Content uploaded by Rafael Aleixandre-Benavent
Author content
All content in this area was uploaded by Rafael Aleixandre-Benavent on Mar 15, 2016
Content may be subject to copyright.
170
Aleixandre Benavent R, Amador Iscla A
Papeles Médicos 2001;10(4):170-176
ARTÍCULO ESPECIAL Papeles Médicos 2001;10(4):170-176
Problemas del lenguaje médico actual. (II) Abreviaciones
y epónimos
R. Aleixandre Benavent*, A. Amador Iscla**
*Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación López Piñero (Universitat de València-CSIC),
**Direcció General de Salut Pública. Conselleria de Sanitat i Consum. Generalitat Valenciana
Correspondencia
Rafael Aleixandre Benavent
Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación López Piñero
Facultad de Medicina de Valencia
Avda. Blasco Ibáñez, 17
46010 Valencia
E-mail: rafael.aleixandre@uv.es
Introducción
El uso de abreviaciones se ha introducido prácticamente
en todos los campos científicos, utilizándose normalmente como
recurso para ganar tiempo y ahorrar espacio. En ciencias de la
salud son muy frecuentes, sobre todo en algunas áreas como la
endocrinología, la inmunología o la virología1, donde suelen ser
bien aceptados porque ahorran la escritura y el discurso de
técnicas, enfermedades y organismos compuestos por términos
muy largos2 (por ejemplo, la técnica del radioinmunoanálisis,
que se conoce con las siglas ELISA, formadas del inglés enzyme
linked immunosorbent assay)3.
En líneas generales se define la abreviación como la
reducción de una palabra o de un sintagma mediante la supre-
sión de algunas de sus letras4. Aunque existen diferentes defini-
ciones que no siempre coinciden, las abreviaciones pueden
clasificarse en abreviaturas, siglas y acrónimos. Algunos auto-
res también consideran los símbolos como un tipo de abrevia-
ción aunque, como se verá más adelante, muchos símbolos no
procedan de la reducción de palabras (como, por ejemplo, los
de las divisas del dólar y del euro). Desde el punto de vista del
lenguaje oral otra abreviación que debe considerarse es el abre-
viamiento, que consiste en la reducción del cuerpo fónico de
una palabra como, por ejemplo, decir poli de cardio por
policlínica de cardiología o cine por cinematógrafo5.
Abreviaturas
Las abreviaturas son la representación de una palabra
con alguna de sus letras, la primera de las cuales ha de ser la
inicial. Cada palabra abreviada termina con un punto situado en
la posición de una vocal. Por ejemplo, Serv. Neurol. es la
abreviatura de Servicio de Neurología, Pap. Med. lo es de
Papeles Médicos y etc. de etcétera (del latín et, y cetera,
plural de ceterum, lo demás, lo que falta, expresión latina que
se emplea para sustituir el resto de una exposición o enumera-
ción que se sobreentiende o que no interesa expresar)4.
La tendencia a la utilización de abreviaturas no es ac-
tual, sino que ya estaba presente en los textos griegos y roma-
nos. Su uso se generalizó en la Edad Media hasta tal punto que
hubo que regularizarlas e incluso prohibirlas6.
La abreviatura es una codificación de la escritura que
debe ser descifrada en el lenguaje oral. Por lo tanto, cuando se
pronuncian, debe utilizarse la denominación completa y no la
abreviada y no es correcto leer, por ejemplo, de erre por Dr.
sino doctor o etecé por etc. sino etcétera. Con respecto a esta
última abreviatura, debe advertirse que no debe utilizarse cuan-
do es un sustantivo; por lo tanto, diremos y un etcétera de
cosas. Además, en los textos científicos, no es correcto repetir
el etc. dos o tres veces (etc., etc., etc.) para dar mayor énfasis
al discurso, si bien podría admitirse en una exposición oral.
Actualmente se suelen utilizar las revistas en su forma
abreviada, sobre todo en las referencias bibliográficas, de acuerdo
con unas normas de abreviación. El organismo internacional
encargado de asignar estas abreviaturas es el International Se-
rial Data System (ISDS), red internacional con sede en París
responsable de la asignación, registro y control del International
Standard Serial Number (ISSN), así como de la creación y
mantenimiento de un registro de publicaciones periódicas mun-
diales. Una de sus publicaciones, el International List of
Periodicals Title Word Abreviations contiene los términos pro-
cesados por el ISDS y sus abreviaturas. La lista incluye palabras
en más de 50 idiomas y se abrevian de acuerdo con la norma
ISO 4, de la que el ISDS es responsable. En la actualidad exis-
ten más de 42.000 palabras con sus abreviaturas7,8. En la Ta-
bla 1 se presenta una lista de las abreviaturas bibliográficas
más usuales. Como todas las abreviaturas, se escriben en re-
dondo y con espacio intermedio si son compuestas.
