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Los sistemas agroalimentarios locales en México. Aportaciones teóricas y empíricas para el estudio de la gobernanza

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Abstract

En este artículo se aborda una doble paradoja que envuelve la gobernanza de los SIAL: por un lado, la emergencia de un consumidor que demanda productos específicos y con características propias de los territorios, involucrándose en formas de comercio justo y redes éticas de intercambio; pero por otro lado, las crecientes exigencias que se ciernen sobre el productor, para garantizar la autenticidad del producto y el cumplimiento de normas ambientales mediante mecanismos de certificación, la mayor de las veces ajenos al productor, provocan nuevas formas de desigualdad y asimetrías en la organización y la acción colectiva tanto al interior de las comunidades como al exterior de las mismas. El artículo se divide en tres partes en las que se analizan las disyuntivas y problemas de la gobernanza, se abordan sus relaciones conceptuales y se establece su importancia para las políticas públicas con base en estudios e investigaciones empíricas emprendidas en municipios de Tlanepantla y Nativitas, en los estado de Morelos y Tlaxcala, en el Centro de México; y en Los Reyes e Ixhuatlán del Café en Michoacán, en el occidente del país y en Veracruz, en el oriente. Los trabajos de campo se realizaron en el marco del proyecto “Sistemas Agroalimentarios Locales en México. Identidad Territorial, construcción de capital social e instituciones”.
Los sistemas agroalimentarios locales en México. Aportaciones
teóricas y empíricas para el estudio de la gobernanza
Torres Salcido. G1
1UNAM. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, México, D.F. México.
Paper prepared for the 116th EAAE Seminar "SPATIAL DYNAMICS IN AGRI-
FOOD SYSTEMS: IMPLICATIONS FOR SUSTAINABILITY AND CONSUMER
WELFARE".
Parma (Italy)
October 27th -30th, 2010
Copyright 2010 Torres Salcido. G. All rights reserved. Readers may make verbatim
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this copyright notice appears on all such copies.
Los sistemas agroalimentarios locales en México. Aportaciones teóricas y empíricas
para el estudio de la gobernanza
Torres Salcido. G1
1UNAM. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, México, D.F. México.
Abstract - En este artículo se aborda una doble paradoja
que envuelve la gobernanza de los SIAL: por un lado, la
emergencia de un consumidor que demanda productos
específicos y con características propias de los
territorios, involucrándose en formas de comercio justo
y redes éticas de intercambio; pero por otro lado, las
crecientes exigencias que se ciernen sobre el productor,
para garantizar la autenticidad del producto y el
cumplimiento de normas ambientales mediante
mecanismos de certificación, la mayor de las veces
ajenos al productor, provocan nuevas formas de
desigualdad y asimetrías en la organización y la acción
colectiva tanto al interior de las comunidades como al
exterior de las mismas. El artículo se divide en tres
partes en las que se analizan las disyuntivas y problemas
de la gobernanza, se abordan sus relaciones
conceptuales y se establece su importancia para las
políticas públicas con base en estudios e investigaciones
empíricas emprendidas en municipios de Tlanepantla y
Nativitas, en los estado de Morelos y Tlaxcala, en el
Centro de México; y en Los Reyes e Ixhuatlán del Café
en Michoacán, en el occidente del país y en Veracruz, en
el oriente. Los trabajos de campo se realizaron en el
marco del proyecto “Sistemas Agroalimentarios Locales
en México. Identidad Territorial, construcción de capital
social e instituciones”.
Palabras clave - SIAL, gobernanza, México
I. INTRODUCCIÓN
La literatura reciente sobre los Sistemas
Agroalimentarios Locales (SIAL), ha sido enfática en
demostrar las virtudes y aportaciones de estos sistemas
para entender la multifuncionalidad en el medio
rural[1], la especificidad de estos sistemas y su
vinculación territorial [3,4], así como los problemas de
la certificación de los productos [5]. Incluso se ha
llamado la atención sobre las posibilidades que
representa este enfoque para la implementación de
políticas públicas de combate a la pobreza rural [6].
También se ha hecho énfasis en su relación con la
acción colectiva, el asociacionismo, el capital social
[7] y el uso de los recursos comunes, que será de gran
interés en este artículo [8]. No obstante, en la literatura
no se encuentran estudios detallados sobre la
conjunción de dos fenómenos paradójicos que
involucran a consumidores, comercializadores,
organizaciones de servicios, productores de alimentos
y sus efectos en la gobernanza de los SIAL.
La primera de estas paradojas surge de una sociedad
de la abundancia, insatisfecha con el consumo masivo
pero que se encuentra sitiada por la pobreza y por
profundas desigualdades. La segunda, se relaciona con
la gobernanza de los SIAL y tiene su origen en la
misma demanda. La coordinación de los actores y las
acciones colectivas, que tienen por objetivo la
valorización de los recursos del territorio por medio
del consumo responsable o justo, exige procesos de
certificación y defensa de los productos identificados
con los territorios, pero contradictoriamente pueden
desembocar en procesos de exclusión, pues la
certificación implica, como se verá más adelante, un
desempeño colectivo que generalmente es asumido
por los grupos más activos y con mayor capacidad de
transmisión y acumulación de capacidades.
La primera paradoja encuentra su fuerza en el
rechazo creciente a los alimentos estandarizados y
homogéneos propios del consumo de masas, también
llamado “fordista”. Este consumo está basado en una
homologación y producción en serie de los alimentos
sujetos a procesos de conservación para garantizar una
mayor vida de anaquel. Hablando en términos del
antropólogo Marc Augé el consumo masivo ha
perdido su raigambre en el territorio por lo cual sería
semejante a los “no lugares”, los espacios del
anonimato. No debe confundirse el “no lugar” con la
utopía, es decir, el lugar imaginario y cargado de
esperanza, sino por su contrario, con la antitopía,
2
también llamada distopía. Augé [9] da el apelativo de
“no lugar” a los espacios urbanos tales como las
plazas comerciales o los aeropuertos que son propicios
para las relaciones impersonales y anónimas. Si se nos
permite una licencia literaria, el consumo masivo
evocaría la no-vida de Peter Schlemill, el personaje del
literato romántico alemán Adelbert von Chamisso,
quien intercambia su sombra por una enigmática bolsa
de los deseos. A causa de ese intercambio, el personaje
pierde sus características, la personalidad que lo hace
distinto e igual ante sus semejantes; es decir, aquello
que le permite relacionarse socialmente [10]. El
personaje pierde su historia por el movimiento fáustico
de la modernidad. Bajo esta licencia literaria, podemos
intuir la primera paradoja: si bien el consumo de la
sociedad moderna, sobre todo en las primeras décadas
del Siglo XX, empuja sin cesar a la masificación, y en
consecuencia a la desterritorialización y a la pérdida
de contacto entre los productos locales y el
consumidor, una vez alcanzado cierto grado de
satisfacción de las necesidades básicas en las
sociedades desarrolladas, surge la aspiración a un
consumo diferenciado y distinguido. Como parte de la
recuperación de las raíces y de la historia, el
consumidor aspira a la distinción. Por ello, se interesa
en el origen de los productos, en los estilos de vida
rurales y en el entorno paisajístico y ambiental de la
producción. De este modo, el consumidor, que aspira a
la distinción, construye una imagen de sí mismo como
un agente identificado con el productor, con sus
necesidades y con la conservación de las
características del producto. El consumidor adquiere
los productos no sólo por sus atributos físicos, ligados
al territorio, sino también por su simbolismo. Por
ejemplo, se asume como un actor que consume
productos cuyo origen es aparentemente fácil de
rastrear y como un agente solidario con el productor.
