriarcales de género en Educación Física desde una concepción histórica y la experiencia de la menstruación en contextos de actividad física y educación física escolar.
... Por lo tanto, se infiere que los agentes de socialización se encargarán de estimular y reforzar las conductas diferenciadas por género en infantes con ceguera, con las modificaciones que se consideren pertinentes como estereotipos y expresión del género, control de patrones conductuales a través del habla y del uso de los sentidos disponibles, ya que la persona, al principio, no podrá ocuparse de la propia apariencia y comportamientos. En esta teoría no hay estudios que expliquen cómo operan los mecanismos psíquicos que conforman la identidad en sujetos videntes (Patricia García-Leiva, 2005), menos en casos de ceguera. ...
... Al tratar la identidad de género en esta investigación se intenta aterrizar esta concepción desde lo social, lo cultural, contrapuesto al sexo como la división biológica entre hombre y mujer, en donde García (2005) menciona que la psicología social está más interesada en el rol que juega el entorno en el desarrollo de la identidad. Entonces es desde esta corriente, donde será posible extraer la definición de "identidad de género" más acorde a esta investigación. ...
Preprint
Full-text available
La temática a tratar en esta investigación consiste en el estudio del proceso de construcción de identidad de personas transgénero durante su trayectoria educativa, específicamente, en las percepciones que tuvieron de la violencia de género dentro del ambiente formativo. Es así, como se trabajó con el grupo Organizando Trans Diversidades Chile, el cual en adelante será llamado OTD, quienes son una asociación joven formada por personas voluntarias pro-diversidad, las cuales se encargan de entregar un espacio seguro, inclusivo y de acompañamiento para la comunidad trans. De este modo, se implementó una metodología cualitativa de carácter fenomenológica que dio énfasis a la percepción que tienen las y los individuos sobre un fenómeno en particular, en este caso, la violencia de género en los colegios. Para ello, se realizó un primer acercamiento a la organización OTD, para luego contactar con entrevistados y así concretar la recolección de datos. Entre los principales hallazgos de ésta investigación es posible destacar a la violencia simbólica que invisibiliza y censura la diversidad sexual y de género en el contexto escolar. Emergiendo de esta problemática uno de los resultados negativos más significativos de esta influencia de la violencia en el contexto escolar, que sería la llamada “transición tardía”, condición producto de la censura tanto escolar, familiar y social de la existencia de vías alternativas al binomio masculino - femenino de identidad de género. Con el objetivo de responder a la interrogante investigativa de ¿Cómo influye un ambiente de violencia de género durante el periodo escolar en la construcción de identidad de personas transgénero pertenecientes al grupo OTD? Palabras Claves: Transgénero, Construcción de Identidad, Escuela, Violencia de Género.
Article
Full-text available
El concepto de identidad sexual es un constructo que se ha ido instalando en las comunidades como una forma de comprender a la diversidad. Se compone de la identidad de género, rol de género, sexo biológico y orientación sexual. El objetivo de la investigación se centró en develar en la experiencia académica las configuraciones de significado en discursos prescriptivos y activos respecto a la identidad sexual en una institución de educación superior que forma educadores desde las perspectivas de inclusión y diversidad. El estudio se basó en un enfoque interpretativo - cualitativo y basado en un método fenomenológico hermenéutico. En una primera etapa se procedió a realizar entrevistas a académicos y académicas. En una segunda etapa se centró en un análisis documental de los instrumentos de gestión institucional. Dentro de los discursos activos y prescriptivos los académicos configuran su identidad sexual con el autoconcepto de género y mantienen una relación de tensión entre el mundo personal y laboral. En el que los roles y funciones asumidos por los mismos, son evaluados de acuerdo con su eficiencia, dejando solapadamente la autoestima o la autenticidad de los sujetos.
Article
Full-text available
El objetivo del presente estudio fue indagar en las experiencias de mujeres lesbianas y bisexuales en la consulta ginecológica y conocer si, dada su orientación sexual, han vivido experiencias de violencia dentro de esta. Además, exploramos las consecuencias que habrían generado para ellas dichas experiencias de violencia ginecológica. Metodología. Estudio de carácter cualitativo en el que participaron 12 mujeres lesbianas y bisexuales, con las cuales se efectuaron entrevistas semiestructuradas y que fueron analizadas mediante un análisis temático de contenido. Resultados. Se produjeron tres categorías fundamentales: experiencia en la consulta, situaciones de violencia ginecológica y consecuencias de dicha violencia. Conclusiones. Los principales hallazgos muestran que, debido a los diferentes sesgos y desinformación dentro de la consulta, por parte de médicos/as, enfermeros/as y matronas/es, las mujeres se abstendrían de asistir a esta, lo que podría generar consecuencias a futuro en relación con su salud sexual. Del mismo modo, las emociones dominantes son de rabia y molestia debido a lo que consideran un trato discriminatorio, evaluando la ginecología como una disciplina hetero-normada construida para mujeres cisgénero y que tiene un marcado énfasis en la reproducción de las mujeres más que en su salud.
Article
Full-text available
El propósito de este trabajo es presentar resultados de una investigación sobre las representaciones de género en niños y niñas de 10 y 11 años, focalizando en algunas de las dimensiones indagadas: autopercepción de sexo/género, diferencias y jerarquías de género, atribución de las diferencias, fuentes de información y posibilidades de reflexión con pares y docentes. El tema de nuestra indagación se ubica en el campo del desarrollo de los conocimientos sobre las instituciones sociales y el mundo social, y utiliza un diseño de estudio de casos intrínseco. La revisión bibliográfica previa ha puesto de manifiesto la dificultad de encontrar antecedentes específicos para nuestra investigación, principalmente aquellos que recuperen la voz de las niñas y los niños mediante el uso de metodologías cualitativas y que enfoquen el tema desde la psicología del desarrollo. Las respuestas infantiles mostraron, en general, concepciones más ligadas a una perspectiva biologicista binaria, sin distinción entre sexo y género, basada en caracteres sexuales primarios y secundarios. Asimismo, la totalidad de las y los entrevistados hicieron alusión al derecho a la igualdad de género en cuanto a las ocupaciones y actividades de la vida cotidiana. En base a lo señalado y a la importancia del tema en el contexto actual, creemos que esta investigación puede brindar una mirada desde la psicología del desarrollo sobre las concepciones infantiles y ofrecer, además, insumos valiosos para la elaboración de propuestas de enseñanza de la Educación Sexual Integral (ESI) en el ámbito escolar.
Chapter
Self and identity have been important yet volatile notions in psychology since its formative years as a scientific discipline. Recently, psychologists and other social scientists have begun to develop and refine the conceptual and empirical tools for studying the complex nature of self. This volume presents a critical analysis of fundamental issues in the scientific study of self and identity. These chapters go much farther than merely taking stock of recent scientific progress. World-class social scientists from psychology, sociology and anthropology present new and contrasting perspectives on these fundamental issues. Topics include the personal versus social nature of self and identity, multiplicity of selves versus unity of identity, and the societal, cultural, and historical formation and expression of selves. These creative contributions provide new insights into the major issues involved in understanding self and identity. As the first volume in the Rutgers Series on Self and Social Identity, the book sets the stage for a productive second century of scientific analysis and heightened understanding of self and identity. Scholars and advanced students in the social sciences will find this highly informative and provocative reading. Dr. Richard D. Ashmore is a professor and Dr. Lee Jussim is an associate professor in the Department of Psychology at Rutgers University, New Brunswick, New Jersey.