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541
Scheinsohn
et al.
1 Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano/ CONICET – scheinso@mail.retina.ar
2 INSUE/ CONICET
3 Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.
Distribución espacial del arte rupestre en el
bosque y la estepa del norte de Patagonia.
Nuevos resultados
Vivian Scheinsohn
1
, Claudia Szumik
2
, Sabrina Leonardt
3
y Florencia Rizzo
3
ABSTRACT
In a previous paper (Scheinsohn and Szumik 2007) patterns of spatial distribution of archaeological
materials were identied in Northwestern Patagonia in order to test the existence of dierent
populations at the forest and the steppe of Late Holocene NW Patagonia (see Casamiquela
1965, Albornoz and Cuneo 2000, Hajduk et al. 2004). In that occasion, results did not hold any
dierence but problems in sampling and in codication were found. In this paper we review
that work focusing on rock art (a line of evidence which showed the best results in previous
work), widening the sample and revising codication, changing number, clustering and states
of characters. As in the previous work, patterns obtained do not support any dierences
in terms of environmental criteria but other interpretations are oered and discussed.
INTRODUCCIÓN
En un trabajo anterior (Scheinsohn y Szumik
2007) se buscaron denir posibles diferencias entre
las poblaciones humanas que ocuparon bosques y
estepa del Norte de Patagonia durante el Holoceno
tardío, momento en el que se produjo un incremen-
to de la señal arqueológica en el bosque. Para ex-
plicar dicho fenómeno, habíamos considerado dos
hipótesis posibles:
a) El incremento de la señal arqueológica habría
sido producto de un aumento correlativo en la fre-
cuencia de entradas al bosque, por parte de grupos
que tenían su base residencial en la estepa, (ver
Belardi 2004) mediante el mecanismo de sión de
poblaciones. Se podría relacionar este incremento
de frecuencias con un aumento poblacional que se
estaría dando en estos momentos (ver por ejemplo
Barrientos 2002). Dado que se trata de la misma
población, no se habría producido una explotación
especíca del bosque, por lo que el patrón artefac-
tual generado por los cazadores-recolectores que
ocuparon las zonas boscosas no se habría diferen-
ciado de aquel generado en la estepa (Borrero y
Muñoz 1999; Bellelli et al. 2003).
b) La ocupación del bosque habría llevado a una
especialización y eventual diferenciación de por lo
menos dos poblaciones humanas, una en la estepa
y otra en el bosque. Esta postura estaría sugerida
en los planteos de Hajduk et al. (2004) y, para tiem-
pos etnográcos, en los de Casamiquela (1965).
También apuntaría en ese sentido, aunque referi-
do al arte rupestre, el trabajo de Albornoz y Cúneo
(2000), que considera la presencia de una modali-
dad de arte rupestre propia del bosque.
En aquel trabajo nos propusimos evaluar esta
segunda hipótesis. Para ello era necesario identi-
car patrones de materiales arqueológicos diferen-
ciados en cada bioma, dado que al plantear una
especialización en la explotación del bosque se im-
pondría un repertorio material distinto, al menos
parcialmente, al de la estepa.
Para someter a prueba esta hipótesis trabaja-
mos con análisis cladístico y de áreas de endemis-
mo aplicados al estudio de los diversos artefactos
(incluyendo arte rupestre) y ecofactos registrados
en un área delimitada entre los paralelos 40 y 43º
(Scheinsohn y Szumik 2007). Como resultado de
ese trabajo, no se pudo establecer una población
artefactual diferenciada en el bosque. Sin embar-
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ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
go, habíamos planteado una serie de problemas re-
lativos a la muestra y a la codicación utilizada, que
podrían estar afectando ese resultado.
Esta presentación, continúa y revisa ese traba-
jo. En esta oportunidad, nos hemos focalizado en
el análisis de sitios con arte rupestre, ya que esta
línea de evidencia demostró tener una mejor cali-
dad de información en la bibliografía estudiada, lo
que facilita las comparaciones. De hecho, el único
caso donde se pudo establecer una discriminación
de patrones artefactuales propios del bosque se
obtuvo en función de motivos de arte rupestre (ver
Scheinsohn y Szumik 2007).
METODOLOGÍA
El área bajo estudio, comprende una franja de
bosque y estepa, que va desde el sur de la Provin-
cia de Neuquén hasta el Norte de la Provincia de
Chubut (Figura 1).
Como uno de los problemas a resolver era el
tamaño de muestra, en este trabajo decidimos am-
pliarla, llevándola de 21 (Scheinsohn y Szumik 2007)
a 38 sitios, todos ellos aleros y reparos rocosos, que
fueron estudiados por diversos autores (Cuadro
1). Algunos de estos sitios no presentan fechados
radiocarbónicos. Sin embargo todos ellos poseen
motivos rupestres atribuidos a la Tendencia Abs-
tracta Geométrica Compleja (en adelante TAGC,
Gradin 1999) o Estilo de Grecas (Menghin 1957).
