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Revista Chilena de Pediatría - Mayo-Junio 2010
Estrés Postraumático en Niños y Adolescentes
Abusados Sexualmente
PAULINA RINCÓN G.*1, FÉLIX COVA S.*1, PATRICIA BUSTOS T.*2,
JAIME AEDO S.*3, MARIO VALDIVIA P.4
1. Psicólogo(a), Dr(a). en Psicología, Dpto. de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Concepción.
2. Trabajadora Social, Magíster en Psicología mención Salud.
3. Psicólogo, Escuela de Psicología, Universidad Santo Tomás Sede Los Ángeles.
4. Médico Psiquiatra, Dpto. de Psiquiatría, Facultad de Medicina, Universidad de Concepción.
Departamento de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Concepción.
ABSTRACT
Post-Traumatic Stress Disorder among Sexually Abused Children and Adolescents
Introduction: The development of Post-Traumatic Stress Disorder (PTSD) is a frequently observed effect
of sexual abuse among children and adolescents. Objectives: This study focused on the prevalence of PTSD
among children and adolescents who were victims of sexual abuse. Method: A sample of 75 sexually abused
children and adolescentes seeking outpatient care were evaluated utilizing a Children’s Post Traumatic Stress
Scale (CPSS). Results: 21.3% met the criteria for PTSD, an additional 16% met the criteria for a SubSyn-
drome. Conclusions: These data confi rm the importance of focusing on post-traumatic symptomatology on
sexually abused children and adolescents. Equally important is the fi nding that the majority of the children in
the sample did not show symptomatology at the time of the study.
(Key words: Sexual abuse, Post-Traumatic Stress Disorder, PTSD, children, adolescent).
Rev Chil Pediatr 2010; 81 (3): 234-240
RESUMEN
Introducción: El desarrollo de sintomatología postraumática es uno de los efectos del abuso sexual de niños
y adolescentes que se observa con mayor frecuencia. Objetivos: En el presente estudio se evaluó la preva-
lencia de trastorno de estrés postraumático y del denominado subsíndrome de estrés postraumático en niños y
adolescentes víctimas de abusos sexuales. Método: La muestra estuvo constituida por 75 niños y adolescentes
sexualmente abusados consultantes de centros de atención quienes fueron evaluados con la Escala Infantil de
Síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático (CPSS). Resultados: Un 21,3% cumplió con los criterios
para el diagnóstico de Trastorno de Estrés Postraumático, y un 16% adicional cumplió con los criterios de
ARTÍCULO ORIGINAL
RESEARCH REPORT
Rev Chil Pediatr 2010; 81 (3): 234-240
Trabajo recibido el 07 de abril de 2010, devuelto para corregir el 26 de abril de 2010, segunda versión el 27 de abril de 2010,
aceptado para publicación el 29 de abril de 2010.
Correspondencia a:
Paulina Rincón G.
E-mail: princon@udec.cl
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Volumen 81 - Número 3
Introducción
Los contextos y formas en que pueden dar-
se experiencias califi cables como abuso sexual
de niños y adolescentes (en adelante, se uti-
lizará el concepto de “abuso sexual infantil”
englobando tanto el abuso sexual de niños
como el de adolescentes) son muy diferentes.
En términos generales, el abuso sexual infantil
constituye un signifi cativo factor de riesgo de
desarrollo de psicopatología, no sólo en mo-
mentos cercanos a la experiencia abusiva, sino
distanciados de ésta temporalmente1-3.
Si bien legalmente se distingue entre abuso
sexual y violación, en el contexto del presente
artículo se utiliza el concepto de abuso sexual
infantil en un sentido amplio, que abarca las
distintas formas en que niños y adolescentes
son implicados en actividades sexuales por
personas que les superan de modo signifi cati-
vo en edad4.