Siglas y acrónimos
Las siglas corresponden a la representación de una pala-
bra o conjunto de palabras mediante la letra inicial de cada
una de ellas como, por ejemplo, VIH (virus de inmunodeficiencia
humana), FIP (fichero índice de pacientes) y SAS (Servicio
Andaluz de Salud). Los acrónimos no son siglas, sino palabras
formadas al descomponerse otras palabras, sean o no iniciales
como, por ejemplo, radar (procedente de radio detection and
171
Problemas del lenguaje médico actual. (II) Abreviaciones y epónimos
Papeles Médicos 2001;10(4):170-176
ranging); ofimática (formada a partir de oficina e informá-
tica); Insalud (Instituto Nacional de la Salud)1,5; picornavirus,
que consta de la raíz de origen griego pico (pequeño), las
siglas en inglés del ácido ribonucleico (RNA) y la palabra de
procedencia latina virus; bit (binary digit); módem (proce-
dente de los términos modulator demodulator). Para algunos
autores el concepto de acrónimo se corresponde con el de
sigla impropia.
En documentación científica se crean continuamente si-
glas y acrónimos, muchas de ellas reconocidas internacio-
nalmente como ISBN (International Standard Book Number) e
ISBD (International Standard Bibliographic Description). Algu-
nos ejemplos en español son NIPO (Número de identificación
de las publicaciones oficiales) y CDU (Clasificación Decimal
Universal). Actualmente, la mayor parte de las bases de datos
documentales se denominan mediante siglas y acrónimos. Por
ejemplo, IME (Índice Médico Español), MEDLINE (MEDLARS
online), EMBASE (Excerpta Medica BASE), SEDBASE (Side
effects of Drugs BASE), ISA (Information Science Abstracts),
etc.
La construcción y escritura de las siglas y acrónimos está
sujeta a unas normas2,9-11:
1. Las siglas deben escribirse con mayúsculas, en redon-
do y sin puntos ni espacios entre las letras. Por ejem-
plo: ADN, BOCI, BOE y GRD. Sin embargo, en algunas
siglas se admiten elementos en minúscula, como mRNA
(ácido ribonucléico mensajero).
2. Las siglas como tales carecen de plural; lo que sí que
va en plural es, en su caso, el artículo que las precede;
por lo tanto, nunca formarán plural añadiéndoles una s
minúscula al final. Diremos, pues, los ISBN de los
libros, los GRD del hospital, pero es incorrecto los
GRDs, y más aún, como se ha visto, los GRDs (Ta-
bla 2).
3. Las siglas de dos letras pueden formar el plural repi-
tiendo las letras, preferiblemente sin espacio interme-
dio. Por ejemplo: CCEE (consultas externas), HHCC
(historias clínicas).
4. No es conveniente utilizar siglas en los títulos y en los
resúmenes y la primera vez que se mencione una sigla
en un texto deberá transcribirse el nombre completo,
seguido de las siglas correspondientes entre parénte-
sis. Por ejemplo: La International Federation of Library
Association (IFLA) agrupa a bibliotecarios de todo el
mundo. Se recomienda evitar el uso de siglas si la voz
no se repite más de tres veces.
5. Siempre que exista, deberá emplearse la forma
castellanizada de la sigla. Por ejemplo: ONU, CIE y
OMS, en lugar de UNO, ICD y WHO.
6. Deben conservar el género que les corresponda en cas-
tellano, que suele ser el de la primera palabra significa-
tiva. Por ejemplo: el ISBN, la CIE-9-MC. Si la sigla
está en inglés, se aplica el género de la palabra que
funciona como núcleo en la traducción castellana; por
ejemplo, la AAAS (American Association for
Advancement of the Science) presentó su informe
anual.
8. Algunas siglas tienden a su lexicalización, es decir, a
mantener con mayúscula la letra inicial dejando en mi-
núscula todas las demás. Por ejemplo: Unesco, Unicef.
