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Prescribing trends in pain management in a hospital for orthopaedics and traumatology

Authors:

Abstract and Figures

The trauma has one of the first sites of morbidity and mortality worldwide, produces severe impact bio-psycho-social, functional disability and severe social and financial implications. Has been treated with medications and nonphar-macologic methods without achieving effective relief, so we set the objective of identifying trends in prescription of painkillers in a hospital in trauma and orthopedics. Material and methods: A descriptive, longitudinal and prospective study assessing pain intensity in three stages, the demographics and prescription painkillers. Results: We studied 418 patients. The average pain intensity by VAS on admission was 5.33 ± 2.33, immediately after surgery and 5.97 ± 2.04 in the late postoperative 5.4 ± 2.02. According to the initial EVER 24.4%presentedmildpain,moderatepain 40.4% and 35.2% severe pain, in the immediate postoperative mild pain 14.6%, 40.8% moderate and 44.4% severe and 20.3% in the late mild pain, 47.0% moderate and 32.5% severe, the most widely used analgesics were paracetamol, ketorolac, diclofenac and etofenamato; nalbuphine, buprenorphine and dextropropoxyphene. Conclusions: These results suggest that pain is poorly assessed and that despite several drugs used high numbers of persistent pain.
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Revista Mexicana de Anestesiología
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Tendencias de prescripción en el control del dolor en un
Hospital de Ortopedia y Traumatología
Dra. Graciela Margarita García-Miranda,* Dr. Uria Guevara-López,**
Dra. Ma. Concepción Serratos-Vázquez,*** Dra. Leticia Roa-Aguirre,**** Dr. Gustavo Rivera-Saldívar*****
INVESTIGACIÓN ORIGINAL
Vol. 35. No. 1 Enero-Marzo 2012
pp 40-45
* Médico Anestesiólogo adscrito al Hospital
de Ortopedia «Dr. Victorio de la Fuente Nar-
váez». Residente de la Especialidad de Dolor
y Cuidados Paliativos CIETD/CP.
** Director de Educación e Investigación en
Salud UMAE «Dr. Victorio de la Fuente Nar-
váez». Profesor del Curso de Dolor y Cuidados
Paliativos (CIETD-CP).
*** Médico Anestesiólogo adscrito al Hospital
de Traumatología «Dr. Victorio de la Fuente
Narváez». Residente de la Especialidad de
Dolor y Cuidados Paliativos CIETD/CP.
**** Médico Anestesiólogo, Algólogo, adscrito
al Hospital de Ortopedia «Dr. Victorio de la
Fuente Narváez».
***** Médico Traumatólogo y Ortopedista, Maestría
en Ciencias Médicas, UMAE, «Dr. Victorio
de la Fuente Narváez».
Solicitud de sobretiros:
Graciela Margarita García-Miranda
Pípila Núm. 85,
Col. Guadalupe del Moral Iztapalapa, 09300
Tel. y Fax: 56-00-60-21.
Recibido para publicación: 19-01-10.
Aceptado para publicación: 20-12-11.
Este artículo puede ser consultado en versión
completa en
http://www.medigraphic.com/rma
RESUMEN
El trauma ocupa uno de los primeros sitios de morbimortalidad en el mundo,
produce severo impacto bio-psicosocial, incapacidad funcional y severas reper-
cusiones en la sociedad y nancieras. Se ha tratado con fármacos y métodos
no farmacológicos sin lograr un alivio e caz, por lo que nos propusimos el
Objetivo de identi car las tendencias de prescripción de analgésicos en un
hospital de trauma y ortopedia. Material y métodos: Se realizó un estudio
descriptivo, longitudinal y prospectivo evaluando la intensidad del dolor con
dos escalas: visual análoga (EVA) y escala verbal análoga (EVERA) en tres
tiempos. El dolor promedio según la EVA al ingreso fue de 5.33 ± 2.33, en
el postquirúrgico inmediato de 5.97 ± 2.04 y en el postquirúrgico tardío 5.4
± 2.02. Según la escala EVERA inicial, el 24.4% presentó dolor leve, 40.4%
moderado y 35.2% severo; en el postoperatorio inmediato 14.6% tuvo dolor
leve, 40.8% moderado y 44.4% severo, y en el postoperatorio tardío 20.3%
dolor leve, 47.0% moderado y 32.5% severo; los analgésicos más utilizados
fueron paracetamol, ketorolaco, diclofenaco y etofenamato y los opiáceos
nalbu na, buprenor na y dextropropoxifeno. Conclusiones: Los resultados
obtenidos sugieren que el dolor es mal evaluado y que a pesar de emplearse
diversos fármacos persisten cifras altas de dolor.
Palabras clave: Tendencias de prescripción, trauma, ortopedia y dolor.