Dado que la experiencia abusiva puede
darse de formas muy distintas, es complejo es-
tablecer en términos absolutos las consecuen-
cias psicológicas que genera la experiencia de
abuso sexual. No existe un síndrome especí-
fi co post abuso sexual; el impacto potencial
del abuso sexual puede abarcar muy distintos
ámbitos del comportamiento y desarrollo5. Las
consecuencias psicológicas del abuso sexual
se encuentran relacionadas con una serie de
variables que suelen interrelacionarse de modo
complejo. Entre otras, han sido destacadas la
frecuencia y severidad de la experiencia abu-
siva; el tipo de vínculo con el agresor; la pre-
sencia de violencia directa durante el abuso;
el grado de culpa y victimización del niño/a o
adolescente por parte de la familia o referentes
signifi cativos; la confi anza demostrada hacia
él; las estrategias de afrontamiento que tenga
la víctima y las consecuencias derivadas de la
develación6.
Al respecto, es particularmente importante
considerar el distinto carácter de las experien-
cias abusivas que se observan con mayor fre-
cuencia en los estudios de población general, y
aquellas que se observan en muestras clínicas.
En los estudios de población general, la ma-
yoría de las personas que refi eren haber vivi-
do experiencias abusivas describen episodios
únicos y de muy distintos niveles de gravedad;
en cambio, en centros clínicos, la mayoría de
las experiencias de abuso sexual correspon-
den a situaciones abusivas repetitivas, con alta
frecuencia correspondientes a abusos sexua-
les intrafamiliares7. Otra diferencia importan-
te es que en esta segunda situación suele ser
más frecuente también la existencia de otras
condiciones de adversidad para el desarrollo
del niño o niña, lo que hace particularmente
complejo determinar qué factores son los prin-
cipales responsables de los efectos negativos
observados en el desarrollo de quienes se han
visto expuesto a ellos8,9.
Entre las consecuencias psicológicas del
abuso sexual infantil que se ha observado con
mayor frecuencia y especifi cidad están el de-
sarrollo de comportamientos sexualizados in-
apropiados para la edad y la presencia de estrés
postraumático, foco de interés del presente es-
tudio5,10.
La prevalencia observada de trastorno de
estrés postraumático (TEP) en víctimas de
abuso sexual infantil difi ere entre los estudios
de modo notorio según el tipo de población en
que se ha realizado. McLeer et al11, estudian
un grupo de niños sexualmente abusados de
6 a16 años en un período cercano (uno a dos
meses) al descubrimiento del abuso, encon-
trando una prevalencia de TEP de 36,3%; 65%
subsíndrome de Estrés Postraumático. Conclusiones: Estos datos confi rman la importancia de considerar la
sintomatología postraumática como un foco de evaluación y tratamiento en niños y adolescentes sexualmente
abusados. Sin embargo, es de importancia destacar que la mayoría de los niños y adolescentes evaluados no
informó presentar sintomatología postraumática acusada al momento del estudio.
(Palabras clave: Trastorno de estrés postraumático, niñez, adolescencia, abuso sexual).
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ABUSO SEXUAL
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Revista Chilena de Pediatría - Mayo-Junio 2010
de los niños presentaban uno o más síntomas
de reexperimentación; 43,7% presentaba tres
o más conductas de evitación; un 57,5% pre-
sentaba dos o más síntomas de hiperactivación
autonómica. En muestras clínicas se observan
tasas más altas. La misma autora, en estudios
realizados en muestras clínicas, observó tasas
de más de 40% de TEP. Tasas aún más altas
fueron observadas en una muestra clínica de
niños abusados de Londres: 71% de TEP12.
Dada la alta frecuencia tanto de sintoma-
tología postraumática y de trastorno de estrés
postraumático propiamente tal en niños y ado-
lescentes sexualmente abusados, y el grado de
impedimento y persistencia que puede tener
este patrón psicopatológico, se ha planteado la
utilidad de evaluar su presencia regularmente
en las víctimas de abuso sexual infantil.