Este estilo o tendencia fue datado entre los 1300 y
700 años AP, en función de hallazgos en estratigra-
fía asociados con las pinturas (Podestá et al. 2007).
Por ello consideramos que los sitios estudiados se
encuentran en este rango temporal.
Figura 1. Mapa del área de estudio
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
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Scheinsohn
et al.
SITIO REFERENCIAS
alero Las Mellizas
Silveira (1987), Silveira y Fernández (1991)
alero Los Cipreses
Silveira (1987),
Silveira y Fernández (1991)
alero Lariviere
Silveira (1988 – 1989) Silveira (1999)
Silveira y Fernández (1991)
Campo Moncada 1 (CM1)
Onetto (1983)
Campo Nassif (CN1)
Onetto (1986 – 1987)Onetto (1983)
Aschero (1983) Carballido Calatayud (2000 – 2002)
Piedra Parada 1 (PP 1)
Pérez de Micou (1983) Aschero (1983)
Pérez de Micou (1979 –1982)
Piedra Parada 4 (PP 4)
Onetto (1983)
Raimapu
Podestá y Tropea (2001)Tropea (2006)
Peñasco
Podestá y Tropea (2001)Tropea (2006)
Cerro Pintado (CP)
Bellelli et. al. (2003)Tropea (2006)
Risco de Azocar 1 (RA1)
Podesta et. al. (2007)
Risco de Azocar 2 (RA 2)
Podestá et. al. (2007)
El Radal
Podestá Com. Pers.
Cueva Sarita 1
Boschín (2000)
Cueva Sarita 3
Boschín (2000)
Cueva Sarita 4
Boschín (2000)
Cueva Comallo 1
Boschín (2000)
La Figura 1
Nacuzzi (1991) Bellelli (1991) Fisher (1991) Boschín (2000)
Alero del Shamán
Arrigoni (1997)
Paredones del río Pichileufu
Boschín (2000)
Abrigo de Pilcaniyeu
Boschín (2000)
Pintura del Arroyo Minero
Vignati (1944)
Cementerio del río Limay
Vignati (1944)
I V 2a Puerto Tranquilo Sec. 17
Pedersen (1978)
LNH2 Naríz de Diablo 1
Pedersen (1978)
Cerro Leones
Vignati (1944)
LNH1 Puerto Tigre
Pedersen (1978) Vignati (1944)
IV 4 Puerto Vargas
Pedersen (1978)
Estancia Huemul
Vignati (1944)
IV 3 al Norte de Puerto Vargas
Pedersen (1978)
Cueva Pulpulcurá 2
Boschín (2000)
Cueva Cuadro Leleque 1
Boschín (2000)
Cueva 1 del río Pichileufu
Boschín (2000)
Alero del Sendero de Interpretación
Arrigoni y Fernández (2004) Arrigoni (1997)
Campo Cretón 1
Onetto (1983)
Catritre 1, Curruhuinca 1 y Quila Quina 1
Albornoz y Cúneo 2000
Cuadro 1. Sitios estudiados y referencias.
En función de recuperar patrones diferenciales
para cada ambiente, se emplearon los mismos ti-
pos de análisis utilizados en el trabajo anterior, es
decir, análisis cladístico y de áreas de endemismo.
El análisis cladístico
En biología, la cladística busca explicar el máxi-
mo número de características de un grupo de orga-
nismos según un criterio de ancestralidad común.
Para Hennig (1962), únicamente las sinapomorfías
544
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
o caracteres derivados indicaban relaciones de
parentesco entre organismos, debido a que la si-
militud general podría deberse a plesiomoras (o
caracteres primitivos) y éstas no indican una rela-
ción cercana. Por ejemplo al comparar un ave y un
humano, la columna vertebral, carácter que tienen
en común, es plesiomórca por lo que no sería un
indicador de parentesco. Para que la similitud pu-
diera ser explicada por herencia (y no por conver-
gencia o paralelismo), debería ser homóloga (Lips-
comb 1998).
Hacia mediados de los 70 comienza la formali-
zación de la metodología cladística y ya no sólo se
la concibe como una forma de establecer relacio-
nes logenéticas, sino también como una forma
especial de clasicar. Este punto de vista fue sos-
tenido especialmente por Farris, Nelson y Platnick,
para quiénes el modo en que los caracteres se re-
lacionan con la clasicación nal, adquiere una
mayor eciencia descriptiva con el método cladís-
tico (Golobo 1998). Farris (1970, 1983) fue quien
desarrolló teórica y metodológicamente el criterio
de parsimonia por el cual se elige aquel cladogra-
ma (postulado a modo de hipótesis) que explique
el mayor número de similitudes por ancestralidad
común. Dicho de otra manera, minimiza las rever-
siones (pérdidas secundarias) y paralelismos (que
señalan un origen independiente) conocidas como
homoplasias (Golobo 1998).
