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Los estudiantes como jóvenes: El proceso de subjetivación

Authors:

Abstract

This article presents the theoretical reflections about the object of study analyzed in the research line "Young people and school" developed by the author with his Master and PhD students. These researches, which focus on high school contexts, try to overcome the still existing division between the studies about students and the studies about young people; that is why here the students are considered as young people. The theoretical approach is that it is not enough to deal with the young and student life from the concepts of sociability and sociabilization, and therefore the author proposes to focus also on the subjectification process, characterized by the distance with regard to the norms and values, the development of likings, interests and abilities of their own, the reflection and decision making. In this subjectification process the diverse experiences, the encounter with the other and the conversations are essential, because those practices are the starting point of the experiences and identities of young students.
Perles Educativos | vol. XXXIV, núm. 135, 2012 | IISUE-UNAM
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Los estudiantes como jóvenes
El proceso de subjetivación
E W
*
Este artículo expone las reexiones teóricas sobre el objeto de estudio
abordado en la línea de investigación “jóvenes y escuela” que el autor ha
desarrollado con sus estudiantes de maestría y doctorado. Estas investi-
gaciones, centradas en la educación media superior, buscan superar la se-
paración aún existente entre los estudios sobre estudiantes y los estudios
sobre jóvenes; para ello se considera a los estudiantes como jóvenes. El
enfoque teórico sostiene que no basta abordar la vida juvenil y estudian-
til desde los conceptos de sociabilidad y socialización y propone enfocar
también el proceso de subjetivación, caracterizado por la distancia res-
pecto a normas y valores, el desarrollo de gustos, intereses y capacidades
propias, la reexión y la toma de decisiones. En este proceso de subjetiva-
ción son de suma importancia las vivencias diversas, el encuentro con el
otro y las conversaciones. Es a partir de estas prácticas que se desarrollan
las experiencias e identidades de los estudiantes jóvenes.
is article presents the theoretical reections about the object of study
analyzed in the research line “Young people and school” developed by the
author with his Master and PhD students. ese researches, which focus
on high school contexts, try to overcome the still existing division between
the studies about students and the studies about young people; that is
why here the students are considered as young people. e theoretical ap-
proach is that it is not enough to deal with the young and student life from
the concepts of sociability and sociabilization, and therefore the author
proposes to focus also on the subjectication process, characterized by the
distance with regard to the norms and values, the development of likings,
interests and abilities of their own, the reection and decision making. In
this subjectication process the diverse experiences, the encounter with
the other and the conversations are essential, because those practices are
the starting point of the experiences and identities of young students.
Palabras clave
Estudiantes
Jóvenes
Socialización
Subjetividad
Identidad
Educación media
superior
 *Maestría y Doctorado por la Universidad Erlangen, Alemania; profesor-investigador titu lar del Departamento de
Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del IPN (CINVESTAV), en el que
coordina la línea de investigación " jóvenes y escuela". Es miembro del Consejo Mexicano de Investigación Edu-
cativa, de la Academia Mexicana de la Ciencia y del Sistema Nacional de Investigadores. Con relación al tema de
este artículo ha publicado, entre otros: (2008, en coautoría con I. Guerra, E. Guerrero, J. Hernández, O. Grijal-
va y J. Avalos), “Young People and High School in Mexico: Subjectivisation, others and reexivity ”, Ethnography
and Education Journal, vol. 3, núm. 1, marzo, pp. 17-31; (2011, en coautoría con J.Ma. Mejía), “La violencia entre
chicas de secundaria”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 16, núm. 49, abril-junio, pp. 545-570.
CE: eweiss@cinvestav.mx
Keywords
Students
Young people
Socialization
Subjectivity
Identity
High school education
Recepción: 2 de febrero de 2011 | Aceptación: 5 de mayo de 2011
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Eduardo Weiss | Los estudiantes como jóvenes. El proceso de subjetivación
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Introducción
Este artículo presenta una reexión sobre
conceptos centrales en el estudio de los es-
tudiantes como jóvenes, producto de la línea
de investigación sobre “escuela y jóvenes”
que trabajo con mis estudiantes de maestría
y doctorado. Esta línea busca superar la uni-
lateralidad de los estudios sobre estudiantes
y de los estudios sobre jóvenes. Las investiga-
ciones sobre estudiantes los enfocan princi-
palmente en términos de su condición social,
su desempeño escolar y su trayectoria acadé-
mica, aunque algunas de ellas contemplan
crecientemente a los estudiantes como actores
inmersos en diferentes experiencias con sus
pares y en prácticas socio-culturales, como
señala el estado de conocimiento de Guzmán
y Saucedo (2005). Por otro lado, las investiga-
ciones sobre jóvenes los enfocaron primero
como integrantes de bandas y posteriormente
como productores de culturas juveniles (cfr.
Feixa, 1999; Reguillo, 2000), fuera del ámbito
escolar. Actualmente existe una búsqueda de
acercamiento entre los estudios educativos
sobre estudiantes y aquellos que incorporan
las prácticas socioculturales de los jóvenes;
esto coincide con el reconocimiento explíci-
to, por parte de investigadores sobre jóvenes,
de la necesidad de emprender estudios hacia
los “otros” jóvenes, los menos problemáticos
o llamativos, para conocerlos (Feixa, 1999: 96;
Reguillo, 2000: 31); este estudio se enfoca a la
mayor parte de los jóvenes en las ciudades,
que son a la vez estudiantes (nivel medio su-
perior), al tiempo que se intenta comprender a
los estudiantes como jóvenes.
La conceptualización que se expone a
continuación no es un marco teórico previo
a los estudios sino producto de las investiga-
ciones realizadas y de las reexiones sobre
el objeto hasta ahora construido, generada
en diálogo continuo entre teorías y referen-
tes empíricos. Hace tiempo presentamos
un primer estado del conocimiento que ha-
bíamos alcanzado sobre el tema y que fue
publicado en inglés (Weiss, Guerra, Guerrero,
Hernández, Grijalva y Ávalos, 2007) y en 2009
en español. El presente escrito se centra en
explicitar la conceptualización teórica de la lí-
nea de investigación, y en especial el concepto
de subjetivación.
La línea de investigación cuenta con cua-
tro tesis de maestria terminadas (Guerra, 1998;
Guerrero, 1998; Ávalos, 2007; Valle, 2009), cin-
co de doctorado terminadas (Guerra, 2008;
Guerrero, 2008; Hernández, 2007; Romo,
2009; Grijalva, 2010) y dos de doctorado en
proceso. Las investigaciones se realizaron
con estudiantes de bachillerato en el Colegio
de Ciencias y Humanidades (
UNAM
), en un
Centro de Estudios Tecnológicos Industrial
y de Servicios en la Ciudad de México y en
una preparatoria del puerto de Mazatlán; la
de Romo se realizó con jóvenes universitarios
en Aguascalientes. Estas tesis han utilizado
diferentes técnicas cualitativas relacionadas
con la etnografía y la narrativa: entrevistas au-
tobiográcas de una a tres horas (tesis de Elsa
Guerrero e Irene Guerra); conversaciones y
entrevistas abiertas ( Joaquín Hernández, Olga
Grijalva y Job Ávalos); así como la observa-
ción no participante (Hernández y Grijalva),
y la participante como cuasi-estudiante en el
salón de clases (Job Ávalos).
El punto de partida fue el hallazgo, en las
tesis de maestría de Guerra y Guerrero, de que
la escuela es sobre todo un espacio de vida
juvenil, de encuentro con pares, amigos y no-
vios. Las tesis posteriores muestran que este
espacio juvenil no es sólo un espacio lúdico
y de diversión; a través de sus prácticas y las
conversaciones sobre ellas, lo jóvenes también
aprenden de sus experiencias en un amplio
registro y forman sus identidades.
Para construir nuestro objeto de estudio
desde una perspectiva teórica, revisamos los
aportes y limitaciones de diferentes enfoques.
Los estudios actualmente dominantes sobre
culturas juveniles (Feixa, 1999; Reguillo, 2000)
presentan al joven como creador de nue-
vas culturas; los enfoques de socialización
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enfatizan la interiorización de las normas es-
colares o bien la rebelión contra ellas (Willis,
1977); otros enfatizan la construcción de va-
lores y reglas dentro de los grupos juveniles
(Coleman, 1961; Willis, 1977). En muchos estu-
dios actuales sobre culturas juveniles, el con-
cepto de socialización es sustituido por el de
sociabilidad de las tribus (Maesoli, 2004), y
en ellos se enfatiza la convivencia emocional y
la expresión estética. En cambio, el proceso de
subjetivación, de construcción de la identidad
o de autoría del yo, es pocas veces enfocado.
