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Steven Johnson Sistemas emergentes. O qué tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software

Authors:
[142]
e u r e
r e s e ñ a s
l i b r o s
Steven Johnson
Sistemas emergentes. O qué
tienen en común hormigas,
neuronas, ciudades y software
Madrid: Fondo de Cultura Eco-
nómica (2001)
“Lo que surgió en las calles
de Seattle y Washington fue un
modelo de activismo que refleja
los caminos vinculados entre sí,
orgánicos, de Internet
(Naomi Klein, The Na-
tion, 2000)
El principio de los sistemas
emergentes
I
nspirado en un regalo de
cumpleaños, un Atlas con
mapas del siglo XIX donde
la morfología de Hamburgo
se parecía notablemente al
perfil de un cerebro humano,
Steven Johnson, profesor de la
Universidad de Nueva York,
presenta un libro donde intenta
probar que existen patrones
com unes de interacció n
organizacional entre las
hormigas granívoras de Arizona,
las neuronas, los software y las
ciudades. La existencia de estos
patrones permitiría reafirmar la
validez y presencia significativa
de lo que él denomina sistemas
emergentes (emergency), no solo
como objeto de estudio, sino
sobretodo como una realidad
que ha estado presente en forma
permanente en el desarrollo de
la vida.
Lo fundamental de los siste-
mas emergentes que nos plantea
el autor, está en que son un tipo
de organismo que sostiene una
gran capacidad para generar
conductas o procesos innova-
dores, pudiéndose adaptar a los
cambios bruscos de mejor forma
que los modelos jerárquicos o
más rígidos.
Tanto el trabajo pionero del
célebre Alan Turing, Morfogé-
nesis, que permitió inspirar el
diseño físico de las computado-
ras, como, posteriormente, los
aportes a la investigación de los
científicos Shannon y Weaver
sobre la teoría matemática de co-
municación, sentaron las bases
de la teoría de la complejidad,
clave para que el estudio de
sistemas complejos se empezara
a pensar en un campo unificado,
resultando una herramienta im-
portante en el área de la física, la
biología molecular, la genética,
la ciencia infortica y de la
comunicación.
Esta nueva teoría ofrecía un
cambio de paradigma impor-
tante, ya que ahora era posible
entender sistemas complejos
donde aparentemente existe
una complejidad desorgani-
zada: sistemas que envuelven
simultáneamente un mero
considerable de factores interre-
lacionados en un todo orgánico.
Esta constatación en el medio
científico de la cual proviene el
autor -donde sus reflexiones en-
trelazan ciertos patrones comu-
nes entre el mundo de Internet
y desarrollo de software (como
SimCity) con el estudio de las
colonias de hormigas granívoras
en Arizona y la estructura neu-
Revista eure (Vol. XXXIV, Nº 101), pp. 142-145. Santiago de Chile, mayo de 2008
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ronal del cerebro- también dan
cuenta que el comportamiento
individual puede dar origen a un
comportamiento colectivo.
Luego, sin que necesaria-
mente es presente lo que él
define como un adaptador, es
decir, la existencia de lo que
podría ser una célula madre o un
programa pionero o el mito de
la hormiga reina que explicara
el resultado de una conducta
rectora que guiara preconcebi-
damente el comportamiento
individual, emerge una res-
puesta colectiva no planificada,
coherente y consistente, propia
de un sistema autoorganizado.
La cuestión urbana
Basado en la teoría de la
complejidad “organizada”, a
juicio del autor, los sistemas
emergentes se revelan también
como un modo constructivo de
pensar la vida urbana, donde
de algún modo en la ciudad la
ciencia alcanza cierta compli-
cidad con la teoría social para
explicar cómo se expresan los
sistemas emergentes (bottom-
up system). Éste afirma que la
gran mayoría de las ciudades
no son el resultado de un pro-
ceso planificado, simplemente
ocurrieron. Así, Manchester,
Florencia, Estambul y el centro
de Manhattan son fruto de una
conducta colectiva no dirigida
ni planificada, sin perjuicio
de que podamos aceptar que
también existen Brasilia, San
Petersburgo o París del Barón
Haussmann, donde predominó
un agente adaptador.
En lo estrictamente ligado
a la comprensión de la ciudad,
como un organismo que respon-
de a lo que él denomina sistemas
emergentes, el autor encuentra en
el libro de Jane Jacobs “Muerte
y vida en la grandes ciudades
americanas, correlato social a su
mirada de científico de Internet.
