La transformación drástica y profunda del entorno natural –junto con sus consecuencias indeseables– es uno de los problemas actuales más apremiantes que afrontamos como sociedad. En busca de alternativas para lograr la integridad de los sistemas sociecológicos a largo plazo, exploramos la capacidad de los sistemas agroforestales tradicionales (SAFT) para mantener la vegetación nativa de la selva tropical estacionalmente seca, al mismo tiempo que brindan múltiples contribuciones que ayudan a satisfacer algunas necesidades humanas fundamentales. Realizamos un estudio en el que se combinaron abordajes provenientes de ciencias ecológicas y sociales para responder a las siguientes preguntas de investigación: ¿En qué medida los SAFT son capaces de mantener la vegetación silvestre y de proveer contribuciones para las personas? y ¿Cuáles son las motivaciones de los campesinos para mantener la vegetación silvestre dentro de sus parcelas agrícolas? Realizamos el estudio en tres comunidades de la región de La Cañada, en el Valle de Tehuacán-Cuicatlán, Oaxaca, México. Allí se realizaron nueve muestreos de vegetación para registrar la cobertura forestal mantenida por las y los campesinos en sus SAFT –mediante la implementación de prácticas agroforestales– y compararla con nueve muestreos de la vegetación nativa circundante de selva seca. También hicimos colectas etnobotánicas y tomamos fotografías para documentar los valores de las plantas al mostrarlas a los habitantes. Estimamos los números equivalentes de especies como medidas de la diversidad “verdadera” en los SAFT y la vegetación silvestre, con el fin de comparar ambos escenarios. Para identificar las principales motivaciones de los campesinos para mantener la vegetación, hicimos un análisis cualitativo a partir de entrevistas semiestructuradas con las y los campesinos que manejan los SAFT que estudiamos. Asimismo, realizamos dos talleres con los habitantes de las comunidades, observación participante, charlas informales y registro de notas de campo. Encontramos que los SAFT analizados son capaces de mantener –en promedio– 44% de la cobertura forestal, 68% de las especies (30% de ellas endémicas de México), y 53% de los individuos de plantas perennes nativas de la selva seca. En los SAFT se encontraron 96 especies de plantas útiles (73% del total registrado). La información obtenida confirma la notable capacidad de los SAFT para resguardar la biodiversidad. Por otra parte, el número total de especies registradas en los sitios de selva seca y SAFT fue similar (98 y 101 especies, respectivamente), así como los números equivalentes de especies o comunidades estimados para la diversidad alfa (19.92 y 16.08 especies), beta (2.96 y 3.10 comunidades) y gamma (56.03 y 49.89 especies, respectivamente). Sin embargo, encontramos diferencias significativas en la abundancia de individuos (t = 3.414; p = 0.001), pues registramos en promedio casi el doble de individuos presentes en la selva seca (191) en comparación con los SAFT (101). El elevado recambio de especies (diversidad beta) que registramos tanto en la selva seca (72%) como en los SAFT (74%) tiene implicaciones muy relevantes para la conservación, sugiriendo que es necesario mantener varios sitios para conservar la diversidad regional de la vegetación silvestre. Aquí, la agricultura campesina ha resguardado la biodiversidad dentro de los SAFT. Por lo cual, consideramos que la justa valoración y el rescate del manejo campesino agroecológico podría formar parte primordial de las directrices de conservación. Además, identificamos que la obtención de múltiples contribuciones benéficas –que ayudan a satisfacer algunas necesidades fundamentales– representa el motivo principal de las y los campesinos para mantener componentes de la vegetación nativa –de selva seca– dentro de sus parcelas agrícolas. Estas contribuciones benéficas de la vegetación representaron la mayor parte de las contribuciones registradas (83%), mientras que solo un 17% fueron contribuciones perjudiciales. Sin embargo, estas últimas suelen tener una importancia notable para los campesinos, ya que pueden comprometer la producción agrícola (sobre todo al competir con sus cultivos por espacio, luz, agua y/o nutrientes). Al considerar que muchos campesinos viven en condiciones precarias, es razonable que las contribuciones perjudiciales de la vegetación puedan superar las contribuciones benéficas y generar una motivación determinante para eliminar la selva seca. Asimismo, dentro de las contribuciones benéficas encontramos que las contribuciones materiales son las más comunes (62%), en particular frutos comestibles, plantas medicinales, forraje y leña. Le siguen las contribuciones reguladoras (20%) como provisión de sombra, aporte de fertilidad al suelo, atracción de lluvia y mantenimiento de humedad; y las contribuciones inmateriales (18%) como fuente de sabores regionales e identitarios, plantas ornamentales, ceremoniales y rituales. Todas estas contribuciones de la vegetación al bienestar de las personas ayudan primordialmente a satisfacer necesidades fundamentales de subsistencia, protección e identidad, aunque también cubren en menor medida necesidades de afecto, entendimiento, creación, participación y ocio. Con lo cual podemos asumir que existe una relación directa entre el número de contribuciones benéficas y la posibilidad de satisfacer necesidades humanas fundamentales. En este contexto, los SAFT ilustran la importancia de valorar y mantener prácticas de manejo tradicional y relaciones sociedad-naturaleza más armónicas. Pues estas expresiones –de la agricultura campesina– son capaces de conservar la biodiversidad al mismo tiempo de satisfacer necesidades esenciales. Por ello, la continuidad, rescate, mejoramiento y promoción de los SAFT podría ser una alternativa viable para conciliar la conservación de diversidad biocultural, el bienestar humano y el cuidado de la naturaleza.