El trabajo que nos alertó con relación al
proceso de subjetivación fue el libro En la es-
cuela, de Dubet y Martucelli (1998: 196-197):
…los colegiales [que corresponden a los es-
tudiantes de secundaria en México] hacen
la experiencia de una verdadera tensión, es
decir, una ruptura entre el alumno y el ado-
lescente. Con la adolescencia se forma un “sí
mismo” no escolar, una subjetividad y una
vida colectiva independientes de la escuela,
que “afectan” a la vida escolar misma. Toda
una esfera de la experiencia de los indivi-
duos se desarrolla en el colegio, pero sin él.
Dubet y Martuccelli (1998) enfocan en
paralelo el proceso de socialización y de in-
dividualización y arman que la experiencia
se desarrolla en tres lógicas de interacción:
la interiorización de normas o roles (socia-
lización), el desarrollo de una subjetividad
personal en forma de gustos e intereses que
conduce a los individuos a establecer una dis-
tancia con su socialización (subjetivación) y la
actuación instrumental o estratégica, cifrada
en un cálculo de utilidad de inversión en las
tareas escolares con vistas a proyectos futuros
y considerando sus recursos y recorrido es-
colar previo (estrategia). Dubet y Martuccelli
enfatizan la correspondencia de cada una de
las lógicas de acción con las diferentes etapas
del recorrido escolar: los niños de primaria se
socializan, los de secundaria viven un proce-
so conictivo con la escuela al desarrollar su
subjetividad, mientras que los jóvenes de nivel
de bachillerato manejan sus obligaciones es-
colares como estrategas.1
Nuestra línea de investigación enfatiza que
estas lógicas se desarrollan en paralelo en todas
las etapas escolares. Nuestro centro de interés
es el proceso de subjetivación en estudiantes
de nivel medio superior, el cual se desarrolla en
un contexto de sociabilidad (lógica de interac-
ción ausente en el esquema teórico de Dubet y
Martuccelli) que no se agota en el intercambio
lúdico (como postula Maesoli). Enfatizamos
que en el proceso de subjetivación son impor-
tantes la interacción con otros, las vivencias di-
versas y las conversaciones con compañeros y
amigos que forman parte de la reexión.
La escuela como espacio juvenil
Nos causó gran impacto encontrar con mu-
cha frecuencia en los relatos de los jóvenes, en
una primera investigación sobre el signicado
de cursar el bachil lerato, expresiones como las
siguientes: estoy en la escuela para “ver a mis
amigos”, “encontrarme con mi novia”, “en
casa me aburro”. Para dar cuenta de estas
expresiones creamos la categoría “la escuela
como espacio de vida juvenil”2 (cf r. Guerra,
1998 y 2000; Guerrero 1998 y 2000; Guerra y
Guerrero, 2004).
Profundizamos en las siguientes investi-
gaciones sobre el tema: encontrarse con ami-
gos, “ligar” con chavas o chavos, entrar en bo-
las y cambiar de amigos, llevarse de manera
más ligera o pesada, juntarse y destacar, son
algunas de las actividades que los estudiantes
realizan día a día (Hernández, 2006; Grijalva,
2010). Ávalos (2007) encontró que la vida
1 Para una res eña más amplia de ese libro véa se Weiss, 2000.
2 Otras mot ivaciones de estar en la e scuela son la obtención del cert icado que permite el pa so a la educación supe-
rior y que proporciona mayores opor tunidades pa ra un empleo formal, la adqu isición de competencias per sonales
y académicas, y un sent ido de logro personal y social (“ser alg uien”).
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juvenil no se limita a los espacios intersticia-
les de la actividad académica (antes y después
de clases) sino que se despliega también en el
salón de clase, sustrae tiempo a la actividad
escolar para bromas o intercambios (de tonos
y juegos de celulares, música y comics, entre
otros) y para múltiples conversaciones sobre
los temas más variados que surgen espontá-
neamente, especialmente durante los traba-
jos grupales.
Pero sobre todo encontramos (Guerrero,
2008; Hernández, 2007; Grijalva, 2010) que las
experiencias que viven los jóvenes en sus gru-
pos de pares y con sus parejas en la escuela,
no se agotan en la pura diversión. Nos in-
teresa destacar que los jóvenes conversan y
reexionan sobre sus vivencias. Para concep-
tualizar nuestro objeto de estudio se revisa-
ron diferentes construcciones teóricas; a con-
tinuación se reseñan brevemente los aportes
y las limitaciones que hemos encontrado en
las mismas.
Los estudios sobre
culturas juveniles
Para comprender a los estudiantes en tanto
jóvenes, dirigimos nuestra mirada hacia los
estudios sobre jóvenes. En los años ochen-
ta los jóvenes aparecen como integrantes de
bandas; posteriormente se abordan como
participantes de culturas y estéticas juveniles
(Feixa, 1999 y 2005; Reguillo, 2000). El estudio
de Willis (1977) subraya, desde una perspecti-
va de lucha de clases, la resistencia de los jó-
venes de clase obrera a la cultura escolar he-
gemónica y concibe la cultura juvenil como
subalterna y rebelde. Los estudios actuales
sobre jóvenes han superado la noción de la
cultura juvenil como subalterna y presentan a
los jóvenes como protagonistas en la creación
de nuevos estilos culturales (Feixa, 1999 y 2005;
Reguillo, 2000; Urteaga, 2007).
A través de la noción de culturas juve-
niles, la investigación sobre jóvenes actual-
mente dominante logró establecer un objeto
de estudio propio, independiente de los es-
tudios psicológicos sobre los adolescentes;
sustituye la concepción del adolescente
como sujeto en crecimiento o maduración
por la idea de los jóvenes como creadores de
nuevas culturas que se expresan sobre todo
a través de la música y de las estéticas. Esa lí-
nea de investigación ha superado, como los
mismos estudios subrayan, la referencia del
joven como sujeto incompleto y la noción de
que los jóvenes viven en una etapa moratoria
en la cual no necesitan asumir responsabili-
dades adultas. A veces este supuesto triunfo
es presentado de manera chusca, como la
superación del concepto del “adolecente” (el
que adolece de madurez), cuando de hecho
“adolescencia” signica crecer, como señalan
Obiols y Di Segni (2006). Al tratar al joven
como el cuasi-adulto que vive en mundos
gurados propios, estos estudios han perdi-
do la noción de crecimiento y construcción
(paulatina y cambiante) de las identicacio-
nes como proceso.
Desde una perspectiva sociológica o
cultural, pocos estudios sobre jóvenes aún
conservan la noción de adolescencia. Dubet
y Martuccelli (1998: 196 y s.) intitulan uno de
sus capítulos sobre adolescentes de secunda-
ria “Crecer”. Urresti (2002), quien rescata la
noción de Erikson de adolescencia como de-
sarrollo de la identidad y crisis, plantea que
los grupos de adolescentes representan espa-
cios de autonomía en los que se experimen-
tan las primeras búsquedas de independen-
cia; a la vez rescata, junto con Margulis, la
idea de moratoria, no tanto como moratoria
social, sino como moratoria vital, de un ex-
cedente temporal, fundado en que la muerte
está muy lejos; de ahí el sentido de invulne-
rabilidad de los jóvenes (Margulis y Urresti,
2000). Sin embargo, Urresti (2002) sigue con-
ceptualizando estos fenómenos como parte
del proceso de socialización. Pensamos que
es importante enfocar el proceso de subjeti-
vación que ocurre en paralelo al proceso de
la socialización.
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La socialización y la sociabilidad
Los estudios sobre los jóvenes en su condición
de alumnos han enfatizado el concepto de
socialización, centrándose en la transmisión
inter-generacional de normas y su interioriza-
ción. La escuela se concibe como transmisora
de normas de la sociedad a futuras genera-
ciones, aunque esta función parece estar en
declive (Dubet, 2006). Desde una perspectiva
crítica, Bourdieu y Passeron (1965) enfatiz aron
la función reproductora de la socialización y
la reproducción de la sociedad de clases por
la escuela. Nosotros consideramos que los es-
tudiantes que llegan al nivel medio superior,
sin duda se han socializado exitosamente en
el ocio de ser estudiantes, y se adaptan en los
primeros semestres a las normas de la nue-
va institución (Guerrero, 2006 y 2008) —o no,
como muchos estudiantes de clases populares
del bachillerato tecnológico, que en los prime-
ros semestres abandonan la escuela (Guerra,
2008)—. Es en la secundaria que los estudian-
tes retan a los profesores y se rebelan contra
la escuela; a nivel medio superior más bien le
“dan el avión” a los maestros y a la escuela.
