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Algunas consideraciones en torno a la difusión de los tratados de arquitectura en Hispanoamérica (S. XVI-XVII)

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Abstract

A través de este estudio se analiza el alcance cultural y artístico producto de la introducción y difusión de la tratadística en Hispanoamérica. Breves consideraciones con las que poder comprender, que la amplitud de ejemplares que se debieron distribuir a lo largo del siglo XVI y XVII en el continente americano, supera con creces lo que hasta ahora se conoce. We discuss the cultural and artistic impact of the introduction of treatises on architecture in Latin America. We offer a few brief remarks which show that the number of works which circulated on the American content in the 16th and 17 centuries was far greater than has been supposed up to now.
Cuad. Art. Gr., 40, 2009, 107-118. 107
* Departamento de Historia del Arte y Música. Universidad de Granada. e-mail: ampg@ugr.es
Algunas consideraciones sobre la difusión de los
tratados de arquitectura en Hispanoamérica
(siglos XVI-XVII)
Some considerations on the circulation of treatises on architecture in Latin America (16th and
17th centuries)
Pérez Galdeano, Ana María*
Fecha de terminación del trabajo: octubre de 2008.
Fecha de aceptación por la revista: noviembre de 2009.
BIBLID [0210-962-X(2009); 40; 107-118]
RESUMEN
A través de este estudio se analiza el alcance cultural y artístico producto de la introducción y difusión de
la tratadística en Hispanoamérica. Breves consideraciones con las que poder comprender, que la amplitud de
ejemplares que se debieron distribuir a lo largo del siglo XVI y XVII en el continente americano, supera con
creces lo que hasta ahora se conoce.
Palabras clave: Arquitectura; Tratadística; Arte novohispano.
Identificadores: Serlio; Vignola; Alberti; Vitruvio.
Topónimos: Nueva España; Hispanoamérica.
Periodo: Siglos 16-17.
ABSTRACT
We discuss the cultural and artistic impact of the introduction of treatises on architecture in Latin America.
We offer a few brief remarks which show that the number of works which circulated on the American content
in the 16th and 17th centuries was far greater than has been supposed up to now.
Key words: Architecture; Treatises; Art in Latin America.
Identifiers: Serlio; Vignola; Alberti; Vitruvio.
Place names: New Spain; Latin America.
Period: 16th and 17th centuries.
PÉREZ GALDEANO, ANA MARÍA
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Los libros que circularon a través de la Carrera de Indias con destino a las nuevas tierras
americanas, llevan consigo un sin fin de ideas, saberes y técnicas1 a un espacio, dispuesto
a recibir los influjos culturales llegados desde el viejo continente. Esta difusión de formas
y gustos artísticos se hará efectiva, a través de dos vías complementarias. La primera y
más evidente, es llevada a cabo por los propios saberes de los artistas foráneos. Centrán-
donos aquí en los arquitectos de procedencia, fundamentalmente, española e italiana que
encuentran en estas tierras un lugar idóneo donde volcar los conocimientos aprehendidos
por la vía tradicional, y donde dejan sus propias soluciones técnicas y propuestas formales.
En segundo lugar y como complemento, muchos de los artistas llegados traen consigo un
número de ediciones de tratados de Arquitectura, Ingeniería, Carpintería, Fortificación,
Matemáticas, Geometría…, que actúan como transmisores de nuevas formas, enrique-
ciendo, sobre manera, el panorama cultural americano. En términos parecidos interviene
la circulación de estampas y en menor medida los dibujos sueltos, bien traídos por los
propios arquitectos o conseguidos gracias a la conformación de un creciente mercado
editorial trasatlántico 2.
Pero el aprovechamiento y potencial que tienen estos tratados de Arquitectura no se va
a cubrir inicialmente al cien por cien. Se ve limitado por el propio sistema formativo de
los maestros albañiles. El problema de base reside, en la escasa formación en materia
de ciertos aspectos teóricos y la falta de una capacidad de interpretación de los mismos.
El otro, es el inconveniente que genera la aparición de la mayoría de los textos en latín,
hecho que dificulta notablemente su lectura. Y es que hay que pensar, que los primeros
tratados que circularon por América, estaban escritos en lenguaje culto, el latín y no todos
los maestros albañiles estaban preparados para su comprensión, a no ser que éstos fueran
clérigos lo que reduce notablemente el acceso a los mismos.
Teniendo en cuenta estas dos precisiones, se puede entender el hecho de que los maestros
albañiles redujeran el empleo de los tratados a meros modelos ilustrativos que simple-
mente suministraban formas arquitectónicas. Todo ello sin llegar a profundizar sobre la
interpretación de las teorías ni de las fórmulas en ellos propuestas, por los menos hasta
pasado una centuria.
El envío de libros a través de la Carrera de Indias
Una fuente de consulta imprescindible para este estudio, se encuentra en los asientos de
libros de embarque3, registrados en la Casa de Contratación de Sevilla. Pero tenemos que
tener en cuenta que hasta el momento en que fueron efectivas las primeras medidas de
control ejercidas sobre los envíos, no todo se registra, y muchos de los libros pasan como
parte del equipaje o se introducen de manera pirata. Sin embargo, hay que señalar que las
anotaciones realizadas nos ponen en conocimiento sobre la asiduidad de su exportación,
como de las ediciones concretas que viajaron rumbo a las Américas.
Desde fechas tempranas, en torno al año 1501, el comercio exterior con las Indias fue
controlado por medio de licencias que otorgaba el Consejo Real4. Aunque en la práctica
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este movimiento de libros, no fue supervisado hasta el año 1508 por la Casa de Contra-
tación de Sevilla, salvo algunas excepciones. Salvedades, como la otorgada al impresor
sevillano Jacomé Cromberger. En la Real Cédula emitida en Toledo el 25 de julio de
1525, este impresor adquiría el monopolio absoluto sobre el comercio de libros con las
Indias. Estos beneficios reportados, sin embargo, se vieron recortados posteriormente, con
la Real Cédula del 4 de abril de 1531, donde se le prohibió, —de manera generalizada—,
el comercio de determinados libros de caballería, en concreto el Amadís de Gaula, novela
caballeresca por antonomasia5. Pero estas restricciones no serían las únicas, ni las más
contundentes, tal y como se puede ver en la Real Cédula del 5 de septiembre de 1550,
donde se explicita el permiso concedido al comercio de libros con las Indias, bajo la
condición, de que todos los cargamentos rumbo a Nueva España, debían quedar registra-
dos y su licencia estar debidamente cumplimentada por el Consejo de Indias. Todo ello
en previsión, de que no zarpase ningún libro relacionado con la novela de caballería, la
cual se tenía como peligrosa para las “frágiles” mentes de los indígenas, en un intento
por evitar cualquier tipo de desviación6.
