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Estudios Económicos de Desarrollo Internacional
Facultad de Económicas
eccgs@usc.es
ISSN (Versión impresa): 1578-4479
ESPAÑA
2005
Elías Eduardo Gutiérrez / Pablo Mejía / Benjamín Cruz
CICLOS ECONÓMICOS Y SECTOR EXTERNO EN MÉXICO. EVIDENCIA DE
RELACIONES CAMBIANTES EN EL TIEMPO
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional, enero-junio, año/vol. 5, número 001
Facultad de Económicas
Santiago de Compostela, España
pp. 63-90
Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal
Universidad Autónoma del Estado de México
http://redalyc.uaemex.mx
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional. AEEADE. Vol. 5-1 (2005)
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CICLOS ECONÓMICOS Y SECTOR EXTERNO EN
MÉXICO: EVIDENCIA DE RELACIONES CAMBIANTES
EN EL TIEMPO
GUTIERREZ, Elías Eduardo*
MEJIA, Pablo
CRUZ, Benjamín
Resumen
Este documento analiza la relación cambiante entre el ciclo
económico y un conjunto de variables clave del sector externo de
México mediante la aplicación de la metodología sugerida por
Kydland y Prescott (1990) para muestras de cinco años que se
desplazan en el tiempo durante el periodo 1980-2004. Nuestros
resultados muestran que a partir de los años noventa: el tipo de
cambio es contra-cíclico y antecede al ciclo, las exportaciones son
coincidentes y pro-cíclicas, las importaciones son pro-cíclicas y
coincidentes y los ciclos de México y de los Estados Unidos se han
sincronizado.
Palabras clave: ciclos económicos, sector externo, México.
Clasificación JEL: E32, F15,
Abstract
We analyse cyclical movements of variables related with external
sector in Mexico for the period 1980-2004, following the
* Elías Eduardo Gutiérrez Alva, Facultad de Economía, Universidad
Autónoma del Estado de México; Pablo Mejía Reyes El Colegio
Mexiquense, A. C. Facultad de Economía, Universidad Autónoma del
Estado de México. E-mail: pmejia@cmq.edu.mx; Benjamín Cruz Flores
Facultad de Economía, Universidad Autónoma del Estado de México
Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Campus
Toluca.
Agradecimiento: Este documento es producto del proyecto de investigación
con Clave 1943/2004-2, financiado por la Universidad Autónoma del Estado
de México. Los autores desean agradecer la eficiente asistencia de
investigación de Nora Lizeth Villalobos Aguirre, Valery García Páez y José
Armando Pérez Díaz. Los errores, sin embargo, son de su exclusiva
responsabilidad.
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional. AEEADE. Vol. 5-1 (2005)
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methodology suggested by Kydland and Prescott(1990), and we find
that since 1990 the exchange rate is counter-cyclical, while exports
and imports are pro-cyclical. We also find an increase of
synchronization between cycles in Mexico with those in the USA.
1. Introducción
Desde mediados de la década de los años ochenta se inician una
serie de reformas que transformaron la estructura y dinámica de la
economía mexicana, entre las que se encuentran la reprivatización de
las empresas públicas y la desregulación económica que se tradujo en
una menor presencia estatal. El objetivo de esta estrategia fue
transformar el modelo de desarrollo económico para convertir a
México en una economía donde el mercado sería el principal
mecanismo de asignación de recursos y el sector exportador, la
fuente principal de crecimiento y de generación de empleos.
Específicamente, en el sector externo hubo dos reformas de particular
importancia.
En primer lugar, México inició un proceso de apertura comercial
unilateral con su incorporación al Acuerdo General sobre Aranceles y
Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) en 1986 que se
profundizó con la firma del Tratado de Libre Comercio con América
del Norte (TLCAN) en 1994. Desde entonces México ha firmado
numerosos tratados comerciales bilaterales con otros países y
regiones del mundo que han convertido a México en una de las
economías más abiertas del mundo.
En segundo lugar, entre las modificaciones institucionales llevadas
a cabo en los años noventa destaca la reforma a la Ley de Inversión
Extranjera en 1993 con el objetivo de permitir la participación
extranjera en buena parte de las actividades sectoriales hasta entonces
reservadas a nacionales. Estas y otras reformas se tradujeron en un
incremento sustancial en las exportaciones manufactureras y en la
recomposición de las exportaciones totales a favor de aquéllas a costa
de una reducción dramática de la participación de las ventas
petroleras al exterior. Por su parte, la estabilización de la economía
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hacia finales de los años ochenta, la renegociación de la deuda y las
reformas a la ley aumentaron los flujos de capital hacia el país de
manera impresionante (Turner y Martínez, 2003). Como coralario de
las transformaciones referidas, se puede destacar que la última
recesión de la economía mexicana iniciada en 2001 parece ser de una
naturaleza diferente a la de las anteriores, pues fue resultado
esencialmente de la desaceleración de la economía estadounidense y
no se vinculó con grandes devaluaciones cambiarias o desequilibrios
de las cuentas públicas o del exterior como las crisis previas. En ese
sentido, la economía mexicana parece estar más integrada a la
economía de los Estados Unidos (Torres y Vela, 2002; Cuevas, et.
al., 2003).
En resumen, existe evidencia de que la economía mexicana ha
experimentado profundas transformaciones que han modificado
cualitativamente su estructura y funcionamiento, por lo que es muy
probable que las relaciones entre sus principales variables se hayan
modificado progresivamente en el transcurso del tiempo.