La condición juvenil también se ha enfoca-
do desde el concepto de socialización, en tanto
socialización intra-generacional. Feixa (1999)
identica algunos investigadores estadouni-
denses como Lynd y Linton, quienes propu-
sieron, ya en 1929 y 1942 respectivamente, que
los adolescentes y jóvenes tienen un mundo
separado de los adultos, y que en las culturas
del colegio crean sus propios valores, reglas y
jerarquías. El estudio de Coleman (1961), La
sociedad adolescente, en un high-school esta-
dounidense de clase media, muestra que lo
más importante era lograr popularidad. En
nuestros estudios podemos observar cómo di-
ferentes grupos de estudiantes de bachillerato
desarrollan sus propias normas y valores res-
pecto del comportamiento con los maestros
y la dedicación a las tareas, el look, la música
aceptable y el tipo de diversiones preferidas
(Grijalva, 2010; véase también Ávalos, 2007).
En los estudios actuales sobre jóvenes y
“tribus urbanas” ha tenido gran impacto el
concepto de “socialidad” de Maesoli (2004),
quien postula que nuestra sociedad no es
enteramente moderna, racional y civilizada,
sino que, por el contrario, en ella emergen
los micro-grupos o tribus, y se plantea que
en lugar de enfocar la socialización se debería
enfatizar la “socialidad”. Este concepto reto-
ma (reriéndolo sólo de paso) el concepto de
“sociabilidad” de Simmel, que enfatiza el gus-
to de la unión con otros y el aspecto lúdico de
estar juntos (Simmel, 2002 [1917]); Maesoli
agrega, desde la lectura de Nietzsche (autor a
quien reere extensamente), la noción de los
excesos festivos dionisiacos y del predominio
de la estética sobre la ética.
En nuestras investigaciones (Ávalos, 2007;
Guerrero, 2008; Hernández, 2007 y Weiss et
al., 2007) sin duda aparece la socialidad de
Maesoli: los jóvenes pasan una buena parte
de su vida cotidiana en relaciones grupales de
tipo lúdico y afectivo, donde se trata de “vibrar
juntos”. En la tesis de Grijalva (2010), encontra-
mos que la mayoría de los grupitos entrevista-
dos en la preparatoria del puerto de Mazatlán
se orienta hacia la diversión, los menos hacia
el estudio y varios grupos combinan, como
estrategas de su tiempo, la diversión con los
estudios. Sin embargo, la convivencia entre
los jóvenes no se agota en la diversión.
Más allá de la socialización y
sociabilidad: la subjetivación
La teorización sobre los jóvenes requiere ir
más allá de los conceptos de sociabilidad y de
socialización; necesita recuperar el concepto
de subjetivación, es decir, la noción de que, en
paralelo al proceso de socialización, se desa-
rrolla el proceso de subjetivación.
Estamos viviendo una época de revalori-
zación de la singularidad del individuo y de la
subjetividad como el sentimiento de algo per-
sonal (Martuccelli, 2007); las emociones y las
relaciones intimas se han convertido en objeto
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legítimo de la sociología, como puede verse
en los trabajos de Giddens (1997) y de Beck y
Beck-Gernsheim (2003). La subjetividad es
considerada por Holland et al. (1998) como
un desarrollo en la interfase entre lo social y
el sí mismo encarnado en la persona, como la
autoría del sí mismo. Esta subjetividad se de-
sarrolla y se vuelve observable, no de manera
introspectiva, sino en las interacciones de los
sujetos, en las prácticas en las que participan
las personas y en la forma como hablan sobre
ellas y sobre sí mismas (Hernández, 2007).
Con estas nociones de subjetividad (re)sur-
gen también los conceptos de subjetivación
e individuación, en oposición, o como com-
plemento, del concepto de socialización. Los
conceptos de subjetivación, de individuación
e individualización están estrechamente em-
parentados; el de subjetivación proviene más
bien del ámbito de la reexión sociológica y el
de individuación del ámbito psicológico, pero
ambos apuntan a lo mismo: el desarrollo de la
persona. Este último enfatiza la singulariza-
ción creciente en las sociedades actuales.3
La subjetivación implica:
•El desarrollo de gustos, intereses y ca-
pacidades propios; esta noción se ori-
gina en la noción romántica y huma-
nista del individuo del siglo
XIX
, ante
el trasfondo del ideal de desarrollo de
la singularidad de cada individuo y del
desarrollo pleno del potencial humano
en alguna de sus facultades, una idea
que se encuentra movilizada en el con-
cepto pedagógico de “formación” y que
revive hoy bajo la denominación de
“expresión autentica” (cfr. Taylor, 1996),
tan importante entre los jóvenes.
•La “interiorización” de normas y valo-
res —postulado central del concepto
de socialización— supone su inserción
en los esquemas cognitivos y morales
individuales y su consecuente modi-
cación —pensemos en los procesos de
asimilación y acomodación de Piaget
(Ferreiro, 1999)—; Dreier (2010: 91) se-
ñala que las acciones, pensamientos y
emociones de los sujetos deben fun-
cionar en formas exibles; su proceder
no puede ser el mero seguimiento de
esquemas, procedimientos y reglas: los
sujetos más bien necesitan interpretar
y ubicar los estándares y reglas para in-
cluirlos en la acción situada concreta.
•En la perspectiva cultural de los estu-
dios etnográcos se aborda el mismo
problema desde el concepto de “apro-
piación” que, según Rockwell (2005: 29),
“tiene la ventaja de transmitir simultá-
neamente a un sentido de naturaleza
activa transformadora del sujeto y, a la
vez del carácter coactivo, pero también
instrumental, de la herencia cultural;
Chartier (1991: 19, cit. por Rockwell,
2005: 30), argumenta que la apropiación
siempre “transforma, reformula y exce-
de lo que recibe”.
•La emancipación de las normas y valo-
res dominantes, así como el desarrollo
de normas y valores propios (Dubet y
Martuccelli, 1998), noción que surgió,
como señala Martuccelli (2007), en el
contexto de los movimientos sociales
con relación a sujetos colectivos y los
movimientos sociales (obreros y femi-
nistas), y que cobra renovada relevancia
para los sujetos individuales; se trata de
convertirse en actor, con decisiones ba-
sadas en criterios morales propios, es
decir, del proceso de hacerse responsa-
ble de sí mismo (Hernández, 2007).4
3 Según Martuccelli (2007), el concepto de subjetivación enfati za más la emancipación de est ructuras y va lores do-
minante s y la elaboración de normas y va lores propios; el de indiv iduación enfatiza u na relación más ínti ma de los
indiv iduos consigo m ismos, y el de individua lización, la sing ularización c reciente en las sociedades actua les.
4 La tesis de Hernández (2007) contribuyó decisivamente a la incorporación de los conceptos de “agencia”, “sí mis-
mo” y “reexividad” en nuestra línea de investigación. En su parte teórica, los explicita como elementos de la
construcción de la identid ad.
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•La capacidad de reexionar sobre las
distintas demandas de los “otros gene-
ralizados” (de las expectativas de rol) y
sobre la posición propia frente a estas
demandas (Mead (1999 [1934]); para po-
der actuar, el actor tiene que tomar en
cuenta lo que los otros esperan de él (lo
que “a mí” me dijeron), pero el “yo mis-
mo” (self ), de Mead, es la capacidad de
reexionar sobre las distintas deman-
das, y sobre la posición propia en ellas,
esto es, se trata de una instancia de re-
exión y decisión (cfr. Hernández, 2007).
•El sentido de la agencia del yo, que de-
riva de la sensación de poder iniciar y
llevar a cabo actividades por su cuenta
(Bruner, 1990); la “agencia” destaca la
capacidad humana de hacer y decidir
la forma de utilizar los recursos sim-
bólicos de la cultura para construir su
identidad y, en alguna medida, recon-
gurar las prácticas y espacios en que
se participa (Bucholtz, 2002, cit. por
Hernández, 2007: 11). Ya Kierkegaard
había señalado que en nuestra exis-
tencia tenemos la necesidad y posibi-
lidad constante de elegir y decidir (cfr.
Gadamer, 2005); los sujetos desarrollan
proyectos personales en diferentes ám-
bitos de vida (Schütz, 1993).
•El conocimiento emocional de sí mis-
mo que arranca con las novelas del ro-
manticismo, llega a su acepción cientí-
ca con Freud, y hoy en día encuentra
su popularización en los manuales de
auto-ayuda, en paralelo a la revaloriza-
ción de la intimidad en los escritos so-
ciológicos (Giddens, 1997; Beck y Beck-
Gernsheim, 2003).
Estas características son parte del surgi-
miento del individuo en la modernidad desde
hace siglos. Actualmente las presiones hacia
la individualización se acentúan. Ante el de-
clive de las instituciones, según Beck y Beck-
Gernsheim (2003), el individuo moderno se ha
convertido en una institución social: se le exi-
ge auto-coordinación, planeación del tiempo
y membresías múltiples en una sociedad de
opciones. Bauman (2004) enfatiza que el indi-
viduo está confrontado a problemas inéditos
a causa de la rapidez de los cambios, lo que lo
obliga cada vez más, en el marco de una mo-
dernización, a hacer un uso permanente de
la reexividad, y Giddens (1997) señala que la
identidad del yo es un proyecto reexivo.
