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Distribución espacial del arte rupestre en el bosque y la estepa del norte de Patagonia. Nuevos resultados

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In a previous paper (Scheinsohn and Szumik 2007) patterns of spatial distribution of archaeological materials were identified in Northwestern Patagonia in order to test the existence of different populations at the forest and the steppe of Late Holocene NW Patagonia (see Casamiquela 1965, Albornoz and Cuneo 2000, Hajduk et al. 2004). In that occasion, results did not hold any difference but problems in sampling and in codification were found. In this paper we review that work focusing on rock art (a line of evidence which showed the best results in previous work), widening the sample and revising codification, changing number, clustering and states of characters. As in the previous work, patterns obtained do not support any differences in terms of environmental criteria but other interpretations are offered and discussed.
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Scheinsohn
et al.
1 Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano/ CONICET – scheinso@mail.retina.ar
2 INSUE/ CONICET
3 Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.
Distribución espacial del arte rupestre en el
bosque y la estepa del norte de Patagonia.
Nuevos resultados
Vivian Scheinsohn
1
, Claudia Szumik
2
, Sabrina Leonardt
3
y Florencia Rizzo
3
ABSTRACT
In a previous paper (Scheinsohn and Szumik 2007) patterns of spatial distribution of archaeological
materials were identied in Northwestern Patagonia in order to test the existence of dierent
populations at the forest and the steppe of Late Holocene NW Patagonia (see Casamiquela
1965, Albornoz and Cuneo 2000, Hajduk et al. 2004). In that occasion, results did not hold any
dierence but problems in sampling and in codication were found. In this paper we review
that work focusing on rock art (a line of evidence which showed the best results in previous
work), widening the sample and revising codication, changing number, clustering and states
of characters. As in the previous work, patterns obtained do not support any dierences
in terms of environmental criteria but other interpretations are oered and discussed.
INTRODUCCIÓN
En un trabajo anterior (Scheinsohn y Szumik
2007) se buscaron denir posibles diferencias entre
las poblaciones humanas que ocuparon bosques y
estepa del Norte de Patagonia durante el Holoceno
tardío, momento en el que se produjo un incremen-
to de la señal arqueológica en el bosque. Para ex-
plicar dicho fenómeno, habíamos considerado dos
hipótesis posibles:
a) El incremento de la señal arqueológica habría
sido producto de un aumento correlativo en la fre-
cuencia de entradas al bosque, por parte de grupos
que tenían su base residencial en la estepa, (ver
Belardi 2004) mediante el mecanismo de sión de
poblaciones. Se podría relacionar este incremento
de frecuencias con un aumento poblacional que se
estaría dando en estos momentos (ver por ejemplo
Barrientos 2002). Dado que se trata de la misma
población, no se habría producido una explotación
especíca del bosque, por lo que el patrón artefac-
tual generado por los cazadores-recolectores que
ocuparon las zonas boscosas no se habría diferen-
ciado de aquel generado en la estepa (Borrero y
Muñoz 1999; Bellelli et al. 2003).
b) La ocupación del bosque habría llevado a una
especialización y eventual diferenciación de por lo
menos dos poblaciones humanas, una en la estepa
y otra en el bosque. Esta postura estaría sugerida
en los planteos de Hajduk et al. (2004) y, para tiem-
pos etnográcos, en los de Casamiquela (1965).
También apuntaría en ese sentido, aunque referi-
do al arte rupestre, el trabajo de Albornoz y Cúneo
(2000), que considera la presencia de una modali-
dad de arte rupestre propia del bosque.
En aquel trabajo nos propusimos evaluar esta
segunda hipótesis. Para ello era necesario identi-
car patrones de materiales arqueológicos diferen-
ciados en cada bioma, dado que al plantear una
especialización en la explotación del bosque se im-
pondría un repertorio material distinto, al menos
parcialmente, al de la estepa.
Para someter a prueba esta hipótesis trabaja-
mos con análisis cladístico y de áreas de endemis-
mo aplicados al estudio de los diversos artefactos
(incluyendo arte rupestre) y ecofactos registrados
en un área delimitada entre los paralelos 40 y 43º
(Scheinsohn y Szumik 2007). Como resultado de
ese trabajo, no se pudo establecer una población
artefactual diferenciada en el bosque. Sin embar-
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ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
go, habíamos planteado una serie de problemas re-
lativos a la muestra y a la codicación utilizada, que
podrían estar afectando ese resultado.
Esta presentación, continúa y revisa ese traba-
jo. En esta oportunidad, nos hemos focalizado en
el análisis de sitios con arte rupestre, ya que esta
línea de evidencia demostró tener una mejor cali-
dad de información en la bibliografía estudiada, lo
que facilita las comparaciones. De hecho, el único
caso donde se pudo establecer una discriminación
de patrones artefactuales propios del bosque se
obtuvo en función de motivos de arte rupestre (ver
Scheinsohn y Szumik 2007).
METODOLOGÍA
El área bajo estudio, comprende una franja de
bosque y estepa, que va desde el sur de la Provin-
cia de Neuquén hasta el Norte de la Provincia de
Chubut (Figura 1).
Como uno de los problemas a resolver era el
tamaño de muestra, en este trabajo decidimos am-
pliarla, llevándola de 21 (Scheinsohn y Szumik 2007)
a 38 sitios, todos ellos aleros y reparos rocosos, que
fueron estudiados por diversos autores (Cuadro
1). Algunos de estos sitios no presentan fechados
radiocarbónicos. Sin embargo todos ellos poseen
motivos rupestres atribuidos a la Tendencia Abs-
tracta Geométrica Compleja (en adelante TAGC,
Gradin 1999) o Estilo de Grecas (Menghin 1957).
Este estilo o tendencia fue datado entre los 1300 y
700 años AP, en función de hallazgos en estratigra-
fía asociados con las pinturas (Podestá et al. 2007).
Por ello consideramos que los sitios estudiados se
encuentran en este rango temporal.
Figura 1. Mapa del área de estudio
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Scheinsohn
et al.
SITIO REFERENCIAS
alero Las Mellizas
Silveira (1987), Silveira y Fernández (1991)
alero Los Cipreses
Silveira (1987),
Silveira y Fernández (1991)
alero Lariviere
Silveira (1988 – 1989) Silveira (1999)
Silveira y Fernández (1991)
Campo Moncada 1 (CM1)
Onetto (1983)
Campo Nassif (CN1)
Onetto (1986 – 1987)Onetto (1983)
Aschero (1983) Carballido Calatayud (2000 – 2002)
Piedra Parada 1 (PP 1)
Pérez de Micou (1983) Aschero (1983)
Pérez de Micou (1979 –1982)
Piedra Parada 4 (PP 4)
Onetto (1983)
Raimapu
Podestá y Tropea (2001)Tropea (2006)
Peñasco
Podestá y Tropea (2001)Tropea (2006)
Cerro Pintado (CP)
Bellelli et. al. (2003)Tropea (2006)
Risco de Azocar 1 (RA1)
Podesta et. al. (2007)
Risco de Azocar 2 (RA 2)
Podestá et. al. (2007)
El Radal
Podestá Com. Pers.