En este contexto, nuestro objetivo es contribuir a la comprensión de
la dinámica cíclica de la economía mexicana analizando la naturaleza
cambiante en el tiempo de las relaciones entre las fluctuaciones de la
producción y de las principales variables del sector externo. Para ello
hacemos uso del enfoque tradicional de los ciclos económicos. El
análisis de los ciclos económicos experimentó un resurgimiento
después del trabajo que Lucas (1977) publicó en el contexto de la
recesión del mundo desarrollado de mediados de los años setenta. El
enfoque empírico sugerido por Kydland y Prescott (1990) se ha
convertido en la metodología tradicional para el análisis tanto de los
ciclos de países industrializados individuales (Kydland y Prescott,
1990; Blackburn y Ravn, 1992; Stock y Watson, 1998) como de sus
ciclos internacionales (Backus y Kehoe, 1992, y Christodoulakis, et.
al., 1995).
Los resultados más importantes de este tipo de análisis tienen que
ver con la determinación de cuáles variables liderean, siguen o son
contemporáneas al comportamiento de la producción. Esto ha
permitido detectar una serie de regularidades empíricas que se han
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usado como referencia en la formulación de modelos económicos
teóricos que tratan de explicarlas y como base para estudios más
sofisticados que tratan de definir indicadores líderes para pronosticar
la producción.
Particularmente, los estudios sobre ciclos económicos
internacionales concluyen que los ciclos económicos de los países
desarrollados poseen características muy similares. Por otro lado,
pese a la cada vez más evidente importancia de la comprensión de la
dinámica cíclica de las economías, el estudio sistemático de los ciclos
económicos de México y del mundo en desarrollo se ha llevado a
cabo sólo en años recientes. En el primer caso, se han publicado
algunos trabajos que documentan las características del ciclo
económico de México (Agénor, et. al., 1999; Torres, 2000; Alper,
2002; Mejía-Reyes, 2003), así como de establecer la relación entre
las fluctuaciones de la tasa de inflación y otras variables (Schwartz y
Pérez, 2000) y entre la inflación y la actividad económica con los
agregados monetarios (Guerra y Torres, 2001).
En todos estos trabajos se emplea el enfoque sugerido por Lucas
(1977) y la metodología introducida por Kydland y Prescott (1990).
Sin embargo, a diferencia de los estudios para el mundo desarrollado,
en este caso han existido dificultades para establecer algunas
relaciones. Sin lugar a dudas, estos problemas están relacionados con
los cambios en la dinámica individual de las series económicas y en
su relación en el transcurso del tiempo provocados por las profundas
transformaciones que ha experimentado la economía nacional en las
últimas décadas. Por ejemplo, ha sido difícil establecer una relación
clara entre los ciclos económicos de México y los de los Estados
Unidos para muestras relativamente largas pese a los elevados
niveles de comercio y de inversión que realizan entre sí, pero se ha
encontrado que ambas economías se han sincronizado a partir de la
segunda mitad de los años noventa (Torres y Vela, 2002; Cuevas, et.
al., 2003).
Del mismo modo, se ha documentado los efectos del precio del
petróleo sobre la economía mexicana en torno a 1980 y en la crisis de
1986 (Phillips, et. al., 1996), pero se ignora si esta variable tiene un
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efecto sistemático sobre las fluctuaciones de la economía. Así pues,
nuestro objetivo es analizar la naturaleza cambiante de las relaciones
entre las variables del sector externo y el indicador del ciclo de la
economía mexicana para el periodo 1980-2004. Siguiendo la
tradición de de los ciclos tradicionales, estos cambios se analizan
utilizando la metodología sugerida por Kydland y Prescott (1990) a
submuestras de datos de cinco años que se desplazan en el tiempo.
Esto nos permite detectar cambios en las relaciones entre el
indicador del ciclo y las variables de interés y asociar tales cambios a
las transformaciones estructurales de la economía. Para abordar el
tema propuesto, este documento se ha dividido en las siguientes
secciones. En la sección 1 se describe la metodología y las variables
utilizadas. En la sección 2 se dan a conocer y discuten los resultados
encontrados; se presenta el contenido básico de la literatura relevante
vinculada con el análisis que se realiza y se contrastan nuestros
resultados con los de otros estudios. Vale la pena mencionar que un
enfoque como el aquí empleado no se ha utilizado para caracterizar
los ciclos económicos de México. Finalmente, se establecen las
conclusiones.
2. Metodología y variables utilizadas
Lucas (1977) definió el ciclo como “los movimientos en torno a la
tendencia del producto nacional bruto”, por lo que las regularidades
empíricas del ciclo económico se podrían considerar como “los
movimientos comunes de las desviaciones, con respecto a una
tendencia, de las distintas series temporales agregadas”. Es decir, a
diferencia de los análisis clásicos de Burns y Mitchell (1946),
quienes destacan las diferencias en la economía dependiendo de las
fases del ciclo, para Lucas el aspecto más importante del ciclo es el
movimiento común de los agregados económicos. Esta visión ha
influenciado grandemente el trabajo reciente sobre el tema.
El análisis empírico se realiza mediante el cálculo de los
coeficientes no condicionales de correlación entre el indicador del
ciclo y los componentes cíclicos de las variables de interés obtenidos
mediante la eliminación de las tendencias correspondientes, sean
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éstas deterministas como estocásticas1. De este modo, el análisis se
lleva a cabo para variables estacionarias. En particular, el indicador
del ciclo está dado por la diferencia entre la serie observada y la
tendencia estimada. Este mismo método se aplica a todas las
variables macroeconómicas con las cuales se desea vincular al
indicador del ciclo. Posteriormente se analizan aspectos como la
amplitud de las fluctuaciones, el grado de correlación con el
indicador del ciclo, y el grado de desplazamiento de fase con respecto
al ciclo económico como un todo. A pesar de que Canova (1998) ha
apuntado que diferentes métodos para eliminar la tendencia pueden
generar diferentes regularidades empíricas asociadas al ciclo, esta
metodología ha sido popularizada por Kydland y Prescott (1990) y es
ampliamente usada.