SUMMARY
The trauma has one of the rst sites of morbidity and mortality worldwide, pro-
duces severe impact bio-psycho-social, functional disability and severe social
and nancial implications. Has been treated with medications and nonphar-
macologic methods without achieving effective relief, so we set the objective
of identifying trends in prescription of painkillers in a hospital in trauma and
orthopedics. Material and methods: A descriptive, longitudinal and prospec-
tive study assessing pain intensity in three stages, the demographics and
prescription painkillers. Results: We studied 418 patients. The average pain
intensity by VAS on admission was 5.33 ± 2.33, immediately after surgery and
5.97 ± 2.04 in the late postoperative 5.4 ± 2.02. According to the initial EVER
24.4% presented mild pain, moderate pain 40.4% and 35.2% severe pain, in
the immediate postoperative mild pain 14.6%, 40.8% moderate and 44.4%
severe and 20.3% in the late mild pain, 47.0% moderate and 32.5% severe,
the most widely used analgesics were paracetamol, ketorolac, diclofenac and
etofenamato; nalbuphine, buprenorphine and dextropropoxyphene. Conclu-
sions: These results suggest that pain is poorly assessed and that despite
several drugs used high numbers of persistent pain.
Key words: Prescribing trends, trauma, orthopedics and pain.
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INTRODUCCIÓN
Se ha descrito el trauma como una causa importante de
morbimortalidad en el mundo con severa repercusión
bio-psicosocial, funcional y nanciera, por lo que se le ha
considerado un problema de salud pública. En este campo
se han logrado importantes avances, reduciendo la mortali-
dad y mejorando la funcionalidad en los pacientes, lo cual
no se ha acompañado de mejoría para tratar el dolor y sus
complicaciones(1).
En las dos últimas décadas, los investigadores han descrito
que la persistencia del dolor severo produce además de sufri-
miento innecesario, diversos cambios anatómicos y siológi-
cos, algunos de ellos de tipo irreversible; de igual manera, el
mal manejo del dolor agudo puede condicionar cambios de
plasticidad del sistema nervioso (SN) que perpetúan el dolor
y producen una mayor afectación del estado físico, además
de agravar las comorbilidades existentes(1).
Para el control del dolor se han empleado múltiples
fármacos analgésicos: antiin amatorios no esteroideos
(AINE), opioides, anticonvulsivantes, antidepresivos,
anestésicos locales, benzodiacepinas técnicas intervencio-
nistas como los bloqueos de conducción, y otros métodos
no farmacológicos como sioterapia, intervención en el
área psicoafectiva e inclusive medicina complementaria,
sugiriendo la mayoría de autores un manejo multimodal y
transdisciplinario(1,2).
Estudios de prevalencia del dolor postoperatorio de ciru-
gías ortopédicas(2) evalúan su intensidad mediante la EVA
durante cuatro días, reportando que 26% de los pacientes
presentaron dolor de moderado a severo en las primeras 48
h, con el consecuente sufrimiento y retardo en la incorpora-
ción a sus actividades productivas, incrementando los costos
hospitalarios y la morbimortalidad(2).
Algunos autores señalan la escasa preocupación que el
grupo médico de unidades de trauma tiene sobre la presencia
del dolor, muestran que el 80% de los encuestados tenía poco
o nulo interés en este tema, por lo que se aplicó un protocolo
de manejo oportuno en el cual se utilizaron opiáceos potentes
por vía intravenosa, obteniendo como resultado que un 70%
de los médicos mejoraron su percepción sobre la estimación
del dolor y su manejo protocolizado(3).
Dentro de las múltiples variantes para el control del dolor
postoperatorio se han comparado los inhibidores de la ci-
clooxigenasa 2 (COX-2) y otros AINE, demostrándose que
los COX-2 son más e caces que los inhibidores de la ciclooxi-
genasa 1 (AINE), además presentaron menos incidencia de
úlceras gastrointestinales y escaso efecto inhibitorio sobre la
función plaquetaria(4).
En otro estudio, se administró a personas de edad avan-
zada ketorolaco, naproxeno y parecoxib, evidenciando que
el último generaba menos lesión gastrointestinal; y que el
ketorolaco podría retardar la consolidación ósea hasta en un
25% de los animales estudiados(4).
En el control del dolor postoperatorio en pacientes some-
tidos a fusión lumbar posterior se observó que la mor na fue
más efectiva que el diclofenaco sódico; de igual forma se
reportó que 10 mg de mor na epidural asociada a lidocaína
al 2% producen una buena analgesia en el control del dolor
postquirúrgico(5). En el mismo sentido se ha descrito que la
utilización de anestésico local más opiáceo, además de seguro
y e caz, reduce la incidencia de náusea y vómito, favorece la
deambulación temprana y reduce el tiempo de hospitalización
a comparación del empleo sólo de mor na peridural(6).