Cueva Sarita 1
Boschín (2000)
Cueva Sarita 3
Boschín (2000)
Cueva Sarita 4
Boschín (2000)
Cueva Comallo 1
Boschín (2000)
La Figura 1
Nacuzzi (1991) Bellelli (1991) Fisher (1991) Boschín (2000)
Alero del Shamán
Arrigoni (1997)
Paredones del río Pichileufu
Boschín (2000)
Abrigo de Pilcaniyeu
Boschín (2000)
Pintura del Arroyo Minero
Vignati (1944)
Cementerio del río Limay
Vignati (1944)
I V 2a Puerto Tranquilo Sec. 17
Pedersen (1978)
LNH2 Naríz de Diablo 1
Pedersen (1978)
Cerro Leones
Vignati (1944)
LNH1 Puerto Tigre
Pedersen (1978) Vignati (1944)
IV 4 Puerto Vargas
Pedersen (1978)
Estancia Huemul
Vignati (1944)
IV 3 al Norte de Puerto Vargas
Pedersen (1978)
Cueva Pulpulcurá 2
Boschín (2000)
Cueva Cuadro Leleque 1
Boschín (2000)
Cueva 1 del río Pichileufu
Boschín (2000)
Alero del Sendero de Interpretación
Arrigoni y Fernández (2004) Arrigoni (1997)
Campo Cretón 1
Onetto (1983)
Catritre 1, Curruhuinca 1 y Quila Quina 1
Albornoz y Cúneo 2000
Cuadro 1. Sitios estudiados y referencias.
En función de recuperar patrones diferenciales
para cada ambiente, se emplearon los mismos ti-
pos de análisis utilizados en el trabajo anterior, es
decir, análisis cladístico y de áreas de endemismo.
El análisis cladístico
En biología, la cladística busca explicar el máxi-
mo número de características de un grupo de orga-
nismos según un criterio de ancestralidad común.
Para Hennig (1962), únicamente las sinapomorfías
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ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
o caracteres derivados indicaban relaciones de
parentesco entre organismos, debido a que la si-
militud general podría deberse a plesiomoras (o
caracteres primitivos) y éstas no indican una rela-
ción cercana. Por ejemplo al comparar un ave y un
humano, la columna vertebral, carácter que tienen
en común, es plesiomórca por lo que no sería un
indicador de parentesco. Para que la similitud pu-
diera ser explicada por herencia (y no por conver-
gencia o paralelismo), debería ser homóloga (Lips-
comb 1998).
Hacia mediados de los 70 comienza la formali-
zación de la metodología cladística y ya no sólo se
la concibe como una forma de establecer relacio-
nes logenéticas, sino también como una forma
especial de clasicar. Este punto de vista fue sos-
tenido especialmente por Farris, Nelson y Platnick,
para quiénes el modo en que los caracteres se re-
lacionan con la clasicación nal, adquiere una
mayor eciencia descriptiva con el método cladís-
tico (Golobo 1998). Farris (1970, 1983) fue quien
desarrolló teórica y metodológicamente el criterio
de parsimonia por el cual se elige aquel cladogra-
ma (postulado a modo de hipótesis) que explique
el mayor número de similitudes por ancestralidad
común. Dicho de otra manera, minimiza las rever-
siones (pérdidas secundarias) y paralelismos (que
señalan un origen independiente) conocidas como
homoplasias (Golobo 1998).
La cladística entonces, supone un patrón jerár-
quico (expresado mediante un cladograma o árbol)
donde se agrupan aquellos taxa que comparten la
mayor cantidad de caracteres derivados. Es esta
característica la que diferencia a la cladística de
otros métodos de clasicación a partir de seme-
janzas morfológicas, como puede ser el análisis de
cluster.
Puede decirse entonces que el análisis cladístico
parte de observaciones contemporáneas de simili-
tud y diferencia para enfatizar las relaciones entre
pasado y presente. Esta situación es semejante con
lo que plantea la arqueología, en donde se parte de
un registro presente y estático a partir del cual se
hacen inferencias sobre el pasado (Binford 1988).
Pero además de esta semejanza general existen
varios antecedentes de la aplicación de este tipo de
análisis al estudio de culturas humanas y en traba-
jos especícamente arqueológicos (ver Foley 1987;
Mace y Pagel 1994; Robson-Brown 1995; Schein-
sohn 1997, 2001, 2002; O’Brien y Lyman 2000;
Collard y Shennan 2000; Lyman y O’Brien 2000;
O’ Brian y Lyman 2000, 2003 y Kirch y Green 2001,
entre otros). Para el análisis cladístico se usó el pro-
grama TNT 1.0 (Golobo et al. 2000).
Áreas de endemismo
Este análisis busca obtener la máxima concor-
dancia en la distribución espacial de un grupo de
organismos. El concepto de área de endemismo
fue formalizado por Nelson y Platnick (1981) como
aquella área o supercie que contiene dos o más
especies/taxa que están allí y en ningún otro lado.
Este concepto, que fue usado de manera laxa y
subjetiva durante mucho tiempo en biogeografía,
intentó ser formalizado por Morrone (1994) quien
propuso utilizar el método de parsimonia (cladísti-
ca) para identicar estos patrones.
A pesar de su relevancia, el concepto de área
de endemismo ha sido muy discutido, y su com-
prensión enfrenta diversos problemas, que pueden
ser clasicados como: a) problemas semánticos,
b) problemas asociados a la ausencia de un marco
conceptual claro y c) problemas analíticos.
a) Problemas semánticos: Estos problemas
están relacionados con la gran cantidad (y diver-
sidad) de deniciones referidas a los términos
“endémico/a”, “endemismo”, y “área de endemis-
mo”, y a la proliferación de expresiones utilizadas
como sinónimos. b) Ausencia de un marco concep-
tual claro: La dicultad para diferenciar patrones
de procesos, se hace evidente al momento de dis-
cutir sobre áreas de endemismo. Hay quienes con-
sideran que un patrón de distribución puede deno-
minarse área de endemismo sólo si se reconoce a
la vicarianza como proceso formador del mismo,
lo que implica el reconocimiento del patrón y del
proceso que lo originó, en forma simultánea. Ade-
más de la falta de claridad conceptual que supone,
esta idea implica obvias dicultades operativas, ya
que, en la práctica, la descripción del patrón debe
preceder, necesariamente, a cualquier hipótesis
explicativa acerca de los procesos que lo forma-
ron. c) Problemas analíticos: Durante los últimos
años se propusieron numerosos protocolos para
la delimitación de áreas de endemismo. Varias de
estas propuestas fueron originalmente pensadas
para denir otros tipos de patrón, por lo que fueron
construidas sobre supuestos y conceptos teóricos
que los vuelven inapropiados para la identicación
de áreas de endemismo (Szumik et al. 2006).