Kydland y Prescott (1990) aceptan la definición del ciclo sugerida
por Lucas (1977) y adoptan el método de eliminación de tendencia de
Hodrick y Prescott (1997) –HP de aquí en adelante-. Este filtro
pretende eliminar una tendencia suave τt para una serie de datos yt de
modo tal que se resuelva el problema
[
]
∑
=−+ −−−+−
T
1t
2
1ttt1t
2
tt ))()(()y(min
tττττλτ
τ
donde el residual (yt - τt) es conocido como el “componente cíclico”
de la serie. El parámetro de suavizamiento λ involucrado penaliza la
aceleración en el componente tendencial con respecto al componente
cíclico. En este documento adoptamos un valor de λ = 1600 de
acuerdo a las sugerencias de Ravn y Uhling (1997)2. Siguiendo
distintas metodologías, ellos muestran que las tendencias y los ciclos
1 Véase Beveridge y Nelson (1981), Harvey (1985) y Hodrick y Prescott
(1997) para el análisis de diferentes técnicas para eliminar la tendencia.
2 Ellos argumentan que el filtro HP ha resistido tanto el debate como el
paso del tiempo, por lo que más que proponer un filtro diferente, prefieren
analizar cómo modificar el filtro HP cuando la frecuencia de los datos
cambia. Véase Mejía-Reyes (2003) para una comparación de ambos
enfoques.
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de datos extraídos de muestras con diferentes frecuencias de tiempo
(mensual y trimestral, específicamente) se parecen más unos a otros
cuando se utiliza el ajuste recomendado por ellos. Específicamente,
el componente cíclico conserva la misma duración,
independientemente de si las observaciones son mensuales,
trimestrales o anuales.
Adicionalmente, dada la práctica común en el análisis de los ciclos
económicos de evaluar la “consistencia” de los resultados mediante
el uso de diferentes métodos para eliminar la tendencia, aquí
utilizamos la tasa anualizada de crecimiento de las distintas variables,
la cual tiene el atractivo de presentar una menor volatilidad que las
tasas trimestrales de crecimiento. Además, tiene la connotación de
crecimiento como medida del desempeño de la variable a través del
tiempo.
El análisis posterior, siempre de acuerdo con Kydland y Prescott
(1990), procede de la siguiente forma. Se analiza el grado de co-
movimiento entre el indicador del ciclo xt y los componentes cíclicos
de cada variable yt mediante el coeficiente de correlación p(j), para j
igual a (0, ±1, ±2, ..., ±12)3, lo cual permite analizar dos aspectos
fundamentales. En primer lugar se analiza la dirección de los co-
movimientos: cuando los valores contemporáneos de la variable
cambian en la misma dirección que los del indicador del ciclo (p(j) >
0), se dice que esa variable es pro-cíclica; cuando el cambio ocurre
en dirección contraria (p(j) < 0), se dice que es contra-cíclica, y
cuando el coeficiente de correlación es cercano a cero, se dice que es
no correlacionada. En segundo lugar, se analiza la correlación de
tiempo entre los co-movimientos de las variables: si el componente
cíclico de una variable se mueva antes que el de la producción, se
dice que antecede al ciclo del producto; es decir, yt antecede al ciclo
por j periodos si p(j) alcanza su valor máximo para un j > 0
(rezago). Análogamente, si la variable considerada cambia después
que el indicador del ciclo se dice que sigue al ciclo; esto es, yt sigue
3 Las correlaciones entre ambas variables se calculan empleando los
componentes estacionarios de las series obtenidos después de aplicar el
mismo filtro para ambas series.
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al ciclo por j periodos si p(j) alcanza su valor máximo para un j < 0
(adelanto). Finalmente, cuando yt y el indicador del ciclo se mueven
al mismo tiempo, se considera que yt es contemporáneo al ciclo del
producto (y p(j)alcanza su valor máximo para j = 0). Es importante
establecer aquí que los coeficientes no condicionales de correlación
no implican relaciones de causalidad en sentido alguno, sino simple
asociación entre los movimientos de las variables involucradas.
Esta metodología se aplica no sólo para analizar la relación entre la
producción y otros agregados macroeconómicos a lo largo del
periodo muestral, sino también para periodos móviles de cinco años.
Esto nos permite analizar la evolución temporal de las relaciones
entre el indicador del ciclo y las demás variables con lo cual podemos
evaluar los efectos causados por la implementación de cambios
estructurales en la economía.
Con respecto a la información estadística, se utilizan datos
trimestrales desestacionalizados (cuando ha sido necesario) para el
periodo 1980.01-2004.01. Se ha utilizado el producto interno bruto
real (PIBR) como la variable a partir de la cual se obtiene el
indicador del ciclo. Las variables del sector externo son de dos tipos.
Primero, como variables exógenas se utilizan el PIB y las tasas de
interés de los bonos del tesoro a 3 meses, nominales y reales, de los
Estados Unidos (B3MN y B3MR), los precios del petróleo (PO) y los
flujos de inversión extranjera directa (IED) (aun cuando reconocemos
que esta variable puede depender de factores domésticos). Segundo,
como variables domésticas se utilizan el tipo de cambio nominal y
real (TCN Y TCR), las exportaciones (XR), las importaciones (MR)
y la balanza comercial (RXM). Toda la información para México se
obtuvo de la página electrónica del Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática, en tanto que para la de los Estados Unidos
los datos son los proporcionados por la Bureau of Economic
Analysis.