La cladística entonces, supone un patrón jerár-
quico (expresado mediante un cladograma o árbol)
donde se agrupan aquellos taxa que comparten la
mayor cantidad de caracteres derivados. Es esta
característica la que diferencia a la cladística de
otros métodos de clasicación a partir de seme-
janzas morfológicas, como puede ser el análisis de
cluster.
Puede decirse entonces que el análisis cladístico
parte de observaciones contemporáneas de simili-
tud y diferencia para enfatizar las relaciones entre
pasado y presente. Esta situación es semejante con
lo que plantea la arqueología, en donde se parte de
un registro presente y estático a partir del cual se
hacen inferencias sobre el pasado (Binford 1988).
Pero además de esta semejanza general existen
varios antecedentes de la aplicación de este tipo de
análisis al estudio de culturas humanas y en traba-
jos especícamente arqueológicos (ver Foley 1987;
Mace y Pagel 1994; Robson-Brown 1995; Schein-
sohn 1997, 2001, 2002; O’Brien y Lyman 2000;
Collard y Shennan 2000; Lyman y O’Brien 2000;
O’ Brian y Lyman 2000, 2003 y Kirch y Green 2001,
entre otros). Para el análisis cladístico se usó el pro-
grama TNT 1.0 (Golobo et al. 2000).
Áreas de endemismo
Este análisis busca obtener la máxima concor-
dancia en la distribución espacial de un grupo de
organismos. El concepto de área de endemismo
fue formalizado por Nelson y Platnick (1981) como
aquella área o supercie que contiene dos o más
especies/taxa que están allí y en ningún otro lado.
Este concepto, que fue usado de manera laxa y
subjetiva durante mucho tiempo en biogeografía,
intentó ser formalizado por Morrone (1994) quien
propuso utilizar el método de parsimonia (cladísti-
ca) para identicar estos patrones.
A pesar de su relevancia, el concepto de área
de endemismo ha sido muy discutido, y su com-
prensión enfrenta diversos problemas, que pueden
ser clasicados como: a) problemas semánticos,
b) problemas asociados a la ausencia de un marco
conceptual claro y c) problemas analíticos.
a) Problemas semánticos: Estos problemas
están relacionados con la gran cantidad (y diver-
sidad) de deniciones referidas a los términos
“endémico/a”, “endemismo”, y “área de endemis-
mo”, y a la proliferación de expresiones utilizadas
como sinónimos. b) Ausencia de un marco concep-
tual claro: La dicultad para diferenciar patrones
de procesos, se hace evidente al momento de dis-
cutir sobre áreas de endemismo. Hay quienes con-
sideran que un patrón de distribución puede deno-
minarse área de endemismo sólo si se reconoce a
la vicarianza como proceso formador del mismo,
lo que implica el reconocimiento del patrón y del
proceso que lo originó, en forma simultánea. Ade-
más de la falta de claridad conceptual que supone,
esta idea implica obvias dicultades operativas, ya
que, en la práctica, la descripción del patrón debe
preceder, necesariamente, a cualquier hipótesis
explicativa acerca de los procesos que lo forma-
ron. c) Problemas analíticos: Durante los últimos
años se propusieron numerosos protocolos para
la delimitación de áreas de endemismo. Varias de
estas propuestas fueron originalmente pensadas
para denir otros tipos de patrón, por lo que fueron
construidas sobre supuestos y conceptos teóricos
que los vuelven inapropiados para la identicación
de áreas de endemismo (Szumik et al. 2006).
Más recientemente se propuso otro criterio
para la determinación de estas áreas (Szumik et al.
2002; Szumik y Golobo 2004) mediante un mé-
todo formal para identicar áreas de endemismo,
implementando un software denominado NDM
2.0 (Golobo 2005). El criterio evalúa mediante un
índice de endemicidad cuántos y cuán endémicos
son los taxones para un área dada. Aquellas áreas
mejor apoyadas por los datos serán seleccionadas
como áreas de endemismo. El índice de endemi-
cidad que proponen Szumik y Golobo (2004) es
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
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Scheinsohn
et al.
simple: dada una grilla (Figura 2), un grupo de cel-
das (por ejemplo las grisadas de la Figura 2) tendrá
un valor de endemicidad que dependerá de cuán
ajustadas están las distribuciones de los taxones
“negro”, “blanco” y “gris oscuro”. El taxón negro
tendrá un valor máximo dado que se encuentra en
cada una de las celdas grisadas y está ausente en el
resto de la grilla. El taxón gris oscuro tendrá un va-
lor de endemicidad menor dado que está ausente
en una de las celdas grisadas. Por último, el taxón
blanco tendrá un valor menor aún dado que, si bien
está presente en cada una de las celdas grisadas,
también está presente en una celda adyacente a di-
cha área. El valor de endemicidad del área grisada
será la suma de los índices de cada taxón endémico
que ella posee.