Respecto a las dosis de mor na empleada para el control
del dolor postoperatorio por vía intratecal, analizando 407
pacientes intervenidos quirúrgicamente por escoliosis idio-
pática, se reportó que una dosis de entre 9 y 19 mg/kg con
media de 14 mg/kg es efectiva y segura(7).
En este sentido se han empleado diversas combinaciones
de AINE y opiáceos para cirugías en adultos como: descom-
presiones lumbares, de cadera y rodilla y niños quemados,
obteniéndose reducción del dolor y del estrés(8-12). En pa-
cientes pediátricos con lesiones ortopédicas o fracturas se
ha reportado que la administración de ibuprofeno en combi-
nación con la oxicodona proporciona un efecto analgésico
satisfactorio(13).
En un estudio de 137 pacientes efectuado en Canadá cuyo
objetivo era evaluar las tendencias de prescripción de opiáceos
para el control del dolor en sujetos con lesión musculoes-
quelética, se demostró que la prescripción de opiáceos en el
3 al 66% de los pacientes produjo excelentes resultados en
comparación a los tratados con COX2(14).
Otros estudios han comparado diversos fármacos para
el control del dolor agudo de moderado a severo en pade-
cimientos como la lumbalgia(15,16); cuando se compararon
40 mg de valdecoxib con 75 mg de diclofenaco durante 7
días no se encontraron diferencias signi cativas entre ellos
respecto a la mejoría del dolor y efectos adversos(17). En la
lumbalgia crónica se ha empleado, además de analgésicos,
antidepresivos tricíclicos como la disipramina, inhibidores de
los recapturadores de serotonina ( uoxetina), observándose
que esta asociación mejora los niveles de analgesia(18).
Por otra parte, se ha estudiado la asociación de analgé-
sicos con diversos relajantes musculares, observándose que
su empleo es mayor en pacientes de entre 42 y 60 años por
períodos cortos para prevenir sus posibles efectos adversos(19).
Como puede observarse, las tendencias de prescripción
para el manejo del dolor de origen musculoesquelético son
variadas; sin embargo, prevalece el empleo de opiáceos poten-
tes solos o combinados. En nuestro medio no existen reportes
de las tendencias que siguen los proscriptores médicos que
laboran en hospitales traumatológicos u ortopédicos; por tal
razón, el Objetivo es identi car las tendencias de prescripción
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Este documento es elaborado por Medigraphic
de analgésicos empleados para el alivio del dolor en padeci-
mientos traumatológicos y ortopédicos.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo, longitudinal y prospectivo
en pacientes atendidos en dos hospitales institucionales, para
identi car las tendencias de prescripción de los pacientes in-
ternados para intervenirse quirúrgicamente por padecimientos
traumáticos u ortopédicos en el período comprendido entre
abril y noviembre de 2009.
Mediante un cálculo del tamaño de muestra se inclu-
yeron pacientes íntegros cognitivamente, que aceptaran
participar en una encuesta elaborada para este propósito,
la cual incluía las características demográ cas, la medi-
ción y registro de la intensidad del dolor mediante EVA
y EVERA, las características del dolor en tres tiempos:
preoperatorio, a las 24 y a las 72 h posteriores a la cirugía.
Se excluyeron pacientes menores de 15 y mayores de 80
años, y a los pacientes que no completaran el cuestionario
en lo tres tiempos mencionados.
Los resultados obtenidos se registraron en una hoja de
recolección de datos electrónica y se procesaron con el pa-
quete estadístico SPSS versión 15.0 para Windows; se efectuó
análisis descriptivo de los datos para observar el comporta-
miento entre los valores reportados de la EVA vs EVERA y
el valor promedio de EVA en sus tres tiempos, empleando el
estadístico de ANOVA.
RESULTADOS
Se estudiaron 418 pacientes operados por diversas patologías
en la Unidad Médica de Alta Especialidad «Dr. Victorio de
la Fuente Narváez» del IMSS en el Distrito Federal, de los
cuales 44.9% correspondieron al sexo masculino y 55.1% al
sexo femenino (Figura 1). El promedio de edad de la muestra
estudiada fue de 53.36 ± 18.32 años con un valor mínimo de
12 años y un máximo de 80.
Los analgésicos administrados prequirúrgicamente fue-
ron: el paracetamol en el 84.7% de los casos, ketorolaco en
el 37.2%, diclofenaco en el 20.5%, etofenamato en el 2.6%,
celecoxib en el 1.2%, naproxeno 1%, dextropropoxifeno 3.9%,
nalbu na en el 1.9%, buprenor na en el 1.2% y carbamaze-
pina como coadyuvante con 1.2% (Cuadro I).