El desarrollo de gustos, intereses, capaci-
dades, valores y normas propios se maniesta
en la creación de patrones y prácticas de los
grupos juveniles (cfr. Coleman, 1961; Willis,
1977; Reguillo, 2000). Esta creación no siempre
es original; las más de las veces es una adhe-
sión a normas grupales existentes. Es carac-
terístico de los jóvenes de secundaria que se
creen más “auténticos” entre más elmente
imitan el look de un ídolo musical. Se podría
argumentar que simplemente sustituyen las
normas adultas y escolares dominantes por
normas juveniles dominantes; sin embargo,
podemos considerar la adhesión a normas
distintas, aunque asumidas grupalmente,
como un paso hacia la elaboración de nor-
mas personales; así como enfocar los looks
como “máscaras” bajo las cuales se esconde el
desarrollo incipiente de una subjetividad per-
sonal,5 o como una forma de experimentar
con alternativas diferentes. Es interesante ob-
servar el desarrollo de un gusto propio entre
las mujeres estudiantes de más edad en la pre-
paratoria de Mazatlán: ellas destacan la forma
personal en la que combinan ciertos atuendos
y accesorios, considerando en sus decisiones
las características de sus cuerpos y sus actitu-
des (Grijalva, 2010).
Por otro lado, es necesario reconocer que
no se trata de revivir una concepción idealista
5 Esta inter pretación se inspira e n Dubet y Martucce lli (1998), quienes adoptan la noción de m áscaras, de Go man,
para caracterizar la subjetivación adolescente incipiente bajo las máscaras del bufón y del payaso, con relación a
los maestros y ante la mirada de sus compa ñeros.
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de subjetivación o individuación, ajena a la
inuencia social y cultural. Sin duda los gus-
tos, intereses, valores y normas —no sólo de
los jóvenes, sino de todos— están moldeados
por ujos culturales (hegemónicos y emer-
gentes) promovidos por los medios de co-
municación, como enfatizan acertadamen-
te Giddens (1997), Bauman (2004) y Beck y
Beck-Gernsheim (2003). Las actuaciones y re-
exiones de los jóvenes hacen uso de diversos
modelos y representaciones sociales, viejos y
nuevos, pero los combinan y modican de
manera grupal e individual.
La construcción de la identidad
como proceso continuo
La construcción de una identidad es un asun-
to importante para los jóvenes, tanto la cons-
trucción de una identidad social o cultural
como de una identidad personal: ¿qué hago y
quién soy?, ¿qué voy hacer y quién quiero ser?
Los jóvenes están en un proceso continuo de
identicarse con otros (pares) y distinguirse
de otros (pares).
El tema de la identidad se ha discutido en
las ciencias sociales preferentemente en térmi-
nos de la adscripción y aliación a identidades
colectivas. Por mucho tiempo la identidad era
determinada (y/o concebida) predominan-
temente por la adscripción familiar o ba-
rrial y por la identicación con un trabajo,
una profesión o una clase social; un ejemplo
contemporáneo se encuentra en la teoría de
habitus de Bourdieu (1988). Pero los movi-
mientos étnicos, raciales y de género —en
general, los nuevos movimientos culturales—
han mostrado que las adscripciones son más
diversas y que manejamos a la vez múltiples
identidades (Martuccelli, 2007); entre ellas, las
electivas de carácter cultural cobran cada vez
más importancia.
Lahire (2004) enfatiza que el actor es plu-
ral, vive a las vez en diferentes ámbitos (p.
ej. la familia, la escuela, el trabajo) y en cada
uno de ellos tiene diferentes experiencias
socializadoras y adquiere diferentes disposi-
ciones, lógicas de acción y formas de reexi-
vidad. Hernández (2007) señala que la forma-
ción de la identidad personal es un proceso
de apropiación de recursos identitarios, re-
ferencias compartidas y un aprendizaje de la
experiencia.
En muchos estudios sobre juventud(es), las
identidades aparecen dadas por las estéticas
juveniles de adscripción y son duraderas; en
cambio, en nuestros estudios sobre los estu-
diantes los jóvenes experimentan con diferen-
tes estilos y formas de ser: vemos jóvenes que
sólo quieren hablar de su identidad de grate-
ro (Valle y Weiss, 2010) y otros que gratean un
rato y después lo dejan (Guerra, 2008).
Las identidades se construyen en un doble
proceso de socialización (interiorización de
normas y valores) y de subjetivación (eman-
cipación y elaboración de normas y valores
propios), sobre todo al convivir con otros
(sociabilidad). El proceso de socialización y
de subjetivación es un proceso nunca acaba-
do, pero son los jóvenes quienes lo viven con
mayor intensidad. Ellos exploran continua-
mente diferentes ámbitos y maneras de inte-
ractuar. Las identicaciones se generan en la
práctica social, y son vividas en y a través de
la actividad en diferentes ámbitos de vida o
mundos gurados. Los términos de ámbitos,
contextos, mundos de vida, “mundos gura-
dos” (Holland et al., 1998), “comunidades de
práctica” (Lave y Wenger, 1991) son conceptos
que marcan acentos diferentes pero aluden
a un denominador común: se trata de ámbi-
tos de interacción donde los actores realizan
cierto tipo de actividades que requieren del
desarrollo de determinados conocimientos y
habilidades, comparten ciertos signicados,
normas y valores en sus interacciones y los
actores ocupan determinadas posiciones y
jerarquías (pensemos en la escuela, el trabajo
o el grupo de pares juvenil). Al participar en
las prácticas de diferentes ámbitos nos socia-
lizamos en ellos (comprendemos sus signi-
cados y reglas de juego y nos convertimos en
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participantes competentes), a la vez que nos
subjetivamos (sopesamos las normas, desa-
rrollamos preferencias, escogemos ciertas ac-
ciones y no otras).
Se discute si se construye la identidad, o
más bien “identidades”, entre los que deen-
den cierta continuidad y coherencia de las ac-
tuaciones del individuo en diferentes ámbitos
de la vida (p. ej. en la familia y en la escuela) y
los que enfatizan que se trata de actuaciones
diferentes; hay quienes enfatizan la búsqueda
de continuidad y coherencia entre el pasado,
el presente y el futuro (entre el adolescente
temprano, el joven y el futuro adulto) y los que
lo consideran una quimera. Los extremos se-
rían la persona “vertical con carácter”, privile-
giada como ideal del siglo
XIX
, y el individuo
fragmentado y móvil (cfr. Arfuch, 2002) de los
posmodernos.
Sin duda se trata de realidades, concep-
ciones e ideales culturales históricamente
cambiantes, y siempre habrá que investigar
empíricamente hacia dónde se inclinan las
personas concretas. Por ejemplo, el mode-
lo tradicional de transición de la escuela al
trabajo y la formación de una familia pro-
pia sigue plenamente vigente entre los es-
tudiantes de la Universidad Autónoma de
Aguascalientes (Romo, 2009). Asimismo,
juega una doble hermenéutica en el sentido
de Giddens (2001), de que los signicados que
usan los “expertos” se han popularizado y
son usados por los sujetos investigados para
signicar su vida cotidiana. Para los jóvenes
estudiantes que observamos, las consignas
aparecen de manera contradictoria: en los
medios de comunicación se considera chic
ensayar nuevos estilos de vida e identidades,
mientras que en el bachillerato se pide que
diseñen un proyecto de vida coherente (cfr.
Guerrero, 2008). También nuestra forma de
investigar inuye en los resultados: al realizar
estudios de carácter narrativo-biográco so-
bre las trayectorias y proyectos de vida, como
lo hicieron en nuestra línea Guerra (2008),
Guerrero (2008) y Romo (2009), se induce a
los jóvenes a armar relatos de vida con cierta
coherencia, si bien muchos jóvenes enfatizan
también los cambios que han tenido. 6
Ricoeur (1996) problematizó la identi-
dad consigo mismo a partir de los cambios y
continuidades, es decir, la continuidad y los
cambios físicos de la persona, y la continui-
dad y los cambios en la palabra dada a otras
personas. Ambos temas son de preocupación
entre los jóvenes; pensemos en las continuida-
des y rupturas en las amistades, como mues-
tra Grijalva (2010), y en los noviazgos, como
muestra Hernández (2007).