De manera que cuanto más especies se consi-
deren como endémicas, y mientras mayor sea su
grado de endemicidad, el grupo de celdas estará
mejor apoyado como “área de endemismo” (Szu-
mik y Golobo 2004).
Debido a que en este trabajo, tratamos con
motivos de arte rupestre y no con organismos, hay
que aclarar que no estamos sosteniendo que hayan
áreas endémicas para poblaciones humanas, sino
que estamos buscando denir “áreas endémicas”
de motivos de arte rupestre. Por supuesto esto tie-
ne implicancias a nivel de las poblaciones humanas.
Ciertos motivos endémicos podrían estar indican-
do circunscripción territorial o demarcación étnica
o grupal (como se discute en Scheinsohn 2008).
Codicación y caracteres
Para el análisis cladístico entonces, cada sitio
es considerado como equivalente a la “especie” en
biología. Así la presencia/ausencia de cada estado
de carácter dene a esa “especie”. En el caso del
análisis de endemismos, la entrada es por sitio (con
coordenadas) y los estados de caracter represen-
tan “especies”.
Los caracteres fueron denidos en base a las ca-
racterísticas morfológicas de cada motivo. No he-
mos considerado variables tecnológicas ya que la
cantidad de grabados es muy escasa en el área bajo
estudio, por lo que decidimos descartarlos concen-
trándonos sólo en los motivos pintados. Conside-
ramos cada carácter como poseyendo varios esta-
dos de carácter, que serían las distintas variaciones
dentro de una morfología denida. Así el carácter
5 comprende todos los círculos, distinguiéndose
13 estados de carácter, entre los cuales se diferen-
cian aquellos que presentan o no elementos en su
interior, o bien distinto nivel de agrupamiento (ver
anexo). Si bien esta codicación implica un cierto
grado de subjetividad (en tanto las descripciones
ofrecidas en la bibliografía no siguen siempre los
mismos criterios o denominaciones, y no siempre
presentan ilustraciones que las acompañen) este
fue minimizado mediante un análisis intersubje-
tivo, que siempre implicó a las mismas personas,
para denir el carácter y estado de carácter al cual
se atribuía cada motivo.
Con el mismo n, se modicó la codicación
utilizada en Scheinsohn y Szumik (2007), cambian-
do el número, agrupamiento y estado de los carac-
teres en función de los problemas detectados y la
nueva información obtenida. A modo de ejemplo,
podemos citar el caso de los motivos circulares (ca-
rácter 5). En la codicación anterior, se encontra-
ban diferenciados en tres caracteres, y ordenados
según grado de aditividad (que implica un grado de
complejidad creciente). Así los círculos concéntri-
cos suponen un grado de aditividad mayor que un
círculo simple. Como se dijo, en esta revisión, los
círculos en sus distintas variantes fueron agrupados
en un solo carácter, y hemos decidido no considerar
aditividad en ningún caso ya que supone una cierta
arbitrariedad. De esta manera, todas las versiones
de los círculos tienen una misma jerarquía, que es el
de un estado de carácter (ver Anexo).
Figura 2. Ejemplo de especies endémicas y su ajuste a
la grilla (tomada de Szumik et al. 2006).
RESULTADOS
Expectativas
Al partir de supuestos diferentes, tanto la cla-
dística como el análisis de endemismo permiten
encontrar patrones distintos. En el primer caso,
nos permitiría obtener clados, en los cuales no es-
peramos determinar ancestralidad, como habitual-
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ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
mente se hace con los estudios logenéticos, sino
patrones espaciales. De esta forma se utiliza la cla-
dística en biogeografía (biogeografía cladística o
biogeográca vicariante - ver en Nelson y Platnick
1981 y Humphries y Parenti 1986). Si bien hay una
dimensión temporal que funciona como supuesto,
no haremos énfasis en este punto para este trabajo
sino más bien en la dimensión espacial. Así, sabien-
do en qué tipo de ambiente se encuentra cada sitio,
se puede corroborar, en la interpretación del clado-
grama, si existe un agrupamiento que responda a
sitios de bosque y otro a sitios de estepa.