Los analgésicos administrados en el postquirúrgico inme-
diato fueron: paracetamol en el 95.5%, ketorolaco en el 61.3%,
diclofenaco en el 19.8%, etofenamato en el 10.5%, celecoxib
en el 0.2% (n = 1), naproxeno 0.2%, dextropropoxifeno 2.9%,
nalbu na en el 2.9%, buprenor na en el 1.7% y carbamaze-
pina como coadyuvante con 0.7%.
Los analgésicos empleados en el postquirúrgico tardío
fueron el paracetamol en el 90.7% de los casos, ketorolaco
en el 60.4%, diclofenaco en el 22%, etofenamato en el 8.6%,
celecoxib en el 1.4%, naproxeno 0.2%, dextropropoxifeno
2.1%, nalbu na en el 2.1%, buprenor na en el 0.7% y car-
bamazepina como coadyuvante con 0.5%.
EL promedio de los valores de EVA al ingreso fue de: 5.33
± 2.33; en el postquirúrgico inmediato de 5.97 ± 2.04 y en el
postquirúrgico tardío de 5.4 ± 2.02 (Figura 2). Respecto a la
EVERA inicial el 24.4% re rió dolor leve, 40.4% moderado
y 35.2% severo. En el postquirúrgico: mediato 14.6% dolor
leve, 40.8% moderado y 44.4% severo. En el tardío: 20.3%
dolor leve, 47.0% moderado y 32.5% severo (Cuadro II).
Las principales comorbilidades observadas fueron: diabe-
tes mellitus, 20.6%; hipertensión arterial sistémica, 29.6%;
231
55.1%
Fem. Masc.
187
44.9%
Valores expresados en números enteros y porcentajes.
Masc = Masculinos, Fem = femeninos.
N = 418 pacientes.
Figura 1. Características de la población estudiada según
el género.
Cuadro I. Medicamentos administrados durante la estancia
hospitalaria.
Medicamentos PreqX PostqX PostqX
administrados (%) Inmed (%) Tard (%)
Paracetamol 84.7 95.5 90.7
Ketorolaco 37.2 61.3 60.4
Diclofenaco 20.5 19.8 22
Etofenamato 2.6 10.5 8.6
Celecoxib 1.2 0.2 1.4
Naproxeno 1 0.2 0.2
Dextropropoxifeno 3.9 2.9 2.1
Nalbu na 1.9 2.9 2.1
Buprenor na 1.2 1.7 0.7
Los valores se expresan en porcentajes en tres momentos
PreqX = Prequirúrgico, PostqX Inmed = Postquirúrgico inmediato,
PostqX Tard=Postquirúrgico tardío.
N = 418 pacientes.
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obesidad, 14.1%; artritis reumatoide, 4.5%, cáncer, 0.7%; en
forma aislada (40.19%) o combinadas (18.89%).
Las patologías que originaron el tratamiento quirúrgico
fueron: gonartrosis grado IV, 17.43%; discopatías y radi-
culopatías, 14.11%; coxartrosis, 13.63%; meniscopatías,
10.04%; fracturas de cadera, 8.13%; lesión del manguito
rotador, 7.89%; fracturas de húmero, decúbito y radio 7.41%;
seudoartrosis, 6.93%; fracturas lumbares, 5.26%; lesión del
ligamento cruzado anterior, 3.82%; deformidades óseas,
2.87% y tumores, 2.39% (Figura 3).
Cuando se aplicó ANOVA para comparar los distintos
puntajes de EVERA (pre, postquirúrgico inmediato y tardío)
con los promedios de EVA en los mismos tiempos, sólo se
encontró signi cancia estadística entre EVERA 1 y EVA 2
(p = 0.05) post hoc HSD TUKEY entre la categoría leve vs
severo (p = 0.04); en el resto no se encontraron diferencias
estadísticamente signi cativas.
Se efectuó la comparación mediante ANOVA entre los
valores promedio de EVA en los tres momentos, encontrán-
6.0
5.0
5.6
5.2
5.8
4.8 a
EVA
b
Tiempos
c
5.4
EVA = Escala visual análoga.
La ordenada muestra los valores en escala visual análoga (EVA) y en
las abscisas los tres tiempos de evaluación a) al ingreso del paciente,
b) a las 14 h y c) a las 72 h del postoperatorio.
Figura 2. Intensidad del dolor en los tres momentos evaluados.
Cuadro II. Distribución de los valores de EVA y EVERA en los tres tiempos analizados.