No obstante, mediante este acto físico y simbólico
al mismo tiempo, el consumidor impone al productor
un estricto control de los atributos de los alimentos
(características organolépticas, físicas, etcétera)
mediante la certificación otorgada por normas,
regulaciones y convenciones sistematizadas a partir de
la observación de los procesos de producción
tradicional, e impuestas posteriormente por entidades
exógenas de certificación y normalización de la
calidad, por ejemplo mediante la International
Standarization Organization (ISO). El modelo de
demanda, que tiene al consumidor como el eje de una
nueva gobernanza alimentaria, puede llegar a
transformarse en una pesada carga para el productor
preocupado por mantener los requisitos organolépticos
y los atributos simbólicos. Cuestión más cierta aún si
ese productor tiene como base su actividad en
territorios que no han alcanzado los niveles de
desarrollo propios del lugar de pertenencia del
exigente consumidor. Esta paradoja puede dar lugar a
nuevas desigualdades.
Esas desigualdades inéditas constituyen el núcleo de
la segunda paradoja. Ésta se desarrolla a partir de la
crisis de legitimidad del Sistema Agroalimentario
Global y el peligro de refuncionalización de las
alternativas locales. La crisis de legitimidad puede
tener sus orígenes en el hartazgo de algunos sectores
de consumidores, pero también en su desconfianza
ante la inocuidad alimentaria. Indudablemente que esta
última impacta de manera significativa en las
organizaciones gubernamentales y en su desempeño.
Los problemas sanitarios sucesivos, tales como las
“vacas locas”, gripe aviar, salmonella, brucelosis y
otros más complejos, como la obesidad, han
conducido a una emergencia de los territorios en los
que la vinculación entre el consumidor y el productor
provoca cambios en la gobernanza de los SIAL.
Algunos elementos que permiten comprender la crisis
de las formas verticales y masivas de la producción y
el consumo han sido puestos de manifiesto por los
avances de la Sociología y de las ciencias sociales en
décadas recientes. Para Pierre Bourdieu [11] la
distinción es uno de los acicates de la acumulación del
capital, no sólo en su forma física, es decir palpable,
sino en su forma intangible, como puede ser los
símbolos, las relaciones y el conocimiento. La
necesidad de la distinción puede manifestarse en la
calificación de los productos por parte de las clases
media y alta de consumidores. Cuando Bourdieu
afirma que lo que distingue a la burguesía respecto a
otras clases es… la distinción, se refiere a la capacidad
de una parte de la población para separarse de la masa
por medio de su poder consuntivo y acumulativo de
cosas y actividades (por ejemplo, el turismo) deseadas
por la mayoría, pero que de momento son
inalcanzables. No obstante, la característica del
consumo de masas es su poder expansivo, al grado de
socializar el goce de lo que antes se consideraba como
algo distinguido. La paradoja consiste en que al
alcanzar este estadio, el consumo pierde sus
características distintivas y se transforma en algo
genérico, por lo que se requiere de una constante
búsqueda de nuevos territorios del consumo
distinguido o exclusivo. Uno de los riesgos del
consumo distinguido es su tremendo poder de
3
individuación y de apropiación privada de intangibles,
como el paisaje, el patrimonio natural o cultural y los
signos de autenticidad territoriales. En cierto sentido,
como lo señala U. Beck [12] ese riesgo puede
conducir a nuevas formas de desigualdad que
reforzarían y consolidarían las antiguas y conocidas
estructuras inequitativas de la sociedad moderna.
Curiosamente, las nuevas propuestas sociales de
consumo consideradas como parte integrante de los
nuevos estilos de vida y la identificación del
consumidor con los intereses del productor, pueden
conducir a una estratificación de los sujetos y a la
individuación de los intangibles territoriales: los
procesos de regulación, los costos de transacción que
imponen la normatividad y la certificación de los
procesos de producción y de poscosecha exigidos por
el consumidor, así como la preservación de la
inocuidad, pueden desembocar en procesos
organizativos no incluyentes y en la formación de
nuevas élites rurales basadas en el incremento del
capital social, con habilidades y capacidades
específicas, pero que no son generalizables a las
poblaciones rurales. La paradoja desencadenada por
esta nueva gobernanza del sistema agroalimentario ha
encontrado fuertes evidencias empíricas en América
Latina en la agroindustria rural. La elaboración de
quesos, las redes de comercio justo del café y el
cultivo, comercialización y transformación industrial
de productos con fuerte anclaje territorial como en el
caso del nopal en México se mueven en la doble
paradoja de un consumo urbano con aspiraciones a la
distinción mediante la recuperación de los productos
con identidad territorial, es decir, característicos y
peculiares, por un lado; y la generación de procesos de
exclusión a partir de la organización y construcción de
alternativas desde abajo, por otro lado. En el apartado
siguiente se abordan las cuestiones de método para
definir el papel que la gobernanza juega en la red de
conceptos que se encuentran alrededor de la categoría
SIAL y posteriormente se desarrolla el debate. Se
concluye con la importancia de los SIAL para las
políticas públicas y para un nuevo modelo de
desarrollo.
II. EL MÉTODO. PRECISIONES CONCEPTUALES
En este artículo se abordan los SIAL como nuevas
realidades de organización y acción colectiva en el
ámbito rural y el SIAL como una categoría de análisis
en construcción que pretende caracterizar esas nuevas
formas de organización de producción y consumo. El
método que se considera adecuado para los objetivos
de este artículo es el heurístico. Es decir, a través de la
construcción de los conceptos se pretende analizar las
fuentes y propiedades de los SIAL tomando uno de
esos conceptos como el hilo conductor. La función del
concepto clave es ordenar y jerarquizar la reflexión
epistemológica en torno al enfoque de análisis. En este
sentido, en primer lugar, se parte del supuesto que el
SIAL es una categoría que ha tenido una gran difusión
en la última década entre los científicos y agentes de
desarrollo interesados en los territorios rurales. En
segundo lugar, se establece un concepto nodo, la
gobernanza, como articulador de la red de conceptos
fuente de esta nueva categoría de análisis; y en tercer
lugar, se analizan las características de la acción
colectiva como construcción de una gobernanza con
una agenda de política pública.