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3. Ciclos económicos y sector externo en México
En esta parte se presentan los resultados generados a partir de la
aplicación de la metodología antes descrita. Los coeficientes de
correlación para las submuestras en las que se ha dividido el periodo
completo se presentan en las Gráficas 1 a 10. La notación que se ha
empleado ahí es como sigue: la notación para referirse a las variables
es la misma que se ha mencionado arriba, en tanto que se ha
agregado una letra inicial para distinguir el tipo de filtro empleado en
cada caso de modo que una C o una T precede a la notación de la
variable si se trata de componente cíclico obtenido con el filtro HP o
de la tasa anualizada de crecimiento, respectivamente.
Adicionalmente, al final aparece una C o una M para indicar que nos
referimos a los coeficientes de correlación entre los valores
contemporáneos de las variables o a los coeficientes de mayor
magnitud en valor absoluto que permiten definir el perfil temporal de
la relación entre la variable en cuestión y el indicador del ciclo,
respectivamente. Por ejemplo, TTCRC se refiere a los coeficientes de
correlación entre los valores contemporáneos (C) de las tasas
anualizadas (T) del tipo de cambio real y del PIB, en tanto que
CTCRM se refiere a los coeficientes de correlación máximos en valor
absoluto (M) entre los valores adelantados o rezagados del
componente cíclico obtenido con el filtro HP (C) del tipo de cambio
real y los valores contemporáneos del componente cíclico del PIB.
Las fechas que aparecen en el eje horizontal de las gráficas se
refieren al periodo en el que termina la submuestra a la que
corresponde el coeficiente de correlación representado. Por ejemplo,
1989.04 se refiere a la submuestra que va de 1985.01 a 1989.04. Por
su parte, las áreas sombreadas que se muestran en las gráficas indican
los subperiodos durante los cuales la variable en cuestión antecede al
ciclo, es decir, el coeficiente de mayor magnitud en valor absoluto se
obtiene con respecto a algún rezago de dicha variable. Las áreas no
sombreadas indican que la variable en cuestión es coincidente o sigue
al indicador del ciclo. Además, con el objeto de tener una impresión
visual de la magnitud de las correlaciones, las bandas definidas
previamente para relaciones débiles, moderadas y fuertes se
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presentan como líneas horizontales al nivel de los valores
correspondientes.
En esta sección se presentan los resultados obtenidos, se comparan
con los hallados en otros estudios y se discuten sus implicaciones.
Primero, se analizan las relaciones entre el ciclo y las variables del
sector externo que dependen en gran medida de factores domésticos,
tales como la balanza comercial y el tipo de cambio. Posteriormente,
se discuten nuestros hallazgos vinculados a las variables que son
esencialmente exógenas o que responden en gran medida a factores
externos, tales como el precio del petróleo, la inversión extranjera y
el PIB y la tasa de interés de los Estados Unidos.
Las relaciones entre la producción y las variables comerciales son
consideradas en los modelos convencionales de economía abierta
(Dornbusch, 1981). Así, es comúnmente aceptado que mayor ingreso
doméstico implica un volumen mayor de importaciones, por un lado,
y un efecto negativo sobre la balanza comercial. Se establece,
además, que el ingreso o producto del exterior afecta positivamente a
las exportaciones y, por tanto, a la balanza comercial. Más aún, se ha
argumentado que las exportaciones constituyen una fuente adicional
de crecimiento por lo que se ha sugerido que las exportaciones
pueden liderear al ciclo.
Por otra parte, excepto durante la recesión iniciada en 2001, las
crisis económicas de México se habían visto acompañadas de
desequilibrios en las cuentas externas, particularmente de déficit en la
balanza comercial y en la cuenta corriente. Más aún, en la tradición
estructuralista latinoamericana se ha reconocido la existencia de un
patrón de crecimiento conocido como de “freno y arranque” según el
cual el crecimiento de la economía genera automáticamente un
déficit con el exterior por lo que, ante la insuficiencia de divisas para
financiarlo, se debe frenar el proceso de crecimiento, lo cual ha
derivado en crisis económicas en México en las últimas décadas
(véase Casar, et. al., 1985; Villarreal, 1997; Loría y Fuji, 1997).
Estas características se han manifestado en una relación inversa entre
balanza comercial y crecimiento económico.
Gutierrez, E., Mejia, P., Cruz, B. Ciclos económicos y sector externo en México
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La relación entre las fluctuaciones de las exportaciones y las de la
producción son difíciles de identificar para periodos muestrales
completos (Torres y Vela, 2002; Mejía-Reyes, 2003). Las
dificultades se pueden deber a los efectos del proceso de apertura
comercial que ha experimentado la economía nacional durante las
últimas décadas. Es interesante, sin embargo, observar que las
exportaciones han sido contra-cíclicas durante la mayor parte del
periodo muestral completo y que se tornan pro-cíclicas solamente en
las muestras finales (véase Gráficas 1a y 1b). Los coeficientes de
correlación máximos, a su vez, sugieren una relación positiva y un
poco más que moderada en las submuestras iniciales en las que
además las exportaciones anteceden al ciclo. Aunque este resultado
puede parecer difícil de explicar –en especial debido a que las
exportaciones no representaban una proporción importante del
producto-, es aún más extraño el súbito cambio en el perfil temporal
y en el signo de la relación a partir de las submuestras que inician en
1988, ya que con cantidades crecientes de exportaciones y con una
mayor apertura comercial la relación se vuelve negativa. Solamente
en las submuestras finales se aprecia una relación estrecha
(coincidente en general) y positiva entre ambas variables. Es decir,
sólo recientemente las exportaciones parecen jugar un papel
importante en la evolución cíclica de la economía. Estos resultados
son similares a los reportados por Torres y Vela (2002).