9. Cuando el uso de una sigla se hace habitual suele olvi-
darse el origen de la expresión y a considerarse como
Tabla 1. Abreviaturas bibliográficas más usuales9
Abreviatura Significado
art. cit artículo citado
cap., caps. capítulo, capítulos
cf., cfr. compárese (del latín confer); es preferible usar
la abreviatura v. (véase)
col., cols. colaborador, colaboradores, colección
comp., comps. compilador, compiladores
dir. director, dirigido por
ed., eds. editor, editores, edición
et al. et alii; es preferible el uso de y otros
o de y cols.
etc. etcétera
fasc. fascículo
fig. figura
ibíd. ibídem (en el mismo lugar)
íd. ídem (el mismo autor)
il., ils. ilustración, ilustraciones
intr., introd. introducción
lám., láms. lámina, láminas
loc. cit. loco citato (en el lugar citado)
(N. del E.), nota del editor,
(N. del R.), nota de la redacción,
(N. del T.) nota del traductor
núm., núms. número, números
ob. cit. obra citada
op. cit. opere citato (en la obra citada)
p., pp. página, páginas
p. ej. por ejemplo
pág., págs. página, páginas
pról. prólogo
s. a. sin año de edición
s. f. sin fecha de edición
s. d. sine data (sin datos)
s. l. sin lugar de edición
supl. suplemento
t. tomo, tomos
trad., trads. traductor, traductores
trad. cast. traducción castellana
v. véase
vid. vide (véase); es preferible usar
la abreviatura v. (véase)
vol., vols. volumen, volúmenes
172
Aleixandre Benavent R, Amador Iscla A
Papeles Médicos 2001;10(4):170-176
un nombre común más, sujeta a las normas gramatica-
les que rigen el uso de sustantivos y por lo tanto se
escriben en minúscula. Por ejemplo, diu (dispositivo
intrauterino), sida, láser (light amplification by
stimulated emission of radiation).
10. En la lectura de las siglas debería seguirse el mismo
criterio que el apuntado antes con las abreviaturas, es
decir, descifrarlas en la comunicación oral (SNC se lee
sistema nervioso central). Sin embargo, no suelen
leerse las palabras abreviadas sino la sigla en sí misma
como, por ejemplo, INE (Instituto Nacional de Estadís-
tica), que se lee ine. En caso de que la sigla sea
Tabla 2. Diversas formas incorrectas de abreviar los grupos
relacionados con el diagnóstico (GRD)
G.R.D.
G.R.D.s
G.R.D.s
G.R.D.,s
GRDs
GRDs
GRD,s
g.r.d.
grd
resistente a la lectura directa por ser consonántica, se
deletrea (CMBD se lee ce eme be de) e incluso se dan
casos mixtos de lectura y deletreo en unas mismas
siglas, como ocurre con la modificación clínica de la
9ª edición de la Clasificación Internacional de Enfer-
medades (CIE-9-MC), en cuyo caso diremos CIE-9 eme
ce.
11. Algunas siglas pueden ser alfanuméricas, combinando
letras y números. Por ejemplo, 5-HT (hidroxitriptamina)
y 99MTC-MIBI (metoxi-isobutil-isonitrilo-tecnecio-
99M).
Problemas que conlleva el uso de abreviaciones
Problemas de comprensión y falsas interpretaciones
El uso de abreviaciones constituye uno de los principales
abusos que se producen en el lenguaje médico y es el propio
profesional quien sufre las consecuencias. La mayor parte de
ellas no se establecen por convención de la comunidad interna-
cional ni están amparadas por los comités de normalización12,
sino que son de tipo personal y dependen del ingenio o capricho
de grupos concretos.
Por otra parte, las siglas y acrónimos no son términos
descriptivos, pues carecen de derivación etimológica, y su uso
general ha hecho olvidar muchas veces el significado original
de los vocablos de los que provienen1 (pocos recuerdan hoy en
día que láser proviene de abreviar light amplification by
Tabla 3. Ejemplos de siglas polisémicas
Sigla Significado Especialidad
PCR Proteina C reactiva Reumatología
Polymerase chain reaction (reacción en cadena de la polimerasa) Microbiología
Parada cardiorrespiratoria Anestesiología
Protein catabolic rate (ritmo del catabolismo proteico) Endocrinología
RCP Reacción en cadena de la polimerasa Microbiología
Reanimación cardiopulmonar Anestesiología
Reflejo cutáneo-plantar Neurología
Responsabilidad civil profesional Derecho sanitario
Random chemistry profile (perfil químico aleatorio) Bioquímica
Riboflavine carrier protein (proteina portadora de riboflavina) Endocrinología
EM Esclerosis múltiple Neurología
Estenosis mitral Cardiología
Estancia media Documentación, gestión sanitaria
Electromiograma Reumatología, rehabilitación
Ejection murmur (murmullo eyector) Fisiología
Electron microscope Anatomía patológica
Electron microscopy Anatomía patológica
Electrophoretic mobility Bioquímica
Emergency medicine Medicina de urgencias
Erythema multiforme Dermatología
Erythrocyte mass Hematología
External monitor Informática
Electronic mail Informática
Expanded memory Informática
173
Problemas del lenguaje médico actual. (II) Abreviaciones y epónimos
Papeles Médicos 2001;10(4):170-176
stimulated emission of radiation, o que picornavirus consta
de tres elementos: una raíz de origen griego (pico, pequeño),
las siglas en inglés del ácido ribonucleico (RNA) y la palabra de
procedencia latina virus1).