Más recientemente se propuso otro criterio
para la determinación de estas áreas (Szumik et al.
2002; Szumik y Golobo 2004) mediante un -
todo formal para identicar áreas de endemismo,
implementando un software denominado NDM
2.0 (Golobo 2005). El criterio evalúa mediante un
índice de endemicidad cuántos y cuán endémicos
son los taxones para un área dada. Aquellas áreas
mejor apoyadas por los datos serán seleccionadas
como áreas de endemismo. El índice de endemi-
cidad que proponen Szumik y Golobo (2004) es
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Scheinsohn
et al.
simple: dada una grilla (Figura 2), un grupo de cel-
das (por ejemplo las grisadas de la Figura 2) tendrá
un valor de endemicidad que dependerá de cuán
ajustadas están las distribuciones de los taxones
“negro”, “blanco” y “gris oscuro”. El taxón negro
tendrá un valor máximo dado que se encuentra en
cada una de las celdas grisadas y está ausente en el
resto de la grilla. El taxón gris oscuro tendrá un va-
lor de endemicidad menor dado que está ausente
en una de las celdas grisadas. Por último, el taxón
blanco tendrá un valor menor aún dado que, si bien
está presente en cada una de las celdas grisadas,
también está presente en una celda adyacente a di-
cha área. El valor de endemicidad del área grisada
será la suma de los índices de cada taxón endémico
que ella posee.
De manera que cuanto más especies se consi-
deren como endémicas, y mientras mayor sea su
grado de endemicidad, el grupo de celdas estará
mejor apoyado como “área de endemismo” (Szu-
mik y Golobo 2004).
Debido a que en este trabajo, tratamos con
motivos de arte rupestre y no con organismos, hay
que aclarar que no estamos sosteniendo que hayan
áreas endémicas para poblaciones humanas, sino
que estamos buscando denir “áreas endémicas”
de motivos de arte rupestre. Por supuesto esto tie-
ne implicancias a nivel de las poblaciones humanas.
Ciertos motivos endémicos podrían estar indican-
do circunscripción territorial o demarcación étnica
o grupal (como se discute en Scheinsohn 2008).
Codicación y caracteres
Para el análisis cladístico entonces, cada sitio
es considerado como equivalente a la “especie” en
biología. Así la presencia/ausencia de cada estado
de carácter dene a esa “especie”. En el caso del
análisis de endemismos, la entrada es por sitio (con
coordenadas) y los estados de caracter represen-
tan “especies”.
Los caracteres fueron denidos en base a las ca-
racterísticas morfológicas de cada motivo. No he-
mos considerado variables tecnológicas ya que la
cantidad de grabados es muy escasa en el área bajo
estudio, por lo que decidimos descartarlos concen-
trándonos sólo en los motivos pintados. Conside-
ramos cada carácter como poseyendo varios esta-
dos de carácter, que serían las distintas variaciones
dentro de una morfología denida. Así el carácter
5 comprende todos los círculos, distinguiéndose
13 estados de carácter, entre los cuales se diferen-
cian aquellos que presentan o no elementos en su
interior, o bien distinto nivel de agrupamiento (ver
anexo). Si bien esta codicación implica un cierto
grado de subjetividad (en tanto las descripciones
ofrecidas en la bibliografía no siguen siempre los
mismos criterios o denominaciones, y no siempre
presentan ilustraciones que las acompañen) este
fue minimizado mediante un análisis intersubje-
tivo, que siempre implicó a las mismas personas,
para denir el carácter y estado de carácter al cual
se atribuía cada motivo.
Con el mismo n, se modicó la codicación
utilizada en Scheinsohn y Szumik (2007), cambian-
do el número, agrupamiento y estado de los carac-
teres en función de los problemas detectados y la
nueva información obtenida. A modo de ejemplo,
podemos citar el caso de los motivos circulares (ca-
rácter 5). En la codicación anterior, se encontra-
ban diferenciados en tres caracteres, y ordenados
según grado de aditividad (que implica un grado de
complejidad creciente). Así los círculos concéntri-
cos suponen un grado de aditividad mayor que un
círculo simple. Como se dijo, en esta revisión, los
círculos en sus distintas variantes fueron agrupados
en un solo carácter, y hemos decidido no considerar
aditividad en ningún caso ya que supone una cierta
arbitrariedad. De esta manera, todas las versiones
de los círculos tienen una misma jerarquía, que es el
de un estado de carácter (ver Anexo).
Figura 2. Ejemplo de especies endémicas y su ajuste a
la grilla (tomada de Szumik et al. 2006).
RESULTADOS
Expectativas
Al partir de supuestos diferentes, tanto la cla-
dística como el análisis de endemismo permiten
encontrar patrones distintos. En el primer caso,
nos permitiría obtener clados, en los cuales no es-
peramos determinar ancestralidad, como habitual-
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ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
mente se hace con los estudios logenéticos, sino
patrones espaciales. De esta forma se utiliza la cla-
dística en biogeografía (biogeografía cladística o
biogeográca vicariante - ver en Nelson y Platnick
1981 y Humphries y Parenti 1986). Si bien hay una
dimensión temporal que funciona como supuesto,
no haremos énfasis en este punto para este trabajo
sino más bien en la dimensión espacial. Así, sabien-
do en qué tipo de ambiente se encuentra cada sitio,
se puede corroborar, en la interpretación del clado-
grama, si existe un agrupamiento que responda a
sitios de bosque y otro a sitios de estepa.
En el caso del análisis de endemismo, la posibili-
dad de que existieran áreas de motivos endémicos,
propias del bosque o la estepa, nos permitiría tam-
bién contrastar la hipótesis de trabajo.
Análisis cladístico
La gura 3 presenta uno de los árboles obteni-
dos con un pesado suave. Para explicar qué es un
pesado suave, es necesario primero decir que a par-
tir del análisis cladístico, difícilmente se obtenga un
solo árbol. El criterio de parsimonia lleva a elegir el
árbol más parsimonioso, es decir, el que requiera
una menor cantidad de pasos para su construcción.