EVERA* 1 EVERA* 2 EVERA* 3
Leve Moderado Severo Leve Moderado Severo Leve Moderado Severo
N = 418 X DE X DE X DE X DE X DE X DE X DE X DE X DE
EVA** 1 5.60 1.87 5.30 2.22 5.02 2.25 5.51 1.82 5.08 2.18 5.41 2.24 5.22 1.91 5.13 2.2 5.57 2.24
EVA** 2 6.39 1.74 5.94 2.08 5.72 2.14 6.10 1.73 5.76 2.11 6.15 2.05 5.85 1.84 5.84 2.12 6.26 2.01
EVA** 3 5.66 1.81 5.40 2.07 5.21 2.11 5.54 1.80 5.21 2.05 5.55 2.07 5.31 1.85 5.25 2.06 5.71 2.06
Abreviaturas: X = Promedio; DE = Desviación estándar
* EVERA = Escala verbal análoga (Prequirúrgica [1], postquirúrgica inmediata [2] y tardía [3]).
** EVA = Escala visual análoga (Prequirúrgica [1], postquirúrgica inmediata [2] y tardía [3]).
En la ordenada se expresan el tipo
de patología y la abscisa el número
de pacientes.
N= 418 pacientes.
Figura 3. Patologías quirúrgi-
cas de los pacientes.
010 5030 7020 6040 80
Lesión de ligamento cruzado anterior
Tumores óseos
Deformidades óseas
Fracturas lumbares
Fracturas del húmero, radio y cúbito
Fracturas de cadera
Coxartrosis
Pseudoartrosis
Lesión de manguito rotador
Meniscopatías
Discopatías y radiculopatías
Gonartrosis GIV
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dose diferencias estadísticamente signi cativas (p < 0.001)
post hoc HSD TUKEY entre prequirúrgico vs postquirúrgico
inmediato (p < 0.001) y entre postquirúrgico inmediato y
tardío (p < 0.001).
DISCUSIÓN
Se han ubicado a los Hospitales Traumatológicos y Ortopé-
dicos como sitios adonde acuden pacientes con dolor severo,
independientemente de la etiología de su padecimiento(2), lo
cual sugiere que en estos sitios existe un amplio consumo de
analgésicos potentes, pero esto no corresponde a la realidad
en la mayoría de los casos.
Actualmente se dispone en la mayor parte de sitios de una
gran cantidad de alternativas farmacológicas que incluyen:
analgésicos inhibidores de la ciclooxigenasa 1 (AINEs) o
COX1, inhibidores parcialmente selectivos de la ciclooxi-
genasa 2 o COX2, opiáceos débiles y potentes, y fármacos
adyuvantes de diversos tipos, así como de métodos cognitivos
conductuales, terapia física y tecnología electrónica para el
alivio e caz de estos pacientes(3-10).
De igual forma existen parámetros de práctica, guías
terapéuticas nacionales y extranjeras sugeridas por grupos
de consenso, que indican la metodología para un manejo
e caz. Por otra parte, se ha mejorado la reglamentación para
el empleo de diversos fármacos analgésicos; sin embargo, en
pocos casos es considerado como prioritario(19-24).
En este sentido, los resultados obtenidos muestran que la
mayoría de los pacientes presentaron una pobre disminución
del dolor en las evaluaciones de los tres momentos, ya que
los valores obtenidos presentaron una escasa reducción; a este
respecto llama la atención lo discordante entre las mediciones
de la EVA y la EVERA, lo que sugiere que el método para
medir el dolor fue inadecuado o que la EVERA es mejor
instrumento para medir el dolor en este tipo de pacientes.
Otra razón que podría explicar esta tendencia es que los
analgésicos no se seleccionaron de acuerdo a la intensidad y
características del dolor, ya que se ha reportado que depen-
diendo del tipo de patología y magnitud del procedimiento
quirúrgico el dolor puede ser más intenso, lo cual obliga al
empleo de fármacos con mayor potencia analgésica(2,15,22-24).
Por otra parte, en la presente muestra se observa que los
fármacos más prescritos son los analgésicos no opiáceos
(AINE) y de éstos, el paracetamol a dosis bajas, lo cual
podría explicar la pequeña disminución en la intensidad
del dolor observada y por otra parte el reducido empleo
de analgésicos opiáceos, coincidiendo con los reportes que
describen la tendencia de los médicos latinoamericanos a
la opiofobia, pobre capacitación, desinformación de los
recursos disponibles, dé cit en la identi cación, diagnós-
tico del dolor y un e caz manejo de los analgésicos en el
equipo sanitario(22-25).
Información relevante señala que existe una tendencia a
desatender las recomendaciones respecto a la posología y
características farmacológicas de cada agente analgésico en
particular, lo cual genera un manejo ine caz del dolor(21,22).