Uno de los primeros cargamentos registrados del que tenemos noticia, tiene fecha de
1586. En el asiento, aparece anotada la obra de Vignola en varios envíos hechos desde
Sevilla. Concretamente se llegó a contabilizar en una sola de estas remesas, —rumbo a
Nueva España—, un total de diez ejemplares7. En este mismo año aparece un embarque
realizado por Diego Guerra, en la nao Luis Rico (de la que era maestre), que contenía
dos impresos del tratado de Alberti, con destino a Pedro de Ondategui, vecino de México,
por un precio de cuatro reales8.
El conocimiento —cada vez más amplio— que se tiene sobre la circulación y comercio
de libros con Hispanoamérica, está contribuyendo a la aparición de un número conside-
rable de obras, en materia arquitectónica, pero sobre todo contribuye en la aclaración de
una doble dimensión: hacia dónde se dirigieron y a quienes les llegaron esos tratados. Y
ambos, —el dónde y a quién— son agentes fundamentales en este estudio.
Perteneciente a uno de estos envíos, fue la aparición de una lista en la que aparecía
anotada la obra de Serlio en lengua Toscana, y un tratado de Marco Vitruvio Polión en
lengua romance, ambos rumbo a Nueva España, aunque sin remitir el destinatario9. Este
mismo tratado de Vitruvio, aparecería años después —en 1591—, junto con otro de Juan
de Arfe, con destino a Tierra Firme.10
Como apunta Revello, fue Manuel Toussaint, en su estudio, «La arquitectura religiosa
en la Nueva España durante el siglo XVI, México, 1927», quien indicó que en 1584 el
librero de Medina del Campo, Benito Boyer, había realizado un envío de cuarenta cajas
de libros, a nombre de Diego Navarro Maldonado, residente en México, dentro de las
cuales, figuraban cuatro obras de Vitruvio, otras cuatro de Alberti y dos de Serlio11.
Es importante señalar, que las obras de Juan de Arfe12 que llegaron al puerto de San
Juan de Ulúa (de la ciudad de Veracruz, México), tras el envío de Luis de Padilla de
una colección de libros, en la Nao “La Trinidad”, en 1600, iban destinados a Martín de
Ibarra13.
PÉREZ GALDEANO, ANA MARÍA
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Librerías y bibliotecas particulares
El incipiente comercio de libros creado con las Indias, actuó como factor económico que
promovió la apertura de librerías y puntos de venta —posiblemente almonedas— en las
nuevas colonias14. Aunque esta actividad no siempre fue fácil, ya que los libreros novohis-
panos también sufrieron una serie de censuras y controles por parte de la Corona, como
de la Inquisición. Como veremos más adelante, una de esas inspecciones fue ordenada
por el arzobispo Pedro Moya de Contreras, inquisidor, visitador y virrey interino de la
Nueva España desde 1571, —fecha en la que lle a México—. Ese año, el arzobispo
emitió un decreto en el que otorgaba, se le remitiesen todos los inventarios con los fondos
contenidos en las librerías de la región, con el fin de ejercer un control sobre aquello que
pudiera perturbar la moral del pueblo15.
No podemos dejar de mencionar la presencia de una serie de documentos de época, en
los que se cita algunas de las librerías mexicanas que en torno al año 1661, tenían pues-
tos a la venta una serie de tratados de Arquitectura. Entre los establecimientos citados,
se encuentra la librería de Juan de Rivera, en la que figuraba, entre otros, el tratado de
Andrea Palladio, «De Architecutra, Anno 1625». Otro de los locales que se señala, es la
librería de Agustín Santesteban y Francisco Lupercio, en la que aparecía a la venta el
tratado de Bernardo Gamuzi «De Architectura, Venecia por Gio. Varesio». Todo ello sin
olvidar, el local de Paula de Benavidez16, en cuya librería se vendía el tratado de Vignola
«Architectura», traducido por Patricio Laxensi en 159317.
Se están concretando datos fehacientes a partir de los estudios sistemáticos realizados
a ambos lados del Atlántico, sobre el contenido de los fondos bibliográficos con el que
contaban algunas de las bibliotecas más interesantes del mundo novohispano. Estas publi-
caciones aportan una serie de inventarios y catálogos que, rescatados del pasado, facilitan
títulos, autores y ediciones concretas, sobre la materia que nosotros estamos trabajando.
Este es el caso, el estudio que en su momento realizara O´Gorman: «Bibliotecas y librerías
coloniales, 1581-1694». En: Boletín del Archivo General de la Nación, X, 4 (1939), pp.
699-907; o el de Mª Carmen Olvera: «La Biblioteca de un arquitecto de la época virreinal
en México», de 1981, entre otros, inciden en lo que acabamos de señalar.
Pero este interés, no se centra únicamente en la recopilación de tratados de Arquitectu-
ra, sino que se amplía el campo, al tener en cuenta además, todos aquellos volúmenes
relacionados con la actividad arquitectónica. Pensemos por ejemplo, en los libros de
Matemáticas, Geometría, Carpintería, Ingeniería, Dibujo, etc., que debieron contribuir de
manera amplia, en la formación integral del arquitecto.
El conocimiento de ciertas bibliotecas novohispanas ha sido posible a través del rescate y
recuperación de algunos de los edictos impuestos por la Inquisición mexicana. En ellos,
se establecía un control —antes mencionado— sobre los libros que estuvieron en manos
de cualquier entidad institucional o privada, implantando desde ese momento una censura
sobre determinados títulos.
Una de las primeras revisiones realizada en Nueva España, estuvo promovida por el arzo-
bispo fray Alonso de Montúfar, llevada a cabo el 3 de noviembre de 155918. Con ella, no
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sólo se revisaron títulos de obras prohibidas, sino que se hizo un expurgo de los renglones
non gratos para la Iglesia. Posteriormente, al establecerse el Tribunal del Santo Oficio
en la capital del virreinato de Nueva España, el 29 de enero de 1570, el arzobispo Pedro
Moya de Contreras dispuso el 12 de septiembre de 1572, que el comisario de «…San
Juan de Ulúa, [revisara] la carga y el equipaje de los navíos llegados al puerto»19. In-
cluso el papa Gregorio XIII, emitió un breve, el 27 de agosto de 1573, donde otorgaba
censurar los libros dudosos, y obligaba a la presentación, de un inventario con todas las
colecciones existentes, al Santo Oficio20.