En el caso del análisis de endemismo, la posibili-
dad de que existieran áreas de motivos endémicos,
propias del bosque o la estepa, nos permitiría tam-
bién contrastar la hipótesis de trabajo.
Análisis cladístico
La gura 3 presenta uno de los árboles obteni-
dos con un pesado suave. Para explicar qué es un
pesado suave, es necesario primero decir que a par-
tir del análisis cladístico, difícilmente se obtenga un
solo árbol. El criterio de parsimonia lleva a elegir el
árbol más parsimonioso, es decir, el que requiera
una menor cantidad de pasos para su construcción.
Sin embargo, cuando se producen muchos árboles
igualmente parsimoniosos, hay que optar por otro
criterio. En ese caso la opción es dar peso a los ca-
racteres incongruentes, es decir, tomar en cuenta
cuan fuerte o conable es la evidencia presentada
por cada uno de esos caracteres. En cladística se
considera como evidencia de conabilidad la can-
tidad de homoplasia que presenta un carácter. En
Figura 3. Cladograma de los sitios analizados.
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
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Scheinsohn
et al.
ningún caso de análisis cladístico real puede haber
un árbol donde todos los caracteres estén libres de
homoplasia al mismo tiempo. Por lo tanto algunos
caracteres tendrán un peso menor que los demás
(Golobo 1998). Así se favorece el cladograma que
requiere el menor número de caracteres homoplá-
sicos. Por ejemplo si tenemos dos árboles de la mis-
ma longitud, en un caso puede ocurrir que sólo un
carácter sea homoplásico mientras que en el otro
caso haya tres caracteres homoplásicos. En estas
circunstancias se debe optar por el primer árbol.
El pesado de caracteres, en el caso de este trabajo,
se hizo siguiendo el análisis bajo pesos implicados
(Golobo 1993). En este método, a medida que se
adiciona un carácter en un árbol determinado, se
calcula su índice de consistencia y retención (que
sirve para medir la “economía” del árbol) para cada
posible rama en donde se pueda añadir dicho ca-
rácter. El peso del carácter se calcula entonces a
partir del mejor de estos resultados (el que implica
una mayor economía y menor homoplasia). De este
modo, se usa el carácter con un peso ya asignado
para construir el árbol. Un pesado fuerte ocurre
cuando un carácter con 1 paso extra vale la mitad
que uno sin ningún paso extra. Un pesado liviano,
cuando un carácter con 1 paso extra vale 0.9 que un
carácter sin homoplasia.
En nuestro análisis, los nombres de los sitios que
están en grisado suave corresponden al bosque,
mientras que los que guran en negro pleno corres-
ponden a la estepa. Con respecto a aquellos sitios
ubicados en el ecotono bosque/estepa, es preciso
tener en cuenta que el carácter ecotonal que hoy
presentan muchos ambientes no necesariamente
corresponde a una situación del pasado. La fuerte
intervención humana ocurrida en el siglo XIX, rela-
cionada con la explotación agrícola-ganadera que
se instala entonces, hace que sea muy difícil eva-
luar si un ambiente ecotonal actual, también lo fue
en el pasado (Bellelli et al. 2000a). En virtud de esta
dicultad hemos decidido que estos sitios fueran
incluidos como sitios de bosque, para acentuar el
contraste entre bosque y estepa y como una forma
de incrementar la muestra de sitios de bosque, nu-
méricamente más pequeña.
En la gura 3 puede observarse que no hay una
separación clara entre bosque y estepa. Sin embar-
go, se puede identicar al menos un clado de este-
pa (señalado con un óvalo negro punteado) que in-
cluye sitios tanto del Norte (Río Limay/Pilcaniyeu)
como del Sur (Piedra Parada). Además, se identica
otro clado (denido por un óvalo gris) que es mixto,
aunque predominan los sitios de bosque. En este
clado, es notable como se ponen en relación sitios
de Piedra Parada y Pilcaniyeu con sitios del bosque,
ubicados en una zona amplia que comprende des-
de Lago Lácar, al Norte, hasta Cholila, al Sur, mos-
trando un importante nivel de interrelación entre
sitios, alejados entre sí, más allá del bioma donde
están ubicados.
De todos los sitios utilizados por Albornoz y Cú-
neo (2000) para denir la “modalidad del ámbito
lacustre boscoso”, hemos considerado en nuestro
análisis, sólo Catritre I, Curruhuinca I y Quila Quina
I dado que son los que se presentaron con mayor
nivel de detalle en ese trabajo. Estos sitios se pre-
sentan en dos clados separados y, en uno de ellos,
vinculados a un sitio de estepa del área de Pilcani-
yeu. En términos de lo que habían planteado estas
autoras era esperable encontrarlos en un clado
relacionado con los sitios de Nahuel Huapi, lo cual
sólo sucede en el caso de Curruhuinca I. De todas
formas hay que destacar que, a los nes de este
trabajo, sólo estamos considerando presencia/au-
sencia de motivos mientras que estas autoras, para
denir esa modalidad, se basan en rasgos estilísti-
cos relacionados con el diseño de esos motivos.