Sin embargo, cuando se producen muchos árboles
igualmente parsimoniosos, hay que optar por otro
criterio. En ese caso la opción es dar peso a los ca-
racteres incongruentes, es decir, tomar en cuenta
cuan fuerte o conable es la evidencia presentada
por cada uno de esos caracteres. En cladística se
considera como evidencia de conabilidad la can-
tidad de homoplasia que presenta un carácter. En
Figura 3. Cladograma de los sitios analizados.
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
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Scheinsohn
et al.
ningún caso de análisis cladístico real puede haber
un árbol donde todos los caracteres estén libres de
homoplasia al mismo tiempo. Por lo tanto algunos
caracteres tendrán un peso menor que los demás
(Golobo 1998). Así se favorece el cladograma que
requiere el menor número de caracteres homoplá-
sicos. Por ejemplo si tenemos dos árboles de la mis-
ma longitud, en un caso puede ocurrir que sólo un
carácter sea homoplásico mientras que en el otro
caso haya tres caracteres homoplásicos. En estas
circunstancias se debe optar por el primer árbol.
El pesado de caracteres, en el caso de este trabajo,
se hizo siguiendo el análisis bajo pesos implicados
(Golobo 1993). En este método, a medida que se
adiciona un carácter en un árbol determinado, se
calcula su índice de consistencia y retención (que
sirve para medir la “economía” del árbol) para cada
posible rama en donde se pueda añadir dicho ca-
rácter. El peso del carácter se calcula entonces a
partir del mejor de estos resultados (el que implica
una mayor economía y menor homoplasia). De este
modo, se usa el carácter con un peso ya asignado
para construir el árbol. Un pesado fuerte ocurre
cuando un carácter con 1 paso extra vale la mitad
que uno sin ningún paso extra. Un pesado liviano,
cuando un carácter con 1 paso extra vale 0.9 que un
carácter sin homoplasia.
En nuestro análisis, los nombres de los sitios que
están en grisado suave corresponden al bosque,
mientras que los que guran en negro pleno corres-
ponden a la estepa. Con respecto a aquellos sitios
ubicados en el ecotono bosque/estepa, es preciso
tener en cuenta que el carácter ecotonal que hoy
presentan muchos ambientes no necesariamente
corresponde a una situación del pasado. La fuerte
intervención humana ocurrida en el siglo XIX, rela-
cionada con la explotación agrícola-ganadera que
se instala entonces, hace que sea muy difícil eva-
luar si un ambiente ecotonal actual, también lo fue
en el pasado (Bellelli et al. 2000a). En virtud de esta
dicultad hemos decidido que estos sitios fueran
incluidos como sitios de bosque, para acentuar el
contraste entre bosque y estepa y como una forma
de incrementar la muestra de sitios de bosque, nu-
méricamente más pequeña.
En la gura 3 puede observarse que no hay una
separación clara entre bosque y estepa. Sin embar-
go, se puede identicar al menos un clado de este-
pa (señalado con un óvalo negro punteado) que in-
cluye sitios tanto del Norte (Río Limay/Pilcaniyeu)
como del Sur (Piedra Parada). Además, se identica
otro clado (denido por un óvalo gris) que es mixto,
aunque predominan los sitios de bosque. En este
clado, es notable como se ponen en relación sitios
de Piedra Parada y Pilcaniyeu con sitios del bosque,
ubicados en una zona amplia que comprende des-
de Lago Lácar, al Norte, hasta Cholila, al Sur, mos-
trando un importante nivel de interrelación entre
sitios, alejados entre sí, más allá del bioma donde
están ubicados.
De todos los sitios utilizados por Albornoz y -
neo (2000) para denir la “modalidad del ámbito
lacustre boscoso”, hemos considerado en nuestro
análisis, sólo Catritre I, Curruhuinca I y Quila Quina
I dado que son los que se presentaron con mayor
nivel de detalle en ese trabajo. Estos sitios se pre-
sentan en dos clados separados y, en uno de ellos,
vinculados a un sitio de estepa del área de Pilcani-
yeu. En términos de lo que habían planteado estas
autoras era esperable encontrarlos en un clado
relacionado con los sitios de Nahuel Huapi, lo cual
sólo sucede en el caso de Curruhuinca I. De todas
formas hay que destacar que, a los nes de este
trabajo, sólo estamos considerando presencia/au-
sencia de motivos mientras que estas autoras, para
denir esa modalidad, se basan en rasgos estilísti-
cos relacionados con el diseño de esos motivos.
Análisis de endemismo
Para este análisis esperábamos recuperar al
menos dos áreas de endemismo, una correspon-
diente al bosque y otra a la estepa. Se obtuvieron
18 áreas con valores de endemicidad que oscilan
entre 2 y 9. Aquí sólo presentaremos aquellas que
tuvieron valores de endemicidad más altos (mayo-
res que cuatro).
Las celdas coloreadas en gris claro represen-
tan el área de investigación. Los sitios analizados,
se identican con puntos negros. La primera área
(denominada A, en gris oscuro en la Figura 4) une
la mayoría de los sitios registrados, ya sean de es-
Figura 4. Primer área de endemismo (A).Esta área
(A) deniría un primer agrupamiento de sitios que
comparten un repertorio común constituido por los 15
motivos que la denen (Figura 5).
548
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
tepa o de bosque. Hay que tener en cuenta que la
ausencia de este grisado oscuro en muchas celdas
se debe a la ausencia de datos. De los sitios con-
siderados, sólo quedan afuera de esta área los del
lago Lácar.
Si bien este repertorio presenta motivos sim-
ples, lo que llevaría a pensar que en esta área sólo
se están agrupando sitios que presentan motivos
ubicuos en todo arte rupestre, como las líneas y
puntos, hay que señalar que incluye motivos más
complejos como la clepsidra, tridente, greca, cami-
no perdido, etc. que son aquellos que denen a la
TAGC, por lo que se puede sostener que el área A
representa a esta tendencia.
Con valores de endemicidad menores le sigue
un área denominada B que reúne a los sitios del
Oeste (Figura 6) y otra C (Figura 7) que reúne en un
arco los sitios del Norte, en ambos casos, más allá
de que sean de bosque o de estepa.
Hay que señalar que los tres sitios del Lácar
(Curruhinca I, Quila Quina I y Catritre I) no están
incluidos en ninguna de las áreas de endemismo
determinadas en este trabajo. Así, los sitios de la
“modalidad del ámbito lacustre boscoso” no que-
dan asociados con los del Nahuel Huapi (como se
sostiene en Albornoz y Cúneo 2000) aunque queda
claro que estos sitios se diferencian del resto.
El área D (Figura 8) es similar respecto al área A
aunque además de los cinco diseños ya considera-
dos en esa área incluye otros dos motivos como el
círculo con punto interior y el ondulado simple (ver
Anexo).