Otra relación emitida, esta vez unos años más tarde a Diego González Batres, en concreto
el 2 de abril de 1614, obligaba a la recogida de los títulos, de todos los libros existentes
en las bibliotecas privadas de la ciudad de San Miguel de México, donde residía. Esto
hace pensar, que en ese inventario se debieron recoger relaciones del resto de ciudades
novohispanas, cuestión que nos deja un amplio margen, aún por investigar. Entre los li-
bros que se recogen en la relación de Diego González Batres, se encuentra el tratado de
Andrea Palladio, en toscano, impreso en Venecia en 1570; un Vitruvio impreso en Alcalá
de Henares en el año 1582; y una obra de Juan de Arfe, impreso en Sevilla en el año
158521.
De modo significativo nos interesan aquellas bibliotecas que pertenecieron a un determinado
arquitecto. Donde aparecen las ediciones de tratados por las que se decantaron numerosos
profesionales. Michael Mathes, subraya la emisión de dos Reales Cédulas desde Madrid,
cuyas consecuencias se hicieron notar sobre las Indias, con un aumento de la censura
inquisitorial. La del 18 de enero de 1585, formulaba la revisión de libros a su llegada a
los puestos; y la del 11 de febrero de 1609, donde se ordenaba la confiscación de libros
encontrados en manos de herejes22. La biblioteca del arquitecto Melchor Pérez de Soto,
(hijo del también arquitecto Juan Pérez de Soto) salió a la luz después de haber sido
acusado de heterodoxia por la Inquisición, y encarcelado el 10 de enero de 1655. Entre
los volúmenes que se le requisaron, salieron un total de 1502 impresos escritos en latín y
en romance. Mientras que entre las obras de arquitectura que aparecieron, se encuentran
los libros de Vitruvio, Sagredo y Alberti23.
Revello también recoge, la singularidad de un ingeniero belga, llamado Juan Ramón Co-
ninck, que llegó a Lima en 1655, ciudad donde proyectó la muralla que debía circundarla.
Tras su muerte, se conoció un total de 755 volúmenes que conformaban su biblioteca,
entre los que contaba con los tratados de Vitruvio y Vignola, sin poder determinar todavía,
de qué ediciones estamos hablando24. También en Lima en el año en 1785, el conocido
como “alarife mulato”, Santiago Rosales, contaba en su biblioteca con la obra de Serlio,
editada en 1565; y Vignola, impresa en 1593, entre otras25. Como interesante es la biblio-
teca del virrey-arzobispo del Nuevo Reino de Granada, Antonio Caballero Góngora, de
Bogotá. Quien en el año 1788, contaba con una obra registrada bajo el título de: “Vitruii
Architect”26.
Otro campo en el que queda mucha labor bibliográfica que realizar, es en los fondos de
las bibliotecas conventuales, tema que abre nuevos interrogantes, aún por investigar.
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Repercusión de los tratados de Arquitectura en la formación del nuevo concepto de ar-
quitecto
Muchos de los maestros albañiles que trabajan desde el principio en el virreinato de Nue-
va España, Nueva Granada o del Perú, carecen de una formación específica en el campo
teórico-práctico. Es sabido por todos, que en la formación de los futuros maestros, van a
intervenir otros maestros, que vuelcan los saberes heredados sobre sus aprendices. Ésta
constituye, por antonomasia, el sistema formativo existente en España, considerada más
tradicional, bajo el arrope corporativo del gremio y la regulación “jurídico-administra-
tiva” de las Ordenanzas. De facto, se traslada al nuevo continente el modelo formativo
controlado por los gremios. Igual que se siguió el amparo jurídico español administrado
a través de las Ordenanzas 27. Con una doble finalidad: proteger los intereses28 corporati-
vos de los agremiados; y vigilar el cumplimiento de las normas, y el adecuado traspaso
de conocimientos y habilidades del maestro al aprendiz, bajo unas estrictas condiciones.
Sin embargo, los maestros albañiles no contaban con las herramientas teóricas necesarias,
para una formación completa de sus aprendices, con las que contaban algunos de sus
homólogos al otro lado del Océano29. Un número importante de arquitectos coloniales,
tan relevantes como, la familia de Porres, o los Ramírez, entre otros, iniciaron su for-
mación, a través de la trasmisión de conocimientos de maestro a discípulo. A ello, se
irá sumando el estudio y empleo de la tratadística generada en el viejo continente, que
con el tiempo manifestará las capacidades adquiridas a la hora de resolver problemas de
carácter teórico, técnico y formal30.
Los propios maestros, verán la necesidad de adquirir libros teóricos que completen esa
formación31. También es cierto, que el acceso a los libros que venían desde la Metrópolis,
no iban a estar al alcance de cualquiera, debido a su alto coste, como consecuencia de los
gastos derivados del trayecto. Situación que cambiará, una vez que se haya consolidado
la nueva infraestructura técnica entorno a la imprenta en el territorio novohispano. Hasta
entonces, serán los maestros quienes compren ejemplares, al poseer medios económicos
para ello. De esta forma, se ponen al servicio de sus discípulos y oficiales tratados de
Arquitectura, Ingeniería, Geometría, Carpintería, y algunos conjuntos de estampas sueltas,
etc…, que paliarán, en buena medida, el déficit formativo de los pupilos, proporcionando
a su vez modelos a seguir, aunque sin cuestionar al principio el porqué, ni el paraqué de
su contenido. Sólo con el tiempo, el arquitecto se formará integralmente32 .
Son contadas las referencias que nos hablan sobre las técnicas y los procedimientos em-
pleados por los arquitectos coloniales33. Ante este hecho, —dice Toussaint— cualquier
referencia que haga alusión a ello, resulta de gran interés, sobre todo, cuando es el propio
arquitecto quien la formula34 .
En este sentido, el arquitecto José de Porres, nos deja uno de esos jugosos testimonios,
—recogido en su ingreso como arquitecto mayor de la ciudad de Guatemala—, que verifican
los agentes, procesos y medios que intervinieron en su formación. Así dice: «…en esta
ciudad [donde] aprendí dicha arte […] y enseñaron, asistiendo […] a las obras que mis
maestros edificaron y conseguí por medio de sus documentos, reglas y medidas…»35.
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Para comprender en su totalidad, el cambio cualitativo que se produce en torno a la figura
del arquitecto novohispano, hay que tener en cuenta, que en la conformación de los nuevos
gremios se producen diferencias y matices terminológicos. Sobre todo en los vocablos
que designan distintos cargos que conforman la profesión. Destacando en este campo los
estudios realizados por Martha Fernández: «El albañil, el arquitecto y el alarife en la
Nueva España»; y José Antonio Terán Bonilla: «Los gremios de albañiles en España y
Nueva España».