Los problemas de comprensión se producen, sobre todo12-
13, con los informes y los diagnósticos de las historias clínicas,
así como en los volantes de interconsulta entre médicos14-17. En
estos documentos abundan las contracciones de palabras y las
abreviaturas irregulares, como tbc (tuberculosis), ag
(antígeno), Ig (inmunoglobulina), RX (radiografía), etc. Este
hecho es especialmente grave pues puede complicar la ya com-
pleja actividad del médico de atención primaria, especialmente
en el medio rural, donde los médicos no están acostumbrados a
la jerga hospitalaria que suelen imponer estas abreviaciones13.
En los informes de alta es frecuente el uso de las llamadas
abreviaturas piadosas, que se utilizan para evitar términos
considerados socialmente dolorosos, incurables o vergonzosos,
como el cáncer, la tuberculosis o el sida. Su uso puede confun-
dir a otros profesionales que no estén habituados a las siglas y,
además, se vulnera el derecho del paciente a conocer su enfer-
medad18.
Siglas con varios significados diferentes
(siglas polisémicas)
Otro problema que conlleva el uso de abreviaciones, so-
bre todo de siglas y acrónimos, y que puede producir falsas
interpretaciones es la existencia de muchas abreviaciones igua-
les con diferentes significados, por lo que en cada caso habrá
que elegir el significado que pueda corresponder al texto que
estamos leyendo. En el Diccionario de acrónimos con símbo-
los y abreviaturas para las ciencias de la salud de Illera Mar-
tín19 se muestran numerosas abreviaciones polisémicas. Por
ejemplo, la abreviación A y la a tienen siete significados
cada una, la BA tiene once, la BB tiene nueve y la C
tiene veintisiete6. Por este motivo, unas mismas siglas pueden
interpretarse de diferente forma por diferentes médicos. Así,
GEA podría interpretarse como gastroenteritis aguda,
glomerulonefritis extramembranosa aguda, genitales exter-
nos del adulto, etc20-22. De la misma manera, EM podría
significar estenosis mitral para el cardiólogo, esclerosis múlti-
ple para el neurólogo, estancia media para el documentalista
clínico, electromiografía para el rehabilitador, etc., y HPB
podría ser tanto una hipertorfia prostática benigna como una
hepatitis persistente tipo B2. Las posibilidades aumentan enor-
memente si se considera más de un idioma en su interpreta-
ción6 y, por ejemplo, IC puede referirse a 15 conceptos distin-
tos (insuficiencia cardíaca, insuficiencia coronaria, claudicación
intermitente, calorimetría indirecta, concentración inhibitoria,
comité internacional, etc.
Falta de unanimidad
La falta de un criterio uniforme y universal en la adopción
de las siglas hace que una misma enfermedad pueda ser desig-
nada por siglas diferentes, de acuerdo con las modas y tenden-
cias como, por ejemplo BC, BCO, BOCI, BNCO, BCNO, EPOC,
OCFA, OFCA, LCFA, que se utilizan todas para denominar a la
bronquitis crónica14.
Siglas particulares e inventadas
La confusión que acompaña al intento de interpretación de
las abreviaciones se acentúa cuando éstas se combinan con
números (arábigos o romanos), guiones y signos matemáticos
como, por ejemplo, escribir ACxFA para designar la arritmia
completa por fibrilación auricular, o M+Am para referirse a
miopía acompañada de astigmatismo. Algunas expresiones son
muy complejas y difíciles de interpretar, como L-X-V (lunes-
miércoles-viernes), D-C-C (desayuno-comida-cena), acudirá a
CCEE-MI (acudirá a consultas externas de medicina interna),
AINES contraindicados, Haloperidol X-X-X (10 gotas en el de-
sayuno, 10 en la comida y 10 en la cena), x3 (tres veces al
día), x2d (durante dos días). También resulta curioso el resu-
men de la historia clínica obstétrica expresado en los siguientes
términos: G3 P2 A1 C0 , que quiere decir que la paciente ha
tenido 3 gestaciones, 2 partos, 1 aborto y ninguna cesárea14.