Como se ha mencionado en muchos otras
publicaciones y foros, el estatus epistemológico del
SIAL como categoría está dado por la evolución de
una serie de corrientes y conceptos relacionados en sus
orígenes por la economía política del espacio y de la
economía nacional, que recuperados y elaborados por
la Teoría de los Sistemas, la Sociología Industrial y la
Geografía Humana permiten extender una nueva
mirada sobre la articulación de las economías locales y
el papel de las culturas agroalimentarias (es decir, de
producción, intercambio y consumo). No nos
detendremos más en los antecedentes históricos de la
categoría SIAL en este artículo. Para una mayor
profundización sobre el tema, puede consultarse una
serie de materiales y obras que han tenido una
circulación más o menos amplia [4,13-22]. Lo
importante de esta categoría, reside en la comprensión
de un enfoque de análisis cuya utilidad está siendo
ampliamente debatida para el ámbito rural, la
alimentación de las ciudades, el desarrollo local y la
generación de propuestas de política pública nutridas
con un fuerte enfoque territorial.
La reconstrucción de la categoría SIAL y los
conceptos que se encuentran en la fuente del debate no
es ociosa. Su importancia se expresa en la elaboración
de la agenda de política pública con una especificidad
propia y distinta respecto de otras categorías y
enfoques semejantes (Distritos Industriales, Clusters o
Sistemas Productivos Locales, SPL, por ejemplo que
se preocupan más por las dinámicas económicas de
aglomeración). En los debates sobre el SIAL puede
advertirse la importancia que le atribuyen los estudios
apegados a este enfoque a la intervención,
enraizamiento o incrustación que tienen las
4
instituciones y la relaciones sociales en el
funcionamiento de las actividades económicas locales,
rescatando de esta manera, la idea de una economía
“substantiva”; es decir, arraigada en la vida social
[23].
La triple especificidad enunciada más arriba: la
conjunción de la acción humana, las instituciones y la
cultura alimentaria constituye una primera distinción
respecto a esas categorías y enfoques. Esta triple
especificidad remite a la complejidad de la gobernanza
de los territorios. Aquí se considera que éste es el
concepto en red con otros conceptos que puede ayudar
a la comprensión del enfoque que nos ocupa. La
nueva gobernanza de los SIAL surge de la crisis de
legitimidad que vive el Sistema Agroalimentario
Global y las formas verticales de gestión pública. El
concepto en sí mismo es polémico. Las definiciones se
han multiplicado conforme se ha avanzado en el
reconocimiento de la complejidad de la gestión
privada y pública. Aguilar [24] ha dado cuenta de la
evolución histórica del concepto de gobernanza y de
las diversas variables que lo integran. No es el
objetivo de este artículo pasar revista a todas las
definiciones. Por ello, en función de la estructuración
de los SIAL, se entiende por gobernanza el proceso de
construcción de acuerdos para el incremento del
bienestar, mediante la gestión de recursos de un
territorio, tangibles e intangibles, que involucra la
gestión, dirección y coordinación de procesos socio-
económicos en un contexto medioambiental
específico, con instituciones locales y actores sociales
tanto a niveles micro (territorio) como meso (región) y
macro (economías globales o economías mundo) que
articulan su acción colectiva en función de la
apropiación del valor de un producto característico y
único de un territorio o de las expectativas de
bienestar que genere la valorización de ese producto.
La gobernanza es determinante para la inserción de las
economías locales en las economías mundo bajo
esquemas colectivos y en gran medida cooperativos,
por lo que no implican necesariamente que las
regiones se dividan en perdedoras y ganadoras, como
usualmente han sido divididas en los enfoques sobre
los ambientes innovadores o el de las regiones del
conocimiento y que han sido la base para el diseño de
políticas de “clusterización” o de aglomeración de
sistemas productivos locales.
Es importante señalar que por la conjunción de las
especificidades señaladas anteriormente, es posible
pensar la gobernanza en términos distintos a los
planteados por los juegos tipo prisionero en los que
impera la necesidad de ganar-ganar en función de
factores exógenos (en el caso del dilema del prisionero
la maximización de la utilidad –salvarse de la pena
delatando al otro- o escabullir la pena mediante un
acuerdo de no delación- depende de la presión que
imponga el policía-interrogador). En los juegos
cooperativos, en cambio, la utilidad se plantea en
función de los acuerdos de colaboración. Ello no
implica un acuerdo de tipo pragmático dictado por las
externalidades, sino un juego ético en el que el valor
del reconocimiento es la parte esencial de la
proximidad. En el caso de los SIAL esto último se
traduce en procesos territoriales cooperativos. La
gobernanza es la articulación de esos esfuerzos para
construir alternativas a la pobreza rural y mecanismos
que enfrenten el deterioro de los sistemas eco-sociales,
mediante una gestión descentralizada. La gobernanza
remite a los acuerdos y a la innovación en tres
dimensiones: a) institucional, para lograr un piso
adecuado al desarrollo; b) social, para elevar los
grados de confianza entre los actores y lograr un
ambiente propicio a la difusión del saber hacer, es
decir, la transmisión de los conocimientos y de las
características de identidad territorial de los productos;
y, c) técnica, para lograr una construcción social de la
tecnología que consolide los hallazgos relevantes.
Entonces, ¿en qué sentido puede ser la gobernanza
un concepto que explique las fuentes y la agenda del
programa de investigación sobre los SIAL? La
gobernanza es un elemento político e institucional que
da coherencia a los sistemas locales de producción
como un sistema complejo relevante para la
constitución y funcionamiento de sistemas más
amplios. En este contexto, los SIAL no obedecen sólo
a las organizaciones autoregulatorias y
autogestionarias propias de la administración de los
Recursos de Uso Común (RUC), a las que hace
alusión E. Ostrom [25], y que se abordan más
adelante, sino que implica la interacción de esas
organizaciones con el Estado (regulaciones jurídicas,
economía, gobiernos central o federal y local,
educación y coerción en un territorio). La complejidad
se refiere a la estructuración de las relaciones entre la
sociedad y el medio ambiente en una situación de
incertidumbre, por lo que es requisito indispensable
contar con procesos de auto-organización,
autorregulación y autogestión que disminuyan los
costos de las externalidades, pero también con
gobiernos e instituciones (regulatorias, académicas y
de todo tipo) transparentes y de proximidad para
garantizar la calidad de la gestión pública, con
5
rendición regular de cuentas para disminuir al máximo
la corrupción. Un SIAL típico sería aquel sistema de
producción, transformación industrial y de servicios
agroalimentarios en un territorio específico en el que
los actores tratan de establecer procesos de
coordinación y colaboración en términos asociativos,
con gestión y regulación internas, pero con fuertes
lazos con la gestión pública y las empresas. Las
organizaciones y asociaciones estarían dotadas de
mecanismos de transmisión del conocimiento y
distribución de beneficios transparentes y deben rendir
cuentas periódicamente. Dado que los SIAL basan su
acción colectiva en la apropiación y construcción del
patrimonio tangible e intangible de los territorios, se
requiere que su acción sea sustentable mediante la
conservación de formas de producción y consumo
menos dañinos para la diversidad natural y cultural.