También en el caso de las importaciones (MR) es difícil definir una
relación clara con el indicador del ciclo antes de los años noventa,
aunque en general podemos decir que las importaciones siguen o son
coincidentes con el ciclo (Gráficas 2a y 2b). Después de esas fechas
se aprecia que las importaciones se vuelven coincidentes y pro-
cíclicas con coeficientes de correlación crecientes hasta niveles
cercados a uno, lo cual está relacionado con el proceso de apertura
comercial profundizada con la entrada en vigor del TLCAN. La
magnitud de los coeficientes de correlación y la estabilidad de estas
relaciones determinan la naturaleza de la relación entre el indicador
del ciclo y la balanza comercial (RXM) (Gráficas 3a y 3b). Se
observa que después de la inestabilidad propia de los años ochenta, la
balanza comercial se vuelve coincidente contra-cíclica, lo cual
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sugiere que la dinámica de las importaciones domina la del saldo
comercial.
El tipo de cambio, por su parte, es una variable clave en el
desempeño de las economías en desarrollo especialmente. Sin
embargo, existe un amplio debate sobre los efectos de sus
movimientos en el desempeño económico. Así, de acuerdo con el
enfoque tradicional, una depreciación impulsa el crecimiento en la
medida que impulsa las exportaciones y favorece el traslado de
recursos del sector de bienes no comerciables al de bienes
comerciables (Dornbusch, 1981). Por el contrario, el enfoque neo-
estructuralista sugiere que una devaluación encarece el costo en
moneda doméstica de los insumos importados y del acervo y servicio
de la deuda nominada en dólares, por lo que en una economía semi-
industrializada, altamente dependiente de insumos importados, con
mercados de capitales sujetos a racionamiento, una depreciación
puede en realidad tener efectos contraccionistas (véanse Krugman y
Taylor, 1978, y Van Wijnbergen, 1986).
La experiencia de México sugiere efectivamente una relación
inversa entre estas dos variables (Kamin y Rogers, 2000; Mejía
Reyes, et. al., 2004). En lo que respecta al tipo de cambio nominal
(TCN), nuestros resultados demuestran que el coeficiente de
correlación entre los valores contemporáneos es negativo para la
mayoría de los periodos muestrales, lo que indica que se ha
comportado de manera contra-cíclica (véase Gráficas 4a y 4b). Es
difícil, sin embargo, identificar un patrón en el perfil temporal de las
correlaciones (véase también Mejía-Reyes, 2003). Por su parte, en las
Gráficas 5a y 5b, se aprecia que la relación entre la producción y el
tipo de cambio real (TCR), resulta ser imprecisa para los periodos
muestrales anteriores a la crisis de 1995: en submuestras
subsecuentes se presenta una relación contra-cíclica robusta,
consistente con los planteamientos del enfoque estructuralista y con
la mayor parte de los estudios de los ciclos económicos de México
(Torres, 2000; Agénor, et. al 1999; Mejía Reyes, 2003). Además, los
resultados sugieren que durante la mayor parte de los años noventa el
tipo de cambio real antecede al ciclo, excepto en las submuestras
finales en la que el tipo de cambio real tiende a seguir al indicador
Gutierrez, E., Mejia, P., Cruz, B. Ciclos económicos y sector externo en México
75
del ciclo, aunque las magnitudes de los coeficientes conservan el
signo negativo y tienden a disminuir ligeramente. Este último rasgo
puede estar asociado al hecho de que la última recesión que
experimentó la economía mexicana no estuvo asociada a una
depreciación cambiaria, tal como la habían estado las ocurridas desde
mediados de los años setenta.
Relacionado con los efectos del precio del petróleo sobre la
dinámica de la economía en México, Phillips, et. al.,1996, realizan
aportaciones importantes en relación a su papel desempeñado en la
expansión generada entre 1980 y 1981, en la crisis presentada en
1986, pero no existen conclusiones precisas en cuanto a si dicha
variable tiene un efecto sistemático sobre el comportamiento cíclico
de la economía mexicana. Al respecto, la experiencia de las tres
últimas décadas justifica la inclusión de esta variable, aún cuando la
producción y la exportación de petróleo han dejado de representar
proporciones importantes en la economía mexicana, en especial por
el papel desempeñado en la expansión previa a 1981, las recesiones
de 1982 y 1986, así como su importante papel en la generación de
ingresos del sector público en fechas recientes a raíz del aumento del
precio del crudo a niveles históricos. Por su parte, el grado de co-
movimientos entre el indicador del ciclo y los valores
contemporáneos del precio del petróleo (PO) indican que desde
principios de los años ochenta hasta principios de los años noventa el
precio del petróleo fue pro-cíclico, aunque la magnitud de los
coeficientes se volvió cada vez menor (Gráficas 6a y 6b). La
tendencia decreciente de los coeficientes de correlación entre valores
contemporáneos se mantuvo hasta que el precio del petróleo se
volvió contra-cíclico.
Sólo a fines de los años noventa esta situación se revierte
parcialmente. Sin embargo, es importante establecer que la magnitud
de los coeficientes de correlación indica una relación débil o
moderada en el mejor de los casos. Por su parte, los coeficientes
máximos de correlación indican que solamente durante los años
ochenta el precio del petróleo antecedía al ciclo. La utilidad de esta
variable en la predicción del ciclo, sin embargo, se diluye una vez
que la producción y exportación de petróleo disminuyen hacia fines
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de los años ochenta. El perfil temporal de la relación no se aclara
durante los años noventa, pues en ocasiones la variable antecede al
ciclo, para después seguirlo. Tampoco la magnitud de los
coeficientes muestra un comportamiento bien definido. Más aún, los
perfiles no son consistentes pues dependen del filtro empleado. Las
dificultades para definir estos patrones pueden estar relacionadas con
la volatilidad del precio del petróleo que se ha observado en la última
década.