Problemas derivativos
Al lexicalizarse, la formación de adjetivos y otros derivados
resulta conflictiva (el paciente que padece el sida, ¿es un sídico
o un sidoso?). De la formación de adjetivos médicos se ha ocu-
pado Tapia Granados23-24, que indica que el adjetivo más lógico
para referirse a perteneciente o relativo al sida es sídico, ya
que el sufijo -ico es el más habitual en la formación de términos
cultos. Opina que sidoso tiene connotaciones peyorativas y
que sidal no es eufónico y no es frecuente en castellano como
sufijo de términos técnicos. En el mismo contexto, Navarro25
polemiza con el autor anterior y plantea que además de los
sufijos -oso, -al e -ico (sidoso, sidal o sídico), existen
otros muy utilizados, como -ario (embrionario), -ar (alveolar),
-eo (cutáneo) y -ano (bacteriano). Defiende la postura de
que sídico es lo perteneciente o relativo al sida, mientras que
sidoso se refiere al paciente afectado por sida.
En resumen, las abreviaciones ahorran espacio y, si se
emplean con discreción, simplifican las expresiones complejas
(es preferible fluoresceina a 3,6-dihidroxispiro(isobenzofuran-
1[3H],9-[9H]xanteno)-3-ona). Pero si se abusa de ellas o si se
emplean aquellas que tienen más de un significado producen
confusión y pueden volver ininteligible un texto. Recordemos
que son muy dinámicas ya que continuamente se crean nuevas
abreviaciones, dejan de utilizarse otras, cambian de significado
o se añaden nuevos significados a las ya existentes. Por lo tanto
deben usarse sólo las muy divulgadas y las ampliamente reco-
nocidas. Las demás deben rechazarse, pues posiblemente su
significado no llegue más allá de un grupo reducido de perso-
nas, o bien produzca confusión conceptual, ya que los destina-
tarios del mensaje no deben verse obligados a adivinar o desci-
frar el significado de unas siglas producto muchas veces de la
pereza mental tan proclive siempre a la simplificación26-31. Con
ello, además de mejorar la comunicación medicocientífica, evi-
taremos perder un tiempo precioso buscando su significado.
Existen diccionarios de siglas que pueden ser útiles en la com-
presión de textos médicos, así como listas de abreviaciones
cientificomédicas en algunos manuales de terminología médica
y de estilo. En la Tabla 4 se presentan las referencias bibliográ-
ficas de algunas de estas obras, así como dos recursos de inte-
rés disponibles en Internet.
174
Aleixandre Benavent R, Amador Iscla A
Papeles Médicos 2001;10(4):170-176
Símbolos
Los símbolos son la letra o conjunto de letras u otros sig-
nos que en la ciencia o la técnica representan convencional-
mente una palabra o sintagma. Están sujetos a las siguientes
normas sintácticas adoptadas por consenso: a) a diferencia de
las abreviaturas, se escriben siempre sin punto final abreviativo
(por ejemplo, el símbolo del gramo es g y no g.); b) no
tienen plural (es incorrecto escribir 25 gs (veinticinco gra-
mos); c) se escriben siempre en redondo, incluso si el texto
está en cursiva, y en mayúscula o minúscula, según esté esta-
blecido, aunque el texto esté todo en mayúscula; d) el símbolo
se sitúa a continuación de su valor (expresado en números
arábigos) y separado por un espacio (por ejemplo, 5 g, 35 ml),
excepto el grado, el minuto y el segundo angulares (por ejem-
plo, 3º2545), el porcentaje (por ejemplo, 25%) y los grados
Celsius (por ejemplo, 23,5ºC).
En ciencias de la salud se utilizan muchos símbolos de
forma incorrecta, fenómeno descrito, entre otros, por Suñé
Arbussà en varios artículos publicados en la prensa médica32-34.
En la Tabla 5 se presentan algunos ejemplos de símbolos que se
utilizan de forma incorrecta.