De manera general se puede concluir entonces
que al igual que en el caso del análisis cladístico, no
se denen áreas de endemismo en virtud del bioma
en que se ubican los sitios. Pero, al mismo tiempo,
y más allá del bioma, queda claro que, dentro de la
TAGC pueden diferenciarse claramente por lo me-
nos dos áreas, es decir, la del Norte y la del Oeste.
Figura 5. Estados de carácter que denen el área de
endemismo A.
Figura 6. Segunda área de endemismo (B).
Figura 7. Tercer área de endemismo (C).
Figura 8. Cuarta área de endemismo (D).
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
549
Scheinsohn
et al.
Tanto el análisis cladístico como el de áreas de
endemismo no permiten encontrar patrones que
agrupen sitios del bosque y de la estepa por sepa-
rado. Sin embargo, es interesante el patrón que
muestra el cladograma: un único clado puro, de
estepa, y otro mixto (bosque y estepa). Esto no im-
plica necesariamente ancestralidad desde el punto
de vista cladístico, pero la ubicación topológica del
clado de la estepa, las antigüedades radiocarbóni-
cas de los sitios de estepa y bosque, y el hecho de
que no haya un clado “puro” de bosque, sino mixto,
sugieren en concordancia con los modelos de po-
blamiento vigentes (ver por ejemplo en Aschero et
al. 1983; Borrero 1994-1995; Bellelli et al. 2000 a y
b, 2003; Belardi 2004) una precedencia en la ocupa-
ción de la estepa respecto del bosque.
Los sitios se relacionan más allá del bioma en
que se ubican. Además el factor distancia no pare-
ce ser relevante, dado que, sitios distantes entre
se agrupan, como es el caso de los de Los Alerces
y Nahuel Huapi que quedan incluidos en el área
B. Esto parece revelar la existencia de un ujo de
información (manifestado por el repertorio de mo-
tivos compartidos en el área A) en toda esta área,
a pesar de la distancia. Las áreas B y C probable-
mente reejen la presencia de corredores (sensu
Scheinsohn y Matteucci 2004) que permiten el ujo
de información. A este respecto es interesante se-
ñalar el grado de superposición que existe con los
corredores denidos en Scheinsohn y Matteucci
(2005 y 2006). En estos trabajos se pudo establecer
que la circulación N-S es más fácil en la zona, que
el movimiento O-E, limitado a algunos pocos co-
rredores. El área Oeste (B) estaría relacionada con
el corredor N-S denido en aquel trabajo mientras
que el área Norte (C) estaría vinculada con uno de
los escasos corredores O-E.
Así, el nivel de circulación del mismo código vi-
sual es amplio y, por lo menos a nivel de presen-
cia/ausencia de motivos, no podemos detectar di-
ferencias signicativas que puedan atribuirse a la
presencia de poblaciones distintas para el bosque
o la estepa.
Como pasos futuros queda por explorar la distri-
bución espacial de los distintos motivos tanto a un
mayor nivel de aglutinamiento (por ejemplo círcu-
los) como a niveles menos inclusivos (por ejemplo
círculos con punto interior), con el n de comparar
si el cambio en la escala de inclusividad afecta los
resultados.
Finalmente, es necesario señalar que este tra-
bajo se realizó a partir de la bibliografía existente
para cada sitio analizado. Por lo tanto, existen pro-
blemas en cuanto a los intentos de sistematizar la
información bajo un criterio común, para la confec-
ción de la lista de caracteres utilizada para nuestro
estudio (ver Anexo). Esto se debe, principalmente,
a que los distintos autores utilizan criterios diferen-
tes para la denominación y descripción de los moti-
vos, y en algunos casos, de difícil interpretación sin
el acceso a imágenes de los mismos. Para mejorar
este aspecto del trabajo sería necesario contar con
los relevamientos completos de los sitios mencio-
nados, muchos de ellos aún sin publicar.
No obstante, los resultados aquí obtenidos im-
plican un avance respecto del trabajo anterior, en
tanto se resolvieron algunas de las dicultades en
su momento señaladas. Estos nuevos resultados
coinciden, y por lo tanto refuerzan, las tendencias
registradas entonces. Al mismo tiempo, nos han
permitido detectar nuevos patrones, inicialmente
no contemplados, abriendo nuevas vías de explo-
ración y demostrando las posibilidades que plantea
esta nueva forma de abordar el estudio del arte ru-
pestre.
CONCLUSIONES
AGRADECIMIENTOS
Al equipo de investigación de la Comarca Andina del Paralelo 42º, particularmente a Mercedes Po-
destá, quien nos cedió material no publicado. El Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Téc-
nicas (CONICET), Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y Agencia Nacional para la Promoción de la Ciencia y la Técnica
(ANPCYT) nanciaron este trabajo. También agradecemos los comentarios y sugerencias de Dánae Fiore
que tanto contribuyeron a mejorar este trabajo.
550
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
0
1 Puntiforme
2 Puntiformes alineados
3 Puntiformes agrupados
1
1 Trazo lineal
2 Trazos lineales alineados
3 Trazo grueso o “brochazo”
2
1 V
2 V alineada
3
1 Tridígitos
2 Tridígitoincluidoengurageométrica
3 Tridígitos alineados
4 Tridígitos unidos
4
1 Z
2 Z alineadas
5
1 Círculo vacío
2 Círculo relleno
3 Círculo con punto interior
4 Círculos concéntricos
5 Círculo con cruz interior
6 Círculos de puntos
7 Círculos concéntricos de puntos
8 Círculos vacíos alineados
9 Círculos rellenos alineados
10 Círculos con punto interior alineados
11 Círculos vacíos adosados
12 Círculo con un trazo interno
13 Círculos concéntricos con punto interior
Anexo. Cuadro con descripción de los caracteres empleados
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
551
Scheinsohn
et al.