Es así como cita textualmente
unos de los párrafos s de-
cidores de la concepción que
fundó los principios de Jacobs
para su defensa de la comunidad
de West Village en Nueva York,
frente a la presn del capital
por un nuevo desarrollo inmo-
biliario, en virtud del estado
de deterioro que presentaba el
barrio, bajo una modernidad
mal entendida, argumentando
y rescatando que:
“Bajo el aparente desorden
de la ciudad vieja, en los sitios
en que la ciudad vieja funciona
bien, hay un orden maravilloso
que mantiene la seguridad en las
calles y la libertad de la ciudad.
Es un orden complejo. Su esencia
es un uso íntimo de las aceras
acompañado de una constante
sucesión de miradas. Este orden
está compuesto de movimiento y
cambio, y aunque es vida y no
arte, bien podríamos llamarlo
el arte de la ciudad y emparen-
tarlo con la danza, no con una
danza simple y exacta donde
todos levantan las piernas al
mismo tiempo, giran al unísono
y saludan en masa, sino con
un ballet intrincado donde los
primeros bailarines y el resto del
ballet tienen partes diferenciadas
que se refuerzan milagrosamente
unas a las otras y forman un
todo ordenado
(Jacobs, 1965)
El valor del intercambio so-
cial que promueve Jacobs como
un activo de la ciudad cobra su
mayor importancia en las calles,
cuestión que para Johnson viene
a ser equivalente a lo que son las
carreteras y los sistemas infor-
máticos, donde se encuentran,
comparten información y se
interrelacionan los individuos
y los bytes, respectivamente.
Así, desde el campo de sus in-
vestigaciones con las hormigas
granívoras, Gordon advierte que
también a través del reconoci-
miento de patrones en el rastro
de feromona se coordina todo el
comportamiento de la colonia.
El simple principio de la casua-
lidad que domina el sentido del
encuentro entre las hormigas
de Gordon y que construye
colonia, se expresa en la ciudad
en los cotidianos encuentros en
las aceras, plazas y mercados
de barrio, lo que contrasta se-
veramente con la ciudad de las
grandes autopistas, los mall, los
barrios sin aceras como Beverly
Hills y, de algún modo, hoy en
día, con la comunidad virtual
de Internet.
De alguna forma, las re-
flexiones derivadas de las in-
vestigaciones de Jacobs daban
cuenta de que la ciudad era una
máquina de aprender, capaz de
reconocer patrones, transitar
del bien al mal, capaz de re-
construirse y remodelarse una
y otra vez, como todo sistema
complejo organizado. Critica
con severidad la Mallification,
las comunidades dispersas, los
edge city, los procesos de segre-
gación y gentrificiación urbana.
El rescate de la diversidad y la
autoorganización constituyen
desde este punto de vista la
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esencia de lo que distingue la
ciudad de lo urbano.
Una prueba más de que la
ciudad constituye en gran me-
dida un sistema emergente para
Johnson, se encuentra en el re-
lato que hacía De Tocqueville en
su visita a Lancashire en 1835,
donde con pasión y sentido
poético trataba de plasmar en
sus escritos su encuentro con la
Inglaterra industrial:
“Desde esta alcantarilla in-
fecta fluye la gran corriente de la
industria humana que fertiliza
el mundo entero. De esta sucia
cloaca fluye el oro puro. Aquí
la humanidad alcanza su más
complejo y brutal desarrollo;
aquí la civilización forja sus
milagros y el hombre civilizado
se vuelve casi un salvaje
(De Tocqueville, 1835)
La reflexión de De Tocque-
ville no solo constata la naturale-
za emergente de los procesos que
construyen y hacen la ciudad,
sino también muestra en todo
su esplendor que los procesos de
vida de los individuos y de los
colectivos sociales encuentran
gran disparidad en términos
de sus riquezas y sus miserias.
Son aquellas ciudades que han
sido dominadas por un desa-
rrollo donde resulta de menor
trascendencia el papel del pla-
nificador urbano o el ingeniero
militar de otrora; aquellas que
aún mantienen la esencia de lo
que es, en definitiva, la ciudad
donde prima la civitas por sobre
la urbe. Como señala Johnson,
son aquellas que están dotadas
de una fuerza de oposición que
mantiene a raya los tumultuosos
cambios de la historia, una es-
pecie de anzuelo autoorganizado
que permite que los hiladores de
seda de Florencia sobre el Ponte
Vecchio se mantengan unidos
en la misma calle durante mil
años, mientras que el resto del
mundo se reinventa a sí mismo
una y otra vez.
