Un grupo de profesores latinoamericanos de variadas disciplinas es convocado para escribir en torno al lenguaje que nos define como seres sociales. Académicos de México, Cuba y Colombia reúnen sus trabajos en temas tan diversos como la migración, las fake news, los cómics o el cine en este tan especial 2020.
La recopilación se hace en un momento en el que experimentamos la separación física provocada por la necesidad del confinamiento de una pandemia sin vacuna, pero que la vivimos más conectados que nunca. Antes que nos pidieran quedarnos en nuestras casas los habitantes de esta región nos habíamos apropiado del nuevo espacio resultante de la existencia de un espacio consolidado en torno a las redes sociales y los dispositivos móviles. Dos tecnologías que, al combinarse, habían iniciado un cambio equivalente al que la humanidad vivió en su momento con el surgimiento de la escritura, primero, y de la imprenta, después.
Cuando la gente enciende las pantallas de sus teléfonos se comunican personas. Muchos rechazan los dispositivos y hablan de adicción a los mismos, olvidando que para nosotros estas máquinas son cada vez más transparentes y lo que tenemos delante es la imagen de personas compartiendo ese momento significativo con los suyos. Tras los violentos estallidos que se dieron en cada rincón del mundo durante
2019, incluyendo ciudades de nuestro continente, se dejó de seguir cuestionando la centralidad de las comunicaciones. La revista New Yorker en el último número de dicho año describió las explosiones sociales como “un pronunciado cambio en el panorama global de la disidencia. La gente en más países está usando el poder popular
más que en ningún otro momento de la historia. Los movimientos sin armas son el principal desafío que enfrentan los gobiernos hoy en día”. Ese artículo confirma la centralidad de la tecnología como aceleración de la organización y eficiencia de las protestas del 2019.
En los años sesenta se protestaba coordinados por teléfono y panfletos, en 2011 aparecieron los móviles tradicionales y las redes sociales, en especial Twitter y Facebook, pero fue recién el año pasado cuando aplicaciones encriptadas como Telegram permitieron espacios seguros y un grado tal de anonimato que incluso dejó de ser necesaria la convocatoria del líder que moviliza. En el cercano 2011, caracterizado por otra ola de protestas internacionales, el fenómeno de las redes no alcanzaba en nuestros países siquiera a 30% de la población. En el caso chileno ya en 2017 el acceso a la Internet superó 90%, no obstante que la penetración de computadores no había cambiado prácticamente nada en esta década. Mientras en Chile en 2014 existían menos de 50 mil dispositivos móviles inteligentes, actualmente casi todos sus habitantes están confinados con dispositivos 4G de última generación.
Manuel Castells, en noviembre pasado, en plena explosión social de Santiago, aseguró que ahora toda la política habita en las comunicaciones, fue fácil adelantar que lo mismo ocurriría pronto con todos los otros grandes temas: emprendimiento, sanidad, seguridad, entre otros. Los que no lo entendieron entonces luego con la universalización de la pandemia no tuvieron más remedio que asumir que el éxito de las políticas para enfrentarla estaba completamente condicionado con la capacidad de comunicación de los gobiernos y sus gobernados. La conclusión de Castells sobre las explosiones sociales había sido que aunque el disparador variaba de país en
país, la demanda siempre fue la misma: la dignidad. “Los ciudadanos ya no tienen confianza en sus parlamentarios ni en sus gobiernos, tampoco en sus presidentes. Hay un rechazo unánime de todos los partidos, no son considerados legítimos ni viables... la gente no puede más y explota. Y explota en algunos lugares con violencia limitada, en otros, con violencia más extrema”.
Yubal Hoha Harari nos recuerda por otro lado que la claridad se ha convertido en la mayor fuente de poder y expresarse con claridad será cada vez más determinante. Los débiles que hasta ahora han sido explotados, hoy deben evitar convertirse en sujetos irrelevantes a los que ni se revisen sus currículums en la búsqueda de empleo ni se consideren sus puntos de vista para la toma de decisiones políticas.
En este contexto se revaloriza la apuesta de este libro en torno al lenguaje. El actual ceo del New York Times, Mark Thompson, dice que “cuando las palabras se corrompen, la comunidad se desintegra”, aludiendo a una frase de Confucio que confirma que las palabras importan mucho más en este contexto. Hoy más que nunca los profesionales universitarios que trabajamos en torno al lenguaje debemos asegurarnos de que todos los graduados aprendan a escribir y analizar las diferentes formas de comunicación: lo que este libro busca garantizar.
Fuentes de información:
Castells, Manuel (2019). La crisis de la democracia liberal en el mundo. 30 de junio de 2020, Centro de Estudios Públicos (cep). Recuperado de: https://www.cepchile.cl/cep/noticias/notas-de-prensa/la-crisis-de-la-democracia-liberal-enel-mundo
Thompson, Mark (2016). Enough said: what’s gone wrong with the language of politics? EUA: St. Martin’s Press.
Wright, Robin (2019). The story of 2019: protests in every corner of the globe. 17 de junio de 2020, en The New Yorker. Recuperado de: https://www.newyorker.com/news/our-columnists/the-story-of-2019-protests-in-every-corner-of-the-globe
Eduardo Arriagada Cardini
Facultad de Comunicaciones
Pontificia Universidad Católica de Chile