En Chile, el estrés postraumático en niños y
adolescentes abusados ha sido poco investiga-
do. El presente estudio tiene por objetivo esti-
mar la presencia de sintomatología y trastorno
de estrés postraumático, en niños y adolescen-
tes sexualmente abusados, que estaban siendo
evaluados o tratados por esta situación.
Método
Participantes
La muestra estuvo constituida por 75 ni-
ños (as) y adolescentes víctimas de violencia
sexual, en peritaje o tratamiento, tanto en Cen-
tros de Diagnóstico Ambulatorio (DAM) como
en Programas Especializados en Maltrato, y en
ciertos hogares para niños en esta situación.
Los criterios de inclusión fueron: a) tener entre
8 y 18 años y b) haber sido víctima de violen-
cia sexual, con presencia de informe sexoló-
gico forense que indicara lesiones atribuibles
a violencia sexual o peritaje de veracidad de
testimonio que califi cara el relato como creí-
ble. Fue criterio de exclusión presentar algún
grado de retardo mental o analfabetismo. La
evaluación se realizó entre Enero y Junio de
2008. La edad promedio de la muestra fue de
12,15 años (DE = 2,8); el 25,3% eran hombres
y el 74,7%, mujeres.
Legalmente se distingue entre abuso sexual
y violación. El 64% de los participantes había
vivido abuso sexual y el 36%, violación. El
agresor se encontraba con mayor frecuencia
en el núcleo intrafamiliar (63%), seguido del
agresor sexual extrafamiliar conocido (25%)
y, por último, el agresor extrafamiliar desco-
nocido (12%).
Un 63% de los participantes contaba con
pruebas periciales relativas a la constatación
de lesiones y veracidad de testimonio de ma-
nera conjunta, un 13% contaba únicamente
con pruebas periciales relativas a la consta-
tación de lesiones, un 17% contaba sólo con
pruebas de veracidad de testimonio y un 7%
no contaba con ninguna prueba pericial. Esto
último se debe a que la historia de los niños
que ingresaron por abuso sexual correspondía
a tocaciones, por lo cual los profesionales no
tenían mayor información pericial, sino sólo
la correspondiente a cambios evidentes de
conducta y al relato de los niños (as) o adoles-
centes, otorgando éstos credibilidad al relato
(tabla 1).
Variables e Instrumentos
a) Antecedentes sociodemográfi cos e his-
toria de violencia sexual de los participantes.
Esta información fue obtenida de los registros
existentes en los Centros.
b) Estrés postraumático. Esta variable fue
evaluada a través de la Escala Infantil de Sín-
tomas del Trastorno de Estrés Postraumático
(CPSS). La CPSS es un instrumento desarro-
llado para evaluar la presencia de síntomas del
Trastorno de Estrés Postraumático en niños y
niñas de 8 a 18 años de edad con una histo-
ria conocida de trauma. La Escala está basada
en los criterios diagnósticos del DSM-IV y se
compone de 17 ítems con respuesta tipo Likert
referidos a la frecuencia de manifestación de
síntomas de este trastorno13. La CPSS se com-
pone de 3 subescalas: Reexperimentación (5
ítems), Evitación (7 ítems) y Aumento de la
Activación (5 ítems). Las propiedades psico-
métricas de la versión original de la CPSS in-
dican niveles aceptables de confi abilidad por
consistencia interna y test-retest. La CPSS ha
mostrado una correlación de r = 0,75 con la
Escala para Estrés Post Traumático en Niños
(CPTSD, construida por Frederik et al, en 1985
y basada en los criterios diagnósticos para TEP
RINCÓN P. y cols.
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Volumen 81 - Número 3
ABUSO SEXUAL
del DSM-III). Las propiedades psicométricas
de la escala en la población de este estudio fue-
ron informadas con detalle en una publicación
previa14. Brevemente, los coefi cientes alfa de
Cronbach oscilaron entre 0,78 y 0,92, siendo
muy similares a los señalados respecto del ins-
trumento original13.