El bajo consumo de opiáceos observado en esta muestra
puede estar relacionado con la escasa disponibilidad y accesi-
bilidad de analgésicos diversos, ya que ambos factores, según
diversos autores y los parámetros de práctica para el manejo
del dolor en México, in uyen en el bajo consumo de analgé-
sicos potentes, lo cual sugiere que en todo sitio en donde se
atienden pacientes con dolor severo es recomendable contar
con los recursos necesarios disponibles para el alivio e caz
de los síndromes dolorosos(22,23).
La mayor parte de guías terapéuticas sugieren que todo
plan de manejo analgésico deberá tomar en cuenta, además
de lo mencionado: edad, estado físico y comorbilidades de los
pacientes ya que a estas últimas se ha atribuido el incremento
en la incidencia y prevalencia de efectos adversos, por lo que
el individualizar la prescripción permite una analgesia e caz
además de disminuir considerablemente las complicaciones
y los efectos adversos(23-25).
Finalmente, la evidencia señala que el promedio del dolor
de los pacientes traumatológicos u ortopédicos es alto y que
su alivio requiere de el empleo racional de esquemas terapéu-
ticos protocolizados que garanticen que este tipo de pacientes
tenga una analgesia segura y e caz, lo cual, sin duda, abatirá
los costos de atención, mejorará los tiempos y calidad de la
rehabilitación, así como la percepción del paciente de que
es atendido con calidad y calidez, evitándole sufrimiento
innecesario.
CONCLUSIONES
Por la naturaleza del presente estudio, las conclusiones ob-
tenidas no pueden considerase categóricas; sin embargo, los
resultados muestran que:
1. Existe una discordancia entre los valores reportados en
la EVA y la EVERA. Al parecer, esta última fue mejor
comprendida.
2. En los hospitales explorados existen claras tendencias al
empleo de analgésicos no opiáceos (AINE), lo cual se
relaciona al tipo de cuadro básico disponible.
3. El empleo de opiáceos fue prácticamente inexistente.
4. Finalmente, los resultados sugieren que la estimación y
control del dolor en estos hospitales es incompleta, por lo
que se requiere: mayor apego a protocolos de manejo y a
los parámetros de práctica existentes, mejorar la educación
en materia del dolor del personal sanitario y mayor dispo-
nibilidad de analgésicos opiáceos y no opiáceos su cientes,
con lo cual, sin duda, se mejorará el control de los dolores
de este tipo de pacientes.
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REFERENCIAS
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Article
Full-text available
Hip fracture patients experience high pain levels during postoperative rehabilitation. The role of surgical technique on postoperative pain has not been evaluated previously. One hundred and seventeen hip fracture patients were included in a descriptive prospective study. All patients received continuous epidural analgesia and were treated according to a standardized perioperative rehabilitation programme. Resting pain, pain on hip flexion, and walking were measured during daily physiotherapy sessions on a verbal five-point rating scale during the first four postoperative days. Patients were stratified into four groups according to surgical procedure: screws or pins, arthroplasty, dynamic hip screw (DHS), and intra-medullary hip screw (IMHS). Cumulated pain levels were significantly different between surgical procedures both for hip flexion (P=0.002) and for walking (P=0.02) with highest dynamic pain levels for patients who had either DHSs or IMHSs compared with arthroplasty or parallel implants. There were significant negative correlations between ambulatory capacity assessed by the cumulated ambulation score and both the dynamic cumulated pain scores on hip flexion (r=-0.43, P<0.001) and walking (r=-0.36, P=0.004). Postoperative pain levels after surgery for hip fracture are dependent on the surgical procedure, which should be taken into account in future studies of analgesia and rehabilitation.
Article
Full-text available
The pain of major trauma patients remains often unrelieved while in the emergency department. Our objective was to examine pain management in several trauma units, and to evaluate the impact of implementation of a trauma pain management protocol. Current status was evaluated from questionnaires filled by trauma unit personnel of nine medical centers. In one, a pain management protocol was introduced. Staff and patients evaluated pain management before and after the protocol was instituted. About 80% of staff respondents from various centers were not aware of guidelines for pain management in trauma. The belief that pain assists diagnosis was the main reason (78.6%) for withholding analgesia. Large variability existed on what contraindicates analgesia, with the majority withholding analgesia in abdominal and multiple injuries. When administered, analgesia was delayed, and most commonly intramuscular meperidine was given. After the protocol's implementation, the personnel's awareness of analgesia increased, and consequently it was administered earlier and to more patients, mostly as intravenous morphine. Patients appreciated the timely analgesia (38% after vs. 14% before, p = 0.01), with fewer receiving none. Analgesia was considered beneficial by more patients (70% after vs. 23% before, p < 0.001), and enhanced cooperativity with personnel (p < 0.001). This was reflected in increased overall satisfaction with pain relief during the entire hospitalization. The importance of pain management protocols in major trauma was demonstrated by the response of personnel and patients.