Tabla 4. Diccionarios de abreviaciones
Illera Martín,M. Diccionario de acrónimos con símbolos y abreviaturas para las ciencias de la salud. Madrid: Fundación Wellcome España; 1994.
Jablonski S. Dictionary of Medical Acronyms and Abbreviations. 2ª ed. Filadelfia: Hanley and Belfus; 1993.
Mestres Serra J, Guillén Sánchez J. Diccionari dAbreviacions. Barcelona: Ed. Enciclopedia Catalana; 1992.
Mitchell-Hatton SL. The Davis book of medical abbreviations: A deciphering guide. Filadelfia: Davis; 1991.
Stedmans abbreviations, acronyms and symbols. Baltimore: Williams and Wilkins; 1992.
Dos recursos de interés disponibles en Internet son:
WorldWideWeb Acronym and Abbreviation Server (http://www.ucc.ie/info/net/acronyms/index.html)
Biomedical Journal Title Search (http://bones.med.ohio-state.edu/abrv/). Este servicio es un asistente para convertir el título de una revista
en la abreviatura correspondiente o la abreviatura en el título completo. Incluye más de 8.000 revistas médicas, de las cuales también
informa del ISSN, país de edición, primer año de publicación, repertorios y bases de datos que la indizan y otros datos de interés.
Tabla 5. Ejemplos de símbolos que se utilizan de forma incorrecta
Incorrecto Correcto
cc cm3 (centímetro cúbico)
gr, gr., grm g (gramo)
grs. g (gramos)
H h (hora)
Hs, hs h (horas)
min m (minuto)
seg s (segundo)
m (minuto, unidad de tiempo)
s (segundo, unidad de tiempo)
Tabla 6. Hipersinonimia con epónimos del bocio exoftálmico
hipertiroideo
Epónimo País
Enfermedad de Graves Países anglófonos
Enfermedad de Basedow Alemania
Enfermedad de Flajani Italia
Enfermedad de Basedow-Graves Francia
Enfermedad de Graves-Basedow España
Enfermedad de Parry Diversos países
Enfermedad de Parsons Diversos países
Tabla 7. Algunos ejemplos de epónimos polisémicos
Enfermedad de Abrami Ictericia hemolítica adquirida
Síndrome enterohepático
Poliesclerosis
Enfermedad de Charcot Claudicación intermitente
Esclerosis lateral amiotrófica
Artropatía diabética
Reumatismo articular crónico
Cefalea o síndrome de Horton Cefalea en racimos
Cefalea en acúmulos
Cefalea en tandas
Eritroprosofalgia
Migraña roja
Síndrome de Bing Horton
Cefalalgia histamínica
unilateral
Cefalalgia paroxística nocturna
orbitaria
Neuralgia ciliar
Enfermedad de Brocq Eritrodermia congénita
ictiosiforme del recién nacido
Pseudopsoríasis liquenoide
Sicosis lupoide de la barba
Enfermedad de Debove Anemia esplénica
Osteoporosis senil
Diabetes aglucémica
175
Problemas del lenguaje médico actual. (II) Abreviaciones y epónimos
Papeles Médicos 2001;10(4):170-176
Epónimos
Los epómimos son términos en los que el significado se
asocia al nombre propio de una persona. En el lenguaje médico
suele tratarse de nombres de descubridores o inventores de
procesos (ciclo de Krebs), partes anatómicas (área de Broca,
vena de Zuckerkandl), enfermedades y síntomas (enfermedad
de Barraquer-Simons, enfermedad de Crigler-Najjar, síntoma
de Epstein), síndromes (síndrome de Marinesco-Sjögreen, sín-
drome de Sturge-Weber), técnicas (coloración de Giemsa), etc.
(célula de Gaucher, línea de Ullmann, tratamiento de Poltzer,
placa de Petri, agua de Alibour, aparato de Waldenburg). En
algunos casos el nombre de descubridores o inventores se aso-
cia con el significado de los epónimos no mediante el genitivo,
sino en forma de raíz (como, por ejemplo, pasteurización y
roentgenología), o mediante adjetivos (facies hipocrática).
En ocasiones el epónimo no se refiere a descubridores o in-
ventores sino a personalidades históricas, mitológicas o litera-
rias, como sadismo (del novelista Marqués de Sade), lesbia-
nismo (de la isla de Lesbos), narcisismo, venéreo, atlas,
etc1,36. Para Sierra Valentí el uso de epónimos tuvo un gran
auge en la segunda mitad del siglo XIX. Algunos médicos inclu-
so daban su propio nombre a las enfermedades que describían,
como Kaposi, que asignaba a sus descripciones mihi (mio) (por
ejemplo, xerodermia pigmentosum mihi)30.