No se trata de establecer una visión prescriptiva de los
SIAL, sino un tipo de gobernanza de estos sistemas a
partir de la observación del funcionamiento y
desempeño de estos sistemas en el contexto europeo.
Por ejemplo, las cooperativas de aceite de oliva en
Andalucía, las Denominaciones de Origen Protegidas
de queso y vinos en Francia o las cooperativas
vitivinícolas en Italia, para mencionar algunos casos.
Aún así, la abstracción de un tipo de SIAL, es una
tarea metodológica. Desde un punto de vista
epistemológico no existe un SIAL puro en la realidad
empírica. No obstante, en términos weberianos, los
sistemas pueden tener como referencia una acción
social típica. A partir de la elaboración de un tipo
ideal, podemos observar también que existen sistemas
autogestivos y sistemas inducidos por programas y
políticas públicas. Por otra parte, podemos encontrar
múltiples ejemplos de estos sistemas complejos que
tratan cotidianamente de incrementar la coordinación
territorial y disminuir las externalidades negativas
medioambientales estimulados por un modelo de
demanda.
A partir de la definición típica de la gobernanza de
los SIAL podemos determinar el grado de
coordinación de las instituciones, la producción y la
innovación. Este procedimiento metodológico es de
gran utilidad para observar el funcionamiento de esos
sistemas en el caso mexicano.
Al respecto, se ha argumentado mucho sobre la
debilidad de la gestión pública en México como un
rasgo específico que obstaculiza el desarrollo rural a
diferencia de las sociedades europeas. No obstante,
también se ha insistido en que una de las fortalezas de
los ambientes rurales mexicanos es su fortaleza
organizativa y la persistencia de instituciones locales,
aunque dispersas lo que ha permitido la resiliencia y la
innovación. La producción y beneficio del café
orgánico en la comunidades indígenas de Oaxaca y
Chiapas o entre pequeños empresarios de Veracruz
quienes tratan a la par de certificar la calidad e
impulsar procesos agroindustriales del beneficio del
café, la producción de queso artesanal, de licores
tradicionales o de tortillas de maíz en Tlaxcala con
aprovechamiento de las aguas residuales de la
nixtamalización o con la producción de nixtamal
mediante el calor proporcionado por la energía solar,
pueden ser ejemplos de innovación institucional,
tecnológica y social, que unidas al turismo y los
servicios gastronómicos, reafirman la
multifuncionalidad del agro con sustentabilidad
ambiental.
No obstante, en estos sistemas pueden encontrarse
serios obstáculos a la integración y la innovación
incipiente. Como ejemplo, pueden mencionarse la
escasa proximidad de la gestión pública para
acompañar los procesos; la lejanía que sienten los
productores respecto a las instituciones académicas
para no hablar de los liderazgos opacos o la gestión
vertical que aún se percibe en la estructuración de la
valorización de los productos. Además, esos
obstáculos están marcados por los atributos étnicos y
lingüísticos de los productores por lo que son sujetos
de múltiples formas de discriminación proveniente la
sociedad mestiza y urbana. Otras barreras son la
emigración, con la consecuente pérdida de saberes y el
cambio en la estructura de la propiedad, aunque otras
veces la pérdida provocada por el éxodo en busca de
mejores oportunidades es compensada con la voluntad,
el trabajo y la emergencia de las mujeres como sujeto
colectivo en el ámbito rural. Los obstáculos señalados
determinan las desviaciones respecto a un SIAL típico
de los sistemas en México, y seguramente en muchas
partes de Latinoamérica y el Caribe.
Retomando el problema de la sustentabilidad de los
sistemas, debe asumirse que el concepto de
gobernanza es jerárquicamente imprescindible en el
método heurístico que hemos elegido, porque también
se relaciona con los problemas de la acción colectiva y
la agenda futura. La gobernanza de la complejidad –
medioambiente–sociedad, remite a otro problema de
las ciencias sociales y al funcionamiento de los SIAL
que tienen que ver con el desempeño institucional.
¿Qué hacer con el patrimonio, los recursos de los
territorios? El famoso artículo de Garret Hardin [26]
sobre la tragedia de los comunes, sugiere que el
6
manejo común de los recursos lleva a un laberinto en
el que el crecimiento de la población, la ausencia de
responsabilidades asignadas y el afán por la utilidad
terminan por agotar los recursos naturales, desatando
procesos entrópicos que afectan al medio ambiente y a
la sociedad. Vale mencionar algunos de esos recursos
más preciados: los pastos comunes para el ganado, los
bosques, el agua y los recursos pesqueros. El modelo
de Hardin supone un juego tipo dilema del prisionero
en el que la competencia entre los poseedores de los
recursos naturales lleva a su agotamiento o extinción:
llámense pastos, bancos pesqueros o agua para la
irrigación de cultivos. A partir de la publicación de ese
artículo, el modelo de Hardin ha tenido profundas
implicaciones para las políticas conservacionistas al
presentar con escepticismo las estrategias de
colaboración que pueden fallar por la “deserción” de
los actores al negarse a toda posibilidad comunicativa
en orden de incrementar su ventaja sobre otros actores
que remite a las fallas de la acción colectiva por la
presencia del Free-Rider. El crecimiento de la entropía
de los recursos comunes, lleva entonces, a la
conclusión que los sistemas deben ser gobernados por
una instancia central (el Estado) o por entes privados.
Para Hardin, aunque es aceptable el manejod el
Estado, los privados serían los verdaderos agentes
activos en la disminución de la entropía, pues para
generar la utilidad creciente de las unidades
económicas deben verse obligados a garantizar la
sustentabilidad de los recursos, antes de uso común.
Por supuesto no se considera en este modelo si la
racionalidad de los privados en el incremento de la
utilidad puede dar lugar a otras conductas, como
emigrar o buscar nuevos recursos para explotar.
Frente a los modelos prescriptivos que se derivan
del planteamiento de Hardin en el sentido de imponer
una coordinación vertical y externa por medio del
Estado o del mercado a la gestión de los actores
locales y de los recursos naturales, Elinor Ostrom
encuentra indicios empíricos de que es posible
desarrollar modelos alternativos basados en una
estrategia de cooperación, mediante el establecimiento
de contratos y convenciones vinculantes entre los
actores. Para ello se basa en un enfoque institucional
para analizar la constitución de los sistemas complejos
entendidos como los procesos de autoorganización y
autogestión en casos de Recursos de Uso Común
(RUC), entendidos éstos como un sistema de recursos
naturales o producidos por el ser humano que supone
un costo muy grande en caso que se pretenda excluir a
los potenciales beneficiarios [25]. Sin embargo,
siempre puede existir un peligro de exclusión y
conflicto cuando las unidades de recurso (toneladas de
pescado, metros cúbicos de agua, etcétera) extraídas
de los sistemas de recursos exceden la capacidad de
reabastecimiento de ese sistema. En este sentido, la
sustentabilidad, así como la capacidad de conservación
del recurso a lo largo del tiempo, es uno de los asuntos
prioritarios de la gobernanza.