Resultados
La Escala CPSS no considera puntajes de
corte para establecer diagnóstico de trastorno
de estrés postraumático13,14. Se utilizaron los
criterios DSM-IV-TR que establecen la pre-
sencia de al menos 1 síntoma de reexperimen-
tación, 3 de evitación y 2 de aumento de activa-
ción para considerar que una persona presenta
el trastorno15. Se utilizó un criterio conserva-
dor para califi car la presencia de síntomas: el
síntoma fue considerado presente sólo cuando
las respuestas referían que éste era experimen-
tado en las dos últimas semanas “entre cuatro
y ocho veces” o “nueve veces o más”. Si el
síntoma era informado como ausente o presen-
te “sólo una vez” o “entre dos y tres veces”
en las últimas dos semanas, se estimó que no
estaba presente. Se optó por este criterio dado
que el instrumento no permite evaluar el grado
de discapacidad asociada a los síntomas, y por
tratarse de un criterio consistente con los uti-
lizados en otras escalas desarrolladas para el
diagnóstico de TEP16.
La tabla 2 muestra las prevalencias obte-
nidas. Un 21,3% de los participantes presen-
ta trastorno de estrés postraumático y un 16%
Tabla 1. Características de la violencia sexual en la muestra
Variable de Historia de Abuso Sexual Categorías n %
Tipo de agresión sexual Violación 27 36,0
Abuso sexual 48 64,0
Tipo de agresor Intrafamiliar 47 62,7
Extrafamiliar conocido 19 25,3
Extrafamiliar desconocido 9 12,0
Recibe tratamiento tras agresión Sí 56 74,7
No 19 25,3
Agresor vive con el niño/a o adolescente Sí 3 4,0
No 72 96,0
Pruebas periciales Constatación de lesiones y credibilidad de testimonio 47 62,7
Constatación de lesiones 10 13,3
Credibilidad de testimonio 13 17,3
Sin pruebas periciales 5 6,7
Tiempo transcurrido entre agresión y aplicación CPSS 6 meses o menos 18 24,0
Entre 6 meses y un año 27 36,0
Entre 1 y 2 años 19 25,3
Más de 2 años 11 14,7
Tabla 2. Diagnóstico de trastorno por estrés
postraumático o su subsíndrome
Categoría n %
Ausencia TEP 47 62,7
Subsíndrome TEP 12 16,0
Presencia TEP 16 21,3
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Revista Chilena de Pediatría - Mayo-Junio 2010
presenta sintomatología correspondiente al
subsíndrome del mismo, es decir, presencia de
uno de los síntomas de reexperimentación (el
criterio B tal y como es necesario para el diag-
nóstico del TEP, según el DSM-IV) y cumplir
el criterio C (al menos tres de los síntomas de
evitación) o el criterio D (al menos dos sínto-
mas de incremento de la activación), pero no
ambos17.
En la tabla 3 se puede observar las preva-
lencias obtenidas de cada uno de los síntomas
evaluados. Los síntomas más frecuentes ob-
servados son el malestar psicológico intenso
al recordar algún aspecto relacionado con la
situación de abuso (38,7%), el evitar pensar,
sentir o hablar acerca del suceso (36%), la irri-
tabilidad (34,6%), insomnio y respuestas de
sobresalto exageradas (ambos presentes en un
30,7% de los niños/as y adolescentes).
Los síntomas menos frecuentes son princi-
palmente de evitación: amnesia (12%), sensa-
ción de futuro desolador (18,7%), restricción
de la vida afectiva (21,4%), pérdida de inte-
rés en actividades signifi cativas (24%) y evi-
tación de actividades lugares o personas que
recuerden el suceso (28%). También destacan
los síntomas de reexperimentación: sueños in-
trusivos y fl ashbacks (ambos presentes sólo en
un 18,7% de los participantes) y el malestar
fi siológico intenso al recordar algún aspecto
del trauma (20%), así como las difi cultades de
concentración (20%) dentro de los síntomas de
activación.