Como indica Terán Bonilla, durante la primera mitad del siglo XVII, las competencias
profesionales de un albañil en Nueva España, pasaban por «…diseñar, trazar y dirigir»36
una obra, siendo estas atribuciones, más propias de un arquitecto, —entendido bajo la estela
del concepto moderno—, que la ocupación propia de un albañil. A partir de la segunda
mitad del siglo XVII, los maestros albañiles o maestros de obras, reclaman la considera-
ción intelectual de su actividad. Esto producirá, en el siglo XVIII, la diversificación entre
el campo teórico y práctico37. Pero en este cambio, juegan un papel importante una idea
subyacente en casi todos los tratados de Arquitectura de Vitruvio, Serlio, Vignola…, que
es: el nuevo concepto y modelo de arquitecto38. Destacando como exponentes que aban-
deran este cambio con su trabajo, como Alcaraz, Arziniega, Agüero, Becerra, los Gómez,
de Trasmonte, García Ferrer, Casillas, Pérez de Castañeda, Ortíz de Castro, Tolsá entre
otros39. Durante el siglo XVIII, el concepto de arte y arquitectura, se empieza a equiparar
ideológicamente. Será entonces, cuando el uso de los términos “arquitecto” y “albañil”,
soporten la carga terminológica europea, más contemporánea40.
La influencia de los tratados en la arquitectura del virreinato de Nueva Granada
El proceso de síntesis cultural41 llevado a cabo en el virreinato de Nueva Granada, a partir
de finales del siglo XVI, fue producto principalmente, de la interacción de dos factores, que
harán posible el establecimiento de una arquitectura quizás, más en sintonía con las propuestas
manieristas. Uno tiene que ver con la traslación de modelos iconográficos provenientes de los
tratados de Arquitectura de Serlio y Vignola42, a la vez que la difusión de modelos calcográficos
que remitían al arte y la arquitectura de ultramar. Y en segundo lugar, la influencia ejercida
por los arquitectos de origen italiano que se instalaron en estas tierras, donde intervinieron
trasladando a los nuevos espacios, los modelos que ya se habían definido y practicado en
Italia, hecho que reportará la imagen más “internacional” del virreinato.
La arquitectura, al igual que sucede con la lengua y la religión, actúa como agente aglu-
tinador en Hispanoamérica, facilitando la integración de las diferencias culturales entre el
viejo y el nuevo continente. Nuevas formas arquitectónicas43, que por otro lado, tendrán un
carácter sumatorio, de manera que elementos platerescos, manieristas y barrocos se hacen
presentes en Santa Fe, en Quito, o en Bogotá, etc., llenando de rasgos universalistas la re-
gión. Todo ello a pesar de la ralentización del proceso de aculturación, como consecuencia
de las dificultades de acceso presentes en este territorio que no facilitan, precisamente,
su ágil difusión.
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Desde el primer tercio del siglo
XVI, la circulación, predominan-
temente de textos latinos, atrae el
interés de los maestros albañiles
hacia los modelos representados.
Más allá de convertirse, la difícil
comprensión del texto, en un freno
para su uso, el tratado, será un útil
catálogo de imágenes al servicio
del maestro. El modelo italiano
que ampliamente recala en Nueva
Granada, proviene de las láminas
del tratado de Serlio. En ellas se
hace acopio, hasta de los motivos
de carácter geométrico, llevados
directamente a las techumbres de
palacios, iglesias, conventos, etc.
Hay que destacar no obstante, que
una de las primeras manifestaciones serlianas,
no se encuentran precisamente en Nueva Grana-
da, sino en territorio novohispano. En el actual
estado de Hidalgo es señera la techumbre de
la capilla de indios del convento de Actopan
(fig. 1), obra dirigida por el agustino fray An-
drés de Mata (1546-1475)44. Se tienen noticias
de que este arquitecto pasó algún tiempo en
Italia45. Fue allí, donde pudo conocer, de pri-
mera mano, la edición veneciana del tratado
de Serlio, pudiendo variar entre la editada en
1537, o la correspondiente al año 1540. Se
baraja la idea de que fray Andrés de Mata,
llevó consigo una de estas ediciones durante
su aventura americana, hipótesis fundada en
la prontitud con la que sus motivos aparecen
en un convento novohispano. Esto descartaría
la idea de que el arquitecto conociese para
entonces la edición traducida al castellano por
Francisco de Villalpando, impresa en el año
155246, (fig. 2) a pesar del pequeño margen de
error que existe entre el año de edición y el
año de la construcción de la capilla de indios,
realizada en torno al año 1550.
1. Capilla de indios de Actopan.
2. Lámina LXXV, del libro quarto de Architec-
tura de Sebastiano Serlio, traduzido al romance
castellano por Francisco Villalpando, e impreso
en Toledo, casa de Iván de Ayala en 1552.
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Pero la influencia de los
grabados serlianos, no es
exclusivo de Actopan, sino
que tendrán una amplia
presencia en el territorio
neogranadino. Nuevamente
nos encontramos con espa-
cios cubiertos con casetones
octogonales, que alternan
con otros cruciformes y
hexagonales, como es el
caso del de las cubiertas
del sotocoro y de la Ca-
pilla de la Inmaculada, en
la Iglesia de San Francisco
de Bogotá. Ambas cons-
trucciones realizadas, en
torno al año 1618, bajo la
dirección del ensamblador
Luis Márquez47, quién tam-
bién parece que participó,
en la construcción de la
techumbre de la capilla del
Rosario de Tunja ca.1680,
(fig. 3).
Sin duda, fue el padre Juan
Bautista Coluccini, natural
de Luca de Toscana, quien
dejó una impronta italiana
en tierras neogranadinas.
En 1604 llegó a Santa Fe
de Bogotá, procedente de
Italia. En 1609 fue reque-
rido para encargarse de
las obras de San Ignacio,
(fig. 4) iglesia en la que
intervino hasta 1635, con
alguna breve interrupción
de las obras entre medias48.
Teniendo en cuenta, que se
trata de un templo para Compañía, Coluccini opta por la planta vignolesca del Gesú de
Roma49, mientras que en la portada del hastial de los pies, sigue de cerca la iglesia de
San Andrés de Mantua de Alberti50.