En todos los ámbitos de su vida los jóve-
nes exploran diferentes maneras de hacer y de
ser: son hoy hijos obedientes y mañana hijos
rebeldes, estudiantes modelo en la primaria,
valemadristas en la secundaria y estrategas
en el bachillerato; se identican con ciertos
estilos musicales y luego cambian a otros; son
amigos conables y buscan nuevos amigos
más acordes a sus nuevos intereses; son no-
vios eles por un tiempo y luego tienen varias
novias; entran y salen de diversos trabajos,
etc. Pero también reexionan, se vuelven más
“maduros”, como ellos mismos proclaman
(Hernández, 2007; Guerrero, 2008).
¿Recorridos y retornos?
En el bachillerato, tanto las escuelas como las
familias otorgan a los jóvenes un mayor mar-
gen de libertad y decisión propia, si bien eso
no es homogéneo entre las diferentes fami-
lias ni entre los diferentes tipos de escuela. La
mayor capacidad de decisión propia de estos
estudiantes permite vivir la vida juvenil en
sus diferentes manifestaciones y experimen-
tarla con sus riesgos, y los riesgos siempre han
atraído a los jóvenes (Weiss et al., 2007).
Hay muchas libertades: “muchísimas, por
ejemplo, aquí tú ves a la gente fumando... por
6 Sobre la discusión entre “big stories”, generadas a partir de narrativas de v ida, y “small stories”, a partir de conver-
saciones puntales e in formale s, véase Bamberg, 2006.
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ejemplo si quieres entrar a tus clases, si no
quieres no entras, porque aquí no hay prefec-
tos…” (Danae, estudiante de
CCH
-Sur, cuarto
semestre). Después de un ingreso lleno de ex-
pectativas positivas suele surgir el atractivo del
espacio juvenil: “el ambiente ¿no?, te va jalan-
do, te gusta pues, andar conviviendo y todo
(Danae). El grupo de amigos invita a faltar
a clases. Varios de los estudiantes de cuarto,
quinto y sexto semestres han reprobado mate-
rias y ahora se sienten presionados a terminar
el bachillerato (véase con más profundidad en
Guerrero, 2006; Hernández, 2006).
Y no pocos logran el retorno. En los “vira-
jes en la dirección del curso de vida”, como lo
ha mostrado Guerrero (2006 y 2008) —usando
un concepto acuñando por Elder (1994)—, los
jóvenes del
CCH
se dedican más a los estudios
la segunda vez (Guerrero, 2006) o retornan a
la escuela después de haberla abandonado y
de pasar un tiempo en la banda y el alcohol
o en experiencias poco gratas en trabajos
informales (Guerra, 2008). El aprendizaje
más signicativo para algunos estudiantes
parece haber sido el siguiente: “todas estas
experiencias me sirvieron para hacerme más
responsable… me sirv ió mucho porque, este,
¡híjole! Fue una época en la que me hice res-
ponsable” (Javier).
Es signicativo el uso de palabras como
“adquirir responsabilidad”, “reexionar” y
“madurar” por parte de los estudiantes (Her-
nández, 2006 y 2007; Guerrero, 2006 y 2008).
Dubet y Martuccelli (1998) señalan que para
crecer, para pasar de niño a adolescente [y a
adulto, agregaríamos], un factor importante
es la madurez y las características emocio-
nales de seguridad e independencia asocia-
das a ella. Hernández (2007) señala —usando
la expresión de Beck and Beck-Gernsheim
(2003)— que hacerse cargo de sí mismo y de su
vida es una parte importante del proceso de
individuación.
Por cierto, para estos relatos de vida la me-
táfora de la “trayectoria” parece poco pertinen-
te: no se trata de trayectorias balísticas como
las que gracan Bourdieu y Passeron (1965),
más bien se observan recorridos y retornos;
pero no se trata tampoco de laberintos, como
propone Pais (2003). Sólo algunos jóvenes
mexicanos son tan pesimistas. Propongo
visualizar las trayectorias escolares y laborales
(cfr. Guerra, 1998) más bien como una red de
caminos —algunos marcados, otros por ha-
cer— en cuyos cruces los jóvenes tienen que
elegir su recorrido.
La subjetivación como
conocimiento del “otro”
y de sí mismo
Los estudios sobre culturas juveniles enfati-
zan la importancia de identicarse con de-
terminada estética. En los noventa los estilos
punk, metalero, cholo, etc., incluso fueron
bautizados por los estudios sobre jóvenes
como “identidades juveniles”, concepto que
posteriormente se rechazó por su esencia-
lismo (Reguillo, 2000: 41). Además de identi-
carse, se trata de distinguirse de los otros.
Ahí el “Otro” hace referencia al “antagonista”
a la “alteridad radical”, que a su vez permite
construir un sentimiento de “nosotros”, as-
pecto que es enfatizado por los estudios sobre
las culturas juveniles al tratar el tema de los
“Otros” (Reguillo, 2000: 41).
Efectivamente, podemos observar —más
en la escuela secundaria, pero también en el
bachillerato— que los estudiantes se juntan en
grupos con gustos e intereses similares (gustos
musicales, estilos de producir la apariencia y el
interés por los estudios o por diferentes tipos de
diversión) y no pocos hablan despectivamente
de los grupos de enfrente (Grijalva, 2010).
Pero también podemos observar estu-
diantes que valoran la diversidad y la posibili-
dad de poder vivirla: “hay muchos ambientes
diferentes, eso es bien bonito, y te das cuenta
que estaba en un sector como que muy chi-
quitito [una secundaria particular] en el am-
biente que yo estaba viviendo” (estudiante del
CCH
, cfr. Hernández, 2007).
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Los “Otros” diferentes de nuestras inves-
tigaciones no son principalmente el anta-
gonista o la alteridad radical, sino el “Otro”
hermenéutico: grupos diferentes por los que
me intereso, los compañeros, los amigos, la
pareja. La hermenéutica (cfr. Gadamer, 2005
[1960]; Ricoeur, 1996; Taylor, 1996) siempre ha
enfatizado que conocer y tratar de compren-
der a “Otros” (otras lenguas, otras culturas,
otras historias y otras personas) permite com-
prenderse mejor a sí mismo; los jóvenes estu-
diantes están interesados en ello.
La escuela es para los jóvenes un lugar
por excelencia para conocer al otro en muy
variadas experiencias de amistad, compañe-
rismo, amor y sexualidad, como muestra la
investigación de Hernández (2007). Más im-
portantes que los otros muy diferentes, son
los otros similares, los amigos y compañe-
ros. Al “platicar en conanza” con ellos, los
jóvenes pueden mostrarse de manera más
íntima y conocer puntos de vista diferentes
al suyo. También establecen diferentes ti-
pos de relaciones con el otro género: como
cholocate (tomándose de las manos), amigo-
vio, free (encuentro erótico o sexual casual)
o como “novio”. El conocimiento práctico
del “Otro” pasa por la sensualidad corporal,
pero también por compartir, por abrirse al
otro, por el apoyo recíproco, el ensayo y el
error. En las relaciones amorosas aprenden a
manejar los vínculos sociales de intimidad,
conanza, cuidado del otro e incertidumbre
amorosa, así como las capacidades de ex-
presar los afectos, descubrir otras maneras
de sentir y atender las necesidades del otro,
como señala Hernández (2007). Dubet y
Martuccelli (1998: 217) señalan que en la rela-
ción amorosa de los colegiales se aprecia su
deseo de explorar su propio Yo con la ayuda
de un compañero.
La experimentación y la
experiencia
El concepto de experiencia7 implica la noción
de experimentación, como se puede apreciar
en los escritos del ámbito anglosajón, desde
Bacon hasta Dewey, donde la noción de expe-
riencia alude a lo empírico sensual-corporal
y a la prueba de experimentación. Pais (2003:
29) considera a los jóvenes contemporáneos
como una generación dominada por lo alea-
torio, que parece aventurarse en una “ética
de experimentación”. Dayrell enfatiza que las
aventuras y experimentaciones de los jóvenes
implican retos personales: las múltiples expe-
rimentaciones de los jóvenes
…buscan superar la monotonía de lo coti-
diano y procuran aventuras y excitaciones.
En este proceso prueban sus potencialida-
des, improvisan y se enfrentan con sus pro-
pios límites, y muchas veces toma n caminos
que signican desvíos y rupturas, pero son
formas de auto-conocimiento (2007: 116).
Por su parte Hernández (2007), enfatiza la
“exploración” de prácticas, comportamientos,
sentimientos y pensamientos.
Es este sentido, el viejo concepto psicoló-
gico de la “moratoria juvenil” (Erikson, 1981;
Marcia, 1993) —considerado anatema por mu-
chos de los estudios sobre jóvenes, ya que im-
plica que la juventud es una fase transitoria, de
espera y preparación para la vida adulta— ad-
quiere otro sentido: un tiempo de exploración
y experimentación (Romo, 2009: 164).