Se realizaron análisis para determinar
la existencia de diferencias entre grupos en
cuanto a presencia y ausencia de sintomato-
logía postraumática para identifi car posibles
variables de riesgo. Se realizaron análisis con
Tabla 3. Frecuencia de los diferentes síntomas del trastorno de estrés postraumático
en las últimas 2 semanas
Síntoma Nunca Sólo 1 vez 2 a 3
veces
4 a 8
veces
9 veces o
más
Reexperimentación
Recuerdos intrusivos 17 (22,7%) 18 (24%) 21 (28%) 8 (10,7%) 11 (14,7%)
Sueños intrusivos 21 (28%) 20 (26,7%) 20 (26,7%) 6 (8%) 8 (10,7%)
“Flashbacks” 28 (37,3%) 21 (28%) 12 (16%) 8 (10,7%) 6 (8%)
Malestar psicológico 11 (14,7%) 19 (25,3%) 16 (21,3%) 17 (22,7%) 12 (16%)
Malestar fi siológico 30 (40%) 19 (25,3%) 11 (14,7%) 11 (14,7%) 4 (5,3%)
Evitación
Evitar pensar, sentir… 19 (25,3%) 13 (17,3%) 16 (21,3%) 11 (14,7%) 16 (21,3%)
Evitar actividades, lugares… 27 (36%) 16 (21,3%) 11 (14,7%) 10 (13,3%) 11 (14,7%)
Amnesia 34 (45,3%) 18 (24%) 14 (18,7%) 4 (5,3%) 5 (6,7%)
Pérdida de interés en actividades signifi cativas 35 (46,7%) 11 (14,7%) 11 (14,7%) 8 (10,7%) 10 (13,3%)
Sensación de desapego o enajenación 23 (30,7%) 13 (17,3%) 20 (26,7%) 7 (9,3%) 12 (16%)
Restricción de la vida afectiva 33 (44%) 11 (14,7%) 15 (20%) 8 (10,7%) 8 (10,7%)
Sensación de futuro desolador 36 (48%) 14 (18,7%) 11 (14,7%) 8 (10,7%) 6 (8%)
Aumento de la Activación
Insomnio 25 (33,3%) 12 (16%) 15 (20%) 11 (14,7%) 12 (16%)
Irritabilidad 21 (28%) 15 (20%) 13 (17,3%) 10 (13,3%) 16 (21,3%)
Difi cultades de concentración 32 (42,7%) 9 (12%) 19 (25,3%) 8 (10,7%) 7 (9,3%)
Hipervigilancia 24 (32%) 13 (17,3%) 19 (25,3%) 10 (13,3%) 9 (12%)
Respuesta de sobresalto 19 (25,3%) 15 (20%) 18 (24%) 12 (16%) 11 (14,7%)
RINCÓN P. y cols.
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Volumen 81 - Número 3
las siguientes variables: género, edad, tipo de
agresión sexual, tipo de agresor, tiempo trans-
currido entre la agresión y la aplicación de la
escala, si la familia le cree al niño/a o adoles-
cente y si recibe tratamiento tras la agresión.
No se encontraron diferencias estadísticamen-
te signifi cativas en ninguna de las comparacio-
nes realizadas.
Discusión
El desarrollo de estrés postraumático (ya
sea sintomatología postraumática o trastorno
de estrés postraumático propiamente tal) en ni-
ños (as) y adolescentes es uno de los posibles
efectos del abuso sexual infantil2. El presente
estudio confi rma la alta prevalencia de esta sin-
tomatología en niños (as) y adolescentes con-
sultantes de centros de peritaje y tratamiento
de abuso sexual en nuestra realidad. Un 21,3%
cumple con los criterios para el diagnóstico de
TEP, y un 16% adicional cumple con los crite-
rios de subsíndrome de Estrés Postraumático.