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
6
1 Círculos vacíos unidos por barras
2 Círculos concéntricos unidos por barras
3 Círculos vacíos unidos por barras en zigzag
4 Círculos vacíos unidos por barras, con elementos adicionados a las barras
5
Círculos concéntricos unidos por barras, con elementos adicionados a las
barras
6 Varios círculos concéntricos unidos por varias barras
7
1 Figura cerrada irregular
2 Figuras cerradas irregulares agrupadas
8
1 Grecas lineales abiertas irregulares
2 Greca lineal abierta regular
3 Greca doble
4 Greca cerrada rellena
5 Doble greca opuesta simétrica
6 Greca cerrada sin relleno
7 Grecacerradasinrellenocongurainterior
9
1 Escalera hueca
2 Escalonado que forma una especie de semicírculo
10
1 Serie de líneas escalonadas que forman pirámides truncadas
2 Línea escalonada que forma pirámide truncada
11
1 Peiniforme
2 Peiniforme doble
12
1 Reticulado
2 Reticulado en rombo
13
1 Zigzag
2 Zigzag alineados
3 Serie de trazos en zigzag
14
1 Curvilineo abierto
2 Curvas o líneas en arco alineadas
15
1 Línea vertical con líneas en zigzag adosadas
2 Línea vertical con trazos cortos adosados (sensu Pedersen 1978)
552
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
15
3 Línea vertical con líneas rectas adosadas
16
1 Línea en zigzag conformando círculo
2 Línea en zigzag conformando círculo con un sol interior
3 Línea en zigzag con forma irregular
17
1 Líneas curvas adosadas
18
1 “Cultrún”
19
1 “Sol”
2 “Sol” encerrado en círculo
3 “Sol” con punto interior
4 “Sol” concéntrico
5 “Sol” relleno
6 Medio “sol”
20
1 Óvalo
2 Óvalo con punto interior
3 Óvalo con trazos interiores
21
1 Cruz simple
2 Cruz doble curvilínea hueca
3 Cruz doble curvilínea hueca rellena
4 Cruces curvilíneas concéntricas
5 Cruz griega o de ángulos rectos
6 Cruz trebolada
7 Cruz doble escalonada
8 Cruz doble curvilínea dentro de cruz griega
9 Greca con cruz interior
10 Cruz simple alineada
11 Cruz doble curvilínea rellena alineada
12 Cruces curvilíneas concéntricas alineadas
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
553
Scheinsohn
et al.
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
21
13 Greca con cruz interior alineada
14 Alineación de cruces simples unidas
15 Cruz doble curvilínea dentro de cruz griega alineadas
16 Cruz con óvalos en sus extremos
17 Varios
22
1 Cuadrado
2 Cuadrado con subdivisión interior
3 Cuadrado con dos subdivisiones en su interior
4 Cuadrados concéntricos
5 Cuadrados con trazos internos
6 Cuadrado relleno
23
1 Rectángulo
2 Rectángulo con subdivisión interior
3 Rectángulo con dos subdivisiones en su interior
4 Rectángulos concéntricos
5 Rectángulo con trazos internos
6 Rectángulo relleno
7 Rectángulocongurainterior
8 Rectángulo con línea en zigzag interior
24
1 Rombo aislado
2 Rombos con trazos internos
3 Rombos incluidos dentro de otro rombo
4 Rombos alineados
5 Rombos unidos por el vértice
6 Rombos unidos por segmento
7 Rombo con apéndice
554
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
24
8 Rombo escalonado con círculo interior
25
1 Polígono
2 Polígono irregular
3 Rectángulo incluido en un polígono
26
1 Rastro de guanaco
27
1 Clepsidra hueca
2 Clepsidra con trazos internos
3 Clepsidra hueca y enmarcada
4 Clepsidra escaleriforme
5 Clepsidra con puntos internos
28
1 Enmarcado “matra”
2 Enmarcado con líneas en contorno
3 Enmarcado interior almenado
4 Enmarcado con rectángulo interior
5 Enmarcado con entramado de rombos interno
29
1 Mancha
2 Mancha con punto interior
30
1
Patrón de cruz escalonada y rombos (hombre lagartija sensu Fernández
1997)
31
1 Figurativo choique
32
1 Figurativo “cuero de león”
2 Otros
33
1 Roseta
2 Rosetas alineadas
34
1 Figurativo “león” esquemático
35
1 Figurativo guanaco aislado
2 Figurativo guanacos agrupados
36
1 Pies humanos
37
1 Manos humanas
2 Negativos de manos humanas
DistribuciónespacialdelarterupestreenelbosqueylaestepadelnortedePatagonia.Nuevosresultados
555
Scheinsohn
et al.
Caracter
Estado de
caracter
Descripción Gráco
38
1 Antropomorfos
39
1 Hoyuelos naturales contorneados con pintura
40
1 Estrella en negativo inscripta en un círculo
2 Estrella de cuerpo relleno
41
1 Figura con forma de gancho
42
1 Silueta de triángulo
2 Triángulo relleno
3 Triángulo de puntos concéntricos
4 Triángulo con un gancho
43
1 Motivo en T
2 Doble T
44
1 Motivo en L
45
1 Arco y círculo
46
1 Tridentes
47
1 “Bola con manija”
48
1 Animal con jinete
49
1 Silueta de caballo
50
1 Figura en Y
51
1 Semicírculo
52
1 Fusiforme simple
2 Fusiforme con líneas interiores
53
1 Ondulado simple
2 Ondulados paralelos
54
1 Figura en forma de 8
2 “Hacha ocho”
+
55
1 Trapecios
2 Trapecios adosados
56
1 Otros zoomorfos
57
1 “Pirámide”
58
1 Motivo en E invertida
556
ArqueologíadelaPatagonia-Unamiradadesdeelúltimoconfín
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pp. 109-116. Ediciones CEQUA, Punta Arenas, Chile.
Szumik C., F. Cuezzo, P Golobo, y A. Chalup.
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Szumik, C. y P. Golobo
2004 Areas of endemism: an improved optimality
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bosque- estepa. El caso de cuatro sitios con arte
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Licenciatura en Ciencias Antropológicas, Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
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Huapi y Traful 1- 7. En Recopilación de “Notas del
Museo de La Plata”, tomo IX, antropología, Nº 23 bis,
pp.24-29.
... At their core, they can be reduced to two opposing models (Scheinsohn 2011): (1) Broad-scale model: where the CGAT style reflects a wide interaction network at a macroregional level, with no internal differentiation, and (2) territorial model: Under this view, the CGAT reflects territorial circumscription and ethnic differentiation in the context of increases in population density, territorial sizes, or home range reduction. The hypothesis that the observed rock art differences could be interpreted in terms of territorial marking was not supported by an endemicity analysis performed in previous work (Scheinsohn et al. 2009;Scheinsohn 2011). ...
... Moreover, for Fiore (2006), the preservation of the CGAT style attests to its lack of antiquity. Every motif present in each site was tabulated (see Appendix 2 and Scheinsohn et al. 2009). Departing for a "lumper" classification (see Scheinsohn et al. 2015 for details) of 59 motifs, each motif type was considered a "character" that may or may not be present in a given site and could have different states of character. ...
... The few links with the extreme north and the extreme south regions allow us to maintain that those areas were in an exploration/colonization phase. Let us note that, as we have argued elsewhere (Scheinsohn et al. 2009(Scheinsohn et al. , 2015, site proximity, in terms of geographical distance, did not ensure connections (in our case, motif sharing). So, another interpretation could be that the mix of high local connections and sparse regional connections is what sustained the information flux. ...