Análisis de endemismo
Para este análisis esperábamos recuperar al
menos dos áreas de endemismo, una correspon-
diente al bosque y otra a la estepa. Se obtuvieron
18 áreas con valores de endemicidad que oscilan
entre 2 y 9. Aquí sólo presentaremos aquellas que
tuvieron valores de endemicidad más altos (mayo-
res que cuatro).
Las celdas coloreadas en gris claro represen-
tan el área de investigación. Los sitios analizados,
se identican con puntos negros. La primera área
(denominada A, en gris oscuro en la Figura 4) une
la mayoría de los sitios registrados, ya sean de es-
Figura 4. Primer área de endemismo (A).Esta área
(A) deniría un primer agrupamiento de sitios que
comparten un repertorio común constituido por los 15
motivos que la denen (Figura 5).
548
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
tepa o de bosque. Hay que tener en cuenta que la
ausencia de este grisado oscuro en muchas celdas
se debe a la ausencia de datos. De los sitios con-
siderados, sólo quedan afuera de esta área los del
lago Lácar.
Si bien este repertorio presenta motivos sim-
ples, lo que llevaría a pensar que en esta área sólo
se están agrupando sitios que presentan motivos
ubicuos en todo arte rupestre, como las líneas y
puntos, hay que señalar que incluye motivos más
complejos como la clepsidra, tridente, greca, cami-
no perdido, etc. que son aquellos que denen a la
TAGC, por lo que se puede sostener que el área A
representa a esta tendencia.
Con valores de endemicidad menores le sigue
un área denominada B que reúne a los sitios del
Oeste (Figura 6) y otra C (Figura 7) que reúne en un
arco los sitios del Norte, en ambos casos, más allá
de que sean de bosque o de estepa.
Hay que señalar que los tres sitios del Lácar
(Curruhinca I, Quila Quina I y Catritre I) no están
incluidos en ninguna de las áreas de endemismo
determinadas en este trabajo. Así, los sitios de la
“modalidad del ámbito lacustre boscoso” no que-
dan asociados con los del Nahuel Huapi (como se
sostiene en Albornoz y Cúneo 2000) aunque queda
claro que estos sitios se diferencian del resto.
El área D (Figura 8) es similar respecto al área A
aunque además de los cinco diseños ya considera-
dos en esa área incluye otros dos motivos como el
círculo con punto interior y el ondulado simple (ver
Anexo).
De manera general se puede concluir entonces
que al igual que en el caso del análisis cladístico, no
se denen áreas de endemismo en virtud del bioma
en que se ubican los sitios. Pero, al mismo tiempo,
y más allá del bioma, queda claro que, dentro de la
TAGC pueden diferenciarse claramente por lo me-
nos dos áreas, es decir, la del Norte y la del Oeste.
Figura 5. Estados de carácter que denen el área de
endemismo A.
Figura 6. Segunda área de endemismo (B).
Figura 7. Tercer área de endemismo (C).
Figura 8. Cuarta área de endemismo (D).
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
549
Scheinsohn
et al.
Tanto el análisis cladístico como el de áreas de
endemismo no permiten encontrar patrones que
agrupen sitios del bosque y de la estepa por sepa-
rado. Sin embargo, es interesante el patrón que
muestra el cladograma: un único clado puro, de
estepa, y otro mixto (bosque y estepa). Esto no im-
plica necesariamente ancestralidad desde el punto
de vista cladístico, pero la ubicación topológica del
clado de la estepa, las antigüedades radiocarbóni-
cas de los sitios de estepa y bosque, y el hecho de
que no haya un clado “puro” de bosque, sino mixto,
sugieren en concordancia con los modelos de po-
blamiento vigentes (ver por ejemplo en Aschero et
al. 1983; Borrero 1994-1995; Bellelli et al. 2000 a y
b, 2003; Belardi 2004) una precedencia en la ocupa-
ción de la estepa respecto del bosque.