Las cifras señaladas confi rman la importan-
cia de evaluar la presencia de sintomatología
postraumática en niños (as) y adolescentes que
han vivido abuso sexual. La sintomatología
postraumática afecta de modo signifi cativo el
bienestar y calidad de vida de las personas y
tiende en muchos casos a no remitir espontá-
neamente y requerir un tratamiento específi co.
Esta sintomatología resulta incapacitante y ge-
neradora de malestar permanente, bloqueando
los recursos personales para afrontar la situa-
ción traumática6,18.
En cuanto a la relevancia clínica del subsín-
drome de Estrés Postraumático, seguimientos
realizados en pacientes que lo presentan han
mostrado que éste puede convertirse en TEP
en el breve período de un mes y esta posibili-
dad aumenta signifi cativamente si el período
que transcurre es mayor (en torno al año)19.
Es muy probable que este subsíndrome afecte
de forma importante a las víctimas de abusos
sexuales como paso previo o desarrollo alter-
nativo al TEP.
El instrumento empleado en la presente
investigación no ha sido empleado en estu-
dios equivalentes, por lo que es difícil realizar
comparaciones de los resultados obtenidos.
Sin embargo, las investigaciones coinciden en
indicar que un tercio, sino más, de los niños o
adolescentes sexualmente abusados, en mues-
tra clínicas, presentan estrés postraumático.
El presente estudio no evaluó el grado de
impedimento asociado a la sintomatología
postraumática. En compensación, utilizó un
criterio conservador para considerar los sínto-
mas como presentes. Los síntomas informados
como presentes “sólo una vez” o “entre dos y
tres veces” en las últimas dos semanas no ca-
lifi caban como presentes para la evaluación de
cumplimiento de los criterios diagnósticos de
TEP. Este criterio conservador, si bien puede
subestimar la presencia de síntomas, permite
asumir que los síntomas que fueron reconoci-
dos como tales tienen signifi cación clínica y
requieren una consideración cuidadosa.
Es interesante analizar la forma que toma el
TEP en este tipo de víctimas: desarrollan con
más frecuencia síntomas de aumento de activa-
ción que de los otros dos grupos sintomáticos
(reexperimentación y evitación). Ello podría
explicarse por las características específi cas
del tipo de trauma sufrido. En general los abu-
sos o violaciones se viven de manera repetida
y a manos de un familiar o de una persona co-
nocida, por lo que quizá sea lógico esperar que
las conductas de evitación sean menores que
en otro tipo de víctimas. Asimismo, la elevada
hiperactivación fi siológica puede ser conse-
cuencia de la posibilidad y el temor constante
de vivir un nuevo episodio de abuso, ya que no
hay claves de seguridad en su propio ambiente.
De este modo, la elevada hiperactivación fun-
cionaría como una respuesta adaptativa ante la
situación del maltrato.
Es de importancia destacar que si bien el
TEP aparece como una de las consecuencias
más frecuentes del abuso sexual infantil una
parte relevante de la muestra no presentaba
TEP propiamente. Ello puede indicar la pre-
sencia de procesos protectores en esos niños
o adolescentes. Por otro lado, sin duda que el
TEP no agota las consecuencias negativas que
el abuso sexual puede implicar tanto en las
etapas presentes de su desarrollo como etapas
futuras.
El carácter transversal de este estudio y el
ABUSO SEXUAL
240
Revista Chilena de Pediatría - Mayo-Junio 2010
tamaño muestral limitan las conclusiones que
pueden obtenerse respecto de la identifi cación
de variables de riesgo. Es particularmente de
interés que no se observaron diferencias en la
prevalencia de estrés postraumático entre quie-
nes estaban en fase de evaluación por su si-
tuación de abuso y quienes estaban recibiendo
tratamiento. Investigaciones posteriores debie-
ran permitir profundizar en estos aspectos.
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