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Decorative patterns have long been considered suitable for determining descent, since they are categorized as homologous and adaptively neutral. Rock art, for its part, has often been left aside due to a lack of chronological control. In this paper, we propose a way to treat rock art in order to track Cultural Transmission Paths by means of motif distribution using Northwestern Patagonia as a case study. We present a theoretical and methodological framework for modeling Cultural Transmission Archaeological Paths by constructing a Mutual Information Network between motifs, identifying clusters and defining their associated Site Networks. The results allow us to suggest a hypothetical nuclear region, well known and transited by hunter-gatherers, with few connections to the more distant parts of the study area. This pattern may be related to Patagonia’s population models and fit the suggestion from other fields of inquiry that a sparsely connected and not unnecessarily complex network will be robust enough to sustain information flux.
... Otra barrera influyente fueron los densos bosques que se desarrollaron en la zona abandonada por los glaciares, ocupando sectores con topografía abrupta (Bellelli et al. 2018;Méndez y Reyes 2008;Moreno et al. 2019). Los trabajos comparativos al sur de los 42°S concuerdan en que la señal humana en el occidente continental es menor a aquella medida en espacios abiertos contiguos (Belardi y Carballo Marina 2014;Borrero y Muñoz 1999;Reyes et al. 2009;Scheinsohn et al. 2009). Las poblaciones humanas incrementaron su presencia en estos sectores boscosos durante algunos periodos, aunque esto fue principalmente de forma complementaria a la permanencia más sostenida en la estepa (Bellelli et al. 2000;Fernández et al. 2013;Mena 2013;Méndez y Reyes 2008). ...
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Patagonia’s main circulation routes, which were located in the eastern area of this region, fostered a marginal occupation of western valleys, possibly by means of seasonal, complementary visits, resulting in less intense settlements. Luis Borrero’s conception of the occupation of “Andean dead ends” is the pivotal framework for the study of Patagonia’s western valleys. In particular, the area circumscribed by the General Carrera and Cochrane lakes and the Northern Ice field stands as a remarkable example of a dead end. In this archaeological study, we focus on the human occupation of this area by assessing site distribution, chronology, and occupational redundancy as a way of providing a preliminary outlook on an understudied area. Results suggest that human occupations extended over the last 8600 years, at first discontinuously, and with greater continuity after 3000 cal. BP. Site variability, assemblage richness, and redundancy at a site scale came alongside regional continuity. These trends are remarkably similar to those detected east of the study area and hold important differences from other to the basins north of Central Western Patagonia.
... comunicación, interacción social, movilidad, uso del espacio), al tiempo que la perspectiva multiescalar contribuye a maximizar las chances de interceptar un mayor rango de variación conductual (Borrero 2020;ver también Belardi 2020). Cabe señalar que los temas referidos se diferencian de aquellos clásicamente discutidos desde otras perspectivas biogeográficas aplicadas en la arqueología de Patagonia, tales como los procesos de especiación, la identificación de endemismos o el establecimiento de filogenias (Scheinsohn y Szumik 2007;Scheinsohn et al. 2009). ...
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Se presenta una perspectiva multiescalar de base biogeográfica para el estudio arqueológico sistemático de procesos de comunicación visual y circulación de información mediante arte rupestre. Se proveen definiciones operativas de los componentes conceptuales del enfoque (arte rupestre, biogeografía humana, multiescalaridad). También se refiere el rol de otros elementos y marcos analíticos (modelos biogeográficos, estudios internodales, geografía social) que operan como puntos de partida y ejes estructurantes de las preguntas de investigación sobre estos procesos en el pasado. Además, se especifican temas geográficos, temporales y sociodemográficos de la organización humana pretérita de interés al enfoque propuesto. Se reseñan los resultados multiescalares alcanzados producto de su aplicación en el norte del Neuquén y se discute el potencial del enfoque para modelar los roles desempeñados y tipos de información transmitidos por el arte rupestre en las dinámicas comunicacionales que los grupos móviles del noroeste de Patagonia plasmaron en el paisaje durante el Holoceno.
... The idea advanced in this paper is that the homology concept lying behind most of the current phylogenetic studies on artifacts, including lithics, is a narrow one almost exclusively based on a similarity criterion (e.g., Lycett 2007: 544). This can be considered as the logical outcome of the cladistic methodology adopted by many of such phylogenetic studies (e.g., O'Brien et al. 2001O'Brien and Lyman 2003;Collard 2007, 2008;Riede 2009;Scheinsohn 2009;Scheinsohn et al. 2009;Lycett 2010), which stresses the equivalence between homologies and synapomorphies (Patterson 1982;de Pinna 1991), and the adoption of a posterior homology assessment approach (Kleisner 2007) that uses inferred phylogenetic relationships to test homology hypotheses based on inferred monophyletic groups after the application of parsimony and congruence criteria (Patterson 1982(Patterson , 1988de Pinna 1991;Haszprunar 1992;Brower and Schawaroch 1996;Sluys 1996). Under this approach, homology becomes the end-product of a phylogenetic analysis rather than something that needs to be thoroughly investigated-using a variety of criteria like comparative morphological studies, topology, connectivity, ontogeny, and functional anatomy (Kearney and Rieppel 2006)-before (or besides) cladogram construction and evaluation. ...
... En este contexto, los escasos vínculos del arte rupestre detectados en el extremo sur de Norpatagonia, donde se ubican el valle del Pico y del Genoa, permiten considerar que, para el Holoceno Tardío, estos valles se encontrarían en una fase de exploración/ colonización (sensu Borrero 1994(sensu Borrero -1995. No obstante, como hemos argumentado en otra oportunidad (Scheinsohn et al. 2009(Scheinsohn et al. , 2016b, la proximidad geográfica no asegura la existencia de conexiones. En el caso que aquí tratamos, la ausencia de obsidianas de Pampa del Asador aporta a favor de este argumento. ...
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The Genoa River Valley, is located in the Central-West sector of the Chubut Province. Systematic archaeological investigations in this zone began in 2012, focusing on the town of Jos de San Mart. Based on information obtained during this fieldwork, and that from the previous study of the nearby town of Rio Pico, our initial expectation was that human occupation of the Genoa Valley occurred in recent times. In this paper, however, we present data on human skeletal remains from the Fabiana Elizabeth archaeological zone, which dates to the Middle Holocene. This leads us to extend the time-depth of human presence in the area. We present the results of the field survey and the cotext of the finding, as well as the bioarchaeological and taphonomic analysis of the human skeletal remains. These results are discussed within a regional context.