La inversión extranjera directa se ha convertido en una fuente de
financiamiento muy importante para la economía mexicana,
especialmente desde fines de los años ochenta. Las reformas
estructurales relacionadas con la reprivatización y la desregulación de
la economía y la apertura a los flujos de comercio y de inversión
tuvieron como objetivo acceder a las ventajas de la inversión
extranjera.
Efectivamente, la inversión extranjera ha tenido un papel
importante en el desempeño reciente de la economía nacional
(Tornell, et. al., 2004), sobre todo en etapas de expansión económica
mundial, dado que los flujos de inversión parecen ser procíclicos
(Kaminsky, et. al., 2004). Contrario a los resultados que cabría
esperar, para la mayor parte de los periodos submuestrales es
evidente la escasa asociación entre la producción real y la inversión
extrajera directa (IED). Para ambos filtros se observan resultados
ambiguos en cuanto al signo de los coeficientes de correlación
contemporáneos y máximos (ver Gráficas 7a y 7b), predominando un
comportamiento contracíclico en la inversión extranjera directa para
la mayor parte de los periodos submuestrales, lo cual contrasta con el
encontrado por Alper (2002). La escasa asociación entre estas
variables hasta principios de los noventa puede explicarse a partir del
marco legal vigente que restringía la mayor parte de las actividades
económicas al capital de origen nacional y que continúa reservando
para el Estado las actividades consideradas estratégicas. Por otro
lado, la inestabilidad macroeconómica generada por la crisis de la
deuda, la alta inflación y los programas de estabilización,
caracterizaron un periodo de astringencia en el flujo de capitales
externos.
Gutierrez, E., Mejia, P., Cruz, B. Ciclos económicos y sector externo en México
77
El efecto de las reformas estructurales iniciadas a mediados de la
década de los ochenta se evidencia al incrementarse la relación entre
las variables para algunos periodos submuestrales posteriores a 1993,
aunque este resultado parece ser robusto. Finalmente destaca el hecho
que para los últimos dos sub-periodos analizados (1996/04- 2001/04
y 1997/01-2002/01), la inversión extranjera directa se torna
procíclica y sigue al ciclo, lo cual evidencia una nueva dinámica en la
asociación de las variables producción agregada e inversión
extranjera directa. En general, los resultados obtenidos respecto a
esta variable de cierta manera son poco consistentes, y hacen
necesario el obtener evidencia adicional, fundamentalmente por el
hecho de que la inversión extranjera puede estar primordialmente
determinada más por las condiciones globales de la economía
mundial que por factores domésticos.
Por otro lado, un tema de suma importancia analizado en la
literatura es la magnitud de los vínculos entre las fluctuaciones de
diferentes países, así como los canales a través de los cuales se
propagan los choques de un país a otro. Tradicionalmente se
considera que los efectos de la economía internacional sobre el ciclo
económico doméstico provienen de fluctuaciones en la actividad
económica internacional, vía sus efectos en el volumen realizado de
comercio, y en las tasas de interés internacionales debido no
solamente a que afectan las tasas de interés domésticas, sino a que
reflejan las condiciones de crédito en los mercados internacionales y
determinan los flujos de capitales (Krugman, 1988; Agénor, et. al.,
1999).
En la práctica, sin embargo, ha sido difícil establecer la magnitud
de las relaciones incluso para países que realizan importantes flujos
de comercio. Por ejemplo, Arnaudo y Jacobo (1997) e Iguíñiz y
Aguilar (1997) presentan evidencia que muestra relaciones modestas
y no uniformes a lo largo del tiempo entre las fluctuaciones de los
países miembros del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y
Uruguay) y de los países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú,
y Venezuela) y las de los Estados Unidos. Para el caso específico de
México, Torres (2000) encuentra que a partir de los años ochenta la
economía mexicana se ha caracterizado por presentar tasas de
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional. AEEADE. Vol. 5-1 (2005)
78
crecimiento menores y más volátiles que en las décadas previas.
Además observa que para este periodo es difícil identificar una
relación clara entre el ciclo económico de México y el de los Estados
Unidos (véase también Mejía-Reyes, 2003). Por otra parte, encuentra
que los ciclos económicos de México son similares a los de otros
países latinoamericanos, pero que existe poca relación entre el ciclo
económico de México y los de esos países.
Establecer una relación clara entre los ciclos económicos de
México y de Estados Unidos (PIBUS) ha sido difícil, lo cual ha
resultado extraño dados los elevados niveles de los flujos de
inversión y comercio entre ambos países (véase Mejía-Reyes, 2003),
lo que coincide con la aportación de Torres (2000) quien concluye
además que la economía mexicana a partir de los años ochenta
presenta tasas de crecimiento del PIB menores y con mayor
volatilidad que en periodos anteriores. En contraparte existe
evidencia que las economías mexicana y estadounidense se han
sincronizado a partir de la segunda mitad de la década de los años
noventa (Cuevas, et. al., 2003; Torres y Vela 2002).
Las dificultades para establecer tal relación en una muestra
completa resultan evidentes a partir del comportamiento de los
coeficientes de correlación presentados en las Gráficas 8a y 8b. Los
coeficientes de correlación entre los valores contemporáneos
sugieren que el indicador del ciclo estadounidense es pro-cíclico con
respecto al de México únicamente después de 1995. Antes de ese
año, pasa de pro-cíclico (hasta principios de los años noventa) a
contra-cíclico. Los coeficientes de correlación máximos reflejan
relaciones muy inestables en magnitud, signo y perfil temporal hasta
mediados de los años noventa. A partir de entonces, la situación
cambia dramáticamente. Se observa en las gráficas que los
coeficientes de mayor magnitud son positivos y en muchos casos
corresponden a los coeficientes contemporáneos, por lo que se puede
argumentar que los ciclos son coincidentes hasta la muestra del
periodo 1996-2000 aproximadamente.