Pero los jóvenes no sólo viven aventuras,
también reexionan, aprenden de sus expe-
riencias, les sirven para conocerse mejor a sí
mismos y trazar caminos y proyectos. El con-
cepto de experiencia implica la reexión sobre
7 El concepto de experiencia de Dubet (2006) y Dubet y Martucelli (1998) se basa en Touraine, y enfatiza acerta-
damente el trabajo que tiene que realizar la persona para fabricarse; su precisión en términos de las tres lógicas
de acción es interesante, pero insuciente para agotar la riqueza del concepto de experiencia y del concepto de
subjetivación.
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las vivencias y sobre las alternativas de acción,
como han enfatizado Giddens, 1997; Bauman,
2004; Beck y Beck-Gernsheim, 2003. Esa es la
acepción que hemos usado mayoritariamente
en nuestras investigaciones (Hernández, 2006
y 2007; Guerrero, 2006 y 2008; Romo, 2009).8
Las conversaciones como proceso
de reflexión
Dubet y Martuccelli señalan: “Así, en el liceo,
los alumnos consagra n lo esencial de su tiempo
libre… a practicar el arte de la conversación…
la cual se realiza, en algunos casos, en los cafés,
donde se encuentran los alumnos para hablar
de la clase, de todo y de nada” (1998: 334).
Ávalos (2007), un tesista de maestría de
nuestra línea, logró convivir con un grupo de
estudiantes del
CCH
, primero en sus clases de
lectura y redacción y de biología, y después
también fuera de las clases; él relata algunas
de las conversaciones, dentro y fuera del salón
de clase: los jóvenes hablan de sus vivencias
en la última esta y de la próxima a organizar,
discuten sobre los grupos musicales o eventos
deportivos, comentan algunos programas de
televisión y hablan de sus inquietudes y expe-
riencias afectivas o sexuales.
Dreier enfatiza que:
Las prácticas sociales… son prácticas con-
textuales locales intervinculadas que par-
ticipan en prácticas más abarcadoras, y las
personas que se mueven dentro de ellas y
a través de ellas, crean vínculos directos e
indirectos entre estas prácticas, para sí mis-
mos y para otros (2010: 87).
Desde nuestro punto de vista, las prácti-
cas desarrolladas en los diferentes ámbitos
de vida se vinculan sobre todo al momento
de conversar sobre ellas. El joven, al platicar
con sus pares, da cuenta de las vivencias que
tiene en otros ámbitos como el familiar o el
de trabajo; así la conversación se convierte en
un vehículo para la interconexión de distintos
ámbitos y prácticas de los jóvenes.
Las conversaciones entre los estudiantes,
aun cuando versan sobre temas triviales, les
permiten conocer otras opiniones y son una
forma de reexión, como señala Hernández
(2007). Sus ejemplos más destacados reeren al
ámbito del amor y de la sexualidad, tanto en las
conversaciones dentro de las parejas como en
las conversaciones con amigos y compañeros
sobre las vivencias con la pareja: al conversar y
escuchar las experiencias de otros adquieren y
amplían sus experiencias eróticas y/o sexuales.
El “habla privada” (Vigotski, 2003, cit. por
Romo, 2009: 116), además de comunicar a otros
los pensamientos, orienta los procesos cog-
noscitivos y regula el pensamiento, a manera
de auto-instrucción; es un esfuerzo del indi-
viduo para guiarse a sí mismo. Incluso la re-
exión solitaria puede entenderse como una
especie de conversación, de “diálogo interno”
(Holland et al., 1998) desde la perspectiva de
voces sociales de Bajtín (2003). En las entre-
vistas sobre el viraje en sus cursos de vida, los
jóvenes resaltan las voces de sus padres en su
conciencia, al tomar la decisión de dedicarse
más a los estudios:
yo decía híjole, es que pues es que mi
papá, pues consigue no sé cómo el dine-
ro para yo venirme a la escuela y yo vengo
a nada más entrar a una clase y todavía
a ponerme mis moños y decir no, no me
gusta cómo da la clase el maestro… ¡no,
no entro!
8 El término alemán para experiencia es “Erfahrung”, que contiene la noción existencial de diversas vivencias en los
caminos de la vida: “fahren” signica viajar. “Erfahrung” suele referirse a las cosas memorables durante la vida. A
veces el concepto de experiencia se confunde con la transferencia de conocimientos de generaciones anteriores a
los jóvenes, pero, como señala Gadamer (2005: 421 y ss.), las experiencias las tiene que realizar cada uno, no sólo en
el sentido positivo sino también en el negativo: las ex periencias dolorosas y la s equivocaciones; el conjunto de ex pe-
riencias son , sobre todo, experiencias d el Tú y de comprensión del Tú, es decir, de la convivencia c on otros humanos;
la experiencia es, por un lado, inseparable del mundo en que v ivimos y de sus trad iciones culturales, a la vez que las
vivencias si empre son personales; par a que las vivencias se c onviertan en ex periencias, es ne cesario tomar conc iencia
del mundo cult ural e histórico e n el que vivimos y de la ex istencia como persona en la  nitud de la vida.
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Conclusiones
Los jóvenes estudiantes que aparecen en las
tesis de nuestra línea de investigación pasan
gran parte de su tiempo en las interacciones
con sus pares, les gusta estar asociados en sus
grupos de pares y con sus amigos (sociabili-
dad) y divertirse con ellos (socialidad). En
cada grupo establecen sus propias normas y
valores (socialización entre pares). A la vez,
ser estudiante requiere seguir ciertas normas
de la escuela y de la sociedad de adultos (socia-
lización inter-generacional).
Tanto las familias como los establecimien-
tos escolares suelen otorgar a los estudiantes
del nivel medio superior mayor libertad para
decidir sobre el uso de su tiempo, la forma de
vestir y con quiénes relacionarse. Esta mayor
libertad es consecuencia y requisito de un
creciente proceso de subjetivación de los es-
tudiantes: del desarrollo de gustos, intereses y
capacidades, de la emancipación de normas y
valores, de la creciente reexión sobre las exi-
gencias y necesidades de otros, y de la crecien-
te capacidad de elección y decisión.
La subjetivación no es —en la mayoría de
los casos— un proceso solitario. Una razón
principal para acudir diariamente a la escue-
la es que ahí están los amigos, novios y com-
pañeros, reales o esperados. Las escuelas del
nivel medio superior —por ser usualmente
establecimientos grandes y reagrupar de
manera diferente a los estudiantes en cada
semestre o por materias— facilitan conocer a
otros, otros diferentes que llaman la atención
por sus su estilos y por sus maneras de actuar
y de ver las cosas. Los otros más importantes
son los amigos y novios. Con ellos compar-
ten vivencias y conversan sobre ellas. Estas
conversaciones se realizan por el placer de
conversar (sociabilidad), pero son también
una forma de reexión (subjetivación). Al
reexionar sobre las vivencias, éstas se cons-
tituyen en experiencias.
Conocer y comprender a otros les permite
conocerse y comprenderse mejor a sí mismos
e ir construyendo sus identicaciones. A tra-
vés de múltiples vivencias y experiencias, los
jóvenes se socializan, en el sentido de saber
manejar las normas y valores en diferentes
ámbitos de la vida, y se subjetivan al elabo-
rar normas y valores propios; a la vez cons-
truyen sus identidades en diferentes ámbitos
de su vida y esbozan sus proyectos (siempre
temp orales).
Muchas veces, por estar con amigos, no-
vios y compañeros descuidan los estudios
o de plano se desinteresan de ellos; por ello
—aunque no es la única causa de deserción—
un segmento de los estudiantes no logra
terminarlos a tiempo o con buenas calica-
ciones, o deserta. Sin embargo, parte conside-
rable de los jóvenes llega a un punto de viraje
en su vida, donde reconsidera y se dedica otra
vez a los estudios o regresa a la escuela después
de haberla abandonado. Ellos declaran que a
través de sus experiencias han “madurado”.
Creemos importante recuperar el con-
cepto del adolescente que crece, no como una
etapa en una concepción evolutiva, sino como
proceso en marcha continua. No como un
proceso puramente intrasubjetivo, sino como
un proceso que se gesta en prácticas y viven-
cias con otros y que se convierte, a través de las
conversaciones y la reexión, en experiencias
intra-subjetivas. Rescatar para los estudios
sobre los jóvenes el concepto de “crecimiento”
de la psicología de la adolescencia y promover
el concepto de subjetivación, no implica que
estemos enfocando un sujeto psicológico;
estamos interesados en el sujeto psicológico,
social y cultural: en la persona.
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... Asimismo, se motivaron a continuar estudiando, y con grandes dificultades y retrasos retomaron la secundaria o el bachillerato, intercalando las modalidades abiertas y escolarizadas pues, además de las responsabilidades escolares, están a cargo del cuidado de sus hijas e hijos y de su sustento material-económico. El contacto e identificación con los discursos que promueven la participación ciudadana y la reivindicación de sus derechos como mujeres y como indígenas generó procesos de subjetivación que promovieron una conciencia de su "derecho a tener derechos" (Weiss, 2012). ...