Reflexión y juicio final
A partir de la revisión de
los planteamientos del autor,
fundamentalmente en el ámbito
de las implicancias de los siste-
mas emergentes en los procesos
de construcción y desarrollo de
las ciudades, la aproximación
del libro resulta sugerente y
provocativa. El reconocimiento
explícito que hace de la impor-
tancia de la dimensión social por
sobre la dimensión espacial y
física, valoriza la preponderancia
de la comunidad y el proceso
que subyace a su constitución
desde el actuar individual de
cada sujeto, como ocurre con la
hormiga, una neurona y un byte
de información.
Sin embargo, la bondad en
la simplificación del proceso
que explica la autoorganiza-
ción como característica de un
sistema emergente, que resulta
válido para la colonia de hor-
migas, la aplicación de softwares
como SimCity y el cerebro,
resulta s cuestionable para
la ciudad. Si bien se reconoce
que el principio de la presencia
de un adaptador no constituye
en sí un requisito para que
una comunidad de individuos,
desde su accionar individual no
concertado o autoorganizado,
estructure morfológicamente
una ciudad desde el punto de
vista económico, social y cultu-
ral; lo cierto es que difícilmente
ello puede ocurrir sin reconocer
que el principio de interacción
entre individuos condiciona
y modifica constantemente el
accionar de otros en forma más
compleja que en otros sistemas
orgánicos.
Desde este punto de vista, se
puede afirmar que en el accionar
de cada individuo existe una
aproximación dispar respecto al
fin colectivo, no necesariamente
explícito, sobre la ciudad que
queremos y finalmente desea-
mos construir. Los niveles de
información, disponibilidad de
recursos y nivel de empodera-
miento social y territorial no
solo son esenciales, sino que en
el proceso pueden modificar y
alterar las expectativas y el domi-
nio sobre los patrones que dan
vida y finalmente construyen la
ciudad. En tal sentido, resulta
sugerente citar a Park (1967),
cuando señala:
“Es en el entorno urbano
–en un mundo que el propio
hombre ha creado- donde la
humanidad alcanzó primero
una vida intelectual y adquirió
esas características que más la
distinguen de los animales infe-
riores y del hombre primitivo.
Porque la ciudad y el entorno
urbano representan el intento
más coherente y, en conjunto,
más fructífero del hombre por
hacer el mundo en que vive
más acorde con los deseos de
su coran. Pero si la ciudad
es el mundo que el hombre ha
creado, también es aquel en el
que a partir de entonces esta
condenado a vivir. Así, indirec-
tamente, y sin una sensacn
clara de la naturaleza de su tarea,
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al hacer ciudad se ha rehecho a
sí mismo”.
Por último, más allá de los
cuestionamientos que nos per-
mitamos para aplacar con cierto
fundamento el patrón de relación
que existe entre las hormigas, las
neuronas, los software y la ciudad
propuesto por Johnson, lo cierto
es que la idea de aproximarse a la
comprensión de los fenómenos
urbanos y territoriales desde las
tesis de los sistemas emergentes,
constituye una contribucn que
se enmarca en otros intentos no
suficientemente valorados, como
el de la teoría de catástrofes del
matemático Thom en los años
sesenta. La necesidad de avanzar
interdisciplinariamente en el
conocimiento de la ciudad, debe
llevarnos a los planificadores y
gestores urbanos a identificar y
analizar patrones conductuales
que nos permitan entender de
mejor modo los procesos que
inducen los cambios en ella, fun-
damentalmente cuando sus efec-
tos van en el sentido negativo.
En dicho propósito, el libro de
Johnson aporta un buen ejercicio
intelectual a esta misión.
Arturo Orellana
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Profesor Investigador, Insti-
tuto de Estudios Urbanos y Territoria-
les, Pontificia Universidad Católica de
Chile. E-mail: amorella@uc.cl.
... The characteristics indicated are fundamental for the emergent behavior of the ants; therefore, they constitute a fundamental part of the theory of emerging systems. The term emergency, in its basic definition, is applicable to those properties of a complex system that arise from a certain level of complexity [6]. The emerging models of the ant colony are: food search, division of labor, recruitment (nest migration), organization of the environment (nest building, etc.), aggregation (graveyard, breeding classification), and transportation of objects. ...
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