Es interesante observar que los coeficientes correspondientes a las
muestras que inician en 1997 sugieren una relación positiva y que
Gutierrez, E., Mejia, P., Cruz, B. Ciclos económicos y sector externo en México
79
además el ciclo de Estados Unidos antecede al de México. Estos
resultados son consistentes con los reportados por Cuevas, et. al.
(2003) y Torres y Vela (2002), quienes atribuyen estos cambios a la
apertura de la economía mexicana y, particularmente, al TLCAN.
Dentro del análisis de sincronización de ciclos económicos entre las
naciones, resulta importante establecer los diferentes canales por
medio de los cuales se transmiten los choques de un país a otro, en
especial cuando entre ellos se realizan importantes transacciones en
el ámbito comercial y de inversión. Al respecto, resulta común
considerar que los impactos de la economía internacional sobre un
ciclo doméstico particular se efectúan a través de fluctuaciones en la
actividad económica presentes en la primera, vía efectos particulares
en el volumen de comercio, y en las tasas de interés internacionales
debido no solamente a que afectan las tasas de interés domésticas,
sino a que reflejan las condiciones de crédito en los mercados
internacionales (Krugman, 1988; Agénor, et. al., 1999). Este último
aspecto podría ser relevante para naciones altamente endeudadas y/o
que cuentan con mercados domésticos de capital incipientes.
En general, el análisis de los co-movimientos de los valores
contemporáneos de la tasa de interés nominal estadounidense
(B3MN) y la producción de México, no arroja resultados robustos,
(véase Gráficas 9a y 9b). Sin embargo, para las últimas submuestras
se observa una correlación positiva pero moderada entre los valores
contemporáneos de la variable y el indicador del ciclo. Por otra parte,
para las submuestras que abarcan años comprendidos entre 1990 y
2001 se observa evidencia de que la tasa de interés nominal de
Estados Unidos sigue al indicador del ciclo. En lo que respecta a la
tasa de interés real (B3MR), las correlaciones de esta variable con el
indicador del ciclo tienen implicaciones ambiguas (véase Graficas
10a y 10b), lo que dificulta establecer conclusiones claras respecto a
la dirección de los co-movimientos entre estas variables. Contrario a
lo comentado, Agénor et. al. (1999) establecen la existencia de
resultados robustos relacionados con el signo de la correlación – en
este caso positiva- de los valores contemporáneos de la variable de
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional. AEEADE. Vol. 5-1 (2005)
80
análisis con la producción mexicana, al igual que los relacionados
con el hecho que la tasa de interés antecede al indicador del ciclo.4
4. Conclusiones
La economía mexicana ha cambiado drásticamente durante las
últimas décadas. Después de un largo periodo de tiempo,
experimentó un proceso de apertura comercial y de liberalización del
flujo de capitales, desregulación de la actividad económica y
reprivatización de la mayoría de las empresas públicas, sólo por citar
algunos ejemplos. Más aún, después de muchos intentos fallidos que
siguieron a la crisis de la deuda externa de 1982, la economía se
estabilizó hacia fines de los años ochenta. La fortaleza de la
estabilidad macroeconómica se comprobó con la rápida recuperación
que siguió a la crisis de 1995. De hecho, como consecuencia de estas
transformaciones, al parecer, la economía mexicana ha adoptado
rasgos distintos a partir de mediados de los años noventa por lo que
es intuitivamente razonable pensar que la dinámica de las variables
macroeconómicas y la relación entre ellas se han transformado a lo
largo del tiempo. Aquí tratamos de analizar tales cambios. Así pues,
en este documento se analiza la relación entre los ciclos económicos
y un conjunto de variables clave del sector externo de México para lo
cual seguimos la definición del ciclo sugerida por Lucas (1977) y
aplicamos la metodología introducida por Kydland y Prescott (1990).
Este trabajo difiere de la mayor parte de los estudios existentes
sobre el tema en que analizamos la evolución en el tiempo de las
relaciones citadas mediante la aplicación de esa metodología a
submuestras de cinco años que se desplazan en el tiempo. Un
enfoque de esta naturaleza permitiría dar luz no sólo sobre los efectos
de las profundas transformaciones que ha experimentado la
economía, sino también sobre algunas relaciones que ha sido difícil
definir. La consistencia de nuestros resultados se evalúa, como es
tradición en esta literatura, mediante la aplicación de dos filtros para
4 Resultados semejantes son encontrados por Kamin y Rogers (2000), y por
Mejía Reyes, et. al. (2004).
Gutierrez, E., Mejia, P., Cruz, B. Ciclos económicos y sector externo en México
81
eliminar la tendencia: el filtro de Hodrick-Prescott corregido y la tasa
anualizada de crecimiento.
Nuestros resultados reflejan que las relaciones entre el indicador
del ciclo y las variables del sector externo han cambiado
efectivamente a través del tiempo y que han sido muy inestables
durante la década de los años ochenta. A partir de los años noventa se
obtienen resultados que son estables y robustos al tipo de filtro
empleado. Algunos hallazgos de particular importancia sugieren que
el tipo de cambio real es contra-cíclico y antecede al ciclo en la
mayor parte de las submuestras de los años noventa, pero que al final
el perfil temporal se invierte. Las exportaciones son coincidentes y
pro-cíclicas sólo a partir de mediados de los años noventa, lo cual
puede estar asociado a la liberalización económica y,
particularmente, a los efectos del TLCAN. Las importaciones, por su
parte, son pro-cíclicas y coincidentes y la magnitud de su correlación
con el ciclo ha aumentado hasta valores cercanos a uno, lo cual es
también resultado de la apertura de la economía. Dada esta mayor
importancia del comercio exterior, se encuentra que los ciclos de
México y de los Estados Unidos se han sincronizado a partir de
mediados de los años noventa, lo cual es consistente con lo reportado
por otros autores.