3. Capilla del Rosario de Tunja, 1680.
4. Iglesia de San Ignacio de Bogotá, 1609-1635.
PÉREZ GALDEANO, ANA MARÍA
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NOTAS
1. RUEDA RAMÍREZ, Pedro J. «La circulación de libros entre el viejo y el nuevo mundo en la Sevilla
de finales del siglo XVI y Comienzo del siglo XVII». Cuadernos de Historia Moderna, 22 (1999), p. 80.
2. TERÁN BONILLA, José Antonio. «La enseñanza de la Arquitectura en la Nueva España durante el
período Barroco». En: III Congreso Internacional del Barroco Iberoamericano, Sevilla: Universidad, 2001,
p. 211.
3. Torre Revello asegura que entre los libros que embarcaron en aquel siglo rumbo al nuevo mundo,
se encontraban, entre otros, autores como Vitruvio, Serlio, León Bautista Alberti, Vignola, Juan de Arfe y
Villafañe. En: TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura utilizados en Hispanoamérica (Siglos XVI-
XVIII)». Revista Interamericana de Bibliografía, vol. VI, 1 (1956), p. 6.
4. MATHES, Michael. «Oasis culturales en la Antigua California: las bibliotecas de las misiones de
Baja California en 1773». Estudios de Historia Novohispana, vol. 10, 1991, p. 373.
5. Ibídem.
6. La primera intervención del estado, vino con la Pragmática Sanción de los Reyes Católicos del 8
de julio de 1502. Este decreto fue ampliado el 26 de noviembre de 1554, en una Real Cédula que requería
la previa revisión, tasación y licencia del consejo de Indias para la impresión y venta de libros. Estos tér-
minos parece que se repitieron en los decretos posteriores. Hay que señalar también que el Primer Concilio
Provincial Mexicano de 1555, llegó a prohibir, so pena de excomunión, la venta de libros no examinados y
aprobados por el prelado local. Ibidem., pp. 370-371.
7. TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura…», p. 6.
8. Estos datos, seguramente están documentados en el estudio realizado por Revello, y que cita en
este trabajo, por lo que directamente me remito a él en TORRE REVELLO, José. «El Libro, la imprenta y
el periodismo en América durante la dominación española». Publicaciones del Instituto de Investigaciones
Históricas, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Núm. LXXIV, 1940, pp. XXIX y XXXI.
9. Ibidem, pp. 6-7.
10. Tierras del continente americano más próximas al mar Caribe; en especial a la costa norte de
Sudamérica, desde el río Orinoco hasta el istmo de Panamá, perteneciente a la audiencia de Panamá desde
1563. Ibid., p. 7.
11. TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura…», p. 7.
12. Las obras de Arfe a las que Revello hace referencia, son las de: Quilador de la plata, oro y piedras
preciosas; y De varia commesuración para la escultura y arquitectura. Ibidem.
13. Ibíd. Y véase el artículo de PORRAS MUÑOZ, Guillermo. «Diego de Ibarra y la Nueva España».
Estudios de Historia Novohispana, 2 (1968), pp. 49-78.
14. MATHES, Michael. «Oasis culturales en la Antigua California…», p. 373.
15. Ibidem.
16. En esta misma librería, aparecerá a la venta años después, 1683, dos obras de Juan de Arfe: De
Architectura; y Quilatador de oroEn: TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura…», p. 10.
17. Revello para ofrecer esta información ha hecho uso de la obra de O´GORMAN. «Bibliotecas y
librerías coloniales, 1585-1694». Boletín del Archivo General de la Nación. México, 1939, t. X, p. 800;
TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura…», p. 8.
18. MATHES, Michael. «Oasis culturales en la Antigua California…», 1991, p. 372.
19. Ibidem.
20. Ibidem.
21. TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura…», p. 10.
22. De esta manera, el Santo Oficio, se hizo con un pródigo inventario de librerías y bibliotecas, como
también se hizo de los registros de envíos de libros que llegaron desde el viejo continente. MATHES, Michael.
«Oasis culturales en la Antigua California…», p. 372.
23. Ibidem, p. 11.
24. Revello cita la obra de Rubén de Vargas Ugarte, S. J. Ensayo de un diccionario de artífices colo-
niales de la América Meridional. Buenos Aires, 1941, pp. 150-152; TORRE REVELLO, José. «Tratados de
Arquitectura...», p. 14.
ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO A LA DIFUSIÓN DE LOS TRATADOS DE ARQUITECTURA EN HISPANOAMÉRICA...
Cuad. Art. Gr., 40, 2009, 107-118. 117
25. Según indica Revello, esta información está sacada de unos apuntes biográficos realizados por
E. Hartherre: «Santiago Rosales, el alarife mulato; una nota biográfica en la arquitectura virreinal peruana»
(Separado del nº. 5 de Peruanidad, Lima, 1942). Ibidem., pp. 14-15.
26. Véase TORRE REVELLO, José. «La biblioteca del virrey-arzobispo del Nuevo Reino de Granada
Antonio Caballero y Góngora, 1788». Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires, 1929,
t. IX, p. 40; también en: TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura...», p. 15.
27. Como señala Martha Fernández, y Terán Bonilla, las primeras ordenanzas que regulan y rigen el
gremio de albañiles en México, llevan el título de: Ordenanzas de Albañilería. Éstas fueron redactadas por
maestros mexicanos y mandadas al Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de México para su revisión,
el 27 de mayo de 1599. Siendo confirmadas por el virrey Conde de Monterrey el 30 de agosto de ese mismo
año. Pero, aunque éstas son las únicas ordenanzas publicadas que se conservan, no quiere decir, que no se
redactasen otras, anteriores a las publicadas en 1749. En: FERNÁNDEZ, Martha. «El albañil, el arquitecto
y el alarife en la Nueva España». Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, v. XIV, 55(1986), p. 54;
y en: TERÁN BONILLA, José Antonio. «Los gremios de albañiles en España y Nueva España». Imafronte,
12-13(1998), p. 351.
28. Ibidem, p. 350.
29. CASTILLO OREJA, Miguel Ángel. «De arquitectura y arquitectos de Antigua: sobre la reelaboración
de modelos y sus fuentes de referencia». En: XIII Congreso Nacional de Historia del Arte. Ante el nuevo
milenio: raíces culturales, proyección y actualidad del arte español. Granada: Universidad, 2000, p. 660.
30. Ibidem.
31. De entre las anotaciones que el arquitecto Rodrigo Díaz de Aguilera, hace al tratado de Vitruvio, se
puede entrever cuál es el concepto que el propio arquitecto tiene sobre la Arquitectura, al definirla como parte
de «…teórica y práctica […] ¿cómo se podrá llamar arquitecto a quien no sabe a penas echar una firma?».
en: TERÁN BONILLA, José Antonio. «La enseñanza de la Arquitectura…», p. 214.