Algunos autores se muestran a favor de su utilización, ya
que suponen una reconocimiento al descubridor y en algunos
casos facilita la nomenclatura unívoca (es más riguroso que
todo el mundo utilice la denominación síndrome de Biemond
a que unas veces se diga ataxia espinotalámica, otras indife-
rencia congénita al dolor o analgia congénita, analgia fami-
liar, ataxia espinotalámica, etc.35-36. Sin embargo, se acep-
ta en general que el abuso de los epónimos constituye un
problema para el control terminológico del lenguaje por diver-
sos motivos. En primer lugar, son denominaciones etimológi-
camente vacías y es mejor el uso de frases descriptivas de
acuerdo con la lógica terminológica para evitar la adopción de
criterios caprichosos, inexactos, arcaicos y personalistas.
En segundo lugar, no siempre existe unanimidad acerca
del descubridor o inventor. Por ejemplo, al bocio exoftálmico
también se le llama enfermedad de Basedow, enfermedad
de Parry, enfermedad de Graves, enfermedad de Flajani,
etc. (Tabla 6). En el polo opuesto, a veces el mismo epónimo
designa dos enfermedades diferentes, como enfermedad de
Paget (osteitis deformante hipertrófica y afección precancerosa
de la mama) y signo de Babinski (que puede designar al menos
cinco fenómenos de la exploración neurológica) (Tabla 7).
Por último, a veces desaparecen algunos autores del epó-
nimo, como el síndrome de Takayasu, que es, en realidad, de
Takayasu-Martorell, o la enfermedad de Horton, que es de Horton-
Gilmour para unos, y de Horton-Magath-Brown para otros.
Otro argumento en contra de su utilización procede de
la actual dinámica de la ciencia: la multidisciplinariedad actual
dificultaría el bautizo con epónimos de las nuevas enfermeda-
des que se descubren36.
En la Tabla 8 se presentan las referencias de algunos dic-
cionarios de epónimos médicos.
Bibliografía
1. López Piñero JM, Terrada ML. Introducción a la terminología
médica. Barcelona: Salvat, 1990.
2. Council of Biology Editors. Manual de estilo. Guía para autores,
editores y revisores en el campo de la medicina y bilogía. Bar-
celona: Salvat, 1987.
3. Fuentes Arderiu X, Castiñeiras MJ, Miró J. Vocabulari de termes
incorrectes desaconsellats en les ciènces de laboratori clínic.
Barcelona: Servei de Bioquímica Hospital Prínceps dEspanya,
1992.
4. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española
(22 ed.). Madrid: Espasa Calpe, 2001.
5. Alberola V, Aleixandre R, Porcel A. Diccionario y vocabulario
plurilingüe de documentación médica. Valencia: Instituto de Es-
tudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia, 1999.
6. Baños JE, Guardiola E. Abreviaturas, siglas y acrónimos. 1. ¿El
dolor añadido al lenguaje? Dolor 1996;11:97-9.
7. Carrizo G, Irureta-Goyena P, López de Quintana E. Manual de
fuentes de información. Madrid: CEGAL, 1994.
8. Martín Vega A. Fuentes de información general. Gijón: TREA,
1995.
9. Sol R. Manual práctico de estilo. Barcelona: Ediciones Urano,
1992.
Tabla 8. Diccionarios de epónimos
Hombourger P, Pellissier L. Enfermedades y síndromes con nombres propios: Diccionario de epónimos clínicos. Barcelona: Laboratorios del
Dr. Esteve; 1968.
Jablonski S. Jablonskis Dictionary of Syndromes and Eponymic Diseases. 2ª ed. Malabar: Krieger; 1991.
Magalini SI, Magalini SC, Francisci G. Dictionary of Medical Syndromes. 3ª ed. Filadelfia, Toronto: J.B. Lippincott Company; 1990.
Parra Gómez J. Manual de términos médicos con nombre propio. Madrid: Luzán; 1991.
En internet:
Whonamedit.com (http://www.whonamedit.com/index.cfm). Se trata de un diccionario de epónimos médicos que también incluye los sinóni-
mos y otras denominaciones del epónimo, los personajes asociados, la descripción de la enfermedad y una breve bibliografía.