La capacidad de las instituciones, es decir, de los
sistemas de referencia que sirven de marco para la
toma de decisiones, se pone en juego para sortear
situaciones de incertidumbre. En el caso de México,
las instituciones no necesariamente tienen su soporte
en un sistema político democrático sino en el
desempeño de las sociedades locales. Los lazos
familiares, el capital social, las normas implícitas de
solidaridad y reciprocidad, los gobiernos locales
elegidos por usos y costumbres, el crédito informal y
formas arraigadas de consumo que determinan la
valoración de las características de un producto
determinado, son elementos que han utilizado los
diversos grupos de productores para salvar las crisis
provocadas por las políticas de liberalización. Tal es el
caso de los productores de maíz y tortilla de San
Antonio Atotonilco, una pequeña comunidad de
Tlaxcala o el de productores de hortaliza y hongos
huitlacoche en invernadero en otra localidad llamada
San Miguel Xochitecatitla, en el miso estado. Las
acciones institucionales locales, no obstante, no tienen
el grado de integración y sinergia con la gestión
pública a otros niveles de gobierno. La gobernanza se
fundamenta en estos casos en una acción colectiva con
actores rurales que dinamizan y cohesionan a familias
y comunidades por lo que de no haber continuidad y
sustentabilidad en la acción, no existe garantía de
éxito. Los liderazgos no sustentables, aportan en gran
medida una explicación al desconcierto de Ostrom
cuando reconoce que no tiene una explicación teórica
del porqué algunas acciones colectivas tienen éxito y
otras no.
Las aportaciones de Ostrom permiten abordar otras
dos cuestiones importantes para la estructuración de
los SIAL. La primera de ellas es la teoría de las
capacidades de Amartya Sen [27] que si bien se refiere
a los logros y funcionamiento de las personas, también
hace énfasis en la autoestima y la capacidad de
insertarse socialmente. Las capacidades no son ajenas
a la formación de habilidades sociales [28] y por lo
tanto a la formación de liderazgos. La segunda es la
activación de los territorios por medio de las redes
sociales [29]. Con respecto a las capacidades, destaca
7
que los SIAL evolutivamente pueden ser considerados
como un tipo específico de sistema productivo local y
de cluster rural que integra la economía, las
instituciones y el territorio gracias a las habilidades y
capacidades de los actores para articular objetivos
comunes y logros específicos. Las capacidades tienen
un fuerte contenido histórico que se transmite por
medio de procesos de enseñanza y aprendizaje
colectivos. El esquema de Sen y el marco de un
capital social expansivo de Ostrom, sugieren que la
resiliencia de las comunidades marginadas puede ser
incrementada para salir de las condiciones de pobreza,
por lo que políticas públicas dirigidas a fomentar las
habilidades sociales, las capacidades, la confianza y la
solidaridad pueden ser un instrumento muy importante
para la sustentabilidad de los liderazgos y de los SIAL.
Ello se relaciona con la cuestión de la activación
territorial. A pesar de las discrepancias que podría
haber respecto al capital social, una de las
características de esta forma de asociación es instaurar
relaciones sociales que permiten transmitir enseñanzas
y fijar el logro de objetivos comunes. El capital social
puede adquirir varias formas. Puede ser cerrado o
abierto. Puede ser funcional a los intereses de grupos
establecido o puede estar ligado a la formación de
culturas cívicas y participativas. En cualquier caso, el
capital social es una malla que permite, en ámbitos
territoriales dados, la transmisión de saber hacer y
comportamientos colectivos. El capital social fortalece
el desempeño de las organizaciones y permite el
establecimiento de compromiso a largo plazo. En
muchas ocasiones el capital social adquiere la forma
de asociaciones autorreguladas con criterios muy
estrictos cuya finalidad es el cumplimiento de los
imperativos comunitarios. Probablemente, esta última
cuestión sea mucho más fácil encontrarla en formas de
asociación cerradas –como las mafias- pero también se
encuentra en las comunidades indígenas o de origen
indígena, como en el caso del capital social
comunitario que encuentra Durston [30] en algunos
países de Latinoamérica. No obstante, los atributos del
capital social comunitario pueden transformarse en
función de las presiones externas. Bajo las formas de
coordinación vertical establecidas por el mercado
global, las instituciones tradicionales pueden estar
siendo desdibujadas por la emigración, las exigencias
del consumo masivo y por la presencia de liderazgos y
gobiernos locales sin interés por el desarrollo
territorial.
Algunos estudios muestran fehacientemente esa
falta de interés que constituye un grna obstáculo a la
acción colectiva. Boucher menciona diez y seis
proyectos en la Selva Lacandona, en México, que se
encuentra ante diversas fallas de coordinación y
organización derivadas de una escasa provisión de
bienes básicos públicos, pero también de la reciente
inmigración de las comunidades indígenas desde los
Altos de Chiapas a la Selva, lo que implica serias
dificultades para lograr una base institucional común y
un liderazgo efectivo. Otro caso de rompimiento del
capital social comunitario es el de la producción y
transformación industrial de nopal en el municipio de
Tlanepantla, estado de Morelos, México. Este
rompimiento se acelera por tres factores que inciden
directamente en el cambio institucional en ese
municipio: la reconversión productiva del territorio; la
monetarización creciente de la vida social y el
rompimiento político en la comunidad, que la ha
dividido en dos bando opuestos que tienen, cada uno
de ellos, organizaciones enfocadas al mercado, pero
con distinto nivel de desarrollo. El cambio
institucional que está viviendo este municipio ha
producido un débil control y autogestión de los
recursos comunes, como la distribución del agua y el
manejo de los bosques cercanos pertenecientes al Área
Natural Protegida “Corredor biológico Chichinautzin”.
El deterioro del capital social comunitario se ha
agudizado porque el Gobierno Federal ha establecido
políticas conservacionistas en esta área pero sin una
integración efectiva de cooperación social, por lo que
muchos comuneros han abandonado la responsabilidad
del cuidado del bosque, dejando esta tarea al gobierno
[31]La adopción reciente (veinte años) del cultivo del
nopal por los productores del municipio, la
monetarización de la economía local como resultado
de la cercanía con el poderoso centro de consumo que
es la Ciudad de México (42 kilómetros), ha llevado al
abandono de los sistemas de cultivo basados en la
milpa, es decir, en el policultivo que da la posibilidad
de la seguridad alimentaria, así como el rompimiento
político y productivo de los acuerdos que habían
sustentado la vida de la comunidad hasta el año 2004,
cuando se da una fuerte ruptura entre dos grupos de
productores y la intervención armada del gobierno
estatal y federal llevó a un retraso significativo de los
planes de transformación industrial del producto y a la
innovación, con graves consecuencias en la cohesión
social de la comunidad.