Article
Postoperative pain requires treatment not only to provide comfort to patients but also to improve postoperative outcome. Anti-inflammatory compounds are an important component of multimodal analgesia in the postoperative period. The newer cyclooxygenase (COX)-2 inhibitors are as effective as classical nonsteroidal anti-inflammatory drugs (NSAIDs) in this setting. However, COX-2 inhibitors offer a number of advantages over NSAIDs when used to treat postoperative pain. These include a reduced incidence of gastrointestinal ulceration and no inhibitory effect on platelet function and thereby a reduced risk of blood loss. Other benefits are less impairment of bone healing and no induction of bronchospasm in patients with aspirin-sensitive asthma. Increased cardiovascular thromboembolic events by COX-2 inhibitors have been reported after coronary artery bypass graft surgery only, but in general, surgery studies the incidence of such complications was comparable to placebo. Overall, COX-2 inhibitors offer a number of advantages over classical NSAIDs in the postoperative pain setting, but require the same caution with regard to renal effects.
Article
Randomized control trial (RCT) for L2 spinal nerve infiltration (L2 block) in clinical cases. To confirm or refute the effect of L2 block using RCT, and to study the pathway of low back pain (LBP) and radicular pain in clinical cases. It has been reported in animal experiments that one of the main pathways of pain originating from the lumbar spine is the sympathetic trunk through the L2 spinal nerve rootvia sympathetic afferents. To evaluate the effectiveness of L2 block, patients who had LBP and were treated with nonsteroidal anti-inflammatory drugs for at least 2 weeks were then randomized to the L2 block or control block groups. The intensities of LBP and radicular pain were measured using visual analog scale and face scale before and at 5 minutes and 7 days after the injection. These values were compared, and the effects of the injections on the pain pathway were studied. The average visual analog scale scores for LBP before and at 5 minutes and 7 days after the injection were 69, 14, and 44 mm in the L2 block group and 68, 62, and 59 mm in the control block group, respectively. After L2 block, 28 patients reported adequate therapeutic effect at 10 weeks, and the effect lasted for more than 24 weeks in 10 of these patients. After control block, 9 patients reported adequate therapeutic effect at 10 and 24 weeks. The LBP and radicular pain pathways were likely interrupted by L2 block. An L2 block is useful in reducing LBP due to the disorders of L2 spinal nerve-innervated structures, such as the disc, facet joint, and sacroiliac joint. However, the therapeutic value of an L2 block may be occasionally insufficient to alleviate pain completely because of the short duration of its' effect.
Article
This study tested the hypothesis that very young children who received more morphine for acute burns would have larger decreases in posttraumatic symptoms 3 to 6 months later. This has never before been studied in very young children, despite the high frequency of burns and trauma in this age group. Seventy 12- to 48-month-old nonvented children with acute burns admitted to a major pediatric burn center and their parents participated. Parents were interviewed at three time points: during their child's hospitalization, 1 month, and 3 to 6 months after discharge. Measures included the Child Stress Disorders Checklist - Burn Version (CSDC-B). Chart reviews were conducted to obtain children's morphine dosages during hospitalization. Mean equivalency dosages of morphine (mg/kg/d) were calculated to combine oral and intravenous administrations. Eleven participants had complete 3 to 6-month data on the CSDC. The correlation between average morphine dose and amount of decrease in posttraumatic stress disorder symptoms on the CSDC (r = -0.32) was similar to that found in studies with older children. The correlation between morphine dose and amount of decrease in symptoms on the arousal cluster of the CSDC was significant (r = -0.63, P < .05). Findings from the current study suggest that, for young children, management of pain with higher doses of morphine may be associated with a decreasing number of posttraumatic stress disorder symptoms, especially those of arousal, in the months after major trauma. This extends, with very young children, the previous findings with 6- to 16-year olds.
Article
We report a randomized, double-blinded comparative study assessing the efficacy of local anesthetic with N-saline intradermal blocks around the knee to reduce pain and improve patient satisfaction while waiting for a total knee joint replacement. Patients were offered involvement in this study while on the hospital waiting list for a knee replacement. Eligible patients, after completing a prestudy assessment, received an average of 6.3 (range: 1 to 10) intradermal injections of 0.5 mL either saline or 1% lignocaine injections into tender points around the knee. Patients were assessed at 2 hours and 1 week after the injections. Pain was assessed using 0 to 100 visual analog pain scale. Global perceived effect (satisfaction) was measured on a 7-point Likert scale. Thirty-two of 34 patients attended at 1-week assessment, 24 (75%) felt that they were improved, and 8 (25%) considered they were unchanged or worse. In both the saline and lignocaine groups, 12 of 16 patients felt that they had improved. N-saline proved as effective as lignocaine in reducing knee pain when injected intradermally. Seventy-five percent of patients were improved at 1 week.