Los sitios se relacionan más allá del bioma en
que se ubican. Además el factor distancia no pare-
ce ser relevante, dado que, sitios distantes entre sí
se agrupan, como es el caso de los de Los Alerces
y Nahuel Huapi que quedan incluidos en el área
B. Esto parece revelar la existencia de un ujo de
información (manifestado por el repertorio de mo-
tivos compartidos en el área A) en toda esta área,
a pesar de la distancia. Las áreas B y C probable-
mente reejen la presencia de corredores (sensu
Scheinsohn y Matteucci 2004) que permiten el ujo
de información. A este respecto es interesante se-
ñalar el grado de superposición que existe con los
corredores denidos en Scheinsohn y Matteucci
(2005 y 2006). En estos trabajos se pudo establecer
que la circulación N-S es más fácil en la zona, que
el movimiento O-E, limitado a algunos pocos co-
rredores. El área Oeste (B) estaría relacionada con
el corredor N-S denido en aquel trabajo mientras
que el área Norte (C) estaría vinculada con uno de
los escasos corredores O-E.
Así, el nivel de circulación del mismo código vi-
sual es amplio y, por lo menos a nivel de presen-
cia/ausencia de motivos, no podemos detectar di-
ferencias signicativas que puedan atribuirse a la
presencia de poblaciones distintas para el bosque
o la estepa.
Como pasos futuros queda por explorar la distri-
bución espacial de los distintos motivos tanto a un
mayor nivel de aglutinamiento (por ejemplo círcu-
los) como a niveles menos inclusivos (por ejemplo
círculos con punto interior), con el n de comparar
si el cambio en la escala de inclusividad afecta los
resultados.
Finalmente, es necesario señalar que este tra-
bajo se realizó a partir de la bibliografía existente
para cada sitio analizado. Por lo tanto, existen pro-
blemas en cuanto a los intentos de sistematizar la
información bajo un criterio común, para la confec-
ción de la lista de caracteres utilizada para nuestro
estudio (ver Anexo). Esto se debe, principalmente,
a que los distintos autores utilizan criterios diferen-
tes para la denominación y descripción de los moti-
vos, y en algunos casos, de difícil interpretación sin
el acceso a imágenes de los mismos. Para mejorar
este aspecto del trabajo sería necesario contar con
los relevamientos completos de los sitios mencio-
nados, muchos de ellos aún sin publicar.
No obstante, los resultados aquí obtenidos im-
plican un avance respecto del trabajo anterior, en
tanto se resolvieron algunas de las dicultades en
su momento señaladas. Estos nuevos resultados
coinciden, y por lo tanto refuerzan, las tendencias
registradas entonces. Al mismo tiempo, nos han
permitido detectar nuevos patrones, inicialmente
no contemplados, abriendo nuevas vías de explo-
ración y demostrando las posibilidades que plantea
esta nueva forma de abordar el estudio del arte ru-
pestre.
CONCLUSIONES
AGRADECIMIENTOS
Al equipo de investigación de la Comarca Andina del Paralelo 42º, particularmente a Mercedes Po-
destá, quien nos cedió material no publicado. El Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Téc-
nicas (CONICET), Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y Agencia Nacional para la Promoción de la Ciencia y la Técnica
(ANPCYT) nanciaron este trabajo. También agradecemos los comentarios y sugerencias de Dánae Fiore
que tanto contribuyeron a mejorar este trabajo.
550
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
0
1 Puntiforme
2 Puntiformes alineados
3 Puntiformes agrupados
1
1 Trazo lineal
2 Trazos lineales alineados
3 Trazo grueso o “brochazo”
2
1 V
2 V alineada
3
1 Tridígitos
2 Tridígitoincluidoengurageométrica
3 Tridígitos alineados
4 Tridígitos unidos
4
1 Z
2 Z alineadas
5
1 Círculo vacío
2 Círculo relleno
3 Círculo con punto interior
4 Círculos concéntricos
5 Círculo con cruz interior
6 Círculos de puntos
7 Círculos concéntricos de puntos
8 Círculos vacíos alineados
9 Círculos rellenos alineados
10 Círculos con punto interior alineados
11 Círculos vacíos adosados
12 Círculo con un trazo interno
13 Círculos concéntricos con punto interior
Anexo. Cuadro con descripción de los caracteres empleados
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
551
Scheinsohn
et al.