En otras ocasiones, las exigencias de inocuidad y de
certificación de los productos, generadas por las
grandes empresas comercializadoras, colocan a los
productores ante el dilema aumentar las externalidades
8
negativas al medio ambiente mediante el uso intensivo
de mano de obra, fertilizantes y pesticidas, con
consecuencias graves en los recursos hídricos
superficiales y en las convenciones y acuerdos
generados a lo largo de muchos años. En el municipio
de los Reyes, en Michoacán, México, las
convenciones conservadas a través de décadas para el
manejo del agua y la producción de caña de azúcar en
las cuales los gobiernos locales y un ingenio habían
sido piezas centrales para el tandeo (distribución) del
agua de riego, un cuidado relativo de la calidad del
agua y de los caminos rurales para el transporte de la
zafra. Estas formas de acuerdo y contrato no obstante,
se han visto diluidas a partir de la llegada de empresas
comercializadoras de zarzamora de origen chileno,
estadounidense y mexicano que han ofrecido al
productor un mayor beneficio por el cultivo de la
frutilla. No obstante, el paquete tecnológico y la
demanda de mano de obra para el cultivo y cosecha de
este producto ha producido externalidades
medioambientales que ponen en peligro la calidad del
agua, por la contaminación química y de aguas
residuales de los mantos superficiales. Esta
contaminación ha llevado a una pérdida de sentido de
la acción colectiva al adoptar estrategias individuales
como la perforación de pozos profundos (llevada a
cabo por quienes tienen los recursos económicos).
Adicionalmente, otra fuente de contaminación se ha
generado por negativa del ingenio a seguir
conservando los caminos, dado que los productores
han abandonado en gran medida la actividad del
cultivo de la caña. Ello ha desatado un conflicto con
los zarzamoreros –antiguos productores de caña de
azúcar- por el polvo que levantan los transportes y el
daño que provoca a la calidad de la fruta.
Los problemas mencionados hasta aquí son sólo
algunos ejemplos de las dificultades que entraña la
gobernanza como concepto y política. Para resumir, no
obstante, es preciso señalar que frente a la observación
de nuevos sistemas y formas de acción social en torno
al hecho alimentario, es necesario realizar un esfuerzo
teórico que no obstante, siempre es insuficiente dada
la complejidad e incertidumbre de los fenómenos
observados. Frente a esta complejidad emergente de
los sistemas un método heurístico con base a un
concepto red como la gobernanza puede ser una buena
alternativa para consolidar el estatus científico de la
categoría de análisis y enfoque SIAL. No obstante, en
el ámbito Latinoamericano es necesario reflexionar en
torno a esta categoría con algunas especificidades tales
como la estructuración de los liderazgos con base en
los cambios estructurales de la propiedad, la
emergencia de nuevos sujetos, el carácter biodiverso,
pluriétnico y pluricultural de las sociedades.
Asimismo, es preciso observar la integración
asimétrica de las agroindustrias rurales por la
diferencia de capacidades para enfrentar la demanda
de los mercados urbanos, peri-urbanos, regionales o de
otros niveles; y, finalmente, los riesgos ambientales
que plantean una nueva perspectiva de la conservación
de la biodiversidad. Todo ello refuerza la necesidad de
enfocar la estructuración de la categoría de análisis
SIAL desde el concepto de gobernanza.
III. EL DEBATE Y CONCLUSIONES. DE LA CATEGORÍA
SIAL A LAS POLÍTICAS PÚBLICAS. LAS TRAMPAS DE
LA DOBLE PARADOJA DE LA GOBERNANZA
La acción colectiva se expresa en diversas formas
de activación territorial tales como la apropiación de
los recursos del territorio o la acción reactiva a las
externalidades de las empresas o las políticas públicas
que bajo la perspectiva económica de la formación de
clusters se presentan como agentes desarrolladores
frente a comunidades que presuntamente necesitan ser
desarrolladas, con fuertes riegos de rompimiento de
los acuerdos internos y en todo caso, los procesos de
cambio institucional endógenos. Asimismo, se expresa
en la necesidad de obtener diversos mecanismos de
certificación y reconocimiento para estar presentes en
los nichos de mercado urbanos o en los mercados
distinguidos de los países centrales. Esto último
implica, como hacer ver Mutterbaugh, una serie de
mecanismos de autoexplotación y autoexclusión de los
apropiadores de los recursos que paradójicamente se
mueven en los marcos del comercio justo, orgánico o
certificado que imponen los consumidores. Por
ejemplo, ante la incapacidad de pagar los altos costos
que representan los certificadores, algunas
organizaciones de Oaxaca han optado por
especializarse en las tareas de certificación pero con
altos costos económicos para la organización, lo que
provoca conflictos que abren enormes grietas en la
confianza social.
En otros casos, las externalidades provocadas por
los enormes mercados urbanos como el de la Ciudad
de México, llevan a la re-conversión de las tierras de
cultivo y a la imposición de formas de monocultivo
que obligan a los productores a aprender
constantemente el manejo del producto. No obstante,
este proceso conlleva la resignificación de la acción y
9
a producir sellos de identidad territorial de un recurso
recientemente adoptado o apropiado. Tal puede
decirse del caso del nopal en el estado de Morelos, que
con apenas 20 años de introducción del cultivo. Un
ejemplo de esta resignificación es la denominación del
municipio de Tlanepantla, principal productor de esta
verdura-cactácea en ese estado, como “tierra sagrada
del nopal”. Lo mismo puede decirse del café en el
municipio de Ixhuatlán del café en el estado de
Veracruz, que ahora sufre un proceso de reconversión
productiva para plantar la cucurbitácea llamada
chayote con pérdida de grandes extensiones de sombra
y con probables graves consecuencias de carácter
ambiental.
Todo lo anterior conduce a una valoración ética que
se relaciona con los SIAL desde una mirada
biodiversa. Los problemas de coordinación,
organización y liderazgo de la acción colectiva y la
adopción de estrategias individuales en la apropiación
de recursos como el agua, la tierra y los bosques han
llevado a una falta de interés y solidaridad en una serie
de sistemas productivos que han desembocado en los
monocultivos, en la aplicación excesiva de
fertilizantes químicos y en un manejo por decir lo
menos, descuidado de los contenedores de fertilizantes
y pesticidas con consecuencias tales como el azolve de
espejos de agua, la contaminación de aguas
superficiales y la pérdida de especies vegetales y
animales. La doble paradoja –la del consumo masivo
que impone la necesidad de la distinción y la de ésta
que entraña riesgos de exclusión- es también una
paradoja ética que ha estado en el inicio de algunos
SIAL en Latinoamérica. La valorización de los
productos típicos, identitarios, con anclaje territorial,
demandados por las grandes ciudades o los mercados
externos imponen procesos de integración asimétrica a
los mercados. Las indicaciones geográficas de origen,
los sellos de calidad, la certificación orgánica y otros
mecanismos de las redes de comercio éticas y de
políticas públicas de desarrollo local han introducido
una nueva gobernanza en la que la paradoja de una
sociedad de consumo de masas y la reacción de los
agentes del consumo distinguido juegan a favor de la
constitución de los SIAL, pero también en su
integración y refuncionalización en un esquema de
explotación no sustentable en los países del sur.