Article
A retrospective study of postoperative pain management with intrathecal morphine. Identify the dosing regimen of intrathecal morphine that safely and effectively provides postoperative analgesia with minimal complications in patients with idiopathic scoliosis undergoing posterior spinal fusion (PSF) and segmental spinal instrumentation (SSI). Postoperative pain after surgery for idiopathic scoliosis is a concern. Intrathecal morphine has been used to decrease pain. However, the most appropriate dose has not been determined. We retrospectively analyzed 407 consecutive patients with idiopathic scoliosis who underwent PSF and SSI at our institution from 1992 through 2006. Patients were divided into 3 groups based on the intrathecal morphine dose: no dose (n = 68); moderate dose of 9 to 19 microg/kg, mean 14 microg/kg (n = 293); and high dose of 20 microg/kg or greater, mean 24 microg/kg (n = 46). Data included demographics, Wong-Baker visual analog scale postoperative pain scores, postoperative intravenous morphine requirements, time to first rescue dose of intravenous morphine, and postoperative complications of pruritus, nausea/vomiting, respiratory depression, and pediatric intensive care unit (PICU) admission. The demographics of the 3 study groups showed no statistical differences. The mean Wong-Baker visual analog scale pain score in the post anesthesia care unit was 5.2, 0.5, and 0.2, and the mean time to first morphine rescue was 6.6, 16.7, and 22.9 hours, respectively. In the first 48 postoperative hours, respiratory depression occurred in 1 (1.5%), 8 (2.7%), and 7 (15.2%) patients, whereas PICU admission occurred in 0 (0%), 6 (2%), and 8 (17.4%) patients, respectively. The majority of PICU admissions were the result of respiratory depression. Frequency of pruritus and nausea/vomiting was similar in all 3 groups. Intrathecal morphine in the moderate dose range of 9 to 19 microg/kg (mean 14 microg/kg), provides safe and effective postoperative analgesia in the immediate postoperative period for patients with idiopathic scoliosis undergoing PSF and SSI. Higher doses did not result in significantly better analgesia and had a greater frequency of respiratory depression requiring PICU admission.
Article
Continuous spinal anesthesia is frequently used for intraoperative anesthesia but rarely for postoperative pain management. Because even small doses of local anesthetics can be associated with motor deficits, subarachnoid opioid injection may be an alternative. Eighty patients randomly received a subarachnoid injection of 10 microg sufentanil, 5 mg bupivacaine, 2.5 microg sufentanil plus 2.5 mg bupivacaine, or saline through 28-gauge spinal microcatheters for early postoperative pain relief after major lower-limb surgery (n = 20 in each group). Hemodynamic and respiratory parameters, pain scores, and motor function were monitored, and sufentanil concentrations in plasma and cerebrospinal fluid were measured. Ten additional patients received up to three repetitive injections of 10 microg sufentanil over 24 h. All drugs provided excellent pain relief within 15 min after injection, lasting 128 +/- 61 min with sufentanil, 146 +/- 74 min with bupivacaine, and 167 +/- 78 min with the mixture. Patients receiving bupivacaine showed the highest cephalad extension of sensory block (median, T6) and the most intense motor block, whereas patients given only sufentanil had no motor deficit. The duration of analgesia was shorter after subsequent sufentanil injection (100-115 min) than after the first injection (198 +/- 70 min). Six of 50 patients with sufentanil experienced a short episode of respiratory depression within 30 min after the first injection. Cerebrospinal fluid concentrations of sufentanil peaked at 5 min after injection (183 +/- 167 ng/ml) but were at the level of detection in the plasma. Sufentanil injected through microspinal catheters provided profound pain relief without impairing motor function when compared with bupivacaine. However, close monitoring remains mandatory in this setting.
Article
The inadequacy of perioperative management causes a severe adverse outcome, a prolonged time of hospitalization and unnecessary suffering. Therefore, it is important to provide an effective management approach to the patient with perioperative pain. A task force with experience in this field systematically develops practice guidelines and the primary goal is to facilitate, to health care professionals, decision-making regarding pain relief. The well-known concept of "administer as needed" is inaccurate and must be eliminated from hospital's management protocols in order to facilitate the staff education to decrease the painful experience. A method to evaluate and document pain in an objective and periodic way shall be implemented. Also, analgesic therapy shall be individualized and chosen regarding pain intensity in every surgical procedure. The treatment options include the use of non-opiate and opiate drugs, regional analgesia and nonpharmacological techniques. The best analgesic will be the one that shall provide the highest relief of pain with the fewest side effects. In the pediatric and obstetric populations, special considerations for the ambulatory patient must be taken. Finally, these practice guidelines could be the reference for future practice guidelines on pain management in Mexico.