32. Toussaint los llama “ignorantes”, por la falta de conocimientos teóricos necesarios como las mate-
máticas, geometría, aritmética, etc..., en: TOUSSAINT, Manuel. «Vitruvio interpretado por un arquitecto de
Nueva España en el siglo XVII». Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, v. V, 18 (1949),
p. 86; también en el trabajo de Terán Bonilla, se hace una reflexión, en torno a todos los procesos por los
que pasa el aprendiz en su formación, así como el tipo de ordenanzas por el que se regían los maestros y
albañiles, diferencias terminológicas, etc.…, en: TERÁN BONILLA, José Antonio. «La enseñanza de la Ar-
quitectura…», pp. 211-223; así como el estudio de Martha Fernández, donde se hacen un tipo de aclaraciones
también terminológicas, respecto a esta misma materia, en: FERNÁNDEZ, Martha. «El albañil, el arquitecto
y el alarife…», pp. 66-67.
33. Toussaint se refiere, sobre todo, al conocimiento de la técnica empleada por parte de los arquitec-
tos mexicanos, que se puede pensar como extensible al resto del territorio hispanoamericano. TOUSSAINT,
Manuel. «Vitruvio interpretado por un arquitecto…», p. 85.
34. El artículo que escribe Toussaint, resulta de un gran interés para este estudio, por cuanto que analiza
un tratado de arquitectura de Vitruvio, “De Architectura”, con notas manuscritas al dorso por el arquitecto
Rodrigo Díaz de Aguilera, durante el período en el que desempeñaba su cargo como maestro mayor de las
obras de la catedral de México en 1668. La edición de Vitruvio a la que se refiere, recoge en el colofón
«Argentorati [Estrasburgo], ex oficina Knobbechiana, per Georgium Machaeropieum, mense augusto Anno
MDL». Ibidem., p. 86.
35. CASTILLO OREJA, Miguel Ángel. «De arquitectura y arquitectos…», p. 660.
36. TERÁN BONILLA, José Antonio. «Los gremios de albañiles…», p. 353; FERNÁNDEZ, Martha:
«El albañil, el arquitecto y el alarife…», pp. 58-67.
37. TERÁN BONILLA, José Antonio. «La enseñanza de la Arquitectura…», p. 212.
38. TERÁN BONILLA, José Antonio. «Los gremios de albañiles…», p. 349; FERNÁNDEZ, Martha.
«El albañil, el arquitecto y el alarife…», p. 68.
39. TOUSSAINT, Manuel. «Vitruvio interpretado por un arquitecto…», p. 86.
40. FERNÁNDEZ, Martha. «El albañil, el arquitecto y el alarife…», p. 68.
41. En relación a la síntesis cultural, el profesor Ramón Gutiérrez, está convencido de que fueron los
propios criollos, quienes participaron en este proceso de sincretismo, es más, para él, los lugareños, fueron
PÉREZ GALDEANO, ANA MARÍA
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los propulsores de muchas de las propuestas que se exportaban desde ultramar, deseoso de tener relación con
el sistema establecido al otro lado del Océano, y como señala, «sus obras se insertarán así en la corriente
universal pero resaltando a la vez su “diferencia”». En: GUTIÉRREZ, Ramón. Arquitectura y urbanismo en
Iberoamérica. Madrid: Cátedra, 1984, p. 104.
42. En este sentido hay que señalar los trabajos realizados por el profesor Santiago Sebastián y don An-
gulo Íñiguez, ya que fueron ellos quienes establecieron, por primera vez, la incidencia de los tratados italianos
en tierras de Nueva Granada, concretamente la ejercida a través de los compendios de Serlio y Vignola en la
arquitectura bogotana, en: ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego; MARCO DORTA, Enrique; y BUSCHIAZZO, Mario J.
Historia del Arte Hispanoamericano. 3 vols., Barcelona: Salvat, 1945-1956; SEBASTIÁN LÓPEZ, Santiago:
«Influencia italiana en la arquitectura de Bogotá (Colombia)». Archivo Español de Arte, t. XXXVIII, 150
(1965), pp. 321-326; y SEBASTIÁN LÓPEZ, Santiago. «La influencia de los modelos ornamentales de Serlio
en Hispanoamérica». Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, 7(1967), pp. 63-ss.
43. Estas experiencia, del modo en el que las entiende Ramón Gutiérrez, son las que se vienen reali-
zando en la propia Península Ibérica, donde coexisten de manera natural unas y otras, el gótico tardío con los
iniciales lenguajes renacentistas, —el plateresco— o el mudéjar (arte propiamente Español), para después dar
paso a un arte manierista y barroco, es decir un maremágnum de soluciones que se entremezclan enriqueciendo
el panorama cultural. En: GUTIÉRREZ, Ramón. Arquitectura y urbanismo…», pp. 103-104.
44. SEBASTIÁN LÓPEZ, Santiago. «Influencia italiana…», p. 321.
45. Ibidem, pp. 321-322.
46. En esta obra, se pueden encontrar todos los tratados de arquitectura que se tradujeron o produje-
ron en España, a raíz de la llegada del tratado de Vitruvio «De Architectura» a la Península. En: GARCÍA
MELERO, José Enrique. Literatura española sobre artes plásticas. Madrid: Encuentro, 2002.
47. SEBASTIÁN LÓPEZ, Santiago. «Influencia italiana…», p. 322.
48. Ibidem, p. 325.
49. Ibid.
50. Ibid.
... Las edificaciones arquitectónicas construidas durante el siglo XVI en la Nueva España claramente presentan influencias arquitectónicas y culturales provenientes del viejo continente. Pérez (2009) propone dos maneras en que estas formas artísticas pudieron haber llegado a las tierras conquistadas: La primera, y la más evidente, a través de la práctica y el propio saber del constructor, arquitecto o del artista; y la segunda, cuando estos oficiales de la construcción traían consigo ediciones de los tratados de Arquitectura, Ingeniería, Carpintería, Geometría y otros saberes que contribuirían a la solución de la construcción de las edificaciones. ...