Con todo lo dicho hasta aquí, no quiere decirse que
los SIAL sea una promesa fallida. Las conclusiones
que podemos extraer del desarrollo teórico y empírico
de los SIAL es que la gobernanza de estos sistemas
emergentes dependen en gran medida no sólo de la
localización territorial de empresas agrupadas y
cooperantes en la producción, servicios, turismo y
gastronomía a una escala espacial determinada a la
manera del distrito industrial marshalliano o de los
clusters, sino del reconocimiento de dimensiones
sociológicas, éticas y políticas en la estructuración de
estos sistemas. La teoría de las capacidades de
Amartya Sen y los Recursos de Uso Común de Ostrom
abren ventanas muy importantes para reconocer que
bajo una mirada institucional es posible articular
esfuerzos de acción colectiva construyan alternativas
de política publica a la pobreza rural. No obstante, no
debe verse esta alternativa desde una atalaya
productivista. Insistimos en que la consolidación o la
construcción institucional está sujeta en esta
gobernanza emergente al sistema ambiental y a la
conservación de la riqueza y patrimonio natural, y por
supuesto cultural, en cuanto al conocimiento del uso
de sistemas biodiversos concierne.
El capital social que acompaña a la estructuración
de los SIAL no puede sino definirse en un sentido
también expansivo que implica la formación de
instituciones que impulsen y faciliten la provisión, la
responsabilidad y la confianza. Muchos de los
problemas a los que se enfrentan los SIAL en América
Latina son, como ya se ha mencionado en diversas
ocasiones, la debilidad de los lazos institucionales lo
que dificulta la integración a los mercados, la
innovación y el fortalecimiento de las estrategias
colectivas. Esto último se relaciona con un elemento
central de la acción colectiva en America Latina. Los
procesos de acción colectiva no siempre han sido
acompañados de la inclusión de los actores
territoriales. Por el contrario, los proceso de
innovación, de apropiación de los recursos del
territorio han estado en manos de élites rurales
excluyentes y de liderazgos que propician la aparición
y desarrollo del “free rider”.
Las conclusiones que aquí se presentan, tampoco
pueden ser definitivas para romper las imposiciones
del consumo masivo y del consumo distinguido. Es
decir, para convertir a los sistemas emergentes en
sistemas alternativos que salten la doble paradoja a la
que están sometidos. En realidad, hacen falta muchos
estudios para llegar a una conclusión general. También
se requieren de consolidar los métodos de diagnóstico
e intervención en los territorios con potenciales
sistemas productivos que pudieran convertirse en un
SIAL en el sentido de la triple especificidad señalada
más arriba: territorios e instituciones; innovación
tecnológica y culturas alimentarias. Hasta ahora, los
10
métodos han sido de carácter cualitativo y en muchos
sentidos etnográficos lo que permite tener una idea
precisa de los territorios, los actores sociales, las
instituciones y las múltiples funciones de los paisajes
rurales que integran al turismo y la cultura
gastronómica, pero tenemos muy pocos trabajos
estadísticos que muestran frecuencias y regularidades
que permitan establecer tipologías de los SIAL. Esta
es una cuestión que deberíamos incluir en una agenda
para definir los estudios futuros. Por otra parte, es
necesario pasar de las estrategias de intervención en
los ámbitos estrictamente localizados, caracterizadas
por el acompañamiento del proceso de auto
conocimiento de la comunidad sobre sus fortalezas,
debilidades, oportunidades y amenazas (FODA), a
políticas de promoción y facilitación de los SIAL por
los gobiernos locales, regionales y de otros niveles.
Por último se podría aventurar que a pesar del
reconocimiento del SIAL como una categoría
evolutiva, aún no existen métodos y técnicas para
determinar el ciclo de vida de los SIAL. Si bien al
parecer existe consenso en que su estructuración
inicial y consolidación están acompañadas de una base
institucional flexible y comprensiva de los procesos
territoriales, no hemos descubierto aun en qué
condiciones un sistema emergente puede fallar o
terminar su ciclo de vida. Sólo podríamos aventurar
hipótesis sociológicas y sumamente generales, tales
como que las fallas de la acción colectiva y las
estructuras de poder en el ámbito rural propician la
desconfianza, el falso compromiso y la ausencia de
ética en la preservación de la calidad, lo que termina
por imponer, salvo algunos casos que afortunadamente
son cada vez más numerosos, las estrategias
individuales y el rompimiento de los vínculos de los
alimentos con el territorio. No obstante, esta hipótesis
es plausible de comprobación en la medida que avance
nuestro conocimiento sobre el tema.
AGRADECIMIENTOS
A la dirección General de Asuntos de Personal
Académico (DGAPA) de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), por el apoyo otorgado
al proyecto IN301708 en el marco de Programa de
Apoyos a la Investigación e Innovación Tecnológica
(PAPIIT); al Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (CONACYT) que ha apoyado este
proyecto dentro del programa de proyectos de Ciencia
Básica; a Rosa María Larroa, por su colaboración
como corresponsable del proyecto PAPIIT; a
Alejandro Ramos, por sus sugerencias y a Rodrigo
Meiners, por su apoyo en el trabajo de campo en
Tlaxcala; a la Coordinación de Humanidades de la
UNAM y al CEIICH de la misma Universidad por las
facilidades otorgadas.
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Article
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La periurbanización constituye una de las expresiones territoriales de mayor dinamismo en la sociedad contemporánea. Se han constituido nuevas formas derivadas del rol preponderante que ejercen los núcleos urbanos, que expresan transformaciones y fenómenos emergentes en sus periferias y en el entorno rural circundante. En esos ámbitos tienen lugar diversas dinámicas territoriales a partir de la reconfiguración de los espacios de la producción alimentaria en los entornos periurbanos que forman parte de los sistemas metropolitanos. Se manifiestan facetas diferenciadas de la institucionalización de la alimentación sostenible en entornos urbanos y periurbanos, en la ruta de la transición hacia la alimentación sustentable y en las que se expresan diferentes modalidades territoriales. Ahí, adquieren relevancia procesos determinantes en la estructuración territorial contemporánea, vinculados a nuevas tendencias alimentarias sustentables y sanitarias, como la proximidad, la consolidación de los circuitos cortos de consumo y la instauración de novedosas formas territoriales como los sistemas alimentarios ciudad-región y los parques agrarios, en un contexto de reestructuración y reordenamiento de los espacios periurbanos, como parte integrante de los sistemas metropolitanos. La figura del parque agrario constituye una innovación territorial frente a la metropolización creciente, que amenaza y desarticula la dinámica de los espacios agrarios periurbanos. Principalmente en Europa, constituye una modalidad a través de la cual se ordenan y gestionan los espacios agrarios en los ámbitos jerárquicos metropolitanos. Se enfatiza el carácter social y las acciones colectivas que sustentan las prácticas agrícolas, como parte de la sustentabilidad urbana. Se señalan los roles trascendentales de los actores sociales, las organizaciones ciudadanas y de productores, así como de las instituciones participantes, en la configuración de la gobernanza territorial periurbana, a partir de los fundamentos de la economía solidaria y la justicia social. Se destaca la difusión que adquieren en estos procesos las modalidades fundamentadas en un amplio sustento cooperativista (hubs alimentarios, supermercados cooperativos, obradores compartidos), vinculadas a la gestión productiva y del consumo alimentario. Se señala la idea en torno a la agricultura periurbana de proximidad como un valioso aporte al abasto alimentario, a través de los sistemas alternativos de producción y consumo. Si bien la producción convencional de alimentos predomina aún en el abasto de los centros urbanos, el reto consiste en fortalecer las modalidades existentes en la agricultura urbana y periurbana, como opciones de alimentación sana y como salvaguarda de las economías agrarias locales y campesinas. Su consideración dentro de las políticas públicas de desarrollo rural es limitada, por lo que es imprescindible fortalecer los apoyos de los gobiernos locales y metropolitanos. En términos de la permanente redefinición del carácter multifuncional que experimentan los espacios rurales contemporáneos, sobre todo aquellos vinculados a las dinámicas de los sistemas metropolitanos, se requiere estudiar a fondo otras transformaciones y expresiones diferenciadas en estos ámbitos de interacción urbano-rural, (usos del suelo, nuevas formas de poblamiento, neoruralidad y las diferenciaciones socioterritoriales), por las vinculaciones que establecen entre sí, en la transformación permanentemente de los espacios periurbanos.