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
6
1 Círculos vacíos unidos por barras
2 Círculos concéntricos unidos por barras
3 Círculos vacíos unidos por barras en zigzag
4 Círculos vacíos unidos por barras, con elementos adicionados a las barras
5
Círculos concéntricos unidos por barras, con elementos adicionados a las
barras
6 Varios círculos concéntricos unidos por varias barras
7
1 Figura cerrada irregular
2 Figuras cerradas irregulares agrupadas
8
1 Grecas lineales abiertas irregulares
2 Greca lineal abierta regular
3 Greca doble
4 Greca cerrada rellena
5 Doble greca opuesta simétrica
6 Greca cerrada sin relleno
7 Grecacerradasinrellenocongurainterior
9
1 Escalera hueca
2 Escalonado que forma una especie de semicírculo
10
1 Serie de líneas escalonadas que forman pirámides truncadas
2 Línea escalonada que forma pirámide truncada
11
1 Peiniforme
2 Peiniforme doble
12
1 Reticulado
2 Reticulado en rombo
13
1 Zigzag
2 Zigzag alineados
3 Serie de trazos en zigzag
14
1 Curvilineo abierto
2 Curvas o líneas en arco alineadas
15
1 Línea vertical con líneas en zigzag adosadas
2 Línea vertical con trazos cortos adosados (sensu Pedersen 1978)
552
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
15
3 Línea vertical con líneas rectas adosadas
16
1 Línea en zigzag conformando círculo
2 Línea en zigzag conformando círculo con un sol interior
3 Línea en zigzag con forma irregular
17
1 Líneas curvas adosadas
18
1 “Cultrún”
19
1 “Sol”
2 “Sol” encerrado en círculo
3 “Sol” con punto interior
4 “Sol” concéntrico
5 “Sol” relleno
6 Medio “sol”
20
1 Óvalo
2 Óvalo con punto interior
3 Óvalo con trazos interiores
21
1 Cruz simple
2 Cruz doble curvilínea hueca
3 Cruz doble curvilínea hueca rellena
4 Cruces curvilíneas concéntricas
5 Cruz griega o de ángulos rectos
6 Cruz trebolada
7 Cruz doble escalonada
8 Cruz doble curvilínea dentro de cruz griega
9 Greca con cruz interior
10 Cruz simple alineada
11 Cruz doble curvilínea rellena alineada
12 Cruces curvilíneas concéntricas alineadas
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
553
Scheinsohn
et al.
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
21
13 Greca con cruz interior alineada
14 Alineación de cruces simples unidas
15 Cruz doble curvilínea dentro de cruz griega alineadas
16 Cruz con óvalos en sus extremos
17 Varios
22
1 Cuadrado
2 Cuadrado con subdivisión interior
3 Cuadrado con dos subdivisiones en su interior
4 Cuadrados concéntricos
5 Cuadrados con trazos internos
6 Cuadrado relleno
23
1 Rectángulo
2 Rectángulo con subdivisión interior
3 Rectángulo con dos subdivisiones en su interior
4 Rectángulos concéntricos
5 Rectángulo con trazos internos
6 Rectángulo relleno
7 Rectángulocongurainterior
8 Rectángulo con línea en zigzag interior
24
1 Rombo aislado
2 Rombos con trazos internos
3 Rombos incluidos dentro de otro rombo
4 Rombos alineados
5 Rombos unidos por el vértice
6 Rombos unidos por segmento
7 Rombo con apéndice
554
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
24
8 Rombo escalonado con círculo interior
25
1 Polígono
2 Polígono irregular
3 Rectángulo incluido en un polígono
26
1 Rastro de guanaco
27
1 Clepsidra hueca
2 Clepsidra con trazos internos
3 Clepsidra hueca y enmarcada
4 Clepsidra escaleriforme
5 Clepsidra con puntos internos
28
1 Enmarcado “matra”
2 Enmarcado con líneas en contorno
3 Enmarcado interior almenado
4 Enmarcado con rectángulo interior
5 Enmarcado con entramado de rombos interno
29
1 Mancha
2 Mancha con punto interior
30
1
Patrón de cruz escalonada y rombos (hombre lagartija sensu Fernández
1997)
31
1 Figurativo choique
32
1 Figurativo “cuero de león”
2 Otros
33
1 Roseta
2 Rosetas alineadas
34
1 Figurativo “león” esquemático
35
1 Figurativo guanaco aislado
2 Figurativo guanacos agrupados
36
1 Pies humanos
37
1 Manos humanas
2 Negativos de manos humanas
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
555
Scheinsohn
et al.
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
38
1 Antropomorfos
39
1 Hoyuelos naturales contorneados con pintura
40
1 Estrella en negativo inscripta en un círculo
2 Estrella de cuerpo relleno
41
1 Figura con forma de gancho
42
1 Silueta de triángulo
2 Triángulo relleno
3 Triángulo de puntos concéntricos
4 Triángulo con un gancho
43
1 Motivo en T
2 Doble T
44
1 Motivo en L
45
1 Arco y círculo
46
1 Tridentes
47
1 “Bola con manija”
48
1 Animal con jinete
49
1 Silueta de caballo
50
1 Figura en Y
51
1 Semicírculo
52
1 Fusiforme simple
2 Fusiforme con líneas interiores
53
1 Ondulado simple
2 Ondulados paralelos
54
1 Figura en forma de 8
2 “Hacha ocho”
+
55
1 Trapecios
2 Trapecios adosados
56
1 Otros zoomorfos
57
1 “Pirámide”
58
1 Motivo en E invertida
556
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
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