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Los Inmuebles Religiosos Dominicos del siglo XVI de Chiapas está dedicado al estudio de las construcciones de la Orden de Predicadores, catalogadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), cuyo inicio de construcción fue en el siglo XVI en Chiapas, México. A través de crónicas se conoce sobre la existencia de frailes que intervinieron en el diseño, construcción o supervisión de ciertas obras. Sin embargo, aún con las incertidumbres que pueden surgir de estas atribuciones, es preciso decir que en la gran mayoría de templos y conventos relacionados con frales constructores se hace notar un gran conocimiento de arte y geometría, lo que resulta en edificios proyectados y supervisados por personas con conocimientos de arquitectura. El propósito principal de este trabajo es establecer mediante un análisis comparativo la posible influencia mudéjar y los tratados clásicos de arquitectura en templos y conventos de Chiapas durante el siglo XVI.
... Por lo demás, la imposición del orden colonial no habría sido capaz de desarticular completamente los círculos de educación familiar y comunal. Tal es así que, hasta antes del contacto con Occidente, el arquitecto peruano estuvo acostumbrado a comprender su oficio desde la práctica constructiva (García, 1980) y, durante el despliegue del mundo colonial, dado que los tratados con los alarifes intentaron formar a los aprendices locales estuvieron redactados en latín, la formación libresca no mantuvo predominio por sobre otros escenarios y acciones educativas (Pérez, 2009). En definitiva, se puede afirmar que la vida familiar y los vínculos comunales constituyeron un pilar importante en la formación de redes de intercambio de aprendizajes y habilidades en torno a la arquitectura peruana. ...
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El presente ensayo tiene como objetivo principal exponer algunas reflexiones que se suman a la discusión en torno a la educación del arquitecto peruano, a través del repaso de temas asociados a la comprensión de la historia peruana bajo un marco de referencia que valore la vida autónoma anterior al contacto con Occidente, el origen de la arquitectura en nuestro país, la presencia de los arquitectos en el mundo prehispánico y la formación del profesional de la arquitectura más allá del ámbito formal. Así, a partir de una crítica a los límites coloniales y sobre la base de la propuesta de Coombs para clasificar los tipos de educación, ha sido posible establecer una lectura que integra las diversas manifestaciones desarrolladas en los ámbitos formal y no formal de la educación.
... Los tratados de arquitectura aportaron un gran número de modelos iconográficos e imágenes al imaginario arquitectónico que los arquitectos europeos pudieron trasladar, como modelos, a los nuevos espacios americanos. Esto contribuyó, al menos en el campo de la arquitectura, a que fuera posible el proceso de síntesis cultural durante el virreinato (Pérez, 2009). ...
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The history of domestic architecture in the city of Chiclayo is a pending undeveloped research topic, perhaps overshadowed by the abundance of information about our pre-Hispanic backgrounds. However, this architecture exists and we still have proof of it, unaltered, enduring the onslaught of modern edifications. Unfortunately, the ongoing prosperity misunderstands progress with destruction of history and culture, in the most thorough attempt to “eradicate idolatries”. For this reason and as a primary objective we have found it necessary to present an aspect of the image that characterized Chiclayo in the 19th century and its shift towards technologies and styles prevailing in the rest of the country: the facades to urban housing in the city of Chiclayo.
... Sin embargo, hay que señalar que no se ha encontrado una correspondencia precisa entre este módulo y los definidos en el resto de los elementos constructivos como los muros de carga de mampostería, con una variación dimensional entre 0,65-0,77 m. Buscada la correlación de este módulo de 79,4 cm, entre las diferentes unidades antropológicas recogidas en la bibliografía la más próxima es la vara de Teruel 0,768 m o la de Tarragona 0,780 m. cedores de ellas, puesto que ya formaban parte de la cultura de los arquitectos de la época, de hecho, incluso en los siglos precedentes ya se había producido la difusión de las mismas en Hispanoamérica(20). De otro modo, la relación con otros maestros de obra, como Juan Joseph Nadal en Vila Real, o Bartolomé Ribelles, académicos o Fray Alberto Pina hacen pensar en un constante intercambio de conocimientos.De ello se deduce la utilización de una serie de proporciones armónicas o estáticas basadas en la relación de números enteros, tales como 1/2 (dupla), 2/3, 3/4, 3/5, 4/5 y unas proporciones irracionales o dinámicas, basadas en construcciones geométricas tales como 1/√2, 1/√3, 1/√5 o la proporción áurea (1+√5)/2, cuya denominación fue dada en 1835 por el matemático alemán Martín Ohm, lo que lleva a pensar que si bien era una construcción conocida, no se le dio la importancia actual hasta comienzos del siglo xx.Por otro lado, hasta finales del siglo xviii no se define el metro como unidad de medida, produciéndose su aplicación generalizada a mediados del siglo xix, por lo que todas las construcciones anteriores se regían por medidas antropomórficas.Con la desmembración del imperio romano, se pierde la homogeneidad de estas medidas y aparecen variantes regionales(12), no reguladas hasta el siglo xiii, cuando Jaime I instaura un sistema de medidas para todo el reino de Valencia con el Almotacén como responsable de su cumplimiento(21). ...
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In the present article it is analyses the building work of the family’s Master Architect Joseph Ayora, and his contribution to the Valencian temples of the XVIIIth conceived following the hallenkirchen model. This master mason was born in a little village of Teruel, he will leave early indications of his activity as tracer and builder in Castellón’s province, where at least he is related to eleven temples, of which five are hall churches. In the Churches of Castell de Cabres and Cinctorres has been documented the authorship of its traces, in Vila-real its contribution was partial, whereas in the churches of Benifairó de les Valls and Suera it is presupposed. The graphical analysis based on the exhaustive raising of planes of the patrimonial constructed work and on the compared study of its regulatory tracings, its metrics and its composition, appears as a veracious tool, capable of clarifying supposed authorships and reveals the template of design of the tracers.