Article
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Le concept de « Système agroalimentaire localisé » (Syal) connaît depuis une dizaine d’années une large diffusion au niveau international. La référence au territoire et aux cultures alimentaires locales constitue un élément central de cette approche fondée sur l’étude des relations homme/produit/territoire. C’est l’analyse des spécificités territoriales qui permettra de caractériser les Syal, de comprendre leur diversité et leur dynamique. C’est donc autour de ces spécificités que nous avons structuré cet article : i) spécificité des hommes et de leurs institutions ; ii) spécificité des produits et des processus de qualification associés ; iii) spécificité des consommateurs et de leurs cultures alimentaires. Nous concluons au plan scientifique que le concept de Syal, en tant qu’objet de recherche et cadre théorique, peut contribuer à la construction d’une approche agroalimentaire à base territoriale pour comprendre l’organisation et le fonctionnement d’un ensemble d’activités productives, sociales, culturelles, qui « font système ». Sur le plan opérationnel, en tant que cadre d’action, le concept de Syal ouvre une nouvelle perspective de réflexion pour les politiques publiques et les projets de développement territorial et régional. Abstract : For about the last ten years, the localized agrifood systems (LAFS) concept has spread considerably worldwide. Territory and local food crops are central elements of the approach based on the study of relationships between man, products and territory. It is through the analysis of territorial specificities that LAFS can be characterized and their diversity and dynamics understood. These specificities are at the core of the present paper and are analyzed as follows: (i) specificities of the persons and their institutions; (ii) specificities of products and associated qualification processes; and (iii) specificities of consumers and their food crops. At a scientific level, we conclude that LAFS as a research object and a theoretical framework can help develop a territorial agrifood approach aiming at understanding the organization and functioning of various activities “forming a system”, whether they are productive, social, cultural…At a practical level, as a framework for action, LAFS opens new perspectives for public policies, and for territorial and regional development projects.
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Este artículo es resultado de una investigación en dos cuencas lecheras mexicanas, realizada con el enfoque de Sistemas Agroalimentarios Localizados (SIAL). A partir del diagnóstico de las cadenas productivas y de los territorios se propone un análisis de las dinámicas colectivas. En este enfoque la historia del territorio y de la actividad es un indicador de suma importancia. A pesar de que las cuencas presentan profundas diferencias estructurales y de operación, es posible destacar algunas tendencias. La convergencia horizontal de las estrategias se construye alrededor de la producción de un mismo producto y se materializa, o no, en organizaciones colectivas. Sin embargo, en las cuencas no se desarrollan acciones colectivas fuertes y estables, por lo que la cooperación horizontal se basa más en relaciones familiares y de amistad; mientras que, en las relaciones verticales, domina el oportunismo. La no especificación de la calidad de los productos acentúa este fenómeno. En términos de proximidad y confianza hace falta desarrollar una proximidad profesional fuerte, basada en una clara definición de las reglas del juego y de la penalización. Esta ausencia es en parte responsable de los problemas de coordinación. El bajo nivel de capital social empeora la situación. Además el papel del Estado no siempre ha sido el más adecuado. Para romper el círculo vicioso de la no cooperación es necesario reabrir espacios de diálogo y desarrollar proyectos colectivos que conlleven fuertes motivaciones.
Article
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Este artículo está basado en una comparación transversal de nueve casos de agroindustria rural de América Latina, con un énfasis particular en las redes sociales. De acuerdo con las teorías sobre Distritos Industriales, Sistemas Productivos Localizados y Sistemas Agroalimentarios Localizados, se analiza cómo las ventajas asociadas a la proximidad de las empresas se adaptan a las concentraciones de agroindustria rural de América Latina. Finalmente, se analiza como la proximidad fomenta relaciones de confianza entre los actores, lo cual permite que se generen acciones colectivas para contribuir al desarrollo de toda la concentración. Estas acciones colectivas pueden ser una vía para "activar" los recursos específicos del territorio, de forma que las concentraciones puedan hacer frente a los nuevos retos generados por la globalización.
Article
"Technology is not the answer to the population problem. Rather, what is needed is 'mutual coercion mutually agreed upon'--everyone voluntarily giving up the freedom to breed without limit. If we all have an equal right to many 'commons' provided by nature and by the activities of modern governments, then by breeding freely we behave as do herders sharing a common pasture. Each herder acts rationally by adding yet one more beast to his/her herd, because each gains all the profit from that addition, while bearing only a fraction of its costs in overgrazing, which are shared by all the users. The logic of the system compels all herders to increase their herds without limit, with the 'tragic,' i.e. 'inevitable,' 'inescapable' result: ruin the commons. Appealing to individual conscience to exercise restraint in the use of social-welfare or natural commons is likewise self-defeating: the conscientious will restrict use (reproduction), the heedless will continue using (reproducing), and gradually but inevitably the selfish will out-compete the responsible. Temperance can be best accomplished through administrative law, and a 'great challenge...is to invent the corrective feedbacks..to keep custodians honest.'"
Article
Sobre el volcán civilizatorio: los contornos de la sociedad del riesgo -- Individualización de la desigualdad social: la destradicionalización de las formas de vida de la sociedad industrial -- Modernización reflexiva: hacia la generalización de la ciencia y de la política Bibliografía: P. 291-304
Article
Obra en torno al concepto de capital social, el cual se expresa en redes de confianza y reciprocidad entre los individuos, articulados en redes interpersonales. Propone el autor construir capital social intencionadamente.