Las otras variables analizadas, como el precio del petróleo, la
inversión extranjera directa y las tasas de interés nominal y real de
los Estados Unidos, no parecen tener relación importante con las
fluctuaciones cíclicas de la economía mexicana. Esto no excluye, sin
embargo, la posibilidad de que estas variables tengan un efecto de
nivel en la economía –como puede ser el caso de la inversión
extranjera, que ha aumentado de manera sostenida desde principios
de los años noventa- o que hayan sido importantes en algunos
episodios específicos de la economía –como el precio del petróleo
antes y después de la crisis de 1982 y en la de 1986-. Nuestros
resultados permiten matizar algunos hallazgos previos y apoyan
algunas explicaciones sugeridas recientemente sobre la presencia de
transformaciones cualitativas en la economía mexicana.
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional. AEEADE. Vol. 5-1 (2005)
82
Una implicación de nuestros resultados es que hace falta más
investigación para definir los efectos de algunas variables
evidentemente importantes sobre la economía nacional, tales como el
precio del petróleo o la inversión extranjera, para las cuales no hemos
hallado vínculos importantes entre sus fluctuaciones cíclicas. Una
segunda implicación es que se debe evaluar la estabilidad de las
relaciones entre las variables de la economía mexicana cuando se
realizan análisis en muestras completas con parámetros constantes en
el tiempo. En caso de que se encuentre evidencia de inestabilidad, se
debería hacer uso de métodos que permitan modelar relaciones
cambiantes en el tiempo. De otro modo, se incurriría en un severo
error de especificación.
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Gráfica 1a. Correlación entre producción y exportaciones reales
(Tasas Anualizadas)
Gráfica 1b. Correlación entre producción y exportaciones reales
(Componente Cíclico)
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
TXRC TXRM
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
CXRC CXRM
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional. AEEADE. Vol. 5-1 (2005)
86
Gráfica 2a. Correlación entre producción e importaciones reales
(Tasas Anualizadas)
Gráfica 2b. Correlación entre producción e importaciones reales
(Componente Cíclico)
Gráfica 3a. Correlación entre producción y la balanza comercial
(Tasas Anualizadas)
Gráfica 3b. Correlación entre producción y la balanza comercial
(Componente Cíclico)
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
TMRC TMRM
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
CMRC CMRM
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02
TRXMC TRXMM
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02
CRXMC CRXMM
Gutierrez, E., Mejia, P., Cruz, B. Ciclos económicos y sector externo en México
87
Gráfica 4a. Correlación entre producción y el tipo de cambio nominal
(Tasas Anualizadas)
Gráfica 4b. Correlación entre producción y el tipo de cambio nominal
(Componente Cíclico)
Gráfica 5a. Correlación entre producción y el tipo de cambio real
(Tasas Anualizadas)
Gráfica 5b. Correlación entre producción y el tipo de cambio real
(Componente Cíclico)
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
CTCRC CTCRM
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
TTCNC TTCNM
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
CTCNC CTCNM
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
TTCRC TTCRM
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional. AEEADE. Vol. 5-1 (2005)
88
Gráfica 6a. Correlación entre producción y los precios del petróleo en
México (Tasas Anualizadas)
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
TPOC TPOM
Gráfica 6b. Correlación entre producción y los precios del petróleo
en México (Componente Cíclico)
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
CPOC CPOM
Gráfica 7a. Correlación entre producción e inversión extranjera
directa en México (Tasas Anualizadas)
-1.2
-0.8
-0.4
0.0
0.4
0.8
88 90 92 94 96 98 00 02
TIEDC TIEDM
Gráfica 7b. Correlación entre producción e inversión extranjera
directa en México (Componente Cíclico)
-1.2
-0.8
-0.4
0.0
0.4
0.8
88 90 92 94 96 98 00 02
CIEDC CIEDM
Gutierrez, E., Mejia, P., Cruz, B. Ciclos económicos y sector externo en México
89
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
CB3MNC CB3MNM
Gráfica 8a. Correlación entre producción y el PIB de Estados Unidos
(Tasas Anualizadas)
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
TPIBUSC TPIBUSM
Gráfica 8b. Correlación entre producción y el PIB de Estados Unidos
(Componente Cíclico)
Gráfica 9a. Correlación entre producción y la tasa de interés a 3
meses de los bonos de Estados Unidos nominal (Tasas Anualizadas)
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
TB3MNC TB3MNM
Gráfica 9b. Correlación entre producción y la tasa de interés a 3
meses de los bonos de Estados Unidos nominal. (Componente
Cíclico)
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
CPIBUSC CPIBUSM
Estudios Económicos de Desarrollo Internacional. AEEADE. Vol. 5-1 (2005)
90
Gráfica 10a. Correlación entre producción y la tasa de interés a 3
meses de los bonos de Estados Unidos real. (Tasas Anualizadas)
-0.8
-0.4
0.0
0.4
0.8
88 90 92 94 96 98 00 02
TB3MRC TB3MRM
Gráfica 10b. Correlación entre producción y la tasa de interés a 3
meses de los bonos de Estados Unidos real. (Componente Cíclico)
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Revista publicada por la Asociación Euro-Americana de Estudios de
Desarrollo Económico. http://www.usc.es/economet/aea.htm
-1.0
-0.5
0.0
0.5
1.0
88 90 92 94 96 98 00 02
CB3MRC CB3MRM