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p>En Costa Rica, la apertura de la primera escuela de arquitectura y la fundación del Colegio de Arquitectos favorecieron el inicio de una discusión acerca del papel de la profesión en el país (1970-1973). Este texto explora la agencia de la revista oficial del Colegio de Arquitectos como expositora de tópicos alrededor del ambiente tropical: identidad, regionalismo y modernidad, a partir de 1990. La labor editorial sugiere una aspiración permanente por consolidar el campo disciplinar de la arquitectura en Costa Rica.</p
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Este artículo intenta sintetizar los mecanismos de circulación de libros a través de la Carrera de Indias a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII. En una primera parte se expone la situación general de la librería en la Península y en Sevilla, para desarrollar más tarde el estudio de un conjunto de envíos de libros a Quito a través de las redes comerciales sevillanas. Este estudio de caso revela la variada participación de diferentes agentes en la distribución de libros y los medios de que se valen para hacer llegar los libros a territorio americano. Las listas de títulos analizadas permiten evaluar distintas tipologías de envíos y conocer la diferente circulación de obras en los circuitos de distribución de la Carrera de Indias, a la vez, en una primera aproximación, da cuenta de sus destinatarios y de las redes comerciales de intercambio en las que se insertan estas obras
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p>El desarrollo de tipos móviles fundidos de metal a mediados del siglo XVI, permitió el aumento de la producción de libros, a la vez que se redujo su costo, y así se amplió la divulgación de conocimientos y la formación de bibliotecas. Permitió, pues, las posibilidades del alfabetismo universal en el Occidente. La producción, en número de títulos, de la imprenta occidental por siglos ha sido calculada en 42 000 durante el siglo XVII; y 1 839 960 durante el siglo XVIII.</p
En: TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura utilizados en Hispanoamérica (Siglos XVI- XVIII)»
  • Torre Revello Asegura Que Entre Los Libros Que Embarcaron
  • Vitruvio
  • León Serlio
  • Bautista Alberti
  • Juan Vignola
  • De Arfe Y Villafañe
Torre Revello asegura que entre los libros que embarcaron en aquel siglo rumbo al nuevo mundo, se encontraban, entre otros, autores como Vitruvio, Serlio, León Bautista Alberti, Vignola, Juan de Arfe y Villafañe. En: TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura utilizados en Hispanoamérica (Siglos XVI- XVIII)». Revista Interamericana de Bibliografía, vol. VI, 1 (1956), p. 6. 4. MATHES, Michael. «Oasis culturales en la Antigua California: las bibliotecas de las misiones de Baja California en 1773». Estudios de Historia Novohispana, vol. 10, 1991, p. 373. 5. Ibídem.
se hizo con un pródigo inventario de librerías y bibliotecas, como también se hizo de los registros de envíos de libros que llegaron desde el viejo continente. MATHES, Michael. «Oasis culturales en la Antigua California…», p. 372. 23. Ibidem, p. 11. 24. Revello cita la obra de Rubén de Vargas Ugarte
  • Santo De Esta Manera
  • Oficio
De esta manera, el Santo Oficio, se hizo con un pródigo inventario de librerías y bibliotecas, como también se hizo de los registros de envíos de libros que llegaron desde el viejo continente. MATHES, Michael. «Oasis culturales en la Antigua California…», p. 372. 23. Ibidem, p. 11. 24. Revello cita la obra de Rubén de Vargas Ugarte, S. J. Ensayo de un diccionario de artífices coloniales de la América Meridional. Buenos Aires, 1941, pp. 150-152;
esta información está sacada de unos apuntes biográficos realizados por E. Hartherre: «Santiago Rosales, el alarife mulato; una nota biográfica en la arquitectura virreinal peruana» (Separado del nº
  • Revello Según
Según indica Revello, esta información está sacada de unos apuntes biográficos realizados por E. Hartherre: «Santiago Rosales, el alarife mulato; una nota biográfica en la arquitectura virreinal peruana» (Separado del nº. 5 de Peruanidad, Lima, 1942). Ibidem., pp. 14-15.
se pueden encontrar todos los tratados de arquitectura que se tradujeron o produjeron en España, a raíz de la llegada del tratado de Vitruvio «De Architectura» a la Península
  • García En Esta Obra
  • José Melero
  • Enrique
En esta obra, se pueden encontrar todos los tratados de arquitectura que se tradujeron o produjeron en España, a raíz de la llegada del tratado de Vitruvio «De Architectura» a la Península. En: GARCÍA MELERO, José Enrique. Literatura española sobre artes plásticas. Madrid: Encuentro, 2002. 47. SEBASTIÁN LÓPEZ, Santiago. «Influencia italiana…», p. 322. 48. Ibidem, p. 325. 49. Ibid. 50. Ibid.
Torre Revello asegura que entre los libros que embarcaron en aquel siglo rumbo al nuevo mundo, se encontraban, entre otros
  • Autores Como Vitruvio
  • León Serlio
  • Bautista Alberti
  • Juan Vignola
  • De Arfe Y Villafañe
Torre Revello asegura que entre los libros que embarcaron en aquel siglo rumbo al nuevo mundo, se encontraban, entre otros, autores como Vitruvio, Serlio, León Bautista Alberti, Vignola, Juan de Arfe y Villafañe. En: TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura utilizados en Hispanoamérica (Siglos XVIXVIII)». Revista Interamericana de Bibliografía, vol. VI, 1 (1956), p. 6.
Estos datos, seguramente están documentados en el estudio realizado por Revello, y que cita en este trabajo, por lo que directamente me remito a él en TORRE REVELLO, José. «El Libro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española
Estos datos, seguramente están documentados en el estudio realizado por Revello, y que cita en este trabajo, por lo que directamente me remito a él en TORRE REVELLO, José. «El Libro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española». Publicaciones del Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Núm. LXXIV, 1940, pp. XXIX y XXXI. 9. Ibidem, pp. 6-7.
Las obras de Arfe a las que Revello hace referencia, son las de: Quilador de la plata, oro y piedras preciosas; y De varia commesuración para la escultura y arquitectura. Ibidem. 13. Ibíd. Y véase el artículo de PORRAS MUÑOZ
  • Desde Sudamérica
  • El Río Orinoco Hasta El Istmo De Panamá
Sudamérica, desde el río Orinoco hasta el istmo de Panamá, perteneciente a la audiencia de Panamá desde 1563. Ibid., p. 7. 11. TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura…», p. 7. 12. Las obras de Arfe a las que Revello hace referencia, son las de: Quilador de la plata, oro y piedras preciosas; y De varia commesuración para la escultura y arquitectura. Ibidem. 13. Ibíd. Y véase el artículo de PORRAS MUÑOZ, Guillermo. «Diego de Ibarra y la Nueva España». Estudios de Historia Novohispana, 2 (1968), pp. 49-78.
Según indica Revello, esta información está sacada de unos apuntes biográficos realizados por E. Hartherre: «Santiago Rosales, el alarife mulato; una nota biográfica en la arquitectura virreinal peruana» (Separado del nº. 5 de Peruanidad
  • Torre Revello
  • José De Arquitectura
TORRE REVELLO, José. «Tratados de Arquitectura...», p. 14. 25. Según indica Revello, esta información está sacada de unos apuntes biográficos realizados por E. Hartherre: «Santiago Rosales, el alarife mulato; una nota biográfica en la arquitectura virreinal peruana» (Separado del nº. 5 de Peruanidad, Lima, 1942). Ibidem., pp. 14-15.