... En este contexto, los escasos vínculos del arte rupestre detectados en el extremo sur de Norpatagonia, donde se ubican el valle del Pico y del Genoa, permiten considerar que, para el Holoceno Tardío, estos valles se encontrarían en una fase de exploración/ colonización (sensu Borrero 1994(sensu Borrero -1995. No obstante, como hemos argumentado en otra oportunidad (Scheinsohn et al. 2009(Scheinsohn et al. , 2016b, la proximidad geográfica no asegura la existencia de conexiones. En el caso que aquí tratamos, la ausencia de obsidianas de Pampa del Asador aporta a favor de este argumento. ...
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Resumen El valle del río Genoa se localiza en la precordillera del centro-oeste de la provincia del Chubut, en un ambiente de estepa. Las investigaciones arqueológicas sistemáticas en la zona comenzaron en el 2012, focalizándose en la localidad de José de San Martín. Sobre la base de la información obtenida en esos primeros trabajos, y la previamente registrada en la vecina localidad de Río Pico, la expectativa inicial era que la ocupación humana del valle correspondiera a momentos tardíos. No obstante, en este trabajo, presentamos información sobre restos óseos humanos provenientes de la localidad arqueológica Fabiana Elizabeth cuya antigüedad se remonta al Holoceno Medio, lo que lleva a extender la profundidad temporal de la presencia humana en el área. Se describen los resultados obtenidos del relevamiento de campo, las circunstancias del hallazgo y el análisis bioarqueológico y tafonómico de los restos óseos humanos y se ponen estos resultados en un contexto regional.
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En el presente artículo registramos correlatos en las constelaciones semióticas de Sol y Luna en las culturas de la familia lingüística chon que informan de un linaje simbólico, es decir, representaciones culturales de estos astros que llevan las marcas de un origen común. A partir de la comparación de los niveles de modelización sociosemiótica –lingüístico y cultural– en la designación y representación de los astros, discutimos las relaciones interculturales de los pueblos en el área de Patagonia y Tierra del Fuego. El método de investigación empleado es el análisis de correlaciones de las series de relaciones de significación que se articulan en torno a los términos y conceptos de sol y luna, designadas aquí como constelaciones semióticas. Los resultados muestran una filiación común en la elaboración de estos motivos simbólicos de la familia chon y correlatos que evidencian contactos interculturales areales de larga data.
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Se presentan y comparan dos sitios con arte rupestre del centro oeste de la Patagonia, denominados Tres Lagunas 1 y Las Tres Marías, ubicados en las cercanías del valle del Genoa (departamento Tehuelches, provincia del Chubut, Argentina). Ambos contienen pinturas que corresponden a la tendencia abstracto geométrica compleja, también conocida como estilo de grecas. Para este trabajo propusimos examinar la variación intersubjetiva en la codificación y clasificación del arte rupestre, en vista de su importancia para la cuantificación de tipos de motivos. Se analizan las diferencias y semejanzas entre estos sitios, considerando los tipos de motivos presentes, y se las discute en un contexto regional. También se reconoce la importancia cuantitativa de los enmarcados y la presencia en el sitio Las Tres Marías de la técnica del estarcido con enmascarado.
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In the present article, we discuss the macroscale issue in archaeological research, using the peopling model of Patagonia and the regional taphonomy proposed by Luis Borrero, and their application in our archaeological project in the Pico and Genoa valleys (Western-Central sector of Chubut Province, Argentina). In the case of the peopling model, we distinguish two types of use, which we define as strong/direct and weak/indirect. A synthesis and update of the results under this perspective is presented, as well as advances in regional taphonomy.
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En publicaciones anteriores hemos planteado un modelo de uso del bosque templado mixto y su ecotono con la estepa. Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en la localidad Cholila (Noroeste de la Provincia del Chubut, Argentina) han permitido obtener resultados acerca de las distribuciones de artefactos y su visibilidad, así como información contextual y cronológica de sitios de superficie y estratificados. Dicha información, junto con las consideraciones acerca de las fuentes de aprovisionamiento de recursos minerales, llevan a postular una utilización intensa y continua del espacio en momentos posteriores a los 2.000 años AP. English In previous works, an exploitation model of forested/ecotone environments was proposed. Archaeological research in Cholila (NW Chubut Province, Argentina) had resulted in new information about artifact distributions and visibility and contextual and chronological information on stratified and superficial sites. This information along with those obtained from mineral sources led us to postulate an intense and continuous space utilization after 2000 BP.
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Cross-cultural comparison is a common method of testing hypotheses regarding the co-evolution of elements of cultures or of the adaptiveness of a cultural practice to some aspect of the environment. It has long been recognized, however, that cultures are not independent but rather may share many cultural elements by virtue of common ancestry and proximity. Attempts to address this issue, known as Galton's problem, range from statistically removing confounding variables to using a standard sample of ''independent cultures.'' We show here that when testing any hypothesis of co-evolution one should not attempt to identify independent cultures or to create them statistically. Rather, cross-cultural comparative studies must be based upon the identification of independent events of cultural change. Once this principle is applied, it becomes apparent that it is in fact groups of closely related cultures that are potentially the most informative for testing cross-cultural hypotheses. Constructing phylogenies of cultures and placing upon them independent instances of cultural elements' arising or changing is an essential part of this task. Reprinted in (Linquist, S, ed) The Evolution of Culture. The International Library of Essays on Evolutionary Thought. Farnham, UK: Ashgate Publishing (2010).
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A fast-growing quantity of fossil material - post-cranial as well as skulls and teeth - is combining with cladistics and other new theoretical perspectives radically to change the picture of human evolution. Here, a summary of that picture is given, as the basis for a re-examination of that fundamental question of Pleistocene archaeology, the matching with the bones of the stones of the palaeolithic sequence. While archaeology has been introspectively sorting out the implications of the new archaeo- logy, evolutionary biology has been having its own little theoretical and methodological revo- lution. Not since the neo-Darwinian 'Modern Synthesis' was hammered out in the 1930s and 1940s has there been such an interest in the mechanisms, processes and patterns of evolu- tion. Compared, however, to the impact of ideas drawn from the social sciences, this has had little or no effect on archaeology. Biology has only become incorporated into archaeology through a growing interest in ecology. However, while models and behavioural theories drawn from the social sciences may be appropriate for recent prehistoric and historic periods, their relevance to the remote period of the Pleis- tocene and the pre-anatomically modern homi- nids is less clear-cut. The separation of physical anthropology and archaeology (especially palaeolithic archaeo- logy), and thus to a large extent Ihe relative insignificance of neo-Darwinian theory, is a curious anomaly. Their subject-matter is essentially the same - the evolution of homi- nids, on the one hand through their anatomy, on the other through their technology. Few people - and Glynn Isaac was a notable exception - have attempted to integrate the two. The rea- sons for this are no doubt complex. Among them are the separation at an early date, in Britain at least, of archaeology and anthropo- logy, and its stronger links with history. Other factors include their very different data-bases,