176
Aleixandre Benavent R, Amador Iscla A
Papeles Médicos 2001;10(4):170-176
10. Medicina Clínica. Manual de estilo. Publicaciones biomédicas.
Barcelona: Doyma, 1993.
11. Ordóñez Gallego A. Lenguaje médico. Modismos, tópicos y cu-
riosidades. Madrid: Editorial Noesis, 1994.
12. Carré Llopis MC, Jiménez Villa J. Abreviaciones, siglas y crónimos
en el mundo de los medicamentos. Farm Clin 1995;12:62-75.
13. Pérez Peña F. Deterioro del lenguaje médico. El imperio de las
siglas. An Med Interna 1994;11:7-8.
14. Aleixandre R, Porcel A, Agulló A, Marset S. Vicios del lenguaje
médico (I). Extranjerismos y acrónimos. Atenc Primaria 1995;
15(2):113-8.
15. Prinz J, Millán M. Estudio de la terminología en la historia
clínica. Todo Hosp 1990;64:77-9.
16. Alberola Cuñat V, Soto Baca L, Alberola Pérez A, Moya García
MJ, Vicente Castells P. Abreviaturas en dos documentos básicos
de la historia clínica: hoja de tratamiento quirúrgico e informe
de alta. Control Calid Asist 1988;3:23-4.
17. Ribera Catarina J, Fernández Bigorra P, Montoliu Valls RM,
Talavera Gimeno J, Rovira Ballester M. El problema terminológico
en documentación clínica. Sant Pau 1989;10:80-2.
18. Viana Alonso A, De la Morena Fernández J, Grupo de Estudio de
la Calidad de los Informes de Alta en Medicina Interna (Castilla-
La Mancha). An Med Interna 1998;15:194-6.
19. Illera Martín M. Diccionario de acrónimos con símbolos y abre-
viaturas para las ciencias de la salud. Madrid: Fundación
Wellcome España, 1994.
20. Rodríguez Hierro F. Arch Pediatr 1986;37:445-6.
21. Villanueva Edo A. Siglas: ¿Abreviatura o confusión? Rev Esp
Enferm Ap Dig 1986;70:160.
22. Martín Odriozola P. Abuso de las siglas en el lenguaje médico:
PCR o RCP. Gac Med Bilbao 1998;95:31-2.
23. Tapia Granados JA. Sídico: Perteneciente o relativo al sida. Med
Clin (Barc) 1995;104:799.
24. Tapia Granados JA. Sidoso y sídico: dos adjetivos para el sida
(contestación). Med Clin (Barc) 1996; 106: 797.
25. Navarro FA. Sidoso y sídico: dos adjetivos para el sida. Med
Clin (Barc) 1996; 106: 797.
26. Llorens Terol J. Sobre la viciosa costumbre de abusar de los
barbarismos. Med Clin (Barc) 1985; 84: 315-316.
27. Brubaker RF, Brubaker JH. ¿Hay alguien más que odie los
acrónimos? Arch Ophthalmol (ed esp) 1999; 10: 242-243.
28. Urrets-Zavalia A. Asalto alfabético. Sobre el uso y abuso de las
abreviaturas en la literatura científica. Arch Soc Esp Oftalmol
1997;72:231.
29. Gutiérrez Rodilla BM. La influencia del inglés sobre nuestro
lenguaje médico. Med Clin (Barc) 1997;108:307-13.
30. Sierra Valentí X. El dermatólogo y el lenguaje. Piel 1995;10:
167-9.
31. Aleixandre R, Amador Iscla, A. Vicios del lenguaje y defectos de
estilo científico de la escritura en las comunicaciones presenta-
das al IV Congreso Nacional de Documentación Médica. Pap
Med 1997;6(3):5-14.
32. Suñé Arbussà JM. Mejoremos la terminología en la escritura
científica. Cienc Pharm 1994;4:157.
33. Suñé Arbussà JM. Mejoremos la terminología en la escritura
científica. Las unidades de medida del Sistema Internacional,
SI. Cienc Pharm 1995;5:144-5.
34. Suñé Arbussà JM. Mejoremos la terminología en la escritura
científica. Expresión del tiempo en el Sistema Internacional, SI.
Cienc Pharm 1995;5:188.
35. Baños JE, Guardiola E. Los nombres propios del dolor: enferme-
dades, síndromes y otros dolores en mayúsculas. Dolor 1999;
14:135-44.
36. Baños JE, Guardiola E. Medicina y epónimos: el dolor de las
vanidades. Dolor 1999;14:35-6.