... Este último aspecto, no es diferente para la institución etnoeducativa de Cali. Tal como ocurre en el caso ecuatoriano, las políticas educativas a nivel nacional tienen una influencia directa entre docentes y estudiantes, aún más en temas de educación desde la instauración de ciudadanía que cobra peso en la educación para la paz reglamentada en Colombia (Méndez y Casas, 2009, p. 112;Weiss, 2012;de Zubiria, 2015). Aunque políticamente la Cátedra de Paz se fijó desde la Ley 1732 de 2014 y se reglamentó como obligatoria en los diferentes currículos a nivel nacional (decreto 1038) desde la firma de los acuerdos en 2016 hubo un énfasis hacia temas de paz, convivencias y resolución de conflictos que se retomaron por algunas secretarías de educación y alcaldía municipales a nivel nacional. ...
... Este último aspecto, no es diferente para la institución etnoeducativa de Cali. Tal como ocurre en el caso ecuatoriano, las políticas educativas a nivel nacional tienen una influencia directa entre docentes y estudiantes, aún más en temas de educación desde la instauración de ciudadanía que cobra peso en la educación para la paz reglamentada en Colombia (Méndez y Casas, 2009, p. 112;Weiss, 2012;de Zubiria, 2015). Aunque políticamente la Cátedra de Paz se fijó desde la Ley 1732 de 2014 y se reglamentó como obligatoria en los diferentes currículos a nivel nacional (decreto 1038) desde la firma de los acuerdos en 2016 hubo un énfasis hacia temas de paz, convivencias y resolución de conflictos que se retomaron por algunas secretarías de educación y alcaldía municipales a nivel nacional. ...
... Al respecto Weiss (2012), reconoce la importancia de recuperar el concepto de objetivación a la par del proceso de socialización toda vez que se desarrollan de manera simultánea, ante ello es importante considerar que la subjetividad se desarrolla y vuelve observable, no a manera introspectiva, sino en las interacciones de los sujetos, en las prácticas en las que participan las personas y cómo hablan sobre ellas y sobre sí mismas (Hernández, 2007;citado por Weiss, 2012). En consecuencia, la explicación sociológica requiere entonces, demostrar no sólo la existencia de diferencias objetivas entre los agentes sociales con respecto a las condiciones de vida, sino también que tales diferencias se asocien a diferencias en determinadas disposiciones socioculturales en tanto construcción social del individuo. ...
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Partiendo de la premisa de que tanto subjetividad como objetividad no sólo son parte de una misma realidad, sino que no se pueden comprender ni explicar una sin la otra, es que en este libro se presenta una aproximación para el estudio de la subjetividad, particularmente, en estudiantes universitarios. Para ello, se parte de la formación de estudiantes universitarios desde una perspectiva de la subjetividad, se presentan una serie de argumentos y reflexiones que permiten contextualizar, desde un posicionamiento sociocultural, rasgos de subjetividad tales como las emociones, los valores, la ética y la equidad de género. Posteriormente, se revisan posicionamientos teórico-conceptuales sobre la subjetividad y la objetividad, vistas incluso de manera antagónica por un sector de especialistas, pero también y prioritariamente, se focaliza sobre una perspectiva relacional, incluso dialéctica entre ellas, es en este contexto que se recupera la teoría de la economía de las prácticas sociales de Bourdieu como un eje articulador para la integración de un modelo teórico-metodológico de aproximación al estudio de la subjetividad. Dicho modelo, integra, por una parte, una perspectiva comparada, así como técnicas cuantitativas tales como el análisis multivariante pero también recupera técnicas cualitativas como las entrevistas y los marcos interpretativos principalmente; de esta manera se reconoce que la objetividad a partir del sentido objetivo aunado a la subjetividad conceptualizada a través del sentido de lo vivido son elementos que permiten abordar las prácticas sociales de los agentes considerando en todo momento, el estrecho vínculo con la espacio-temporalidad.
... Muchos adolescentes mexicanos han vivido precarios procesos de socialización; para ellos, ha fallado una primera etapa, en la cual la familia debería de construir su identidad, sus expectativas y los esquemas básicos de relación de sí y con los otros; lo mismo que en la segunda etapa, o experiencia escolar, en la que deberían de apropiarse de las herramientas simbólicas para comprender y adaptarse con éxito al mundo social (Gollás, 2017;Weiss, 2012). ...
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Este trabajo aborda la reducción de la capacidad educativa de las adolescencias mexicanas por parte de la escuela pública y sus familias. Muestra cómo muchos adolescentes mexi­canos viven precarios procesos de socialización, sobre todo los más pobres, aquellos que habitan en las periferias urbanas y en las áreas rurales. Se evidencia que la escuela pública y las familias no están dotando a los adolescentes de las capacidades para la adaptación y para la interacción simbólica en sus contextos sociales. Dichos problemas demandan solu­ciones estructurales para ofrecer a las adolescencias en crisis, soluciones sustentables. Fren­te a ello, sostenemos que es otra la educación que tendrá que resolver los efectos perversos de la desigualdad, la inequidad y la exclusión; aquella que haga posible la convivencia. A partir de esta constatación, se propone descubrir a los adolescentes, al mismo tiempo que se sugiere pasar de una escuela ajena a una centrada en las adolescencias.
... Para el análisis de la experiencia estudiantil universitaria, se asumió la perspectiva sociocultural de estudios sobre las culturas juveniles contemporáneas que dan cuenta de la emergencia de expresiones culturales generacionales, que resignifican las producciones culturales globales en los escenarios locales. Los procesos de socialización conviven con formas diversas de subjetivación, que interpelan a las juventudes sobre hacerse a sí mismos, asumiendo diferentes tácticas, de manera individual y grupal, frente a los condicionantes institucionales (Weiss, 2012). Se considera que, si bien la experiencia estudiantil configura un momento clave en los trayectos de la vida, las y los estudiantes son parte de un entramado generacional más amplio en el que dialoga con otras juventudes -no estudiantes-, de acuerdo con sus identificaciones, intereses, códigos, formas de expresión, producción y circulación de lo cultural (García Canclini, 2004). ...
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Diversos estudios dan cuenta de que la masificación observada en las universidades durante las últimas dos décadas se produce con la incorporación de una población estudiantil que es, en su mayoría, primera generación de universitarios/as en sus familias. Estas investigaciones muestran que, en el caso de los sectores más desfavorecidos, la inclusión de las y los jóvenes al sistema educativo se produce a partir de una acumulación de desventajas en las condiciones educativas y sociales. La investigación que enmarca este escrito se propuso com- prender la compleja trama que configura la experiencia estudiantil en las y los jóvenes de ingreso reciente a las universidades del sur del conurbano bonaerense, identificando las dimensiones que definen, promueven u obstaculizan los logros académicos y la permanencia en las universidades. En este marco, se propone describir e interpretar las trayectorias escolares, las prácticas culturales que for- man parte de su vida cotidiana y social, las prácticas mediáticas y tecnológicas de acceso al conocimiento, sus experiencias como estudiantes de reciente in- greso, las expectativas sobre su futuro más inmediato académico y más mediato, profesional y/o laboral, entre otras. Para el desarrollo de la investigación se opta por una complementariedad metodológica, que articule técnicas y estrategias de investigación cuantitativa y cualitativa.
... Los referidos grupos (de amistad o compañerismo) permiten a las y los jóvenes sentirse en confianza y al mismo nivel para comunicarse, e incluso para disentir, lo que no sucede con el mundo adulto -en el hogar y en la escuela-, donde madres, padres, maestras y maestros imponen las reglas. En este mundo juvenil, en la interacción con los otros, los jóvenes tienen la posibilidad de opinar y elegir ante diversos aspectos de la vida que se plantean y con ello formarse criterios propios (Weiss, 2012). A diferencia del proceso de socialización, en el que las personas se "apropian" de las normas sociales, en la subjetivación el individuo va creando un "sí mismo", a través de la elaboración de normas y valores propios respecto de las estructuras y valores de la sociedad dominante (Dubet y Martucelli, 1998). ...
... Los referidos grupos (de amistad o compañerismo) permiten a las y los jóvenes sentirse en confianza y al mismo nivel para comunicarse, e incluso para disentir, lo que no sucede con el mundo adulto -en el hogar y en la escuela-, donde madres, padres, maestras y maestros imponen las reglas. En este mundo juvenil, en la interacción con los otros, los jóvenes tienen la posibilidad de opinar y elegir ante diversos aspectos de la vida que se plantean y con ello formarse criterios propios (Weiss, 2012). A diferencia del proceso de socialización, en el que las personas se "apropian" de las normas sociales, en la subjetivación el individuo va creando un "sí mismo", a través de la elaboración de normas y valores propios respecto de las estructuras y valores de la sociedad dominante (Dubet y Martucelli, 1998). ...
... Puebla 2021 / Modalidad virtualÁrea temÁtica 09. SujetoS de la educación La escuela no deja de ser un lugar de subjetivación mediante la socialización donde se enfatiza la interiorización de las normas escolares; o bien, la rebelión contra ellas(Willis, 1977; como se citó enWeiss, 2012), tal como lo refiereDubet y Martuccelli (1998): ...
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La presente ponencia forma parte de los resultados de una investigación doctoral cuyo objeto de estudio es la trayectoria educativa, estancia y salida de la escuela secundaria, y el retorno al bachillerato, mediante los significados construidos a partir de las experiencias y vivencias escolares, familiares y personales que ocho jóvenes comparten a través de sus relatos de vida. Es una investigación cualitativa y descriptiva con enfoque fenomenológico-hermenéutico, que alude a la comprensión e interpretación de los sucesos y acontecimientos que viven estos jóvenes en la escuela, con los profesores, la familia y los pares en torno a la imagen que constituyen de sí mismos a partir de la realidad personal que los envuelve. Se utiliza el método biográfico-narrativo y la técnica de entrevista semiestructura, ya que facilitan la reconstrucción de los relatos mediante el análisis narrativo y reflejan la manera en cómo ha sido vivido subjetivamente el trayecto educativo de estos jóvenes durante la escuela secundaria. Los hallazgos en esta parte de la investigación develan el conjunto de significados que ocho jóvenes construyen de la escuela secundaria, de manera previa, a su salida anticipada, junto con la re-significación que realizan una vez que logran retornar a la escuela, después de un periodo fuera de esta, reincorporándose en el nivel medio superior. Palabras clave: concepciones del estudiante, escuelas, subjetividad, juventud. Área temática 09. Sujetos de la educación. Línea temática: Significados, representaciones, prácticas culturales y procesos de socialización en los que participan los actores de la educación. Tipo de ponencia: Reporte final de investigación.
Conference Paper
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El objetivo de este trabajo es explorar los procesos de memoria de maestras (os) disidentes de la Ciudad de México con relación a su formación en la Escuela Nacional de Maestros, en un periodo de resistencia contra la reforma educativa de 2013. El estudio se desprende de una investigación más amplia bajo la perspectiva etnográfica y hace un análisis cualitativo de los relatos de vida de cuatro docentes de escuelas primarias públicas. Los hallazgos muestran un hábito social de memoria vinculado a la normal como espacio de subjetivación y un uso estratégico del pasado como parte de un proceso de reforzamiento identitario. Documentar estas memorias contribuye a una mayor comprensión del movimiento magisterial y al registro de las voces de los grupos subalternos.
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Parto de una concepción de las escuelas como lugares de intersección de redes y procesos que rebasan los límites físicos e institucionales del espa-cio escolar. Concibo las escuelas como lugares «permeables» a los procesos culturales y sociales del entorno.' Desde esta óptica, la escuela deja de ser una institución «relativamente autónoma», que se reproduce a sí misma de manera casi inmutable. Es, en cambio, un ámbito en el que pueden ocurrir diversos procesos sociales y culturales. La reproducción es así un proceso entre otros muchos posibles, incluida la diferenciación, la resistencia, la ne-gociación, la inclusión y la exclusión, la producción y la formación cultural. Entre estos procesos, la apropiación es uno particularmente complejo e in-teresante. En este ensayo sólo intento aclarar el sentido en el que he utiliza-do este concepto, e ilustrarlo con algunos ejemplos retomados'de mi inves-tigación sobre el caso de las escuelas rurales en T l a ~ c a l a . ~ Los análisis recientes sobre procesos sociales reconocen la intersección que existe entre «el coniportamiento intencional, racional de los sujetos» y «los elementos del contexto socinl y cultural que limitan o facilitan la ac-ción humana», un tema central de muchas discusiones teóricas (Giddens, 1984, pág. 177). Muchos estudios en este campo exploran la relación entre prácticas culturales y procesos sociales, en contextos históricos particula-res, sin presuponer soluciones univers;iles. 1 . Véase Nespor, 1997 y Jiilia, 1995. 2. En Rockwell (1994 y 1996) expongo algunos resultados de mi estudio sobre la época en el caso de Tlaxcala. El concepto d e apropiación es particularmente útil para abordar esta re-lación. Existen, sin embargo, varias interpretaciones del término. E n el pa-radigma d e la reproducción, apropiación se refiere a la concentración de capital simbólico por parte de los grupos sociales dominantes.' E n otros es-quemas conceptuales, la apropiación puede partir d e otros sectores socia-les. Este uso más amplio sugiere que la apropiación d e recursos y prácticas culturales puede ocurrir en múltiples direcciones. N o sigue necesariamente el modelo de apropiación unidireccional d e la plusvalía que se da en la pro-ducción capitalista, y que sirvió como modelo inicial. Es decir, la apropia-ción cultural, aunque se encuentra limitada por condiciones materiales y simbólicas, puede resultar sustancialmente diferente d e la apropiación del ciclo económico d e producción/reproducción.
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Trad. en espagnol de : l'Homme pluriel
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Los l quidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Por eso la met fora de la liquidez es la adecuada Para aprehender la naturaleza de la fase actual de la modernidad. No hay pautas estables ni predeterminadas en esta versi n privatizada de la modernidad. Bauman examina desde la sociolog a cinco conceptos b sicos en torno a los cuales ha girado la narrativa de la condici n humana: emancipaci n, individualidad, tiempo/espacio, trabajo y comunidad; conceptos que est n hoy vivos y muertos al mismo tiempo.
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La adolescencia es un período de la vida que se caracteriza por cambios abruptos. Entre los primeros teóricos que se ocuparon del tema ya quedaba claro que para las sociedades occidentales se trataba de un período de crisis y reestructuración de la personalidad 1 , o como dijo Rousseau en el Emilio una etapa de "segundo nacimiento". En efecto, en nuestras sociedades con la llegada de la adolescencia la gran mayoría de los niños pierde seguridades y vive duelos: se abre progresivamente a una vida social en la que el lugar de su propia familia se desplaza: en ese movimiento, aquella anterior cuasi monopólica instancia va perdiendo peso específico y se ve obligada a "conversar" con otras instancias de la socialización. En dicho proceso van surgiendo cosmovisiones y valoraciones no necesariamente acordes con los mandatos de la tradición heredada. Con la adolescencia se abren espacios de conflicto intergeneracional en el interior de las familias, siempre renovados con la sucesiva entrada de cada miembro en la pubertad. Es decir que el período conflictivo no sólo es interior al sujeto que vive la transformación en primera persona, también afecta a su entorno inmediato. Familias y escuelas, ámbitos primordiales de la niñez mayoritaria, entonces comienzan a compartir su espacio con otras dimensiones de la vida social en la que los adolescentes expanden las redes de relaciones dentro de las que normalmente actúan. Mientras transcurre * Marcelo Urresti, 35 años, porteño. Estudió las Carreras de Sociología y Filosofía de la UBA. Es docente en la materia Sociología de la Cultura de la carrera de Sociología e investigador del Instituto Gino Germani, ambos pertenecientes a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Ha publicado dos libros como compilador junto a Mario Margulis (La segregación negada. Cultura y discriminación social, Biblos, Buenos Aires, 1999 -elegido por la Fundación el Libro como Mejor Libro de Sociología del año 1999-y La cultura en la Argentina de fin de siglo, Eudeba, Buenos Aires, 1998) varios artículos específicos sobre la temática juvenil y adolescente en libros (Margulis, Mario y otros. La cultura de la noche. La vida nocturna de los jóvenes en Buenos Aires, Espasa, Buenos Aires, 1994; e ídem, La juventud es más que una palabra. Ensayos sobre cultura y juventud. Biblos, Buenos Aires, 1996) y en revistas especializadas nacionales y extranjeras. También ha publicado estudios críticos, traducciones y numerosas recensiones bibliográficas sobre temas de filosofía, crítica cultural y sociología. Ha recibido en distintas oportunidades el Premio a la Productividad Académica y como miembro del proyecto Cultura y discriminación social el Premio Expocyt en el año 1995.
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This article is based on ethnographic work with two “crews” of young graffiti artists in southern Mexico City. The crews share certain characteristics with gangs or urban tribes, but more with “communities of practice”: they live in the “figured world” of graffiti, a community of practice at the local and global level. Through participation, including observation and the study of fanzines, group members learn the language, technical and social skills, and values of this figured world. Their reasons to paint and the topics they express are varied, but authentic expression is fundamental. Graffiti allows these young people to establish an interesting interplay of identities in the world of graffiti versus their ordinary lives.